Reutilizando el pasado mítico-legendario. De Grecia a Roma.

Share Embed


Descripción

Reutilizando el pasado Mítico - Legendario De Grecia a roma

Eduard Camps Vives

Introducción En este estudio se pretende analizar la evolución del mito de Troya a lo largo de la antigüedad, centrándonos, como no, en la evolución helena para este mito junto a la posterior apropiación romana del mismo. Respecto al análisis cabe tener en cuenta que a lo largo de los tiempos las personas evolucionan y cambian su propia perspectiva de la vida en función de su entorno colectivo, se forma la identidad del grupo como un concepto básico del desarrollo social y personal. Como ya apuntaba Aristóteles, el ser humano es un animal social o político, y son estos rasgos de grupo y “las relaciones con seres de su misma especie lo que le lleva a aceptar determinadas pautas de comportamiento que garantizan la supervivencia del grupo y lo diferencian de otros, Otros que, con cierta frecuencia, aparecen confundidos en una mezcla informa a la que pertenecen todos aquellos que no somos nosotros” (CARDETE del OLMO, 2011; 121). En otras palabras, el conjunto identitario se asienta sobre las bases de la diferenciación, pero estos conjuntos precisan de elementos comunes para su unión, de los que son más evidentes la genealogía y la territorialidad, pero de los que no podemos excluir la fuerza del marco cultural y religioso, y es precisamente en esta manipulación política del mito y la cultura, lo que puede llegar a formar un ente social en plena consciencia de su diferencia. Esto es lo que se haría la Atenas del siglo V a.C, y algo similar sucedería en la Roma de Augusto, durante el siglo I d.C, en ambos casos nos encontramos delante de una manipulación interesada del mito troyano, la cual nos permite ver su evolución interpretativa en el marco contextual de su momento histórico.

Metodología Para este breve análisis se emplearan un conjunto de fuentes directas e indirectas. El caso de las directas cabe destacar los tres pilares básicos. Empecemos pues por el mito de Hécuba de Eurípides, traducido al catalán por Carles Riba, de este se emplearan los pasajes comprendidos entre el 251 y el 331, aunque se intentará dar una visión más global del conjunto de la obra. Todo ello nos permitirá analizar la evolución del mito troyano en el marco griego, y sobretodo ateniense, del siglo V a.C. comprendiendo así la permeabilidad política del mismo, que se entroncaría en un conjunto de intereses relacionados con la asimilación del persa con el troyano, igualándolos a nivel de bárbaro. Otro caso es el de la Eneida de Virgilio, de la que se usarán los pasajes comprendidos entre el 486 y el 525 del segundo libro, de la traducción al catalán de Miquel Dolç. Esta obra responde al contexto romano del siglo I a.C., pero al igual que la anterior podemos observar una interpretación variable del mito, en este caso del personaje de Eneas. Todo ello englobado en el marco del nacimiento del imperio que necesitaría por tanto de una legitimación clásica, no tanto en medida de sus pobladores, como en una figuración exterior de magnificencia (ERSKINE, 2001; 38). Para la visión del imperio romano, y su justificación troyana en la figura del fugitivo Eneas, se empleará también el Decreto de la ciudad de Lampsaco, para ello se usará la traducción de J.M Bertrand, esta obra dataría de principios del siglo II a.C., y se podría comprender como una incipiente muestra de la comprensión romana del mito, y el inicio de la manipulación Iulia del mismo, ya que el pueblo de Lampsaco pide ayuda a los romanos por unos supuesto vínculos entre ambos. Estas tres fuentes primarias serán el pilar central del estudio, pero es evidente que se hace necesario un análisis más contrastado y rico, para llegar a comprender ciertas facetas del estos textos clásicos, por ello también se emplearan, algunos pasajes de la Andrómaca de Eurípides, y su traducción por G. Gómez de la Mata, propia de la editorial Austral. Pero todas estas lecturas quedarían huérfanas de contenido si no se engloban o interpretan bajo el manto académico actual, y por ello también se emplearan un conjunto de obras secundarias entre las que destaca, la de Andrew Erskine, Troy between Greece and Rome, 2

Eduard Camps Vives

concretamente se usarán los capítulos primero y tercero, llamados The recovery of Trojan Rome y The Persian Wars and the Denigration of the Trojans, respectivamente. Esta obra de Erskine se planea como pilar fundamental del estudio, pero para hacer un análisis rico en visiones contrapuestas se hace necesario el empleo de un conjunto de fuentes secundarias como: El valor de la propaganda en la construcción del enemigo: Atenas y las guerras médicas, de María Cruz Cardete del Olmo, para la visión propagandística y política ateniense, propia del siglo V a.C. Para el análisis del mito de Hécuba y la interpretación cronológica del mismo, se usará un artículo de Marta Oller Guzmán, Matar al huésped en la Hécuba de Eurípides, donde nos muestras las posibles interpretaciones de la tragedia narrada por Eurípides, centrándose sobre todo en la venganza de Hécuba contra Poliméstor. Estas dos últimas obras servirían de sustento para la visión griega del mito, mientras que para la romana, se empleará El Santuario y la tumba de Eneas de María José Pena, donde nos hace un análisis histórico-arqueológico, acerca del posible culto a Eneas, y las diversas interpretaciones lavinias del mismo. Obra que se verá complementada por Las leyendas de fundación de Roma. De Eneas a Rómulo, publicación de Jorge Martínez-Pinna Nieto, que nos servirá para introducir un marco cronológico y cultural a dichos hechos. Para terminar este apartado, sólo decir, que es posible que se empleen algunas otras fuentes secundarias, como podría ser La Antigua Grecia. Historia política, social y cultural, de Sarah Pomeroy, o algunas notas introductorias de las ediciones de Gredos para la Hécuba de Eurípides y la Eneida de Virgilio, de Bruguera.

Troya un mito entre dos ciudades Datación, contextualización y descripción de las fuentes directas. Como ya se ha ido apuntando con anterioridad, es evidente que cada fuente nos da una visión concreta de su tiempo, y así la interpretación del mito de Troya varía según la intencionalidad política del contexto, por ello se cree necesario datar y contextualizar dichas fuentes, para comprender mejor su descripción y funcionalidad real. Empecemos pues por la más antigua de las tres fuentes principales, la Hécuba de Eurípides, que se suele datar entorno al 424 a.C., a finales del siglo V a.C. Respecto al mismo Eurípides normalmente se establece su fecha de nacimiento entorno al año 480 a.C., concretamente en el día de la famosa batalla de Salamina contextualizada en la Segunda Guerra Médica, aunque se conoce de la existencia de una estela de mármol que dataría el nacimiento de dicho autor entorno el 484 a.C., dando que pensar que su supuesto nacimiento del 480 a.C. sólo sería una mitificación romántica del personaje (MEDINA GONZÁLEZ, 1977; 8). Así vemos a un Eurípides que creció en el contexto de la Segunda Guerra Médica y la influyente propaganda ateniense al respecto, para muchos autores como Cardete del Olmo, es justamente por esta campaña propagandística donde nacería el espíritu identitario griego, ya que “ante situaciones especialmente conflictivas y, sobre todo, en momentos de tensión bélica, crecen las posibilidades de que el grupo identitario evolucione hacia una entidad más compacta y cerrada que denominamos grupo étnico” (CARDETE del OLMO, 2011; 121-122). Una de estas formas de diferenciación fue la calificación de barbaros a los persas, además que para la mejor comprensión y la magnificación del conflicto siempre fue necesario asemejar con un hecho sobradamente conocido y “patriótico” la guerra de Troya, como dice Erskine, “Greeks came to see the Trojan Wars as a mythological model for the Persian Wars” (ERSKINE, 2001; 66). Así Eurípides creció en un contexto de una “lógica exaltación patriótica como consecuencia del resonante éxito [en la guerra contra los persas] que 3

Eduard Camps Vives

dejaría una profunda huella en un espíritu infantil” (MEDINA GONZÁLEZ, 1977; 15). En otras palabras, Eurípides tuvo que estar muy orgulloso de ser un griego que desde niño vivió en Atenas, en un contexto donde aparecía el individualismo como concepto predominante, un concepto de individuo libre y griego, contrapuesto a la esclavitud persa. Atenas vivió una época de enorme confianza en su sistema, del que Eurípides no se pudo ver desprendido, un ideal de democracia y justicia. Pero la imagen de su patria como un ideal de perfección y libertad se trucaría, cuando nuestro poeta vería que “la democracia moderada era incapaz de resistir los embates de los afanes imperialistas que conducirían a Atenas a la guerra del Peloponeso y al desastre político e ideológico. De ahí nacería con toda probabilidad la enorme decepción que destilan muchas de sus obras” (MEDINA GONZÁLEZ, 1977; 16). La Guerra del Peloponeso entre la Liga de Delos de Atenas y la del Peloponeso de Esparta, se daría entorno los años 431 – 404 a.C., y como ya se ha dicho Eurípides escribió Hécuba en torno el año 424 a.C., concretamente en el contexto de la primera parte de la guerra conocida como Guerra de Arquidamo1. Se trataba de una guerra de griegos contra griegos, por tanto no es de extrañar que usara el mito de Troya y la figura de Hécuba como una representación de los males de la guerra, mientras a su vez seguía catalogando a los Troyanos, como los “otros” o los barbaros, en semejanza a los persas (ERSKINE 2001; 69). Esta negatividad de la guerra que vendría del desengaño respecto sobre su propia patria, se puede observar en el siguiente pasaje de la Hécuba: Oh raça ingrata, els que us deliu per sê honorats com oradors del poble! Així no us conegués, els que no us reca de danyâ els vostres amics, posat que plagui a la turba el que dieu! ¿Quin giny, a veure, han fet cabal d’imagina quan la meva filla han decretat la mor [Políxena]? És que els obliga el deure a degollar humans, sobre una tomba on més escauen bous oferts?2

Eurípides, Hècuba, 255-260 Este pasaje pertenece al conocido como ciclo troyano de la obra de Hécuba, que aún siendo un hecho a posteriori de la misma guerra de Troya, depende íntegramente de las consecuencias de la misma. Nosotros nos centraremos en la súplica de Hécuba a Odiseo por la vida de su hija Políxena, aunque a lo largo de esta tragedia vemos la evolución de Hécuba, una mujer que empezará su obra como una suplicante por la vida de su hija, pero la terminará como una vengadora por la muerte de su hijo Polidoro (OLLER, 2007, 59-60). Gracias a la genialidad de Eurípides podemos ver todos los estratos del sufrimiento de la segunda esposa de Príamo, y un hecho sorprendente en el que Eurípides fue un verdadero revolucionario, la comprensión de la mujer como ente protagonista, que incluso puede llevar al público a replantearse su propio contexto (MEDINA GONZÁLEZ, 1977; 11). Si nos centramos en Virgilio y su famosa Eneida, la cuestión se vuelve bastante diferente y su funcionalidad es bastante más compleja, aunque en ambos casos el contexto es muy influyente en su obra, para Virgilio la magnificación política y el hecho propagandístico fueron mucho más importantes que en Eurípides, que sería un ejemplo de orgullo y desengaño hacia su patria, pero de la que no se podría nunca separar. Sobre la datación de dicha obra, se suele decir que Virgilio estuvo trabajando en ella hasta su último respiro el año 19 a.C, creyendo que empezó su redacción en el año 29 a.C., justamente un año después del fin de la última guerra civil de Roma, de la que Octavio saldría victorioso, y que progresivamente significaría el asentamiento 1

Conocida así porque Arquidamo era el nombre del rey espartano que comandaba las tropas lacedemonias, y comprendió desde el 431 hasta el 421 a.C. (POMEROY, 2010; 317) 2 Traducción en castellano de Medina González (1977), “Desagradecido es vuestro linaje, todos cuantos envidiáis los cargos de hablar en público. Ojalá no me fuerais conocidos vosotros, lo que no os preocupéis de causar daños a los amigos, cuando decís algo por halago a los más. Mas ¿qué artifició es ese que pensaban cuando decidieron la pena de muerte contra esta niña? Acaso los indujo la necesidad de degollar una persona junto a la tumba, donde más bien conviene sacrificar bueyes?”

4

Eduard Camps Vives

del Imperio Romano. Así la obra de Virgilio no puede responder más a su contexto, este autor puso su pluma disposición de Octavio. Con ello quiso y consiguió enlazar el linaje de los Julios con Eneas y con la guerra de Troya. Es evidente que esta obra se trata de una fuerte campaña propagandística, que no dista mucho de la concepción bárbaro/persa (troyano), del siglo V a.C., pero la Eneida va mucho más allá que una simple obra propagandística, se trata de “el poema de la unidad entre dos mundos hasta ahora escindidos, Oriente y Occidente. Es una epopeya del alma y el ideal romanos. La idea del destino de Roma domina en esta obra de Virgilio” (NOMBRE ESTEFANÍA, 1983; 28). Así en Virgilio vemos a un escritor que vivió la guerra entre Marco Antonio y Octavio, y que al igual que Eurípides vio las crueldades de una guerra civil, pero en este caso no nace una crítica o una visión negativa, sino un nuevo despertar encarnado en la figura de Octavio y la dinastía Julia, y eso es lo que pretende demostrar Virgilio. Si nos centramos en los pasajes tratados, que van desde el 486 al 525 del segundo libro, podemos observar una clara descripción de los males de guerra, puede que no tan pasional como la de Eurípides, pero mostrada desde el lado troyano y la presión que suponía los últimos momentos de resistencia de la misma ciudad. Una breve cita servirá para aclarar este concepto de sufrimiento de los troyanos, en la que sería su última resistencia: Al palau es confonen els gemecs amb el tumult dolorós, i pregonament les secretes alcoves ululen crits planyívols de les dones (…) La violència s’obre camí

Virgilio, Eneida, 486. En términos generales la obra de Virgilio y la apropiación romana de la figura de Eneas, supuso una clara regeneración del sistema romano, ahora encarnado en los Julios, como dice Erskine, “Troy and Aeneas were the part of the ideology os the new regime, symbolizing the refoundation and regeneration of Rome after the destruction of the civil wars” (ERSKINE, 2001; 15). Pero si volvemos a los pasajes que nosotros estamos tratando vemos la metódica explicación que hace Virgilio de la caída de Troya en manos griegas, imitando en todo momento el estilo de la Ilíada y la Odisea, e incluso catalogando a los griegos como dánaos, como ya hacía el mismo Homero. Respecto al contenido vemos que el texto se inicia con una situación de guerra y desolación, para pasar a narrar el sufrimiento de los reyes troyanos, Príamo y Hécuba, así explica como Príamo se viste para el combate, pero es retenido por su mujer, sentada en el altar, que le dirá “aquest altar ens protegirà a tots o morirás amb nosaltres” (Vir. Ene.525), llevando al viejo Príamo a renunciar al combate. Aún con esto en este pasaje no nos aparece directamente la figura de Eneas, si que comprendemos la importancia posterior de dicha figura y de la obra de Virgilio, en mi opinión este pasaje nos sirve mejor para comprender el cambio de visión entre los griegos del siglo V.a.C y los romanos del siglo I a.C, donde cada cual interpretará el mito a su manera, pero en ambos casos como consecuencia de una cruel guerra “civil” anterior. Un tema diferente será ver de dónde proviene dicha interrelación entre Eneas y Roma, si esta es anterior a la Eneida, y así parece apuntarlo las fuentes clásicas. Una de estas se trataría del decreto de Lampsac, fuente principal de este estudio, y que dataría de principios del siglo II a.C., concretamente del 196-195 a.C. El texto “contiene un decreto en honor a Hegesias, ciudadano de Lampsaco comisionado para tratar con Roma en los años que siguen a la derrota de Filipo V y buscando la protección romana frente la amenaza de Antíoco III de Siria” (MARTÍNEZ-PINNA, 2010; 56). Pero lo más importante del texto en si es que los habitantes de Lampsaco aducen una vinculación como parientes de los romanos, poniendo como bandera su participación en la guerra de Troya y la situación geografía en las costas del Mar de Mármara, más o menos próxima a la antigua ubicación de Troya. Pero a diferencia de la obra de la Eneida, ahora nos encontramos en el siglo II 5

Eduard Camps Vives

a.C, cuando se inicia el imperialismo romano hacia Grecia. “Este hecho dio lugar al surgimiento de unas condiciones propicias para que los griegos se replantearan la cuestión de los orígenes de Roma” (MARTÍNEZ-PINNA, 2010; 52). Roma al entrar en Grecia entraba a formar parte de un conjunto de relaciones con los griegos, inicialmente se establecía una serie de pactos de alianza, pero como Roma no disponía de un origen “noble”, no podían pactar mediante la syngheneia, al menos inicialmente, y por ello se vieron abocados a la eugheneia. Esto también podría ser uno de los motivos de la identificación con Eneas, para suscitar mejores conexiones con los griegos, buscando su fundamento en el mito más conocido en Grecia, Troya. Esta, puede que fuese la única manera de presentarse como iguales ante los helenos, aunque “no se sabe con certeza cuándo los romanos utilizaron por primera vez la leyenda troyana con un objetivo político respecto a Grecia” (MARTÍNEZ-PINNA, 2010; 53). Si nos fijamos en el texto en sí, vemos que este se puede contextualizar fácilmente en el marco de un incipiente dominio romano de la costa egea, anterior a la guerra de Romano-Siria del 192 a.C. de Antíoco III de Síria, y tras la derrota macedonia del 197 a.C. Así nos encontramos en un marco de recién entrada romana en Grecia, que se conjugaría con una serie de batallas y pactos, de entre los cuales el de Lampsaco sólo sería uno de ellos, pero que nos permite ver la legitimidad romana sobre Grecia, en parte justificada por el mito troyano y la figura de Eneas.

Estudio comparativo - Un camino de Grecia a Roma Hasta ahora se ha intentado mostrar el contexto de cada obra, ya que para comprender su funcionalidad es inevitable entender antes en qué momento y con qué intención se escribieron. Igualmente ya se ha ido apuntando una serie de ideas claves para comprender la trascendencia de los mitos en cada caso, donde el eje común más relevante son los intereses políticos de cada cual. Como en el caso anterior empezaremos por la Hécuba de Eurípides, esta obra no sólo responde a los cánones clásicos de su contexto, y al desengaño del autor respecto a la democracia moderada, sino que además nos muestra la cosmovisión helena de su época, de una Atenas heredera de la propaganda de las guerras médicas. Si nos centramos en la visión de Erskine, la guerra de Troya fue una herramienta muy útil a lo largo de los siglos, ya que “the Trojan War was the great war of the past and so it provided an effective means of elevating the present” (ERSKINE, 2001; 67). Durante la segunda guerra médica el concepto de bárbaro se aplica a los persas, pero a lo largo del siglo V a.C. “el bárbaro ha adquirido carta de naturaleza y, aunque en un principio se identifica fundamentalmente con el persa, pronto se convierte en un concepto más amplio que abarca a todos los no griegos” (CARDETE del OLMO, 2011; 128). Se podría decir que con el fin de la guerra contra los persas nace un cierto sentimiento étnico/elitista entre los griegos, y más concretamente en los atenienses, que tampoco dudaran en achacar a los lacedemonios atributos de bárbaro. Atenas intenta focalizar el ser griega en su propia persona política, una egolatría que durará hasta su derrota en manos espartanas. Claro está que la mejor forma de elevar este pensamiento ateniense fue con la glorificación griega (realmente ateniense) de las Guerras Médicas, personificando las mismas, con la Guerra de Troya, elevando sus hazañas al concepto del mito, mientras al mismo tiempo se denigraba el concepto de troyano asemejado al persa (ERSKINE, 2001; 69). Si Atenas continuó con la analogía troyana, tras el fin del conflicto, fue evidentemente por un conjunto de intereses políticos, para mantenerse así al frente de la liga délfica, con una pretensión política cubierta por un manto de mito. Con todo ello, nacía el concepto de diferenciación entre griegos y no griegos, y la asimilación entre persa y troyano se hace más que patente en las obras del siglo V a.C., de las cuales Hécuba no es una excepción, por ejemplo en el siguiente fragmento Odiseo se dirige a Hécuba, catalogando de bárbaros a los troyanos:

6

Eduard Camps Vives

Avine-‘thi; nosaltres, si per mal costum honrem el noble, d’ignorància ens titllaran; en canvi els bàrbars, ni els amics com uns amics tracteu, ni sou capaços d’admirâ els que an mort amb glòria, a fi que Grècia visque pròspera i que nosaltres, com penseu, així trobeu.

Eurípides, Hécuba, 331 Este concepto de diferenciación elitista griega lo podemos vincular con las pretensiones de Virgilio, al vincular la familia de los Julios al mito troyano. Como ya se ha apuntado anteriormente, los romanos querían establecer unas vinculaciones directas con los griegos, fuesen comerciales, políticas o culturales, por ello es lógica la apropiación de la figura de Eneas como tal, ya que este les vinculaba al gran mito heleno, y al mismo tiempo les desligaba del origen propiamente griego. En otras palabras, serían diferentes (como descendientes de los troyanos) pero iguales en la medida que ahora podrían tener un pasado noble, que el cual el conjunto de poleis griegas respetaban. Esto lógicamente entra en confrontación con la asimilación del troyano al persa como bárbaro, pero aunque la campaña propagandística de Atenas fue importante, la figuras troyanas se quedaron en un impase de ambigüedad, ya que mientras sus ideales eran magnificados como tipología de gran héroe que lucha por su destino (Héctor o Eneas serían dos ejemplos de ello), al mismo tiempo el troyano era asimilado al persa, pero no en su figuración, aunque si en su función. Como dice Erskine, “In Athens, therefore, public anti-Persian rhetoric conceals, and may even generated, ambivalence about Trojans among the people of Athens. The new image and the old one sat uncomfortably together” (ERSKINE, 2001; 83). Existiría una contrariedad inerte en los atenienses, Eurípides es un claro ejemplo de ello, mientras catalogará de bárbaros a los troyanos, al mismo tiempo les hará participes del drama y el sufrimiento humano, este es el caso de Hécuba o Andrómaca. Todo ello se puede ver reflejado en el siguiente fragmento de Hermione hablando con Andrómaca: Hermione.- ¡Oh rebaño bárbaro, oh dura obstinación! ¿Quieres morir, pues? En seguida voy a echarte de tu asilo. Tengo para ti un cebo seguro. Pero ocultaré lo que quiero decir; que no tardará ello en rebelarse por sí mismo. Persiste en tu resolución. Aun cuando por todas partes te rodeara plomo derretido, te arrancaré de aquí antes que vuelva el hijo de Aquileo, en quien confías

Eurípides, Andrómaca, 173. Esta dualidad conceptual es muy evidente en Eurípides, que no duda de catalogar a Andrómaca de bárbara, pero a su vez busca que el público sienta compasión por este personaje. Dicho esto es evidente que aún con la campaña propagandística ateniense, los valores de los héroes troyanos no perdieron su sentido esencial. Así la figuración de Eneas como herramienta para entrar como iguales en la antigua Grecia, sería un instrumento más que válido para los romanos, que a lo largo del siglo II a.C. se empezarían a establecer en el Egeo. Pero la figura de Eneas no sólo tendría una funcionalidad exterior, sino que también se puede leer como una legitimación del linaje de Octavio, como dice A. Erskine “he could exploit Aeneas to justify and legitimize his dominance of Roman politics. It showed that his rule was based not simply on military force but on ancestry as well” (ESKINE, 2001; 15) Por hechos como este es lógico que la figura de Eneas disponga de más renombre durante el Imperio que durante la República, época en la que su vinculación con Roma es más bien poca o nula. Por aquel entonces Roma se identificaba con Rómulo, como fundador de la ciudad y creador del Senado, mientras Eneas sería un personaje que los romanos entenderían como prehistoria. El mito de Eneas sólo conseguiría su fuerza con una legitimación imperial muy abocada al exterior más que a la misma ciudad latina. (ERSKINE, 2001; 37). Aunque es evidente que la significación de la figura de Eneas vendría en el siglo I a.C. con el inicio del Imperio, sabemos que la vinculación de este personaje con las tierras de la 7

Eduard Camps Vives

península itálica sería bastante anterior, un ejemplo, un poco tardío, sería el decreto de Hegesias antes comentado, que ya a principios del siglo II a.C. nos dice lo siguiente: En efecte, a ells (els romans) els pertoca de defensar sempre els interessos de la ciutat (Làmpsac) pel parentiu que ens lliga a ells (els romans) i que ells (els romans) reconeixen…

Decreto de Hegesias. Por textos como estos es lógico pensar que la funcionalidad de Eneas como héroe romano, no fue una invención de Virgilio, sino que era conocida con anterioridad, de lo contrario el pueblo de Lampsaco no habría establecido estas líneas de vinculación con Roma. Así, María José Pena, nos dice que en base a un hallazgo de una figurita datada de Eneas, datada a finales del siglo VI a.C., podemos deducir que este mito ya era conocido en la Etruria de aquel entonces. Otra cuestión más compleja es como entraría este mito troyano en el Lacio, y actualmente existe un constante debate sobre este hecho, diversos autores como Alföldi, Pallottino o Castagnoli, han enumerado una serie de teorías al respecto, que van desde Eneas aparece en Roma como una fuerte influencia etrusca, a la negación o contrastación de dicho concepto (JOSÉ PENA, 1974; 8). Este estudio es demasiado limitado textualmente, para analizar en profundidad dichas teorías, pero lo que no se puede negar es que el mito de Eneas será anterior a su magnificación con el Imperio, e incluso ciertamente conocido en el exterior, pero no fue hasta la influencia de los Julios que se maximizó su importancia. A modo de conclusión para este apartado vemos que todos los mitos expuestos sobre la Guerra de Troya, tienen un elemento en común, la manipulación de sus interpretaciones para legitimar una política propia, fuese Atenas con las guerras médicas, Roma con su expansionismo del siglo II a.C. y su justificación imperial posterior, o el pueblo de Lampsaco intentando obtener los favores romanos usando una vinculación remota con la guerra de Troya y Eneas. La variabilidad de interpretación esta siempre abierta cuando hablamos del mito de Troya, ya que su visión como eje que construyo el pasado griego, no sólo sirvió como tal en Grecia, sino que también fue un espejo para Roma una Roma que siempre estuvo embellecida por su corriente filohelena. Troya un mito que todos conocían, un mito que todos podían utilizar.

8

Eduard Camps Vives

Bibliografía

o CARDETE del OLMO, M.C. El valor de la propaganda en la construcción del enemigo: Atenas y las guerras médicas. Grecia ante los Imperios. V Reunión de historiadores del mundo griego. Sevilla. 2011. o

ERSKINE, A. The Persians Wars and the Denigration of the Trojans. En: Troy between Greece and Rome. Oxford University Press, 2001. p. 61-92.

o

ERSKINE, A. The recovery of Trojan Rome. En: Troy between Greece and Rome. Oxford University Press, 2001. p. 15-43.

o

GÓMEZ de la MATA, G. (Trad.) Eurípides. Orestes, Medea y Andrómaca. Madrid: Austral, 1980.

o

PENA, M. J. El Santuario y la tumba de Eneas. Estudios clásicos, Tomo 18 n.71, 1974. p.1-26

o

MARTÍNEZ-PINNA NIETO, J. Las leyes de fundación de Roma. De Eneas a Rómulo. Barcelona: Publicacions i Edicions Universitat de Barcelona, 2010. p. 50- 63

o

MEDINA GONZÁLEZ, A. (Trad. e Intro.) Eurípides. Tragedias. Madrid: Gredos, 1977.

o

NOMBRE ESTEFANÍA, M.D. (Trad. e Intro.). Virgilio. Eneida. Barcelona: Bruguera, 1983.

o

OLLER GUZMÁN, M. Matar al huésped en la Hécuba de Eurípides. Faventia 29/1, 2007. p. 59-75.

o POMEROY, S. La Antigua Grecia. Historia política, social y cultural. Barcelona: Crítica, 2011.

9

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.