Reseña Marx en la Argentina de Tarcus, Horacio

July 22, 2017 | Autor: Facundo Rocca | Categoría: History of Ideas, Marxism, Karl Marx, Marxismo en la Argentina
Share Embed


Descripción

HISTORIZAR EL MARXISMO (EN UN SEGMENTO AUSTRAL DEL MUNDO). Tarcus, Horacio (2013), Marx en la Argentina. Sus primeros lectores obreros, intelectuales y científicos; Buenos Aires, Siglo XXI, 543 páginas; 2da edición revisada y actualizada.

El libro que reseñamos es la reedición revisada de una parte sustantiva de la tesis de Horacio Tarcus presentada en el Doctorado de Historia de la UNLP que ya fuera publicada por la misma editorial hace apenas unos años (2007) y que recoge en esta nueva versión no sólo correcciones, sino también la actualización de información recabada en estos últimos seis años en que el autor continuó con su trabajo de archivista e investigador, así como una ampliación del interesante apéndice documental. El libro, como bien puede inferirse de su título, se propone constituir una historia de la difusión y recepción del marxismo en la Argentina en su primer período de influencia. Con esta publicación Horacio Tarcus apareció como un referente ineludible en los estudios de difusión de las ideas de izquierdas en la Argentina, un campo que como él mismo señala se encontraba rezagado en relación a otros espacios nacionales con una historiografía mucho más consolidada sobre las izquierdas, y el marxismo en particular. Junto con esta obra central, y como resultado de sus mismas investigaciones, ha producido otros importantes aportes en esta misma línea de investigación: el Diccionario Biográfico de la Izquierda Argentina, que se propone como una suerte de versión local del conocido Dictionnaire biographique du mouvement ouvrier français de Matrion, así como un importante trabajo de reedición de documentos entre los que destaca la compilación del periódico del grupo Vorwärts - Los socialistas alemanes y la formación del movimiento obrero argentino, Antología del Vorwärts (1886 - 1901) - publicada en 2008. También, según ha dicho en algunas entrevistas a propósito de la reedición del libro que nos ocupa, sigue avanzando de forma muy similar con su investigaciones: preparando un próximo libro - El socialismo romántico en el Río de la Plata - que cubre el período “pre-marxista” en nuestro país de 1837-1870; y también en una suerte de continuación de su Marx en la Argentina que abarcaría el desarrollo de los marxismos locales de 1910 a 1983. En el Prefacio, el autor ya nos advierte que el libro está construido en múltiples planos. Señalemos que lo múltiple parece recorrer secretamente al trabajo de Tarcus: la pluralidad de los marxismos, la 1

heterogeneidad del movimiento socialista local e internacional, la multiplicación de las lecturas y los lectores, y sobre todo la indeterminación multiplicadora del sentido de todo texto que parece guiar su trabajo historiográfico. El libro es una investigación sobre los “usos” de la lectura y sobre sus medios, y también sobre “los modos, los canales y los agentes” de la recepción de Marx en la Argentina y sobre las formas de la recepción de las ideas en general. Es este plano, inspirado en las reflexiones de Aricó sobre el problema de la difusión, implantación y apropiación del marxismo en América Latina, el que parece estar en el origen de la pulsión de saber de Tarcus por estos temas y estas historias. El problema sin embargo no es directamente tratado, o más bien es abordado sólo en tanto el trabajo de investigación se propone dar cuerpo histórico y concreto a ese primer momento de difusión e implantación de las ideas marxistas en Argentina, sin lograr atender directamente a los problemas y las condiciones de producción de un marxismo específico y propio (que quizás no exista hasta Mariátegui en Latinoamérica) y que probablemente tenga que esperar a otros períodos de la historia nacional. Pero Marx en la Argentina es en principio y sobre todo una “obra de historia intelectual erudita, un relato exhaustivo del curso de las ideas socialistas en la Argentina entre 1871 y 1910”. Esta es su intención inmediata y evidente. Constituye también el terreno donde la veremos desenvolverse mejor. Luego de una primera sección en que se presentan ciertas hipótesis que guían el trabajo de investigación (sobre las que volveremos), junto a ciertos problemas generales así como referencias al marco teórico de los estudios de recepción y la historia intelectual, el libro se compone de cuatro secciones que se suceden en un relativo orden cronológico y que corresponden a los cuatro momentos de recepción del marxismo que Tarcus identifica. Las tres primeras tratan la difusión del marxismo en uno de esos momentos a partir de ciertos colectivos y de ciertos nombres propios ligados a esas experiencias, es decir, intelectuales propiamente dichos, ya sean “tradicionales” u “orgánicos”. Tenemos entonces un primer momento entre 1871 y 1880, en donde la difusión y la imagen de Marx está marcada a fuego por la experiencia derrotada de la Comuna de París. Su nombre de hecho resuena por primera vez en la prensa local como “Lucifer Moderno” cuyas doctrinas habrían inspirado a la Comuna. Los primeros “marxistas” serán entonces communards emigrados que intentan organizar las primeras secciones locales de la AIT. Junto a ellos aparece también el nombre

2

de Raymond Wilmart, emisario de la AIT destinado a reforzar los lazos organizativos con los internacionalistas locales. La próxima sección, aborda un segundo momento (1880-1890) donde el marxismo se imbrica con el desarrollo de la socialdemocracia alemana de importante crecimiento luego de la muerte del propio Marx, llegando a nuestro país primero con los exiliados políticos alemanes que huyen de las “leyes antisocialistas” bismarkianas. Estos emigrados constituirán el Club Verein Vorwärts, que será un pionero difusor de ideas socialistas. Entre este “socialismo germano-argentino” destaca la figura de German Avé-Lallemat, un naturalista que, asentado en San Luis, será un difusor central del marxismo como concepción económica de la historia. Un tercer momento se organiza alrededor de la emergencia de agrupaciones socialistas que confluirán finalmente en la formación del Partido Socialista Argentino entre 1890 y 1900, y que acompañan el proceso mundial de emergencia y consolidación de la Segunda Internacional. Se discuten también sus experiencias periodísticas entre las que destaca La Vanguardia, así como la obra de Juan B. Justo, quien encara por cierto la primera traducción española de El Capital, o las primeras empresas editoriales que incluyen una versión española del famoso Manifiesto. La cuarta y última sección se superpone cronológicamente (1895-1910) debido en parte a un sutil cambio de objeto: ya no es tanto la historia de la difusión marxista dentro del creciente movimiento socialista en la Argentina lo que atañe al investigador, sino la particular difusión del marxismo en los medios académicos y científicos locales. Difusión que el crecimiento (mundial) de ese movimiento socialista, volvió casi necesaria para lo más avanzado de la naciente ciencia social, como se encarga de señalar el autor. Difusión que, enmarcada en la casi indiscutida hegemonía de la ideológica cientificista y positivista, también condicionará una lectura del marxismo como ciencia, de la que gran parte del mismo campo socialista no será ajena. De este cambio de objeto también se desprende que ya no haya más que nombres propios: estamos ahora estrictamente en el mundo de la “elite letrada”, aunque los nombres de lo político colectivo no dejen de inmiscuirse ya sea como interlocutores de sus debates o como parte de la identidad de aquellos mismos intelectuales surgidos de las aulas universitarias argentinas. Se discuten entonces las obras de Ingenieros, Palacios y Enrique del Valle Iberlucea, así como de Octavio Bunge, Juan Agustín García y Ernesto Quesada.

3

La historia de esta difusión es también la de la modificación de la imagen del propio Marx, marcada por la circulación diferencial de sus obras. En el primer momento, se acentuaría el Marx político y dirigente de la Internacional: el primero de sus textos en circular en la Argentina será justamente los Estatutos de la Asociación Internacional de Trabajadores. Luego de este primer momento, junto con la creciente afirmación del socialismo marxista como socialismo científico, crecerá en importancia la imagen del Marx “Científico” o “Economista”. Esta modificación que constituye una clave de lectura posible del libro, gira sobre todo alrededor del problema de la distancia entre teoría y doctrina, es decir, del recorte y el reordenamiento que su organización como teoría de un movimiento de masas impone al cuerpo teórico marxiano. Más allá de este debate, nos interesa dejar asentado entonces que la estructura del libro responde principalmente a ese primer plano como historia intelectual del marxismo argentino. Pero el autor también nos presenta su trabajo, y ya desde la primer página, como un “estudio de caso” de la difusión mundial del marxismo desde su consolidación como corriente teórico-política hasta principios del siglo XX. Es este, a nuestro punto de vista, el plano central que da fuerza y valor universal al trabajo. La forma en que la relación entre estos planos se resuelve, marcando así todo el movimiento argumentativo del libro, es lo que constituye a nuestro entender su mayor fuerza retórica y teórica. Todas las experiencias de organización, las biografías, las ideas publicadas y debatidas, las posiciones sostenidas, las declaraciones y los manifiestos que constituyen el cuerpo de ese primer “marxismo” argentino, será constantemente cotejado con las diferentes corrientes y posiciones del movimiento socialista europeo. Lasalle, Kautsky, Bernstein, u otros menos conocidos como Allmand o Lafargue, serán nombres que correrán en paralelo a los Avé-Lallemant, Justo e Ingenieros, sin llegar a robarles protagonismo. La imbricación entre estos dos planos se construye en la exposición misma, por medio de la cual el autor logra de forma muy satisfactoria construir al mismo tiempo un relato pormenorizado y concreto de las experiencias, los sujetos y las particularidades locales sin necesitar para ello levantar las barreras (completamente artificiales, por cierto) de una especificidad que entorpecería el entendimiento profundo de esas mismas experiencias. De ahí que junto con una honda sensibilidad para los tonos y problemas propios de las ideas marxistas en la Argentina de fines de siglo XIX, nos presente un amplio conocimiento del proceso de difusión global del marxismo (de sus nombres, sus debates, sus ideas y su propia historia). Proceso que es constantemente repuesto de tal forma que, al 4

mismo tiempo que se logra evidenciar las profundas relaciones que las experiencias argentinas tienen con ellos, no se les permite sin embargo oscurecer la centralidad que éstas tienen como objeto primero de la investigación, ni se busca diluir esa historia particular en una homogénea pero vacía historia abstracta de un supuesto proceso universal que las ideas marxistas recorrerían de igual forma en cualquier espacio. Se trata de los modos de dar cuenta de esa articulación concreta, histórica y materialmente situada, entre lo general y lo particular, entre lo global y lo local, buscando evitar perderse tanto en una historia abstracta que pierda fuerza explicativa, como en una historia especficista que rompa –en uno de esos gestos artificiales a los que el nacionalismo es tan adepto en la teoría– los lazos que unen al movimiento socialista argentino con la historia del movimiento obrero mundial. El objeto del libro es, como nos dice el mismo Tarcus, “explicar documentadamente de qué modo se dio en la Argentina, en las tres últimas décadas del siglo XIX y en los albores del siglo XX, un proceso que, bajo distintas formas y en distintos ritmos, se extendió por casi todo el planeta: la difusión del marxismo”. Se trata en definitiva de los modos que las ideas, y ciertas ideas en particular con toda su disruptividad, tienen en lo real de la historia para arraigarse y crecer en otros suelos, pero sobre todo para encarnar en otros y nuevos sujetos. Este complejo movimiento entre estos dos niveles es quizás lo que haga al libro tan estimulante. Sin perder su foco en el objetivo propuesto –el de la recepción y lectura de Marx en un período específico de la Argentina– logra poner tales desarrollos en su justa relación con procesos globales y movimientos políticos y debates internacionales, al mismo tiempo que se hace espacio para sugerir ciertas preguntas teóricas centrales a esa tradición teórico-político (¿es el marxismo una ciencia? ¿es el socialismo la conciencia necesaria de las masas obreras? etc.) Hay tres elementos que ayudan a sostener con eficacia este enfoque. El primero es el erudito trabajo bibliográfico sobre los antecedentes. El libro se reconoce explícitamente en deuda con un importante cuerpo de trabajos previos referidos tanto al desarrollo y especificidad del marxismo en Latinoamérica y en Argentina (Ratzer, Aricó, Löwy, Paris, Klima, Bilsky, Falcón) como a importantes estudios históricos sobre la difusión global del marxismo (Hobsbawn, Haupt, Andreucci y otros), y se apoya asimismo en un amplio conocimiento tanto de la historiografía social como de las tradiciones intelectuales locales y de los debates teóricos de

5

marxismo internacional que le permiten recortar con precisión las referencias necesarias para dar cuenta de los lazos y las similitudes entre ambos procesos. En segundo lugar, hay ciertas hipótesis de trabajo que parecen ayudar a tal complicada empresa historiográfica. La primera es el rechazo a una lectura normativista que, al dejar de preguntarse por la corrección o falsedad de las lecturas, se permite interrogar los modos y las razones de cada lectura divergente. La segunda es la diferenciación entre marxismo, socialismo y movimiento obrero. La investigación deliberadamente se propone no asumir al socialismo como conciencia natural del movimiento obrero, ni la hegemonía marxista dentro de la corriente socialista como resultado obligado de un progresivo desarrollo. Ambas hipótesis son fundamentales para abrir a la reflexión histórica a una teoría y una doctrina que tiene un sentido profundamente historicista. Y esta apertura a la historización del marxismo disipa entonces grandes confusiones historiográficas que partían de dar al marxismo por ya constituido de antemano, olvidando la importante heterogeneidad tanto de la I Internacional, como de la propia Socialdemocracia, así como la multiplicidad de referencias socialistas no marxistas que impregnan y constituyen la cultura obrera nacional e internacional, dentro de la cual el marxismo aparece como sub-cultura específica. Es a partir de esta diferencia que Marx en la Argentina nos ayuda a identificar a los primeros difusores de Marx como internacionalistas revolucionarios antes que como estrictos marxistas, o descubrir las profundas influencias de Lassalle en los supuestos marxistas del Vorwärts. Las referencias a Marx son comunes e incluso centrales en aquellos grupos o autores, pero no constituyen ciertamente la única teoría desde la cual construyen su doctrina. Y esta heterogeneidad local no deja de presentársenos como un correlato lógico con la situación igualmente heterogénea del movimiento socialista mundial. Así también, por ejemplo, se logra resolver el enigma del extraño “anarquismo socialista” del joven Ingenieros de La Montaña al ponerlo en perspectiva de una particular corriente izquierdista del socialismo revolucionario. Por último, el libro se destaca por su enorme trabajo de archivo –que recurre a una amplia gama de documentos y fuentes primarias de colecciones particulares, internacionales, así como de dispersas colecciones locales–. Este trabajo sobre lo concreto de las ideas –sobre sus soportes materiales, sus tiempos y espacios reales de circulación, sobre las biografías de aquellos personajes que fueron sus manos y lenguas– tiene la ventaja de permitirle, por un lado, resolver ciertos debates historiográficos sobre tal o cual lectura concreta de forma concluyente: el descubrimiento de la correspondencia tanto 6

de Emile Flaesch como de Raymond Wilmart deja constancia cierta de la existencia de aquellos primeros grupos internacionalistas del primer momento de recepción; la heterogeneidad del llamado “Fondo Neugebauer” perteneciente a un miembro checo del Club Vorwärts permite, asimismo, dar evidencia empírica de la heterogeneidad de literatura socialista (e incluso anarquista) que hacían circular, relativizando entonces su supuesto carácter marxista que la historiografía existente daba por sentada. De igual forma por ejemplo, el exhaustivo relevamiento de las fuentes en la obra de Lallemant permite dar cuenta de esa misma heterogeneidad teórica. * Por último, no queríamos dejar de señalar que el libro carece significativamente de un apartado de conclusión. Quizás la minuciosidad del trabajo con que se han abierto los archivos y documentado los recorridos de las ideas, la superposición de aquellos planos de lectura de la que hablamos, o la creciente multiplicación de publicaciones, debates, obras, lectores y autores que marcan el recorrido ascendente del marxismo en estas tierras, constituyan tal heterogéneo escenario que hace difícil una conclusión que pueda englobar la totalidad de preguntas y hallazgos que carga este libro. Sin embargo, creemos que habría sido necesaria una suerte de recapitulación que pusiera de nuevo en su lugar a esos diversos planos para evaluar que se ha podido avanzar en cada uno. Intentaremos aquí proveer algo así como nuestra propia conclusión. Como obra de historia intelectual, la importancia de Marx en la Argentina es indudable. La obra produce no sólo descubrimientos documentales originales –el personaje de Wilmart, la publicación del Vorwärts, etc.–, sino que también es sólida y exhaustiva. Su lectura nos deja un amplio y profundo conocimiento de la sub-cultura socialista en la cultura obrera argentina: sobre sus políticas teóricas, sus debates, la heterogeneidad de las fuentes que abrevaban, sobre los más importantes autores intelectuales así como los difusores y organizadores secundarios pero significativos, sobre sus empresas organizativas y editoriales, sobre sus hitos significativos. Pero sobre todo, nos da un estudio detallado de las formas precisas en que se construyó la creciente influencia del marxismo dentro de esta subcultura. Como “estudio de caso” de la difusión global del marxismo, ya referimos que su enfoque –ni nacionalismo o localismo especificista, ni universalismo abstracto– le permite no sólo aclarar sendas confusiones historiográficas, sino también apreciar el valor e interés concretamente universal del proceso de difusión del marxismo en Argentina. 7

Por ultimo señalamos cierta hipótesis de trabajo que parecía guiar la investigación: la suspensión de una lectura “normativa”. Es aquí donde la falta de una teorización final que resuma la diversidad de datos historiográficos acumulados hace notar más profundamente su ausencia. Si bien el libro logra dar una respuesta exhaustiva para intentar comprender los cómo de la producción de esas múltiples lecturas del marxismo, fallaría en dar respuesta de los por qué de esas mismas lecturas. Casi nada se dice de las causas que fortalecerían tal o cual énfasis en ciertos aspectos de la obra marxiana, o cuáles son los motivos que favorecerían tal o cual hibridación teórica, o las razones que sostendrían tal o cual alianza doctrinal en la política. Y esto porque si bien las hipótesis de pluralización del marxismo y desimbrincación con el movimiento obrero y el socialismo son estimulantes para revisar e historizar realmente su existencia, dejan cierto vacío explicativo que no parece tan fácil de remplazar. Antes se asumía como dada (lógicamente) la creciente influencia del marxismo. Esta se imponía como una consecuencia natural del desarrollo del capitalismo y de la clase obrera. La “derrota” teórica reciente del marxismo, así como el colapso de los “comunismos reales” que se asocia indefectiblemente a ésta, puso en jaque tal explicación ingenua y, por cierto, ahistórica. Solo a partir de tal constatación es posible pensar una investigación como la que encontramos en Marx en la Argentina. Pero ese punto de partida reclama entonces una explicación que está todavía ausente. Aquí quizás nos encontramos con un límite de la propia historia intelectual, enormemente fructífera para documentar y dilucidar los cómo, pero evidentemente insuficiente para encontrar las causas últimas que hicieron posible esas lecturas. Porque las razones de aquellas empresas políticointelectuales no pueden estar guardadas en las huellas materiales que en forma de documentos las ideas dejan en su tránsito por el mundo. Éstas residan probablemente en los procesos sociales, en las luchas y los combates en que esos mismos sujetos-agentes de las ideas se ven involucrados. La necesaria historización del marxismo debe servir entonces para pensar profundamente estos problemas. Para esta tarea, la investigación historiográfica de Tarcus es sin duda un aporte y un insumo significativo.

8

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.