Restos arqueológicos en la Cripta del MNAR (1): Domus Ecclesiae o vivienda Bajoimperial

MNAR digital MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO

Buscando ángulos Restos arqueológicos en la Cripta del MNAR (1): Domus Ecclesiae o vivienda Bajoimperial

Tras descender a la Cripta del Museo desde la calzada romana, si tomamos un paseo abierto a la derecha, según se sortea un pequeño puesto habilitado para el vigilante de salas, se llega al fondo del todo a un umbral de piedra. Se trata de la puerta que da paso a lo que fue una vivienda romana situada a extramuros de la ciudad. Un primer aspecto a notar antes de atravesar dicho umbral, es que contó con dos puertas separadas por un machón central. A su izquierda, en los límites de la construcción, un estrecho callejón hubo de servir de paso para que el servicio accediese discretamente a algún espacio que nos es desconocido, quizá unas termas. Una vez atravesado lo que resta del vano, nos situamos en una suerte de hall al fondo del cual destaca un espacio columnado cortado por los muros del Museo: se trata de los restos de un patio o peristilo del que únicamente nos resta uno de sus frentes, debiendo cerrarse en un rectángulo por otros tres que continuarían bajo la calle que discurre en las traseras del Museo. De espaldas a este ala del patio, aún podemos atisbar otras dos columnas que, dividiendo en tres un gran vano, dan paso a una estancia monumental, toda ella ornada con unas impactantes pinturas murales. Tras la estancia, aún se pueden atisbar otras dos habitaciones que comparten como denominador común el servirse del muro de contención de la calzada como cierre de las mismas y medianera de la vivienda: a la de la derecha se accede desde una escalera abierta en un lateral de la estancia monumental ya descrita, mientras que la otra se abriría al corredor que deambula en torno al patio columnado. 14

MNAR digital MUSEO NACIONAL DE ARTE ROMANO

Buscando ángulos Restos arqueológicos en la Cripta del MNAR (1): Domus Ecclesiae o vivienda Bajoimperial

Si un espacio llama la atención dentro de la vivienda es precisamente la gran estancia con pinturas murales. Éstas muestran una serie de composiciones que en la mayor parte de los casos tratan de imitar incrustaciones de diversos tipos de mármoles. No se trata por tanto de un acabado de lujo, sino de la apariencia de uno, pues no debemos olvidar que de todas las posibles decoraciones que podemos encontrarnos en una vivienda, quizá la más modesta son los frescos. Y ello se traslada igualmente al suelo donde, en lugar de un mosaico, nos hallamos ante los curiosos restos de otra pintura al fresco, en este caso bajo la apariencia de un ajedrezado como el localizado recientemente por Rocío Ayerbe en unas estructuras domésticas excavadas dentro del recinto del Teatro romano. Desde el momento de la excavación del solar del Museo y pese a que la misma, aparte de las referencias generales contenidas en sus sucesivas guías, permanece inédita, ha rondado la idea de que nuestra vivienda en general y el salón que acabamos de describir en particular, pudieron funcionar como una domus ecclesiae, esto es, una de esas tempranísimas iglesias cristianas establecidas en domicilios particulares como los excavados por Mélida y Macías en el Peristilo del Teatro romano o más recientemente por Javier Heras en la Puerta de la Villa. En torno a dicha interpretación redundaba en nuestro caso el hallazgo en el entorno de ciertos vestigios en los que se hacían patentes símbolos cristianos primitivos, en especial una pila o labrum con un crismón invertido tallado sobre su fondo (nº inv. 26170). Es difícil determinar sin más precisiones sobre su contexto de hallazgo exacto si tales materiales estaban en relación con la vivienda o fueron depuestos en sus aledaños tras su abandono, pero de hallarnos ante el primer supuesto cabe valorar como válida la interpretación de una de las estancias de la morada bajo el interesantísimo pero enigmático prisma del culto cristiano más incipiente de Hispania.

R. S.

15