Reseña La Invencion del peronismo en el interior

May 24, 2017 | Autor: J. Bonafina | Categoría: Cultural Studies, Political Science, Historia, Political Economy and History
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Descripción

Javier G. Bonafina Reseña Macor Darío y César Tcach (editores) La invención del peronismo en el interior del país, UNL, Santa Fe, 2003. 462 páginas. Mg. Javier G. Bonafina El libro comienza con una presentación, que al mismo tiempo esboza una síntesis sobre los diferentes abordajes que ha tenido el peronismo y realiza un recorrido de los trabajos reunidos; El enigma peronista, por Darío Macor y César Tcach. Los autores presentan allí los inconvenientes en la compresión, cuando no en la explicación, de un fenómeno que tiene la capacidad de aturdir y sorprender a quienes se atreven a ingresar en él. Así es cómo el “mito originario del peronismo repite (…) todos los elementos de las construcciones fundacionales del populismo” y allí se encuentra uno de sus mayores dilemas. Porque a los intelectuales, siempre se les ha dado mal la cercanía con el populismo, y desde referentes cómo Jorge Luis Borges, Ernesto Sábato y otros siempre estuvieron a la saga de un debate que impregnó todos los ámbitos de la inteligentsia. Cuando ese debate pudo cristalizar en los ámbitos académicos, las síntesis provenientes de las explicaciones que se intentaron recurrieron a modelos históricos comparativos, de no muy probada capacidad explicativa, pero que al fin de cuentas eran hegemónicos en la época. Los primeros en intentar una explicación desde las ciencias sociales, se encontraron en la sociología científica creada por Gino Germani, a posteriori de 1955 y cuya escuela abrió una línea de investigación prolífica que con variaciones y matices llega hasta nuestros días. Dentro de esa escuela fueron profusas dos grandes líneas interpretativas: una ortodoxa (G. Germani, K. Silvert, J. Kikpatrick, T. Di Tella, C. Waisman, etc), otra heterodoxa (M. Murmis, J.C. Portantiero, J.C. Torre, P. Smith, E. Kenworthy, etc) y una tercera extracéntrica, que a diferencia de las anteriores fue iniciada y alimentada por una nueva generación de historiadores, cuyos trabajos pueden encontrarse a mediados de los ´80. Y cuyos objetivos son menos ambiciosos que las narraciones de “Gran Relato” de las décadas del ´50 y del ´60, haciendo hincapié en el estudio de los detalles de la especificidad peronista. A esta tercera línea es que adhieren los autores, cuya peculiaridad está dada en que “ la emergencia y consolidación del peronismo tiene la marca de una doble diversidad: por las diferencias globales que asumió la constitución del peronismo en las zonas de mayor densidad obrero-industrial, y por los rasgos singulares de cada caso local en el procesamiento de la conflictividad social y sus proyecciones en el universo de la política y de los partidos” . Finalmente, los autores adhieren al concepto de peronismo periférico en contraposición a otro que sería central, instalado en Buenos Aires y sus cercanías y cuya diferencia fundamental, seria el peso del conjunto de estructuras tradicionales, con las que, en una decisión estratégica llevó a Perón a tejer lazos con los actores políticos y sociales poderosos en el interior del país para acceder al control del Estado Nacional. El siguiente artículo, Obreros rebeldes, sexo y religión en el origen del peronismo cordobés, de César Tcach, trabaja con publicaciones del diario de Córdoba, La Voz del Interior, Los Principios, los diarios de sesiones de la Cámara de Senadores y de la Cámara de

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Javier G. Bonafina Diputados y está apoyado en el libro de su autoría “Sabattinismo y Peronismo”, publicado en 1991. Sigue en él, las apariciones de dirigentes del Partido Laborista Cordobés: Ramón Asís (vicegobernador), Federico Uña, Lisardo Videla, Carlos Rosini. Y los conflictos que el laborismo en general tuvo con el gobernador Argentino Auchter, cuyo gobierno era caracterizado por los laboristas cómo “oligárquico y de ideas totalitarias”, lo que alimentaba el imaginario constituido en torno a la idea del “cerco a Perón” que estas fuerzas trabajando desde el interior de un peronismo ilegitimo había impuesto a su líder. Asimismo, se da cuenta de la trayectoria de dirigentes del partido demócrata cordobés: Martín Ferreyra y su hijo, intendente de la ciudad de Córdoba, así como también la injerencia de un amigo de este, Eduardo Martínez Carranza, de reconocida tendencia nacionalista y antidemocrática, gracias al apoyo de la UCR (Junta Renovadora) y de cómo los partidos tradicionalista de Córdoba mantenían fuertes lazos con la Iglesia Católica, a tal punto que se normaban ordenanzas que intentaban controlar la moral de la sociedad haciendo un paralelo entre el ser nacional de moral intachable y lo foráneo de dudosa moralidad. Este acercamiento a la microhistoria que realiza el autor le permite visualizar las tensiones entre los valores publicitados por el peronismo central y las tradiciones de la práctica política concreta, en una provincia cómo Córdoba, con un fuerte arraigo del clericalismo que fue tejiéndose a lo largo el tiempo con una sociedad patricia. La caída de Perón y la expansión industrial agregarían a estas tensiones la mecha necesaria para generar una explosión social. En La invención del Estado en el imaginario político peronista. El caso cordobés de Martha Philp se retoma el concepto de “Imaginario” de B. Baczco y de “poder institucional” de J. Migdal para abordar las cuestiones de cómo se construyo el imaginario político y la distribución del poder al interior del Estado provincial, que constituyo al Estado peronista atendiendo a los procesos de conformación de las instituciones estatales de la provincia de Córdoba durante la década que va de 1930 a los ´40. Las bases del trabajo presentado se encuentran en la tesis de Maestría publicada con el titulo: En nombre de Córdoba. Sabattinistas y peronistas. Estrategias políticas en la construcción del Estado. Las fuentes editas utilizadas son los Mensajes de los gobernadores de Córdoba del diario de sesiones de la Cámara de Senadores y de Diputados. Desde la concepción del Estado desarrollada por Sabattini entre 1936-1940 puede leerse el afán de autonomía frente al poder del Estado Nacional que se había ido desarrollando desde las primeras décadas del siglo XX. Esta pretensión autonómica tuvo cómo condición el tránsito desde un Estado Liberal a otro de corte Intervencionista que tuvo como objeto dar un marco a la “cuestión social”. En esto el Sabattinismo se diferencio claramente de sus antecesores y fue la política social instrumentada a través de la concepción de “fiel guardián de las leyes y generoso creador de derechos” la que dio forma y contenido al fortalecimiento de las instituciones como garantía de la efectivización de los derechos sociales. Siguiendo las ideas de C. Tcach se caracteriza el proceso de formación del Estado peronista provincial como un campo de disputas políticas fruto de los conflictos partidarios, expresión de proyectos políticos en pugna. El proceso de construccional institucional es dividido en dos

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Javier G. Bonafina etapas muy diferentes: Una de 1943 a 1949, caracterizada por la escasez de producciones institucionales inherentemente peronistas, dada la debilidad del partido, pero cuyo despegue sería a partir de 1949, con la presencia de las instituciones nacionales del peronismo; y otra de 1949 hasta 1955, que no es desarrollada. El escrito cierra con las imágenes de modelos en pugna “Estado activo” versus “Estado espectador” propias de las descalificaciones institucionales que cada “nuevo” actor político necesita instalar para posicionar su “mito de origen”. De Córdoba nos trasladamos a Santa Fé para ingresar en el trabajo Las tradiciones políticas en los orígenes del peronismo santafesino de Darío Macor que se articula en base a las preguntas presentes en los trabajos de T. Halperin Donghi, M. Plotkin, L. Zanatta y los libros del propio autor: El peronismo antes del peronismo. Memoria e historia en los orígenes del peronismo santafesino, La reforma política en la encrucijada. La experiencia demoprogresista en el estado provincial santafesino. El análisis comienza con una presentación del contexto más general para adentrarse en las “canteras principales” que fueron las proveedoras de los núcleos ideológicos del peronismo en su etapa de formación: “las tradiciones construidas por el nacionalismo, el radicalismo y el activismo católico”. Es la intervención producida a partir del golpe militar de 1943, el que instala a los sectores nacionalistas en la provincia. Cuya presencia se hace sentir en los ámbitos educativos bajo uno de sus representantes más insignes, José María Rosa (h) que tomaría el control del Consejo General de Educación de la provincia; en tanto que Jordán B. Genta, conocido nacionalista integrista que había venido de las filas paranaenses del marxismo y que era profesor de un instituto de profesorado, es designado Rector de la UNL, reconocida por ser la universidad uno de los principales polos del conflicto ideológico entre los intelectuales del liberalismo y los que profesaban la fe católica. Esta intervención nacionalista se agota hacia fines de 1944 en donde presenta lo límites para autodefinirse como heredera del tradicionalismo católico en contraposición a la tradición liberal. Es precisamente a partir de ese momento que la nueva dirigencia estatal será capaz de articular un proyecto político y social más vasto (Oscar Aldrey y Leandro Meiners) a partir de la tradición radical cuyo alcance se irá consolidando en 1945. Y cuya expresión política será la complementariedad de redes familiares que cruzan los dispositivos de sociabilidad política y la coyuntura política (hermanos Antille y Alejandro Greca). Sin embargo, este cuadro, no estará completo sin los aportes de la tradición católica, cuyo ingreso lo encontramos en la larga historia del activismo católico (clero y laicos fieles) en figuras claves (Luciano Molinas, Manuel Iriondo, Joaquín Argonz y el obispo Nicolás Fasolino) cuyo camino irá conduciendo a la encrucijada peronista en un trayecto permeado por las tensiones que tendrán su punto más álgido hacia 1955. Natacha Bacolla en Política, administración y gestión en el peronismo santafesino, 1946-1955 siguiendo los trabajos de Darío Macor y utilizando artículos periodísticos de La capital y el Litoral, así como también los diarios de sesiones de las cámaras parlamentarias.

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Javier G. Bonafina Nos presenta los problemas de lo político-institucional y en particular las transformaciones de las estructuras y dinámicas estatales del Estado provincial santafesino, a partir de la propuesta de reformulación que el gobierno de los años peronistas lanzara al escenario de las instituciones. El objetivo será el análisis de “las dos dimensiones que dan fuerza al aparato estatal”, su dimensión política y su dimensión técnico administrativa; es decir, por un lado el campo de los actores sociales en disputa por el consenso y la legitimidad de la fuerza política; y por el otro, el sistema de reglas y recursos con los que cuentan los actores políticos instalados en el estado para hacer realidad la fuerza instrumental del estado. Es particularmente interesante el desarrollo de los conflictos en torno a la apropiación de los resortes institucionales que posibilitarían una mayor discrecionalidad del uso del crédito público a la fuerza política en el poder. Se presentan, además, abundantes ejemplos sobre la relación existente entre la mecánica del juego político, dominado por los conflictos internos del peronismo provincial, y el carácter crecientemente centralista que se imprime en la formulación de políticas públicas. La utilización del concepto de “política negativa” weberiano da cuenta de la creciente cooptación del Estado provincial por una fracción del peronismo local y la continua apelación al ejecutivo nacional para dirimir los problemas internos. El seguimiento de la distribución y cantidad de los empleos públicos y la contienda instalada en la aprobación y utilización del presupuesto provincial, nos permite observar en este trabajo cuales son los clivajes políticos y sociales al interior de la lucha por el control del aparato del Estado. Adriana Kindgard, nos introduce al norte del país con su obra Ruptura partidaria, continuidad política. Los “tempranos” orígenes del peronismo jujeño, el mismo sintetiza y profundiza algunos aspectos ya tratados en su libro Alianzas y enfrentamientos en los orígenes del peronismo jujeño. Algunas de sus fuentes son archivos del AGN de la década de 1930, documentos del archivo histórico provincial y diarios de sesiones de la legislatura provincial y recortes periodísticos de El Radical y La Opinión. Las preocupaciones de la autora dan cuenta de las peculiaridades locales, que facilitaron la homogeneidad política del peronismo local y el virtual monopolio por una determinada fracción partidaria. Los inicios de dicho proceso se encuentran dos décadas antes de la irrupción en escena del peronismo. Es así como la estructura del poder regional político solía debatirse entre las lealtades y las oposiciones a la influencia de los ingenios azucareros en las estructuras del Estado provincial. Desde el control del Estado por parte de las fuerzas conservadoras (Domingo T. Pérez) hasta la obtención del gobierno provincial por parte del radicalismo (Miguel a. Tanco) en 1918 el camino estuvo marcado por la conflictividad partidaria en términos de competitividad electoral. El golpe de septiembre de 1930, colocaría una nueva coalición en el poder, el Partido Popular, cuyo principal representante sería Herminio Arrieta (principal accionista de Ledesma Sugar Estates), seguido de los hermanos Campos. El entonces homogéneo cuadro de las participaciones en las instituciones del gobierno provincial, se encontraba abarrotado de funcionarios vinculados a las compañías azucareras. A partir de 1935 podemos encontrar a los conservadores dueños de la situación provincial siendo apuntalados por el hábil propietario del ingenio Ledesma. Las idas

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Javier G. Bonafina y vueltas de la lucha intrapartidaria del radicalismo, culminaría en 1946 con la decisión de M. Tanco de estrechar filas con Perón. Fue así que a diferencia de lo ocurrido en otras provincias, en Jujuy, el nuevo movimiento quedaría monopolizado por el yrigoyenismo, de la mano de su histórico líder provincial. De esta forma, la autora muestra cómo la convergencia tarquismoperonismo se debió al desbloqueo que represento para el tarquismo un movimiento como el peronismo, que le permitia en ese contexto acceder al control del Estado provincial, vulnerando el monopolio de las fuerzas conservadoras de los ingenios, y que la coyuntura permitió un conjunto de mejoras sociales que estuvieron determinadas por la permanencia de una tensión irresuelta al interior de los poderes locales. Para la provincia de Salta el trabajo Crisis conservadora, fractura radical y surgimiento del peronismo en Salta (1943-1946) de los autores Azucena del Valle Michel, Esther María Torino y Rubén Correa nos sumerge en los acontecimientos que llevaron a que hacia 1946 el peronismo fuese una fuerza política hegemónica. Las fuentes trabajadas son, mayormente, periodística (El Intransigente, El Norte, La Voz radical, La Provincia) historia oral a partir de entrevistas personales realizadas por los autores, y documentos del juzgado Electoral de la Provincia de Salta. Se exhiben además preocupaciones por los problemas inherentes a la metodología y a la investigación empírica en tanto no hay en la historiografía local referentes y las fuentes se encuentran en archivos privados de difícil acceso. El trabajo se encuentra divido en tres momentos diferentes articulados entre sí con los sucesos nacional: el golpe de estado setembrino de 1930, la reestructuración conservadora y el golpe militar de 1943. Hay continuidad de actores sociales tradicionales por lo menos desde el gobierno radical de Julio Cornejo (dueño del complejo azucarero instalado en el departamento de Güemes) hasta la asunción del primer gobernador peronista en 1946, Lucio Cornejo (h) que conjuntamente con el Ingenio del Tabacal (propiedad de Robustiano Patrón Costas) monopolizaban la actividad agroindustrial de mayor peso económico en la provincia. La trayectoria seguida por las disputas interpartidarias muestra los límites de la participación política y el peso de las estructuras tradicionales en la construcción de la cultura política salteña. Así como también el sistema de jerarquías sociales era preponderante al momento de definir una contienda electoral. Es notable el esfuerzo de reconstrucción histórica, dado que por momentos el peso de los estudios sobre el peronismo, centrado en los lugares en donde mayor acceso a la información ha habido, termina siendo preponderante. Noemí M. Girbal-Blacha en Economía azucarera tucumana, empresarios y créditos en tiempos del Estado peronista (1946-1955) nos presenta el único estudio de la política económica del peronismo que integra este volumen. Retomando algunas de las tesis propuestas en Mitos, paradojas y realidades en la Argentina peronista (1946-1955). Una interpretación histórica de sus decisiones político-económicas. Analiza la distribución, las condiciones y el uso de los préstamos, a partir de una reconstrucción detallada de los montos acordados en moneda corriente, los rubros beneficiados, el destino dado y el estado de

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Javier G. Bonafina ejecución de los créditos otorgados por las entidades bancarias de mayor envergadura: el Banco de Crédito Industrial Argentino (BCIA), el Banco de la Nación Argentina (BNA) y el Banco Industrial de la República Argentina (BIRA). Justamente, el trabajo ha sido construido a partir de un análisis minucioso de las fuentes oficiales obtenidas de los archivos de estos tres bancos, sin eludir el uso de otra documentación escrita (por ejemplo los diarios de sesiones de ambas Cámaras y la revista La Industria Azucarera) ni de técnicas de la historia oral. Desarrolla el modo en que eventualmente el crédito deja de ser utilizado para realizar inversiones fijas y pasa a cubrir los gastos de explotación (compra de materias primas, jornales, aguinaldos, vacaciones, deudas impositivas y deudas de previsión social) que se habían incrementado al aplicarse las medidas propias del estado de bienestar. El crédito en la industria azucarera se mantiene desde los tiempos de la llegada del ferrocarril a Tucumán, en 1876. Desde mediados de la década de 1920, el empresariado del azúcar instala la cuestión del azúcar cómo un tema de implicancias regionales que debe tener un mayor compromiso del Estado Nacional. La decisión del empresariado azucarero de no hacerse cargo de las mejoras sociales, obliga al estado peronista a subsidiar las mismas a través del otorgamiento de Créditos. El Estado auxilió a los empresarios con créditos que les permitieron mantener los niveles de empleo que suponía el Estado de bienestar. Entre tanto, los empresarios no realizaron inversiones, dedicándose a obtener rápidas ganancias y cómo era de esperar, financiar las inversiones y las perdidas a partir de la deuda pública. Una medida que se instalaría en el núcleo de la estructura económica argentina. Gustavo Rubinstein, nos presenta el único trabajo sobre la formación del sindicalismo, con el caso de la FOTIA en Tucumán: El Estado peronista y la sindicalización de los trabajadores azucareros. Retomando muchas de las tesis de J.C. Torre y, fundamentalmente, de Louise Doyon y Walter Little, y utilizando como fuentes artículos periodísticos de los diarios: El Orden, La Gaceta, más entrevistas personales, reconstruye la formación de esta federación a partir de 1943 bajo las gestiones de Carlos Aguilar y Alberto Baldrich, ambos adscriptos al integrismo católico. La fuerte movilización obrera del 17 de octubre en defensa de Perón y de los beneficios que este había conseguido para los trabajadores, serviría para instalar, de allí en más, la fuerza numérica de la FOTIA y su poder de negociación en la formación del partido laborista en Tucumán. Tres aspectos se unieron para dar forma a esta alianza, entre Perón y el movimiento de los trabajadores del azúcar: Inmediatez de los cambios, tangibilidad de los logros y la certeza de las manifestaciones. Por otro lado, si bien en un primer momento la elite industrial tucumana miró con reservas a la figura de Perón, pronto percibieron que su discurso no representaba peligro alguno para el mantenimiento del status quo. El autor nos muestra con gran habilidad narrativa las tensiones existentes entre la necesidad del Estado peronista de desmovilizar y desactivar el poder de los trabajadores del azúcar y el objetivo de burocratizar la federación. Mostrando como a partir de las elecciones de 1948 se reforzó la participación de la FOTIA en el terreno político, reclamando para sí la representación del peronismo tucumano.

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Javier G. Bonafina Esta situación habría impregnado de un fuerte pragmatismo a los dirigentes sindicales que debieron alternar muestras de aceptación con un moderado ejercicio de su poder. Finalmente, para terminar con las provincias Yamile Alvarez, en su artículo En torno de los orígenes del peronismo mendocino reconstruirá el ambiente político de Mendoza en 1945, utilizando cómo fuentes, periódicos locales (Los Andes, La palabra y la Libertad) y testimonios orales de protagonistas del proceso estudiado. El planteo general se basa en la estructura bipartidista de la provincia de Mendoza dividida entre los sectores “conservadores” y la UCR Lencinista. Perón fue rechazado por “los conservadores” lo que le hizo dirigir su mirada hacia la UCR que se encontraba fragmentada entre UCR Lencinista y UCR Yrigoyenista. Esta situación fue propicia para que el Lencinismo ofreciera a Perón sus electores, y que, consecuentemente, él mismo se disolviera al pasar la mayoría de sus dirigentes y afiliados a engrosar las filas del peronismo local. En ese sentido es sorprendente como el peronismo mendocino parece construirse desde las bases mismas del radicalismo, en una relación que no dejará de presentar tensiones y conflictos inherentes a los objetivos políticos de cada uno y al oportunismo de los dirigentes locales que buscaban legitimarse ante el gobierno nacional. Los dos últimos trabajos se refieren a algunos territorios nacionales transformados por el peronismo en provincias -Hacia 1951 se efectuó la provincialización de La Pampa, Chaco (1951) y Misiones (1953) y en un segundo momento Neuquén, Río Negro, Formosa, Chubut y Santa Cruz. (1955). A partir de 1955 sólo subsistía como territorio nacional Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur que fue provincializado en 1990-. En ese sentido, podría decirse que llama la atención la ausencia de trabajos sobre las que fueron inicialmente provincializadas, dado que ya sabemos que la provincialización se fue dando a medida que los territorios eran peronizados. Enrique Mases y Gabriel Rafart en La patria peronista en la norpatagonia: notas sobre el origen del peronismo en Río Negro y Neuquén intentan responder a la pregunta de cómo es posible el nacimiento del peronismo en un espacio dominado por una “cultura de frontera” y de cómo esta puede ir integrándose a una, utilizando la expresión de D. James, “comunidad política nacional”. De esta manera, en la visión de los autores, el peronismo en tanto hegemonía otorga rango provincial a los territorios, motivando una inflexión en su historia, signada por la aparición de un partido político de alcance nacional, que modifica los modos tradicionales de hacer política y propicia la integración social de nuevos sectores hasta entonces marginados. Para ello utilizan en su investigación los censos nacionales, artículos periodísticos (El Territorio, El Tribuno y La Cordillera), memorias de la Gobernación de Neuquén, documentos oficiales del ejército, testimonios orales y archivos policiales. Juan Vilaboa y Aixa Bona en El surgimiento del peronismo en Santa Cruz. Cambios y continuidades en la política y la sociedad, utilizan fuentes editas, documentación de Archivo General de la Masonería, artículos periodísticos (diarios El Sur, El Pueblo, La Unión, El

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Javier G. Bonafina Heraldo del Sur y La voz del Trabajo), Memorias de los gobernadores, archivos del concejo deliberante y documentos del Archivo Histórico Provincial. El estudio inicia en la década de 1930 dando cuenta de la heterogeneidad de la estructura de los grupos socioeconómicos y de como el protagonismo de figuras provenientes de la actividad comercial y profesional urbana signaría los ámbitos de la política. Luego pasan a detallar como el golpe de 1943 redefinió la relación entre el Ejecutivo Nacional y el Gobierno Territorial operando cambios en la construcción de una nueva identidad política, que incorpora la movilización como herramienta y hace de los trabajadores protagonistas en la política del territorio. Estos autores Comparten las afirmaciones sobre que la provincialización fue parte de la estrategia política inclusiva del peronismo, gradual y planificada por el gobierno, que portaba un fin reparador y cuya concreción contribuía a la conformación de “una nueva Argentina” con justicia social y libertad política. La presente obra, en su conjunto, es un intento de vencer lo que podríamos llamar: el síndrome de Medusa que rodea al peronismo, tanto como objeto de investigación, como de debate político. Recordemos que en la mitología griega, Medusa era un monstruo femenino del inframundo, que volvía de piedra a aquellos que la miraban. Decapitada por Perseo,

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primero utilizada como arma y luego como trofeo. El héroe, recibe para acometer su aventura sandalias aladas, el casco de invisibilidad de Hades, una espada y un escudo espejado. El héroe mata a Medusa haciéndole mirar su reflejo en el espejo en lugar de enfrentarse directamente a ella para evitar quedar petrificado. Sin embargo, Cuando corta su cabeza, del cuello brota su descendencia: el caballo alado Pegaso y el gigante Crisaor, quien más tarde se convertiría en el héroe portando la espada dorada. En ese sentido, podemos expresar que la capacidad del peronismo de reinventarse se presenta como uno de los mayores dilemas de la investigación social. Y que en todo caso deberemos acostumbrarnos a que no hay modelo teórico en donde podamos incluirlo,

y que sólo nos resta realizar al arduo trabajo del

historiador: 1) Comenzar a poner en jaque las periodizaciones de la historia económica y política. De-construirlas a la luz de los objetos de investigación recortados. 2) No olvidarnos que cómo historiadores, buscamos comprender el cambio y la continuidad. Lo que nos compromete a no buscar sólo los conflictos sino también a reinterpretar los consensos, no cómo artefactos de una lógica de poder, sino cómo algo que de hecho ocurre en la historia de los seres humanos. 3) La necesidad de tomar temas que en el pasado eran desechados por considerarlos triviales, y poder mirar a través de ellos aspectos de la cultura y la sociedad que exceden una visión de claroscuros, para internarnos en una escala cromática más densa.

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