Revisitando el concepto de identidad en las instituciones públicas: equilibrio posible con el hombre parentético

May 22, 2017 | Autor: M. Lima Bandeira | Categoría: Social Differentiation, LGBTT Rights
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XX Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lima, Perú, 10 - 13 nov. 2015

Revisitando el concepto de identidad en las instituciones públicas: equilibrio posible con el hombre parentético Mariana Lima Bandeira Nancy Díaz Ortiz Introducción El sector público en América Latina asume como verdad algunos desafíos, entre los cuales se discute la necesidad de generar autonomía decisoria, eficiencia del gasto, calidad y calidez en el servicio público, compromiso, integración con la política pública, resultados éticos, transparentes y enfocados hacia lo social. Por otro lado, se observan organizaciones públicas con una fuerte herencia de un modelo burocrático que rige las subjetividades e intersubjetividades a partir de la norma, de la estructura, de la jerarquía y de la desconexión con el individuo. La supuesta negación de lo humano en las organizaciones burocráticas da a entender que la construcción de identidad niega las diferencias y, por ende, se supone una organización rígida, con principios, valores y comportamientos pre-establecidos. El hombre parentético de Guerreiro Ramos es puesto en duda en este escenario, justamente porque su existencia es negada desde la lógica del aparato burocrático de la función pública. De esta forma, el objetivo de este ensayo fue explorar en la literatura las estrategias y mecanismos, individuales y colectivos, utilizados por funcionarios públicos para la convivencia entre el “ser parentético” y el escenario rígido en el cual laboran. El marco de análisis se constituye a partir de la construcción de la identidad social, de la naturaleza humana y del trabajo, el sentido del trabajo y como se constituyen el proceso de sometimiento al discurso hegemónico. Lógicas en la administración pública: perspectiva latinoamericana El sector público en América Latina asume como verdad algunos desafíos, entre los cuales se discute la necesidad de generar autonomía decisoria, eficiencia del gasto, calidad y calidez en el servicio público, compromiso, integración con la política pública, resultados éticos, transparentes y enfocados hacia lo social. Por otro lado, se observan organizaciones públicas con una fuerte herencia de un modelo burocrático que rige las subjetividades e intersubjetividades a partir de la norma, de la estructura, de la jerarquía y de la desconexión con el individuo. Tras décadas del discurso de transformación y modernización del Estado, todavía en Latinoamérica se encuentra un mosaico de modelos de gestión pública que siguen bajo el mismo paradigma funcionalistaweberiano, que es resignificado de forma iterativa, sin dar saltos significativos, constituyendo un gran dilema para la región. Stone (2012) sugiere que la política pública es en esencia una gran paradoja, toda vez que tiene que articular distintos temas, instituciones, actores y campos de poder diversos. Si consideramos que este complejo político es concretizado a través de las organizaciones y de individuos con subjetividades e intereses varios, se comprende el gran desafío de la modernización del Estado. 1

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En este marco, se identifica tres grandes movimientos que, para fines de esta discusión, los podemos definir como: 1) la administración pública; 2) la nueva gestión pública y 3) la nueva gobernanza pública. La administración pública se legitima gracias a los preceptos weberianos y a la necesidad de profesionalización del funcionario público. En este contexto, las organizaciones públicas, principalmente, son entendidas como un ordenamiento social-humano funcionalista. La administración pública enfatiza la estructura organizacional, la división del trabajo y los controles directos de los recursos. De acuerdo a Fontes-Filho (2014, p.4), la Nueva Gestión Pública - NPM – se torna una alternativa ante a la ineficiencia del Estado con el modelo antiguo, siendo entendida como “un conjunto complejo y variado de transformaciones [...] en control de costos y eficiencia, […] descentralización del poder gerencial, […] nuevas formas contractuales, énfasis en la calidad de servicios y […] rendición de cuentas (accountability), desarrollo de múltiples indicadores de desempeño, alianzas público-privadas e iniciativas de privatización”. Con la tendencia del fortalecimiento de la sociedad civil, al menos en la mayoría de los países de Latinoamérica, y la incorporación de varios otros actores en los procesos de concertación, entre otros escenarios más complejos, es necesario reconocer que hay nuevas demandas que las instituciones públicas deben afrontar. En este sentido, es necesario incorporar en los modelos algunos mecanismos de coordinación e integración de la sociedad en la dinámica de las organizaciones públicas. Si bien es cierto existen presiones institucionales que incentivan este tipo de transformación, por otro lado se busca argumentos históricos para entender que la exigencia del entorno no implica necesariamente una respuesta inmediata por parte de las organizaciones. Las instituciones no abordan apenas la dimensión racional de las organizaciones. El discurso institucional o de institucionalización esconde una faz oculta que es el apelo emocional. El proceso de institucionalización de cualquier organización se concreta con la ayuda de las emociones de los individuos. Emoción y razón abandonan sus posiciones dicotómicas del discurso organizacional para transformarse en dimensiones institucionales, participando simultáneamente de la construcción de las instituciones. Las instituciones asumen, entonces, diferentes significados. Ellas son definidas según sus grupos sociales: en vez de estabilidad, reflejan la inestabilidad, en la medida en que incorporan diversas representaciones sociales e imaginarios colectivos, construidos a partir de un conjunto de discursos. De esta forma, la legitimidad puede presentar variaciones. Los grados de legitimidad pueden estar de acuerdo con los grupos a que se refieren. Además, pueden estar asociados a los motivos que conllevaron a la institucionalización. En este sentido, la manera como la organización se institucionaliza se refleja fundamentalmente, en el grado de reificación organizacional. La empresa reificada en los discursos organizacionales es concebida como un ente social adquiere la denominación de un sujeto que toma decisiones respondiendo a una lógica diferente a los intereses de las personas y como las personas toman la forma de cosas, en las que son removidas para dar lugar a la dinámica del sujeto-empresa. Se podría observar resultados que podrían ser tomados como contradictorios a esta intención, toda vez que los procesos de institucionalización, al final, refuerzan aún más la estructura organizacional, enfatizando principalmente la perennidad y permanencia de sus procesos. 2

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Para Hasselbladh e Kallinikos (2000), las investigaciones quieren explicar este proceso de difusión de las instituciones a partir de la exclusión de la dimensión social y de la participación de los actores. Parece que el isomorfismo estructural es considerado una reacción inevitable y segura para la acción organizacional, como si no hubiera un ‘heteromorfismo socio-cultural’, así mismo es la idea propuesta por Selznick (1971). Hasselbladh e Kallinikos (2000) también opinan que las formas de estudiar estos procesos de institucionalización no han sido las más adecuadas: la mayoría se ha concentrado en identificar patrones, lo que no contribuye para entender la dinámica en sí misma. Esto podría ser explicado por la necesidad humana de prever, controlar y explicar la realidad social usando referencias perenes. La teoría institucional propone que las relaciones sociales son condición sine qua non y previa para que la dinámica organizacional adquiera sentido. Los valores e instituciones sirven, en similares fuerzas, para limitar y promover la acción humana y organizacional. Para Schein (1996) es importante: (a) identificar cuáles y en qué contexto algunos valores son relevantes; (b) cómo construirlos en una cultura organizacional y en una estructura social; (c) cómo estos valores se institucionalizan; e (d) lo qué los fragiliza, los torna obsoletos y/o subvertidos. Así, ante a demandas tan fluidas de interacción, por un lado se reconoce que los modelos no pueden adecuarse a ellas; pero por otro, más allá de la estructura está un conjunto de actores-personas, cuya acción humana es clave para perpetuar o para modificar la realidad social y organizacional. El hombre parentético Hasta la década de 1970, los diferentes enfoques sobre la administración tenían como base de análisis una propuesta desde la exclusividad del funcionalismo clásico. Sin embargo, desde 1990 empezó a tomar forma los estudios organizacionales desde la denominada matriz analítica critica (Clegg y Hardy, 1999) que luego fueron consolidándose (1990) en el contexto anglosajón el desarrollo de un movimiento llamado “Estudios Críticos de la Gestión o de la Administración” (Alvesson y Willmott, 1992, 1996). En el caso latinoamericano apareció esta forma de ver el fenómeno organizacional en la academia, desde hace aproximadamente dos décadas (Bertero, Caldas y Wood Jr. Vergara, 1999). Estos precursores de la nueva mirada para estudiar administración, principalmente en los centros de pos graduación brasileña, recibieron la influencia de literatura de Inglaterra, Francia y Estados Unidos. Además se vieron enriquecidos la recatar a estudiosos de la talla de Alberto Guerreiro Ramos, Mauricio Motta Tragtenberg y Fernando Prestes. Los mismos que aportaron sus propuestas críticas desde la sociología, la ciencia política y la psicología social desde antes de los noventa. Esta influencia se despega del funcionalismo para comprender al fenómeno administrativo desde varias dimensiones, que entre otras, tiene que ver con la cultura, los valores, el poder, la historia y la filosofía. Dada la inflexión entre el funcionalismo de las formas de organización del trabajo y sus relaciones en las organizaciones con la racionalidad sustantiva que busca la realización plena del ser humano, el sociólogo brasileño Alberto Guerreiro Ramos (1984) propone su modelo de ‘hombre parentético’ y lo describe de la siguiente manera: “El hombre parentético no puede dejar de ser un actor participante-activo en la organización. Pero, sin embargo, por su comportamiento autónomo, no se puede clasificar, psicológicamente, como un ser de los modelos operacionales y reactivos. El tiene una conciencia crítica altamente desarrollada de los valores presentes en el día a día. De hecho, el adjetivo ‘parentético’ deriva de la noción de Husserl ‘en suspensión’ y ‘entre paréntesis’. Husserl hace una distinción entre la actitud natural y la crítica. La primera es la del hombre ‘ajustado’, desinteresado en la racionalidad noética y encarcelado en su tiempo. La actitud crítica pone entre paréntesis o suspende la creencia en el mundo común, lo que permite al individuo a alcanzar un nivel de pensamiento conceptual y, por tanto, de la libertad.” (2003:7) 3

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Este tipo de hombre busca cuestionar y cuestionarse sobre su rol en el mundo y claramente está en el trabajo dentro de las organizaciones, es decir según las palabras del propio Guerreiro Ramos, este tipo de hombre entre paréntesis debe tener la capacidad de abstraerse, de excluirse de los ambientes que le subyugan. Este hombre: “Es capaz de alejarse de su entorno familiar. Deliberadamente intenta romper sus raíces, es un extraño en su propio entorno social, con el fin de maximizar su comprensión de la vida. Por lo tanto, la actitud psicológica parentética se define por la capacidad del individuo para separarse de su entorno interno y externo.” (2003: 8). Las organizaciones públicas requieren de este tipo de hombre para que coloque en perspectiva el mundo de la gestión; donde lo imprevisible es permanente y lo instrumental debe estar en constante renovación por su fragilidad natural. Se requiere de otras miradas que vinculen nuestras realidades diversas a reflexiones críticas y de mayor complejidad. Es necesario construir algunos puntos de partida para que se institucionalicen las organizaciones y Guerreiro Ramos con su hombre entre paréntesis nos da la posibilidad de romper la enajenación de las organizaciones públicas y de los Seres que les habitan. Lo humano en las organizaciones burocráticas: reificación y alienación en la construcción de identidad Marx (1989) describe el fetichismo de la mercancía, del dinero y del capital, señalando que estos elementos tienen en común la idea de la creación de la mente humana, no solamente en relación a la sobre estimación de lo que realmente significan, como también en cuanto a infundirles vida propiaartificial a las cosas, por parte de las personas. Esto es, infundir vida a la organización de tal forma que, como ente vivo y autónomo, asuma capacidades humanas: poder de decisión, conjunto de intereses de maximización de la utilidad, responsabilización por las acciones ejecutadas. Esta perspectiva deja en un segundo plano la importancia como organización social convocada alrededor de unas necesidades humanas. Según Marx (1989, p. 85): “en el valor de cambio, el vínculo social entre las personas se transforma en relación social de las cosas; la capacidad personal es una capacidad de las cosas”. En consonancia con esta posición, Dussel (2010, p. 37) afirma: “,,, estamos ante un aparente liberalismo que se presenta a hacer concesiones y ofrece un sacrificio a las personas […] para mantener en pie la cosa […] lo que es conocido cósico, se toma contra las personas. Con un simple cambio de personas se cree hacer mudar la cosa. Se desvía la mirada a la censura para hacer recaer sobre alguno censura. Se parte de una opinión totalmente invertida y abstracta de la verdad misma”. Desde esta posición Dussel (2010) concluye que el fetichismo para Marx es reforzado por la inversión de significados/papeles: la persona es tomada como cosa y la cosa como persona. El segundo aspecto en común es la idea del carácter absoluto de estos elementos relativos. Aún en el estado del capitalismo del siglo XXI, pos-estructuralistas como Katherine Gibson hacen ver realidades de la diversidad económica que se salen del esquema de absoluto que plantea Marx, como por ejemplo el trabajo no pagado, transacciones fuera del mercado, y alternativas de capital. Tanto la infusión de la vida artificial a las cosas como la absolutización de estas cosas en el medio organizacional son construcciones humanas, que funcionan de forma compleja y en comunión con el proprio ser humano. 4

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En el caso particular de las organizaciones, se toma como hecho que el individuo tiene una dependencia comunitaria, expresado en el hombre como ser social; por otra parte, las personas que creen en la concepción de la cosa (empresa) como persona, también fortalecen esta inversión de roles, porque construyen su realidad alrededor de esta percepción. Los discursos van se construyendo y constituyendo de forma coherente con estas percepciones y, cerrando este ciclo, están los sujetos, que aunque son “libres” de tomar cualquier determinación, coadunan con la propuesta de reificación y reproducen los discursos de humanización de las empresas, justificando las decisiones que, muchas veces, van en contra del bienestar de los empleados y llegan a ser inhumanas, pero que son necesarias para el “bienestar de la empresa”. El individuo es sometido al discurso de productividad, que es impulsado por la comunidad empoderada a partir de la idea de reificación. Esta dinámica se da en cada contexto específico de las organizaciones, actuando como micro dispositivos de reificación, que a su vez se generaliza y se consolida en la cultura colectiva, dando forma y garantizando el funcionamiento del capitalismo. Marx identifica el fetichismo de la mercancía como un elemento central en la dinámica ser humanotrabajo que, además, es designado constantemente a lo largo de su obra como una ilusión, como una mistificación de la mercancía, el capital y el dinero. De esta manera, se desliga de la esfera económica y complementa sus planteamientos con las ideas, dando lugar a explicar el funcionamiento del capitalismo como un entronque cíclico, perfectamente diseñado y ejecutado, soportado en la infusión de vida artificial. Según Zizek (2003), los seguidores de Althusser asumen que el fetichismo de Marx se basa en “una oposición ingenua, ideológica y epistemológicamente infundada entre personas (sujetos humanos) y cosas” (p.62). Sin embargo, el autor defiende que la fuerza del argumento marxista, desde una mirada lacaniana, está justamente en esta oposición. Zizek (2003, p.62) hace hincapié que: “las cosas (mercancías) creen en lugar de ellos, en vez de los sujetos; es como si todas las creencias, supersticiones y mistificaciones metafísicas, supuestamente superadas por la personalidad racional y utilitaria, se encarnaran en las ‘relaciones sociales entre las cosas’. Ellos ya no creen, pero las cosas creen por ellos”. La diferencia en el escenario público La concepción de diferencia entre los individuos tiene origen en la génesis del hombre, si se plantea en término de sexo, femenino y masculino. Sin embargo, es en la manifestación e interacción de los aspectos sociales, donde realmente toma fuerza y explica el comportamiento de los individuos en una sociedad. Es preciso partir de la idea que los criterios de diferencia son mínimos en relación a su totalidad humanizada, y que como tal, pueden ser susceptibles de transformaciones o superaciones, esa es la idea a la que nos debemos aferrar de forma proactiva, si queremos cambiar nuestra realidad. El planteamiento del profesor F. Cruz, acerca de la diferencia, es “la hipótesis consiste en afirmar que, entre menor sea la diferencia real, más debe exagerarse ésta para defender la identidad narcisista amenazada por ese “otro” que por ser tan próximo, casi se confunde con el “nosotros”. Se trata de lo que Sigmund Freud denominó el narcicismo de la diferencia menor” (Cruz-Kronfly 2002, pág. 18). Es necesario puntualizar, que el enfoque de la diferencia, al que se refiere en este texto, es el que se entiende, como un análisis de comparación que hace el individuo, buscando en el otro, lo incompleto o desventaja que pueda tener, frente a lo que considera “debe ser”, categorizando a su semejante como un individuo que se encuentra en “menor condición”. Las diferencias pueden devenir de criterios: ideológico, político, religioso, de edad, sexo o étnico. De esta forma son las pequeñas variaciones entre unos y otros, la causa de la sectorización de los individuos en pequeños grupos sociales que de forma pacífica y consiente o violenta e irracional, hacen valer o imponer sus diferencias. 5

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Como individuos sociales que somos, vivimos en pequeñas organizaciones con diferentes objetivos en las que se materializa lo racional, emocional y lo que aprendemos y heredamos de la familia y nuestros individuos más cercanos. La concepción de diferencia coexiste permanentemente en las organizaciones de forma utilitaria, por una parte utilizamos la diferencia para formar y reafirmarnos en un grupo social, esto es buscando entre los individuos convergencia con los criterios que se consideran importantes; la manifestación de esas similitudes con los individuos forman un grupo social, como pueden ser las organizaciones públicas; en este caso los servidores públicos, pueden tener criterios de convergencia en los ideales semejantes, orígenes sociales, rangos de poder, entre otros, que pueden formar incluso grupos informales, más pequeños dentro de otra organización. Sin embargo aunque hayan subgrupos dentro de una organización pública, todos los individuos que están allí, forman parte de una organización, llámese ministerio, alcaldía o como se denomine. Por otra parte esa misma concepción de diferencia, es utilizada por los individuos para hacer un tratamiento diferenciado (en desventaja) con los individuos con los que no se comparte estos criterios, o no son manifestados de igual forma. Por ejemplo, el caso de los funcionarios públicos y de los individuos como ciudadanos. El planteamiento de este ensayo mencionaba la necesidad de generar la autonomía decisoria, eficiencia en el gasto, compromiso, resultados éticos enfocados hacia lo social. Uno de los argumentos que se propone es precisamente el tratamiento de la diferencia entre los que hacen parte del estado como funcionario, es decir el que administra los servicios del estado y el individuo que no tiene este rol y es beneficiado como ciudadano. En este caso se parte del hecho que el funcionario público es un ciudadano común, que tiene una relación con los individuos y con el estado, sin embargo una vez que toma o adopta su papel de funcionario público, con los beneficios y condiciones que acarrea dicha condición, su percepción frente a los demás individuos, es decir ciudadanos comunes, este cambia su proceder. Factores como el poder que puede tener un funcionario a la hora de resolver o no una situación cotidiana, elegir para otorgar privilegios a unos u otros grupos de ciudadanos, favorecer o no a seguidores y detractores de partidos políticos, son solo ejemplos de las muchas situaciones que se presentan en el sector público. Es necesario entonces hacer un análisis de esta situación en los países latinoamericanos, pues los índices de corrupción, ineficiencia y soberbia administrativa, son elementos comunes en nuestros territorios. Si bien, estos fenómenos no son exclusivos de estos territorios, haciendo una odiosa, pero necesaria comparación con otros países, donde claro, la idea de eficiencia y eficacia del servidor público no es perfecta, pero si se acerca mucho al ideal que necesita la sociedad, traducido en resultados enfocado hacia lo social. Si se revisan algunos aspectos históricos- culturales, se van a encontrar elementos de juicio para entender la procedencia y actuar de los servidores públicos. Un hecho fundamental marca el escenario de la administración pública, la colonización española constituye un hito importante, en la medida que transgredió la forma como las comunidades existentes en la américa indígena, administraban los bienes de la comunidad, imponiendo un modelo traído de otra realidad que involucra una racionalidad diferente a la de los pobladores de estos territorios. La imposición de la diferencia entre colonos y colonizadores, desconociendo los principios y forma de vida de los indígenas y estableciendo factores no convergentes como el color de la piel, el aspecto físico, y las costumbres, se convirtieron en elementos suficientes para considerarlos esos “otros” no compatibles con los “mios” y de esta forma auto-otorgándose el derecho de ser gobernados, bajo principios extranjeros, sustentados en la fuerza de las armas.

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Es así como la concentración del poder entre los que son considerados de mi grupo, parecidos a mí, sobre los “otros” diferentes, se institucionaliza. Y se comienza a tomar decisiones para favorecer a una minoría del grupo social. Esta lógica no se termina con la independencia de los países, se reproduce en la forma como los criollos administran los recursos públicos de estos territorios, porque lo que existe es un cambio del individuo, no del rol que debe ejercer el servidor público, en este sentido, los intereses hacia unos pocos se conserva, gracias a la utilización de la diferencia como una suerte de tecnología, que sirve para identificar unos y otros. En el periodo de transición entre la economía campesina hacia la industrialización, en una buena parte de países latinoamericanos, el Estado constituía la fuente y motor de empleo, en la que ser servidor público, significaba estabilidad laboral, económica, estatus social y político, situación que se sigue manteniendo, es así como la burocratización toma fuerza, desvirtuando el papel del perfil del trabajador y la eficiencia del mismo en función de la sociedad, convirtiendo las organizaciones públicas como fortines políticos. De esta forma la concentración del poder en las organizaciones públicas profundiza y se hace reticular la diferencia. Algunas reflexiones finales La supuesta negación de lo humano en las organizaciones burocráticas da a entender que la construcción de identidad niega las diferencias y, por ende, se supone una organización rígida, con principios, valores y comportamientos pre-establecidos. El hombre parentético de Guerreiro Ramos es puesto en duda en este escenario, justamente porque su existencia es negada desde la lógica del aparato burocrático de la función pública. La subjetividad se define en el marco de una dimensión socio-humana del individuo, entendiendo que el ser humano solo se puede concebir como sujeto en una relación con otro ser humano, y el conjunto de interacciones intersubjetivas (entre sujetos) construye y constituye, inevitablemente, un grupo social. Ramirez-Sanchez (2008, s.f.) completa esta afirmación señalando que: “La relación yo-tú no se cierra en dos personas excluyentes, sino que se abre a otros “tues”, conllevando a un “nosotros”, con el cual el ser se relaciona material, intelectual y espiritualmente. El sujeto es consciente de su posición en el contexto social, que es capaz de validar, o no, sus propios procesos de subjetivación a los discursos, incluso seleccionando a cuales discursos se engancha y cuales los reconstruye. Las instituciones reducen el grado de incertidumbre de las interacciones sociales, llenando el vacío que cada individuo tiene en su interior. Las referencias que ofrecen las instituciones lo ayudan a construir legitimidad ante al grupo de trabajo, a comportarse y a proyectarse en las relaciones sociales. En esta relación con el otro, se reconoce que las subjetividades individuales están en una relación de dependencia con las intersubjetividades, y pautan la construcción de las identidades. Zizek (2003) también refuerza la capacidad de cuestionar los discursos vigentes, a partir de su discusión sobre el síntoma. Según el autor, los síntomas adquieren sentido desde el futuro, reconstruyendo el discurso retroactivamente: “Cada ruptura histórica, cada advenimiento de un nuevo significante, cambia retroactivamente el significado de toda tradición, reestructura la narración del pasado, lo hace legible de otro modo, nuevo. Así pues, ‘cosas que no significan nada, de repente significan algo, pero en un terreno muy diferente’ (p.88).

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Es menester resaltar que en una época de fuertes transformaciones de y en la sociedad, a una velocidad impensable y de construcción de imaginarios colectivos desconectados de principios humanos, es fácil entender la necesidad de discutir y rescatar el humanismo organizacional, desde sus planteamientos originales. Al final, una organización reificada no parecería sostenible a lo largo del tiempo, una vez que infunde micro dispositivos de la violencia que podrían ser asumidos como situaciones normales y aceptables. El panorama presentado presenta una contradicción que necesita ser afrontada en la formación del servidor público. De esta forma, este paper exploró las estrategias y mecanismos, individuales y colectivos, utilizados por funcionarios públicos para la convivencia entre el “ser parentético” y el escenario rígido en el cual laboran. El marco de análisis se constituye a partir de la construcción de la identidad social, de la naturaleza humana y del trabajo, el sentido del trabajo y como se constituyen el proceso de sometimiento al discurso hegemónico. Bibliografía Cruz-Kronfly, F. (2002). El mundo del trabajo y las organizaciones desde la perspectiva de las prácticas inhumanas. Cuadernos de Administración, Universidad del Valle, n. 27, pp. 15-22. Dussel, Enrique, La metáforas teológicas de Marx. Clacso, 2010. Fontes-Filho, Joaquim Rubens. Da Nova Gestão Pública à Nova Governança Pública: as novas exigências de profissionalização da função pública. In: XIX Congreso Internacional del Clad, 2014, Quito. XIX Congreso Internacional del Clad. Caracas: Clad, 2014. v. 1. p. 1-16. Hasselbladh, H. & Kallinikos, J. 2000. The project of rationalization: a critique and reappraisal of Neoinstitutionalism in Organization Studies. Organization Studies, 21(4): 697-720. Karl Marx (1977). El Capital. Santa Fé de Bogotá: Panamericana Motta, F. C. P. (1986ª) Teoria das organizações: evolução e crítica. São Paulo: Pioneira. Motta, F. C. P. (1987). Redes organizacionais e Estado amplo. Revista de Administração de Empresas, v. 27, n. 2, p. 5-13. Ramos, A. G. (1989). A nova ciência das organizações: uma reconceituação da riqueza das nações. Rio de Janeiro: Editora FGV. Ramos, A. G. (1996). A redução sociológica. Rio de Janeiro: Editora da UFRJ Schein, Edgar H. (1996). The missing concept in organization studies. Administrative Science Quarterly, v. 41, n. 2, p. 229-244, jun., 1996. Selznick, Philip. (1971). A liderança na administração: uma abordagem sociológica. Rio de Janeiro: Fundação Getulio Vargas, 1971 Stone, D. (2012). Policy Paradox: The Art of Political Decision Making, 3rd ed. W. W. Norton & Company. Weber, Max. (1962). The three types of legitimate rule. In: ETZIONI, Amitai. Complex Organizations: a sociological reader. New York, USA: Holt, Rinehart and Winston, Inc., 1962 (p. 4-14). Zizek, Slavoj. (2003). El sublime objeto de la ideología. Argentina: Siglo Veinteuno editores. Reseña biográfica Doctora en Administración por la Fundación Getulio Vargas, Brasil; MsC en Administración por la Universidade Federal de Minas Gerais, Brasil; Economista por la Universidade do Estado do Rio de Janeiro, UERJ, Brasil. Con más de 15 años de experiencia profesional, actualmente se desempeña como docente e investigadora en la Universidad Andina Simón Bolívar, sede Ecuador. También coordina los programas de Especialización en Dirección de Personas y del Talento Humano y de Maestría en Desarrollo del Talento Humano. 8

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