Revisión paleográfica de varias inscripciones celtibéricas de los valles del Jiloca y Huerva

September 5, 2017 | Autor: S. Olcoz Yanguas | Categoría: Roman History, Celtic Linguistics, Indoeuropean Studies, Roman Archaeology, Celtiberic Texts
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Descripción

Ri c a r doAl c ó nAl c ó n

KALATHOS 26-27 REVISTA DEL Seminario de Arqueología y Etnología Turolense

CAMPUS UNIVERSITARIO DE TERUEL

TERUEL 2013-2014

DIRECTOR: Francisco Burillo Mozota COMITÉ DE REDACCIÓN: Alfredo Jimeno, Dpto. de Prehistoria, Universidad Complutense. Emilio Junyent, Dpto. de Arqueología, Universidad de Lleida. Consuelo Mata, Dpto. de Prehistoria i Arqueología, Valencia. Carmen Olaria, LAP, Universitat Jaume I, Castellón. Arturo Ruiz, Dpto. de Prehistoria, Universidad de Jaén. Gonzalo Ruiz, Dpto. de Prehistoria, Universidad Complutense, Madrid Vicente Salvatierra, Dpto. de Patrimonio Histórico, Universidad de Jaén. Alexia Sanz, Dpto. Sociología, Ftad. de Ciencias Sociales, Teruel. CONSEJO DE REDACCIÓN: E. Javier Ibáñez, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. Ángel Gonzalvo, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. José Palomar, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. Jesús V. Picazo, Seminario de Arqueología y Etnología Turolense. SECRETARIA: Carolina Villargordo Ros. COMPOSICIÓN DEL TEXTO Y MAQUETACIÓN: Clemente Polo Cuando.

La dirección de esta revista no se responsabiliza de las opiniones de los autores

Para información, intercambios y suscripciones, dirigirse al SEMINARIO DE ARQUEOLOGÍA Y ETNOLOGÍA TUROLENSE Campus Universitario de Teruel Ciudad Escolar s/n, 44003 TERUEL Tel. 978 618 119. Fax: 978 618 103

ESTA PUBLICACIÓN HA SIDO SUBVENCIONADA POR INSTITUTO DE ESTUDIOS TUROLENSES, FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS SOCIALES DE TERUEL Y CAJA RURAL DE TERUEL

Dibujo de la portada: Fusayola de la tumba 120 de la necrópolis de La Yunta (Giadalajara). ISSN: 0211-5840 DEPÓSITO LEGAL: TE-203-2014 EDITA: S.A.E.T. IMPRIME: COMETA S.A.

HOMENAJE

RICARDO ALCÓN ALCÓN

KALATHOS 26-27 Revista del S.A.E.T. Teruel / 2007-2008 / pp. 367-398

Revisión paleográfica de varias inscripciones celtibéricas de los valles del Jiloca y Huerva SERAfín OlcOz YAnguAS Y MAnuEl MEdRAnO MARquéS universidad de zaragoza

ReSumen la revisión paleográfica de varias inscripciones celtibéricas, procedentes de los valles de los ríos Jiloca y Huerva, ha permitido aclarar la identificación de los signos paleohispánicos e interpunciones que las componen así como efectuar correcciones que, en algunos casos, han conducido a la realización de nuevas lecturas de sus textos. finalmente, hemos recuperado y transcrito la inscripción rupestre de la cueva de San garcía, en la meseta del duero, estableciendo su relación con la tésera de caminreal. Palabras Claves: Semisilabario celtibérico, paleografía.

AbSTRACT The palaeographical revision of several celtiberian inscriptions, coming from the valleys of the rivers Jiloca and Huerva, it has allowed to clarify the identification of the palaeohispanical signs and interpunctions that compose them as well as to make corrections that, in some cases, they have driven to the realization of new readings of their texts. finally, we have recovered and transcribed the inscription of Saint garcía’s cave, in the duero plateau, establishing a relationship with the caminreal tessera. Keywords: celtiberian semi-syllabary, palaeography.

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InTROduCCIón El número de inscripciones celtibéricas realizadas en signario o semisilabario paleohispánico no llega a dos centenas, incluso considerando las leyendas monetales, y, a pesar de tan escaso número de documentos, la lectura de alguno de ellos todavía no se ha completado, de ahí que creamos procedente realizar su revisión paleográfica. Entre las inscripciones celtibéricas halladas en el valle de la Huerva hemos seleccionado dos cuya procedencia suele relacionarse con el yacimiento arqueológico del cabezo de las Minas (Botorrita, zaragoza), [K.0.2] y [K.1.2]. Aunque como ambas fueron conocidas en circunstancias anómalas tampoco hay total seguridad de que realmente procedan de la antigua ciudad de Contrebia Belaisca. Así como otra inscripción que se cree que también puede proceder de esta ciudad celtibérica o, al menos, de este valle pero de la que no se sabe ni su lugar de origen, ni su actual paradero y que se conoce como bronce Res, [K.0.14], y la única de este grupo que fue hallada en las excavaciones del yacimiento arqueológico de la caridad (caminreal, Teruel), en el valle del Jiloca, [K.5.1]. Todas ellas tienen en común la incorrecta/incompleta identificación de las interpunciones que los escribas emplearon para separar las palabras que componen estas inscripciones y, por tanto, para estructurar estos textos. la mayoría de ellas, en realidad, todas las que se revisan a excepción de la tésera de la colección del conservador del museo parisino del louvre, Wilhem fröhner, presentan signos cuya identificación era incompleta o errónea, por lo que su lectura y posterior interpretación conducía a equívocos o discurría por imaginarios derroteros. de ahí que hayamos considerado relevante su revisión paleográfica tanto para facilitar su posterior estudio en el contexto histórico y arqueológico, que es el que más nos interesa, como también para allanar el camino de quienes realizan análisis lingüísticos a partir de estas lecturas. Además, hemos recuperado la inscripción rupestre de la cueva burgalesa de San garcía, cuya correcta y completa lectura nos ha llevado a incluir la revisión de la única tésera de hospitalidad que hasta la fecha se ha hallado en una excavación arqueológica, de la que se conocen todos sus detalles, la conocida como tésera de Lazuros, de caminreal. dada la relación existente entre las inscripciones de este yacimiento y las de la zona occidental de celtiberia, hemos incluido también en la revisión otra inscripción de esta localidad turolense, [K.5.2], y ello nos ha llevado a considerar también en este trabajo otra inscripción procedente de Valdespartera (zaragoza), [K.20.1], debido al posible uso común de sus inscripciones secundarias. RevISIón deL bROnCe menOR de COnTRebIA beLAISCA, [K.1.2] En la monografía sobre esta ciudad celtibérica, dirigida por Beltrán, apareció la primera noticia acerca de una placa de bronce resultante de unas prospecciones clandestinas realizadas poco tiempo antes, en el yacimiento arqueológico de contrebia Belaisca (Botorrita, zaragoza) (Beltrán, Tovar y ferré, 1982: 56-58). Se trataba de un fragmento de un broche de cinturón, de bronce, que inicialmente sólo estuvo decorado con motivos geométricos por una de sus caras (la denominada por sus editores como

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fig. 1.- Análisis paleográfico de la inscripción [K.1.2].

cara B)1 y que, con posterioridad y antes de ser partido verticalmente por la mitad, fue reutilizado como soporte de sendas inscripciones paleohispánicas en cada una de sus dos caras. Motivo por el que sólo se conserva el final de las palabras de cada una de las seis líneas en las que se distribuyen ambos textos, destacando que cada uno de ellos fue realizado de modo que se pudiera leer sin más que girar la placa sobre un eje longitudinal. lo que quizá pueda ser indicativo de que el contenido de uno era la continuación del texto recogido en la otra cara. Ambas inscripciones presentan la variante de la consonante nasal m típica del sistema de escritura celtibérica de la región oriental que es, precisamente, donde fue hallada esta pieza. Por lo que debió ser escrita en la propia ciudad bela y romana de Contrebia belaisca o en algún otro lugar del valle de la Huerva o, incluso, en otra parte del valle medio del Ebro. la lectura de la denominada cara A venía siendo: ]slkuo / i / ]ntikum / ]rkum / ]s / ]rzonei / ]es, mientras que la de la cara B era: ]abi /]nkus / ]kionti / ]i / ]om, [K.1.2]2. Sin embargo, creemos que debe revisarse para incluir las interpunciones, for1.- Imágenes de broches de cinturón parecidos a éste pueden encontrarse, por ejemplo, en el catálogo de la exposición que publicó Jimeno. dichos broches están datados en los siglos V-IV a. c y uno de ellos, procedente de carabias (guadalajara, castilla y la Mancha), también tiene cuatro escotaduras cerradas alineadas en su lateral derecho, aunque este de Botorrita, además, conserva parte de otra de estas escotaduras circulares, que debió estar ubicada en su centro y que permite suponer que esta pieza perdió la mitad de su placa (Jimeno, 2005: 553). 2.- Jordán recogió la variante introducida por Beltrán, en la cara A, de ]sturo, en la primera línea, así como la consideración de incierta para la i de la segunda línea y la lectura de ]ikum, en la cuarta, mientras que, en la cara B, había introducido una supuesta segunda línea vacía y había leído ]kioiti en la tercera. Además, Jordán también recogió que untermann, en la cara A, había leído ]suro, en la primera línea, sin leer la i de la segunda línea y sin decantarse entre ]rkum o ]ikum, mientras que, en la cara B, en la segunda línea prefirió la lectura de ]kikus / (Beltrán, de Hoz y untermann 1996:17-18; untermann 1997: 574576, Jordán 2004: 324 y Jordán 2007: 123).

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fig. 2.- Análisis paleográfico de la tésera de hospitalidad [K.0.2] conocida como Tésera fröhner.

madas por un pequeño triángulo, similar en forma y proporciones a alguno de los utilizados en su forma más simple, en la tésera de la colección fröhner, [K.0.2]3 (fig. 2), y que habían pasado desapercibidas hasta ahora, así como proponer su lectura como: ]is (:) karo / ]ntikum / ]ikum / ]+s / ]+zonei / ]es y ](:) abi /](:) kus / ]kionti / ]i / ]om / ]s, respectivamente (fig. 1). Aunque quedan algunos símbolos no del todo identificados debido a su coincidencia con la línea de fractura de la placa. Así, en la cara A, en la primera línea, la i está incompleta pero reconocible bajo un criterio puramente paleográfico, del 3.- Agradecemos a francisco Beltrán que nos facilitase las fotografías que nos han permitido hacer el estudio paleográfico de la inscripción de esta tésera de hospitalidad en forma de una mano derecha que está entrelazada con otra, cuyas interpunciones fueron realizadas con un punzón de cabeza triangular, similar al utilizado, por ejemplo, en la tésera de hospitalidad hallada en Belorado (Burgos, castilla y león), [K.24.1]. Aunque en la mayoría de las interpunciones de la tésera de la colección fröhner aparecen en forma de estrella de seis puntas que, en realidad, corresponden a la superposición de dos de estos triángulos. Además y aunque Beltrán ya dio por completada la revisión de esta tésera, tras haber detectado una interpunción que había pasado desapercibida al final de la segunda línea, señalamos el hecho de que creemos que bajo el signo ka de la última línea de la inscripción [K.0.2] también hay otra interpunción que tampoco se ha tenido en cuenta hasta ahora, incluida la última revisión de la misma, realizada por Jordán y que le permitió calificar su escritura como incoherente con el sistema dual. Además, creemos interesante señalar que, en la parte anterior de esta tésera, concretamente en el dorso de la mano que aparece casi completa y cuidando los detalles de su descripción anatómica, figuran unos trazos que no corresponden con ésta y que podrían corresponder a una gran n. finalmente, también destacamos que el extraño alógrafo de la m parece una superposición del que se usa en la variante oriental para la m pero realizado sobre el que en la variante occidental representa a la n. Particularidad que aunque ha pasado desapercibida hasta ahora, en su momento, quizá pueda arrojar algo de luz para entender la evolución de ambas variantes del sistema de escritura celtibérico. A no ser que sea fruto de un error o un capricho del escriba (untermann 1997: 539-540 y 712-713; Beltrán 2004:45-65; y Jordán 2007: 115).

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mismo modo que también lo estaría la primera n de la segunda línea y, en menor medida, la primera i de la tercera y la e de la sexta línea. debemos añadir que es más difícil asegurar que el antepenúltimo signo de la primera línea no sea una l en vez de una ka o incluso una tu, como se había propuesto en alguna ocasión, aunque la dificultad de saber si se trata de la única palabra completa que queda en la inscripción o si tan sólo es el comienzo de una cuyo final se perdió con la mitad desaparecida del broche, tampoco facilita su determinación. Por otra parte, el primer símbolo de la cuarta línea quizá sea una o, una ba o cualquier otro signo que acabe en una línea vertical, basándose sólo en su paleografía. Si bien, teniendo la existencia en celtibérico de la terminación nos, bien podría ser este el caso aquí, ya que su lugar lo ocupa, en buena medida, el fragmento de la escotadura cerrada central que debía ser previa a la realización de la inscripción, por lo que caben serias dudas de que así pueda ser. Mientras que no es posible asegurar con certeza que el primer signo de la quinta línea sea una ku ya que, al faltar su mitad inferior, también podría tratarse de una r, alternativa que, como las anteriores dudas, quizá se pueda resolver desde un punto de vista lingüístico, si es que alguna de ellas fuera inviable bajo dicho prisma. del mismo modo, en la cara B, tampoco está completa la posible s de la sexta línea, de la que sólo se conserva lo que podría ser el final de dicho símbolo o, tal vez, el de una o pero que, en cualquier caso, sí que parece ser parte de un signo que, hasta el día de hoy, había pasado desapercibido. A pesar de las mejoras presentadas y que afectan a la lectura de ambas caras de este texto celtibérico, coincidimos con Jordán en que: Sólo se puede especular sobre qué tipo de documento es y qué podía haber escrito (Jordán 2004: 324). RevISIón deL vASO de vALdeSPARTeRA, [K.20.1] El barrio zaragozano de Valdespartera está ubicado en la ribera del río Huerva y en él se viene asumiendo que pudo ubicarse un poblado dependiente de la ciudad y ceca de saltuie (zaragoza)4. como consecuencia de la actividad agrícola fueron hallados buen número de los fragmentos de un plato, datado a finales del siglo II a. c. o mediados del I a. c., que contenía una inscripción en signario plaeohispánico y que se sumó a los fragmentos de cerámica ibérica y romana, así como a un as de saltuie que ya habían sido encontrados por la zona limítrofe con los montes de Santa Bárbara (Beltrán, 1977: 188-190 y 192). la lectura de la inscripción que muestra la parte superior del citado plato es statinas, como bien propuso untermann, [K.20.1] (untermann, 1997: 702-703.) A pesar de que Jordán, últimamente, haya vuelto a considerar la lectura statinaban que diera Velaza5, y haya propuesto excluir esta inscripción del corpus celtibérico para reintegrarlo al ibérico (Jordán 2007, p. 134). cuestión, esta última, en la que no entramos y nos remitimos a lo expuesto en su día por untermann. 4.- galve halló restos arqueológicos que permitían ubicar la ciudad y ceca de saltuie en zaragoza, sin que por ello se considere que poblados cercanos, como el de Valdespartera, pudieran haber dependido de ella (galve, 1996: 20-23). 5.- Velaza prefirió śtatinaban o śtatina ban, a diferencia de Beltrán, que había leído śtatindubaś. (Beltrán 1977: 188-190 y 192; Velaza, 1991: 116).

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fig. 3.- Análisis paleográfico de [K.20.1].

no obstante, hemos de añadir que también creemos que además de la inscripción principal citada, el plato contiene 6 y no sólo 5 signos ki6 distribuidos entre ambas caras, 3 en la superior y otros tantos en la inferior7 (fig. 3). Aunque a uno de estos últimos le falte uno de sus trazos y a otro le sobren varios de los repasos con los que fue corregida su descuidada escritura, al igual que le ocurrió a la inscripción principal de la cara superior. Además, creemos que cabe la posibilidad de que pudiera existir otro signo más en la parte interior del fragmento que falta del plato, en caso de que tanto éstos, como los de la exterior, mantuvieran una distribución triangular, situándose cada uno de ellos a 180º del otro. no teniendo idea acerca del posible significado y uso que pudieron tener estos signos ki. finalmente, aunque Jordán no la tuvo en cuenta en su revisión de la aplicación del sistema de escritura dual en las inscripciones celtibéricas, cabe señalar que, esté escrita en el idioma que esté, no parece que dicho sistema se aplicara en el caso de statinas. RevISIón deL OInOCHOe de LA CARIdAd, [K.5.1] En la conocida como casa de Likine, en el citado yacimiento arqueológico turolense de la caridad y durante la campaña de 1984, fueron hallados varios fragmentos de una jarra de cerámica celtibérica pintada con motivos geométricos y figurados, en cuyo interior, concretamente, en la parte superior y cerca del asa, se conserva una inscripción paleohispánica realizada mediante la técnica de incisión continua, posterior a la realización del objeto8. 6.- untermann sólo consideró la presencia de cinco signos ki. untermann, 1997: 702. 7.- Agradecemos a Juan Paz y, en general, al Museo de zaragoza por las facilidades ofrecidas y la amabilidad e interés con el que nos han atendido. 8.- Vicente, Punter, Escriche y Herce dataron este oinochoe como el resto de los materiales recuperados en excavación: últimas décadas del siglo II o primeras del I a. c., ya que la ciudad fue destruida en el contexto de las guerras sertorianas. lo que está en relación con la datación que hizo Arlegui del oinochoe numantino, [K.9.2], entre la mitad o tercer cuarto del siglo I a. c. y principios del siglo I d. c., o mejor aún con la de Wattenberg, que la había datado entre el 75 y el 29 a. c., e incluso per-

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fig. 4.- Revisión paleográfica del Oinochoe de la caridad [K.5.1].

la posición de esta inscripción, similar a la hallada en el yacimiento de la ciudad de numancia (garray, Soria, castilla y león), [K.9.2]9, parece estar pensada para que sea visible por la persona que recibe el contenido que se escancia de la jarra, bien sea la misma que realizase esta operación o por otra distinta. Burillo expuso la posibilidad de que, en ambos casos, se tratara de inscripciones realizadas por encargo y cuya función final pudo estar relacionada con su uso ritual (Burillo; 1997a: 234). la revisión de esta pieza nos permitió proponer como nueva lectura para esta inscripción, [K.5.1]10, formada por dos palabras separadas por una interpunción compuesta por dos pequeñas rayas oblicuas: beskuau (:) uetikubos11, (fig. 4). donde la primera palamitiendo la datación anterior para este caso (Wattenberg, 1963: 115 y 208; Arlegui, 1992: 477; y Vicente, Punter, Escriche Y Herce, 1993: 759-760). 9.- A diferencia de [K.5.1], la inscripción numantina, [K.9.2] fue pintada previamente a la cocción del oinochoe en el que se encuentra, presentando, además, vestigios de la corrección que el escriba realizó en ella antes de finalizarla, de acuerdo con nuestra propuesta para la explicación de varios de los extraños alógrafos que aparecen en ella (gómez, 1949: 276, untermann, 1997: 665-666; y Olcoz y Medrano, 2008). 10.- Hasta ahora se habían leído como una inexistente z que habían hecho que la inscripción fuese considerada como una única palabra, aunque sus editores, Vicente, Punter, Escriche y Herce, habían propuesto su posible segmentación como besku auzaetikubos (Vicente, Punter, Escriche y Herce, 1993: 759-760, untermann, 1997: 645-646, Jordán, 2004: 220-221 y Jordán, 2007: 133). 11.- fotografía que, al igual que las demás relacionadas con caminreal que figuran en este trabajo, fueron cedidas por el Museo de Teruel a cuya dirección y personal aprovechamos la ocasión para agradecerles todas las facilidades ofrecidas también para la revisión de estas piezas en junio de 2007.

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fig. 5.- Análisis paleográfico de la tésera de hospitalidad [K.5.1].

bra, beskuau, correspondería al nombre del donante del objeto. Manteniéndose la relación que ya se había identificado para la primera palabra resultante de la citada segmentación de esta inscripción con el genónimo beskokum, que figura en el tercer bronce de Botorrita, [K.1.3]12. Mientras que la segunda palabra, uetikubos, como implícitamente 12.- [K.1.3], III-27 (untermann, 1997: 576-606).

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sugirió Jordán, correspondería al dativo plural de otro genónimo, el de los Véticos13. A lo que podríamos añadir que, de ser así, éstos podrían estar relacionados con los que utilizaron la inscripción procedente del yacimiento arqueológico donde se localiza la antigua ciudad de Arcobriga (Monreal de Ariza, zaragoza)14, [K.7.2], que corresponde a una tésera de hospitalidad grabada en la variante occidental del celtibérico y cuyo texto es uetitanaka kar15, (fig. 5)16. A no ser que ésta, no tenga nada que ver con los supuestos Véticos sino con otros supuestos Vetitanos, caso de que unos u otros hubieran existido. finalmente, señalar que aunque parecen existir posibles huellas del punto central del último signo ku que figura en la inscripción, comparadas con lo bien marcado que éste figura en su primera aparición nos hace descartarlo y mantener los dos alógrafos de ku ya identificados por sus editores (Vicente et alli, 1993: 760 y Jordán 2007: 133). RevISIón deL bROnCe ReS, [K.0.14] cuando Burillo presentó la editio princeps de la inscripción de esta placa de bronce, desaparecida en el mercado norteamericano de antigüedades (Burillo, 19891990: 313-331) señaló acertadamente que su texto, repartido entre ambas caras, podría formar parte de un mismo documento, siendo el contenido de una de ellas la continuación del presente en la otra pues para pasar de uno a otro bastaba con voltear la placa sobre su eje horizontal, como también ocurre en el citado caso del broche de Botorrita, [K.1.2]. Basándose en el análisis lingüístico de su contenido, se decidió por determinar cuál debía considerarse como cara A y cual debía ser su continuación o cara B, a pesar de que intuitivamente su primera opción había sido la contraria, llevado por la presencia del original signo solar (Burillo, 1989-1990: 314-315). desde entonces quedó patente que en su cara B existía una llamativa y sorprendente línea vertical central que afectaba a las dos primeras líneas horizontales de la inscripción17, de tal modo que éstas resultan divididas casi por la mitad, destacando a primera vista como si se tratara de una gruesa línea de puntos que dividiera en dos la mitad superior de esta placa. En realidad, la línea está formada por dos de las sistemáticas interpunciones que contiene este texto, estando compuesta cada una de estas dos, a su vez, por tres puntos o, mejor dicho, amplias circunferencias que son de mucho mayor tamaño que el resto de los puntos incisos que forman parte de las demás interpunciones que aparecen 13.- Jordán propuso su traducción como Bescón (regaló o dedicó esto) para los Véticos, por lo que, siguiendo esta aproximación y tras la nueva lectura, quizá podría traducirse como: (De parte de) Beskuau para los Véticos, aunque sería conveniente conocer la opinión de un especialista en lingüística indoeuropea acerca de la nueva lectura. Jordán: 2004: 221. 14.- la ubicación del yacimiento arqueológico del cerro del Villar, en la margen derecha del Alto Jalón y no lejos del Alto Tajo, hace que la presencia de una inscripción en la variante occidental del celtibérico no sea tan discordante como en principio podría parecer. 15.- Tésera que reapareció en 2007 y cuyo estudio fue presentado por Torija y Baquedano al año siguiente. Por otra parte, Jordán, consideró que el sistema de escritura empleado en este caso era coherente con el sistema dual. untermann, 1997: 659; Jordán, 2007: 112; y Torija y Baquedano, 2007: 274-275, 319, 322 y 333 y 336. 16.- fotografías de ambas caras de esta tésera de hospitalidad que también fueron adquiridas en el Archivo fotográfico del Museo Arqueológico nacional, siendo sus referencias MAnf2007_55_2R y MAnf2007_55_2_SEq_00. 17.- Jordán señaló que le seguía sorprendiendo esa interpunción tan extraña que aparece en la cara B y que afecta a las dos primeras líneas (Jordán, 2005-2006: 485).

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en ésta y en la otra cara. Por lo que se puede deducir que hay indicios de que existe un orden de prelación en la que destaca esta gran interpunción frente a las demás y cuya función podría ser la de permitir que su posible lector pudiera distinguir esta cara frente a la otra, al primer golpe de vista. Además, también se observa que los signos paleohispánicos que forman la primera palabra de esta cara B son de un tamaño significativamente mayor que los del resto de esta cara18 y que éstos son de un tamaño similar a los que figuran en la cara A. Por lo que, también se puede considerar que esta palabra destaca a modo de titular, encabezamiento o, en definitiva y en cualquier caso, que parece señalar el comienzo de la inscripción existente en esta cara B. lo que unido al indicio señalado acerca de la gran interpunción existente en ella se podría proponer que con esta palabra daría comienzo el texto de ambas caras del bronce y que, por tanto, la conocida como cara B debería ser considerada como la cara (I), mientras que la A debería ser su cara (II). Pudiendo concluirse, a no ser que su estudio lingüístico revocase estas propuestas, con que ambas características paleográficas del bronce, la gran interpunción y la destacada palabra, tendrían la función de permitir que cualquiera que observe su inscripción, a primera vista y sin necesidad de tener que leerla, pudiera conocer dónde daba comienzo. la última revisión de este texto celtibérico fue realizada por Jordán, dando como su nueva lectura19: cara A 1.- kuekuetikui : nekue : es/ozeres

cara B

2.- nekue : esianto :

tunares : nezokim :☼ res : auzares : korta : +

3.- teamiste : ainolikum

akaizokum : metuutos

4.- retukeno : ueiziai :

terberez :

5.- mitai : autom :

mozim : tizauiom

6.- ailai

auzares :

Burillo señaló la presencia de mellas puntuales, difíciles de diferenciar de los puntos que el escribano ha empleado para separar las palabras (Burillo, 1989-1990: 314), lo que, seguramente, permitió una mejora en la identificación de las interpunciones que realizó Jordán tras volver a estudiar las fotografías, del mismo modo que nosotros también hemos mejorado ésta, confirmando la presencia de alguna de las que parecían dudosas, corrigiendo el número de puntos que formaban otras y añadiendo alguna más que aún permanecía inédita20. Además, la revisión de las interpunciones nos ha permitido confirmar 18.- un caso parecido es el del encabezamiento del tercer bronce de Botorrita, [K.1.3], hallado en la explanada que hay al sur del cabezo de las Minas. Aunque en este caso, además, las primeras líneas están separadas del resto del texto (díaz; 1993: 243245 y untermann, 1997: 576-606). 19.- una errata de imprenta señaló como signos de lectura dudosa, en la primera línea de la cara B, zo cuando en la transcripción normalizada que presentó el propio Jordán, acertadamente, identificaba los signos ez (Jordán, 2005-2006: 478). 20.- Sólo nos plantea dudas la interpunción que parece existir después de tizauiom (:), mientras que la presencia del resto de las interpunciones de ambas caras creemos que es suficientemente clara y que permite considerar su aplicación sistemática, estando compuestas por tres puntos en todos los casos de la cara B así como en todos los de la cara A excepto los dos casos de la pri-

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su aplicación sistemática, tras cada una de las palabras existentes en cada una de las dos caras de esta placa de bronce a excepción, quizá, de la que parece existir tras tizauiom, en la cara B ya que es la única sobre la que aún tenemos alguna duda de su presencia. Todo ello, guardando las reservas naturales ante la imposibilidad de haber podido observar el objeto y haberse realizado este estudio sólo a partir de las fotografías de ambas caras que nos facilitó Burillo, amablemente. A la transcripción de los signos paleohispánicos de la cara A que realizó Jordán no tenemos nada más que añadir, excepto citar las tres interpunciones que le habían pasado desapercibidas, la confirmación de las que creyó dudosas y la corrección del número de puntos que componen varias de ellas. Mantenemos la mala lectura que presentan los signos que señaló Jordán como dudosos, particularmente, en el caso de la e y, en menor medida, los del signo te. quizá cabría destacar que, aunque están en líneas perpendiculares, las secuencias es y ozeres deben considerarse como integrantes de una única palabra, como señaló Burillo, basándose en el análisis de su construcción gramatical y en el hecho de que el escriba de este texto no partía palabras en líneas diferentes (Burillo, 1989-1990: 315) lo que concuerda con que no exista ninguna interpunción entre ellas. Sin embargo, en la cara B tenemos que destacar algo más que la propuesta de modificaciones en las interpunciones, aunque también las hay. A pesar de que también mantenemos la dificultad en la identificación de algunos de los signos que así señaló Jordán, concretamente coincidimos en el caso de ez, aunque creemos que en vez de una dudosa tu se trata de una z21, que la i de tizauiom aún plantea ciertas dudas, sin tener lectura alternativa para ella, así como el supuesto nuevo alógrafo del signo be podría seguir siendo una tu22, y que el signo no identificado en la segunda línea es una o23. Pero, sobre todo, que esta o forma parte del principio de la que se creía que era la palabra ☼ res, para cuya lectura, en caso de confirmarse así, Jordán había propuesto bores24, por lo que la ubicación de obores debe considerarse en la segunda línea y no mera línea que, excepcionalmente, están compuestos por cinco puntos. Además, al comentario de Burillo para justificar la curvatura que presentan las líneas, hemos de añadir que ueiziai no sólo fue grabada antes de autom sino que la interpunción que hay detrás de ueiziai (:) fue hecha sobre el asta de su última i, una vez que ésta había sido escrita (Burillo, 1989-1990: 315). 21.- Esta corrección de la lectura de metuutos por mezutos ya la habíamos avanzado recientemente, haciendo referencia a su presentación en este trabajo (Olcoz y Medrano 2008). 22.- cabe destacar que el signo de la r previo a este signo be/tu presenta una forma triangular que parece indicar la presencia de un error del escriba que no necesitó su corrección al percatarse de que se había saltado la r cuando aún no había acabado de escribir esta be/tu. Precisamente, la forma triangular que es característica del signo tu no es la que presenta la otra aparición de este signo al principio de esta misma cara, sino que bajo el triángulo de este signo parece haberse extendido su grafía en una forma que recuerda al dibujo esquemático de una casa, como también ocurre en el caso de be/tu y, además, en éste parece haber signos de la existencia de la línea horizontal que permiten decantarse por la identificación con una tu más que con una nueva variante de be, como había propuesto Jordán. A no ser que se trate de un signo desconocido hasta ahora, de que a los argumentos paleográficos expuestos haya que añadir información lingüística que enmiende esta interpretación o que, como el resto de lo expuesto acerca de las inscripciones de este bronce, requieran una revisión si alguna vez se tiene acceso a él. 23.- Jordán también señaló la posibilidad de que los restos de la grafía de este signo, que ya había identificado Burillo, correspondieran a una o, como ya había propuesto Meid, aunque no llegó a decantarse por ello en su transcripción (Jordán, 20052006:478 y 481). 24.- Jordán se basó en el posible parecido de este signo solar con la representación de bo y quizá, dado que ya había identificado la posible variante de be que parecía existir en esta inscripción y cuya grafía era muy distinta de la de ☼, no tuvo en cuenta el posible parecido de este signo con las variantes paleográficas de be que figuran en varias inscripciones ibéricas y que fueron calificadas por untermann como be7 y, sobre todo, be8; y del que aquí dejamos constancia (untermann, 1990: 246 y Jordán, 2005-2006: 485).

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fig. 6.- Análisis paleográfico del Bronce Res [K.0.14].

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distribuida entre la primera y la segunda, con lo que ello puede implicar para la lectura e interpretación de esta inscripción, (fig. 6). cara A

cara B

1.- tunares (:) nezokim (:)

kuekuetikui (:) nekue (:) es/ozeres (:)

2.- auzares (:) korta (:) o/bores (:) 3.- akaizokum (:) mezu/tos (:)

nekue (:) esianto (:)

4.- terturez (:)

retukeno (:) uei/ziai (:)

5.- mozim (:) tizaui/om (:)

mitai (:) autom (:)

6.- auzares (:)

ailai (:)

teamiste (:) aino/likum (:)

Por otra parte, teniendo en cuenta la existencia del sistema dual de escritura y aunque Jordán afirmó que no se usó en este bronce (Jordán, 2007: 117), quizá cabría plantear la necesidad de revisar el análisis que llevó a esta afirmación, debido a que algunos de los alógrafos identificados sean diferentes de los identificados entonces (Jordán 20052006: 479). concretamente, se podría decir que hay oposición gráfica entre el tu de retukeno y los de tunares y terturez, que deberían corresponder a dunares y terdurez. Así mismo, es posible que en vez de nezokim, akaizokum y mitai estemos ante nezogim, agaizokum y midai, respectivamente. Mientras que en vez del esperado retugeno estaríamos ante un anómalo retukeno. Por lo que es posible que Jordán hubiera acertado en su diagnóstico y no deba considerarse el sistema dual de escritura a la hora de revisar paleográficamente las inscripciones de este bronce o bien revisar la definición de dicho sistema de modo que algunas de las actuales inconsistencias que se han detectado con respecto a èl quizá dejen de serlo. finalmente, en la cara B o I aparecen dos variantes de la m oriental que, como hemos visto que ocurría en [K.0.2], parecen superpuestos a una n occidental. Es posible que todos estos casos no sean más que errores o caprichos de los escribas pero también podrían tener su implicación en la evolución de las variantes del sistema de escritura de los celtíberos mientras emplearon el que heredaron de los íberos. RevISIón de LA InSCRIPCIón RuPeSTRe de LA CuevA de SAn GARCíA la cueva de San garcía25 se encuentra en la ladera de una de las Peñas de cervera y pertenece a la aldea de Hortezuelos (Santo domingo de Silos, Burgos). Sin embargo, se accede a ella siguiendo unos 3 kms., en dirección norte, por una pista de tierra que procede del limítrofe Briongos de cervera (ciruelos de cervera, Burgos) y que discurre 25.-Es posible que el nombre de la cueva se deba a la influencia que en esta comarca pudo tener el abad San garcía del monasterio benedictino de San Pedro de Arlanza (Hortigüela, Burgos), en el siglo XI. Sin embargo, gonzález también expuso que era posible que se debiera al mito de garcía que, como otros genios peninsulares, debía morar preferentemente en las aguas y en las cuevas. Constituía el ente garcía, para las mentes populares, una especie de deidad, numen o genio masculino, semejante a los que en Asturias se llaman xuanes, cuales el genio de las tormentas o Xuan Cabritu, el del sol o Xuan Rabida, el del viento o Xuan del Aire, etc. (gonzález, 1955: 239-241).

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paralela al arroyo de Ríobriongos26, hasta el lugar en el que desemboca en éste el pequeño arroyo que nace a la salida del barranco en cuya parte superior de la ladera izquierda se encuentra la misma cueva, esto es, en las lomas de cervera, (fig. 7). En esta cueva-santuario se encuentran diversas inscripciones rupestres que datan de la Edad de Bronce Medio al final (garcía-Soto y Moure, 1986: 203 y 205, y garcía-Soto y Moure, 1987: 518), así como una inscripción en signario paleohispánico que es una demostración de la reutilización de la cueva o recinto sagrado en una época más moderna27. quizá en relación con el cercano castro celta de la Valdosa (Barriosuso, Santibáñez de Val28, Burgos)29, situado en el monte adyacente al que alberga a la cueva de San garcía. Sin olvidar que la ceca celtibérica de kolounioku30 y la ciudad de clunia distan menos de 20 kms., en línea recta y hacia el sureste, y que, todavía mucho más cerca pero hacia el suroeste, se encuentra el lugar donde parece que estuvo la primitiva ceca celtibérica de sekobirikez31. la primera y única transcripción e intento de lectura que se conoce de esta inscripción fue realizada por Albertos, con ayuda de untermann, a partir de las fotografías aportadas por Moure. En ella se podían reconocer algunos signos paleohispánicos y otros trazos de difícil lectura que llevaron a interpretarlos como dos palabras que podrían corresponder a la secuencia de dos nombres: el primero ibérico y el segundo de origen indoeuropeo, pero ambos irreconocibles (Albertos, 1986: 207-208; garcía y Moure, 26.- Briongos de cervera pertenece al municipio de ciruelos de cervera (Burgos) (Moure y garcía-Soto, 1986: 193 y garcíaSoto y Moure, 1987: 513). 27.-En el sur y levante de la península Ibérica son abundantes los testimonios que existen de la existencia de cuevas que fueron empleadas como santuarios por los íberos, véanse por ejemplo los últimos trabajos de Moneo, dedicados especialmente a los santuarios urbanos y sobre todo los de gonzález, quien, además, relaciona las cuevas-santuario con lugares en los que se realizaban rituales de iniciación. Entre las existentes en el ámbito celtibérico sólo se puede contar esta de San garcía, estudiada por garcía-Soto y Moure, y la que recogió Burillo en el entorno de épila (zaragoza), al tratar acerca de los espacios cultuales y las relaciones cultuales, citando que así debía ser en el caso de una de las cuevas estudiadas por Pérez y Sus, al menos la número uno (gil-Mascarell; 1975: 281-332; Pérez y Sus, 1984: 39-40, 48-49 y 51; garcía-Soto y Moure, 1987: 518; Burillo, 1997b: 236-237, Moneo, 2003: 1-574, gonzález, 2004: 285-297, gonzález, 2005a: 71-94 y gonzález, 2005b: 87-103). 28.-Aunque parte de su extremo occidental pertenece a vecina localidad burgalesa de Tejada y su extremo meridional a la de Briongos de cervera. Situación que ha hecho que en la literatura se adscriba este yacimiento a Tejada aunque su mayor parte se encuentra en Santibáñez del Val. 29.- El yacimiento se encuentra en el Alto de la Valdosa, que constituye uno de los relieves más destacados de las Peñas de cervera. En su vertiente sur Esgueva, destacando el río Briongos cuyo manantial se localiza al sureste del cerro, junto a la cueva de San garcía. El yacimiento se emplaza en la plataforma del cerro, cubriendo 66.7 Has. Se manifiesta en superficie por la presencia de una muralla, así como posibles habitaciones y un aljibe. También se documentó, en la prospección realizada en 2001, restos de material constructivo (teja y ladrillo) y cerámica realizada a mano. la atribución cultural cubre desde el Bronce Medio hasta la época Romano Altoimperial. ficha (09-356-0001-02) del inventario arqueológico de castilla y león. 30.- Ripollés Y Abascal ubicaron la ceca de kolounioku en Peñalba de castro (Burgos), sin concretar si se trataba del yacimiento del Alto del cuerno o el del Alto de castro, aunque parece ser que se trata del primero de éstos. Mientras que garcíaBellido Y Blázquez la localizaron en coruña del conde (Burgos), limítrofe con Peñalba de castro (Ripollés y Abascal, 2000: 230 y 423; garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 252-254). 31.- Ripollés y Abascal ubicaron la primitiva localización de la ceca de sekobirikez en el yacimiento arqueológico del Alto de San Pedro de Pinilla de Trasmonte (Burgos) y garcía-Bellido y Blázquez propusieron la localización de la ceca en dos emplazamientos sucesivos: primero en la Mesopotamia de duero y Pisuerga y después y como castigo por su apoyo a Sertorio en el yacimiento arqueológico de cabeza de griego (Saelices, cuenca, castilla-la Mancha), a orillas del río cigüela, donde se localiza la ciudad romana de época imperial y ceca romana de Segobriga. Además, recogieron el dato de que parece que la ciudad de Segobriga (Cuenca) nace en época post-sertoriana con gentes de la Meseta, quienes se entierran allí constatando que son Celtiberi, constatación anómala si estuvieran en Celtiberia. finalmente, Jordán consideró que la ceca ubicada entre el duero y el Pisuerga fue responsable de las emisiones de sekobirikez y Segobris, mientras que la conquense lo fue de la de Segobriga (Ripollés y Abascal, 2000: 220-229 y garcía-Bellido, Blázquez, 2001: 338-339 y Jordán, 2004: 192-193).

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fig. 7.- ubicación geográfica de la cueva de San garcía en las Peñas de cervera.

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fig. 8.- Entrada de la cueva de San garcía y recuadro enmarcando la ubicación exacta de la inscripción celtibérica.

1987: 515). Extraño y confuso resultado que, sin duda, contribuyó a que inmediatamente decayese el interés de los historiadores, arqueólogos y lingüistas en esta inscripción y a que no se volviese a revisar ni a publicar casi nada más sobre ella32. desinterés que, a su vez, contribuyó a que esta inscripción cayese casi en el olvido más absoluto, llegando incluso a desaparecer del inventario arqueológico de castilla y león. Tanto del realizado en 2003 como en el de la prospección llevada a cabo en 200533. Tras solicitar el correspondiente permiso a la dirección general de cultura de la Junta de castilla y león y al ayuntamiento de ciruelos de cervera, procedimos a visitar la cueva de San garcía, siguiendo las precisas indicaciones de quienes descubrieron y publicaron la existencia de la inscripción celtibérica objeto del presente trabajo. la primera visita la realizamos el 14 de julio de 200734, resultando fácil localizar la inscripción celtibérica que se encuentra en el pequeño ramal derecho de la cueva, a sólo unos 4 metros de la entrada principal, en la pared de la izquierda (teniendo la entrada a la espalda) y a 1,15 metros de altura sobre el nivel del suelo35, (fig. 8). Su conservación es buena, aunque se observa que se había hecho fuego junto a ella y que está ahumada, detalle que ya se apreciaba en la fotografía que amablemente nos fue suministrada por 32.- de Hoz consideró que por su situación muy occidental difícilmente podría ser otra cosa que una inscripción celtibérica aunque también recogió la dificultad que presentaba la realización de la transcripción de esta inscripción. Razón por la que, poco después, untermann la incluyó entre las inscripciones que consideró como falsas. (de Hoz, 1995: 8 y untermann, 1997: 356). 33.- la ficha correspondiente al yacimiento arqueológico de la cueva de San garcía (09-358-0004-07) fue realizada por Mª. gloria Martínez gonzález (22/04/2003), por encargo de la Junta de castilla y león. Información que amablemente ha sido suministrada por la arqueóloga territorial de Burgos, cristina Echeverría zarranz, así como la correspondiente a otras fichas del citado inventario y que se han citado anteriormente. de igual modo que le informamos en 2007 acerca de nuestras averiguaciones al respecto. 34.- Amablemente acompañado por la concejal de Briongos de cervera, dª. Isabel Bravo, el vecino d. Vicente Serrano Martínez, que había inspeccionado ambos ramales de la cueva hacía unos 15 años pero que desde entonces no había vuelto a entrar en ella, y su hijo Rodrigo Serrano Millán, a quién, además, hay que agradecerle la cesión de la fotografía que aquí se presenta. 35.-Burillo citó la existencia de esta inscripción rupestre pero consideró que a diferencia de las de Peñalba de Villastar (Teruel), la de la cueva de San garcía se encontraba en lo más profundo de ella y que, por tanto se trataba de un caso diferente (Burillo, 1997: 234).

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fig. 9.- Análisis paleográfico de la inscripción celtibérica de la cueva de San garcía.

Moure antes de nuestra visita36. dada la facilidad del acceso, la inscripción sólo se salva de un mayor deterioro por el desconocimiento que de su existencia tienen los vecinos y los visitantes que, en su mayoría se dedican a dar una vuelta por la galería principal, que está a la izquierda de la entrada y cuyas paredes, por cierto, están llenas de grafitos modernos. no obstante, dado el interés y la sensibilidad mostrada por nuestros acompañantes locales, creemos que sería bueno que se tomasen algunas medidas administrativas/institucionales para su conservación e inclusión en los correspondientes catálogos de patrimonio. Especialmente, cuando se trata de la única inscripción rupestre en celtibérico que se conoce, al margen de las citadas y famosas del santuario turolense de Peñalba de Villastar37. la inscripción de la cueva de San garcía mide 17 cm. de largo, consta de una sola palabra compuesta de 7 signos paleohispánicos, cuyas alturas descendentes están entre unos 5 y 3,5 cm., aunque los dos últimos han perdido parte de su mitad inferior, (fig. 9), y cuya lectura es: lazuros38.

36.-A quien hay que agradecerle la amabilidad y el interés por encontrar y facilitar la citada fotografía realizada hace más de 20 años. comunicación privada. 37.-cabré lo consideró como un santuario de frontera en el límite del territorio ibérico pero al que también accedieron los vecinos celtibéricos. Aunque untermann planteó la posibilidad de que los textos fueran realizados por los peregrinos que acudieron allí hacia el cambio de era y que no duraría más allá de una generación. Hipótesis que le pareció muy razonable a de Hoz para las inscripciones celtibéricas pero no así para la vida religiosa del lugar que sin duda fue mucho más larga. (cabré, 1910: 241-280, untermann 1995, 200-201; de Hoz, 1995: 8; Burillo, 1997b: 233-235; y Beltrán, Jordán y Marco, 2005: 911-956). 38.- desafortunadamente, no hay restos de una segunda palabra ya que lo que Albertos identificó como tal forma parte de la decoración que ocupa toda la zona superior de la pared en la que se encuentra la inscripción.

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RevISIón de LA TéSeRA de CAmInReAL y de LA POSIbLe ubICACIón de LA CeCA TARmeSKOm El antropónimo lazuros también figura, aunque no en nominativo sino en genitivo como lazuro, en la tésera de hospitalidad hallada en las excavaciones del citado yacimiento turolense de la caridad y cuyo texto es lazuro (.) kosokum (.) tarmestutez (.) kar39 en una cara. Aunque cabe destacar que la segunda interpunción también parece estar compartida como final de la inscripción, y que hay un posible signo ko en la otra cara, que se venía considerando anepígrafa40 (fig. 10), y que podría cumplir una misión parecida a la de la posible n detectada en la tésera de la colección fröhner, [K.0.2], o al posible signo ka, representado boca abajo, que también figura sobre la paletilla de la tésera de hospitalidad con forma de toro que, erróneamente, fue conocida como de Huete (cuenca), [K.0.5]41, o quizá también a la del signo ko que figura en el anverso de la inscripción que se encuentra en el objeto de bronce42 hallado en el campamento sertoriano de fitero-cintruénigo (navarra) (Medrano, 2004a: 15-32, Medrano, 2004b: 31-42; Remírez, 2005: 385-406; Olcoz y Medrano 2006: 55-76; Remírez, 2007-2008: 63-86; Olcoz y Medrano, 2008: 191-194; y Medrano y Remírez, 2009: 371-401). Al analizar el texto de la tésera de la caridad, que fue traducido como “(Pacto de amistad) de lazuro, (del grupo) de los cosocos, con (la ciudad de) Tarmestuts” (Vicente y Ezquerra, 2003: 262; Jordán, 2004: 266) o “Amistad de Tarméstud para con lazuro (del grupo familiar) de los cosocos” (Jordán, 2004: 267), lazuro fue interpretado por Vicente y Ezquerra como un antropónimo en genitivo de singular de un tema en –o, planteando también la posibilidad de que estuviera relacionado con el antropónimo latino Laturus, en lara de los Infantes (Burgos) y Astorga (león); Latturus en Palencia (castilla y león) y Barcina de los Montes (Burgos) y Belorado (Burgos); Laturicus en Tordesalas (Soria, castilla y león) o Laturina en luna (zaragoza) (Vicente y Ezquerra, 2003: 261), mientras que Jordán, creyendo que el principal problema para esta equiparación era que en vez de tratarse de lazuro tendría que haber figurado laturo para que así fuera, propuso que quizá habría que buscar las relaciones etimológicas por otro camino aunque no llegó a ninguna propuesta concreta para ello (Jordán, 2004: 267). 39.- Vicente y Ezquerra hallaron esta tésera en las excavaciones arqueológicas de la campaña de 2002, en el interior de la habitación de una vivienda, concretamente, en la casa 4 de la ínsula V. El hallazgo de un as de Valentia perteneciente a la primera serie permite acotar la datación de la tésera entre el año 125 y 75 a. c., (garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 400-401; Vicente y Ezquerra, 2003: 254-255; y Ezquerra, 2007b: 262-263). 40.- Vicente y Ezquerra consideraron que se trataba de un cuadrado con aspa en su interior, similar al que aparece en numancia, en pintura sobre cerámica y también en diversas fíbulas, interpretado habitualmente como representación de una silla o manta. En el caso de la tésera de caminreal, este símbolo aparece en las patas traseras, quizás indicando la presencia de unas trabas para inmovilizar parcialmente al caballo, aunque no hay que descartar que se trate de un elemento decorativo, o simbólico de significado no conocido. Sin embargo, no plantearon la posibilidad de que fuese un signo paleohispánico propio de la tésera y asociado a la representación del caballo de monta o de sus arreos (Vicente y Ezquerra, 2003: 256). 41.- Aunque Almagro fijó el lugar de su hallazgo en el yacimiento arqueológico de cabeza de griego, posteriormente, su hijo, Almagro gorbea, lo situó en el de fosos de Bayona. Por cierto, nos cabe señalar que el disco que hay en la base del cuerno podría corresponder a un elemento de un yugo cornil, con lo que se podría decir que más que de la representación de un toro, se trata de la de un buey (Almagro, 1982: 197-201; untermann, 1997: 544-545; y Almagro gorbea, 2003: 209-211 y 378-388). 42.- los editores describieron este objeto como de bronce de morfología geométrica con inscripción en caracteres ibéricos punteados. cara externa (a) con signo Ko e interna (b) con el antropónimo L.I.S.Ti. Aunque como aún no hemos podido ver la pieza personalmente, no incluimos su correspondiente revisión paleográfica. (Medrano y Remírez, 2009: 395-396 y 401).

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fig. 10.- Análisis paleográfico de la tésera de hospitalidad de caminreal.

Para kosokum, los editores propusieron interpretarlo como el adjetivo familiar al que pertenecía lazuro, en genitivo plural. También establecieron el paralelo con Cossouqum, localizado en dos lápidas funerarias latinas procedentes de langa de duero (Soria), donde se viene ubicando la ceca de sekotiaz lakaz43. Aunque Vicente y Ezquerra también dejaron constancia de la posible lectura con la variante oriental como kosokun, se decantaron por considerar que se había usado la variante occidental del celtibérico kosokum ya que también interpretaron tarmestutez en vez de tarnestutez44. Por su parte e inicialmente, se creyó que tarmestutez correspondía al ablativo de una supuesta y desconocida ciudad de Tarmestuts (Jordán, 2003: 119; Vicente y

43.- garcía-Bellido Y Blázquez identificaron la ceca de sekotiaz lakaz con Segontia langa, buscada en langa de duero (Ripollés y Abascal, 2000: 230; garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 348). 44.- Identificación de kosokum con Cossovqvm que Jordán calificó como impecable (Vicente y Ezquerra, 2003: 260-263; Jordán, 2004: 267).

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Ezquerra, 2003: 261-262) o Tarmestutis45, si bien fue también interpretado como el genitivo del antropónimo T/Darmestudis46. Aunque parece que esta posibilidad, al igual que la de identificar este nombre con el de la ciudad que hubo en la caridad, propuesta que también tuvieron en cuenta Vicente y Ezquerra (2003:262), ha venido perdiendo fuerza desde que Jordán propusiera la interpretación de la ceca bormeskom, bajo el uso del sistema de escritura dual para la representación de las consonantes oclusivas en celtibérico, como tarmeskom, [A.81] (untermann, 1975: 233) (fig. 11), y la consiguiente propuesta de identificación de esta ceca con la ciudad de Termes (Montejo de Tiermes, Soria)47, apoyándose en la lectura del historiador latino floro que citaba a Termestudia para referirse a Termes, así como la referencia a la existencia de una inscripción latina en la que figuran unos Vitulus et Proculus Valeri(i) fratres Tarmest(ini) en Mérida (Extremadura) (Jordán, 2004: 29 y 197-198; 2005:1027-1028; 2007:114 y 135). cita a la que Martínez y Santos añadieron la de la existencia de L. Iulius Campanus Tarmestinus, en Almonaster la Real (Huelva, Andalucía) así como la de varias personas cuyo cognomen era termestino en vez de tarmestino, pero identificando con ambas denominaciones a los originarios de Termes48.

45.- Jordán admitió la propuesta de Vicente y Ezquerra acerca del uso de la variante occidental del celtibérico en esta inscripción. Así como las pegas a que el nombre de la ciudad pudiera corresponder al del lugar de origen de Lazuro, desarrollando y matizando la hipótesis planteada por Beltrán acerca de la posibilidad de que una interpretación similar pudiera haberse aplicardo al texto de la tésera de la colección fröhner, [K.0.2], interpretándola como “Lubo, del GF de los Alísocos, hijo de Avalo. (Amistad procedente) de Contrebia Belaisca” en vez de “Lubo del GF de los Alísocos, hijo de Avalo, procedente de Contrebia Belaisca”, como había propuesto de Hoz en su recapitulación, por ejemplo, considerando que era menos probable que la alternativa de considerar que la ciudad no fuese la del origen de quien pactaba, sin constar con quien sino la otra parte del pacto, que es lo que entonces planteaban Beltrán y Jordán. A pesar de seguir la opinión de éstos, Martínez y Santos mantuvieron como interpretación alternativa la propuesta de de Hoz acerca de que tarmestutez fuera la ciudad de origen de Lazuro al igual que Beltrán también consideró después que esta posibilidad no se hubiera descartado completamente, aún pareciendo más viable la alternativa propuesta por Jordán. Por otra parte, Jordán también propuso que tarmestutez era un ablativo de tarmestuts (ya no de tarmestutus, como había propuesto inicialmente) o de tarmestutis, que podría ser leída tarmestudis. (de Hoz, 1986: 70-71; Beltrán, 2001: 49; Jordán, 2003: 120-122; Vicente y Ezquerra, 2003: 262 y 264-265; Jordán, 2004: 266-267; Beltrán, 2004: 51 y 54-55; Martínez y Santos, 2005: 703; Simón, 2008: 130, 134 y 140; y Jordán, 2008: 123). 46.- A diferencia de los editores de esta tésera de hospitalidad y de la opinión de Jordán, de Bernardo tradujo su texto como de Lasuros de los Cossocos [¿hijo?] de T/Darmestudis amic(itiae favor) (de Bernardo, 2005: 555). 47.- Entre las monedas halladas en las excavaciones arqueológicas del yacimiento celtibérico de Montejo de Tiermes se encuentran tres ases (AE) de bormeskom/tarmeskom, según comunicación personal del director de las excavaciones, Santiago Martínez caballero. 48.-Jordán completó los argumentos epigráficos que ya había expuesto con los que habían aportado Martínez y Santos con algunos más, así como con nuevas referencias literarias a la obra del historiador romano Salustio (fragmentos de las Historias 2.95) que también citó al Termestinorum agros, la de Plinio (Historia natural 3, 27), que citó Termes, Tácito (Anales 4.45), nationis termestinae, floro (Epítome de la Historia de Tito livio 2.10.9), Termes, livio (Periochae 54.1), Termestinos, etc. con respecto a la cuestión de la diferencia vocálica tar- frente a ter-, Jordán señaló que, aunque quedaba abierta, el testimonio de las fuentes indígenas hace pensar en la prioridad de tar-, quizá convertida en ter- por re-etimologización clásica, en referencia a sus aguas termales, cuestión ésta ya indicada por J. Luis García Alonso. Así como otros posibles argumentos de carácter lingüístico que podrían justificar el citado cambio. Sin embargo, el argumento de Jordán implicaría que las citas a Vitulus et Proculus Valeri(i) fratres Tarmest(ini) en Mérida, el año 58 d. c., como concretó fita, y la de L. Iulius Campanus Tarmestinus, en el yacimiento arqueológico de Santa Eulalia (Almonaster la Real, Huelva), cuya tumba de incineración data de finales del siglo I d. c., según luzón, deberían ser posteriores a las referencias a las variantes de Termes o de los termestinos y no es así en el caso de algunas de las fuentes literarias citadas, por ejemplo, las de Salustio y livio ya que ambos fallecieron antes del 58 d. c., y puede que tampoco lo sea en alguna de las epigráficas. Aunque éstas, incluidas las dos de los tarmestinos, según Martínez y Santos, están datadas sin demasiada precisión, entre finales del siglo I d. c. y todo el siglo II d. c. Por lo que también cabría contemplar otras explicaciones para las dos citas conocidas a los tarmestinos, incluida la de que estas dos referencias epigráficas puedan achacarse a sendos errores ortográficos (fita, 1894: 94-95; luzón, 1975: 282; Martínez y Santos, 2005: 701-705; Jordán, 2008:119-124).

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fig. 11.- Análisis paleográfico del As de bormeskon/tarmeskon

la cita a lazuros hallada en la cueva de San garcía y, por extensión, no sólo en la Meseta o Ribera del duero sino que, también y concretamente, en el extremo noroccidental del territorio celtibérico y limítrofe con el de los vacceos, abunda en las conexiones que identificaron Vicente y Ezquerra para explicar el uso de la variante occidental en esta inscripción de la caridad. éstos señalaron que Lazuro era del grupo familiar de los Cosocos, ubicados en langa de duero, y que también había más paralelos étnicos entre ambas regiones ya que de la caridad también procede la inscripción kambarokum, [K.5.2]49, (fig. 12), o de los Cambarocos que podrían estar relacionados con los gentilicios Ca(m)barinos, citado en una de las estelas de Clunia, [K.13.1]50, cambaricum entre los vetones o cambaricum en Yecla de Yeltes (Salamanca, castilla y león)51, y ahora se puede añadir que lazuros es un antropónimo celtibérico hallado en Hortezuelos. no obstante, el hecho de que la inscripción [K.5.2] fuera realizada en la variante oriental del celtibérico es consistente con el lugar de su hallazgo, a pesar de su posible y 49.-Vicente, Punter, Escriche y Herce consideraron que en el fondo del vaso podría haber un signo ka y quizá una i. Posteriormente, untermann, además de la citada ka, propuso la existencia de una l o quizá una ki. Opción esta última que es la que nos parece más adecuada pero considerándola como correspondiente al único signo existente en la parte exterior del vaso. de ser así, se podría relacionar con la inscripción de Valdespartera (zaragoza), [K.20.1], en la que figuran seis signos ki. (Beltrán, 1977: 188-190 y 192, Vicente, Punter, Escriche y Herce, 1993: 757-759; untermann, 1997: 647-648 y 702-703). 50.- En la estela figura la inscripción kaabaarinos. untermann, 1997: 682-684. 51.- Vicente y Ezquerra citaron varios trabajos de Albertos para establecer las citadas relaciones y paralelos étnicos (Vicente, Punter, Escriche y Herce, 1993: 759; Vicente y Ezquerra, 2003: 263).

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fig. 12.- Análisis paleográfico de los grafitos de la inscripción [K.5..2].

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citada relación étnica con los habitantes la Ribera del duero. Sin embargo, estas conexiones, por sí solas, no explican completamente el hecho de que la tésera fuera escrita en la variante occidental, como ya expusieron Vicente y Ezquerra. del mismo modo que se podría concluir que tampoco sería consistente el hecho de que en ella se dé el uso de la variante occidental del celtibérico con la suposición de Jordán acerca de que la tésera procedía de la caridad, si esto significara que no sólo fue hallada allí sino que también era originaria de la ciudad que allí hubo52. A no ser que, como se puede deducir del trabajo de Simón (2008: 134), se considere que una posibilidad es considerar que Lazuro habitaba en esa ciudad y que fue quién recibió de la ciudad que figura en la inscripción: tarmestutez (Termes), encajando así el uso de la variante occidental de la escritura de la tésera con el empleado en la emisión de tarmeskom53. de todo lo cual se podría deducir que en la ciudad que hubo en la caridad habitaban Cosocos y otras familias de indígenas originarias de la zona noroccidental de celtiberia pero que se habrían desplazado allí de forma voluntaria o forzosa cuando los romanos fundaron la ciudad ex novo, a fines del siglo II a. c. y en el nuevo extremo oriental de celtiberia, (fig. 13). lo que explicaría que, años más tarde, todavía hubiese vínculos entre esta comunidad ya asentada en el valle del Jiloca y las de su zona de procedencia en la Meseta del duero. Siendo así, esta tésera sería una muestra de estos vínculos aún vivos en la época de las guerras sertorianas, tras las que se produjo la destrucción y el abandono de la ciudad que hubo en la caridad54, y quizá también del movimiento forzoso de indígenas que se habría producido como consecuencia de la primera guerra celtibérica. Algo similar a lo que pudo ocurrir en la ciudad postsertoriana Segobriga con respecto a la ubicación originaria de sekobirikez, si todos o buena parte de los habitantes de ésta hubieran sido desplazados o deportados por los romanos desde el extremo noroccidental de celtiberia al nuevo extremo sudoriental (gonzález-conde, 1992: 307; garcíaBellido, 1994: 246 y 256-257; garcía-Bellido, 1995: 135-136; Burillo, 1998: 333-339; lorrio, 2001: 207; Burillo, 2008: 408-410). no siendo éstos los únicos casos, pues existen numerosos procesos de deportaciones inflingidas por los romanos a los habitantes de 52.- Jordán consideró que esta tésera de hospitalidad era de procedencia oriental y que su escritura era incoherente con el sistema dual. lamentablemente, Jordán olvidó citar esta tésera en su reflexión final acerca del uso del sistema de escritura dual, al referirse sólo a 8 documentos hallados en territorio celtibérico y sobre los que sí distinguió entre su origen y el lugar de su hallazgo (Jordán, 2007: 114, 135 y 138) 53.- Aunque Jordán se apoyó en el epígrafe monetal de la ceca tarmeskom al empezar a proponer el posible uso del sistema de escritura dual en celtibérico, no queda claro que también así sea en la última de las emisiones recogidas por Villaronga y garcía-Bellido y Blázquez o en el ejemplo adjunto (fig. 12), pero como no hemos podido tener acceso directo a las citadas piezas tampoco podemos asegurar que sea así. Mientras que Jordán destacó que el sistema de escritura empleado en la tésera de caminreal era incoherente con el sistema dual. Aunque, como ya hemos comentado, no aclaró si consideraba que había sido escrita en el lugar donde fue hallada o no, aunque su propuesta de identificar esta ceca con Termes, hace suponer que creía que habría sido escrita allí (Villaronga, 1999: 241; garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 69; Jordán, 2004: 197-198; Jordán, 2005: 1027-1028; Jordán, 2007: 114, 135 y 137-138; Simón, 2008: 134). 54.- Vicente y Ezquerra fijaron con aceptable precisión las fechas de construcción a fines del siglo II a. E., y de destrucción y abandono completo en torno a 80-72 a. E., quizás como consecuencia del conflicto sertoriano. El núcleo fue construido ex novo, posiblemente por iniciativa del estado romano, como núcleo rector de esta comarca y centro urbano dedicado, además, a la organización de la explotación y comercialización de los recursos mineros de la cercana Sierra Menera. En el momento actual de la investigación, creemos que la ciudad existente en La Caridad, a pesar de su urbanismo netamente romano, estuvo habitada fundamentalmente por indígenas. A lo que añadieron que era sugerente pensar en un núcleo para asentar a auxiliares celtíberos veteranos (Vicente y Ezquerra, 2003: 254; Ezquerra, 2007: 208).

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fig. 13.- ubicación geográfica de caminreal, Montejo de Tiermes, langa de duero, Botorrita y Valdespartera.

distintas partes de la costa mediterránea y, particularmente, a los de ciudades de Hispania (vetones, arevacos y celtíberos) que fueron trasladados al otro lado de los Pirineos tras las guerras sertorianas (Pina, 2004: 211-246; 2006: 117-129). del mismo modo que también pudieron ser fruto de anteriores deportaciones de poblaciones celtibéricas, los que se asentaron en la cercana ciudad y ceca de konterbia karbika55, situada en el yacimiento arqueológico de Fosos de Bayona en Villas Viejas (Huete, cuenca) tras las guerras numantinas o incluso anteriormente56 y que, en cualquier caso, acabaron abandonándola para trasladarse también a la nueva y próspera Segobriga, en la segunda mitad del siglo I a.c. (gonzález-conde, 1992: 307-308; gonzalbes, 2000:148-150; garcía-Bellido, 2001: 149; Burillo, 2008: 410-412). Por último, cabe señalar que si se mantuviera la posibilidad, que hemos visto que no ha sido completamente descartada, de que tarmestutez fuera la ciudad de origen de Lazuros e hiciera referencia a la propia ciudad que hubo en la caridad y dadas las relaciones que hemos visto que pudieron existir entre quienes debieron fundarla a principios del siglo II a. c. y quienes pudieron ser deportados desde la zona occidental de celtiberia, como consecuencia de la primera guerra celtibérica, así como que todavía queda por explicar satisfactoriamente las referencias a los habitantes de la ciudad que comenzaban por ter- y por tar-, cabría la posibilidad de plantear una alternativa consistente con casi todo lo anterior y que pasaría por considerar que hubo dos ciudades casi homónimas: Termes, en la celtiberia occidental, y Tarmes, en el yacimiento arqueológico de la caridad o en sus cercanías pero ubicada en el valle del Jiloca o incluso en el del Jalón57. fenómeno que sería explicable de forma similar al del traslado de la ceca 55.- El hecho de que inicie sus emisiones hacia el año 133 a. c., junto con su nombre y el parecido con las monedas de sekobirikez podría indicar un traslado de población procedente de celtiberia (garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 257). 56.- Aunque no más de 181 a. c. pues se considera que hasta entonces, al menos, konterbia karbika era una ciudad carpetana, situada en el límite con el territorio celtibérico (gonzalbes, 2000: 146-147, 152-153 y 280-281). 57.- la ubicación de una supuesta ciudad de Tarmes en la caridad también va en detrimento de la propuesta de Burillo de ubicar en este lugar la ceca orosiz (Burillo, 2008: 318, 322 y 399).

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de sekobirikez/Segobris a Segobriga, manteniendo gran similitud en su denominación, y que, además, solventaría la pega expuesta por Burillo acerca de que la ceca tarmeskom mantenía su identificación con las monedas que la ubicarían en el valle Medio del Ebro, si no fuera porque, debido a supuestas razones filológicas habría que desplazarla a la zona occidental de celtiberia, rompiendo con ello la distribución regional entre las cecas terminadas en –kos y –kom, siendo esta última, además, característica de los belos (caro, 1954: 742, Burillo, 1995: 172-173; Villar, 1995: 342-344, Burillo, 1998: 157 y Burillo, 2008: 146, 167-158, 326 y 368-369) o quizá del solar del que éstos eran originarios así como de los lugares en los que fueron reubicados varios pueblos celtibéricos en ciudades de nueva planta, tras su deportación por los romanos, tanto en celtiberia oriental como en carpetania. la ubicación de tarmeskom en el valle del Jalón fue propuesta por Beltrán y mantenida por Villaronga debido a la presencia de tres delfines en el anverso de su primera emisión (Beltrán; 1953: 25; Villaronga, 1999: 240-24; garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 68-69), lo que encajaría con su posible ubicación en caminreal. Mientras que el hecho destacado por garcía-Bellido y Blázquez acerca de que su factura y estilo recuerdan mucho sekobirikez y su ubicación bien podría ser soriana, aunque el uso de bo y el jinete con palma la acercan más a zona catalana (Blázquez, 2001: 68), podría explicarse si se tiene en cuenta que la primera emisión, fechada en la segunda mitad del II a. c., pudo estar influida por las características meseteñas propias del lugar del que eran originarios los fundadores de la nueva ciudad, aunque ya ubicada en una zona más cercana a las cecas catalanas y, por tanto, acorde con el uso del jinete con palma. Además, el hecho de que la segunda emisión, que mantiene este estilo en el reverso, aunque incorporando el signo ta o los de ta, r y s, date de finales del siglo II a.c. o principios del siglo I a.c.58, también encaja con la cronología propuesta para la destrucción y abandono de la ciudad que hubo en caminreal. Aún así, queda pendiente conocer qué información podrían aportar las monedas halladas en las excavaciones de la caridad pues mientras no se conozcan estos datos, como apuntó Burillo59, así como algo de información acerca de la posible circulación de las emisiones de tarmeskon es muy difícil aventurar la ubicación de esta ceca, más allá de las conjeturas expuestas y de las consiguientes reservas. Además, sigue abierta la cuestión de la coexistencia de inscripciones realizadas en la variante occidental y oriental, [K.5.1] y [K.5.2], respectivamente, entre las halladas en caminreal y sólo se nos ocurre proponer que la estrecha relación existente entre buena parte de la población indígena de esta ciudad con sus parientes y amigos de la zona más occidental de celtiberia pudo hacer que perviviera su estilo de escritura en su nueva 58.- garcía-Bellido y Blázquez 2001 consideró que las variantes del anverso tenían los signos bo y bo/s/r, aunque la s no se apreciaba en las fotografías que adjuntaron. mientras que Villargonga había publicado fotografías en cuyos anversos se aprecia bo, bo/r y borm. Además, cabe señalar que dató su primera emisión después del año 143 a. c. y la que tiene signos en el anverso a finales del siglo II a. c., lo que sigue siendo consistente con lo que hemos expuesto (Villaronga, 1999: 240-241 y garcía-Bellido y Blázquez, 2001: 68-69). 59.- Burillo recordó que hasta 2003 sólo se había publicado el hallazgo de un conjunto de 55 monedas de muy diversa procedencia, de las que 4 eran ases de orosiz, mientras que no había información acerca del resto (Vicente y Ezquerra, 2003: 251 y Burillo, 2008: 322).

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ubicación y que allí acabara conviviendo con el oriental, más propio del lugar en el que se encontraban y de los pueblos y ciudades de alrededor y que, sin duda, acabaron influyendo en su adopción. de modo que ambos sistemas regionales de escritura pudieron coexistir sin que crease confusión alguna para nadie que allí los manejara. Mezcla que también pudo influir en el uso del sistema de escritura dual sólo en el caso de las primeras emisiones de la ceca tarmeskom y no así en las últimas, ni en el resto de inscripciones celtibéricas citadas que han sido halladas en caminreal. finalmente, también quedaría por aclarar o añadir unas palabras acerca de la presencia de tarmestinos en la zona suroccidental de Andalucía, concretamente en el norte de la provincia de Huelva, y en el sur de Extremadura o, mejor dicho, en la Baeturia Céltica. A no ser que, como hemos comentado, ambas se deban a un error ortográfico, habría que pensar que este gentilicio seguía vigente en el siglo I d. c., esto es, más de un siglo después de que se hubiera destruido y abandonado la ciudad que hubo en la caridad, así como bastante tiempo después de que hubiera constancia de que la ciudad meseteña era conocida como Termes. Por lo que parece más probable que si estos tarmestinos no estuvieran relacionados con los habitantes de Termes ya que, de ser así, estaríamos ante las consecuencias de unos errores ortográficos, quizá su presencia tan tardía haya que explicarla poniéndola en relación con una ciudad de Tarmes, distinta de la homónima que pudo haber en la caridad. de modo que los tarmestinos de Baeturia Céltica pudieran estar relacionados con las deportaciones de celtíberos60 tras la conquista de Numancia o tras el conflicto con celtíberos y lusitanos que concluyó el 93 a. c. (Pina, 2004: 239-246), esto es, cuando aún estaba habitada la ciudad que hubo en la caridad. Por lo que estos tarmestinos pudieron mantener el recuerdo de su origen en la actual provincia turolense o bien proceder de una segunda ciudad de Tarmes a la que éstos o los antecesores de Termes pudieron dar lugar en Baeturia Céltica y de la que tampoco hay constancia documental. COnCLuSIOneS la identificación de interpunciones que habían pasado desapercibidas hasta ahora en [K.0.2], [K.1.2], [K.0.14] y [K.5.1] ha permitido mejorar la estructuración y, por tanto, la lectura de estos textos. Además, en el caso de [K.5.1], esta revisión paleográfica ha permitido corregir la confusión ocasionada al interpretar una interpunción y varios arañazos como el alógrafo correspondiente a una z, así como separar las dos palabras que componían el texto y, con ello, abrir un nuevo camino para que los lingüistas lleven a cabo su correspondiente análisis. Algo parecido ha ocurrido en la revisión del bronce Res, aunque aquí el resultado ha sido el contrario pues la constatación de la inexistencia de algunas interpunciones y la presencia sistemática de otras han permitido completar palabras que hasta ahora sólo habí60.- fita ya propuso la posibilidad de que celtíberos, procedentes de Termes ó Termancia (entre Osma y Sigüenza), que se corrieron hacia el Guadiana, y lo rebasaron, como los de Nertóbriga (Calatorao) y otras ciudades, para poblar ó domeñar la Beturia. Aunque debemos puntualizar que Medrano ubicó los restos de la ciudad de nertóbriga entre las localidades zaragozanas de la Almunia de doña godina y calatorao (fita, 1894: 94).

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an sido identificadas parcialmente. Además, se ha corregido la lectura de otras palabras y se ha propuesto identificar una de ellas como el titular o encabezamiento de la inscripción. Por último, cabe destacar que la mejorada identificación paleográfica de los alógrafos presentes en estos textos celtibéricos ofrece una doble ventaja pues facilitará el camino de su posterior estudio arqueológico, desde un punto de vista regional y diacrónico, así como abre nuevas perspectivas para su análisis lingüístico. caminos complementarios que confluirán en un mejor conocimiento de estas inscripciones conforme avancen los resultados que se vayan logrando en cada una de estas disciplinas así como de la necesaria comunicación y cooperación entre ellas. la recuperación y correcta lectura de la inscripción de la cueva de San garcía nos ha permitido reforzar los lazos existentes entre esta región noroccidental de celtiberia y la suroriental en la que se encuentra la ciudad que hubo en caminreal. Pues los lazos no sólo afectan a la inscripción [K.5.2], sino también a la tésera de Lazuros. con lo que nos hemos permitido explorar posibles consecuencias acerca del contexto histórico en el que pudieron establecerse dichas relaciones. finalmente, nos cabe añadir que la revisión de la inscripción secundaria [K.5.2] también nos ha llevado a destacar la posible relación existente entre ella y las que también figuran en [K.20.1], al margen de su inscripción principal y de si ésta está en celtibérico o en ibérico. Así mismo, destacamos la posible presencia de signos paleohispánicos en el anverso de las dos téseras de hospitalidad que hemos revisado, la de Lazuros y la de la colección fröhner, [K.0.2], y que hasta ahora se consideraba que eran anepígrafas por dichas caras. Propuesta que, de confirmarse, podría hacerse extensible a otros documentos celtibéricos, como por ejemplo la que fue conocida como tésera de Huete, [K.0.5]. Esperemos que nuestra contribución a la mejora de las lecturas de las inscripciones presentadas abran nuevos caminos para que los lingüistas puedan avanzar en el conocimiento del celtibérico y que, a su vez, con la información que éstos aporten y la que proceda del contexto histórico y arqueológico correspondiente, se pueda ir conociendo más y mejor la cultura celtibérica y el proceso de su romanización.

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PRESENTACIÓN

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DEDICATORIA A RICARDO ALCÓN

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ARQUEOLOGÍA Manuel Alberto Fernández Götz. etnicidad y Arqueología: viejas propuestas, nuevas perspectivas....................................... raimon GrAells i FAbreGAt. notas sobre la exposición de Arte Prehistórico de 1921 en las cartas de H. Obermaier a H. breuil (1919-1921) ................................................................ Jordi dilOli FOns y samuel sArdà seuMA. Vías de comunicación y territorialidad: relaciones entre el bajo ebro y la terra Alta- Matarranya durante la antigüedad..................................... borja díAz AriñO, raúl leOrzA álVArez de ArcAyA, Alberto MAyAyO cAtAlán y Francisco Javier ruiz ruiz. el cabezo del lugar (Azaila, teruel): un poblado de la primera edad del hierro ............................................................................ núria rAFel, david GArcíA i rubert y rafael JOrnet i niellA. nuevos datos sobre la evolución del poblamiento en la cataluña meridional entre el siglo Vii ane y época romana: el coll del Moro de Gandesa...................................................... Víctor e.M. MAturén. la excavación arqueológica del yacimiento ibérico de Venta rosa (teruel) ................................................... raúl bAlserA, Jesús berMeJO, luis FAtás, raimon GrAells, rafel JOrnet y samuel sArdà. Primera campaña de excavaciones en el complejo Arqueológico de “el cascarujo” (Alcañiz): resultados preliminares ............................................ Marta cHOrdá Pérez, Octavio cOllAdO y emilio nietO. las tumbas inéditas de la necrópolis celtibérica de “el cuarto” (Griegos, teruel)......................................................................... roger rierA VArGAs. Aproximación al cálculo de población en el siglo iii a.n.e.: el caso layetano..................................................

19

41

55

91

113 173

193

211 239

A. dOMínGuez ArrAnz. la presencia de cerámica ibérica en el litoral de etruria meridional: la castellina, al sur de civitavechia ................................................................................ 257 Gloria Pérez GArcíA. la ciudad de Aratikos.................................. 277 Mª del rosario GArcíA HuertA. las fusayolas de la necrópolis celtibérica de la yunta (Guadalajara) ........................................ 297 ANTROPOLOGÍA Juan José bArrAGán VillAGrAsA. el Patrimonio industrial molinero de Fuentes calientes: las piedras de Molienda y otros materiales.................................................................................... 325 Pilar PAscuAl MAyOrAl y Pedro GArcíA ruiz. Moleros y técnicas de trabajo en la sierra del Madero: cantera Peña el Mirón, trébago (soria) ........................................................................... 345 HISPANOCÉLTICA serafín OlcOz yAnGuAs y Manuel MedrAnO MArqués. revisión paleográfica de varias inscripciones celtibéricas de los valles del Jiloca y Huerva...........................................................

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