Revisión critica del axioma de la eleccion racional a partir de las neurociencias y la psicologia cognitiva

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REVISIÓN CRÍTICA DEL AXIOMA DE LA ELECCIÓN RACIONAL A PARTIR DE LAS NEUROCIENCIAS Y LA PSICOLOGÍA COGNITIVA

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Revisión Crítica del Axioma de la Elección Racional a partir de las Neurociencias y Psicología Cognitiva Autora: Lic.Vanina Lorena Gigante … Imaginen un instrumento idealmente perfecto, una máquina psicológica, registrando constantementeel nivel del placer experimentado por una persona… De momento a momento el hedonímetro varía, su indicador temblando con el movimiento de las pasiones, ahora estático por la actividad intelectual, bajo y hundido por largas horas cercano al cero, o momentáneamente saltando hacia el infinito… Francis Edgeworth (1845-1926)

Artículo preparado para el Curso de Teoría de la Incertidumbre a cargo del Dr. Javier Garcia Fronti, FCE; Universidad de Buenos Aires. Datos de contacto: [email protected]

Resumen El axioma de la elección racional es el corazón de la teoría prescriptiva de la toma de decisiones. En el mismo se supone una relación biunívoca entre elección y preferencias que permite la construcción de un modelo prescriptivo para la toma de decisiones. Esta relación entre elección y preferencias está validada por el supuesto de racionalidad. Se revisa aquí este supuesto de racionalidad, y por lo tanto la relación entre elección y preferencias a partir algunos de los descubrimientos en el ámbito de las neurociencias y la psicología cognitiva. Como resultado de esta revisión se cuestiona fuertemente el poder descriptivo, predictivo y prescriptivo de los modelos de toma de decisiones. Finalmente, se deja abierta la pregunta acerca de la viabilidad, conveniencia y pertinencia de la construcción de nuevos modelos para la toma de decisiones tomando en cuenta las restricciones al supuesto de racionalidad. Palabras claves: Toma de Decisiones – Racionalidad – Neurociencias - Modelos

Abstract

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The election axiom is the core of the Prescriptive Theory of Decisión making. This axiom assumes a biunivocal relationship between choices and preferences which allows building a prescriptive model for decision making. This relationship between choices and preferences is supported by the assumption of rationality of the economic agent. This assumption is revised, and therefore the correlation between choices and preferences as well, in light of some of the neurosciences´ discoveries and the latest researches in the cognitive psychology field. As a result of this revision, the descriptive, predictive and prescriptive power of decision making model is strongly criticized. Finally, it is left open the question about the feasibility, convenience and pertinence of the construction of new models for decision making taking into account the possible constraints over the assumption of rationality. Key words: Decisión Making – Rationality – Neuroscience - Models

1. Introducción

El objetivo último de este trabajo es delinear la temática de lo que pretendo sea mi Tesis de Doctorado. La misma tratará el tema de la racionalidad en los modelos para la Toma de Decisiones y su posible afectación por los avances acontecidos en el ámbito de las neurociencias y las teorías cognitivas.

Los recientes y asombrosos descubrimientos en el campo de estudio de las neurociencias ponen sobre el tapete la validez de la pretensión de racionalidad en los procesos de toma de decisiones. Como bien lo señalan Camerer, Loewenstein y Prelec (2005) la economía se desarrolló suponiendo que los detalles acerca del funcionamiento del cerebro difícilmente serían conocidos, es decir, que el cerebro representaría siempre una especie de caja negra impenetrable. En palabras textuales de William Jevons (1835-1882):

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Vacilo en decir que los hombres alguna vez tengan la forma de medir los sentimientos en los corazones humanos. Es por el efecto1 cuantitativo de estos sentimientos que nosotros debemos estimar sus montos comparativos.

“Contrario a lo que Jevons esperaba, los estudios del cerebro y el sistema nervioso están comenzando a permitir una medición directa de los pensamientos y las emociones.” (Camerer et al., 2005, p.10). Los investigadores en neurología cognitiva enfocan sus trabajos en relevar como aspectos biológicos de nuestra mente influyen sobre nuestra conducta (Teoría de la mente, ToM su sigla en inglés). Los trabajos pioneros en este campo fueron capaces de establecer una correlación entre acciones determinadas, llevadas a cabo por las personas, y características (o patologías) biológicas neuronales (i.e. daños en el lóbulo frontal, suministro de medicamentos para el tratamiento de determinadas enfermedades degenerativas como el parkinson, enfermedades neuronales como el autismo, etc.). Esta potencial relación entre conducta y biología cuestiona la pretensión de autonomía y racionalidad en la conducta de las personas, ya que lo que somos o hacemos está determinado (o al menos guiado) y no solamente limitado2 por nuestra biología, una hipótesis que revoluciona la forma de asumir la conducta humana.

Conducta humana cuyo eje central es la toma de decisiones la cual ha sido abordada desde distintas disciplinas como la Psicología, la Sociología, la Antropología, y por supuesto las Ciencias Económicas. Estas últimas, en particular, han desarrollado de la mano de la Economía y

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El subrayado es de la autora. Los efectos son la elección o la alternativa efectivamente elegida, como se verá más adelante la relación biunívoca entre preferencia y elección se sustenta en el supuesto de racionalidad. 2 Las limitaciones han sido originalmente teorizadas por H. Simon.

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la Administración numerosos modelos de la toma de decisiones individuales. Esta pretensión de modelizar el comportamiento dentro de las Ciencias Económicas adquiere en la actualidad nueva fuerza3 aún cuando los supuestos para la construcción de estos modelos tambalean de la mano de los descubrimientos llevados a cabo por las neurociencias. Morgan (2012) dice al respecto que estos objetos matemáticos llamados “modelos” han provocado un cambio radical en la forma de hacer economía, y que este cambio ha sido pasado por alto. Este cambio no sólo hace referencia al tipo de lenguaje utilizado sino más importante aún a la forma de pensar la economía.

Como los modelos reemplazaron principios y leyes más generales, los economistas lograron interpretar los comportamientos y fenómenos que ellos ven en el mundo económico directamente en término de esos modelos. (Morgan, 2012, p. 2)

Kahneman (2011) también tiene algo que decir sobre la utilización de modelos en la toma de decisiones:

Todas las elecciones importantes que hacemos en nuestras vidas van acompañadas de alguna incertidumbre, y esta es la razón de que los estudiosos de la decisión tengan la esperanza de que algunas de las lecciones aprendidas en las situación modelo sean aplicables a problemas más interesantes de la vida corriente. (p.352)

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Se ha podido constatar esta circunstancia por ejemplo en la renovada importancia que se le da al estudio de los modelos en universidades líderes en el ámbito de la Administración y la Economía. El MIT enfoca las materias de Toma de Decisiones en la selección del mejor modelo para cada caso, mientras que el departamento de Filosofía de las Ciencias de la LSE, dirige su atención hacia los modelos en las ciencias Económicas. Su directora ha publicado un libro denominado “The World in a Model”, el cual se utilizará fuertemente en el trabajo de Tesis.

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Jon Elster (1940-) tiene una visión más crítica y sugiere que en lugar de modelos para la toma de decisiones o leyes en el ámbito económico, deberíamos hablar de mecanismos que se pueden activar de distintas maneras. Elster (1997) considera a estos mecanismos el cimiento de las Ciencias Sociales y agrega:

¿Existen generalizaciones legaliformes en las ciencias sociales? Si no las hay, ¿Sólo nos queda recurrir a meras descripciones y narrativas? En mi opinión, la respuesta a ambas preguntas es no. El objetivo (…) es explicar e ilustrar la idea de mecanismo como intermediario entre las leyes y las descripciones. A grandes rasgos, los mecanismos son patrones causales que se producen con frecuencia, que se reconocen fácilmente y que surgen en condiciones generalmente desconocidas. (p.179)

Estos mecanismos propuestos por Elster (1997) parecen tener un sustento cognitivo y neuronal importante. En términos de Camerer et al. (2005) “investigación más reciente en el ámbito de la toma de decisiones sugiere que (…) la toma de decisiones asume frecuentemente la forma de patrones de coincidencias más que una valoración explicita de costos y beneficios.” (p.25)

La construcción de modelos así como la detección de los mecanismos, que interesan a este trabajo, tienen en su núcleo el accionar del agente económico. Torpe manejo de la complejidad y la incertidumbre, incapacidad para establecer ordenes entre distintas recompensas, el poder de las emociones, etc., todo apunta al supuesto más importante pero más escurridizo en estos modelos sobre el accionar del agente económico: Su racionalidad. En términos de Camerer

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et al. (2005) los modelos invariablemente representan las decisiones en un equilibrio deliberativo aún cuando los economistas reconocen que el hombre de carne y hueso generalmente elige sin demasiada deliberación.

Mientras que no se niega que la deliberación es parte de la toma de decisiones, las neurociencias señalan la incapacidad del ser humano para manejar el rol crucial de los procesamientos automáticos y emocionales en estas decisiones. (Camerer et al., 2005, p. 10)

Este supuesto de racionalidad o deliberación dentro de los modelos de toma de decisiones, ha sido eje durante los últimos 50 años del siglo XX de una lucha (muchas veces sin cuartel) entre los enfoques descriptivos, en especial desde el trabajo de Herbert Simon (19162001), y prescriptivos desde los brillantes desarrollos de John Von Neumann (1903-1957) y Oskar Morgenstern (1902-1977).4

La gran pregunta que excede este trabajo pero que se pretende que lo guíe es: ¿Cambian los modelos de la Toma de Decisiones a partir de los descubrimientos en el ámbito de las Neurociencias y Ciencias Cognitivas? ¿Deberían hacerlo? Si la respuesta es afirmativa, ¿Cómo lo hacen (o deberían hacerlo)? Brocas y Carrillo (2008) argumentan que las neurociencias permiten “la observación directa de los procesos de elección y por lo tanto dan lugar a la construcción

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de

modelos

teóricos

que

ayuden

a

entender

elecciones

y predecir

En la Argentina, y muy especialmente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires, el mayor investigador, docente y teórico sobre el tema decisorio fue el Dr. Pedro Pavesi (1931-2003), quien además fuera fundador en el año 1970 de la cátedra de Teoría de la Decisión, y titular de la misma hasta su fallecimiento.

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comportamientos.” (p.175). Entender elecciones

y predecir comportamientos

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pero…

¿racionales?

Para bosquejar una respuesta a esta pregunta se presentará muy brevemente los modelos descriptivos y prescriptivos en la toma de decisiones, se planteará el axioma de la elección racional, corazón de la teoría prescriptiva, se describirá el eje del conflicto (o campo de batalla) entre las teorías descriptivas y prescriptivas (principios normativos y sus violaciones), se introducirán algunos de los nuevos aportes de las neurociencias y psicología cognitiva. Como ya se dijo, el objetivo final de este trabajo es demostrar las fuertes vinculaciones entre estas cuestiones, las prometedoras líneas de investigación que abre y por lo tanto la pertinencia como futuro foco de investigación. A futuro, se estima que el aporte original de sea llevar este foco de investigación a mayor profundidad y en particular revisar -si existe- una afectación de los modelos de Toma de Decisiones o de la Elección Racional y posibles maneras de resolverla. Camerer et al. (2005) elevan el desafío porque entienden que las neurociencias pueden hacer dos tipos de contribuciones a la economía, una contribución incremental agregando variables a los modelos convencionales para reemplazar suposiciones del modelo por un soporte empírico, o una contribución radical que consiste en preguntarse cómo la economía habría evolucionado diferentemente si hubiera tenido la información brindada por las neurociencias desde un principio.

En lo persona, si bien estos temas son de mi interés prácticamente desde que inicié el dictado de la materia Teoría de la Decisión en el año 1998, el artículo de Marzetti y Scazzieri (2011) trabajado en este curso de Teoría de la Incertidumbre, fue una invitación a ordenar estas

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ideas con miras a mi futura Tesis Doctoral. Este artículo hecha luz sobre el crecimiento en importancia de la variable de las ciencias cognitivas (junto con la inteligencia artificial) en el manejo de la incertidumbre y la redefinición del concepto de racionalidad en la toma de decisiones.

Las fuentes bibliográficas de este trabajo son variadas. Por un lado se utilizará parte del material estudiado en el seminario de Teoría de la Incertidumbre, en especial la evolución de los conceptos de probabilidad y estadística propuestos por Tabak (2011), se buscará darle al trabajo un enfoque complejo como el introducido por Latour (2005), además del artículo de Marzetti y Scazzieri (2011) ya mencionado. Además se utilizarán numerosas fuentes de trabajos científicos y libros vinculados con el tema de Neurociencias, Psicología Cognitiva y Elecciones Racionales. Para investigar estas fuentes documentales se utilizó el sistema JSTOR de publicaciones académicas.

Como parte de la hoja de ruta de este trabajo se mencionará brevemente la vinculación entre probabilidad y utilidad (Von Neumann y Morgenstern (VN+M), Pavesi (1994), Luce y Raiffa (1957), revisando algunas polémicas históricas que han mantenido prescriptivos y descriptivos a partir de violaciones a principios normativos derivados de la mencionada vinculación. Se utilizarán los últimos descubrimientos en el ámbito de las neurociencias y las ciencias cognitivas, y se dejará planteada la cuestión para profundizar en el tema de modelos en los próximos trabajos.

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2. Desarrollo 2.1. Había una vez…

Un escritor fenomenal llamado Jorge Luis Borges (1899-1986) y una mente a su par propiedad de Herbert Simon. Estos dos señores tuvieron la oportunidad de encontrarse en 1970 cuando Simon visitó Argentina y pidió (como el mismo admite) una entrevista con la celebridad que era para él Jorge Luis Borges5. Borges que en ese momento era director de la Biblioteca Nacional lo recibió en su despacho y entre ellos se dio un diálogo que quedo registrado en la revista Primera Plana (1971). Evidentemente Borges había hecho los deberes al momento de entrevistarse con Simon, y lo que se suponía sería una entrevista de Simon a Borges terminó invirtiendo los roles de entrevistado a entrevistador. Es en este contexto, que Borges le realiza una pregunta a Simon que apunta directamente al corazón de la teoría descriptiva de la toma de decisiones:

BORGES: ¿Esto implicaría que si algún ser poderoso, algún dios, conociera todo mi pasado, mi infancia, inclusive antes de mi infancia, diría mis antepasados, esto implica que ese dios podría predecir mi comportamiento frente a cualquier situación? SIMÓN: Mis creencias científicas me dicen que es así. Teniendo todos esos conocimientos sobre un individuo se puede predecir su comportamiento frente a determinada situación. BORGES: Entonces lo que yo estoy diciendo en este preciso instante es... SIMÓN: ...es una función de todo su pasado... BORGES: ...es inevitable. 5

Simon dirá en su autobiografía que se veía atraído por los escritos de Borges sobre los laberintos. Simon (1992)

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SIMÓN: Inevitable, sí, pero esa inevitabilidad no le quita a usted su identidad, su individualidad. Usted es la encarnación de su propio pasado. BORGES: Comprendo. O por lo menos me plazco en pensar que entiendo. Ahora, ¿esto da cuenta de todas nuestras acciones? Es decir, si mi mano derecha está apoyada sobre mi mano izquierda, ¿es porque tenía que ser así? Yo pienso que hay muchas cosas que hacemos de una forma, diría, impensada. SIMÓN: Cosas que ocurren en el subconsciente. Sí, es cierto. Si no fuera así no podríamos ni siquiera atarnos los cordones de los zapatos. La mayoría de las cosas ocurren así. Pero eso se debe a que tenemos muchas cosas programadas. BORGES: Pero, ¿las cosas son inevitables en ese sentido también? SIMÓN: Podrían ser distintas pero siempre en función de sus programas. Podría haber algún determinante que haga que su programa le indique otra acción a tomar. Y si hablamos del azar, el científico piensa siempre en última instancia que en esto no existe el azar. En algún momento quizá tenga que decir que no puede explicar determinado fenómeno pero igual trabaja con el supuesto de que hay causas que determinan una acción. Y por lo tanto, cuando estudiamos el comportamiento de una persona que está resolviendo un problema, partimos del supuesto de que cada ¡hmmm! o ¡ah!, de que cada exclamación, tiene su causa. No siempre podemos descubrir esa causa. BORGES: Bueno, claro. Cuando estudian el comportamiento tienen que remontarse al pasado entero de esa persona. Inclusive al pasado, a los comienzos de la humanidad, inclusive del cosmos. (Borges y Simon, 1971)

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¿Es posible estar en condiciones de prever el comportamiento de una persona conociendo su pasado? En un sentido más amplio, Simon incluyó también su contexto cultural que forma parte de la formación de una persona. ¿Podrían Simon y Borges haber imaginado que tan solo 40 años después de ese diálogo las neurociencias y las ciencias cognitivas nos iban a tener mirando de frente esa pregunta ya sin atisbos de literatura fantástica sino con la certeza de imágenes impresas por un tomógrafo? El cosmos marcándonos nuestras decisiones... supera las ficciones de Philip Kindred Dick (1928-1982) cuando imaginó precogns que pudieran prever los asesinatos que iban a ocurrir en una determinada ciudad con exacto detalle del lugar y de sus perpetradores.

Somos polvo de estrellas que evolucionó y no es nueva (ni descabellada) la tesis de que nuestra conducta tenga una base biológica. La evolución de nuestra especie es el resultado, en términos de Richard Dawkins (1941-), de un gen egoísta cuyo único objetivo es perpetuarse (Dawkins, 1993). El largo camino de la evolución de este homo sapiens sapiens lleva 195.000 años. Una nimiedad si lo comparamos con la aparición de los primeros grupos de neuronas interconectadas que aparecieron hace quinientos millones de años 6. Para cuando el homo sapiens sapiens aparece, el cerebro había evolucionado en una enorme especialización en otros seres, pero ninguno de esos seres era capaz de reflexionar sobre sus decisiones, o sobre sus planes, ni inventar herramientas nuevas, ni tener un lenguaje. La evolución del cerebro humano lo cambió todo.

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La antigüedad del pensamiento económico es comparativamente insignificante si consideramos sus jóvenes 500 años de edad.

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Es decir, que el ser humano está dotado de un cerebro emocional que evolucionó durante quinientos millones de años, y que adquirió aptitudes “nuevas”, utilísimas, racionales, que tienen alrededor de doscientos mil años7. Esta última joven parte del cerebro, el neocortex, es la que se ocupa del cálculo, la lógica y el lenguaje. Según Lehrer (2010) esta diferencia en el tiempo de evolución explicaría el importante rol que juegan las emociones intuitivas en la toma de decisiones acertadas y las fallas de procesamiento que existe en las operaciones lógicas que se llevan a cabo con este mismo fin. En su último libro, el creador de la Teoría Prospectiva y premio nobel de Economía, Daniel Kahneman (1934-), habla de este cerebro emocional como sistema 1 y el cerebro lógico como sistema 2. Dirá Kahneman (2011):

La pregunta que más a menudo se hace sobre las ilusiones cognitivas es la de si pueden ser vencidas. (…) Como el sistema 1 opera automáticamente, y no puede ser desconectado a voluntad, los errores del pensamiento intuitivo son mucho más difíciles de prevenir. Los sesgos no siempre pueden evitarse porque el sistema 2 puede no tener un indicio del error. Cuando existen indicios de errores probables, estos sólo pueden prevenirse con un control reforzado, una actividad más intensa del sistema 2. Sin embargo, adoptar como norma de vida la vigilancia continua no es necesariamente bueno, y además es impracticable. Cuestionar con constancia nuestro pensamiento sería insoportablemente tedioso, y el sistema 2 es demasiado lento e ineficiente para servir de sustituto del sistema 1 en las decisiones rutinarias. (p.45)

Estas ilusiones cognitivas dan lugar a sesgos o desaciertos a la hora de tomar decisiones que son la principal prueba argumentativa de los enfoques descriptivos para cuestionar la 7

En el proceso evolutivo se han creado incluso circuitos neuronales en el cerebro humano que se aproximan a la elección racional bayesiana, o mecanismos de aprendizaje que se pueden desarrollar en ambientes estables.

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aplicabilidad de modelos prescriptivos que dan por sentado principios de conducta racionales. En su lugar, se proponen modelos descriptivos o explicativos de cómo las decisiones se toman en realidad. Uno de los modelos más conocidos del enfoque descriptivo es el modelo de Simon: La cadena de “medios a fines”.

(…) hemos llegado a la conclusión de que la perfección de una decisión administrativa es un asunto relativo; que es correcta si elige los medios apropiados para alcanzar los fines que se le han señalado. Corresponde al administrativo racional seleccionar estos medios eficaces. (…) Las relaciones de medios-a-fines sirven para integrar el comportamiento, incluso en el nivel fisiológico. (…) Pero dar un paso, coger un objetivo, es habitualmente en sí mismo un medio para un fin más amplio. (Simon, 1947, p. 61)

El mismo Simon (1947) reconoce la dificultad de distinguir medios de fines, sin embargo articula en este modelo las decisiones administrativas. La adecuación entre fines y medios es para Simon la medida de la racionalidad, una racionalidad claramente instrumental.8 El otro modelo descriptivo destacado es la Teoría Prospectiva, o Teoría de las Expectativas, desarrollada por Kahneman y Tversky (2000) que será citada oportunamente a lo largo de este trabajo.

2.2. Las cosas no deberían ser así.

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La racionalidad queda entonces circunscripta a la selección de medios adecuados mientras que la discusión sobre la valorización de sus fines queda fuera de su alcance. En términos de Horkheimer ( 2007) la comparación entre metas no puede hacerse en función de su nivel de racionalidad a excepción de que una sea medio para la otra. Sobre las críticas a la racionalidad instrumental se trabajará más a fondo en la Tesis.

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La contraposición a la teoría descriptiva de la decisión es la teoría prescriptiva que es en términos de Kahneman (2011) la teoría más importante de las Ciencias Sociales que “no se concibió como un modelo psicológico; era una lógica de elección basada en reglas elementales (axiomas de la racionalidad)” (p.352) Camerer (2007) rescata una carta de Pareto fechada en el año 1897 que dice:

Es un hecho empírico que las ciencias naturales han progresado sólo cuando han tomado principios secundarios como su punto de partida, en lugar de tratar de descubrir la esencia de las cosas… La política económica pura tiene entonces un gran interés en apoyarse tan poco como se pueda en el dominio de la psicología. (p.26)

Lejos de la descripción de la esencia de las decisiones y con una base instrumentalista9, la teoría prescriptiva pretende, como su nombre lo indica, prescribir cómo deberían tomarse las decisiones. Es decir, el enfoque prescriptivo, busca ofrecernos un modelo representativo de cómo las decisiones deberían ser (qué pasos seguir, qué elementos considerar, cómo valuar las consecuencias, cómo considerar los ámbitos de incertidumbre, etc.). Pavesi pone énfasis en el condicional, porque nadie obliga al decisor para que decida de tal o cual manera, pero si el decisor quiere maximizar (o al menos optimizar) sus decisiones debería observar las distinciones propuestas por la teoría prescriptiva. La teoría de la decisión prescriptiva (TDP) de alguna forma norma10 cómo deberían ser las decisiones y les devuelve a las personas el libre albedrío (que les

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El enfoque instrumentalista de la teoría se pone de manifiesto cuando el objetivo principal de la misma es el uso de la teoría como una herramienta. De hecho Pavesi (1996) cataloga la TDP como un praxiología y tecnología. 10 Para un excelente trabajo de elaboración sobre las distinciones entre prescripción y norma véase la Tesis Doctoral del Dr. Pedro Pavesi (Pavesi, 1994)

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habría negado la teoría descriptiva) para que elijan lo que más prefieren11. Las consecuencias son valoradas de acuerdo al grado de alcance del objetivo que orienta la decisión que se está tomando. Es decir, la TDP considera la toma de decisiones un fenómeno teleológico porque persigue un fin. En esta persecución de un fin, tanto el enfoque descriptivo como el prescriptivo coinciden, asumiendo entonces el principio de racionalidad instrumental Lo que las distingue es el tratamiento que le dan a esta racionalidad instrumental dado que los descriptivos describen las limitaciones de esa racionalidad instrumental señalando fuertemente la imposibilidad de definir todas las alternativas de un problema de decisión, menos aún todas las consecuencias posibles de todas esas alternativas y el grado de satisfacción que la experiencia de esas consecuencias posibles significarán para el decisor12. En conclusión, los descriptivos señalan la imposibilidad de maximizar. Los prescriptivos responden que entienden que tal pretensión maximizadora es irrealizable, pero optimizar, es decir, elegir de acuerdo a las preferencias dentro de un universo percibido y relevante es condición suficiente de racionalidad instrumental para la TDP.

Ahora bien, el homo sapiens viene tomando decisiones hace cientos de miles de años ¿Para qué una TDP entonces? Pavesi (1985) responde a esta pregunta diciendo que la TDP nos ofrece un modelo que permite superar las deficiencias del sistema de preferencias a la vez que revelarlas, tener a raya a la incertidumbre (poniéndole restricciones a la entropía) y contribuye a

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Suponiendo preferencias autónomamente definidas que dan lugar al libre albedrío, lo cual como se revelará en secciones siguientes no es tan cierto. 12 Existen incluso interesantes investigaciones sobre las diferencias entre la utilidad recordada y utilidad real. Un ejemplo conocido es el del “Desafío Pepsi” que invitaba a usuarios que manifestaban tener una preferencia de coca por sobre pepsi a que probaran ambas gasesosas en un stand en vasos sin distinciones de marca, para demostrarle a los clientes que en realidad la utilidad una vez experimentada ambas gaseosas invertía las preferencias manifestadas a priori. Elster (1997) habla de tres cómputos distintos de la utilidad afectando nuestro bienestar: a través de la previsión, a través de la experiencia directa y finalmente a través de la memoria, similarmente Kahneman (2011) hace claras distinciones entre utilidad experimentada y recordada contrastadas en múltiples experimentos empíricos.

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resolver situaciones complejas de múltiples variables.13 En términos de Pavesi: Sólo los genios y los idiotas no necesitan una TDP. Elster (1997) muestra su desacuerdo con el lugar que se le da a la racionalidad en la TDP citando a David Hume (1711-1776): Como dijo Hume “la razón es y únicamente debe ser, esclava de las pasiones”. Si tuviéramos que hablar de los deseos racionales, o de las condiciones en las que un deseo dado podría considerarse racional o irracional, la razón pasaría de ser esclava a juez. (p.46) 2.2.1. El axioma de la Elección.

Fuertemente asociada con la Teoría de la Elección Racional (TER), la TDP está compuesta en el corazón de su estructura por el axioma de elección. En esta teoría en términos de Elster (1997):

Los agentes económicos son racionales, actores unitarios, con intereses propios y preferencias inmutables. Un agente económico no es más que un perchero en el que cuelga sus preferencia o, en otras palabras, su función de utilidad. (p.37) La teoría de la opción racional es, ante todo, una teoría normativa o prescriptiva. Les indica a las personas cómo elegir y actuar a fin de lograr sus metas de la mejor manera posible. Además ofrece, pero sólo como elemento accesorio, una explicación de la conducta humana. Desde esta perspectiva, la hipótesis que se plantea es que se puede explicar cómo actúan las personas suponiendo que cumplen con las reglas de la teoría normativa. (p.43)

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Como veremos a lo largo del trabajo, el agente racional falla consistentemente en estas tres cuestiones que propone Pavesi.

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De estas reglas, el axioma de elección es un principio fundamental que se deriva de la teoría de la preferencia que dice que en condición de elegir14 un agente opta por lo que más prefiere.

(1) D: A  B → E(A) Que a menudo es entendido como una doble implicación: (2) D: A  B ↔ E(A) Donde D es un agente (decisor); A, B son expresiones de distinto grado de complejidad (a menudo, proposiciones) en el lenguaje del agente que describen entes cualesquiera; y “” se lee “es preferido a” y es un orden estricto completo (asimétrico, transitivo y conexo) el que, a menudo, es incorporado como un axioma de preferencia; E es un operador que designa un acto y se lee “elegir”. (No se distingue aquí entre el método prescriptivo y descriptivo del operador E). (Pavesi, 1996, p. 170)

La expresión (1) significa que un Decisor que prefiere A a B, elige A. Mientras que la expresión (2) significa que un Decisor que no sólo si prefiere A a B elige A, sino que además si elige A es porque lo prefiere a B. Como lo señalan Camerer et al. (2005) la imposibilidad de medir los sentimientos expresada por Jevons anteriormente es “superada” a partir de los conceptos de utilidad ordinal y preferencias reveladas. Dirán Camerer et al. (2005):

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Pavesi (1996) explora situaciones extremas de obediencia, terror, etc. como situaciones donde el agente no está en condiciones de elegir libremente.

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La teoría de las preferencias reveladas simplemente equipara preferencias no observadas con acciones observadas. La circularidad es evitada asumiendo que las personas se comportan consistentemente.15 (p.10)

O en términos de Pavesi (1996), este axioma de elección es irrefutable y vacuo, y por otra parte establece claramente que una vez determinada la preferencia la elección queda unívocamente definida.

Sobre las preferencias Pavesi (1996) consideró al proceso de su definición como complejo y poco definido, tratado por las ciencias del comportamiento humano, pero dejó abierta la discusión para la incorporación de una TDP a la psicología y otras ciencias humanas. Claramente, como lo señalan Camerer et al. (2005) las herramientas de la utilidad esperada subjetiva y métodos bayesianos permitieron desarrollar el enfoque TDP salteando el aspecto psicológico. “El enfoque como sí16 tenía bastante sentido mientras que el cerebro fuera una caja negra.” (Camerer et al., 2005. p. 10) o como lo señalan Fehr y Rangel (2011) “los modelos económicos tradicionales son como si en oposición al como es de las teorías descriptivas de la toma de decisiones.” (p.4)

El invento más importante para cumplir con la función de ayudar a D (decisor) que le hemos impuesto al Axioma de Elección, sin entrar en la caja negra psicológica, es la Teoría de la Utilidad que es un modelo de medición de las preferencias. No sabemos bien qué son las 15

Consistentemente = Racionalmente. “como si” de su traducción del ingles “as if”, indicando los modelos de toma de decisiones que se construyen a partir de supuestos de ocurrencia de determinados acontecimientos y elección de determinados cursos de acción para establecer consecuencias futuras imaginadas (o deducidas) sobre las cuales elegir en el presente. 16

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preferencias ni podemos establecer sus orígenes, causas, fundamentos, pero aparentemente podemos medirlas. Por la teoría de la Utilidad obtenemos una variante más compleja de (1): (12) D: A  B  u(A) > u(B)  E(A) Donde, como ya hemos visto u es una función numérica en el campo real. La extraordinaria importancia de (12) reside en que pretende dilucidar  en situaciones simples. Si D no sabe establecer sus preferencias entre A y B, cumpliendo los requisitos impuestos a , lo que es frecuente, la medición de sus preferencias sobre partes componentes de A y B, preferencias que pueden establecer por tratarse de elementos más sencillos, lo ayudará a construir sus preferencias sobre el conjunto más complejo de estos elementos. (Pavesi, 1996, p. 182)

La gran aspiración (¿o presunción?) del modelo de la TDP se resume en lo establecido en la expresión (12) de la cita del párrafo anterior. Si un decisor prefiere A a B, esto implica que la utilidad de A es mayor a la utilidad de B y por lo tanto elige A. (Y por supuesto la doble implicación entre utilidades y preferencias que se leería: Que si para un decisor la utilidad de A es mayor que la utilidad de B, entonces elige A a B.) Además, el decisor está en condiciones no solamente de decir cual es su preferencia, sino además de medirla en una escala al menos de intervalo de forma tal de que en la elección queden establecidas preferencias y utilidades medibles cardinalmente. Como veremos más adelante, largo y penoso es el camino hacia estas condiciones de racionalidad. Como claramente lo exponen Brocas y Carrillo (2008):

Si el paradigma de la racionalidad se mantiene, las elecciones consistentes se corresponden con preferencias racionales, y ambas formulaciones son equivalentes. Sin embargo, si el paradigma de racionalidad no se mantiene, no existe un mapeo tan claro entre las teorías de

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decisión basadas en elección y basadas en preferencia. Argumentamos que, en este caso, hay un objetivo por un tercer enfoque que complemente a estos dos. (p.176)

2.2.2. Las preferencias y la incertidumbre.

Cuando intentamos explicar un orden de preferencias generalmente acudimos a los ejemplos simples, aunque no por simples son banales. Si una persona determinada está en condiciones de establecer un orden dentro de un conjunto de elementos 17 como son por ejemplo té, café, mate (conjunto de infusiones más comunes en la Argentina). Si está en condiciones de decir que prefiere el té al café, y el café al mate, y más aún, asegurar que entonces prefiere el té al mate. Podemos entonces decir que esta persona construyó un orden completo. A la hora de definir las propias preferencias o construir este orden se asume una independencia del decisor para llevar a cabo este proceso. Elster (1997) por el contrario dice que las preferencias pueden ser adaptativas, es decir, “depender de las opciones disponibles para los agentes y no a la inversa, como sucede en la teoría económica estándar.” (p. 17). Elster (1997) profundizó en el tema de las preferencias vinculándolas a la fábula de la zorra y las uvas donde la zorra decía que para ella las uvas estaban agrias simplemente porque no las podía alcanzar. La contra parte de este razonamiento serían las preferencias contra-adaptativas, simplemente preferir algo porque no está a nuestro alcance (el campo del otro siempre es más verde). Es decir, no existe independencia entre la construcción de las preferencias y el grado de accesibilidad a los objetos 17

Este orden sería para un momento dado en el tiempo. La estabilidad de las preferencias es necesaria hasta el momento que se toma la decisión para la TDP, en términos de Shackle, la decisión significa un corte y en términos de Pavesi, el decisor es un solitario que nace y muere en cada instante, en cada decisión que toma. Estos supuestos no son gratuitos porque permiten a la TDP ahorrarse los inconvenientes provocados por los cambios de preferencias de un momento a otro.

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sujetos a tal preferencia por parte del decisor. Sumado a lo dicho, y dejando de lado el ejemplo banal del desayuno matutino, la definición de las preferencias se torna en extremo compleja cuando acontece en situaciones que incorporan distintos grados de incertidumbre.

Cuando se habla de incertidumbre muchas veces se la confunde con riesgo y viceversa, es por eso que a los fines de este trabajo es importante definir claramente de que estamos hablando en cada uno de los casos.

Marzetti y Scazzieri (2011) distinguen tres niveles de incertidumbre. Estos son: 1) Riesgo cuando se tienen las probabilidades de ocurrencia de un determinado evento, 2) Incertidumbre fundamental cuando las probabilidades de una situación son desconocidas e 3) Ignorancia estructural cuando el espacio de los eventos es desconocido.

Pavesi (1986) definirá el universo como compuesto de variables no controlables (entes susceptibles de adquirir valores, niveles o grados –i.e. cotización del dólar, pronóstico del clima, comportamiento de la demanda, etc.-). Dirá que son no controlables porque el decisor no podrá definir que valor asumirán esas variables en el futuro. Es decir, que cada variable no controlable (VNC) tendrá un conjunto de comportamientos potenciales posibles. Estos comportamientos garantizarán una partición ya que serán mutuamente excluyentes, numerables y universales. En el siguiente cuadro se comparan los distintos niveles de incertidumbre propuestos por Marzetti y Scazzieri (2011) y Pavesi (1986) de acuerdo al nivel de ignorancia o desconocimiento sobre Variables No Controlables (VNC), Niveles (N) y probabilidades (pi):

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Tabla 1. Niveles de Incertidumbre Nivel de Incertidumbre en

Se conoce/n

Pavesi (1986)

Nivel de Incertidumbre en Marzetti y Scazzieri (2011)

Certeza

VNCi, Nj, pi=1

Riesgo

Cuasi certeza o Riesgo

VNCi, Nj, pi≠1

Riesgo

Incertidumbre

VNCi, Nj

Incertidumbre Fundamental

Hiperincertidumbre

VNCi

Ignorancia Estructural

Transincertidumbre

VNCi desconocidas

En la Tabla 1. se vinculan, de acuerdo a Pavesi (1986) y Marzetti y Scazzieri (2011), los contextos inciertos de acuerdo al nivel de conocimiento que se tiene sobre los mismos, así cuando se conocen las variables no controlables, se conocen sus niveles (o estados) y la probabilidad de cada los niveles asociados a las variables es igual a 1, hablamos de un contexto de Certeza para Pavesi (1986) y Riesgo para Marzetti y Scazzieri (2011).

A los fines de este trabajo los niveles más relevante a distinguir son aquellos donde se conocen las Variables no controlables, se conocen sus niveles pero o bien se conocen sus probabilidades asociadas, es decir nos encontramos en una situación de Riesgo (o cuasi certeza) tanto para Pavesi (1986) como para Marzetti y Scazzieri (2011), o bien en situaciones donde se conocen las Variables no controlables, se conocen los niveles de estas variables no controlables pero se desconocen las probabilidades asociadas a estos niveles, donde nos encontramos en

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situaciones de Incertidumbre o Incertidumbre fundamental ya sea en términos de Pavesi (1985) o Marzetti y Scazzieri (2011).

Más allá del uso indistinto que se hace en alguna literatura, de aquí en adelante la distinción en este trabajo será consistente con lo establecido en este cuadro para definir riesgo o incertidumbre en función de si se disponen las probabilidades de los niveles o no. Se entiende, que la clasificación de ambos autores es coincidente más allá de un pequeño mayor o menor detalle en el etiquetado para designar cada categoría.

2.2.3. Evolución del análisis decisorio en Riesgo.

El análisis decisorio en situaciones de Riesgo pasó de la expectativa matemática al cálculo de la utilidad esperada gracias a la contribución realizada por el científico Daniel Bernoulli (1700-1782) (Pavesi, 1994) (Savage, 1979)

Ya el tío de Daniel, Jacob Bernoulli (1654-1705), reconoció la importancia del cálculo de probabilidad en disciplinas que fueran más allá de los juegos de azar y fue el primero en distinguir que existe una estructura profunda que vincula eventos que hasta entonces eran considerados impredecibles (Tabak, 2011).

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Daniel Bernoulli a través de su celebre paradoja de San Petesburgo18 demostró porqué el cálculo de la expectativa matemática de los resultados no es representativo de las preferencias del decisor en situaciones de riesgo. Sin resolver del todo su paradoja, anticipó que las decisiones en riesgo debían ser tomadas calculando la utilidad esperada.

Es decir, no la expectativa

matemática de los resultados sino de las utilidades. Dichas utilidades se podían calcular como inversas al patrimonio del decisor, con lo cual la función de medición de la utilidad era cardinal y comparable entre personas. Fue este el nacimiento de la teoría de la contribución marginal decreciente, y de la escuela clásica de la economía.

Con la llegada de la Economía del Bienestar, Wilfredo Pareto (1848-1923) echa por tierra esta pretensión de cardinalidad que tiene la medición de la utilidad; concluyendo de las curvas de indiferencia que una persona puede decir si prefiere encontrarse en un estado A o en un estado B, pero no puede decir cuanto más prefiere un estado al otro. Es decir que mide la utilidad en una escala de preferencias ordinal. Los ordinalistas podían derivar de las curvas de indiferencia lo mismo que los cardinalistas pero con muchos menos supuestos (Edwards 1979). El gran problema radica en la imposibilidad de tomar decisiones en riesgo por tratarse de una escala ordinal de medición que no habilita por lo tanto el cálculo de la expectativa matemática sobre sus

18

La paradoja de San Petesburgo consiste en imaginar un juego de azar donde se lanza una moneda al aire, si el resultado del lanzamiento de la moneda arroja cara el jugador gana $2, si sale seca, vuelve a lanzarse la moneda al aire, si sale cara en este segundo lanzamiento el jugador gana $4 (es decir, 2 2), si sale seca en el segundo lanzamiento, se lanza la moneda una tercera vez, siendo el premio para la obtención de una cara en el tercer lanzamiento de $8 (es decir, 23), mientras que si el resultado es seca se arroja nuevamente la moneda. Así sucesivamente, se continuará arrojando la moneda, aumentando los premios y disminuyendo la probabilidad conjunta de obtención de una cara, hasta que el resultado del lanzamiento sea cara. Es fácil notar que la expectativa matemática de tal juego es igual a infinito, sin embargo, pocos decisores al ser consultados sobre cuál precio estarían dispuestos a pagar por participar de este juego, pagarían un alto precio cuando tienen una probabilidad cercana al 90% de ganar hasta $8.

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mediciones de utilidad. La cardinalidad regresa de la mano de John Von Neumann y Oskar Morgenstern. En términos de Edwards (1979)

“El período moderno del estudio de la toma de decisiones riesgosas se inició con la publicación en 1944 del libro monumental de Von Neumann y Morgenstern: Theory of the games and economic behavior, (…) Von Neumann y Morgenstern observaron que el supuesto usual de que el hombre económico puede decir siempre si prefiere un estado a otro o se siente indiferente entre ellos debe modificarse sólo de modo ligero para implicar una utilidad cardinal. La modificación consiste en agregar que el hombre económico puede también ordenar cabalmente combinaciones de probabilidad de estados.” (Edwards , 1979, p. 32)

John Von Neumann y Oskar Morgenstern (VN+M) eran dos brillantes matemáticos, húngaro y alemán respectivamente, cuyas carreras los llevaron a coincidir en la Universidad de Princeton y publican allí el libro que revolucionó la TDP y la Economía. En este libro, VN+M parten de la subjetividad de Pareto para continuar la búsqueda de la cardinalidad pretendida por Bernoulli, y desarrollan una medición en una escala intermedia entre la ordinal y la proporcional. Esta escala es la escala de intervalos19 (Pavesi, 1994), esta escala de intervalos no solamente devuelve la cardinalidad a la utilidad, con ella se recupera la posibilidad del cálculo de la utilidad esperada y el método para la toma de decisiones en ámbitos de riesgo. A partir de entonces y en términos de Kahneman (2011) “Los juegos simples (como los que anuncian un 40 por ciento de

19

Una escala intermedia entre la escala Ordinal y Proporcional cuyo cero no es empírico que permite mediciones proporcionales en su intervalo. Esta escala de intervalo se utiliza para la medición de otros atributos del mundo empírico como por ejemplo la temperatura.

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probabilidad de ganar 300 dólares) son para los estudiosos de la decisión lo que la mosca de la fruta para lo genetistas.” (p.352)

Básicamente, la medición de la utilidad de VN+M, se apoya en la proporcionalidad de la medición de la probabilidad, toma “prestada” de esta probabilidad la cardinalidad que necesita la utilidad para poder ser expresada en una escala de intervalos. Esto lo logran a través de un cuerpo axiomático desarrollado para tal propósito. Kahneman (2011) aclara: “Los economistas adoptaron la teoría de la utilidad esperada con una doble función: Como una lógica que prescribe cómo han de tomarse las decisiones y como una descripción de la manera que los hombres económicos hacen elecciones.” (p. 353). Esta doble función se debe a la ambigüedad con la cual los propios VN+M respondieron siempre ante los intentos de esclarecer si su teoría era prescriptiva o descriptiva.

Distintos autores siguiendo lo desarrollado por VN+M desarrollaron cuerpos axiomáticos más simples. Entre ellos, Luce y Rafia (1957) desarrollan un grupo de seis axiomas con los que se busca garantizar la comparabilidad de los resultados, la transitividad de dicha comparación (u orden), y la existencia de una continuidad de elección entre los premios. Este último axioma dice: Dados A B  C, siempre existe una distribución de probabilidad (p), que hace que B ≈ (Ap, C(1-p)). Es decir, que dados tres premios A, B, y C sobre los cuales pueda establecerse un orden completo y transitivo, donde A es preferido a B, y B es preferido a C, por lo tanto A es preferido a C, existe siempre una probabilidad p tal que haga que el premio intermedio B sea

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indiferente20 a una distribución de probabilidad (o lotería) donde el premio más preferido, en este caso A, tenga una probabilidad p, y el premio menos preferido, en este caso C tenga una probabilidad igual al complemento de p (es decir, (1-p)).

De lo antedicho se puede apreciar con total claridad la enorme importancia que adquiere la probabilidad en la medición de la utilidad en contextos de incertidumbre, ya que le “garantiza” a la utilidad su proporcionalidad en un intervalo determinado y por lo tanto su validez para el calculo de la utilidad esperada. Como veremos más adelante, el manejo y medición de esta probabilidad por parte de las personas es una de las más marcadas debilidades del supuesto de racionalidad de la TDP.

2.2.4. Los principios Normativos.

Como expresó Pavesi (1994) una Teoría de la Utilidad no es una teoría de la elección. La Teoría de la Elección, o TDP en este trabajo, es una praxiología normativa que parte de un principio exógeno a la misma (axiomas y principios normativos) y termina en una elección. Existen numerosas axiomáticas y muchos principios normativos que se derivan de estas axiomáticas. Para Pavesi (1994) los principios que hacen a una teoría normativa son:

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Sea indiferente para un decisor determinado. En este axioma de continuidad queda plasmada la actitud del decisor frente al riesgo y transparentada la función de utilidad.

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Invarianza: la forma en que es presentada una situación de decisión no debería confundir al decisor y por lo tanto su alternativa elegida debería mantenerse invariante frente a cambios en la presentación del problema.

Reducción: para elegir entre dos actos alternativos, basta caracterizarlos en términos de la distribución de probabilidad de sus resultados estimados.

Dominancia estocástica: si una alternativa es mejor que otra pase lo que pase entonces la domina, y por lo tanto la alternativa dominada debe ser eliminada del análisis.

Independencia: que asume distintas formas para distintos autores, pero que en resumidas cuentas indica que las preferencias entre dos proposiciones no deberían alterarse si se suman constantes en ambos términos, o se realizan combinaciones lineales de ambos términos, etc.

Igual valoración para las mismas probabilidades: La medición de la propensión a suceder (probabilidad) se da en una escala proporcional, donde los rangos son comparables entre sí. Por ejemplo: el rango 0,1 a 0,2 de probabilidad es proporcional al rango 0,8 a 0,9, o a cualquier otro rango con diferencia de 0,1. Esto es una condición sine qua non ya que la UES asume su cardinalidad basándose en la proporcionalidad de la probabilidad.

Transitividad y conexidad: ordenes transitivos y completos

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Equivalente cierto: Se deriva del axioma de continuidad a través del método de apuesta tipo.

Principio de globalidad: Deriva su importancia de Daniel Bernoulli (la valuación de la utilidad es inversamente proporcional al patrimonio), por lo tanto es necesario tomar el capital total para la toma de decisiones.

Principio de la alternativa dominada: Si una alternativa está dominada por otras, el orden de preferencias entre las alternativas que la dominan no debe verse alterado por la eliminación de la alternativa dominada.

La teoría de la Utilidad Esperada (UES) junto con estos principios normativos nutren el axioma de elección y representan el corazón de la TDP.

2.3. Las violaciones a los principios normativos y las habilidades cognitivas.

Ellsberg (1961), Allais (1979b, p.91), el problema de Zeckhauser, Savage (1954), son casos históricos estudiados y conocidos de violaciones a los principios normativos de independencia, igual valoración a las mismas probabilidades, dominancia estocástica, globalidad, etc.21

21

Para más detalle véase Pavesi (1994) páginas 145-152.

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Durante décadas, normativos y descriptivos, en pugna, se han demostrado mutuamente equivocados a través de estas paradojas y experimentos.22 La respuesta histórica de los normativos es que la TDP ofrece, a través del uso de sus principios normativos, una ayuda en el manejo de la incertidumbre y ordenamiento de las propias preferencias. Es decir, el remedio que proponen los prescriptivos para hacer frente a los sesgos y violaciones es ser más riguroso en la aplicación de los mismos. (¡A excepción que el decisor quiera ser irracional!)

Elster (1997) es sumamente crítico, desestima el poder prescriptivo de la TDP a partir de su análisis sobre el contraste entre la racionalidad y las normas. Asegura Elster (1997):

Existen dos formas en las que esa teoría puede fracasar: por falta de determinación o por irracionalidad. (…) Existen situaciones en las que la teoría no da prescripciones ni predicciones únicas. Los dos exponentes más claros tal vez sean la incertidumbre brutal y la incertidumbre estratégica. La primera de ellas surge de la dificultad de prever las consecuencias futuras de las acciones del presente y la segunda, de los problemas de la toma interdependiente de decisiones. (p.23)

Kahneman (2011) también encuentra inconvenientes en resolver las debilidades de la TDP con mayor atención en la aplicación de sus principios, dice Kahneman (2011) que si bien la parte racional de nuestro cerebro (sistema 2) es el encargado controlar lo sugerido por nuestra parte emocional, este cerebro racional es “perezoso” y no siempre actúa diligentemente. Es decir, 22

La conferencia de París del año 1952 ilustra esta pugna entre descriptivos y prescriptivos, cuando Maurice Allais (quien fuera premio nobel de economía en 1988) invita a un grupo de economistas de la escuela Americana (nada menos que a Paul Samuelson, Kenneth Arroz, Milton Friedman, y Jimmie Savage) a resolver una situación de decisión en riesgo para luego mostrarles cómo habían violado los propios principios que defendían. (Paradoja de Allais)

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para mejorar la toma de de decisiones racionales no es necesario ser más inteligente ni más razonable, sino más diligente.

En términos de Marzetti y Scazzieri (2011) hoy por hoy la racionalidad se visualiza como una estructura de final abierto.

Esto significa que razonar es considerado como un estado mental en el cual un set a priori (y sólo parcialmente estructurado) de habilidades cognitivas toma forma definitiva, mientras cambia de un contexto a otro, activando un set particular de procedimientos cognitivos atrás de otro.(…) La racionalidad está asociada no sólo con un uso efectivo de un set de reglas cognitivas, sino que también con el uso efectivo de habilidades cognitivas. (Marzetti y Scazzieri, 2011, p. 1)

Elster (1997) es mucho más crítico con el supuesto de racionalidad afirmando:

En numerosos casos que la razón no basta para producir resultados definitivos, lo mejor que se puede hacer es dejar la decisión librada a la suerte. Sin duda, utilizar una lotería en lugar de la razón se contrapone radicalmente a la necesidad de darle un orden y significado a la propia vida. Por lo general, somos adictos a la razón, lo que nos conduce a lo que Neurath denominó pseudorracionalismo y que yo llame hiperracionalismo. (p.22)

Concuerdan Lehrer (2010) con Marzetti y Scazzieri (2011) en decir que la parte no “racional” de nuestro cerebro tiene mucho que ver con que podamos ser racionales. Existen

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aptitudes automáticas que funcionan increíblemente bien porque fueron desarrolladas en nuestro cerebro en una etapa evolutiva mucho más temprana. Esa parte emocional de nuestro cerebro que fue perseguida y acorralada por la búsqueda de esa racionalidad deliberada, esa irracionalidad perfecta, siempre estuvo ahí ayudándonos a tomar decisiones. “Sin la emoción, la razón es impotente.” (Lehrer, 2010, p. 44). Lehrer (2010) así como Marzetti y Scazzieri (2011) creen en la posibilidad de una racionalidad ayudada por las emociones, y también lo hace Elster (1997) al decir:

Las emociones pueden, de por sí, estar sujetas a criterios de racionalidad. Pueden facilitar la cognición en lugar de obstruirla. Y finalmente, las emociones tienen un papel indispensable en brindar un sentido y un rumbo a la vida. Sin emociones, no habría ningún motivo para actuar. (p.128)

La importancia de los aspectos cognitivos en la toma de decisiones quedó institucionalmente reconocida con el otorgamiento del premio Nobel de Economía a Daniel Kahneman (1934-) bajo el siguiente argumento:

Por haber integrado puntos de vista de la investigación psicológica dentro de la ciencia económica, en especial concernientes a la toma de decisiones y evaluaciones en contextos de incertidumbre. http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/economic-sciences/laureates/2002/

Kahneman, Slovic y Tversky (1982) definen tres grupos de sesgos que obstaculizan la racionalidad para la toma de decisiones en contextos de incertidumbre. Estos sesgos hacen

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referencia a que tan alta (o baja) probabilidad se le atribuye a un evento “x” a partir de un grupo de eventos que resultan parecidos (representatividad), o fáciles de recordar (disponibilidad), o cuando se considera un valor determinado para una cantidad desconocida antes de estimar esa cantidad (anclaje). Hay ámbitos, como el mercado bursátil, que están absolutamente atravesados por la aleatoriedad y donde por lo tanto los efectos de los sesgos son puestos en mayor evidencia. Por ejemplo autores como Taleb (2011) pusieron sobre el tapete el factor suerte en el éxito de quienes operan en la bolsa por sobre cualquier otra habilidad, en línea con esto Kahneman (2011) habla concretamente de la ilusión de sagacidad diciendo que:

La mayoría de los compradores y vendedores saben que todos ellos tienen la misma información, ellos intercambian las acciones principalmente porque tienen opiniones diferentes. ¿Qué les hace creer que saben cuál debería ser el precio correcto mejor que el propio mercado? En la mayoría de ellos, esta creencia es una ilusión. (p.279)

Camerer et al. (2005) agregan “la imposibilidad de un acceso introspectivo a las propias fuentes para los juicios que dan lugar a comportamientos, y la tendencia a sobrevalorar los procesos controlados, tiene muchas implicancias para la economía” (p.37)

Puestos a prueba en numerosas investigaciones en el ámbito de la psicología estos sesgos son capaces de explicar desde el absurdo temor colectivo a la potencial presencia de ántrax en los sobres de votación de las elecciones del año 2001 en la Argentina, hasta las “sensaciones de inseguridad” sindicadas por el Senador Anibal Fernandez, situaciones que Kahneman (2011) reconoce moldeadas por la cobertura mediática, o el efecto de las publicidades subliminales. Es

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interesante a la conclusión que llegan Slovic et al. (2002) con su heurística del afecto y la raíz emocional que ellos ven en los sesgos de disponibilidad y representación en línea con los descubrimientos de Damasio (1994) en el ámbito de las neurociencias. Como contrapartida de esta heurística del afecto23, también existen demostraciones sobre cómo el pensamiento deliberativo bloquea el acceso hacia las propias reacciones emocionales reduciendo la calidad de las decisiones. Es decir, emociones y deliberación no siempre trabajan en armonía rítmica. Como dicen Camerer et al. (2005):

Las emociones son primarias en el sentido de que son lo primero que llega a escena y juega un rol dominante en el comportamiento. En los hechos, el cerebro consciente muchas veces interpreta erróneamente un comportamiento que emerge como consecuencia de procesos automáticos y afectivos, como el resultado de deliberaciones cognitivas (p. 26).

Lovallo y Sibony (2006) relevaron la influencia de estos sesgos en la toma de decisiones gerenciales. Dan ejemplos ilustrativos de cómo los subordinados modifican sus valoraciones de posibilidades de éxito de una determinada estrategia en función de que la misma cuente con el beneplácito del jefe o no (sesgo del girasol), o cómo las opiniones de quienes históricamente han sugerido buenas ideas tienden a ser sobrevaloradas o evaluadas con juicios más laxos que otras opiniones (sesgo del campeón), conocidos también como efecto halo (Kahneman, 2011). Klein (2003) sugiere una forma de mitigar este efecto halo a través del “pre mortem24”, algo así como

23

La heurística del afecto consiste en la influencia que sufren las decisiones por imágenes mentales que generan una carga afectiva determinada y son presentadas subliminalmente a la hora de decidir. 24 La estrategia pre-mortem implica que a la hora de evaluar una determinada estrategia se debe suponer que la misma ya se llevó a cabo con nefastas consecuencias y pensar a partir de ahí qué acontecimientos pueden haber ocurrido para obtener tan malos resultados. Se espera que esta técnica ayude a superar sesgos de sobre-optimismo, efecto halo, la ilusión de sagacidad, etc.

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el sombrero negro de la creatividad en las decisiones de Edward De Bono. Estos sesgos son tangencialmente aplicados en las propuestas de algunos libros de gerenciamiento. A título ilustrativo se puede citar a Hamel y Prahalad (1994) quienes hacen hincapié en la importancia de renovar el ADN organizacional contratando personas de otras industrias para reducir el efecto de estos sesgos (evitar efecto halo); Senge (2004) en el arquetipo sistémico de éxito para los exitosos hace alusión a cómo las asignaciones de recursos son distribuidas favoreciendo a las áreas de la organización que han sido más rendidoras en el pasado, mermando así las posibilidades de éxito de otras áreas en el futuro, provocando como consecuencia una reiteración de las recetas que han ido históricamente reduciendo la flexibilidad organizacional y su capacidad creativa, claramente consecuencia de sesgos de disponibilidad, anclaje y representación. . Estos sesgos además socavan creencias cruciales en el ámbito de los negocios como el tema del liderazgo y habilidades comerciales ¿Qué ocurre si descubrimos que la mayoría de las empresas (o empresarios o gerentes) exitosos lo son debido a la suerte más que a sus habilidades? ¿Qué ocurre si los expertos brindan pronósticos sobre el futuro que no superan a una distribución absolutamente aleatoria de la ocurrencia de los acontecimientos pronosticados? Kahneman (2011) relata el caso de una investigación a partir de la cual Bill Gates, la Fundación Annenberg, la Pew Charitable Trust junto con el Departamento de Educación de Estados Unidos asignaron una suma cuantiosa de recursos para la creación de pequeños colegios. La investigación que respaldo tal criterio de asignación de recursos mostraba que en una muestra de 1.662 colegios, 1 de cada 4 de los mejores colegios era pequeño. Este hecho empírico es intuitivamente respaldado por la narrativa de que colegios pequeños suponen una atención más personalizada de los alumnos conduciendo a mejores rendimientos escolares. Kahneman (2011) señala que si los estadísticos que realizaron la investigación se hubieran preguntado sobre los

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peores colegios hubieran reconocido que entre las características de los mismos estaba también su pequeñez. “La verdad es que los colegios pequeños no son mejores por término medio; son más variables” (Kahneman, 2011, p.159). Este ejemplo sirve para mostrar cómo la delegación en habilidades racionales inexistentes y un desastroso manejo de la incertidumbre lleva a consecuencias con costes claramente económicos como una asignación de recursos inadecuada. ¿Y si sumado a esto se evidencia que la sociedad confía más en los expertos que se muestran más seguros de si mismos, mientras que se demuestra que la mayor confianza en si mismos es (casi) inversa a la habilidad para realizar pronósticos?25 Como puede observarse, son infinitas las ramificaciones que se derivan de estas cuestiones de las (des)habilidades cognitivas. Siguiendo a Latour (2005) podemos trazar algunas de estas infinitas ramificaciones para evaluar en el contexto de lo social sus consecuencias en el manejo del riesgo, en términos de Slovic (2002) “definir el riesgo es, por tanto, un ejercicio de poder”

Como mencionan Dirán Marzetti y Scazzieri (2011):

La toma de decisiones bajo incertidumbre es el campo de la cognición humana donde el rol de la mente está más en evidencia. Es principalmente así porque la valuación de mayor o menor verosimilitud es dependiente críticamente de la manera en que los espacios conceptuales pueden dar lugar a la aparición de distintas configuraciones de estrategias y resultados. (p. 3)

25

Los “expertólogos” abundan en los medios de comunicación, pero quienes realmente conocen de determinados temas se encuentran en sus “laboratorios” trabajando en sus temas y no formando opinión.

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2.4. Las más recientes (des)habilidades cognitivas estudiadas.

Inicialmente, los líderes en el campo de investigación vinculado a las cuestiones cognitivas en el ámbito de las decisiones fueron dos autores ya mencionados: Daniel Kahneman y Amos Tversky (1937-1996). Ellos las denominan heurísticas, cuya definición técnica para Kahneman (2011) es la de “procedimiento sencillo que nos ayuda a encontrar respuestas adecuadas, aunque a menudo imperfectas, a preguntas difíciles. La palabra tiene la misma raíz que eureka.” (p.133) Estas heurísticas son las que dan lugar a los sesgos cuya investigación está en constante evolución desde hace más de cuarenta años. Interesa a este trabajo dar cuenta de algunas de las últimas líneas de investigación y fenómenos descubiertos en este ámbito.

Uno de los fenómenos a presentar es el denominado por sus descubridores como “ceguera de la elección” de Johansson, Hall, Sikstrom y Olsson (2005). Estos investigadores descubrieron en sus experimentos26 que las personas encuentran excelentes razones para explicar porqué son mejores aquellas opciones que en realidad no han elegido, creyendo que sí lo han hecho, en detrimento de aquella que sí habían elegido pero creen que en realidad rechazaron. Catalogan a su fenómeno dentro de la ilusión de la

introspección que es parte de los sesgos de

disponibilidad. Básicamente, nuestro propio cerebro juega en contra nuestro y nada podemos hacer para evitarlo.

26

Sus experimentos, que pueden ser vistos en detalle en la siguiente página web de Johansson, (https://explorable.com/choice-blindness), se caracterizan por su simpleza y consisten en mostrarle a voluntarios pares de fotos entre los que tienen que seleccionar una de ellas, a través de un juego de prestidigitación la foto elegida es dejada de lado y se le muestra al participante la foto que NO ha seleccionado interrogándolo sobre las razones de dicha elección. Lo sorpresivo no es tanto que el 80% de las personas no noten que les están mostrando la foto que no eligieron, sino que expongan razones válidas para esgrimir a favor de esa foto.

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En la ceguera de la elección, las personas erróneamente piensan que ellos pueden tener una visión directa sobre los orígenes de sus estados mentales, mientras que las introspecciones de los otros son tratadas como poco confiables. Veamos a la ceguera de la elección de esta forma, nosotros pensamos que queremos A pero cuando nos dan B, inventamos todo tipo de razones que nos persuadirán de que B es una alternativa mucho mejor y que en realidad la hemos preferido todo el tiempo. https://explorable.com/choice-blindness

¡Pero claro que lo habíamos elegido todo el tiempo! ¿O no? Nuestro axioma de elección racional da por sentado que somos capaces de darnos cuenta cuando nuestras preferencias y el resultado de nuestras elecciones no encajan, pero visiblemente no es así. Jaque al decisor deliberativo de la TDP.

La otra cara de este experimento es que, además, aquello que elegimos no es necesariamente aquello que preferimos realmente, es decir, nuestras preferencias valen poco pero nosotros las racionalizamos y las hacemos parecer como reflexivas y consistentes 27. Jaque mate al decisor deliberativo y racional de la TDP.

El psicólogo social John Bargh (1955-) investiga cómo nuestras habilidades cognitivas para tomar decisiones pueden estar signadas por la interpretación automática y la respuesta irreflexiva a determinados estímulos, por ejemplo palabras. Así se expresa él:

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Claramente casos de pseudorracionalismo (Neurath) o hiperracionalismo (Elster)

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¿Cuanta libre voluntad tenemos realmente? Estoy interesado en determinar hasta que punto un dado fenómeno psicológico social –actitudes y evaluaciones, emociones, impresiones, motivaciones, comportamiento social- ocurre en forma no consciente y automática. Recientemente estamos más enfocados en el vínculo automático entre percepción social y comportamiento social. http://www.psych.nyu.edu/bargh/

Es decir, Bargh se especializa en la influencia subliminal sobre las decisiones. Uno de los efectos investigados se denomina efecto “preparación” (del inglés priming) o primacia para Kahneman (2011). Dice Bargh que si se da la situación que alguien está mirando una película donde se resalta una situación de valentía, el espectador verá activada en su cerebro la parte que se vincula con valentía y tenderá a asignar ese atributo en mayor medida a cualquier persona que en ese momento se cruce delante suyo. Uno de los últimos experimentos de Bargh muestra claramente el efecto “preparación” a partir de un elemento simple como la temperatura28. Básicamente investigan si el contacto físico con un artículo a una determinada temperatura cambia el nivel de confianza interpersonal que el individuo manifiesta. Este efecto preparación o primacía ha sido demostrado en numerosos experimentos con resultados abrumadores.

Esta investigación interesa particularmente a este artículo porque se puede vincular con la tercera fuente de incertidumbre de Bruno Latour (1947-) sobre la agencia de los materiales

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En el experimento un grupo de voluntarios, en forma individual, son invitados a ser entrevistados por uno de los investigadores (investigador 1). Cada entrevista consiste en la misma cantidad de preguntas y en tiempos similares. A su arribo al laboratorio los voluntarios son recibidos por otro de los investigadores (investigador 2) que mientras les toma los datos para dirigirlos a la sala donde se realizará la entrevista les pide a los voluntarios que sostengan por unos instantes un vaso, de café caliente en unos casos, de gaseosa fría en otros. A posteriori de ser entrevistados, el entrevistador 1 se retira y entra el investigador 2 quien realiza una serie de preguntas al entrevistado sobre si daría un empleo al entrevistador 1. Lo sorprendente es que los voluntarios reaccionan positivamente a la contratación del investigador 1 con más frecuencia si han sostenido un vaso de café caliente que si han sostenido uno de gaseosa fría.

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(Latour, 2005, página 70). Bargh se cuestiona si el hecho de que en las conferencia de prensa de los políticos se sirva café o té caliente en lugar de bebidas refrescantes no se deberá a una intencionalidad de “preparación” sobre quienes deben entrevistar a los políticos. Es decir, que los materiales, en este caso particular la temperatura, influye sobre la manera que se manejan los aspectos sociales. La idea subyacente detrás de este hecho es que el estar en contacto con algo caliente nos remitiría a recuerdos de nuestra niñez de confort y protección, y al ser enfrentados con una decisión cuando atravesamos inconscientemente estos recuerdos nos conduce a tomar decisiones sintiéndonos más confiados.

2.5. Las Neurociencias.

¿Es acaso algo nuevo suponer que nuestra biología tiene algo que ver con las decisiones que tomamos? No tanto. La ley psicofísica desarrollada por Ernst Heinrich Weber (1795-1878) y Gustav Theodor Fechner (1801-1887) –ley Fechner-Weber- describe la relación matemática que existe entre un estímulo dado y su percepción. Es decir, un cambio que se pueda percibir de un estímulo dado será proporcional a la magnitud de dicho estímulo. Aunque descubierta un siglo después que las teorías de Daniel Bernoulli, las leyes de Fechner-Weber dieron un sustento psico-físico a la medición logarítmica de la utilidad. (Edwards, 1979)

Doscientos años después, las herramientas con las que cuentan los psicofísicos han mejorado. La tecnología y especialización han puesto un set de artefactos en manos de los especialistas (neurólogos, psicólogos, etc.) que permiten visualizar aspectos biológicos de los seres humanos que eran misteriosos hasta ahora. El mapeo del cerebro (brain imaging) cuenta

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con tres métodos básicos: El electro-encefalograma (EEG) para ver la actividad eléctrica en la respuesta a estímulos (conocida como eventos potencialmente relacionados o ERP – su sigla en inglés-), topografía de emisión de positrón (PET) que mide el fluido de sangre al cerebro, y la resonancia magnética funcional (fMRI) que rastrea los fluidos de sangre en el cerebro relevando cambios en propiedades magnéticas debido a oxigenaciones de la sangre ( conocido como la señal negrita). También existen métodos que no pueden ser utilizados en las personas por el daño que provocan y son por lo tanto aplicados en pruebas sobre animales como la medición de una sola neurona y la estimulación eléctrica del cerebro. Por último, la información que puede obtenerse de personas con determinadas psicopatologías o lesiones, o bien otras mediciones psicofísicas como frecuencia cardíaca, presión arterial, respuesta galvánica en la piel (sudor en las manos) y dilatación de la pupila. En la siguiente figura 1 se indican las partes del cerebro cuyo funcionamiento es el objeto central de los neurocientíficos:

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Es del entrecruzamiento entre los resultados de la aplicación de distintos elementos de medición en experimentos cuidadosamente diseñados que se pueden extraer jugosas conclusiones. En términos de Camerer et al. (2005), la neurociencia no es solamente una foto de dónde ocurren las cosas en la mente sino acerca de “cómo el cerebro resuelve diferente tipo de problemas” (p.14) Más aún cuando recientemente se han incorporado dos nuevas herramientas: Las técnicas de estimulación magnética (TMS) y estimulación transcranial directa corriente (tDCS) que permiten establecer causas de los comportamientos y no solamente correlaciones. Fehr y Rangel (2011).

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Entre los optimistas sobre la incidencia de las neurociencias en la economía podemos citar a Brocas y Carrillo (2008) que hablan de una teoría neuro-económica y dicen que es una línea de “investigación interdisciplinaria que vincula trabajos en el ámbito de la neurociencia, la neurobiología y la economía.” (p. 175)29 Camerer (2007) dice que la neuroeconomía nutre la economía del comportamiento y la economía experimental buscando “dar bases a la teoría microeconómica a partir de los detalles acerca del funcionamiento del cerebro” (p.26). Para Cohen (2005) las neurociencias ofrecen la promesa “de un más profundo entendimiento de cómo y porqué las emociones impactan en las decisiones, cómo esto puede contribuir a un comportamiento que parece desviarse del óptimo, y cómo y cuándo somos capaces de superar estas respuestas emocionales.” (p.3)

La neuroeconomía provee el fundamento a nivel micro para las creencias, las preferencias y el comportamiento del individuo; lo hace examinando los procesos cerebrales asociados con la formación de estas creencias, la percepción de las opciones de acción y la elección real. Fehr, Fischbacher y Kosfeld (2005), p.346. 29

Una de las cuestiones a analizar es si se les dará idéntico estatus epistemológico a estas disciplinas a la hora de trabajar en forma conjunta. No es un tema menor cuando el estatus epistemológico de la Economía ha sido siempre fuertemente cuestionado por las ciencias duras. En este artículo se citan distintos premios nobel de Economía, sus distinciones valen menos que la de los premios nobel de otras disciplinas, como por ejemplo la física ya que al momento de la otorgamiento del primer premio nobel de economía fue muy fuerte la polémica por no considerarse a la Economía una ciencia, y a partir de ese momento el premio lleva incluso un nombre distinto (premio del Banco de Suecia en honor a Alfred Nobel). Sin entrar en profundidad en este tema porque excede al presente trabajo, se entiende que el reconocimiento de una importancia relativa similar entre las disciplinas es imprescindible para que la neurociencia y la neurobiología puedan tomar los aportes de la economía en la construcción conjunta de estos modelos. Brocas y Carrillo (2008) sugieren que la teoría microeconómica será la que brinde el grupo de herramientas para definir las restricciones y mecanismos de elección, esto está por verse. Facundo Manes, principal representante de las Neurociencias en nuestro país ya cuestiona los intentos de otras disciplinas como el marketing para utilizar los descubrimientos sobre el funcionamiento del cerebro. Camerer (2007) dice que para los neurocientistas la gran promesa de la neuroeconomía es obtener las teorías y diseño de experimentos para sus investigaciones y que se debe recordar que las teorías que expliquen hechos neuronales y elecciones deberían tener alguna ventaja sobre aquellas que solo expliquen elecciones si el grado de tratamiento de las mismas es equiparable.

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Como en un matrimonio por conveniencia, las neurociencias acuden a la Ciencias Económicas en búsqueda de los modelos conductuales que les permitan enfocarse en los desafíos que plantea descubrir la participación de las distintas áreas del cerebro en las conductas cotidianas y las Ciencias Económicas recurren a las neurociencias en busca del poder de predicción al que habían de alguna forma renunciado. Camerer (2007) cuestiona lo postulado por Milton Friedman en “economía positiva” cuando dijo que aún cuando una predicción esté basada en una presunción que parezca falsa, su debilidad empírica debe ser tolerada si remite a predicciones acertadas. Camerer (2007) confía en que las neurociencias nos darán la información necesaria para conocer la causa real de las predicciones acertadas.

La teoría neuroeconómica reemplaza la perennemente útil ficción de un individuo maximizador de la utilidad con un único objetivo, para dar cuenta en forma más detallada de cómo los componentes del individuo –su cerebro, su control cognitivo y sus circuitos neuronales – interactúan y se comunican para determinar el comportamiento individual. (Camerer, 2007, p.28)

De acuerdo a Camerer (2007) la neuroeconomía podrá probablemente proveer evidencia en el ámbito de la elección racional, en el ámbito de la economía del comportamiento y nueva evidencia hasta ahora no abordada teóricamente.

Benedetto de Martino, es un neurocientista cognitivo que trabaja actualmente en Cambridge, en el departamento de Psicología, y cuyo interés se enfoca en la toma de decisiones

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y la neuroeconomía. En una de sus investigaciones somete a un grupo de voluntarios a elecciones entre activos riesgosos y seguros presentándolas en términos de pérdidas o ganancias de forma tal de imitar las situaciones ocurridas en el conocido efecto marco30 de la teoría prospectiva o de las expectativas. La innovación de Benedetto es que lo hace dentro de un scanner cerebral (o tomógrafo), de forma tal de visualizar la actividad cerebral que acontece a partir de estas elecciones. Sus descubrimientos indican que las emociones cumplen un rol importantísimo en la toma de decisiones, ya que la Amígdala, centro emocional del cerebro, es la que se ilumina al momento de tener que optar (De Martino, Kumaran, Seymour y Dolan, 2006). Además descubrió que hay personas que pueden manejar esas emociones mejor que otras, y que esta habilidad quedaba plasmada en su scanner ya que el lóbulo frontal se iluminaba con mayor intensidad entre los voluntarios que controlaban mejor sus emociones, quienes daban respuestas más consistentes y más racionales. Nuestro lóbulo frontal es cinco veces más grande que el de la especie más cercana a nosotros, y tiene interconexiones únicas entre las neuronas. De Martino et al. (2006) concluyen que en una sociedad moderna con tantos artefactos simbólicos y donde se requieren habilidades de abstracción y descontextualización para la toma de decisiones, estos mecanismos emocionales pueden hacer que muchas decisiones terminen siendo irracionales.

30

Este efecto marco, descubierto hace 30 años, permitió a los psicólogos demostrar que las personas son más propensas a asumir riesgos cuando están tratando de evitar perdidas que cuando se trata de obtener mayores ganancias. En este efecto marco se viola el principio de invarianza porque dependiendo si la situación es presentada en términos de pérdidas o ganancias puede cambiar la alternativa elegida. Un ejemplo significativo de este efecto es lo que acontece con determinadas actividades económicas, por ejemplo los taxistas de la ciudad de Nueva York. Está demostrado que los taxistas tienden a ponerse un objetivo de recaudación monetario determinado por su jornada diaria. De esta forma, los días que hay más trabajo cumplen antes el objetivo y se retiran a descansar, mientras que los días de menos actividad trabajan más horas para alcanzar ese objetivo. Esto no es ni lógico ni racional, ya que x hora extra de trabajo el día de mayor actividad garantiza x+k hora de descanso el día lento.

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Otro aspecto relevante y actual de las investigaciones de De Martino puede ser vinculada con la segunda fuente de incertidumbre de Latour (2005). De Martino sugiere que la habilidad para inferir acciones de otros agentes, confiere enormes ventajas a las personas en situaciones sociales. (De Martino, O’Doherty, Ray, Bossaerts, y Camerer, 2013). Ellos trabajaron realizando pruebas sobre individuos que estén invirtiendo en una simulación de burbuja financiera, básicamente un contexto donde el precio del un bien es mucho mayor que su valor real. Descubrieron un mecanismo por el cual símbolos sociales computados en la corteza prefrontal dorsomedial afectaba el cálculo de valores en la corteza prefrontal ventromedial, aumentando la tendencia del individuo a actuar en las burbujas financieras y perder dinero. Esta región computa una métrica financiera a partir de la cual se infieren las intenciones de los otros comerciantes. La importante conclusión de esta investigación es que incorporar inferencias acerca del comportamiento de los otros cuando se hacen juicios de valor en mercados financieros complejos, puede conducir a la formación de burbujas de mercado. (De Martino et al., 2013). En otras investigaciones (De Martino, Camerer y Adolphs, 2009), demuestran que los daños en la amígdala eliminan la aversión al riesgo. En cuanto a las lesiones, a partir del seguimiento sobre las alteraciones en la vida de las personas que ven dañado su lóbulo frontal se puede apreciar hasta que punto el mismo ordena la actividad racional de las personas (Damasio, 1994). No alcanza con saber lo que se debe hacer, sino que hay que “sentirlo”.

También se recurre a las imágenes del scanner cerebral para chequear el efecto “preparación” (Bargh, Kang, Williams, Clark y Gray, 2010): En un segundo estudio los participantes tocaron un objeto cálido o frió y jugaron a posteriori un juego de confianza económica. Aquellos “preparados” con un algo frío invirtieron menos con socios anónimos,

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revelando menor confianza interpersonal, en comparación con aquellos que tocaron un objeto cálido. Examinaron la actividad neuronal durante el proceso de confianza a posteriori de la manipulación utilizando un equipo de resonancia magnética. La región insular anterior izquierda se activó más fuertemente sólo cuando se había tocado un objeto frío, y no cuando se tocaba uno caliente. Además, una mayor actividad de la ínsula bilateral fue identificada durante la fase de decisión que siguió a una manipulación fría, en contraste con una cálida. Estos resultados sugieren que la ínsula puede ser la clave del sustrato neuronal que hace que la temperatura influencie un proceso de confianza.

Esta confianza también fue revisada en el marco de decisiones estratégicas como la que acontecen en muchas situaciones modeladas a partir de la Teoría de los Juegos, allí se descubrió que “cuando los jugadores estaban fuera del equilibrio, había mucha más actividad (…), por lo tanto, estar en equilibrio no es meramente una restricción matemática donde se equiparan elecciones y creencias, es también un estado mental identificable en las imágenes cerebrales.” (p.35) También en el ámbito de Teoría de los Juegos Fehr et al. (2005) presentan investigaciones sobre los efectos de la oxitocina y sus efectos en el desarrollo biológico de la confianza en los seres humanos. La interesante conclusión de Fehr et al. (2005) es que si bien la economía siempre asume que las preferencias son estables, si “estas están basadas en emociones reales o anticipadas, pueden ser mucho menos estables de lo que típicamente se asume, ya que las emociones son frecuentemente transitorias.” (p.350). Y si hablamos del juego del ultimátum, se descubrió claramente que “cuando la actividad de la ínsula excedía la de la corteza prefrontal, la oferta era mucho más probable de ser rechazada que cuando era al revés.” (Cohen, 2005, p.14).

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En este mismo trabajo se ve que las reacciones en el cerebro eran aún mayores cuando la oferta era efectuada por otra persona que cuando era efectuada por una computadora.

Lehrer (2010) destaca la fuerte vinculación entre la dopamina y la propensión al juego. Personas que debido a padecer el mal de Parkinson son tratadas con esta sustancia de golpe se encuentran atraídas en forma obsesiva por los juegos de azar con desastrosas consecuencias para sus finanzas.

Las neurociencias también ayudan a entender el hecho empírico de porqué las personas no descuentan las utilidades futuras a una tasa constante (Camerer et al., 2005). Estudios realizados con el fMRI escanean el cerebro mientras las personas son puestas a elegir entre recompensas con distinto monto y distinto plazo. Confirmaron que las recompensas inmediatas alumbraban las zonas del cerebro vinculada con lo afectivo (partes del sistema límbico asociadas con el cerebro medio dopamínico), por el contrario las recompensas a plazo alumbraban zonas cognitivas del cerebro (la corteza prefrontal y corteza parietal posterior). La actividad de las regiones del cerebro predecía las elecciones que los actores llevarían a cabo en Mc Clure, Laibson, Loweenstein y Cohen (2004). Camerer et al. (2005) lo resumen así:

La habilidad para pensar sobre las consecuencias no inmediatas puede no estar fuertemente correlacionada con el grado en el cual las diferentes experiencias producen reacciones viscerales, y esto a su vez puede no estar correlacionado con el grado de fuerza de voluntad del individuo. (p.42)

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El Dr. Facundo Manes (1969-) es uno de los neurocientistas más reconocidos fundador en Argentina del Instituto de Neurología Cognitiva (INECO). En algunos de sus trabajos más vinculados con el temática que interesa a esta investigación, demostró cómo grandes lesiones frontales provocan actitudes propensas al riesgo en la toma de decisiones (Manes, Sahakian, Nagi, Robbins y Aitken, 2002) (Manes, Nagui, Sahakian y Robbins, 2003). Demostró similitudes en la conducta de las personas con ludopatía y las personas con lesiones pre-frontales (Manes, Torralva, Lopez y Cetkovich, 2008) o con demencia frontotemporal (Manes, Gleichgerrcht, Roca, Szenkman, Ibanez, Richly y Pose, 2012).

Brindó más datos sobre la importancia de la

amígdala en la toma de decisiones (Manes, 2004) y la imposibilidad para las personas con afasia progresiva primaria de tomar decisiones ventajosas (Manes et al., 2012). Por último planteó un interesante indicio sobre razones biológicas del sesgo de representación en asociaciones racionales implícitas. (Manes, Trujillo Orrego y Ibáñez, 2011)

No existe todavía suficiente información sobre cómo el sistema cognitivo y emocional del cerebro interactúan entre sí, pareciera que un órgano llamado striatum jugaría un rol clave (Camerer et al, 2005), pero este es el gran desafío que enfrentan hoy las neurociencias. Como puede observarse de este pequeño recuento los resultados son consistentes entre distintos investigadores del área y las explicaciones arrojarían luz sobre los descubrimientos realizados por la psicología cognitiva que han sido trasladados hacia la economía del comportamiento. Camerer et al. (2005) muy interesantemente sugieren:

Como Economistas, estamos acostumbrados a pensar en las preferencias como el punto de partida para el comportamiento, y el comportamiento como la línea de llegada. Desde una

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perspectiva neurocientífica, por el contrario, se ve al comportamiento humano como uno de los múltiples mecanismos que el cerebro utiliza para mantener la homeostasis, y las preferencias como una variable de estado transitorio para asegurarse la supervivencia y la reproducción. El recuento tradicional del comportamiento económico, que asume que los individuos actúan para maximizar sus preferencias empieza en la mitad (o quizás hacia el final) del recuento de la neurociencia. Más que ver al placer como el objetivo del comportamiento humano, un recuento realista debiera ver al placer como una señal informativa de homeostasis. (p.27)

El proceso homeostático reacciona a los cambios en los estímulos más que a los niveles de esos estímulos. Esto es absolutamente coincidente con lo postulado por Kahneman (2011) cuando asegura que la medición de la utilidad sobre activos determinados es realizada a partir de las desviaciones de un punto de referencia mental y no lo aseverado por Bernoulli sobre valoraciones totales e inversamente proporcionales al patrimonio total de las personas. Hasta una de las más arraigadas creencias, el libre albedrío, es cuestionada a partir de los descubrimientos de las neurociencias. Camerer et al. (2005):

Como la actividad neuronal que antecede a la acción es inaccesible a nuestra consciencia, experimentamos una sensación de libre albedrío. (…) Como el comportamiento sigue a la intención, sentimos que es producto de la libre voluntad, la intención está causando la acción, pero tanto la intención como la acción están causadas por eventos neuronales inaccesibles a la consciencia. (p.31)

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No solamente el libre albedrío, sino que peor aún la más básica distinción entre acción y reacción se desdibuja cuando la deliberación es empíricamente reemplazada por la emoción. Como puede apreciarse, el campo de descubrimiento para las neurociencias en el contexto del comportamiento humano es bastísimo, y sus implicancias son extraordinarias. Camerer (2007) lo expresa de la siguiente forma:

Pensar acerca de la forma en que el cerebro implementa decisiones económicas, comparado con las elecciones resultantes de las preferencias y las creencias, es como cambiar de ver televisión en blanco y negro para verla en colores. Hay muchas variables para pensar. (p.38)

El lado negativo o crítico, va de la mano de la amenaza potencial de futura manipulación de la voluntad de las personas al conocer cómo el cerebro incide en nuestra conducta. La legitimidad del uso de las herramientas de las neurociencias cuando estas se encuentren más avanzadas en su desarrollo, seguramente dará lugar a debates acerca de su poder de influencia sobre las acciones humanas en los distintos niveles organizacionales e institucionales.31 Desde la Ciencias Económicas32, las críticas pueden argumentar que la economía no se trata solamente de explicar elecciones y que evidencia neuronal no es sinónimo de elección, pero el ámbito de la exploración e investigación difícilmente quede sujeto a las visiones delimitadoras, sino que pastará donde encuentre terreno fértil… y quedó demostrado que en el cerebro hay mucho.

31

Alcanza imaginar si estas herramientas son utilizadas por departamentos de marketing para lograr influir en el consumo de determinados productos, o en políticas de gobierno, o entre gobiernos. Así como estos descubrimientos sorprenden por su novedad y alcance, su utilización como herramientas nos remiten a situaciones de ciencia ficción. 32 Esto vale a su vez para cualquier otra Ciencia Social enfocada en el comportamiento del ser humano.

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Camerer (2007) nos recuerda que antes de que Pareto y los Neoclásicos se dieran por vencidos, los economistas soñaban con la posibilidad de medir las utilidades en forma directa (el hedonómetro de Edgeworth, el pscicogalvanómetro de Ramsey). Entonces Camerer (2007) se pregunta “Si Edgeworth estuviera vivo hoy… ¿Estaría simplemente haciendo cajitas o también estaría grabando el cerebro”. (p.40)

2.6. Retomando el Axioma de la Elección.

Dijo Pavesi (1996) que la Teoría de la Utilidad es necesaria cuando genera preferencias que el decisor no puede establecer por sí mismo, si esto no ocurre, entonces la TDP debe ceder lugar a la Psicología / Psicoanálisis y se agrega aquí: Las neurociencias.

Pavesi (1996) distingue a elección y preferencia como dos conceptos diferentes, mientras que la preferencia es un acto mental e íntimo del decisor, la elección es un acto que el decisor realiza, y como tal observable por alguien distinto al decisor. Por lo tanto se puede observar la elección y deducir las preferencias. En este punto se acude a Latour (2005) porque claramente se entiende un cambio sustancial del rol que juegan las preferencias en la TDP antes y después de incorporar los aportes de las neurociencias. Preferencias históricamente reveladas y estables, eran en términos de Latour (2005) transportadoras, y a partir de las neurociencias las preferencias pueden ser vistas como mediadoras y transformadoras.

E(A) =d A  B, C…

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Si elige A, significa que A es preferido a B, C y todo el conjunto de premios definido a priori exhaustivamente.

Las preferencias pueden ahora ser observadas a partir de un scanner así como también las inconsistencias entre preferencia y elección. Y más aún, como señalan Camerer et al. (2005) “existe considerable evidencia de la neurociencia y otras áreas de la psicología que la motivación para llevar a cabo una acción no está siempre atada a sus consecuencias hedónicas.” (p.37).

Pavesi (1996) abre el juego a las neurociencias cuando dice que el proceso sobre cómo se llegó a la elección tiene que ver con la psicología y las neurociencias más que con la TDP. Y admite, que en el caso de ser fructíferos los avances en este campo,

la TDP tal cual la

conocemos desaparece, y deberíamos construir una nueva a partir de la indagación sobre esas preferencias.

Sin embargo, si nos sujetamos al criterio de racionalidad instrumental por el cual todo decisor elige de acuerdo a su sistema de valores y creencias aquella alternativa que más lo acerque a sus objetivos, la importancia vuelve a recaer sobre una TDP praxiológica. Esta TDP praxiológica necesita mantener la diferencia entre preferencia y elección. (Pavesi, 1996)

D: E(A)  A  B D: A  B  E(A) ? Si toda elección recae siempre sobre lo más preferido, ¿Siempre lo más preferido es elegido? Pavesi (1996), Página 179

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Pavesi (1996) dice que si no existe un error o confusión que distorsiona la preferencia, si el decisor prefiere A a B, obligatoriamente elegirá A. Pero vimos sobradamente en este trabajo que ya no podemos confiar ingenuamente en esta afirmación.

3. Conclusión:

Pavesi (1996) propone dos posibilidades: a) Aceptamos que la TDP es una praxiología que se nutre de la psicología, la antropología, la sociología, las neurociencias, la economía, etc. Como tal, no busca describir (o predecir) la conducta humana como hacen las ciencias, sino prescribirla, o b) la elección en cambio es el producto de efectos neuronales y psicológicos, la TDP desaparece como tecnología, se pasaría a entender al mundo como determinístico y sin posibilidades de ser modificado por el hombre.

Nos hemos familiarizado en este trabajo con el corazón de la TDP, que es el axioma de elección. Hemos visto que este axioma de elección supone un ida y vuelta entre elección y preferencia: Si A es preferido a B, el decisor elige A, y si el decisor elige A es porque A es preferido a B.

D: A  B ↔ E(A)

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A partir de la exploración llevada a cabo en esta revisión crítica se puede decir que: el valor predictivo, descriptivo y prescriptivo de este axioma es fuertemente cuestionado a partir de los descubrimientos en el ámbito de las neurociencias, ya que lo que se pone en jaque es la capacidad biológica de que el ser humano pueda mantener el supuesto de racionalidad de este axioma. Primero, desde lo predictivo las implicancias de las neurociencias sugieren que la neuroeconomía contribuye a una teoría positiva de los errores que la gente hace cuando toma sus decisiones, con importantes consecuencias para la economía normativa. (Fehr y Rangel, 2011, p.5).

En segundo lugar, su valor descriptivo y prescriptivo también son fuertemente

cuestionados en dos formas, por un lado cuando Kahneman (2011) habla de la imposibilidad de un estado de alerta permanente debido a la pereza y lentitud del sistema racional del ser humano y por último (y no menos importante) una falta de voluntad “teníamos que elegir, y lo que hicimos fue abandonar la racionalidad en vez de la empresa” (p.324) En tercer lugar, desde lo prescriptivo, contribuye a esto el fuerte conflicto entre las normas exógenas y racionalidad que plantea Elster (1997).

En otros trabajo, Pavesi, intentó reducir el área donde el modelo de la TDP tiene sentido, es decir contextos de restricciones e incertidumbre relativa, fuera de la absoluta certeza y de la total incertidumbre. Sin embargo, la tendencia a la hiper-racionalización y el pobre manejo de la incertidumbre vuelven estos contextos difíciles de distiguir. Además, en el contexto de un mundo altamente globalizado y comunicado, la toma de decisiones empresarias se movió definitivamente a ámbitos estratégicos e inciertos donde lo que reina, utilizando términos del propio Pavesi, es el engaño, la negociación, y porque no… la manipulación del agente

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económico o actor racional es mucho más susceptible de lo que nos gustaría creer. (efecto preparación o primacía).

Brocas y Carrillo (2008) invitan a la construcción de un modelo “como si” capaz de florecer si se usa eficientemente, donde cifran las esperanzas de resolver las limitaciones de la racionalidad a través de la imposición de restricciones al modelo, dándole un basamento empírico gracias a la incorporación de los experimentos de las neurociencias. Es decir, apuntan a sumarle rigurosidad al modelo de la TDP. También lo hace Cohen (2005) que busca con las neurociencias resolver “cómo y porqué la gente se desvía del óptimo y aquí es donde surgen distintas posibilidades.” (p.4)

La actualidad de los descubrimientos en el ámbito de las neurociencias también invita a explorar la opción de mecanismo propuesta por Elster (1997) en lugar de modelizar. Como Cohen (2005) bien señala “gracias a la neurociencia se han logrado identificar y distinguir senderos que median distintos tipos de respuesta frente al mismo estímulo” (p.7). Camerer et al. (2005) dicen:

Mucho de lo cognitivo que hay en la toma de decisiones no toma la forma que se asume de sopesar costos y beneficios descontados de acuerdo al momento que ocurren en el tiempo. Sino que más bien, se confirma que las personas generalmente toman decisiones a través de un proceso de dos partes, primero “¿En que situación me encuentro?” y luego “¿Cómo debo comportarme en esta situación?”. Gran parte de la toma de decisiones inter-temporal está guiada por procesos automáticos que involucran coincidencia de patrones, reconocimiento y

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categorización. Un patrón de elección que parece estar guiado por este tipo de preferencias es una secuencia de resultados que mejora con el tiempo. (p.42)

Modelos o mecanismos, mecanismos o modelos, es quizás parte de la cuestión a resolver. ¿Existe alguna razón de fondo para insistir con un modelo que supone racionalidad cuando es vox populi la ausencia de este supuesto en la elección? Un razonamiento breve: Si el éxito se debe en buena parte a la suerte, y lo racional sería no actuar en la mayoría de las situaciones, ya que al hacerlo en realidad se están sobrestimando las posibilidades de éxito y subestimando los costos, entonces ¿Para qué intentarlo? Si creernos racionales y actuar como si lo fuéramos es el motor que mueve a la iniciativa empresaria, ¿Existe racionalidad en buscar ser más deliberativamente racionales?33 ¿Es esta racionalidad instrumental en realidad una justificación de fines a partir de medios en lugar de medios a partir de fines? Si se demuestra que biológicamente no somos siquiera dueños de nuestro libre albedrío ¿Tiene sentido hablar de toma de decisiones? ¿Cómo redefinimos la noción de libertad? Las preguntas, algunas para responder desde un plano absolutamente filosófico, quedan planteadas.

Para terminar este trabajo con una nota de color, se presenta a Garth Sundem. Sundem es un escritor que trabaja en la intersección entre ciencia y humor, desarrolló unos simpáticos algoritmos para que los nerds (ratones de biblioteca) consigan chicas. También aplica a ayudar a decidir a las mujeres si comprar o no zapatos. Se trata de ver si algunas de las decisiones más emocionales pueden ser ayudadas con sus ecuaciones matemáticas. Por ejemplo, en la siguiente formula W simboliza carisma, G, agresividad (en el sentido de caradurez), Ay, el atractivo auto-

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Kahneman (2011) habla de los “optimistas” como el motor del capitalismo.

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percibido del nerd, Ah el atractivo de la chica que le interesa, R, las relaciones corrientes o anteriores de la chica.

Como reglas decisorias resultantes de este algoritmo, dice Sundem si ASK es: a) Negativo, debes bajar tus pretensiones; b) entre 0 y 1: Tienes la misma chance con ella que encontrar una bola de nieve en el infierno; c) entre 1 y 10: El juego ha iniciado; d) más de 10: Considera conquistar a sus amigas más atractivas en lugar de ella.

Lo que se quiere resumir con esta humorada final, es que frente a las explicaciones de las neurociencias, la TDP aún no ha redefinido su lugar de forma tal que la aleje del riesgo de convertirse en un algoritmo de Sundem o un decisor parecido a Mr. Spock34. La pretensión de racionalidad del decisor sufrió un golpe con las limitaciones impuestas por Simon, agonizó con los sesgos y la teoría prospectiva, y se encuentra a punto de ser totalmente sepultada por las neurociencias. ¿Podrá ser salvada?

Como se desprende de este trabajo, si uno va a tomar una decisión debería ser sumamente cuidadoso con las situaciones de ganar o perder, darse cuenta que las emociones son una parte esencial de toda decisión, que no se puede tener una ecuación que describa todas nuestras 34

Aquel famoso personaje de la Startreck que actuaba SIEMPRE regido por la lógica, pero que periódicamente volvía a su planeta para un ritual anual de consumo y catarsis de emociones.

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cándidas opiniones, y por último se debe recordar nuestra desagradable tendencia a disfrazar elecciones desastrosas como bonitas.35 4.

Futuras Líneas de investigación

A partir de este trabajo se abren distintas preguntas. En primer lugar, siguiendo lo propuesto por Camerer et al. (2005), es interesante analizar si al hablar de una modificación de los modelos de la elección racional, dicha modificación debe seguir un enfoque incremental de refinamiento del modelo a partir de la nueva información disponible (neurociencias y psicología cognitiva), o por el contrario tal modificación incremental es poco útil y debemos recurrir a un enfoque radical con una reformulación del modelo, o bien el caso más extremo, la imposibilidad o inutilidad de delinear cualquier tipo de modelo. Dicho en otras palabras, la pregunta es si tendemos a una economía nutrida de las neurociencias o una neuroeconomía que reemplace a la teoría economía tal cual la conocemos. Más allá de que en esta primera instancia de exploración y como lo señala Camerer (2007) los neurocientistas confían en las teorías y modelos vigentes de la economía como base para diseño de sus experimentos.

En segundo lugar, se puede apuntar directamente a cómo refinar los modelos para la toma de decisiones a partir de los aportes de las neurociencias y la psicología cognitiva, buscando incorporar mecanismos de prevención de las ilusiones cognitivas. Camerer (2007) apunta a este objetivo porque considera que las imperfecciones del modelo pueden ser rastreadas en el cerebro. Los mecanismos previstos por Elster (1997) son algo interesante para explorar en función de

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Frase obtenida de un video de la BBC Horizon que menciona simpáticamente alguno de los aspectos de la toma de decisiones repasados en este trabajo.

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estas novedades, especialmente en el ámbito de las organizaciones, y se puede profundizar en los mismos para definir su potencial perfil instrumentalista versus escencialista en función del grado de influencia de sus componentes (neurociencia, TDP o teoría descriptiva de la toma de decisiones).

En tercer lugar, vinculado con la epistemología de la Ciencias Económicas se podría revisar con una cuestión muy conocida en el ámbito de las ciencias: Seguir utilizando teorías que se encuentran falseadas hasta en tanto se las reemplace por otras mejores. En tal sentido, la teoría de la elección racional es un caso emblemático de las Ciencias Sociales por la antigüedad de la teoría y la cantidad de formas en la que ha sido falseada.

En cuarto lugar, evaluar o estimar los posibles cambios en la capacidad predictiva de las Ciencias Sociales a partir de la información recibida por parte de las neurociencias. Si ayudan a resolver las anomalías que hasta ahora no podían explicarse.

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