Revista ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras - Época Segunda - nº 8 - Septiembre de 2015 - ISSN: 1137-5221. Revista fundada en 1997.

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ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras. Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015 -–----------------------------- ISSN: 1137-5221 / Depósito legal: M-9882/1997 –---------------------------

ARQUEOHISTORIA Por una Arqueología Sin Fronteras Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015 ISSN: 1137-5221. Revista fundada en 1997

ArqueoHistoria & Sociedad Epigráfica

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ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras. Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015 -–----------------------------- ISSN: 1137-5221 / Depósito legal: M-9882/1997 –---------------------------

http://www.ArqueoHistoria.org http://www.ArqueoHistoria.com.es Atención a lectores y colaboradores: [email protected]

ISBN-13: 978-1517079673 / ISBN-10: 1517079675 Depósito legal: M-9882/1997

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ARQUEOHISTORIA. Por una Arqueología Sin Fronteras. Época Segunda – nº 8 – Septiembre de 2015 -–----------------------------- ISSN: 1137-5221 / Depósito legal: M-9882/1997 –--------------------------ARQUEOHISTORIA Por una Arqueología Sin Fronteras Época Segunda ----------------------------------------------Número 8 Época Segunda – Septiembre de 2015 ----------------------------------------------EDITA ArqueoHistoria & Sociedad Epigráfica ----------------------------------------------DIRECTOR Georgeos Díaz-Montexano ----------------------------------------------REDACCIÓN Atención a colaboradores y correspondencia: www.facebook.com/messages/ArqueoHistoria ----------------------------------------------Arqueoastronomía: Bill Rudersdorf, Pedro Antonio Hernández. Arqueología Bíblica: Javier Alonso. Arqueología Marina: Carlos León, Manu Izaguirre, Cruz Apestegui, José Antonio Finalé. Arqueología Medieval y Colonial: Roger Arrazcaeta, Boris Rodríguez, Adrián Álvarez. Arte Rupestre: Pablo Novoa Álvarez, José San Román. Antropología física, forense, y paleopatología: Ercilio Vento Canosa. Egiptología: Walidh Radham. Escriptología, Epigrafía y Atlantología Histórico-Científica: Georgeos DíazMontexano. Etnología: Israel Moliner, Antonio Picazo. Filología: Elena Guarch. Mitología: Susana Ávila. Filosofía: César Guarde-Paz, Antonio Morillas, Duncan Alexander. Arqueología Precolombina: José Manuel Guarch Delmonte. Epigrafía Precolombina: Mikael Skupin, Gloria Farley, Alexis Rojas, Reynaldo González Villalonga, Edilio Stopiñán, José Saavedra, Abel Hernández Muñoz, Orlando García, Adrián Menéndez, Marcos Rodríguez. Historia Antigua: Miguel Ángel Martínez Artola, Duncan Alexander, Ibrahim Ates. Arqueoturismo: Pablo Montero. Exploración: Sergio Navío. ----------------------------------------------DISTRIBUCIÓN Revista digital gratuita en PDF: http://www.ArqueoHistoria.org http://www.ArqueoHistoria.com.es Revista impresa, para quien desee contribuir como mecenas o patrocinador: A través de las siguientes librerías y tiendas internacionales: Amazon América (Amazon. cont). Antazon Europa. Incluye Amazon.co.uk (Reino Unido), Amazon. de (Alemania), Amazon. es (España), Antazon.fr (Francia), Amazon.it (Italia). Amazon Japón (Amazon.jp). Amazon Canadá (Amazon.ca). CreateSpace eStore. Baker & Taylor. AbeBooks. Audible. Book Depository. TextbooksRus. TextbookX. Banner & Noble. BookQuest. Biblio. Alibris. Iherlibros. Akademika. Superhookdeals. Halficom. Powells. Booksamillion. Ecampus. Bookbyte. Valorebooks.

Editorial Han

pasado

ya

'ArqueoHistoria'

18

años

fuera

desde

fundada

que como

continuación de 'Arqueología Sin Fronteras' y 'Arqueología

y

Enigmas de

la

Historia',

fundadas en 1996 y 1995. Esa Primera Época fue muy dura. A la dificultad por hallar especialistas que estuvieran dispuestos a arriesgar sus nombres

en

una

revista

de

divulgación

heterodoxa, no oficial, que se movería más allá de las fronteras de la ciencia académica consensuada y lo "políticamente correcto" se añadía la falta de financiación externa, tan renuentes como estuvimos siempre -de acuerdo a nuestros principios- de inundar la revista de publicidad. Por estas razones (entre otras más difíciles de explicar sin caer en teorías

conspiranoicas),

las

publicaciones

de

ArqueoHistoria

irremediablemente se detuvieron en el número sexto, justo cuando ya comenzaba a prender en un selecto público culto, cada vez más fiel y mayoritario. En esta Segunda Época, ArqueoHistoria renace con nuevas esperanzas, y esta vez sin esa desagradable presión que causa la búsqueda de financiación, confiando en la generosidad y benevolencia de nuestros lectores, quienes con sus donaciones voluntarias de seguro ayudarán a sostener esta altruista publicación que ahora hemos decidido distribuir de modo absolutamente gratuito, asumiendo -tanto el Editor como los altruistas colaboradores- todos los costes de producción, y por el tiempo que sea necesario -incluso sin donaciones-, porque creemos que esta revista es -y serámás que necesaria para los nuevos tiempos. El pueblo necesita conocer aquellas investigaciones que no suelen aparecer en las acreditadas revistas científicas de revisión por pares ni en los libros de textos académicos o estatales, no por ser poco científicas sino por algo tan anti-intelectual y absurdo como no ajustarse a lo "políticamente correcto" o a los paradigmas consensuados sobre lo que debe ser y lo que debe o no contarse, pero también necesita conocer la verdad sobre muchas mentiras y falsificaciones que

lamentablemente infectan los medios y las redes sociales y que han sido creadas y promovidas por ciertos sectores simpatizantes de teorías conspiranoicas, esotéricas y "extraterrestrológicas". La verdad histórica, sea cual sea, esté donde esté, y caiga quien caiga, ha sido siempre nuestro lema y principio, y así será, mientras exista ArqueoHistoria.

Georgeos Díaz-Montexano, Director. 3

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Sumario ¿Las más antiguas pruebas de navegación del Occidente?.......................................................5 El amuleto libio-egipcio del Halcón y la Serpiente de Cuba...................................................31 Una inscripción líbico-bereber en la Cueva del Jagüey, Punta de Maisí, Guantánamo, Cuba .......................................................................................................................................................36 John Toland (1670-1722)..............................................................................................................41 Las olvidadas pirámides japonesas............................................................................................44 REVIEWS......................................................................................................................................51 ¿Inscripciones en las supuestas ruinas submarinas de Yonagani?.........................................51 ESPACIO SOLIDARIO................................................................................................................60 International Dostoevsky Society (IDS).....................................................................................66 AGON. Grupo de Estudios Filosóficos......................................................................................67

Foto de portada: Posibles embarcaciones paleolíiticas de madera y cuero cosido tipo umiak y canoa de la Cueva La Pasiega, Puente Viesgo, Cantabria (barcos en color rojo), y la Cueva de La Pileta, Málaga (barco en color negro). Propuestas de colaboración: Las propuestas de artículos se deben realizar a través del formulario de mensajes de la siguiente página: https://www.facebook.com/messages/ArqueoHistoria o mediante email a: [email protected] Política editorial: Los editores se reservan el derecho de aceptar (o no) las publicaciones propuestas, de acuerdo a los principios histórico-científicos, metodológicos y éticos de la revista, sin que sea determinante en la decisión las titulaciones universitarias, ni la carencia de las mismas. Reclamaciones: Cualquier reclamación sobre los contenidos (textos y fotos) debe ser realizada al autor de los artículos. El editor no se hace responsable de los mismos, ni de la opinión, ideas e hipótesis de cada autor.

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ARTE RUPESTRE

¿Las más antiguas pruebas de navegación del Occidente? Navegación marítima en el Paleolítico Superior occidental The most ancient proofs of navigation in the West? Maritime navigation in the western Upper Palaeolithic Por Georgeos Díaz-Montexano, Accepted Member of The Epigraphic Society Abstrac: In this papper, the author presents certain circumstantial proofs observed in iconographic representations of parietal Rock Art from the Western European Upper Paleolithic which seem to indicate knowledge of shipbuilding of sewn wood and stitched leather, for populations from northern Iberia during the Upper Paleolithic. The most important caves with these representations of possible knowledge of the arts of navigation are: "Cueva El Castillo", "Cueva La Pasiega" and "Cueva de Altamira", located in the Cantabrian coast, in the north of Spain. En este artículo, el autor expone ciertas pruebas indiciarias observadas en representaciones iconográficas del Arte Rupestre parietal del Paleolítico Superior europeo occidental que parecen evidenciar el conocimiento de la construcción de barcos de madera y cuero cosidos por parte de las poblaciones del norte de Iberia durante el Paleolítico Superior. Las cuevas más importantes con estas representaciones de posible conocimiento de las artes de la navegación son: "Cueva El Castillo", "Cueva La Pasiega", y la "Cueva de Altamira", situadas en la costa cantábrica, en el norte de España.

La pregunta podría sorprender, pero en realidad ya hace algunos años que para muchos -entre los que me cuento- no hay duda alguna de que la colonización de Australia, hace unos 50.000 o 45.000 años, 1 se produjo por vía marítima. Y para ello, al menos una pareja fértil de mujer y hombre habría sido capaz de llegar con vida a tierras australianas, tras haber navegado por mar abierto en algún tipo de embarcación y por muchas millas. 1

Hudjashov, Georgi et al. 2007. Revealing the prehistoric settlement of Australia by Y chromosome and mtDNA analysis. PNAS May 22, 2007 vol. 104 no. 21 8726-8730.

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La colonización de Australia, de acuerdo a la ciencia geológica actual -especialmente, de acuerdo a la paleoceanografía- constituye una prueba irrefutable de las travesías marítimas que ya durante la etapa final del Paleolítico medio y los inicios del Paleolítico Superior la especie humana era capaz de llevar a buen término. No obstante, el caso de Australia no es el único, ni siquiera el primero, pues ya desde el paleolítico inferior y medio nuestros antepasados fueron capaces de salvar notables distancias a través del mar. De modo que la navegación, como tal, es uno de los más antiguas conquistas de la humanidad, a menos que toda la ciencia geológica y paleoceanográfica actual esté completamente equivocada en cuanto a los antiguos cambios de los niveles del mar y las fechas en que las plataformas marinas estarían emergidas. Pero, de momento, ni geólogos ni paleontólogos cuestionan tales hechos, por lo que no queda más remedio que aceptar que ya desde el paleolítico más remoto los homínidos más «primitivos» fueron capaces de navegar por mar abierto y colonizar islas y regiones continentales a los que no se podía acceder de modo alguno por tierra, ni siquiera en el período de máximo descenso del nivel del mar. Queda claro que los primeros colonizadores de Australia llegaron navegando, por lo que, además de saber construir embarcaciones resistentes, debieron tener conocimientos, aunque sea elementales, sobre orientación marítima, y quizá también sobre pesca de alta mar. El equipo dirigido por Susan O'Connor, de la Universidad Nacional Australiana de Canberra, ha encontrado en una caverna de Jerimilai, Timor oriental, unos 9.700 utensilios de piedra y casi 40.000 espinas y vértebras fósiles de hasta 22 familias diferentes de pescados, muchos de ellos pelágicos (familia a la que pertenecen el Atún, Boquerón o bocarte, Bacaladilla, Dorado, Lubina, Merluza y Sardina), y todo ello datado en casi 42.000 años. La pesca de atún, y de otros peces pelágicos, implica que lo hacían desde embarcaciones en pleno mar abierto, pues los peces pelágicos se pescan en alta mar y requiere conocimientos experimentados en la construcción y manejo de embarcaciones y en el dominio de ciertas técnicas marítimas. Al menos unas quince especies pelágicas fueron explotadas sistemáticamente entre el 40.000 y el 36.000 AC. Entre los utensilios aparecieron anzuelos, por tanto, la evidencia definitiva más temprana de la fabricación de los mismos en todo el mundo. Como sostienen los autores del descubrimiento:«La captura de peces pelágicos como el atún requiere altos niveles de planificación y tecnología marítima compleja. La evidencia indica que los habitantes (de la cueva)2 pescaban en el mar profundo».3 Hace como mínimo unos 100.000 años la isla de Flores, Indonesia, ya contaba con presencia humana, por lo que estos homínidos igualmente tuvieron que llegar a la misma mediante navegación de alta mar, cruzando una distancia de como mínimo unas 12.43 millas, es decir, unos 20 km, pues la isla de Flores se mantuvo aislada durante la última 2 3

Paréntesis aclaratorio, del autor. «Pelagic Fishing at 42,000 Years Before the Present and the Maritime Skills of Modern Humans», Sue O’Connor, Rintaro Ono, Chris Clarkson, Science 25 November 2011: Vol. 334 no. 6059 pp. 1117-1121, DOI: 10.1126/science.1207703.

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edad de hielo debido a un profundo estrecho marítimo con tal anchura. Este hecho ha llevado a concluir que la especie del Homo floresiensis, o mucho antes su antecesor (Homo georgicus, Homo habilis, u Homo rudolfensis), debió alcanzar la isla mediante embarcaciones. Posiblemente balsas de bambú. En cualquier caso, siempre a través de navegación marítima. También en la misma región, en la isla de Java, la presencia humana está documentada desde hace 1,8 millones de años, pero la unión entre la isla y la tierra firme se produjo con posterioridad a la ocupación humana, por lo que, de nuevo, estos homínidos, más antiguos aún que los colonizadores constatados de la isla de Flores, ya conocían la navegación, por muy rudimentaria o elemental que fuera. Pero como decía, hay más casos de tempranas navegaciones, incluso mucho más cercanos a Europa occidental, como por ejemplo, Cerdeña y Córcega. Las poblaciones del pleistoceno medio europeo llegaron a esta isla hace entre 300.000 y 250.000 años. Probablemente serían miembros de la especie Homo Heidelbergensis. La isla de Córcega también fue poblada a través de navegación durante los periodos glaciares del Würm I-II. Las evidencias fueron halladas en la gruta de Coscia. Las dataciones absolutas (Uranio/Torio) sitúan esta presencia humana en Córcega entre 60.000 y 50.000 años antes del presente (Víctor M. Guerrero Ayuso 2006). Lo mismo podemos decir de otras islas del Mediterráneo, como las islas jónicas de Lefkada, Kefalonia y Zakynthos, que según muestran los modelos espacio-temporales de reconstrucción de la paleocosta durante el paleolítico medio y superior, solo podían colonizarse a través de dos rutas marítimas, pero hace unos 100.000 años ya estaban pobladas, posiblemente por neardenthales, pues en los últimos años se han descubierto muchas herramientas musterienses que podrían tener unos 100.000 años de antigüedad. Estos mismos colonizadores llegarían hasta la isla de Creta, donde también han sido halladas numerosas herramientas (más de 2000 instrumentos líticos repartidos en cuevas, abrigos y terrazas marinas en una misma zona costera) con una antigüedad de como mínimo unos 130.000 años. Estas abundantes evidencias, sumadas al hecho de que la distancia marítima a solventar era de unas 21.6 millas náuticas (40 km), obliga a concluir que estos seres humanos, con toda probabilidad neardenthales, ya dominaban ciertas técnicas de navegación, que por muy elementales que hubieran sido ya eran lo suficientemente eficaces como para permitir una larga navegación de alta mar, pues para embarcarse en travesías marítimas de larga distancia, es menester dominar las técnicas de navegación, las corrientes marinas y los vientos. En cuanto al paleolítico superior occidental, el registro arqueológico muestra pruebas indiciarias y evidencias indirectas (arpones para pesca de grandes peces, quizá para caza marina, y notables representaciones de embarcaciones) del uso de navegación marítima, al menos para la explotación de recursos marinos, que no se limitaban a los que 7

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se hallan en zonas costeras. En la gruta Baoussé Roussé, próxima a Menton, se registró una decena de vértebras de atún y lubina, y de fines del Magdaleniense y el Aziliense son las espinas de un lábrido hallado en un yacimiento de la Punta del Rozel, datado por C14 hacia el 15.000 A.C.,4 evidencias indirectas de que eran capaces de adentrarse hacia aguas más profundas.

Embarcaciones paleolíticas En cuanto a las embarcaciones que usarían los humanos durante el largo período paleolítico, apenas se han conservado unos pocos restos. Los más antiguos -hasta el momento- son algunas embarcaciones del tipo piragua monóxila de madera, construidas mediante la elemental técnica de ahuecar un tronco. Tres ejemplos conocidos son la embarcación de Pesse, Holanda (Fig. 1), datada por C14 en el 8.760 A.C., y la embarcación de Dufuna, Nigeria (Fig. 2), datada en el 7.670 A.C., ambas del lado del Atlántico, y casi en las antípodas, la embarcación de Kuahuqiao, China, datada en el 7.500 A.C en China, lo que demuestra que la navegación era algo generalizado ya en casi todo el mundo para finales del Paleolítico y principios del Mesolítico.

Fig. 1 Bote monóxilo de Pesse, Holanda, (8040 y 7510 A.C.). Sin duda una embarcación monoplaza, pues tan solo mide 298 centímetros de largo por 44 centímetros de ancho. Se construyó a partir del tronco de un abeto o pino silvestre. En la actualidad se encuentra en el Museo Drents, Assen, Holanda.

Obviamente, de las embarcaciones anteriores, que como mínimo se fabricarían desde el Paleolítico Medio, aún no se conocen restos físicos, lo cual no es de sorprender, teniendo en cuenta lo extremadamente difícil que sería que la madera o las cañas, y las 4

Fuente: http://prehistorialdia.blogspot.com.es/2014/04/travesias-maritimas-en-el-paleolitico.html#.VApvzubvip

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pieles o cuero curtido con las que se podrían haber confeccionado, pudieran haber resistido el paso de tanto tiempo y tantos cambios climáticos. A lo que debe sumarse un importante argumento ya señalado por el experto en la materia, Victor M. Guerrero Ayuso: «La subida de 100/120 m. del nivel del mar al final de la glaciación de Würn y el consiguiente retroceso de la línea de costa (Suckleton et al. 1984), muy acusada en algunas regiones geográficas, ha supuesto la pérdida de innumerables yacimientos paleolíticos relacionados directamente con el interland marino (Bonifay y Courtin 1998), que justamente serían los que nos habrían brindado la mejor y mayor información sobre las actividades pesqueras y las capacidades marineras de estas comunidades. El nivel tecnológico de las gentes del Epipaleolítico y el Mesolítico no fue superior al del Magdaleniense final como para que se produzca esta diferencia tan sensible en el registro arqueológico...».5

Fig. 2 Embarcación monóxila de Dufuna, Nigeria, datada en el 7.670 A.C.

Pero no se necesitan restos físicos de embarcaciones paleolíticas para poder inferir y asumir con buen grado y certeza que existieron, cuando varios hechos científicos evidencian su existencia de modo indirecto, como las colonizaciones de islas que -desde que el genero Homo surgió- siempre estuvieron separadas de tierra continental, además del caso de Australia. Las considerables distancias de tales pasos marítimos impiden suponer siquiera que pudieran haber sido colonizadas mediante simple natación, o por mero accidente, agarrados sobre troncos. En este sentido, tales pruebas indiciarias sobre la colonización de islas totalmente aisladas y separadas de tierra continental por estrechos o brazos de mar, son en realidad evidencias indirectas de navegación, y funcionan casi igual 5

Guerrero Ayuso, Victor M. Guerrero, «Comer antes que viajar. Pesca y barcas de base monóxila en la prehistoria occidental», Mayurqa, 31, pp. 9-56, Universidad de Barcelona. Facultad de Filosofía y Letras, Palma de Mallorca, 2006, p. 13.

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que el hallazgo mismo de los restos de embarcación, permitiendo la certeza de que los hombres del Paleolítico, desde los tiempos más remotos, ya usaban una o varias clases de embarcaciones. Probablemente, una de las embarcaciones más antiguas de la humanidad, después de la simple balsa o el tronco ahuecado, haya sido el barco de piel o cuero cosido sobre un esqueleto de madera y/o hueso. Hoy en día se usan embarcaciones como estas en países del Atlántico norte, desde el muy conocido monóxilo, kayak (Fig. 3), al gran bote umiak o uumiaq (Fig. 4) de los esquimales, usados en las regiones árticas desde Siberia hasta América (Alaska y Canadá) y Groenlandia. Para la fabricación tradicional de un umiak, igual que para el kayak, se usa madera recogida en las orillas de ríos o del mar, o bien huesos de ballena, todo ello formando una estructura o esqueleto sobre el cual se extienden pieles, por lo general de foca barbuda. Las pieles se cosen y las piezas se sujetan unas con otras usando cornamentas, marfil o madera, a modo de clavos o pasadores. Tales elementales técnicas estaban al alcance de cualquier población del Paleolítico Superior.

Fig. 3 Grupo de indígenas de Noatak, Alaska, con kayaks. Foto de finales del siglo XIX. DP.

Otros barcos similares de piel o cuero cosido sobre armazón de madera y/o hueso han sido usados desde muy antaño en los alrededores del Báltico y en la península Escandinava. Se estima que desde finales del Paleolítico o principios del Mesolítico. En Irlanda se conoce el curragh o currach (Fig. 5) y el bote ovalado o circular denominado coracle (Fig. 6), típico de Gales, Reino Unido, pero también usado en el oeste y suroeste de 10

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Inglaterra, en la misma Irlanda (río Boyne) y en Escocia (río Spey), y que tiene su equivalente en el «Bull boat», fabricado con piel de búfalo por algunas tribus indígenas de Norteamérica que vivían a lo largo del río Missouri y Dakota del Norte (Fig. 7), y en otros similares botes circulares con forma de vasija usados en la India (Fig. 8), Vietnam, Irak y el Tíbet (donde es llamado Ku-Dru. Fig. 9). Incluso una tablilla babilónica recientemente descifrada, describe el arca usada en el diluvio exactamente como un gigantesco coracle.6

Fig. 4 Grupo de indígenas botando un umiak en Cabo Príncipe de Gales. Foto: DP.

Fig. 5. Reconstrucción de un curragh del 1 A.D. en el Great Ouse en Bedford. Foto: DP.

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http://www.agenciasinc.es/Noticias/Una-tablilla-babilonica-presenta-un-prototipo-redondo-del-arca-deNoe

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Fig. 6 Dibujo de un típico coracle galés.

Fig. 7 Indígena Mandan navegando en un «Bull boat».

Fig. 8 Coracle de la India (CC BY-SA 3.0).

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Fig. 9 Coracle o Ku-Dru del Tibet (Bundesarchiv Bild 135-BB-082-12, Tibetexpedition, Floß bei Chagsam CC-BY-SA-3.0-de).

Los coracles suelen tener forma circular u ovalada, muy similar a la mitad de una cáscara de nuez o a una olla. La estructura o esqueleto, por lo general se compone de un marco hecho de ramas de sauce entretejidas con la corteza del mismo árbol o de mimbre, según se registra en un documento medieval. El material que conforma el armazón suele variar según las costumbres y la materia prima de cada lugar. La capa exterior era originalmente de piel de animal, generalmente caballo, buey o vaca, revestidos con una fina capa de alquitrán para que sea totalmente impermeable. En resumen, como apunta Guerrero Ayuso, refiriéndose a las primitivas embarcaciones de cuero: «Este tipo de barco de piel o cuero (el kayak y el umiak) para la caza de cetáceos, tal vez tengan ya sus antecedentes en el tardopaleolítico, como parece deducirse de parte de un armazón del casco (de un umiak)7 fabricado en cornamenta de caribú (Elmers 1984)».8

¿Barcos de cuero en el arte paleolítico? Desde que en 1902 el prehistoriador francés Émile Cartailhac9 reconociera la obra del investigador santanderino, Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca (1831-1888), 7 8

Paréntesis del autor. Guerrero Ayuso, Victor M. Guerrero, ob. cit., p. 24.

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donde este daba a conocer al mundo el descubrimiento de las pinturas rupestres de la Cueva de Altamira, realizado en 1879 por su pequeña hija (Fig. 10), María Justina Sanz de Sautuola y Escalante (1870-1946), la Cueva de Altamira y muchas otras de la misma región no han cesado de ser investigadas por especialistas de todas las universidades y eruditos de casi todas las naciones. El arte parietal de las cuevas de la cornisa Astur-Cantábro-Aquitana ha sido más que estudiado y revisado con todo tipo de medios y desde casi todos los ángulos, hipótesis y teorías. Millares de artículos científicos y divulgativos y centenares de libros escritos en casi todos los idiomas hablan de la Cueva de Altamira, la «Capilla Sixtina del arte cuaternario», y de las otras cuevas de la misma cornisa Astur-Cantábro-Aquitana, como las situadas en el Monte El Castillo, y las descubiertas en la Dordoña, Francia, poco después de Altamira. ¿Con tal ingente cantidad de estudios científicos, habría cabida para aportar algo nuevo? ¿Se podría hablar de representaciones figurativas que nunca antes han sido vistas como tal, siendo, de hecho, consideradas como «no figurativas» o abstractas? La respuesta de un experto en Arte Rupestre del Paleolítico, especialmente de quien haya estudiado por años las citadas cuevas de España y Francia, sin duda alguna sería un ¡NO! bien claro y bien alto. El autor es consciente de ello, y no aspira -ni en sueños- a que la interpretación que va a proponer sobre la presencia de antiguas embarcaciones de cuero tipo umiak, kayak, curragh o coracle y canoa monóxila de corteza, en el arte parietal considerado como «no figurativo» o «abstracto» de algunas de las cuevas cántabras (especialmente en Altamira, El Castillo y La Pasiega), sea considerada ni siquiera como la más remota e improbable de todas las hipótesis. Máxime cuando del análisis del panel del llamado «Rincón de los tectiformes» de la Cueva El Castillo, que presenta varias embarcaciones o «naviformes» navegando en diferentes direcciones, se desprende algo más relevante: la posibilidad de lo que sería la representación (algo esquemática) del primer verdadero mapa náutico -y geográfico- con posible representación de Iberia, el Golfo de Vizcaya, el Estrecho de Gibraltar y parte de Marruecos, y algo más inquietante aún, la representación de una isla de considerable tamaño, situada justo frente al estrecho y a lo que sería Iberia. Una isla que por su ubicación (tan próxima a la península) y tamaño (en proporción, bastante menor que Iberia), no podría ser de ningún modo Groenlandia,10 aunque su forma la recuerde, y solo 9

Cartailhac, Émile, «La grotte d’Altamira, Espagne. Mea culpa d’un sceptique», L'Anthropologie, tome 13, 1902, p.348-354. 10 Varios investigadores amateurs han defendido la inadmisible hipótesis de que la Atlántida era en realidad Groenlandia, pero que esta se hallaba entonces (hace unos 11.570 años) mucho más al sur, bien en el centro del Atlántico, entre Terranova y las Azores (Mario Dantas, 2006/2008, y Antonio Moreno Checa, 2014) o bien junto a las costas de África (Moreno Checa, 2014), pero que después, atravesando el Atlántico a relativa gran velocidad (medido en tiempos geológicos), como si fuera un buque a la deriva, en poco tiempo alcanzaría su actual posición tan septentrional casi en el ártico mismo. Esto es lo que afirman tanto Dantas como Moreno Checa, especialmente el último, quien llega al colmo de lo inadmisible al plantear que originalmente se hallaba casi unida a las costas de África antes de cruzar

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podría ser la misma isla situada ante las Columnas de Hércules que los egipcios describieron a Solón y que este tradujo al griego con el nombre de Atlantis Nêsos (Isla de la Descendencia de Atlas). Comencemos por los barcos, y como no podía ser de otro modo, por la célebre Cueva de Altamira. En el último rincón de la Cueva de Altamira, en la llamada galería «Cola de Caballo» (Fig. 11) se representaron varios signos que los especialistas simplemente denominan como «cuadriláteros» o signos «sub-rectangulares» y catalogan dentro del repertorio de signos «no figurativos» o «abstractos», es decir, signos que no representan un objeto concreto reconocible y que seguramente serían «símbolos tribales» o «blasones». Si embargo, creo que son representaciones de embarcaciones de cuero, similares a los tipos curraghs o coracles de las Islas Británicas y a los umiaks de los pueblos esquimales (Figs. 29-30). Fig. 10 Dñº. María Justina Sanz de Sautuola y Escalante, la descubridora de las pinturas rupestres de Altamira, a la edad aproximada de 8 años, cuando realizó el descubrimiento, y su padre, D. Marcelino Sanz de Sautuola y de la Pedrueca, el primero que las estudió y dio a conocer al mundo. Abajo: Fig. 11 Plano de la Cueva de Altamira. Al final de la misma se hallan los barcos.

Para demostrar mi interpretación e hipótesis, bastará con un mero análisis comparativo entre tales representaciones y algunas fotos o dibujos de las citadas embarcaciones de cuero usadas en los mares del norte (Figs. 12-23). Como se verá, las semejanzas parecen ir más allá de lo meramente casual, y en algunos casos coinciden hasta en detalles concretos, como por ejemplo, los «cuernos» que son como espolones que sobresalen por las proas (a veces también por las popas), por su parte superior, por tanto, un tipo de akroterión. También el diseño mismo de las costuras de las pieles o cueros que flotando hacia el otro lado del océano, saltándose a la misma cordillera dorsal atlántica. Más información http://georgeosdiazmontexano.wordpress.com/2014/06/21/georgeos-diaz-groenlandia-era-laen atlantida-analisis-critico-del-resurgimiento-de-una-antigua-hipotesis/

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cubren el armazón o esqueleto de ramas o maderos entrecruzados con aspecto ajedrezado o como una rejilla, y que en muchos casos se trasluce por el mismo cuero, tal como sucede en muchos umiaks, según el ángulo y la intensidad de la luz solar. Fig. 12 Barco representado en el Dolmen de Antelas, Oliveira de Frades, Viseu, Portugal. En el dolmen fue pintado en posición vertical, con la proa hacia abajo, como si estuviera descendiendo por una corriente. Creo que se trata de una embarcación de cuero similar al curragh o al umiak, sin descartar algo mixto, del tipo monóxila con madera cosida, y además cuero. Se aprecia el esqueleto o armazón interior como sucede en muchos umiaks, cuyas pieles curtidas permiten apreciarlo, especialmente cuando hay buena luz solar de fondo. No creo sean solo maderos de la cubierta exterior, tal como se ha creído hasta hoy. No obstante, también se puede haber representado -en algunas partes- las costuras de la mismas pieles, que en muchos umiaks son bien visibles, como puede verse en el umiak de la foto de abajo y en la página siguiente, y la cantidad de tales piezas de pieles cosidas, indicarían que se trata de una embarcación de considerable tamaño, no de un pequeño bote monóxilo.

Fig. 13 Umiak tradicional con las típicas costuras visibles en muchos.

Fig. 14 Umiak tradicional con costuras de las pieles visibles. Parece haber un patrón tradicional en la forma en que son cosidas, pues muchos presentan casi el mismo diseño, y el mismo se corresponde bastante con el diseño de los posibles «barcos de madera cosida y/o cuero» del llamado «Rincón de los Tectiformes» de la Cueva El Castillo, en Cantabria.

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Fig. 15 Umiak con costuras de pieles visibles, en Barrow, Alaska.

Fig. 16 Dibujo de umiak con vela de Groenlandia. (Glossaire nautique, de A. Jal, Paris, 1848).

Fig. 17 Umiak con piel traslúcida que permite ver el esqueleto o armazón de la embarcación.

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Fig. 18 Umiak con costuras visibles y piel traslúcida que permite ver parte del esqueleto de la embarcación. A la derecha, Fig. 19 Otro umiak con piel traslúcida que permite ver parte del armazón.

Fig. 20 Dibujo de un Umiak tripulado con costuras visibles, 1922. Autor desconocido. DP.

Fig. 21 "Un día de Junio a la entrada de Nuuk", por Jens Erik Carl Rasmussen, 1841. Un kayak siendo portado en un umiak llevado por mujeres, mientras los hombres están en sus kayaks. Se aprecia parte del armazón interior y de las mismas mujeres, a través del cuero traslúcido, así como partes de las costuras.

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Fig. 22 Umiak de Groenlandia en el que se trasluce el armazón.

Fig. 23 Un funcionario danés viajando en un umiak propiedad de un clérigo europeo, 1875. Se aprecian las costuras de las pieles y un destacado cuerno de proa. Foto: E. AE Lutzen. DP.

En la sala «Cola de Caballo» de la Cueva de Altamira se puede apreciar cómo dos de los «barcos de madera cosida y/o cuero» fueron representados en vista superior (o inferior), de modo que se aprecian los remo-timón en la popa, y sobresaliendo por ambos lados (estribor y babor) de la embarcación (que presenta forma ovalada, casi como un coracle) una hilera de largos remos por cada lado (Figs. 29-30). Estas dos representaciones 19

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de los mismos «barcos de madera cosida y/o cuero», en vista superior, han sido clasificadas como «escutiformes» con elementos añadidos, flecos o apéndices, o sea, figuras que parecen «escudos» con flecos, o algo por el estilo. ¿Escudos en el paleolítico? Bueno, es posible, pero hasta donde llegan mis conocimientos, nadie ha mostrado jamás ni una sola evidencia de que los hombres del paleolítico occidental europeo usaran escudos de ninguna clase. De todos modos, no hay que dar demasiada importancia a tal clasificación, pues tanto esta como las demás, no son más que meras denominaciones creadas para simplemente organizarlos y buscar una unificación a la hora de estudiarlos y catalogarlos. Así, por ejemplo: claviforme (porque se supone que parece una maza vista de perfil), aviforme (porque asemeja un ave estilizada con las alas extendidas), o tectiforme (porque recuerda un techo a dos aguas con un pilar o poste de una posible cabaña). No obstante, desde un principio se dejó claro (aunque todavía hay investigadores muy despistados con este asunto) que tales nombres no significan que realmente sean representaciones de «mazas», «aves» o «techos de cabañas», sino que solo se asemejan un poco, o recuerdan a tales objetos y animales, pero que bien podrían representar o significar cosas de las que aún no tenemos ni idea. Tales artificiales clasificaciones han jugado un papel sugestivo tan grande entre los estudiosos y especialistas, en general, que magníficas representaciones figurativas como las notables embarcaciones de las cuevas de Altamira, El Castillo y La Pasiega, casi tan realistas o naturalistas como las representaciones de animales de las mismas cuevas, han pasado inadvertidas por completo hasta hoy. Contribuyó seguramente a tal «falta de observación» que algunas fueron representadas de cabeza o volteadas (unas pocas) y otras en vertical, como si descendiera (vinieran o llegaran) o ascendieran (marcharan o regresaran). Aunque en realidad esto no debió nunca ser un impedimento para poder apreciar lo que realmente eran, pues se conocen representaciones de antiguos barcos en casi todas las posiciones en el Arte Rupestre de épocas inmediatamente posteriores (Epipaleolítico y Mesolítico). Por ejemplo, una reveladora escena rupestre de los grabados del lago Anega (Fig. 24), donde embarcaciones -que muy probablemente serían de piel o cuero- están participando en la caza de un cetáceo, posiblemente una orca.11 Y sin ir muy lejos, la embarcación (que también creo es de cuero y madera cosida) del Dolmen de Antelas, Oliveira de Frades, Viseu (Fig. 12), igualmente pintada en color rojo como la mayoría de las que identifico en las cuevas cántabras de El Castillo y La Pasiega, también fue representada en vertical, con la proa hacia abajo, o sea, un barco que está «viniendo» o «llegando».

11 Guerrero Ayuso, Victor M., ob. Cit. p. 54.

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Fig. 24 Barcos de cuero (probablemente de reno, cuya cabeza parece apreciarse como akroterión al menos en dos). En la escena superior, fueron representados en diversas posiciones dentro del espacio de la misma escena, o sea, boca abajo o girado 180º, y en vertical, ascendiendo o descendiendo (con proa hacia arriba o hacia abajo), justo como observamos en las principales escenas de embarcaciones de las cuevas de La Pasiega y El Castillo de Puente Viesgo, Cantabria, España, los cuales estudiaremos en el nº 9 de ARQUEOHISTORIA.

Por otra parte, una característica bien señalada del Arte Rupestre parietal del Paleolítico Superior occidental es -precisamente- que hasta los mismos animales han sido representados en casi todas las orientaciones, tanto en posición normal como en vertical con la cabeza hacia arriba o hacia abajo. Incluso en un caso un cérvido o équido fue representado en vertical, con la cabeza hacia abajo, justo encima de un barco que también fue representado del mismo modo, como descendiendo o viniendo de alguna parte. Así pues, nada extraño sería que también algunas de tales embarcaciones o «naviformes» se representaran en vertical con la proa hacia abajo o hacia arriba. Aunque después veremos que tales posiciones responden a un esquema prefijado, de acuerdo a lo idea o mensaje que se quería representar y trasmitir, tal como me ha sido posible reconocer e interpretar. Otro punto que pudo haber contribuido a que las representaciones de embarcaciones de la Cueva de Altamira pasaran inadvertidos para tantos especialistas, es la carencia de velas (salvo en par de casos, igualmente no advertidos, que trataremos más adelante), y que los más llamativos «naviformes», considerados meros «tectiformes» o simples «cuadriláteros», «sub-rectángulos», o «cuadrangulares tabicados», fueron representados sin remos, aunque algunos sí fueron representados, no solo con remos en el mismo barco o junto a estos sino también con remo-timón junto a la popa. Ya comenté que al menos dos barcos en la sala de la «Cola de Caballo» de la Cueva de Altamira fueron representados con remos, y uno de los grandes presenta un claro remo-timón junto a la popa (Fig. 29-a). De todos modos, los barcos -vistos desde arriba- con hilera de remos por ambos lados, fueron interpretados erróneamente (eso pienso) como simples «escutiformes» con apéndices o flecos decorativos. 21

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Fig. 29-a Un posible «barco de madera cosida y/o cuero» con decoración central o costuras, y gran «remotimón» cerca de la popa. La parte superior del palo del remo, desde la mitad, ha sido reconstruida digitalmente de acuerdo a los restos borrosos (pero aún visibles) que se aprecian en fotos de alta resolución. En cualquier caso, la mayor parte del «remo-timón» es perfectamente visible, a pesar de que en la mayoría de los dibujos o calcos ha sido omitido. Debajo vemos el mismo barco, posiblemente, visto desde arriba con las hileras de remos por ambos lados. En el panel aparece en posición vertical, con la proa hacia abajo, «viniendo» o «llegando», junto a otros dos en igual posición, uno de frente (de proa), y otro de perfil, en horizontal. Sala o galería de la «Cola de Caballo», Cueva de Altamira (Vispieres, Santillana del Mar, Cantabria, España). Foto: DP.

En otras cuevas cercanas se aprecian igualmente remos junto a embarcaciones del mismo tipo. Por ejemplo, en la Cueva La Pasiega (Fig. 26), y en la Sala B de la Cueva El Castillo, donde un gran «barco de cuero» de alta borda, de aspecto casi cuadrangular, del tipo umiak, o bien redondeado tipo coracle (según la perspectiva que haya tenido el autor), pero en cualquiera de los casos un «naviforme», se le añadió -en la parte que correspondería a la popa- uno o dos grandes remos-timón y otros posibles remos entre el centro y la proa. También en el mismo panel fueron representadas varias embarcaciones, una en posición horizontal y otras tres en posición vertical, una vista desde arriba, por lo que se ve su armazón interior, y junto a ellas, un remo corto o la pala de un remo (Fig. 27a, 27-b, 27-c).

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Fig. 28 Grabados rupestres nordatlánticos con representaciones de embarcaciones de «cuero cosido» tipo umiak. Los elementos bífidos que se aprecian como akroterión, en realidad se corresponderían con las protuberancias que salen por la proa, unas veces paralelas, una al lado de otra (en las representaciones una encima de otra), y otras veces unidos en punta, el llamado «cuerno de proa».

Por otro lado, resulta que el hecho de que la mayoría de los «barcos de cuero» o los «barcos de madera cosida y/o cuero» de las cuevas cántabras hayan sido representados sin remos ni vela, no es un «fallo» o «punto problemático» en mi hipótesis interpretativa, pues bien podría corresponder a la misma tradición rupestre nordatlántica de finales del Paleolítico Superior y principios del Mesolítico de representar a la mayoría de los «barcos de cuero» tipo umiak o similares (Fig. 28, 29-a, 29-b, 30), exactamente del mismo modo, no solo con las divisiones (por lo general un par de líneas verticales casi centrales) de las dos grandes costuras principales visibles, o de parte del armazón, por la translucidez del cuero mismo, sino que también fueron representados sin remos ni velas, salvo en dos casos donde parece haberse representado un mástil de poca altura, que quizás más bien fuera una especie de base donde se introduciría el mástil. Por consiguiente, la forma en que fueron representados la mayoría de los «barcos de cuero» o «barcos de madera cosida y/o cuero» de las cuevas del norte de España, sin remos ni vela, no responde a una excepción o rareza, sino más bien a una tradición o patrón que bien pudo extenderse por algunos milenios más, y, por tanto, no constituye ningún problema para la aceptación de esta hipótesis interpretativa.

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Fig. 29-b Uno de los «barcos de madera cosida y/o cuero», semejantes a un umiak de la galería «Cola de Caballo» de la Cueva de Altamira. Foto original (DP), con «cuernos» en proa y popa. Abajo, la misma foto retocada digitalmente. Nótese las características dos costuras verticales centrales de los barcos mesolíticos nordatlánticos tipo umiak (Fig. 28). Se acerca más al modelo 18 de los citados grabados nordatlánticos. Se aprecia bien la línea que señala la unión del casco monóxilo con la estructura superior o central, tal como sucede en los barcos de madera cosida y cuero.

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Fig. 30 Dibujo del conjunto naviforme con «barcos de madera cosida y/o cuero» de la galería Cola de Caballo, Altamira. Ligeramente corregido del original de Émile Cartailhac y Henri Breuil, 1902. De izquierda a derecha: «barcos de madera cosida y/o cuero» semejante a un umiak orientado con la proa hacia abajo (ver Fig. 28). Le sigue un posible «barco de cuero» tipo coracle o curragh representado en vertical, pero de frente, de proa. Está girado 90º a la izquierda en la representación rupestre. Le sigue otro «barco de madera cosida y/o cuero» similar al umiak, representado en vertical, con la proa hacia debajo, y remo-timón junto a la popa. Se aprecian las dos costuras verticales centrales y algunos elementos decorativos; práctica común en determinadas comunidades indígenas nordatlánticas, especialmente en barcos de guerra o de expedición. Una embarcación representada desde abajo (o desde arriba) con seis remos por ambos lados. Indicativo de una tripulación de seis a doce cazadores/pescadores. Otro «barco de madera cosida y/o cuero», quizá del tipo coracle o curragh, al parecer representado casi desde abajo. Y por último, otro «barco de madera cosida y/o cuero» que podría ser de gran tamaño, lo que se deduce no solo por la comparación con los demás, sino por la numerosa cantidad de divisiones, indicativo de un mayor esqueleto o armazón y/o del uso de una mayor cantidad de maderas y pieles cosidas. Se aprecia uno de los dos posibles remo-timón junto a la popa. A su lado se representó otro barco, pero visto desde abajo, o desde arriba, con siete remos por cada lado, y dos remo-timón, junto a la popa, a la izquierda del mismo. Nótese que la parte más aguda, o sea, la proa, se halla a la derecha. Todo es perfectamente coherente con estructuras de tipo «naviforme» y los elementos más característicos o notables de una embarcación de madera cosida o cuero, propulsada por remos. El último símbolo a la derecha es un ser antropomorfo, representado en horizontal, quizá como si estuviera nadando. Probablemente algún tipo de divinidad o espíritu de las aguas. Debajo contiene signos de Escritura Lineal Paleolítica (ELPA), que como veremos más adelante podrían arrojar luz sobre la naturaleza de este enigmático ser y la mismas representaciones de los «naviformes» que lo acompañan

Por otra parte, representar una simple embarcación sin remos y sin remo-timón, ni velas ni otros detalles más complejos, es la manera más coherente, cuando la embarcación se usa como un símbolo o signo logofonográfico, donde el objetivo es representar no solo al objeto mismo sino al «concepto» o «idea» que este implica, según el código pactado por la comunidad, ya sea el significado de tal embarcación el «barco» mismo u otro concepto como «viaje», «navegación», «expedición», «invasión», «migración», «transporte». De ahí que la mayoría sean solo representaciones simples de una embarcación o «naviforme» sin apenas detalles ni artilugios, especialmente cuando estas simples representaciones 25

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«naviformes» aparecen asociadas a ciertos animales, mayoritariamente caballos y bisontes, y en menor grado junto a ciervos, situaciones en las que parece estar componiéndose un mensaje que sería ya «logográfico», de acuerdo a la brevedad de los signos usados y porque no componen estos, como en las «escrituras semasiográficas», una escena narrativa clara o fácilmente reconocible. Hechos estos que nos hablan de un claro convencionalismo previamente pactado, y por tanto, una fase más evolucionada de escritura, que ya no es meramente semasiográfica sino ideográfica, incluso puede que logofonográfica.

Fig. 26 Gran remo junto a dos «barcos» o botes (al menos uno semejante a umiak, a juzgar por el espolón de proa) pintados en la Cueva La Pasiega, Puente Viesgo, Cantabria. Ambos representados con la proa hacia arriba, posiblemente para expresar la idea de una navegación fluvial corriente arriba, adentrándose en el interland, viniendo desde la desembocadura o río abajo, o bien para expresar la idea de embarcaciones que se van o alejan, por contraposición a las embarcaciones con proa hacia abajo, que indicarían lo contrario, o sea, barcos que viene o llegan desde un lugar, tal como se representa en el Dolmen de Antelas, Oliveira de Frades, Viseu, Portugal, y en el «Rincón de los Tectiformes» de la Cueva El Castillo, Puente Viesgo, Cantabria, donde los más grandes vienen (y por ello representados en vertical con la proa hacia abajo) de un lugar del que salen unas corrientes acuáticas, mientras otros que venían delante, después de llegar al punto de destino, hacen un giro y regresan, ahora con la proa hacia arriba. Los colores y contrastes de esta foto han sido ligeramente reforzados y retocados digitalmente. Foto: DP.

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En un próximo artículo sobre la posible presencia de Escritura Lineal Paleolítica (ELPA) en las cuevas con arte rupestre paleolítico de la misma cornisa Astur-CantábroAquitana, se verá junto a estos «barcos de madera cosida y/o cuero» de la Cueva de Altamira cómo se representó también una posible divinidad o ser espiritual y junto a la misma unos signos ELPA que traducidos a través de una proto-lengua muy antigua (Eurasiática/Nostrática o Boreana), como la que probablemente se hablaría entonces en estos parajes, podrían referir el nombre del mismo «Ser», y se verá cómo tal nombre podría aludir a una primitiva entidad relacionada con el mar o las aguas.12

Fig. 26-b Varias de las embarcaciones que aparecen en la «Escena del Desembarco» y en otros paneles (generalmente junto a caballos o bisontes) de la misma Cueva La Pasiega, Puente Viesgo, Cantabria, España. Los dibujos han sido actualizados mediante fotografía de calidad. 12 Este artículo ha sido un extracto de un capítulo del libro ¿La Escritura nació en Occidente? Marcelino Sanz de Sautuola y la cueva de Altamira. Ensayo sobre la Escritura Lineal Paleolítica (ELPA). «El Descubrimiento de las primeras escrituras lineales fonográficas y los primeros mapas de la historia, en cuevas y artefactos paleolíticos de España, Portugal y Francia», por Georgeos Díaz-Montexano, 2014, ISBN-10: 1512089796 / ISBN-13: 978-1512089790.

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Fig. 27-a En Sala B de la Cueva El Castillo, el panel de «Los barcos con signos ELPA». Arriba, a la izquierda, una embarcación, quizá de cuero, del tipo umiak (el nivel de conservación no permite apreciar detalles internos), pero parece haber tenido un mástil central. Debajo tres barcos en posición vertical, con proa hacia abajo, o sea, «viniendo» o «llegando». El de la derecha, ha sido representado desde arriba, en vista superior, y se puede apreciar detalles del armazón, que recuerda mucho el de los umiaks o curraghs. Ver fotos siguientes. Rodean a los «naviformes» varios signos de Escritura Lineal Paleolítica (ELPA), a la derecha, escritos de abajo hacia arriba, según la norma más extendida, incluso durante los tiempos posteriores al Paleolítico, tal como se atestigua en numerosas inscripciones ELA.

Fig. 27-b Detalle del «naviforme» de la esquina superior izquierda de la foto anterior (Fig. 27-a). Una vez más comprobamos como el autor se valió de una grieta natural la cual usó como el plano de superficie (agua) sobre la que se desliza la embarcación.

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Fig. 27-c Detalle de los tres barcos inferiores y el remo de la fig. 27-a, reforzados digitalmente. El de la derecha, que sería una representación en vista superior, y por ello se muestra el armazón o esqueleto de madera, mimbre y huesos, con los cuales se fabricarían, podría ser una vista del mismo barco que está a su lado, a la izquierda, con casi la misma longitud de eslora, y que por las divisiones o costuras, parece ser del tipo «madera cosida y cuero» o simplemente un «barco de cuero», como el otro a la izquierda, que sí se corresponde mejor con el «barco de cuero» del tipo umiak. Fig. 31. Gran barco del tipo «madera cosida» con mástil y vela hinchada por el viento en dirección a la proa. Cueva de la Pileta, Málaga, España.

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EPIGRAFÍA

El amuleto libio-egipcio del Halcón y la Serpiente de Cuba ¿Huellas de Contactos Transatlánticos Precolombinos en Cuba?

The Libyan-Egyptian amulet of the Hawk and the Snake from Cuba ¿Traces of Transatlantics Precolumbian Contacts in Cuba? Orestes Girbau, físico meteorólogo de la Academia de Ciencias de Cuba, Matanzas, miembro fundador de la Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC), y miembro honorífico de la Sociedad Epigráfica de Galicia (SEG). Dibujo y foto: Cortesía de la SOEC y del Museo Histórico Provincial de Matanzas, Palacio de Junco. Abstrac: El artículo es un somero análisis sobre el reporte de un hallazgo epigráfico de finales de los ochenta del pasado siglo que se produjo en la mayor de las islas Antillas de un amuleto esculpido en roca basáltica negra con representación de dos cabezas zoomorfas (una en cada extremidad) que parecen representar un Halcón y una Serpiente, acompañados de un mensaje escrito en un sistema de escritura desconocida, cuyos paralelos más cercanos se hallan en los antiguos sistemas líbico-bereberes usados en tiempos anteriores a Cristóbal Colón y la colonización europea de América. The article is a brief analysis on the report of an epigraphic find of the late eighties of the last century occurred in the greater of the Antilles islands of an amulet carved in black basalt rock with zoomorphic representation of two heads (one on each extremity) that they appear to represent a hawk and a snake, accompanied by a message written in unknown writing system, whose closest parallels are found in ancient Libyan-Berber used in times previous to Christopher Columbus and the European colonization of the Americas systems.

Todos los que participamos de una u otra manera en las investigaciones efectuadas por los integrantes de la Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC), hace más de veinte años, conocemos de la existencia en nuestro archipiélago cubano de diversas evidencias de origen foráneo, procedentes de otras regiones de la América continental, así como de Europa y África, pero que remontan a tiempos muy anteriores a la llegada de Colón y la colonización europea de América. 31

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Una de las pruebas más polémicas es un posible "amuleto" ceremonial que, junto a otras piezas fueron descubiertas en el año 1989 –hay quienes indican que el hallazgo se efectuó en 1988– por un muchacho en la Cueva El Cocal, a pocos kilómetros de la Ciudad de Matanzas. El enigmático "amuleto" se encuentran actualmente en el Museo Histórico Provincial, "Palacio de Junco". La pieza contiene en una de sus caras inscripciones similares a escrituras del Viejo Mundo euro-africano, según alegaron Edilio Stopiñán, Georgeos Díaz, y otros estudiosos de la SOEC, y esto apuntaría a una procedencia mediterránea que sería anterior a la era cristiana. En 1992 se efectuó la identificación de las intrigantes evidencias epigráficas presentes en el citado "amuleto". Pudiéndose precisar signos de un enigmático sistema de escritura que podría ser de origen europeo o africano, así como ciertos símbolos mágico-religiosos presentes en el mundo minoico-cretense, egipcio o libio. La pieza en cuestión tiene forma de "amuleto" o "cetro mágico ceremonial" con representaciones de dos cabezas de animales (una en cada extremo), y por tanto, un "cetro" o "amuleto" bicéfalo. Una de las cabezas parece representar un falcónido y la otra cabeza parece representar un ofidio. Podría tratarse del halcón Horus y la serpiente Uraeus. Ambas representaciones zoomorfas se corresponden con símbolos divinos asociados a la realeza de los antiguos egipcios, desde los tiempos más remotos. Recordemos, por ejemplo, la legendaria dinastía de los "Seguidores de Horus" (Shemsu Horus) datada en las fuentes primarias egipcias en más de 11.000 años. El resultado del análisis preliminar efectuado no dejó lugar a dudas sobre la naturaleza de los caracteres de escritura de origen euro-africano presentes en el "amuleto bicéfalo". Algunos de los signos parecían ibéricos, mientras que otros recordaban signos griegos, fenicio-púnicos y libios. Tanto el "amuleto bicéfalo" ceremonial como las otras piezas que lo acompañaban (como una punta de lanza, o espada corta, de hierro), fueron reportados parcialmente a través del Year Book, ESOP (Publicaciones Ocasionales de la Sociedad Epigráfica); publicación especializada de The Epigraphic Society, sociedad científica fundada en la década de los setenta del pasado siglo en Harvard University para el estudio y publicación de las antiguas inscripciones halladas en América.

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BIBLIOGRAFÍA

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ARTE RUPESTRE Y EPIGRAFÍA

Una inscripción líbico-bereber en la Cueva del Jagüey, Punta de Maisí, Guantánamo, Cuba A Libyan-Berber inscription from the Cueva del Jagüey, Punta de Maisí, Guantánamo, Cuba. Por Georgeos Díaz-Montexano, Sociedad Epigráfica de Cuba (SOEC.), Sociedad Epigráfica de Galicia (SEG), Member Accepted of The Epigraphic Society International. Abstrac: In this article, the author presents a new epigraphic interpretative hypothesis of a petroglyph found in the Cueva del Jagüey, Punta Maisí, Guantánamo, Cuba, which has been considered by Cuban experts as a manifestation of pre-columbian aboriginal Rock Art from peoples of the Arawak origin known as Tainos. The author identifies the petroglyph as a typical Libyan-Berber inscription in vertical writing and ascendant reading, whose translation is consistent with the grammar and lexicon of tamazighen or berberian peoples and consistent with a possible message of magical-ceremonial propitiatory type or causative magic. En este artículo, el autor expone una nueva hipótesis interpretativa epigráfica de un petroglifo hallado en la Cueva del Jagüey, Punta Maisí, Guantánamo, Cuba, que ha sido considerado por los expertos cubanos como una manifestación del Arte Rupestre aborigen precolombino de los pueblos de origen Arawak conocidos como Tainos. El autor identifica el petroglifo como una típica inscripción líbicobereber en escritura vertical y lectura ascedente, cuya traducción es acorde a la gramática y el léxico común de los pueblos tamazighen o bereberes y coherente con un posible mensaje de tipo mágicoceremonial propiciatorio o magia causativa.

En 1962 el Dr. Antonio Núñez Jiménez descubrió los petroglifos de la Cueva del Jagüey, dentro del complejo cavernario conocido como Caverna La Patana, en Punta Maisí, Guantánamo, Cuba, el área más oriental de la mayor de las Antillas. Los detalles de este 36

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descubrimiento fueron dado a conocer en su libro: Cuba: Dibujos Rupestres (1975). Una obra clásica y de obligada consulta en el Arte Rupestre cubano, y donde se describen todos los petroglifos conocidos hasta esa fecha en dicha caverna y región. Según Racso Fernández Ortega, Divaldo A. Gutiérrez Calvache, José B. González Tendero, y Alexis Morales: “Hasta hoy el conocimiento rupestrológico de la región de Maisí ha permitido identificar nueve estaciones del arte rupestre, las que se conocen como: Cueva de Los Bichos, Cueva del Jagüey, Solapa del Moco o de La Fuente, Solapa de la Careta, Solapa de la Rana, Solapa de El Bagá, Solapa de Pozo Azul, Rivera del Río Maya y Solapa de la Boca de Ovando. [...] La Cueva del Jagüey no es más que un nivel de cavernamiento superior de la propia Cueva de Patana, las cuales se unen por medio de un derrumbe que se produjo en el cruce de estas galerías, el descubrimiento de estas y otras galerías interconectadas con la Cueva de Patana, permitió que en la literatura especializada posterior al año 1962 esta localidad comenzara a definirse como Caverna de Patana. La estación está ubicada a 23, 7 m sobre la Cueva de Los Bichos y, al igual que la anterior forma parte de la Caverna de Patana. En ella se encuentran dos diseños petroglíficos (uno sobre estalactita y otro sobre estalagmita consistente en un simple rostro humano esquemático que parece representar un individuo con bigote. Véase calco a la derecha en siguiente página). […] La misma se puede ubicar en las mismas coordenadas geográficas que la Cueva de Los Bichos solo que a diferente altitud 20o 09’ 550’’ de LN y los 74o 11’ 677’’ de LW (Tabla 1) (Núñez 1975).”1 El catalogado como “Petroglifo nº 2”, grabado sobre una estalactita que casi toca el suelo de la cueva, y que es considerado por todos los expertos cubanos como una manifestación de Arte Rupestre precolombino de los aborígenes cubanos de etnia taina, también clasificados como grupos agro-alfareros, y que constituían las comunidades indígenas más tardías en el poblamiento reciente de las Antillas. Este petroglifo será el objeto de este breve apunte epigráfico, puesto que el autor no considera que se trate de un mero conjunto de símbolos aborígenes tainos sino de una auténtica inscripción líbicobereber, que por su estilo epigráfico puede situarse en tiempos anteriores a la llegada de los conquistadores hispanos, en un marco de tiempo que podría abarcar, como mínimo, desde el siglo V AC hasta finales de la Antigüedad Tardía y principios de la Edad Media (Véase tablas de signarios líbico-berebres en la página 34 de este número).

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Fernández Ortega, Racso, Gutiérrez Calvache, Divaldo A. González Tendero José B., Morales Alexis. El dibujo rupestre en la punta de Maisí, Guantánamo, Cuba. La norma cultural y la escasez del recurso hídrico, 2012. En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/guantanamo.html (Paréntesis del autor de este artículo).

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De acuerdo a la práctica más frecuente, cuando las inscripciones líbicobereberes se escriben en vertical se suele hacer de modo ascendente, por tanto, la lectura es de abajo hacia arriba y en este caso sería: WY NBRR (WaY NeBiaRRau o Wi NeBiaRRau), lo que se podría traducir como: "Para Nebiarrau" o "Nació Nebiarrau". Siendo NBRR (Nebiarrau) un nombre que se traduce como: "El profeta (Neb o Nebi) de la descendencia", o "El Profeta de los niños o hijos, del parto, del nacimiento, de la familia, de la raza, o de la posteridad o generación (aRRau o aRRao)". Nebiarrau es un nombre que perfectamente podría ostentar una especie de sacerdote-chamán líbico-bereber, sin descartar que se trate de uno de los varios títulos de la divinidad principal, o puede que de alguna divinidad tribal de tipo tutelar. Otra posible lectura sería: WY NBRR (Wy NeBiaRRau), “Aquél que profetiza la descendencia (los niños, el parto o nacimiento)”, por lo que podría Fotomontaje realizado a partir de foto de Divaldo tratarse de una divinidad relacionada con Gutiérrez, 2014: la fertilidad de la progenie y descendencia http://www.granma.cu/ciencia/2014-03-18/aplican-avanzad humana a la que se estaría invocando con a-tecnologia-en-estudios-de-arte-rupestre esta inscripción, donde el rostro acorazonado podría representar a tal divinidad, o bien ser un mero símbolo del rostro de un infante. Aunque también se podría interpretar como WY NBRR (WaY NeBiaRuR), o sea, "Para profetizar un hijo", siendo en este caso una inscripción de magia propiciatoria destinada a causar la natalidad de un hijo. No obstante, la típica ausencia de signos separadores de palabras de este sistema de escritura (tal como sucede en la mayoría de las escrituras afrasiáticas) permitiría otra posible traducción, segmentándose -en este caso- como WY NBR R, (WaY eNBaR aRi), lo que se podría traducir como: "Para Enbarari" (literalmente: para-el que viaja de nocheestrella/astro). Siendo Enbar o Enber un nombre que se traduce literalmente como: "El que viaja de noche", que con ara o ari 'astro/estrella', conformaría el nombre Embarari o Emberari que se traduciría como: “El astro que viaja de noche”. Nombre que podría ser epíteto de una divinidad nocturna, probablemente lunar y/o relacionada con el mundo de 38

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los muertos. Nótese que el aspecto acorazonado del rostro recuerda el rostro de las lechuzas y búhos, animales estos que en muchas culturas han sido relacionados con la luna y con el más allá o mundo de los muertos, como de hecho al parecer ocurrió en las mismas culturas aborígenes precolombinas del Caribe y las Antillas. En cuanto a la posibilidad de que gente líbico-bereber procedente del Norte y Noroeste de África o de las Canarias mismas hayan llegado al Caribe y las Antillas -entre otros puntos de América- en diversas ocasiones antes de la conquista hispánica, no es del todo descabellado ni mucho menos imposible. Las corrientes marítimas facilitan que un barco grande y bien avituallado que se hubiere alejado un poco hacia el Atlántico, después de haber traspasado las Columnas de Hércules (Estrecho de Gibraltar), yendo en dirección suroeste (por la ruta de las Canarias) y siendo sorprendido por algún temporal, bien podría terminar arribando -con marineros aún vivos- en cualquier punto de América situado entre el nordeste de Brasil, Venezuela, las islas del Caribe y algunas de las Antillas, especialmente en Cuba, debido a su mayor tamaño. De hecho, esta inscripción no sería la única. Se conocen casos muy convincentes en otros lugares de América y en la misma isla mayor de Cuba, casi a medio camino entre Matanzas y la Habana.2

Glosario Líbico-Bereber/Amazigh: NB (NBi) 'profeta', 'enviado de Dios'. NB (NeBi) 'profetizar'. NB (NeBua), 'profecía'. NBR (eNBeR/eNBaR) 'viajar de noche' (viajera/o nocturna/o). R (aRa/aRi) 'astro, estrella' RR (aRRau/aRRao3) 'descendencia', 'progenie', 'niña/niño', 'hija/hijo pequeña/pequeño', 'parto', 'dar a luz', 'nacimiento', 'familia', 'raza', 'posteridad', 'generación', 'vástago', 'cachorro'. RR (RuR) 'un hijo (hijo pequeño, niño)'. WY (WaY) 'para'. 2 3

Véase el nº 7 de ARQUEOHISTORIA, pp. 16-23, 57-59. En la escritura líbico-berber antigua (como en las restantes escrituras de lenguas afrasiáticas) las vocales no se escribían. Apenas un simple punto o cazoleta servía para indicar unas veces las vocales A, E, I (auqnue en la mayoría de los casos no se indicaban) y otras una H (muy poco aspirada); mientras que dos puntos o cazoletas (o dos líneas muy cortas) representaba en la mayoría de los casos la W y en contadas ocasiones la vocal U.

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WY (Wi) 'nació (él nació)' WY (Wy/WiYa) 'aquél, el que, esos, quién'.

BIBLIOGRAFÍA 

Fernández Ortega, Racso, Gutiérrez Calvache, Divaldo A. González Tendero José B., Morales Alexis. El dibujo rupestre en la punta de Maisí, Guantánamo, Cuba. La norma cultural y la escasez del recurso hídrico, 2012. En Rupestreweb, http://www.rupestreweb.info/guantanamo.html.



Estilo Patana: propuesta para un nuevo estilo ideográfico en el extremo más oriental de Cuba, por Divaldo Gutiérrez Calvache, Grupo Espeleológico Pedro A. Borras, Cuba, Racso Fernández Ortega, Grupo Espeleológico Fernando Ortiz, Cuba, José González Tendero, Sociedad Epeleológica de Cuba. Leer más: http://www.monografias.com/trabajos914/estilopatana-propuesta/estilo-patana-propuesta.shtml



Newman, Francis William, Libyan vocabulary, an essay towards reproducing the ancient Numidian language out of four modern tongues, London; Hertford [printed], 1882.



Wölfel, Dominik Josef, Monumenta linguae Canariae: Die kanarischen Sprachdenkmäler. Eine Studie zur Vor- und Frühgeschichte Weissafrikas, Alois Closs, Akademische Druckund Verlagsanstalt, 1965.



Berber etymology, 2006, by Dr. Alezander Militarev, senior researcher of the Institute of Oriental and Classical Studies (RSUH); specializing in Semitic, Berber, and general AfroAsiatic studies.



Dictionnaire français-berbère: dialecte écrit et parlé par les Kabaïles de la div. D'Alger, Ouvrage composé par ordre de M. Le Ministre De La Guerre,, Impr. Royale, 1844.



Libyca, Volumen 22, Algeria. Service des antiquités, Markaz al-Buḥūth al-Anthrūbūlūjīyah wa-mā Qabla al-Tārīkh (Algeria), 1974.



Studi magrebini, Volumen 24, Istituto universitario orientale (Naples, Italy). Centro di studi magrebini, Istituto Universitario Orientale., 1992.

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FILÓSOFOS OLVIDADOS

John Toland (1670-1722) Pocos filósofos de la Edad Moderna padecen un olvido tan justificado como John Toland.1 Por Jordi Morillas, Dr. en filosofía por la Universidad de Barcelona y presidente de la sección española de la International Dostoevsky Society. Nacido el 30 de noviembre de 1670 en el seno de una familia católica irlandesa, a los 16 años Toland se convirtió al protestantismo. Tras la obtención del Magister Artium en Edimburgo en 1690, el joven irlandés entró en contacto con la secta presbiteriana de Inglaterra, gracias a la cual obtuvo una beca para ir a estudiar a Holanda. Su estancia en la Universidad de Leiden y de Utrecht fue fundamental para su formación filológica y teológica, mientras que el conocimiento en Rotterdam del círculo de Benjamin Furly, de Jean Le Clerc y, sobre todo, de la obra de Baruch Spinoza fomentó el paulatino abandono de sus creencias religiosas para convertirse en un freethinker, término que existe en el acerbo filosófico gracias a él. De vuelta a Inglaterra, Toland conoció a John Locke, cuya influencia filosófica y teológica se hará patente en su publicación de 1696 Christianity not mysterious, texto que revolucionó la intelectualidad de su tiempo, deviniendo obra clave del deísmo. Con este escrito, Toland pudo experimentar los efectos de la intolerancia religiosa tanto católica en Irlanda como protestante en Inglaterra. Esta inesperada reacción violenta condujo a Toland a centrarse en la política, volviéndose un activo defensor de las posiciones whig. Así se entiende que redactara toda una serie de panfletos políticos criticando la tiranía y la superstición católica y 1

Este único retrato de John Toland se haya reproducido en U. G. Thorschmid: Versuch einer vollständigen engländischen Freydenker-Bibliothek, in welcher den Schriften der Englischen Freydenker die vertreflichsten Schutzschriften für die Christliche Religion, und für die Geistlichen entgegengestellt werden. Dritter Theil. Kassel 1766.

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reeditara a clásicos del pensamiento revolucionario republicano como John Milton, Lord Shaftesbury, James Harrington o Algernon Sidney. Su escrito político principal, Anglia libera (1701), permitió a Toland participar en la comitiva que le entregó a la princesa Sofía en Hannover el acta del parlamento inglés que garantizaba la sucesión protestante en Inglaterra a través de la casa de Hannover. De hecho, hay que señalar que, si en estos momentos hay una monarquía de cariz protestante en Inglaterra, se debe en no pequeña medida a su papel mediador y propagandístico. Las diversas estancias que el filósofo irlandés llevó a cabo en las cortes de Hannover y de Berlín le permitieron no sólo conocer y discutir en persona con Wilhelm Gottfried Leibniz, sino también con otros pensadores de la época. Fruto de estas discusiones son Letters to Serena (1704), donde se combate la superstición en la vida de los hombres, en la religión y en la ciencia, campo en el que realizó decisivas contribuciones. Dentro de esta lucha contra la superstición y la intolerancia hay que enmarcar sus escritos Reasons for naturalizing the Jews (1714), Adeisidaemon, Origines Judaicae (ambas de 1709) y Nazarenus (1718). La distinción entre filosofía exotérica y esotérica constituye uno de los pilares básicos del pensamiento de Toland. De manera teórica, ésta se encuentra expuesta en sus textos de 1720 Tetradymus y Pantheisticon (Toland es el forjador del término “panteísta”), mientras que de forma práctica se observa en su labor de recuperación y difusión clandestina de la obra y del pensamiento de, entre otros, Giordano Bruno y Cicerón. Esta labor la pudo realizar principalmente gracias a sus investigaciones en las bibliotecas de Leiden, Oxford o Edimburgo, así como en las privadas de Benjamin Furly, el príncipe de Saboya y de Anthony Collins. El hecho de haber viajado por casi toda Europa, le permitió a Toland tener un conocimiento del hombre más completo que le condujo, junto con sus interminables polémicas religiosas y sus desengaños políticos, a incrementar sus deseos de una vida de “lujosa tranquilidad” alejada de las multitudes. Así, en los últimos años de su vida se dedicó a realizar estudios sobre la antigüedad celta. En diciembre de 1721, Toland enferma de asma y queda recluido en Putney, población cercana a Londres, donde fue tratado infructuosamente por diferentes médicos. Esta incompetencia de la ciencia médica la reflejó en su escrito póstumo Physic without Physicians. Toland fallecería pocos meses después, a las cuatro de la madrugada del 11 de marzo de 1722, a la edad de 52 años. No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron sus últimas 42

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palabras, pero sí que dejó escrito un epitafio en latín, en el cual afirmaba de sí mismo: Propugnador de la verdad Defensor de la libertad De nadie fue partidario ni cliente Ni las amenazas ni los males le detuvieron Quien, una vez elegida la meta, la siguió Subordinando lo útil a lo honesto Su espíritu se une con el padre etéreo Del cual surgió en otro tiempo Su cuerpo volverá a la naturaleza Retornando a su seno materno Ciertamente resucitará para la eternidad Pero un mismo Toland no lo habrá jamás en el futuro Nacido el 30 de noviembre El resto buscarlo en sus escritos A raíz de todo lo hasta aquí expuesto, resulta comprensible que este “Antichristian” (así le denominó el The Weekly Journal, or Saturday Post en su nota necrológica del 17 de marzo de 1722) que denunció que los prejuicios, la ignorancia y el fanatismo no eran exclusivos del vulgo, sino que se encontraban también en gran medida entre los filósofos, haya sido sistemáticamente silenciado en el mundo académico. Testimonio de ello es el hecho de que no se dispone todavía ni de una edición crítica de sus obras ni de un centro de estudios dedicados a su pensamiento.

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CRÍTICA ARQUEOHISTÓRICA

Las olvidadas pirámides japonesas Fraude, historia y leyenda The Japanese forgotten pyramids. Fraud, history and legend Por César Guarde-Paz, Nankai University (Tianjin, China) Abstrac: This paper presents the current state of historical studies on Japanese pyramids. It is divided into three parts: Firstly, we will examine the so-called “Yonaguni monument”, a submerged formation off the coast of southernmost Japan. Secondly, we will introduce the currently known pyramidal structures in Japan, dating back to the sixth and eighth centuries. Finally, we will analyze the relationship between the “Chinese pyramids” and the “Japanese Pyramid Towers” mentioned by Jesuits and European explorers. Este artículo tiene como objetivo presentar al lector la situación actual de los estudios arqueológicos e históricos en torno a las pirámides japonesas. Nuestro estudio se divide en tres partes: en primer lugar, se examinará el denominado “monumento de Yonaguni”, una pretendida estructura piramidal sumergida al sur de Japón. A continuación se presentarán las pirámides japonesas descubiertas hasta la fecha, que datan de los siglos sexto y octavo de nuestra era. Finalmente, se analizará la mención de los jesuitas de las “pirámides chinas” y su relación con las “torres piramidales japonesas” de los textos de los exploradores europeos de la época.

La pseudo-arqueología ha ejercido siempre una perniciosa influencia sobre los avances históricos. No sólo ha arruinado monumentos (Däniken) o deforestado bosques (Osmanagich), sino que también ha condenado al ostracismo ciertas hipótesis, objetos o yacimientos que, por la influencia que tienen en la sociedad estas teorías, han perdido su credibilidad inicial: la Atlántida, la antigüedad de la Esfinge de Guiza, las pirámides chinas y, muy especialmente, las olvidadas pirámides japonesas, son un ejemplo de ello.

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El fraude de Yonaguni Yonaguni, la más occidental de las islas japonesas y la más cercana a Taiwán, ha sido siempre una zona turística famosa por sus tiburones martillo. Pero durante unas inmersiones realizadas en 1987, Aratake Kihachiro descubrió algo más: unas extrañas formaciones rectangulares de aparente factura humana. En 1992 Kimura Masaaki, de la Universidad de las Ryukyu, visitó la zona para investigar la supuesta autenticidad de los restos, afirmando unos años después que se trataba de formaciones artificiales que debían datarse en el 8.000 a.C.. Desde entonces la zona ha adquirido popularidad por tratarse, según algunos investigadores de lo oculto, de restos del “legendario” continente Mu. Actualmente, sin embargo, todos los especialistas coinciden en que se trata de formaciones naturales o, en todo caso, de formaciones naturales que habrían sido modificadas por seres humanos, y tan sólo autores como Graham Hancock creen que se trate de auténticas ruinas sumergidas, restos de una civilización olvidada1.

Fig. 1: Plano del monumento de Yonaguni, según el equipo de inmersión Kaitei iseki que realiza tours guiados. Derecha, la famosa Calzada del Gigante de Irlanda, que presenta también formaciones regulares naturales.

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Para Graham Hancock, véase su Underworld: The Mysterious Origins of Civilization, Crown, Nueva York, 2002.

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Reconstrucción en tres dimensiones y una de las famosas fotografías del monumento, de aparente factura humana (Fuente: Human-Resonance.org).

Robert M. Schoch, geólogo de la Universidad de Boston y defensor de una mayor antigüedad de la Esfinge de Guiza, visitó el así denominado “monumento de Yonaguni” en varias ocasiones, entre 1997 y 2000, concluyendo que se trataba sin duda de una formación natural y que el efecto de regularidad que se aprecia en las fotografías no se da cuando se examinan de cerca2. Pero lo cierto es que no hace falta ser geólogo para expresar dudas sobre el hallazgo: una reconstrucción completa del “monumento” (Fig. 1) demuestra que carece de todo tipo de funcionalidad y accesibilidad, con terrazas y escaleras desproporcionadas o conduciendo a ninguna parte. Más recientemente se ha especulado con el descubrimiento de una supuesta escritura en Yonaguni que, como suele ocurrir cuando no se tiene ningún tipo de escrúpulos a la hora de falsificar la información, se ha convertido rápidamente en no una, sino hasta tres tablillas “paleo-sánscritas”. Para no desviar la atención del lector, dedicamos a las mismas un breve artículo en este mismo número.

Las verdaderas pirámides japonesas Si bien existen complejos funerarios del periodo Kofun (250-538) en forma de montículos elevados (Fig. 2)3, las primeras pirámides propiamente dichas no aparecen en Japón hasta el siglo sexto. La más antigua de ellas, descubierta en agosto de 2014 en el yacimiento arqueológico de Miyako-zuka, Asuka (prefectura de Nara), estaba formada por siete u ocho terrazas y se especula que pertenecía a Soga no Iname (c. 506-570), un poderoso líder del clan Soga durante el periodo Asuka (538-710). Soga no Iname tenía dos 2 3

Robert M. Schoch, Los viajes de los constructores de pirámides, Oberon, Madrid, 2002, págs.. 56-58. Neil Asher Silberman, The Oxford Companion to Archaeology. SecondEdition, Oxford University Press, Oxford, 2012, vol. 1, pág. 193.

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esposas del reino coreano de Goguryeo, que construyó la famosa pirámide de Jilin –hoy en territorio chino–, y es muy posible que esto influyese en la transición de montículo a pirámide, así como en la penetración del budismo en Japón (Fig.3). A partir del siglo octavo comienzan a extenderse, precisamente por la influencia de la religión budista, diversas formas de estupas de construcción piramidal y sin espacio interno, es decir, de roca sólida. En la actualidad las más conocidas son las estupas de Doto, Zuto y Kumayama.

Fig. 2: Izquierda: Vista aérea del montículo funerario o kofun del s. V de Inariyama, de 120 metros de alto, en la prefectura de Saitama. Derecha: Vista aére del montículo de Nintoku del s. IV en Sakai (Osaka) de 486 metros de longitud. Abajo: Comparación del montículo con el tamaño de la Gran Pirámide de Guiza y reconstrucción de los diferentes montículos que rodeaban al de Nintoku en la antigüedad (Fuente: Museo de la Ciudad de Sakai).

La estupa de Doto, en Sakai (Osaka), fue construida bajo las órdenes de un monje llamado Gyoki que vivió entre el año 688 y el 749. Se trata de una construcción cuadrangular con 13 terrazas de 8.6 metros de altura y 53.1 metros de lado, la más grande de Japón, y que en su momento estuvo bellamente decorada con 50.000 azulejos. Por su parte, la estupa de Zuto, del siglo octavo y en mejor estado de conservación, está compuesta de siete terrazas de 10 metros de alto y unos 30 metros de lado, originalmente decorada con 22 paneles ornamentales. Finalmente, la estupa de Kumayama, en la prefectura de Okayama, está compuesta únicamente de cuatro terrazas y mide poco más 47

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de cuatro metros de altura. Estas estupas piramidales son semejantes a construcciones halladas a lo largo de todos los países de influencia budista, desde Kayikistán hasta China.

Fig. 3: Restos excavados de la pirámide de Miyako-zuka en Asuka (Nara) y reconstrucción moderna (Fuente: The Yomiuri Shimbun; The Asahi Shimbun).

Arriba: Estupa piramidal de Doto (Sakai, Osaka), recientemente restaurada y estupa piramidal de Zuto (Nara). Debajo: Estupa piramidal de Kumayama y estupas de Kayikistán.

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La leyenda jesuita de las pirámides japonesas La referencia más antigua a pirámides en tierras japonesas la encontramos en la famosa obra de Antoine Banier, Histoire générale des cérémonies, moeurs, et coutumes religieuses de tous les peuples du monde, publicada en París en 1741, en la que se nos habla de unas “Tourspyramidales des Chinois & des Japonois” (vol. 5, pág. 385). Si bien está claro que su fuente para las “torres piramidales” es la obra del jesuita Athanasius Kircher, China monumentis (1667), las “torres piramidales” japonesas no aparecen ni en esta obra ni tampoco en el volumen sexto de Banier, en donde promete tratarlas. Se habla, en su defecto, de estupas y pagodas, pero no de pirámides verdaderas. Dado que ni Banier ni los jesuitas pudieron conocer estas construcciones piramidales, que sólo ahora ha rescatado la arqueología, ¿a qué se refería Banier al hablar de “torres piramidales” en Japón? La respuesta se puede hallar, muy probablemente, en el capítulo que Kircher dedica a las pirámides chinas y, en concreto, a la Pirámide “Novizonia” de Fujian (China), cuyo dibujo reproduce en su obra. Si comparamos esta “torre piramidal” o “pirámide” con otros dibujos y diseños de los siglos siguientes, realizados por viajeros europeos que tuvieron la ocasión de contemplar muestras de arquitectura china, veremos que estas “pirámides” a las que se refiere Kircher nada tenían que ver con las legendarias pirámides chinas construidas por los emperadores sino, al contrario, parece ser que se trataba de lo que habitualmente denominamos pagodas, es decir, torres de varios pisos propias de la cultura budista. De hecho, se conserva todavía hoy en los Jardines Chanteloup, en Amboise (Francia) una pagoda edificada en 1775 a imitación de las chinas que presenta asombrosas semejanzas con la imagen reproducida en la obra de Kircher.

Pagodas en la historiografía occidental temprana: Izquierda: Pirámide “Novizonia”, Fujian (China), en Athanasius Kircher, China monumentis (Ámsterdam, 1667, págs. 134-135). Derecha: La pagoda de porcelana de Nanjing (China), en Christopher Kelly, A New and Complete System of Universal Geography (Londres, 1819, págs. 38-39). Nótense en ambas los ornamentos colgantes de las terrazas.

49

Existen en Japón numerosas construcciones de este tipo, como por ejemplo las que se encuentran en el parque arqueológico de Rokutan-ji, en la prefectura japonesa de Kochi, construidas según el estilo budista del reino coreano de Silla y datada en el siglo séptimo de nuestra era. Es bien posible que Banier se refieriese, no a pirámides verdaderas,

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sino a este tipo de construcciones. En tal caso, las famosas “pirámides chinas” de Kircher serían igualmente meras pagodas y nada tendrían que ver con las antiguas construcciones de los emperadores.

Jardines Chanteloup, Francia (1775) y “pirámide” del templo de Rokutan-ji, Kochi (Japón).

BIBLIOGRAFÍA CITADA 

Hancock, Graham, Underworld: The Mysterious Origins of Civilization, Crown, Nueva York, 2002.



Schoch, Robert M., Los viajes de los constructores de pirámides, Oberon, Madrid, 2002, págs.. 56-58.



Silberman, Neil Asher, The Oxford Companion to Archaeology. SecondEdition, Oxford University Press, Oxford, 2012, vol. 1, pág. 193.

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REVIEWS

¿Inscripciones en las supuestas ruinas submarinas de Yonagani? Inscriptions in the alleged underwater ruins of Yonagani? Por César Guarde-Paz, Nankai University (Tianjin, China) Abstrac: This paper firstly examines recent claims of a possible script found in the so-called “Yonaguni Monument,” usually dated between 8.000 and 1,000 B.C. Secondly, we ry to offer an interpretation of the “Rosetta stones of Okinawa,” various fragments of tablets unearthed in Okinawa in 1952 with traces of a possible script and diagrams. El presente artículo examina los indicios de una supuesta escritura hallada bajo las aguas de Yonaguni, en lo que se conoce como el “monumento de Yonaguni”, datado por algunos expertos entre el 8.000 y el 1.000 a.C. Además, se ofrece una posible interpretación de las denominadas “piedras de Roseta de Okinawa”, varios fragmentos de tablillas con restos de escritura y diagramas descubiertas en Okinawa en 1952.

Masaaki Kimura, profesor emérito de la Universidad de Ryukyu y máximo defensor de que el denominado monumento de Yonaguni es una obra de factura humana que debe ser datada entre el 8.000 y el 1.000 a.C., afirmó haber descubierto en 1998 restos de una posible escritura en el monumento de Yonaguni1, en concreto, dibujos de animales y hombres que guardarían cierta semejanza con la escritura Kaida, un breve sistema gliptográfico de origen desconocido utilizado en las islas Yaeyama y en Yonaguni durante los siglos XVII-XVIII en transacciones económicas.

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Es necesario precisar que la escritura Kaida tenía una funcionalidad concreta y era incapaz de utilizarse para transmitir información compleja o escribir frases completas 1, para lo cual ya existía una lengua propia de estas islas, relacionada con el japonés, que nada tiene que ver con estos glifos2. De hecho, los glifos, que no llegan al centenar, se corresponden con objetos de intercambio tales como animales o grano, y debían combinarse con otros sistemas, por ejemplo los símbolos dahan para los nombres de las familias o los numerales chinos suzhou (soshuu en japonés), ya que no poseían un sistema propio.

Fig. 1: Arriba, izquierda: Roca hallada a los pies de la “pirámide sumergida” de Yonaguni, a 23 metros de profundidad, en diciembre de 1998, por el equipo de Masaaki Kimura (Kimura, 2001, pág. 65). Derecha: Supuesto relieve de una vaca o un cerdo (Kimura, 2001, pág. 67).

1 2

Mark Rosa, “Kaida Writing in the Yaeyama Islands”, tesis de licenciatura, Departamento de Lingüística de la Universidad de Tokio, 2006. Sobre estas lenguas véase Thomas Pellard, Ôgami: Éléments de description d’un parler du sud des Ryûkyû, tesis doctoral, EHESS, París, 2009.

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Izquierda: Supuestos glifos en el monumento de Yonaguni, fotografiados por Takeshi Fukazawa en agosto del 2013 (Fuente: Takeshi Fukazawa). Derecha: Glifos de la escritura Kaida de Yonaguni.

Recientemente, sin embargo, han aparecido en medios de dudosa fiabilidad fotografías de unas supuestas tablillas halladas en las profundidades de Yonaguni con lo que algunos han denominado “escritura paleo-sánscrita”, atribuida a su vez a la cultura Jomon (5.000-300 a.C.), famosa por sus curiosas estatuillas que Erich von Däniken popularizara en sus libros como “astronautas” civilizadores3. Estas tres tablillas, con su interpretación “paleo-sánscrita”, pueden verse en la figura 2.

Fig. 2: Las tres tablillas Jomon de Yonaguni, según la interpretación de Alexander Putney (Human-Resonance.org, 2005).

Sin entrar a valorar lo que estos autores entienden por “paleo-sánscrito” – eufemismo para referirse a las tablillas de Glozel– y las teorías conspiranoicas que se han hecho circular, acusando incluso al epigrafista Barry Fell de ser un agente encubierto 4, lo 3 4

Véase la página web Human Resonance, http://www.human-resonance.org/yonaguni.html (accedido el 25 de julio de 2015). Véase Alexander Putney (ed.), “The Schildmann Decipherment”, 2003, pág. 3, en

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primero que hay que señalar es que la única referencia a escrituras halladas bajo las aguas de Yonaguni es la realizada por Masaaki Kimura en su artículo de 2001 y que, como puede verse en las fotografías que acompañan al texto, son de atribución más que dudosa. Cuanto menos, incluso aceptando que se trate de marcas de factura humana, su estructura es demasiado simple como para relacionarlas con ningún sistema de escritura concreto. Así, el glifo Kaida correspondiente a las marcas halladas en la piedra de la “pirámide de Yonaguni”, similar a nuestro signo de adición “+”, tiene un valor preposicional y significa simplemente “para” o “a”5. El mismo signo es el numeral “diez” en chino y japonés moderno. La hipótesis más probable es que se trate de algún utensilio destinado a la caza o el cultivo de cereales, como puede observarse en la figura 3.

Fig. 3: Detalle de la inscripción en la roca de la “pirámide de Yonaguni” y varias herramientas de la cultura Yayoi (300 a.C. – 300 d.C.) para el cultivo de arroz halladas en Karako-Kagi (Tawaramoto, Nara). Tanto la pieza hallada por Kimura como estas herramientas tienen dos pequeñas incisiones circulares (Fuente: Instituto Arqueológico de Kashihara, Nara).

En segundo lugar no existen indicios, ni en cerámicas ni en estatuas, de que los Jomon tuviesen una escritura propia hasta la introducción del chino clásico, aunque hay indicios de contactos con China, como demuestra un hacha con el carácter proto-chino sheng (“vida”)6 hallada en Nakagawadai (Yamagata) que, si nos atenemos al significado de la época (3.000 a.C.), significaría “vida del animal destinado al sacrificio”7. Por tanto, cualquier indicio de escritura Jomon debería analizarse a través de este tipo de hallazgos, con la proto-escritura china de la Dinastía Shang. Finalmente queda tratar el origen de estas tres tablillas, sobre las cuales el autor no

5 6 7

http://www.human-resonance.org/Schildmann_Decipherment.pdf. Atsuko Izuyama, “Yonaguni”, en Nicolas Tranter (ed.), The Languages of Japan and Korea, Routledge, Nueva York, 2012, pág. 457. Reproducida en Nelly Naumann, Japanese Prehistory: The Material and Spiritual Culture of the Jōmon Period, Harrassowitz, Wiesbaden, 2000, pág. 52. Sobre este significado de sheng véase Axel Schuessler, ABD Etymological Dictionary of Old Chinese, University of Hawai’I Press, Honolulu, 2007, pág. 459.

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da información alguna: una estrategia habitual propia del mercantilismo pseudocientífico, pues a mayor información menor posibilidad de manipulación. Hasta donde he podido saber, estas tablillas se popularizaron en la década de los noventa a través de un documental francés titulado “Les pierres de Rosette d’Okinawa” (“Las piedras de Roseta de Okinawa”), en el que se especulaba que Japón fuesen los restos del fantástico continente de Lemuria o Mu. Lo cierto es que estas tablillas, junto a muchas otras, se conservan actualmente en la sección de arqueología del Museo de la Prefectura de Okinawa y, como puede deducirse por su estado de conservación, ninguna de ellas se halló bajo el agua… ni tampoco en Yonaguni, sino en Chatan, Okinawa, en 1952. No han sido estudiadas y no se conoce, por tanto, a qué periodo histórico deben adscribirse. A continuación mostramos algunas de estas tablillas junto a sus datos exactos de archivo, incluido número de identificación, medidas y lugar de su descubrimiento:

Nº. 2498, Kadena, Okinawa.

Nº. 3915, 40x25.5x4 cm, Chatan, Okinawa.

Nº. 3916, 33.5x25.5x4, Chatan, Okinawa.

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Esta última tablilla es tal vez la más significativa. Parece ser que debe ir pareja junto con otra de las famosas “piedras Rosetta”, compartiendo varios motivos pictóricos, aparentemente con cierta regularidad:

Ninguno de los símbolos, aparentemente escritura, de estas dos piedras puede ser interpretado a través de los glifos Kaida, a excepción del ya mencionado elemento preposicional 'para'/'a', que se escribía como nuestro signo de adición. Sin embargo, todo ellos encajan perfectamente dentro del sistema numeral sino-japonés: 1. go, “cinco”, aparece claramente a la derecha de la estructura “piramidal” en ambas tablillas, aparentemente encima y debajo de kyuu, “nueve”, que se encontraría dentro de un recuadro. 2. kyuu, “nueve”, aparece en solitario, dentro de un cuadrado y, en ambas tablillas, dentro de un círculo, dándole la apariencia del numeral romano “XV”. 3. nijuuni, “veintidós”, compuesto de los numerales “dos”, “diez” y “dos” (ni juu ni), aparece en ambas tablillas al lado de (en japonés este carácter significaría “prisionero”, shuu, pero es posible que no se trate de un ideograma, o que sea un 56

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ideograma dentro de un cuadrado, como en el caso de kyuu arriba a la izquierda. 4. nijuu, “veinte”, formado por la combinación de dos números “diez”, aparece en ambas tablillas, justo a la izquierda del ideograma “dos” de nijuuni. Por ello, tanto si leemos estos números vertical como horizontalmente el número escrito sería siempre “veintidós”: Curiosamente a ambos lados de nijuu tenemos también dos numerales kyuu, “nueve”. El tema se repite en ambas tablillas. 5. tadashi: el carácter tadashi significa “correcto” o “completo”. Se utiliza habitualmente en chino y japonés para contar en grupos de cinco, representando cada trazo una unidad. Este sistema tiene la ventaja de poder ir añadiendo trazos sin necesidad de reescribir los numerales, y es similar a nuestro sistema de ir escribiendo trazos verticales y, al llegar al número diez, tacharlos con una línea horizontal. Aparentemente hay un grupo de estos caracteres debajo del numeral kyuu que se encuentra dentro de un círculo: 6.

La calidad de la imagen, sin embargo, sólo nos permite especular, aunque contextualmente, si aceptamos las restantes identificaciones, bien podríamos estar en lo cierto. En algunas ocasiones aparece el numeral go, “cinco”, en una forma invertida, que coincide igualmente con el carácter japonés tadashi. Finalmente, podemos comprobar cómo estas tablillas contienen una serie de trazos verticales que aparecen siempre cruzados por una línea horizontal más larga:

En este primer detalle de la primera tablilla pueden contabilizarse, curiosamente, 57

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veintidós trazos horizontales y un trazo final que cierra la línea, cruzados a su vez por una línea horizontal, es decir, un total de 24 líneas. Por su parte, en los tres grupos de trazos breves que aparecen en el interior de una “pirámide” se cuentan siete trazos en cada uno, es decir, veintiún trazos breves en total, atravesados cada uno de ellos por una línea, lo que nuevamente da como resultado 24 líneas. El mismo patrón se repite en la segunda tablilla comparada. La conclusión más probable es que, si no se trata de una falsificación, sea un objeto utilizado para registrar algún tipo de cálculo o medición, bien arquitectónica, astronómica, bien agrícola o económica, con una antigüedad de no más de 2.000 años (por el uso de numerales sino-japoneses). Por último, me gustaría apuntar a una posible identificación de los motivos de estas estelas. En un fragmento de cerámica hallado en 1992 en Karako-Kagi, en Tarawamoto (prefectura de Nara), actualmente en el museo de la zona, puede observarse un edificio que muestra cierto parecido con algunas de las representaciones halladas en Okinawa (Fig. 4). Es muy probable que estas estelas nunca sean completamente descifradas, especialmente si se carece de un contexto arqueológico adecuado, pero lo que sí sabemos es que ninguna de ellas tiene relación alguna con las ruinas sumergidas de Yonaguni, Lemuria o Mu.

Fig. 4: Comparación entre una de las “piedras Rosetta” de Okinawa y un fragmento de cerámica hallado en la prefectura de Nara.

BIBLIOGRAFÍA  Rosa, Mark, “Kaida Writing in the Yaeyama Islands”, tesis de licenciatura, Departamento de Lingüística de la Universidad de Tokio, 2006.  Pellard, Thomas, Ôgami: Éléments de description d’un parler du sud des Ryûkyû, tesis doctoral, EHESS, París, 2009.  Putney , Alexander (ed.), “The Schildmann Decipherment”, http://www.human-resonance.org/Schildmann_Decipherment.pdf. 58

2003.

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 Izuyama, Atsuko, “Yonaguni”, en Nicolas Tranter (ed.), The Languages of Japan and Korea, Routledge, Nueva York, 2012.  Naumann, Nelly, Japanese Prehistory: The Material and Spiritual Culture of the Jōmon Period, Harrassowitz, Wiesbaden, 2000.  Schuessler, Axel, ABD Etymological Dictionary of Old Chinese, University of Hawai’I Press, Honolulu, 2007.

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International Dostoevsky Society (IDS)

La International Dostoevsky Society (IDS) es una asociación internacional que reúne en su seno a estudiosos dedicados a la vida y a la obra de Fiódor Mijáilovich Dostoievski. Con secciones nacionales en Europa, Asia, Australia y todo el continente americano, desde el 2004 la IDS cuenta también con una sección española, fundada y presidida por Jordi Morillas. Esta sección española dispone de una página web (www.ids.agonfilosofia.es) en la que se pueden encontrar una extensa biografía y bibliografía sobre Dostoievski, así como toda una serie de estudios, reseñas y actividades relacionadas con el genial escritor ruso. Entre las distintas actividades organizadas por la Sección Española de la IDS, conviene resaltar el primer congreso dedicado a Dostoievski que organizó en el año 2006 en Barcelona y en el que participaron, junto con estudiosos españoles, especialistas rusos, polacos, franceses, holandeses, belgas y mexicanos. El programa completo se puede encontrar en la mencionada página web. Como la finalidad principal de esta Sección Española de la IDS es promocionar los estudios dostoievskianos a nivel nacional, se invita a todos los interesados en Dostoievski a participar activamente, ya sea comunicando las actividades que realizan, ya sea enviando colaboraciones científicas para su posterior publicación en la página web. 66

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AGON. Grupo de Estudios Filosóficos

La génesis de Agon. Grupo de Estudios Filosóficos (www.agonfilosofia.es) se sitúa en el año 1997 en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Barcelona, donde Antonio Morillas comenzó a impartir una serie de seminarios sobre Nietzsche en el marco de una asociación llamada Alea. Tras varios años de intenso trabajo y siendo el seminario de mayor éxito de Alea, la sección de Nietzsche cobró entidad propia y se independizó pasando a denominarse Agon. Grupo de Estudios Nietzscheanos en el año 2000. La dinámica de los seminarios y las peculiaridades de sus integrantes provocaron que el grupo no sólo se ocupase de Nietzsche, sino también de otros muchos filósofos que resultaban de suma importancia a la hora de entender la filosofía del pensador alemán. Por otro lado, la incorporación activa de Jordi Morillas hizo que la asociación saliese más allá del ámbito de la Facultad de Filosofía, invitando a diversos profesores de universidades catalanas para que diesen conferencias y seminarios. Esta titánica tarea organizativa y este afán por el conocimiento tuvo su punto culminante en la organización de las Jornadas sobre Religión y Filosofía en la Historia del Pensamiento (febrero-mayo 2002), un evento interdiscipliar e interuniversitario donde intervinieron profesores no sólo de distintas universidades catalanas, sino también de Madrid y de Zaragoza. Tras el éxito de estas Jornadas, se hicieron varios seminarios sobre Religión y cultura cristiana, invitando a ellos a distintos profesores de la Facultad de Teología de Barcelona. Esta actitud claramente interdisciplinar provocó que ya en 2003 el grupo pasara a llamarse Agon. Grupo de Estudios Filosóficos. Una muestra de este interés por el saber en general fue la incorporación de César Guarde, gracias al cual la filosofía oriental entró a formar parte fundamental de la asociación. A este brillante investigador se le debe no sólo la organización de las Jornadas de Filosofía China en los años 2007 y 2008, sino también la creación de la web de la asociación. En la actualidad, Agon. Grupo de Estudios Filosóficos, trabaja exclusivamente a nivel de internet, interesándose también por cuestiones de actualidad política, sin renunciar por ello al ámbito de la investigación, a la seriedad académica y especialmente al espíritu crítico que dio lugar a su nacimiento. 67

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