Responsabilidad y Bien Común: un futuro para el Patrimonio

July 25, 2017 | Autor: J. de Nordenflycht | Categoría: Patrimonio Cultural, Patrimonio
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Descripción

Responsabilidad y Bien Común: un futuro para el Patrimonio José de Nordenflycht Concha

“Indignarse no basta”, con esa sentencia comienza el último libro de Salvatore Settis, que con el elocuente título de Azione popolare. Cittadini per il bene comune (Einaudi, 2012), comienza justo donde quedaban las propuestas de su anterior libro Paesaggio, Costituzione, Cemento. La battaglia per l’ambiente contro il degrado civile (Einaudi, 2010). Desde los contenidos que anuncian esos títulos, para cualquier lector desprevenido Settis podría ser un activista que habla desde el frenesí atribulado de la acción directa sobre la esfera pública. Lo curioso es que de alguna extraña y prejuiciosa manera, al conocerlo en persona, no nos calza esa superficial lectura con este pausado profesor universitario que, desde el rigor y la contención académica, ha recorrido el largo camino de la arqueología y la historia del arte hasta el patrimonio. Y viceversa. Sus aportaciones al desarrollo disciplinar de la historia del arte han sido largamente recepcionadas desde el canon ya enjundioso sobre los estudios del Renacimiento en su país natal. Su primer trabajo publicado con el título La “Tempesta” interpretata (Einaudi, 1978) donde propone un análisis sobre la enigmática obra de Giorgione en que los comitentes aparecen como parte fundamental del sistema artístico, tanto que vuelve sobre ese tópico proponiendo una visión más general en su último libro sobre este tema (Artisti e committenti fra Quattro e Cinquecento (Einaudi, 2010). Con estas aportaciones a la historia del arte, sería suficiente como para instalar a Settis en un lugar destacado dentro de su gremio, sin embargo la Historia no basta.

 

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Es sabido que Italia –su paisaje de origen- concentra una gran cantidad de bienes culturales y valores ambientales que lejos de ser la mitad de todo el Patrimonio Mundial –como el muy bien desmitifica en algún pasaje de sus libros- es lo suficientemente abundante y relevante como para imaginar que desde su niñez el futuro arqueólogo e historiador del arte tenía un horizonte de expectación tan profundo como abierto. Nacido en Rosarno -en 1941- ha tenido importantes responsabilidades directivas en Italia (Diretore de la Scuola Normale Superiore de Pisa) y EEUU (Getty Center for the History of Art and the Humanities), así como de reconocimiento disciplinar en España (Cátedra Museo del Prado) y Francia (Consejo Científico del Museo del Louvre) entre otros innumerables episodios de una biografía intelectual que se despliega más allá de una simple enumeración curricular. Pero su impecable y destacado cursus honorum científico y académico no lo es todo, ya que será la impertinencia de quien extiende su palabra hacia lo público lo que nos ha tenido más admirados a quienes, desde la distancia de su contexto y la cercanía de sus textos, nos reconocemos en una complicidad disciplinar, desde un gremio abundante y de larga tradición en su país, y que en nuestro medio local es escaso y a ratos invisible. Tal vez desde Giulio Carlo Argan, quien fuera alcalde de Roma, que Italia no nos entregaba un historiador del arte tan comprometido con la esfera pública. Un historiador del arte que más allá de la estética se compromete con la ética de una disciplina que no podría tener otro fundamento que la sostenibilidad de sus objetos de estudio devenidos en patrimonio, en tanto son reconocidos como un bien común. Lo que nos advierten Argan, Settis y tantos otros historiadores del arte, es que como parte de una disciplina que investiga sobre los testimonios de la voluntad preexistente por producir lo que hoy podemos designar como arte, no deberíamos estar ajenos al destino posible de nuestros objetos de estudio.  

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Y es desde ese lugar en que sus textos representan la convergencia de dos líneas temáticas que no son tan paralelas como pudiera pensarse. La primera en referencia al estudio del arte clásico y moderno italiano y la segunda en torno a la problemática del patrimonio. Hasta la fecha traducidos al español, entre los primeros, hemos podido leer el mencionado estudio sobre Giorgione (Akal, 1990), su arenga desde el imprescindible estudio sobre el mundo antiguo El Futuro de lo Clásico (Abada, 2006) y uno de los precursores textos de valoración historiográfica de un autor muy revisitado por estos días en el libro Warburg Continuatus. Descripción de una biblioteca (La Central, 2010). Mientras que de los segundos sólo conocemos las ediciones originales en italiano, entre las que destacan –a parte de los ya mencionados- Italia S.p.A. L’assalto al patrimonio culturale (Einaudi, 2002) y Battaglie senza eroi. I beni culturali tra istituzioni e profitto (Electa, 2005). Probablemente Salvatore Settis representa en estos últimos textos algunos valores escasos por nuestros días. Una dignidad académica que, lejos de la arrogancia pseudo intelectual, tiene el arrojo de poner al servicio de la comunidad sus capacidades en beneficio de un bien común como es el derecho a poner en valor el pasado en línea con un futuro posible para las generaciones que asoman. A partir de la fortuna crítica que preceden a sus textos, es que desde el momento en que supimos que él vendría al Festival Puerto de Ideas, sospechamos que no nos hablaría simplemente “del patrimonio”, entendida como una manida palabra desactivada por el aura de lo políticamente correcto en tantos discursos de última hora, sino que más bien nos hablaría de “lo patrimonial”, como un estado que somete la valoración de nuestras preexistencias al irrenunciable compromiso ético de los intelectuales con su tiempo. Sobre todo cuando estos intelectuales son historiadores del arte y el tiempo que les ha tocado vivir es uno que intenta someter a la especulación financiera el valor del arte, la arquitectura y la ciudad en su conjunto.

 

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De hecho nuestra sospecha fue antecedida por la definición que el mismo Settis nos adelantó sobre Patrimonio en una entrevista que le hicimos previamente a nuestro encuentro personal, recordando que: “La misma palabra “patrimonio” tiene entonces, en este contexto, un significado del todo particular, contrario a la propiedad individual (el uso del bien a su propio y exclusivo arbitrio),

y

se

refiere

a

valores

colectivos,

a

aquellos

vínculos

y

responsabilidades sociales que solo mediante la referencia a un común patrimonio de cultura y memoria toman la forma del pacto ciudadano, hacen posible el “interés público” y por lo tanto el Estado.”1 Por eso que para muchos fue una sorpresa, para otros menos fue una confirmación, el hecho de que en su conferencia dictada en Valparaíso Settis terminara advirtiendo el irreversible daño que amenaza el paisaje cultural italiano en las inmediaciones de la mismísima Venecia, donde se estaba proyectando una torre de 250 metros de altura denominada Palais Lumière. Casi un año después nos informamos por la prensa que este proyecto movilizado por la empresa Pierre Cardin2, al menos en el lugar y la forma de su primera versión, se ha desestimado, por lo que aún tenemos la esperanza de que las desafortunadas similitudes con nuestro espacio local no conviertan el relato de la historia en el mito de su patrimonio, sino que por el contrario, el patrimonio se construya desde un relato que anuncia el futuro desde su historia.

 

 

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Notas                                                                                                                 1   NORDENFLYCHT, José de “Siete preguntas para Salvatore Settis.” El Martutino, 5 de noviembre de 2012. Traducción Davide Piacenti.  

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RODENIGO, Veronica “La Lumière si spegne sul Palais.” en Il Gironalle dell’ Architettura, 29 giugno 2013

 

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