Reseña del libro “\"En busca de respeto. Vendiendo crack en Harlem\" de Philippe Bourgois.

June 7, 2017 | Autor: Daniel Daza Prado | Categoría: Anthropology, Antropologia
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Descripción

Reseña del libro ""En busca de respeto. Vendiendo crack en Harlem" de
Philippe Bourgois. Primera edición. Siglo XXI, Buenos Aires, Argentima. 429
páginas. Traducido por Fernando Montero Castrillo.

José Daniel Daza[1]

Una crítica a la cultura de la pobreza en "El Barrio"
Introducción
Generalmente escribir una reseña implica entablar un diálogo entre la obra,
una lectura crítica y un lector imaginado. Se trata de compartir
impresiones y a la vez invitar a la lectura del texto original, como quien
habla de un lugar que ha visitado y trata de contarle a otros lo que ha
vivido allí. En este caso el desafío es diferente porque el destinatario no
es un lector imaginado, sino que tiene nombre y ya ha leído varias veces la
obra a reseñar. Y como si esto fuera poco, las herramientas conceptuales a
utilizar para armar el texto crítico de la obra también son archiconocidos
por el destinatario. Compito también con las luces de otras reseñas
críticas sobre este mismo texto, lo que termina por configurar un desafío
enorme a mi modesta capacidad de escritura y análisis. Delimitado así el
campo de juego me propongo garabatear y colorear algunas formas textuales
que representen mis recorridos por el libro a reseñar de la mano de algunos
de los autores estudiados y sus conceptos. Para ser claro, no voy a
escribir una reseña sino un texto crítico que espero el lector sepa
interpretar en el marco de las discusiones mantenidas durante las clases.

Una crítica a la cultura de la pobreza
Bourgois dice venir haciéndole frente a la pobreza desde su época de
escuela secundaria.[2] Claro que no habla de la pobreza propia sino ajena.
Esta declaración, casi heroica, ubica a su trabajo en el lugar de una
pretendida acción de cambio de la situación que describe. Pero hablaremos
de esto más adelante, veamos ahora el hecho que en las primeras páginas de
su libro, Philippe critica la construcción que se hizo en los años sesenta
de una cultura de la pobreza basada en la "transmisión patológica de
valores y comportamientos destructivos" al interior de las familias. Sin
embargo su critica a este determinismo psicológico y al individualismo
viene de la mano de un argumento que desde mi punto de vista legitima la
relación dominantes - dominados. De este modo reemplaza un determinismo por
otro y afirma que "la historia, la cultura y las estructuras económico-
políticas como las del colonialismo restringen la vida de los
individuos"[3] Es cierto que el autor reconoce que las "personas no son
víctimas pasivas, sino sujetos activos de su propia historia"[4]; dice que
hay resistencias pero en un marco de restricciones estructurales,
mecanismos de opresión y fuerzas "más grandes" que se les imponen a los
individuos. Sin embargo la pobreza que se describe con detalle en el libro
es sinónimo de sufrimiento, violencia, autodestrucción, malicia, mafia,
humillación, rabia, crisis, impotencia, adaptación, desigualdades,
delincuencia, crimen y tantos otros términos teñidos por una negatividad
que parece inamovible. Si para Oscar Lewis a los pobres les faltaba
dignidad como una motivación para salir de donde estaban, ¿cuál es el
respeto que buscan los personajes que Bourgois construyó[5] para contarnos
su experiencia en "El Barrio" de East Harlem?. ¿Será la dignidad que
proviene de una cultura luminosa, legitimamente newyorquina hacia otra que
está en tinieblas por ser puertoriqueña, jíbara, "inner" o callejera? Al
parecer no solo es así, sino que la propia etnografía tiene el objetivo de
contribuir con ese fin. Bourgois toma las palabras de Scheper-Hughes para
enarbolar la bandera de una antropología pensada como un foco de
resistencia enfrentado al poder[6]. Aunque después en la conclusión del
libro su postura se reduzca a un resignado llamado de atención concreto y
práctico sobre la "trágica persistencia de la pobreza y la segregación
racial en las ciudades estadounidenses"[7]

Los usos del concepto de capital cultural
Los grupos étnicos y las clases sociales segregadas en los Estados Unidos
carecen, según Bourgois, del "capital cultural" que se necesita para tener
éxito en el mundo de la clase trabajadora o la clase media. Así como el
autor toma prestado el concepto de capital cultural con el permiso del
sociólogo francés Pierre Bourdieu, yo voy a utilizar, sin permiso, las
criticas que le hacen Grignon y Passeron al uso de esta noción. En primer
lugar cabe mencionar que al hablar de "capital" y no "haberes" se deja
afuera todo aquello que no puede contabilizarse de acuerdo a las reglas de
quien más tiene. Es decir que el mundo de Ray, a quien Philippe describe
como un gerente de brillante éxito, pasa sumar cero por ser parte de la
economía ilegal, subterránea y de subsistencia frente a la "brega legal"
que daría más puntos en la contabilidad del mundo de los negocios
legítimos. En este sentido, si miramos desde el punto de vista de Grignon y
Passeron, esta brutal jerarquización de los simbolismos reduce las
diferencias que se describen a un simple par de tener o no tener. De este
modo podríamos sostener que Philippe analiza la vida de sus personajes
puertoriqueños utilizando las mismas categorías legitimistas que en
apariencia pretende criticar. Por ejemplo en la descripción de la vida de
Primo como un gerente exitoso del crack, ahora convertido en un marido
ejemplar, podemos observar como Bourgois encuentra fácilmente al dominante
en el dominado y supone que este último solo quiere lo que el primero. Así
las cosas, la suma del capital cultural de Primo y Ray da como resultado
solo carencias y números negativos: las tretas del débil, el robo, la
desobediencia y el desafío. Sin embargo Edward Thompson no estaría tan de
acuerdo con este producto pues para él los pobres construyen una
racionalidad económica propia y organizan revueltas populares desde una
mentalidad que no puede describirse o compararse con los mismos valores con
los que se mide la mentalidad racional capitalista. Claro que esta forma
de ver la situación está lejos de la que Bourgois sostiene en el libro
cargando las tintas en las estructuras políticas, económicas, sociales y
culturales de la sociedad estadounidense como únicas responsables de los
padecimientos de la gente de las calles de East Harlem.

Las personas de "El Barrio"
En el libro se sostiene que Primo, Cesar y Candy "como la mayoría de los
estadounidenses, creen firmemente en la responsabilidad individual y
piensan que su marginalidad se debe a sus propias carencias psicológicas o
morales".[8] Bourgois cree que los traficantes, los adictos y los
delincuentes callejeros interiorizan la opresión que sufren y dirigen la
violencia contra sí mismos y la comunidad que los alberga en vez de
"arremeter contra sus opresores estructurales". A pesar de que el libro
entero es un declarado esfuerzo por superar el marco individualista y
psicológico en la búsqueda de soluciones a los problemas estructurales, las
descripciones detalladas de las vidas de los habitantes de la Inner city se
hace aplicando esos mismos principios.
En uno de los pasajes del libro Philippe nos relata que Esperanza fue
expulsada de la terapia grupal por expresar que ella mataría a su hija si
osara pegarle. "La violencia trae más violencia" fue la justificación del
psiquiatra para su decisión[9]. Esta breve escena me lleva a la pregunta
sobre cuáles son las concepciones de persona que se están naturalizando en
esta descripción y en gran parte de las que abundan en la páginas del
libro. Si apelamos a las ideas de Luiz Duarte para aventurar una posible
respuesta, comenzamos a comprender que la noción de persona es una
construcción ideológica y normativa de las formas de sujeto. Existe una
convivencia de distintas formas de concebir a la persona: desde las más
individualistas hasta las más holísticas. Esperanza es pura sangre, cuerpo
y el psiquiatra representa el cerebro, la moral. Duarte insta a percibir la
historicidad de nuestros sistemas de representación de la persona y nos
presenta la noción de los nervios de las clases populares brasileñas[10]
como un puente entre un reino del cuerpo (que abarca la vida física, la
sangre) y el de la cabeza (compuesto por la vida moral, el cerebro). Pero
esperanza también es sincera, dice lo que piensa, que reniega de los
medicamentos y es una mujer que busca sacar adelante su vida. Para Bourgois
los habitantes de la inner city son personas que constantemente buscan
respeto y se creen faltos de dignidad. Son descriptos de acuerdo a los
modelos de las clases dominantes como "subjetividades lumpenizadas" creadas
por la intervención estatal en base a condiciones interiores, individuales
y racionales de funcionamiento y perturbación de la persona. Duarte nos
aporta una interesante vuelta de tuerca a esta lectura dominocéntrica y nos
propone pensar una continuidad y discontinuidad simultáneas entre la
cultura de las clases "superiores" y las clases medias o trabajadoras. Sin
embargo, parece que Bourgois no alcanza a ver la importancia de nociones
alternativas de persona que median entre el modelo individualista de los
saberes psicológicos y las antiguas concepciones físico-morales sobre la
persona, el cuerpo y las dolencias. La cosmovisión que Bourgois tiene sobre
las clases populares del East Harlem sigue siendo la dominante de la
sociedad estadounidense, es decir, incluye todo el complejo sistema de
valores basados en la "igualdad", la "justicia" y la "libertad" que brega
por una inclusión, una normalización o un saneamiento de los que están
afuera del "sueño americano".

Densidades en la descripción etnográfica
Comencemos señalando que la clásica densidad etnográfica de Geertz es
interpretativa y se basa en un análisis de los sentidos de las conductas en
un marco cultural. De lo que se deriva la pregunta por la densidad de las
descripciones que Bourgois hace en su libro. El propio autor no cita
explícitamente a Geertz en su bibliografía ni hace referencia a sus teorías
culturales, más allá de una breve referencia crítica al clima
deconstruccionista de "la cultura como texto" que se vivía cuando escribía
su etnograría.[11]. No obstante se propone describir, con la crudeza de los
detalles, el horror (entendido desde sus propios términos) que presenció
durante su estadía en East Harlem. Leyendo a Claudia Fonseca podemos
entrever que la etnografía de Philippe más que una descripción densa de la
vida de "El Barrio" es un ejemplo de esos trabajos "supuestamente
etnográficos" sobre los pobres donde investigación encuentra su
justificativo en la denuncia del estado casi subhumano en el cual la
sociedad capitalista y consumista redujo a esas personas (Fonseca C. 2006).
Bourgois opta por escribir una etnografía ampliamente detallada basada en
los conceptos de clase, raza, género y sexualidad donde el poder impone
experiencias de sufrimiento a las personas. En este sentido, Sherry Ortner
nos recuerda que "Geertz establece una oposición entre los enfoques
orientados al sentido y aquéllos orientados al poder, desechando
definitivamente los últimos como superficiales y poco iluminadores"[12]. En
términos de Claudia Fonseca, podríamos decir que Philippe utiliza un
artificio descriptivo que lleva al lector a sentir que a pesar de sus
enormes esfuerzos (y los que el mismo antropólogo hace) dentro del
escenario descripto, los personajes de la cultura callejera difícilmente
alcanzarán un buen empleo legal, una buena educación o salir de East
Harlem[13]. En este caso la etnografía esta planteada como una denuncia en
sí misma de las situaciones casi insuperables en las que las personas como
Primo, Cesar y Candy están inmersos. La descripción deja de ser densa y
pasa a ser detallada y tal vez políticamente oportuna. Así las cosas, Lila
Abu Lughouud nos ayuda a comprender que no es suficiente contar con
descripciones detalladas sobre las vidas cotidianas porque para captar la
forma en que las categorías sociales son producidas, naturalizadas y
articuladas en medio de las contingencias diarias de las personas es
necesario poner el énfasis en el análisis de los sentidos de estas
descripciones.

La cultura callejera
La cultura de las calles es descripta por Bourgois como "una red compleja y
conflictiva de creencias, símbolos, formas de interacción, valores e
ideologías que ha ido tomando forma como respuesta a la exclusión de la
sociedad convencional"[14] Concretamente la cultura callejera es sinónimo
de drogas, trabajos ilegales, pobreza, resistencia y autodestrucción. Nada
tiene de positivo, es una cultura del terror[15] que castiga a las niñas e
impone el único valor aceptable: el respeto. ¿No es esta descripción una
ficción del propio antropólogo que ve lo que a él mismo lo espanta? No se
trata de justificar el sufrimiento o la violencia que seguramente
experimentan muchos de los jóvenes de las calles del East Harlem, sino de
llamar la atención sobre el carácter etnocéntrico de esa descripción. Acaso
no refutan Ray y Primo las interpretaciones que Felipe hace del modo en que
ellos piensan su forma de vida como contestataria o autodestructiva. Cesar,
por ejemplo reacciona rápidamente cuando Felipe lo acusa de ser perezoso
para el trabajo.[16] Y es el mismo antropólogo quien escribe que para los
habitantes de las calles de East Harlem, el mayor deseo era encontrar un
trabajo legal y asociarse a un sindicato.[17] De este modo, si tomamos el
argumento que Abu Lughod usa para "escribir en contra de la cultura",
deberíamos sospechar de esta tipificación de la cultura callejera y las
fronteras que establece. Michel De Certau nos ayudaría en este punto de la
crítica haciéndonos pensar en las tácticas que los practicantes del East
Harlem emplean para escapar sin separarse de los usos que el orden
dominante les impone. Es cierto que Philippe marca en varios pasajes de su
etnografía algunas tácticas ingeniosas que tienen como fin sacar ventaja
del dominante, pero las presenta como reacciones individuales que atentan
contra una cultura que obliga a renunciar a las propias reglas. Recordemos
que la cultura para De Certau articula conflictos y a veces legitima,
desplaza o controla la razón del más fuerte. Las tácticas de consumo son
ingeniosidades del débil para sacar ventaja del fuerte y de este modo
desembocan en una politización de las prácticas cotidianas.

Sobre la agencia y el cambio
Si partimos de la afirmación de Sherry Ortner sobre la agencia definida
como "la habilidad de las personas para realizar cosas en el mundo"
podríamos decir que Ray, Cesar, Candy y todos los personajes de "El Barrio"
ejercen su capacidad de agencia en medio de las imposiciones y
determinaciones que los rodean. Para Bourgois el poder de los miembros de
la cultura de la calle para cambiar su situación se limita al aislamiento y
la violencia autodestructiva. Profundizando un poco más en el concepto,
Ortner nos muestra a "la agencia como una pieza tanto de la problemática
del poder como de la del sentido"[18]. Para este autor la agencia es
"aquello hecho o negado, expandido o contraído, en el ejercicio del poder"
y también representa las presiones de los deseos, las comprensiones y las
intenciones en las construcciones culturales" (Ortner, 2002). Frente al
control siempre se producen subversiones, nos dice Michel De Certeau. La
biculturalidad que Bourgois plantea parece no tener lugar para este tipo de
rebeliones. Las conductas serviles necesarias para ascender en el mundo del
trabajo legal son opuestas a la cultura callejera. Los que se animan a
acatar las leyes de la mujer blanca en las oficinas, son acusados de
débiles por sus amigos. Bourgois nos muestra que las reglas de la cultura
callejera no dejan lugar a resistencias. En este sentido, Stuart Hall
podría decirnos que aunque existieran las resistencias son inútiles porque
no logran concretarse en un proyecto alternativo.
Según Philippe nada pueden hacer los "jíbaros" para modificar su situación,
para transformarla. Las propuestas contra la pobreza y el consumo de drogas
tiene que salir de las políticas públicas que por ahora solo impone modelos
que fortalecen las discriminación y profundización de la situación. Howard
Becker, nos invita a reflexionar sobre el concepto de cultura, como un
regulador de las acciones. Este autor propone ampliarlo con la idea de
repertorio[19] definido como proceso de selección de patrones de ejecución
individuales pero compartidos colectivamente que posibilitan acciones
comunes. Pues para él las personas no reproducen lo que la cultura les
propone hacer, sino que saben que pueden elegir entre una gama de
alternativas no previstas que terminan tranformando a las mismas
alternativas (Becker, 2011) En este sentido la posibilidad de la acción
colectiva se da por los ajustes y reajustes entre las personas y no solo
porque se entienden mutuamente.



Bibliografía
BOURGOIS, Philippe. "En busca de respeto. Vendiendo crack en Harlem"
Primera edición. Siglo XXI, Buenos Aires, Argentima. 429 páginas. Traducido
por Fernando Montero Castrillo.

ABU LUGHOUUD, Lila, La interpretación de la(s) cultura(s) después de la
televisión Etnografías Contemporáneas I, Buenos Aires, 2005.

BECKER, HOWARD. El Jazz en Acción. La dinámica de los músicos sobre el
escenario. Bs. As. Siglo XXI. 2011

DE CERTEAU, Michel, La invención de lo cotidiano 1. Artes de hacer.
Universidad Iberoamericana 2008.(capítulos I, III y XII).

DUARTE, Luiz F. D. "Las tres configuraciones de la perturbación en
Occidente y los nervios de las
clases populares". Apuntes de Investigación del CECYP, Buenos Aires, v.
VIII, n. 9, 2004.

GRIGNON C. y PASSERON, J.C, Lo culto y lo popular : miserabilismo y
populismo en la
sociología y en la literatura. Nueva Visión. Buenos Aires. 1989. (Capítulo
3).

ORTNER Sherry Resistencia densa: muerte y construcción cultural de agencia
en el montañismo himalayo. Papeles de trabajo. Revista electrónica del
Instituto de Altos Estudios Sociales de la Universidad Nacional de General
San Martín. ISSN: 1851-2577. Año 2, no 5, Buenos Aires, junio de 2009.

THOMPSON, Edward Palmer. Costumbres en común. Crítica. Barcelona. 1995.
(Introducción, capítulos 4 y 5).

TAUSSIG, MICHAEL. Sobre Chamanismo, colonialismo y el hombre salvaje. Un
estudio sobre el terror y la curación. Bogotá, Grupo Editorial Norma, 2002.

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[1] Es doctorando en Antropología Social y Cultural en el Instituto de
Altos Estudios Sociales de la UNSAM. Más información sobre el autor en
www.danieldazaprado.com

[2] Bourgois, Philippe, 2003, página 17.
[3] Idem cita 1, página 46.
[4] Idem cita 1, página 47.
[5] Porque hay que recordar que el texto "novelado" es un recurso, un
formato, donde por momentos tenemos la ilusión de que Primo es un nombre
verdadero, que los diálogos fueron reproducidos con la "exactitud" de un
grabador y que la "inner city" es amplia y fielmente descripta por el
antropólogo que "estuvo ahí". Felipe es un antropólogo "blanco", que habla
"igualito a un comercial de la tele", que vivió en el lado más rico de la
ciudad y a quién reportean en los diarios pero que sin embargo cree que se
vuelve un "nativo" al ser humillado por los policias antinarcóticos, vivir
en "El Barrio" o tener amigos puertorriqueños que venden crack.
[6] En varias oportunidades Philippe (o Felipe, el personaje del libro)
describe sus intervenciones para tratar de convencer o provocar otra
interpretaciones de la vida cotidiana por parte de sus "amigos" de "El
Barrio". Así por ejemplo Bourgois nos cuenta como Primo disfrutaba de
contradecir sus "análisis estructurales antiracistas" (pág. 220) y en otra
ocasión trata de "hacerle ver a Junior que se estaba dejando absorber por
el mundo de las drogas"(pág. 279).
[7] Bourgois, Philippe, 2003, página 333.
[8] Idem cita 1, página 80.
[9] Idem cita 1, página 370.
[10] Es necesario mencionar aquí que el modelo que Duarte construye a
partir su trabajo de campo puede ser criticado por su pretensión de
universalismo, o incluso de esquematismo, que terminaría homogeneizado los
comportamientos alternativos de las clases populares en su intento de
comprenderlos más allá de un esquema dualista.
[11] Bourgois, Philippe, 2003, página 43.
[12] Ortner, Sherry, 2009, página 16,
[13] Vale recalcar que Bourgois nunca plantea otra solución, otra salida
para los habitantes de "El Barrio" que este por fuera del "sueño americano"
que se critica. Tal vez su etnocentrismo no lo deja ver alternativas más
allá del modelo dominante del que él mismo forma parte.
[14] Bourgois, Philippe, 2003, página 38.
[15] Bourgois toma este concepto de Michael Taussig y lo define como "el
efecto que engendra la propagación de la violencia en una sociedad
vulnerable" (página 62). Sin embargo para Taussig el concepto tiene una
complejidad mayor que los vincula con un espacio de la muerte donde la cura
encontraría un lugar a partir de un relato, de la palabra.
[16] Bourgois, Philippe, 2003, página 180
[17] Bourgois, Philippe, 2003, página 183.
[18] Ortner, Sherry, 2009, página 16.
[19] El repertorio es definido por el autor como una actividad que permite
ser creada y recreada por los músicos de jazz que tocan juntos en lugares
públicos. El repertorio tiene cuatro elementos básicos: canciones,
ejecutantes, circunstancias de la ejecución y repertorio de trabajo
(Becker, 2011, pág. 41).
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