Responsabilidad e instituciones responsables en un mundo globalizado

May 23, 2017 | Autor: François Vallaeys | Categoría: Filosofía Política, Ética, Globalización, Ética Aplicada, Gestión De Riesgos, Responsabilidad Social
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Descripción

CUADERNOS DE ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA Año 5, N° 5, Noviembre de 2016

ISSN 2305-0837

Revista de la Asociación Peruana de Ética y Filosofía Política

ASPEFIP

CUADERNOS DE ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA Revista de la Asociación Peruana de Ética y Filosofía Política-ASPEFIP Director Miguel Ángel Polo Santillán Comité Editorial Christian Córdova Robles Soledad Escalante Beltrán Gonzalo Gamio Gehri Willian Hernández Hurtado Ricardo Jiménez Palacios Joan Lara Amat y León Marlene Montes de Sommer Miguel Ángel Nación Pantigoso

Comité Internacional Esteban Anchústegui Igartua - Universidad del País Vasco Antonio Campillo - Universidad de Murcia Raúl Fornet-Betancourt - Universidad de Aachen Roberto Gargarella - Universidad Torcuato Di Tella León Olivé - Universidad Nacional Autónoma de México Dina Picotti - Universidad Nacional de General Sarmiento Editor Alejandro Salazar Rodríguez Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso respectivo Hecho el Depósito Legal en la Biblioteca Nacional del Perú N° 2016-16911 Se terminó de imprimir en noviembre del 2016 en: Visual Impress. Calle Duilio Poggi 852. La Perla Callao.

ÍNDICE

Presentación ........................................................................................... 7 ARTÍCULOS Reexaminando la teoría de los derechos humanos de Habermas en una época de globalización Soledad Escalante Beltrán ........................................................................ 9 Europa desde la periferia. Reflexiones sobre el humanismo Graciano González R. Arnaiz .................................................................. 26 Marx y la actualidad de los intereses emancipatorios modernos Levy del Águila Marchena....................................................................... 40 Narratividad y autoritarismo en la formación de la subjetividad colonial Carlos Eduardo Quenaya Mendoza ......................................................... 61 La biotecnología y sus implicaciones éticas con respecto a la naturaleza humana, la dignidad humana y los derechos humanos: Una mirada desde la Bioética a ‘El Fin del Hombre’ de Francis Fukuyama John Santiago Espitia Fajardo ................................................................ 70

ENTREVISTA Responsabilidad e instituciones responsables en un mundo globalizado:Entrevista a François Vallaeys ..................... 86 HOMENAJE Homenaje al Profesor Raúl Fornet-Betancourt Marlene Montes de Sommer .................................................................. 94 Dina Picotti ........................................................................................... 96 RESEÑAS Villanueva, R., Marciani, B. y Lastres, P. (eds.) (2016). Prueba, Argumentación y Justicia. Lima: Fondo Editorial de la Pontificia Universidad Católica del Perú. .................................................................................... 101 Dussel, Enrique (1998). Ética de la Liberación. Madrid: Trotta. .............. 108 Castro-Gómez, Santiago (1996). Critica de la razón latinoamericana. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana. ................................. 113 Mealla, Eloy Patricio (comp.) (2013). Educación y ética para otro desarrollo. Buenos Aires: La Crujía Ediciones. ............................... 116 Polo, Miguel (2016). El silencio del Rey Mono. Autoconocimiento y Ética. Lima: Fondo editorial de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. ......................................................................... 118

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ENTREVISTA A FRANÇOIS VALLAEYS

RESPONSABILIDAD E INSTITUCIONES RESPONSABLES EN UN MUNDO GLOBALIZADO Miguel Polo: Buenos días François. En esta entrevista quisiera hablar sobre temas que has estado reflexionando estos últimos años. Vamos a comenzar con el concepto de responsabilidad, luego hablaremos un poco de la responsabilidad social y terminaremos con el concepto de responsabilidad social universitaria. François, al pensar una fundamentación de la responsabilidad social empresarial, tú haces referencia a una ética en 3 dimensiones que abarca virtud, justicia y sostenibilidad: ¿cuál crees que es la pertinencia de esta ética de 3 dimensiones?, ¿es para ponerle límites a la acción humana tanto individual como corporativa?, ¿es para hacerle frente a los problemas ecológicos?, ¿es para ordenar nuestras vidas personales, sociales y globales? François Vallaeys: Yo diría la tercera solución: ordenar. Es una ética que yo concebí para ordenar, no para poner límites porque la ética clásica, diría yo, es suficiente y, bueno, nadie necesita del filósofo para poner límites o no a su vida, pero sí necesitamos del filósofo para ordenar. La ética siempre aparece cuando hay crisis: nadie tiene porque hablar de ética cuando todo va bien en la casa. Entonces como la morada —tanto personal como social y global— está trastornada por estos días, necesitamos conceptos que ordenen y, efectivamente, también una ética que vaya introduciendo el tema ecológico como uno de los temas ordenadores y urgentes. Lo que me fascina de nuestros deberes éticos universales de hoy, es que tienen que ver con nuestro súper poder tecnológico: este incremento de poder nos coloca no sólo ante el rostro frágil de nuestro prójimo presente, sino también frente al rostro de la generación futura que adquiere rostro porque se ha vuelto frágil ante nuestro súper poder de destrucción del futuro. La paradoja es patente: nuestro súper poder crea nuestra fragilidad máxima, el poder de acabar con nosotros. Entonces, recordando a Lévinas, la responsabilidad surge del rostro del otro que se presenta en su fragilidad, pues somos tan poderosos que un nuevo rostro surge: es el rostro del futuro. Por eso mi ética está en 3 dimensiones: agregándole a la virtud de siempre, a la justicia de siempre, la sostenibilidad de ahora, siempre queriendo unir las tres. No me gusta pensar esa ética en 3D como 3 temáticas unas al lado de otras, sino como un conjunto complejo que siempre se tiene que entender en forma compleja, es decir entretejida, unida, sin posibilidad de obviar una dimensión para entender mejor a otra.

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Miguel Polo: Cada ética ha requerido de instituciones que las hagan posible: las virtudes requerían familias, amigos, colegio, comunidad; la justicia requiere instituciones públicas como el poder judicial, el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo. Me preguntaba qué instituciones requerirá la sostenibilidad para que sea sostenible, ¿ya tenemos esas instituciones o es responsabilidad de todos o de todas las instituciones anteriores? François Vallaeys: Una excelente pregunta, a la vez nos damos cuenta de que se trata de reformular el papel de las instituciones que nombraste, desde la familia hasta los poderes públicos, y al mismo tiempo nos damos cuenta que nos falta instituciones cosmopolitas —para hablar como Kant— para tratar temas que por definición son globales, por definición cruzan las fronteras. Y esos problemas no son solamente ecológicos. La sostenibilidad para mí no es equivalente a la biosfera o al equilibrio eco-sistémico, sino que también es sostenibilidad económica y social. Hoy en día los temas de migración, por ejemplo —y se nos avecina unas migraciones por el cambio climático muy fuertes—, el tema del dumping social, fiscal y jurídico de las empresas que hoy en día están haciendo su mercado entre los Estados para ver cuál de los Estados van a elegir para maximizar el beneficio de una operación mercantil (producir, vender, cobrar…). Todo eso nos demuestra que la economía humana es nómada, pero las instituciones públicas son sedentarias, entonces necesitamos intervenir y crear instituciones cosmopolitas, cosa que sigue la lógica del proyecto kantiano de la modernidad. Por encima del derecho público hay el derecho cosmopolita que asegura la posibilidad de establecer reglas de justicia, no solo entre los Estados, sino entre los ciudadanos de los Estados extranjeros. Me gusta mucho en ese sentido la idea de una historia universal de Kant, porque nos habla del cosmopolitismo como otra fuente de Derecho basado en la posibilidad de acoger cualquier ser humano, nacido y por nacer dentro de una tierra amable y libre, y sobre esas instituciones que nos faltan al mismo tiempo —bueno, las tenemos (tenemos la ONU, la UNESCO, organismos inter y supranacionales), pero vemos muy bien que todavía no funcionan bien. Mira Europa: las instituciones europeas supranacionales están atacadas hoy en día. Por la crisis la gente ha votado en mayoría por partidos eurofóbicos, porque obviamente el cosmopolitismo es mucho más difícil de instituir entre nosotros que el mero nacionalismo que llaman a los instintos tribales del viejo homo sapiens en su comunidad. La verdad nos viene grandes retos, yo creo, el gran reto kantiano de tener una política cosmopolita más allá de la política estatal, pero sin disolver los Estados dentro de un gran Estado mundial que para él constituía el máximo despotismo. Eso es sumamente importante ¿Cómo articular un derecho de súbditos, todos súbditos debajo de un Estado de coacción (el modelo del Estado nacional) y, al mismo tiempo, un diálogo entre Estados y ciudadanos a nivel global y local, no como súbditos sino sujetos de derecho, que tienen que ponerse de acuerdo sobre grandes temas de interés común (modelo del cosmopolitismo)?

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Miguel Polo: Hasta hace pocas décadas las organizaciones, salvo el Estado, no eran pensadas dentro del marco de la ética, ¿por qué crees que las instituciones pasaron también a ser un tema ético y especialmente en el mundo empresarial, las instituciones económicas? François Vallaeys: Por la crisis de las instituciones públicas. Tomando un ejemplo: tenemos bienes comunes que tenemos que gestionar y que no podemos abandonar ni al Estado ni al mercado, por ejemplo, la pesca. Cantidad de peces que están en el mar peruano, ese es un bien común. ¿Qué peruano quisiera abandonar la idea de comer un ceviche? Ninguno. Y lo que nos damos cuenta muchas veces —allí están los trabajos de Elinor Ostrom, gran mujer premio Nobel de economía desgraciadamente fallecida—, es que si gestionas tu bien común solo por leyes del Estado no funciona, si lo gestionas por meros actos del mercado, tampoco funciona; te funciona si mezclas —de allí la idea de “regulación híbrida” — la ley estatal, la autoregulación del mercado y la asociación entre los productores, la asociación, en este caso, de los barcos de pesca, las empresas que aprovechan directamente este recurso para que se pongan de acuerdo cómo hacer para que cualquiera saque su interés económico propio, sin dañar al interés de todos de preservación de recursos para la generación futura, para nuestros hijos, lo que va a pasar dentro de veinte años, etc., etc. Entonces esa asociación entre pares, es la ética. Yo creo que en este momento asistimos al retorno de la ética, pero de una ética multidimensional, no la ética judeocristiana que viene del fondo de mi corazón, de mi intimidad, no la mera ética pública del Estado, sino la ética entre todos los interactores sociales. Miguel Polo: ¿Tú haces diferencia entre responsabilidad social empresarial y responsabilidad social corporativa? Algunos señalan que la responsabilidad social empresarial es muy amplia, abarca tanto a pequeña, mediana como grandes empresas, mientras que la responsabilidad social corporativa abarca solo a grandes empresas, especialmente a las multinacionales, donde se generan más problemas. François Vallaeys: No, eso es un detalle, podemos hacer esa distinción, pero lo que es importante es distinguir la responsabilidad social empresarial o corporativa, si tú quieres, de la responsabilidad social en sí, que es la tesis que defiendo, que es una responsabilidad específica que hasta ahora no hemos terminado de trabajarla y entenderla como responsabilidad distintiva más allá de nuestras responsabilidades morales, personales y de nuestras responsabilidades jurídicas, públicas. Esa responsabilidad social, entonces, toca a toda organización, no solamente a las empresas, todas las organizaciones que tienen impactos en la sociedad. Mi trabajo no es hacer distinciones exquisitas dentro de la responsabilidad social empresarial, sino la de limpiar el concepto de responsabilidad social para que cualquier organización que sea pública o privada, con o sin fines de lucro, se lo pueda apropiar y empezar a diseñar una política responsable justamente para sí misma. Y la responsabilidad social es la responsabilidad por los impactos, no por los actos. De los actos se ocupan las

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responsabilidades morales y jurídicas, de los impactos se ocupa la responsabilidad social. Para ser efectiva, necesita amplias asociaciones entre organizaciones de todos los sectores: públicos, privados, con o sin fines de lucro. Miguel Polo: Ahora, sin dejar de considerar que a nivel mundial son las grandes empresas trasnacionales las que tienen mayor impacto en distinto orden, económico, ecológico, etc. François Vallaeys: Ah, no, claro, una vez que hemos distinguido el concepto (responsabilidad social como responsabilidad por los impactos y no por los actos), una vez que conseguimos este concepto, podemos volver a diferenciar los diferentes actores organizacionales por su grado de poder y por el daño posible de sus impactos y allí obviamente los impactos de las multinacionales son muy superiores. Sin embargo, y es allí donde está la astucia del concepto, la responsabilidad social no exime a nadie de su participación en la responsabilidad común. Por eso insisto que no es una responsabilidad jurídica ni moral, de cada uno de nosotros, sino socializada, entre todos nosotros. Miguel Polo: Bien, ¿cómo has visto la evolución del concepto de responsabilidad social empresarial?, ¿cómo ha pasado de la teoría a la práctica? Ya sabemos que no puede ser considerada como un simple altruismo, pero tampoco quizá como una acción obligatoria. ¿Dónde estamos entonces? François Vallaeys: Esa es una pregunta de mucha actualidad. Yo sí estoy a favor de la obligatoriedad, pero trabajándola a dos niveles. Una obligatoriedad legal —que en este momento está en el seno de la ONU, hay todo el tema del respeto de los derechos humanos—, esto no puede ser abandonado a la voluntariedad. Entonces la idea es imponerle a las empresas madres que hagan todo lo posible para que se respete los derechos humanos en toda la cadena de sus proveedores, incluso al último en su pequeño taller en el remoto país pobre. Y que si algo sucede, y se puede comprobar que la empresa lo sabía y no hizo nada, podamos jurídicamente atacarla para que repare. Eso me parece fundamental, es decir, la responsabilidad social conduce directamente a la responsabilidad jurídica, pero una responsabilidad jurídica, otra vez, cosmopolita, internacional, supranacional. Y la otra parte de la obligatoriedad es esa obligatoriedad entre tú y yo cuando nos ponemos de acuerdo para hacer algo juntos, es una obligatoriedad moral de cumplir con la palabra dada, y esto pide que tanto tú como yo seamos lo suficientemente fuertes y bien informados para verificar, fiscalizar permanentemente que sí se está cumpliendo con lo que se decía. Para mí hay dos tipos de obligatoriedad detrás de esa exigencia de responsabilidad por los impactos: la obligatoriedad jurídica y la obligatoriedad, podemos decir, interpersonal de necesidad de cumplir con las palabras dadas, lo que nos aleja del viejo concepto de partes interesadas y que nos acerca al concepto de socios, defensores de causas, socios de la acción de las empresas. Por eso son las grandes ONG, son los sindicatos fuertes,

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son los elementos de la sociedad civil que tienen poder y pueden realmente fiscalizar y pasar por encima de la voluntariedad y buenas intenciones sin fiscalización. Miguel Polo: En ese sentido, ¿existen ya indicadores que pueden aplicarse para medir la responsabilidad social empresarial? François Vallaeys: Existe un montón de herramientas con sus indicadores. El tema es que esas herramientas todavía son de uso voluntario, pero hay cada vez más presión para que esa voluntad sea casi obligatoria por razones de mercado. Una empresa ahora que pretende exportar necesita una certificación ambiental, una certificación social de buen gobierno corporativo, sino se equivoca de estrategia, y es allí donde lo ético empuja para volverse un casi obligatorio. Miguel Polo: Y en el caso latinoamericano, ¿ves tú que esa responsabilidad social corporativa disminuye? Es decir, a veces se ha dicho que las grandes transnacionales, por ejemplo en países como Europa, tienden a respetar las reglas, las leyes, mientras cuando vienen a países de tercer mundo no tienen la misma conducta. François Vallaeys: Ese es un tema, por eso repito es importante la obligatoriedad jurídica que nos permite cortar ese juego del dumping que finalmente aplica la peor ley a todo el mundo mediante ese juego de nomadización de las empresas (fabrico donde la mano de obra es barata, vendo donde hay dinero, cobro donde hay paraíso fiscal). Todo conduce finalmente a la necesidad constituir las reglas de juego cosmopolitas. Miguel Polo: ¿Cómo afrontas el posible cuestionamiento de que la responsabilidad social empresarial solo es una forma de tapar los huecos del capitalismo, pero que nunca podrán cubrirlo porque su impacto es de tal magnitud —sobre todo en los daños—, que siempre va a traer este sistema? ¿Es el discurso de la responsabilidad social empresarial un discurso que evita pronunciarse sobre los males del sistema capitalista? François Vallaeys: Sí, es una crítica que me parece muy pertinente. Efectivamente el discurso de la RSE muchas veces es utilizado como “fairwashing” para lavarme la cara y evitar tocar los problemas que duelen, que son los riegos sistémicos de la economía capitalista, eso me parece una crítica pertinente. Pero no nos podemos quedar en ese nivel de la crítica y como decimos en Francia: «no vale botar al bebé con el agua sucia de su baño”, bota al agua sucia, pero no al bebé, es decir salva el concepto de responsabilidad social para practicar una más coherente, más exigente, más obligatoria, porque de todos modos los impactos sistémicos los debemos de tratar, de eso depende el buen vivir y la dignidad de la vida presente y futura. Miguel Polo: Pasando el tema de la responsabilidad social universitaria. ¿De alguna manera tú la ves como una continuación de la responsabilidad social empresarial o qué peculiaridades tendría?

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François Vallaeys: No, la RSU jamás debe confundir la universidad con una empresa. Desde el inicio en América Latina fuimos todos muy claros de que no se trataba de aplicar modelos de gestión empresarial a las universidades, sino —y otra vez es importante tener bien el concepto clarificado—, sino cuestionar los impactos de las universidades y cómo estos impactos de las universidades son diferentes de los impactos de una minera o una empresa que vende celulares, pues la responsabilidad social universitaria en su contenido, en su estrategia de gestión, es diferente de la responsabilidad social empresarial, partiendo del mismo concepto que es que cualquier organización tiene el deber ético absoluto de responsabilizarse por sus impactos sociales y ambientales. Una vez que tenemos eso en claro, mi trabajo fue de analizar cuáles son los impactos de las universidades. Y es una pregunta fascinante, es un tema muy rico que me ha permitido destacar un concepto que estaba absolutamente desconocido en el discurso de la RSE que son los impactos cognitivos. Yo los llamo así a los impactos muy solapados, muy invisibles que operan al nivel de los patrones mentales y epistémicos, con los cuales abordamos nosotros los universitarios todos los temas de la universidad: la formación, la investigación, la extensión y la gestión administrativa. Esos impactos cognitivos son para mí el corazón mismo de la peculiaridad de la RSU frente a la RSE. Miguel Polo: ¿Crees que frente al desgaste del concepto de “autonomía” de las universidades, estas pueden tener un sentido renovado con la RSU? François Vallaeys: Sí, totalmente. La autonomía universitaria —he aquí un discurso muy tramposo—. Por un lado, es obvio que la universidad debe ser autónoma frente a los poderes para poder buscar libremente la verdad, la libertad de cátedra, etc., etc., pero si eso es una justificación para hacer lo que me da la gana y no abordar la urgencia de los problemas sociales que tenemos, es una patraña: no es una autonomía, sino una especie de autismo. Por otro lado, efectivamente, como tú bien dices, hay una crisis del concepto de autonomía, porque la universidad pública depende de financiamiento estatal, desde luego no tiene autonomía financiera. Entonces me parece que la RSU permite salvar la autonomía universitaria bien entendida, no como autismo, sino al contrario, como responsabilidad por los problemas sociales, por un lado, y al mismo tiempo —como en su contenido se trabaja mucho la investigación en comunidad, el aprendizaje servicio, la extensión mediante proyectos sostenibles tanto económica como social y ecológicamente—, la RSU permite abrir todo un campo de autofinanciamiento de la universidad a través de nuevas empresas creadas con fines sociales y medioambientales, aplicando el conocimiento científico producido en la universidad en la solución de problemas sociales. Esto va a ser muy importante en los próximos años en Latinoamérica, empujar este tema para que dejemos de creer que la RSU es el trabajo de los “buenitos” en la universidad que van a ayudar al pobre haciendo un pequeño acto voluntario generoso de solidaridad, pero con poco sustento económico. Veamos más bien que la RSU —siempre trabajando por una opción referencial por los pobres, porque en América Latina es un tema que no

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podemos nunca descartar—, trabaje en que justamente esta acción social sea una acción económicamente pertinente, creando otros tipos de empresas hacia una economía circular, hacia una economía de funcionalidad, una bio-economía. Y allí hay mucho trabajo por hacer y, de ese trabajo, además, podemos sacar dinero, podemos sacar financiamiento para mejorar todos los procesos de la universidad y entonces conseguir la verdadera autonomía que es también la autonomía financiera. Miguel Polo: Si tuvieras que dar 3 indicadores o criterios para saber que una universidad está siendo socialmente responsable, ¿cuáles serían? François Vallaeys: Primero yo no pretendería que la universidad sea socialmente responsable, sino que sea una universidad en vía de responsabilización social permanente. Para mí me parece muy importante no darle la medallita nunca a la universidad, sino hacerle entender que uno nunca termina de gerenciar sus impactos negativos, pero obviamente podemos avanzar, podemos pensar en términos de mejora continua. Una vez que se ha dicho eso yo diría que el primer indicador es una universidad que sabe reflexionarse a sí misma, que sabe mirarse a sí misma con sus mismos actores internos (los estudiantes, los profesores, los administrativos, los directivos) de tal modo que se autoestudia en forma permanente para constituirse, no sólo como una comunidad de enseñanza, sino una comunidad de aprendizaje. Ese autodiagnóstico para responder permanentemente la pregunta “¿cuáles son nuestros impactos negativos?”, me parece fundamental, para mí es el primer indicador. El segundo indicador es meter la metodología del aprendizaje basado en proyectos sociales en todas las carreras, lo más que se pueda: que el salón de clases deje de ser un claustro para ser una comunidad de aprendizaje mutuo con actores externos donde el alumno aprenda sirviendo y participando en la solución de problemas reales, eso me parece el segundo indicador. Y el tercer indicador es la investigación en comunidad, una investigación que deje de ser otro claustro del experto en su oficina, en su laboratorio, que publica papers en revistas indexadas en Norteamérica, para hacer una investigación en comunidad mezclando investigadores académicos con no académicos para que de este modo todos juntos busquen soluciones a problemas reales. Obviamente no todas las disciplinas se prestan para esto, pero muchas disciplinas se prestan muy bien. Entonces el indicador de qué porcentaje de investigación en comunidad tiene tu universidad, a mí me parece un indicador clave. Si trabajamos esos tres aspectos: una universidad que se autodiagnóstica permanentemente para saber cuáles son sus propios impactos negativos, una universidad que gerencia la formación desde el aprendizaje basado en proyectos sociales y una universidad que investiga en comunidad, pues ya estamos avanzando en la dirección correcta. Después cada actor conoce su contexto, cada quien es dueño de su profesión y hay que tener confianza en la pertinencia social que de por sí va a brotar de este fenómeno. Miguel Polo: ¿Tú crees que esta es una tarea más de universidades en particular o de alianzas de universidades?

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François Vallaeys: Yo creo que de alianzas de universidades. El tema que vi en mi libro y en mi tesis de doctorado es que cada vez que buscamos resolver el problema a solas nos equivocamos, nos falta pertinencia y nos falta eficacia. Y cada vez que reintroducimos el problema como problema común, donde se nos pide alianzas y esfuerzos mutuos para mutualizar las acciones y la solución de problemas, pues ganamos y la acción se hace más pertinente y más eficaz. Entonces, yo no diría a cada universidad «tú tienes tu RSU para ti —otra vez en forma autista más que autónoma—, sino, tú eres un actor de una responsabilidad social que es territorial. Tú estás en determinado territorio, en este territorio hay otros actores, comunidades, gobiernos locales, empresas, otras universidades, cuál es tu papel allí para apoyar este tema, que siempre es un tema común. Es decir, la finalidad de la RSU no es la universidad socialmente responsable, es la sociedad socialmente responsable. Miguel Polo: Tú debes saber que desde ya hace unas décadas están saliendo rankings de universidades a nivel internacional. ¿La RSU debe estar preocupada por los rankings de las mejores universidades o su dinámica no tiene nada que ver o no está guiada para estar en el ranking de las universidades más importantes del mundo? François Vallaeys: Esta pregunta se resuelve cuando otra vez nos preguntamos: “¿cuáles son los impactos de los rankings?”, si son impactos básicamente positivos o negativos. Es muy simple, basta mirar los indicadores. Yo estudié los indicadores del ranking más famoso que es el de Shanghái que, desgraciadamente, gobierna muchas políticas públicas en países avanzados y es un ranking espantoso, es un ranking que tiene muchos impactos negativos y casi ningún impacto positivo. Entonces desde la lógica de la RSU, yo creo que tenemos un deber urgente de salir de esa ideología de los rankings, y más bien crear rankings propios de la RSU, no en el sentido de ver quién es el mejor en RSU, sino en el sentido de intercambiar buenas prácticas y que cuando una universidad logró hacer algo bien, pues otra universidad lo pueda saber y aplicar en su propio campus para empujar un movimiento general. Creo que esa es la solución. Pero la “calidad universitaria en universidades de prestigio”, la verdad que para América Latina nos funciona muy poco, y solamente puede incentivar al autismo universitario del investigador que publica artículos en inglés, y entonces que tiene poquísimo impacto hacia adentro y hacia su sociedad. Miguel Polo: Muchas gracias François. (Trascrito por Moisés Azaña)

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