Reseña del libro de Sabsay, Leticia, Fronteras sexuales. Espacio urbano, cuerpos y ciudadanía, Buenos Aires, PAIDOS, 2011

May 24, 2017 | Autor: M. Andrade | Categoría: Genero Y Politicas Públicas
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Descripción

Enero - Junio de 2012 – Vol. II, Nº 1

Revista Interamericana de Estudios Feministas Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº 1

ISSN 1929-8390

“La política feminista latinoamericana: retos de la coyuntura y horizontes de utopía” Marcial Rubio Correa Presidente de la OUI Patricia Gudiño Fernández Secretaria General Ejecutiva OUI Fernando Daniels Cardozo Director Ejecutivo COLAM Carmen Colazo Coordinación de la RIF-GED/COLAM Yuderkys Espinosa Miñoso, (RIF-GED/IIEGE-UBA/GLEFAS) COORDINACIÓN EDITORIAL COMITÉ EDITOR INTER-UNIVERSITARIO: ² Yuderkys Espinosa Miñoso, (Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género-UBA) ² Iara Beleli (Pagú-Universidad Universidade Estadual de Campinas) ² Mariana Berlanga (Universidad Autónoma de la Ciudad de México) ² Graciela Alonso y Ruth Zubriaguen (Universidad Nacional del Comahue) ² Alejandra Ciriza (Instituto de Ciencias Humanas Sociales y Ambientales-CONICET) ² Nora Domínguez (Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género-UBA) ² Valeria Fernández Hasan (CONICET-Universidad Nacional del Cuyo) ² Ana María Bach (Universidad de Buenos Aires) ² Diana Maffía (Universidad de Buenos Aires) ² Alba Carosio (Centro de Estudios de la Mujer-Universidad Central de Venezuela) ² Barbara Sutton (Departament of Women Studies-Albany University, USA) Sebastián Palacios DISEÑO Y DIAGRAMACIÓN

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Gabriel Ortiz FOTOGRAFÍAS

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La "Revista Interamericana de Estudios Feministas" es una Publicación Virtual Semestral, iniciativa de la Red Interamericana de Formación en Mujeres, Géneros y Desarrollo con Equidad (RIF-GED) del Colegio de las Américas (COLAM) a través de su Programa de Fortalecimiento y Articulación de los Espacios Feministas Universitarios que cuenta con el apoyo de la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI).

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Sección Central de Artículos Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº 1

“La política feminista latinoamericana: retos de la coyuntura y horizontes de utopía”

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EDITORIAL SECCIÓN PRINCIPAL Artículo I

ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL

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SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL

Artículo II

LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986

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THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

Artículo III

INSTITUCIONALIDAD Y AUTONOMÍA. DEBATES DEL FEMINISMO LATINOAMERICANO EN EL MARCO DEL VII EFLAC

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INSTITUTIONALITY AND AUTONOMY.LATIN AMERICAN FEMINIST DEBATES WITHIN THE VII EFLAC

Artículo IV

¿NOS SIRVE A TODAS LA AUTONOMÍA? A PROPÓSITO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS MUJERES

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IS AUTONOMY TO ALL WOMEN?

SECCIÓN DE RESEÑAS ANUNCIOS

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Editorial Por Yuderkys Espinosa Miñoso - Coordinadora editorial

“La política feminista latinoamericana: retos de la coyuntura y horizontes de utopía” Sabemos que examinar y revisar una y otra vez la política, es una de las tareas constantes del feminismo, sobre todo cuando el contexto aparece señalado por hitos y fenómenos socio-políticos de creciente influencia. Hitos como los 30 años del primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe (espacio por excelencia de la política feminista) y fenómenos como la crisis económica mundial, el giro a la izquierda de algunos países de la región y la derechización de otros; la revitalización de los movimientos indígenas, afrodescendientes, por la tierra, por el medio ambiente y de las disidencias sexuales (lo que de hecho marcan el contraste de intereses que es hoy América Latina), y la fuerte influencia estatal a través de las políticas públicas y las legislaciones que promueven la equidad de género. Desde la década de los noventas, la política feminista latinoamericana estuvo marcada por la disputa entre Autonomía e Institucionalidad, la cual sigue siendo clave para entender las posibilidades de creación de una agenda política que atienda a las problemáticas de la región. Hoy las apuestas ético-políticas de estas corrientes siguen vigentes, solo que ahora se han mezclado con otros procesos y actores sociales, lo que ha dado lugar a una multiplicidad de tendencias, posicionamientos, discursos y prácticas políticas. La política feminista de la región se enfrenta a nuevos debates e interrogantes sobre el sujeto del feminismo, los feminismos transnacionales, las alianzas con otros movimientos sociales, la interseccionalidad, y las relaciones con el estado y con otras instituciones. Pero al mismo tiempo le hace frente a problemas tan concretos como la creciente militarización de la región (en lo que podría denominarse como una nueva recolonización), la degradación ambiental, los conflictos armados, el panorama de narcotráfico e impunidad, el feminicido masivo y el castigo o criminalización de la movilización social. Por otro lado, el desarrollo y el avance del enfoque decolonial plantea el reto de revisar los fundamentos teóricos-conceptuales, las estrategias, las formas de activismo y en general los modos de hacer la política feminista. Este segundo número de la Revista Interamericana de Estudios Feministas está dedicado al análisis y reflexión de las múltiples dimensiones de la política feminista.

“Algumas notas sobre as interseções entre Gênero e raça no Brasil” de Claudia Mayorga. Este artículo hace un análisis de las intersecciones de raza y género en el contexto de la sociedad brasilera, tomando como referente el movimiento de mujeres negras, el cual se posiciona con una agenda política que contiene estrategias de interseccionalidad mezcladas con elementos clásicos de las políticas de identidad. El artículo de Girlandrey Sandoval Acosta “La Coordinadora de mujeres y las acciones colectivas: el caso del Movimiento de Mujeres y del Movimiento Feminista en Cali 1980 – 1986”, examina las estrategias de participación del Movimiento Feminista de Cali entre 1980 y 1986, al tiempo que revisa los marcos teóricos que proponen la historiografía feminista y la historia de las mujeres. Esto, con el propósito de plantear una estructura de análisis con nuevos elementos, que den cuenta de formas de lucha y de acción política menos convencionales. Natalia Martínez Prado con el trabajo “Institucionalidad y Autonomía. Debates del feminismo latinoamericano en el marco del VII EFLAC” revisita la disputa autonomía-institucionalidad desde sus antecedentes, contexto e influencias ideológicas, tomando como eje el VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. La revisión incluye el proceso de construcción de las nociones regionales de autonomía, poder y política. Es de resaltar la idea de la autonomía como horizonte político del feminismo latinoamericano. El artículo “Nos sirve a todas la autonomía? A propósito de las diferencias entre mujeres” de Angélica Bernal Olarte contiene una reflexión sobre el significado y los alcances de la autonomía para el feminismo. Para ello se revisaron sus orígenes en la teoría liberal, así como los postulados que la integran, para luego hacer un recorrido por las interpretaciones feministas de este concepto. De esta manera se allana el camino para una crítica sobre las estrategias del feminismo hegemónico, el cual pretende hacer política a partir de la universalización de la experiencia de la “mujer”. También se cuenta con dos reseñas, una realizada por Jorge Díaz sobre el libro “Nudos feministas: Política, filosofía, democracia” de Alejandra Castillo, y otra de Marcela País Andrade sobre el texto de Leticia Sabsay, titulado “Fronteras sexuales. Espacio urbano, cuerpos y ciudadanía”.

Los trabajos seleccionados fueron:

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL Claudia Mayorga Doutora em Psicologia Social Universidade Complutense de Madri, Espanha E-Mail: [email protected]

Resumo

Abstract

Neste trabalho apresentamos algumas reflexões sobre a interseção entre gênero e raça no contexto da sociedade brasileira, através da atuação do Movimento de Mulheres Negras. Para tanto, realizamos uma breve introdução analisando o tensionamento e crítica que feministas latinoamericanas, negras, lésbicas realizaram à ideia de gênero e ao feminismo predominante na chamada segunda onda. Em seguida, refletimos sobre a noção de interseccionalidade cunhada pelo feminismo como proposta de colocar em relação as diversas opressões vivenciadas por mulheres com experiências de subalternidade diversas e por fim, apresentamos os principais aspectos da agenda do Movimento de Mulheres Negras no Brasil. Identificamos que grande parte de sua agenda política é marcada por um exercício de interseccionalidade ao mesmo tempo de luta por reconhecimento de suas especificidades e voz própria.

We present some reflections on the intersection between gender and race in the context of Brazilian society, through the agency of Black Women's Movement. We made a brief introduction by analyzing the tension and criticism of Latin American, black and lesbian women held to the idea of ​gender and feminism prevalent in so-called second wave. Then reflect on the notion of intersectionality coined by feminism as a proposal to put about the various oppressions experienced by women with different experiences of subordination and finally, we present the main aspects of the agenda of the Black Women's Movement in Brazil. We identified that much of his political agenda is marked by an exercise of intersectionality while fighting for recognition of their specificities and their own voice.

Palavras-chave: Gênero, raça, interseccionalidade, movimento de mulheres negras, brasil. Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

Key words: Gender, race, intersectionality, black women's movement, brazil.

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL

Introdução Não há como referirmo-nos ao debate sobre a relação entre categorias sociais, no caso deste artigo, gênero e raça, sem remetermo-nos ao pensamento feminista, especialmente o chamado feminismo negro e o identificado como pós-colonial expresso no trabalho de autoras como Ângela Davis, Bell Hooks, Patrícia Collins, Gloria Anzaldúa, Sueli Carneiro, Thereza Santos e outras. Nesse sentido, é relevante destacar que o movimento feminista, distintamente de outros movimentos, possui uma história, especialmente no que se refere às feministas de grupos minoritários (negras, latino-americanas, lésbicas), marcada por alianças com outras causas sociais (Gil Hernández, 2009): na história do feminismo identificamos as sufragistas que se envolveram de forma determinante nas lutas abolicionistas nos Estados Unidos da América, os movimentos de mulheres em diferentes países da America Latina e seu envolvimento nas lutas contra as ditaduras militares, as lutas pelos direitos civis, anti-militaristas, pelos direitos de crianças e adolescentes etc. (Mayorga e Prado, 2010). Para as aproximações feministas que se constituíram a partir da centralidade do gênero, chegar à multiplicidade tem sido um caminho penoso, cheio de tensões e ambigüidades (Piscitelli, 1996), mas sobretudo de intensos conflitos baseados na denúncia de lógicas racistas, coloniais e heteronormativas dentro do feminismo. Sabe-se que as primeiras concepções acerca de gênero e da dominação sobre as mulheres realizadas pela teoria e o movimento feministas receberam muitas críticas por parte de mulheres feministas negras, latino-americanas, asiáticas, africanas, muçulmanas que contribuíram de forma bastante significativa para a compreensão dos múltiplos eixos de opressão que afetam as experiências de vida de mulheres por todo o mundo. O feminismo que se desenvolveu nos anos 80 e 90 do século XX segue desafiando os paradigmas unitários de gênero desenvolvidos por feministas brancas e de classe média nos anos 60 e 70, já que a decepção com os modelos e discursos dessas feministas fez com que outros coletivos de mulheres utilizassem suas próprias experiências de opressão, exclusão, discriminação e violência para desenvolver formas próprias de trabalhar com as noções de gênero e feminismo (Caldwell, 2000). A grande contribuição desses outros coletivos de mulheres foi denunciar e explicitar que as questões de gênero não são suficientes para compreender a opressão das mulheres; é necessário compreendermos como se estabelece a relação entre o sexismo e outras formas de dominação, como o racismo, por exemplo. Não atentar a isso certamente perpetua a cegueira em relação a outros aspectos das experiências, identidades e lutas de mulheres que incluem questões de raça, etnia, classe, geração, sexualidade, cultura e nacionalidade. Um dos aspectos mais importantes que tem sido criticado por grupos de mulheres que por suas marcas de raça, nacionalidade, cultura ou sexualidade estiveram fora das reflexões feministas mais tradicionais, se refere à forma inadequada através da qual têm sido discutidas as diferenças/ desigualdades dentro da categoria mulher. Esta tem sido definida não exclusivamente a partir da análise das relações de poder entre homens e mulheres, mas freqüentemente, a partir da relação de desigualdade entre mulheres de diversas raças, etnias, classes e culturas. Tal aspecto nos leva a problematizar que a questão central não é a diferença, mas quem a define (Brah,1988), a partir de quais critérios e leituras sobre as sociedades contemporâneas. Questiona-se ainda, quais as categorias de mulheres representadas dentro do discurso da diferença e se essa representação se faz horizontalmente ou hierarquicamente. Nesse sentido, não é a parcialidade de concepções que é tomada aqui como um problema; o que se questiona é como perspectivas parciais são utilizadas como representação da totalidade das mulheres, constituindo, dessa forma, invisibilidades em relação a experiência de muitas outras (Azeredo, 1994) e ao mesmo tempo se constituem como prescrições das formas mais ou menos legitimas de ser mulher e também de se pensar a emancipação das mulheres. No Brasil, Carneiro e Santos (1985) e Carneiro (2003) destacam, associando-se às feministas negras de outros países, que as mulheres brancas foram as mais beneficiadas pela diversificação profissional entre os anos 60 e 80 no país. Tiveram vantagens claras no que se refere ao acesso à educação, mercado profissional e remuneração o que perpetuou e gerou diferenças de status e privilégios entre mulheres brancas e negras. As autoras vão destacar ainda que a tendência à generalização sobre as experiências das mulheres levou a visões essencialistas da condição feminina que negam a diversidade de tais experiências e fabricam noções homogeinizadas de uma identidade feminina hipotética. Gonzáles (1982) e Barros (1995) analisam ainda a emancipação aparente das mulheres brancas no Brasil e concluem que esta tem relação com a subordinação continuada das mulheres negras, perpetuada

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL desde a colonização: os serviços domésticos realizados por mulheres negras nas casas de mulheres brancas permitiu que estas pudessem estar mais presentes no mundo do trabalho, no mundo público e não necessariamente, teve impacto na divisão sexual das atividades domésticas: ao contrário, acabou reforçando a hierarquia intragênero. Assim, as lógicas coloniais que marcam a constituição do público e do privado no Brasil, bem como o patriarcado, o patrimonialismo, o autoritarismo nos levam a analisar a subalternidade das mulheres negras a partir de outras complexidades que passaram a ser problematizadas dentro do feminismo brasileiro tardiamente. Não por ausência de tensionamentos das mulheres negras que, como indicado anteriormente, sempre estiveram presentes nas frentes de resistência, mas como o feminismo vai se fortalecer e institucionalizar no Brasil em grande articulação com o contexto universitário, a ausência histórica de negros e negras na universidade pública brasileira deixou as mulheres negras em situação desfavorável no que se refere à legitimidade de suas vozes dentro do feminismo. Tal desvantagem levará, nos anos 1990, a uma participação intensa e importante de mulheres negras na luta por democratização da universidade, através da reivindicação de políticas de ação afirmativa para acesso ao ensino superior. Utilizando o conceito de imagens controladoras de Collins (1991), Caldwell (2000) analisa como as imagens das mulheres negras são projetadas de modo que o racismo, o sexismo e a pobreza pareçam naturais e normais como uma parte inevitável da vida cotidiana, obscurecendo as relações de poder. As análises destacam que as imagens controladoras das mulheres negras brasileiras, particularmente a da mulata e a da mãe negra, estão vinculadas a formas de desigualdade estrutural determinadas por raça e gênero, fruto das lógicas coloniais. Elas servem também para a manutenção da imagem nacional do Brasil como democracia racial e as mulheres ocuparão um lugar de destaque nessa construção histórica da ideia de Brasil. Dentre outras coisas, o “encontro” entre o homem branco e a mulher negra será celebrado e “lembrado” como um encontro amigável e foi o que permitiu a construção da figura do mestiço, fruto desse encontro, e símbolo da suposta democracia racial brasileira. O que se invisibilizou nessa história foi que esse encontro tão celebrado se deu de forma violenta, forçada e dentro de uma hierarquia de poder muito forte. Assim, o status privilegiado de brancos na sociedade brasileira também foi fundamental para a construção da identidade feminina no país. Desde a época colonial, as mulheres foram diferenciadas por práticas patriarcais que associaram o matrimônio a mulheres brancas e as relações sexuais ilícitas às negras (Caldwell, 2000). Enquanto as brancas eram designadas para o lugar da sexualidade legítima e honrada através dos papéis de esposas e mães, as mulheres negras foram associadas a práticas ilegítimas e desonrosas. A partir de sua relação privilegiada com o patriarcado e com a hegemonia racial, as mulheres brancas se tornaram referência para as construções idealizadas de mulher no Brasil (Mayorga, 2007). Diante dessas críticas, o feminismo tradicional buscou dar algumas respostas (Weedon, 1999). Uma primeira posição se deu através da recusa de reconhecer as diferenças raciais tem sido transformadas em desigualdades raciais há séculos. De forma recorrente, compreende-se o racismo como fenômeno individual e não estrutural, disseminado por todas as instituições e práticas sociais. Sobretudo é constitutiva da ideia de Brasil. Essa resposta é claramente percebida no cotidiano, nos discursos oficiais e populares que privilegiam a expressão preconceito no lugar de racismo, obscurecendo, muitas vezes, as formas de discriminação racial na sociedade brasileira, impossibilitando que as pessoas se reconheçam como racistas, ao mesmo tempo que reconhecem que o racismo existe. As feministas brancas também deram uma resposta. Essa tem se manifestado a partir de um sentimento de culpa debilitante que freqüentemente desemboca em falta de ação. Segundo Weedon (1999), para que as mulheres brancas superem essa “culpa”, elas devem refletir sobre seu privilégio racial e reconhecer seu papel na perpetuação do racismo. Uma terceira resposta tem sido a análise do racismo como um problema de negros/as que não é compreendido como problema fundamental para a vida de brancos/as relacionado com o reconhecimento do racismo fundamentado numa relação binária de diferença onde o branco é o pólo dominante. Tal resposta está fortemente relacionada à segunda e aponta para a necessidade de localizar lugares de poder, privilégios que são compreendidos como direitos e sobretudo a ideologia da meritocracia. Por último, como quarta resposta e menos comum do que as demais, está o reconhecimento consciente do racismo como força estruturadora tanto nas práticas materiais que

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL moldam as sociedades como na produção de subjetividades individuais, brancas ou negras. Weedon (1999) sugere que essa quarta resposta exige a problematização consciente do privilégio branco pelas mulheres brancas e o reconhecimento de que o racismo tem dimensões individuais e estruturais. As diversas perspectivas relacionadas com essa nova tendência ressaltam a multiplicidade de diferenciações, conferindo à raça um lugar de destaque. Diversas teóricas feministas coincidem em destacar a importância dos efeitos dessa “marca” específica. Contudo, nessa discussão, nem sempre a categoria raça resulta claramente delineada. Anthias e Davis (1993) definiram raça e também etnicidade em termos de estabelecimento de fronteiras (boundaries), consideradas como variáveis que possibilitam pertencimentos a grupos específicos através de mecanismos de inclusão e exclusão. Para essas autoras, a raça é uma das maneiras de construir limites entre aqueles que podem pertencer a uma comunidade e as que não podem, a partir de diferenças biológicas ou fisionômicas. Segundo as autoras, a noção de etnicidade é a construção social de uma origem como base para a comunidade, é uma construção que divide as pessoas em diferentes coletividades e comunidades de acordo com parâmetros heterogêneos baseados histórica, territorial e culturalmente ou por raça. Independente das controvérsias em relação a essas definições, várias autoras feministas estão de acordo com a necessidade de analisar as formas de racialização que afeta e subalterniza tantas mulheres.

Interseccionalidades As críticas dos diversos feminismos destacadas aqui trazem críticas e posições relevantes para a luta política. Não se trata, como poderiam afirmar alguns, de afirmar simplesmente a necessidade de trabalhar com a multiplicidade de diferenças que caracterizam as mulheres; é muito importante compreender também como essas diferenças se instituem como desigualdade, quais sistemas as produzem e também como estão em interseção. Ainda que a relação entre igualdade e diferença tome dimensões de paradoxo na luta feminista (Scott, 2005), é importante atentar para as dinâmicas de subalternização distintas e comuns desses sistemas de poder. A relação entre categorias se apresenta, assim, como uma ferramenta analítica e política importante para esse exercício. Esta fase supõe a formulação de construções teóricas que abordem a diferença e que se ocupem de maneira central em analisar como a diferença racial se constrói através do gênero, como o racismo divide a identidade e a experiência de gênero e como o gênero e a raça configuram a classe. (Moore, 1988: 43).

Para Harding (1986), em culturas estratificadas, tanto por gênero como por raça, o gênero sempre resulta como categoria racial e a raça como categoria de gênero. Se trata de compreender como a interseção entre classe, raça e gênero produz experiências comuns e diferenças no fato de serem mulheres e porque o gênero, a classe e a raça são constitutivas da desigualdade social (Stolcke, 1993). Para essa autora, a desigualdade de gênero na sociedade de classes é resultado de uma tendência histórica de naturalizar ideologicamente as desigualdades sócioeconômicas que imperam. Para Stolcke, Essa naturalização é um subterfúgio ideológico que tem como finalidade reconciliar o irreconciliável: a ilusão de que todos os seres humanos, livres e iguais por nascimento, gozam de igualdade de oportunidades, com a desigualdade sócio-econômica realmente existente, pelo interesse de quem se beneficia dessa última. Essa naturalização ideológica da condição social tem um papel central na reprodução da sociedade de classes e explica o significado especial que se atribui às diferenças sexuais. (Stolcke, 1998: 295).

Mas como se relacionam gênero, raça, classe? Moore tem insistido na ideia de que para compreender essa vinculação, não se trata de uma simples convergência, fusão ou soma de diferentes fontes de opressão. Feministas preocupadas com essa questão cunharam e tem debatido de forma intensa a noção de interseccionalidade como uma possível resposta à necessidade evidente em nossas sociedades, em compreender as formas de opressão de forma articulada, bem como construir enfrentamentos que possam ser não fragmentados ao mesmo tempo que busquem contemplar as demandas de mulheres diversas. Segundo Gil Hernández (2009), a noção de interseccionalidade pode ser compreendida a partir de duas entradas: a interseccionalidade teórica e a

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL interseccionalidade política, dimensões que não estão separadas na vida pública. No que se refere aos aspectos teóricos, encontraremos uma variedade de posições sobre a noção de interseccionalidade entre gênero e raça compreendida como dupla discriminação, efeito cumulativo, sexualidade e gênero como metáforas raciais, etc. No que se refere aos aspectos políticos, a proposta de interseccionalidade entre gênero e raça deve, necessariamente, considerar a tensão existente entre os direitos das mulheres e as culturas locais, a tensão entre os feminismos e outras causas políticas como o anti-racismo, etc. Abaixo elencamos alguns aspectos que consideramos fundamentais no debate sobre a interseccionalidade entre gênero e raça e que devem ser considerados na elaboração de políticas de enfrentamento à desigualdade e às formas de preconceito e discriminação contra as mulheres. a. Diferenças entre mulheres ou desigualdades? Identificamos nas posturas políticas e também na teoria, que a noção de diferença entre mulheres ou mesmo a valorização da diversidade entre as mulheres tem neutralizado ou mesmo invizibilizado experiências de desigualdade. Que as mulheres negras no Brasil tenham menor escolaridade do que as mulheres brancas, que nas relações de trabalho mulheres negras sejam mais exploradas e menos reconhecidas do que mulheres brancas e que mulheres negras sejam as mais afetadas por violência de gênero e doméstica, não são questões de diferenças e sim de desigualdade o que implica, necessariamente, análises mais complexas. Dessa forma, devemos ter habilidade de análise política para identificarmos quando se trata de diferenças entre mulheres e de quando as diferenças são tomadas para justificar relações de desigualdade. Tal análise exige de nós alguns cuidados: o cuidado com a psicologização e individualização da experiência que invisibilizam as relações de poder e os aspectos históricos e tomam o indivíduo como centro da sociedade; o cuidado com a exclusão das vozes das mulheres negras que vivenciam situações de subalternidade, violência e opressão – o cuidado de não falar sobre mulheres negras, mas com elas; o cuidado em não transformar o campo dos direitos em um conjunto de procedimentos, mas tomá-lo como sociabilidade e prática política; o cuidado com a armadilha da neutralidade: o exercício da reflexividade, de tomar-se como objeto de reflexão contínua é um exercício fundamental dentro dos feminismos. b. A importância de compreender os sistemas patriarcal e racista. Para que desigualdades não sejam analisadas como meras diferenças entre mulheres, tendo como conseqüência, entre outras coisas, a individualização da experiência das mulheres e um elogio superficial às diferenças, é fundamental identificar e considerar quais aspectos do sistema social produzem essas relações de desigualdade. Compreender como os sistemas sexogênero e racista produzem e instituem relações desiguais é algo fundamental para pensarmos a interseccionalidade entre categorias sociais como raça, gênero e classe. O sistema sexo-gênero é uma complexa organização social ou conjunto de discursos, saberes e práticas que criam e perpetuam, no âmbito material e cultural, a desigualdade entre homens e mulheres nos aspectos econômicos, do trabalho, da política, da vida privada, da sexualidade, no âmbito dos direitos. O sistema sexo-gênero divide o mundo entre homens e mulheres e constitui, em nome das diferenças e complementaridade naturais entre homens e mulheres, desigualdades. O sistema racista consiste em uma complexa organização social ou conjunto de discursos, saberes e práticas que criam e perpetuam, no âmbito material e cultural, a racialização e hierarquização dos povos, instituindo a desigualdade entre brancos, negros, indígenas que se reflete nos aspectos econômicos, do trabalho, da política, da vida privada, da sexualidade, no âmbito dos direitos. Sem ter essas duas noções em mente, o racismo e o sexismo rapidamente podem ser compreendidos como algo exclusivamente de indivíduos, distantes de uma análise das relações de poder e acabam reforçando posições diferencialistas sem uma preocupação com os aspectos macro-sociais das desigualdades. Não é suficiente, portanto, quando falamos de interseccionalidade, anunciar que vamos fazer uma leitura de determinadas realidades a partir da discussão de gênero e raça – é necessário compreender que essas categorias são efeitos de sistemas sociais complexos, que possuem especificidades, mas que também possuem pontos de interseção. c. Racismo e sexismo possuem dispositivos comuns de funcionamento. Os sistemas patriarcal e racista apresentam especificidades, mas possuem formas de atuação bastante semelhantes. Primeiramente, tanto o sistema patriarcal quanto o sistema racista ao mesmo tempo que promovem, se fundamentam na naturalização de experiências sociais baseados na dupla natureza-cultura (Viveros, 2002; 2006). No caso do patriarcado, enquanto homens são relacionados à cultura e a todos os atributos oriundos daí como civilização, racionalidade, individuação/autonomia, vida pública, a mulher, por suas diferenças biológicas é relacionada com a natureza e

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL todas as suas capacidades são recorrentemente desqualificadas através dessa relação – por sua diferença biológica lhe são também atribuídas diferenças no campo da moral, do psiquismo, da capacidade para a vida pública, etc. No sistema racista, a naturalização também vai acontecer, sendo que brancos/as serão relacionados à dimensão da cultura e negros e indígenas à natureza e seus atributos: primitivos, irracionais, incivilizados, objetos. Tal naturalização se baseia e promove ao mesmo tempo, a racialização e classificação hierarquizada dos grupos sociais. Um segundo dispositivo comum de funcionamento entre os sistemas patriarcal e racista, é que eles se reconstroem e afetam mutuamente e a relação ente gênero e raça se da através de várias modalidades de relação. Assim, é necessário buscar identificar como essa constituição mutua ocorre identificando como se expressa cada uma dessas categorias em um fenômeno, as formas como interagem uma com a outra e qual a modalidade de relação que estabelecem que nem sempre é através da interseção. d. Não é possível compreender a desigualdade de gênero no Brasil sem a dimensão étnico-racial. Essa afirmação nos remete, imediatamente, à necessidade de contextualizarmos nossas análises acerca de gênero e raça num cenário mais amplo que é a sociedade brasileira e sua história. Não se pode compreender as desigualdades diversas que marcam a nossa sociedade sem analisarmos e elaborarmos nossa história marcada por vínculos coloniais e violências diversas constantemente amenizadas e desconsideradas. As categorias de gênero e raça vão ocupar um papel fundamental nessas relações: seja na constituição das desigualdades, seja nas formas do seu enfrentamento. A forma como a família patriarcal e as dimensões de público e privado vão se constituir no Brasil, o mito da democracia racial denunciado pelo movimento negro, o lugar das mulheres negras na rede de relações sociais, a ciência que muitas vezes reproduzirá essas mesmas lógicas coloniais são dimensões que devem ser consideradas quando propomos uma análise em interseção entre gênero, raça e classe.

A agenda política do movimento de mulheres negras no Brasil O movimento de mulheres negras (MMN) no Brasil é um ator fundamental no processo de democratização da sociedade brasileira (Roland, 2000), principalmente a partir do final da década de 80, pois, a partir de rupturas com o movimento feminista e também com o movimento negro, pautaram na cena pública a discussão sobre as desigualdades, violências e opressões que marcavam/marcam a experiência de mulheres negras e uma política contra a invisibilidade. Além disso, a perspectiva do MMN, a partir das interseções – tensas – entre as lutas feministas e as lutas anti-racistas, permitiram o desvelamento do parentesco ente racismo e sexismo e das múltiplas formas de opressão. Foi no período de redemocratização da sociedade brasileira que o movimento insurge, período em que emergem as primeiras organizações de mulheres negras autônomas ou no interior de organizações negras, momento em que se verifica a crise dos modelos marxistas para explicação da realidade social ao mesmo tempo em que se dava a emergência da mulher na cena pública brasileira (Rodrigues, 2006). A emergência do movimento de mulheres negras no Brasil não se deu, como dito anteriormente, sem tensões já que muitas das disputas que estavam sendo realizadas se referiam à relação das mulheres negras com os movimentos negro e feminista. Em 1985, no III Encontro Feminista, Latino-americano e do Caribe, que aconteceu em Bertioga, SP, se dará uma ruptura entre mulheres brancas e negras e em 1988 será realizado o I Encontro Nacional de Mulheres Negras, em Valença, RJ. Nesse mesmo ano, nas comemorações do dia 08 de março, dia Internacional da Mulher, as mulheres negras ganham o direito de abrir a passeata em São Paulo. O movimento reivindica o reconhecimento das especificidades da identidade social das mulheres negras e defende a recuperação da história de sua participação na construção do Brasil. Alem disso, o MMN vai buscar interpelar os movimentos negro e feminista, apontando, como dito anteriormente, para a invisibilidade da mulher negra nesses contextos Abaixo destacamos alguns pontos da agenda política do movimento de mulheres negras em campos diferentes da vida social.

10 Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL a. Trabalho: O MMN propõe uma análise das relações de trabalho que considere tanto a divisão social e sexual do trabalho, quanto a divisão racial do trabalho, divisões essas responsáveis pela grande precariedade, exploração e sub-valorização das relações laborais de mulheres negras. Em termos salariais as mulheres negras são as mais desfavorecidas, nas relações identifica-se um nível de exploração bastante elevado além dos trabalhos desenvolvidos por mulheres negras serem, em grande número, subempregos. Vão lutar contra a discriminação em contratações de emprego manifestada através da ideia da “boa aparência”. b. Educação: Nesse campo, a principal denúncia do MMN se dirige ao mito da democracia racial e ao sexismo presente nas escolas que desfavorece a permanência de meninas negras, tendo como conseqüência, níveis baixos de escolaridade entre as mulheres negras. Nos últimos anos a presença de mulheres negras na escola tem se dado em maior tempo, mas ainda é bastante desigual em relação às mulheres brancas. A necessidade de pautar na escola o debate sobre racismo e sexismo é um elemento fundamental para o combate a essa desigualdade. Vão lutar e defender a Lei 10639 que obriga escolas de ensino fundamental e médio, públicas e particulares, a ensinar História Geral da África e da população negra no Brasil. Como ressaltado anteriormente, uma pauta importante do MMN é a luta por democratização do acesso e permanecia na universidade pública brasileira, através da luta por política de ação afirmativa que permitam, por um tempo determinados, que estudantes negros acesse ao ensino superior com intuito de quebrar o ciclo vicioso da desigualdade que designa e naturaliza lugares menos valorizados socialmente aos negros e negras. Tal debate tem gerado tensões importantes na sociedade brasileira, com fortes reações de uma elite branca que segue evitando reconhecer o direito de negros e negras ao ensino superior. c. Violência: Nesse campo, a luta do MMN se dará contra a violência domestica e sexual de mulheres negras e também contra a exploração sexual. Diante do fato de que as mulheres negras são a maioria entre vítimas de homicídio, lesão corporal, estupro e atentado violento ao pudor (Dossiê Mulher, 2010) percebe-se que a situação da mulher negra no Brasil é fortemente marcada por um processo de vulnerabilização onde o racismo e o sexismo vão ser elementos determinantes. O MMN adverte que os estupros sofridos pelas mulheres negras por senhores de escravos, ocorridos durante o período colonial, possuem ressonâncias marcantes nos tempos atuais o que reforça representações acerca das mulheres negras como lascivas, imorais, sexualizadas. A lei Maria da Penha é uma importante ferramenta para enfrentamento dessa violência e uma luta importante é pela sua total efetividade. Um outro ponto nessa agenda se refere à luta contra o extermínio de jovens negros nas periferias brasileiras localizadas nos centros urbanos no pais que tem se expressado através do movimento hip hop no qual as jovens negras tem participado de forma crescente e muito ativa. d. Saúde: Uma importante contribuição do feminismo negro foi a articulação da temática da saúde e dos direitos reprodutivos com as lutas anti-racistas e anti-sexistas. Um dos aportes se refere à luta pela inclusão do quesito cor nos sistemas de classificação da população, que se totalmente efetivado, consiste em orientador fundamental para que profissionais, serviços, formuladores e implementadores de políticas de saúde construam práticas que promovam o direito real à saúde das mulheres negras. A esterilização tomou lugar distinto durante vários anos na agenda política do MMN que lançou campanhas contra a esterilização de mulheres devido aos altos índices que esse fenômeno adquiriu no Brasil pela ausência, no sistema público de saúde, de oferta e diversidade de métodos contraceptivos (Carneiro, 2003). Destaca-se também a luta pela legalização e descriminalização do aborto, luta em forte articulação com outros feminismos, reconhecidamente problema de saúde pública que atinge em sua grande maioria, as mulheres negras e pobres. A luta pelo aborto legal se associa, no caso do MMN, à luta por qualidade de concepção e contracepção. Essa bandeira tem ganhado importância devido ao re/surgimento de posições conservadoras e moralistas na política nacional brasileira. Também a luta pela implementação de uma política de atenção à anemia falciforme, doença genética mais comum entre a população negra, segue fazendo parte da agenda política do MMN já que apesar de conquistas importantes, existem iniciativas pontuais pelos municípios e estados brasileiros.

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ALGUMAS NOTAS SOBRE AS INTERSEÇÕES ENTRE GÊNERO E RAÇA NO BRASIL SOME NOTES ON THE INTERSECTIONS OF GENDER AND RACE IN BRAZIL e. Sexualidade: o MMN tem participado da luta pelos direitos sexuais e reprodutivos pautando a dimensão racial como elemento a ser considerado nas discussões e políticas delineadas. O fato de que a AIDS esteja em crescimento entre às mulheres, principalmente entre as mulheres negras também tem sido alvo de preocupação do movimento. As discussões sobre direitos LGBT (lésbicas, gays, bissexuais e transexuais) tem sido aos poucos incorporada pelo MMN. f. Meios de comunicação: A luta do MMN junto aos meios de comunicação se refere principalmente à invisibilidade e à reprodução de representações naturalizadas, estereotipadas e desqualificadoras acerca da mulher negra que reforçam dimensões patriarcais e racistas e também coloniais já apontadas anteriormente e constitutivas da imagem da mulher negra no Brasil. Algumas pequenas conquistas vem sendo alcançadas, mas o grande desafio está em fortalecer a identidade da mulher negra através da negação do lugar exclusivo apontado para ela; lugar subalternizado representado através das imagens da empregada domestica servil, ou da mulata quente e sensual ou da mãe negra, associada com a imagem das negras escravas (Silva, 1998). Apontar para a diversidade de experiências e vivências das mulheres negras é um objetivo do MMN, que tem buscado também incentivar a formação qualificada de negros e negras para o setor da produção dos meios de comunicação o que está fortemente relacionado à luta por ações afirmativas na universidade e no trabalho. g. Outras interseções: Algumas lutas do MMN tem sido fruto de uma construção conjunta e em dialogo com outros movimentos de mulheres e também outros movimentos sociais no sentido de buscar-se construir uma postura contra-hegemônica mais global e que coloque em interseção leituras sobre as opressões, bandeiras e lutas. Alguma delas são: luta contra o modelo neo-liberal; comprometimento com igualdade e justiça social e econômica; luta pelo direito à terra e moradia; reconhecimento da autonomia e autodeterminação dos movimentos de mulheres; etc.

Considerações finais Os pontos destacados na última seção evidenciam que o MMN tem participado de forma ativa da luta e construção de maior justiça de gênero na sociedade brasileira e uma grande contribuição tem sido mostrar que a luta por justiça social que não esteja atenta à desigualdade de gênero e racial, certamente, se constitui como uma “justiça incompleta”. O MMN apresenta em sua história relações importantes e evidentes com o feminismo negro e um dos seus grandes desafios segue sendo o fortalecimento das interlocuções com feminismo latino-americano e a consolidação de um campo político-teórico que tome os sistemas sexo-gênero e racista e suas consequências como objetos privilegiados da análise e luta feministas. A interseccionalidade trás possibilidades de expressão de posições diversas em que o conflito pode indicar desigualdades existentes entre as mulheres que devem ser problematizadas e consideradas e não neutralizadas ou secundarizadas.

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12 Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

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13 Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986 Girlandrey Sandoval Acosta Licenciada en Historia, Universidad del Valle, Colombia E-Mail: [email protected]

Resumen

Abstract

Para descubrir las acciones colectivas del movimiento de mujeres y el movimiento feminista en Cali que va de 1980 a 1986, junto con la resignificación de las formas de participación política de estos movimientos, hemos realizado un estudio a partir de los enfoques analíticos de la historia de las mujeres y la historiografía feminista. Estas perspectivas nos permiten crear un marco teórico interpretativo, a la luz de nuevos planteamientos epistémicos y metodológicos sobre las formas de hacer historia, en nuestro caso, del movimiento social de mujeres y el movimiento feminista de Cali. Se incluye además, las acciones colectivas en clave de género como complemento para el análisis.

To discover the collective actions of the women's movement and the feminist movement in Cali that goes from 1980 to 1986, along with the re-signifying of forms of political participation of these movements, we have carried out a study from analytical approaches to the history of women and feminist historiography. These perspectives allow us to create an interpretation in the light of new approaches epistemic and methodological theoretical framework on ways of doing history, in our case, of the women's social movement and the feminist movement in Cali. It also includes collective actions in key to gender as a complement to the analysis.

Palabras clave:

Feminist historiography, collective action, women's movement, policy, feminist movement in Cali.

Historiografía feminista, acciones colectivas, movimiento de mujeres, política, movimiento feminista de Cali.

Key words:

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

Historia de las mujeres e historiografía feminista “La historia de las mujeres evocaba una insuficiencia fundamental: el sujeto de la historia no era una figura universal y los historiadores que escribían como si lo fuera no podían pretender estar contando toda la historia” (Scott, 1999: 12). Si bien podemos decir que no existe una metodología única asociada a la historia de las mujeres, y que en la misma medida en que esta historia se ha propuesto hacer visibles a las mujeres en los marcos históricos existentes, ha aportado nueva información pero no una metodología acabada (Scott, 1992: 46), sí podemos evidenciar los primeros intentos de formular metodologías acordes a la necesidad de ubicación de las mujeres en la historia y de sus prácticas de inclusión en el mundo y la vida social. Para empezar, contamos con tres conceptos claves para el estudio de la historia de las mujeres que son: género, poder y política, que además figuran como categorías centrales para la historiografía feminista. Sostenemos entonces que “la historia de las mujeres añade una cara de la política ignorada hasta ahora: el juego de poder desarrollado desde la diferencia sexual y contenido en el género” (Luna, 1994:26). En la historia contemporánea, desde los estudios de historia política la relación entre poder y política es próxima. Las versiones clásicas sobre el poder y su estrecha relación con la política de lo público son mayoritarias en los relatos históricos que dan cuenta de la vida de hombres y mujeres en sociedad en su relación con las instituciones y en los estudios sobre las guerras o las contiendas electorales partidistas. En estos campos, sólo se tiene en cuenta al poder como posible dominación sobre los estados y sobre el monopolio de las armas que éste debe controlar. Es fuerte en este tipo de estudios, la tendencia a reconocer como único poseedor de poder a los hombres; ellos son en la mayoría de los casos los personajes principales de las historias de imperios, de las historias de partidos políticos, de las historias sobre las independencias, de las historias de las revoluciones sociales y de las historias políticas nacionales. Es posible entonces, reflexionar también sobre la concepción androcéntrica en la historia política. El trabajo en historia de mujeres desde la perspectiva del género hecha por feministas, ha dado cuenta de la existencia de un androcentrismo que no sólo tiene que ver con la presencia física de los hombres en los lugares de poder, sino que problematiza la concepción misma con la que se construye el oficio de la historiadora. Así, la renovación epistémica se muestra necesaria, en tanto que sirve como base para criticar la continua utilización de los conceptos convencionales de política, y permite la “visibilización historiográfica” de las mujeres. Con Joan Scott (2003), sostenemos que el género nos remite a una relación significante de poder en la organización social de los sexos, en la necesidad de explicar una experiencia radicalmente diferente para las mujeres. El concepto de poder utilizado por Scott proviene del término elaborado en Foucault, para quien el poder, como lo explica Gabriela Castellanos (2006: 22), “no se define como una realidad política [exclusivamente], ni como una realidad fundamentalmente económica”. Para Foucault, el poder se ejerce y “se maneja en gran parte mediante los discursos: quienes definen los términos y quienes los emplean, están involucrados/as en el juego del poder” (Castellanos, 2006: 22). Al aceptar esta definición de poder, comprendemos que éste no se encuentra centralizado ni está unificado socialmente de manera coherente; en la familia podemos observar relaciones de poder que enseñan el control que tiene el padre sobre la madre, y ésta a su vez sobre los hijos e hijas. De tal forma que la utilización del concepto de poder, en relación con el de género y política, permite estudiar el devenir histórico de las mujeres a través de los discursos relacionados con la participación política en términos de su proximidad o no del manejo de poder, la forma como lo han ejercido y frente a quién lo han ejercido; además nos permite identificar, con Luna (1994), lo político del género, la politización de la vida cotidiana y aquellos lugares íntimos donde los discursos también recrean realidades y relaciones de poder. Frente a lo anterior, la historia de las mujeres busca una renovación sobre todo en el campo de la política porque pretende transformar no sólo las realidades observadas por las historiadoras, sino la condición misma de la mujer en el relato histórico. Se investigan las formas de inclusión y exclusión de las mujeres del poder y el contrato social, en el ejercicio de buscar otros lugares desde los cuales ellas han participado. En esta búsqueda nos encontramos con que las relaciones de poder femenino son distintas y paradójicas, como afirma Arlette

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

Fargue: Las formas de poder femenino tienden a expresarse en términos culturales que comprenden las prácticas, experiencias, tradiciones, costumbres y rituales femeninos ubicados entre la esfera doméstica y la pública, y que suponen el aprendizaje y la transmisión de unos roles y formas de conciencia específica. (1991: 80)

En el marco del repertorio de los estudios históricos sobre las mujeres, resulta de suma importancia ubicar el movimiento de mujeres como un escenario de diversos fenómenos sociales que tienen que ver con hechos políticos e históricos, donde las mujeres no sólo eran espectadoras sino participantes activas. Las obras tempranas en torno al estudio de tales eventos femeninos “consideraban que, como actores políticos, las mujeres impartían a sus luchas, prácticas, estrategias y objetivos ciertas cualidades propias de su género” (Molyneux, 2003: 219). Las investigaciones sobre historia de las mujeres y política se originan a partir de 1960, con aquellas activistas feministas que solicitaron una historia que proporcionara información sobre “el pasado” de las mujeres, “sus heroínas” (Scott, 1999: 80). Estudios de la década de los noventas, intervienen con una propuesta distinta, donde la preocupación por las mujeres en la historia se centra principalmente en recuperar a las mujeres desde su vida cotidiana. En esta década también se empezaron a realizar estudios sobre la participación política de las mujeres y los movimientos sociales. Para Molyneux, los movimientos de mujeres son fenómenos esencialmente modernos. Por ello lo más recurrente en las formas de abordar los movimientos de mujeres y la acción colectiva femenina – según Molyneux- se ha hecho atravesando sus tres versiones más significativas: los grupos feministas, las mujeres de sectores populares, y los recientes estudios sobre mujeres participantes en grupos fundamentalistas, como los presentados en el contexto sociopolítico iraní (Molyneux, 2003: 219-220). Al intentar incluir a la mujer en el caudal del conocimiento histórico, la historia de la mujer ha revitalizado la teoría, ya que ha sacudido las bases conceptuales de la investigación histórica. Esto se ha logrado mediante la revisión de tres de los principales puntos de interés de la reflexión histórica: a) la periodización, la cual empieza a tipificarse según la posición de la mujer, “su condición de libertad frente al hombre”; es decir, indagar en las épocas de grandes cambios sociales por los grados de liberación o subordinación del talento femenino y lo que esto significa para la humanidad; b) las categorías del análisis social; se incluyen el sexo y el género como las categorías propias de los estudios de las mujeres, ya que “las mujeres son una categoría en si mismas”; y c) las teorías del cambio social, a partir del análisis sobre cambios en los modos de producción (Kelly, 1992). Lo que llamaría Scott: la “ampliación a los límites de la historia”. En palabras de Carmen Ramos (1992), es necesario analizar a la mujer como sujeto histórico y paralelamente crear una conciencia de la especificidad histórica femenina. Esto profundiza mucho más la encrucijada de la diferencia sexual, puesto que aparte de ser distinta de hombre a mujer, lo es de mujer a mujer por su diversidad según la clase, la etnia, la raza y la nacionalidad, de hombre a hombre y de cultura a cultura, incluso, de familia a familia. Este tipo de oficio de la historiadora, da un lugar preponderante a la utilización de las fuentes, que desde la perspectiva de género se realiza sobre archivos personales con toda clase de documentos: cartas, escritos, periódicos, diarios íntimos (Ramos, 1992). Se propone una lectura alternativa a las fuentes tradicionales, con lo que Perrot nos indica que en cierto sentido, tal vez sea falso decir que los registros no mencionan a las mujeres; antes bien, en los textos nadie buscó huella de las mujeres (Perrot, 1992). Por otro lado, desde la cuestión metodológica de recuperación de información y levantamiento de datos, la historia oral también es importante para aquellas que han hablado más de lo que han escrito. Como complemento de la memoria autobiográfica, el estudio de la memoria “histórica” transmitida por los grupos sociales permite delimitarlos (Van De Casteele y Voleman, 1992), teniendo en cuenta la incorporación de la

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

subjetividad del sujeto de estudio, indispensable para los estudios de las mujeres. Esto nos permite identificar, entre otras cosas, la línea “invisible” que separa y/o unifica el binario privado/público. La historiografía feminista, como alternativa historiográfica se origina en una intersección entre la historia de las mujeres, la perspectiva del género y el desarrollo del pensamiento feminista en la academia. Este nuevo lugar del feminismo, consiste básicamente en plantear en lenguaje científico el proyecto político del feminismo el cuál se expresa como una posición que dice que las mujeres son subvaloradas, oprimidas, desconocidas y que deben construir un camino para su liberación. La perspectiva feminista, entonces, consiste en Reconocer que en nuestras culturas y sociedades se ha pensado que las mujeres carecemos de capacidades intelectuales o morales que sí tienen los hombres, pero que esta idea es errónea, pues las mujeres, si se nos educa para ello, podemos ejercer un liderazgo, desempeñar cualquier trabajo y desarrollar cualquier actividad intelectual. (Castellanos, 2006:166)

Con la diversidad de saberes de las feministas académicas, la perspectiva de género y los nuevos estudios historiográficos, se logra además la interdisciplinariedad del conocimiento, como un lugar posible donde se interrelacionan saberes especializados de la sociología, la antropología, la ciencia política, entre otras, para prestar atención al colectivo femenino como objeto de estudio y posibilitar el surgimiento de la historia de las mujeres, rompiendo barreras epistemológicas, disciplinarias y geográficas. Esta policromía de saberes y el conocimiento de las experiencias históricas femeninas están fuertemente vinculados a los planteamientos angloamericanos, dada la vitalidad que presentaron los Women´s Studies, los cuáles constituyen una de las primeras y más fuerte expresión de la intersección género, historia y feminismo. Esta relación académica se ha visto reflejada en múltiples aportes como lo explica María Dolores Ramos: En el desarrollo de conceptos, métodos y herramientas de trabajo de carácter propio, que son extraordinariamente útiles para la Historia de las mujeres y cuyo uso se ha generalizado a posteriori en otros ámbitos del conocimiento histórico: el androcentrismo como un punto de vista central, hegemónico, que relega a los márgenes de lo insignificante aquello que se considera no pertinente –y también impertinente- para su propia mira o punto de mira; la teoría de las esferas pública y privada; el género como categoría analítica, los elementos que facilitan su construcción-deconstrucción y el debate planteado en torno al giro lingüístico y la posmodernidad; los conceptos de patriarcado –institución que ha pasado por readaptaciones sucesivas (…); la conceptualización del feminismo y sus diversas interpretaciones; los debates en torno a la noción de cultura femenina y la introducción del concepto de identidad, entre otros (Ramos, 2006: 26).

En síntesis, la historiografía feminista contribuye a teorizar nuevos fenómenos sociales, renovando las herramientas analíticas utilizadas hasta el momento; como lo explica Lola Luna: La historiografía feminista contribuye a conceptualizar nuevos problemas, renovando orientaciones metodológicas y contenidos, señalando a fin de cuentas con ironía un “final de la historia” y un nuevo comienzo, en el que todos los sujetos políticos están presentes con sus experiencias históricas entrelazadas en torno a las múltiples actividades sociales, políticas y económicas, que ahora pueden ser interpretadas bajo nuevos enfoques (Luna, 1994: 24).

Este proceso ha sido denominado como “visibilización historiográfica”. Esto es, un tipo de historia de las mujeres que busca narrar los acontecimientos –de diverso signo- como una historia de la humanidad, donde las mujeres obtienen estatus de sujeto. Con la historiografía feminista toman gran importancia los estudios sobre historia política de las mujeres. Historias políticas que tienen que ver con el estado, el poder, la ciudadanía y la democracia, pero también otras historias re- construidas a partir de lo cotidiano, de lo íntimo, de lo personal y lo privado. A partir de allí, se estudia la politización de los espacios de mujeres organizadas, lo cual puede darse en torno a movimientos sociales, organizaciones barriales, mujeres organizadas por momentos coyunturales, mujeres sindicalistas y campesinas, o lideresas comunitarias.

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Sobre experiencias de mujeres organizadas en torno al movimiento social de mujeres, sería “pertinente aceptar que el movimiento social de mujeres ha significado más una redefinición del poder político y la forma de entender la política, que una búsqueda del poder o de la representación en la política formal” (León, 1994: 14) y aquella que convierte en derroteros para la historia política de las mujeres, las acciones de éstas que tienen que ver con el poder, la participación, las instituciones, el estado, el sistema político en general, etc.

Acciones colectivas en clave de género La categoría de género también es necesaria para analizar el repertorio de acciones colectivas, prácticas y discursivas, del movimiento social de mujeres y del movimiento feminista. Al convertirse en protagonista de las luchas sociales modernas, con actores menos visibles, el movimiento de mujeres empieza a ser analizado como nuevo movimiento social, Feminizando el mundo, a través de interacciones colectivas, ya sea a través de manifestaciones públicas o mediante acciones organizativas, en los cuales los feminismos de todos los tipos, con intermitente continuidad, han denunciado las injusticias, las deficiencias políticas y las contradicciones de la democracia. (Perrot, 1997: 94-95)

El uso del concepto de acción colectiva como herramienta sociológica, nos permite la clasificación cualitativa del repertorio de las acciones conjuntas de las mujeres entendiéndolas como parte de un movimiento el cual se percibe como un proceso. De aquí, que sostengamos con Múnera, que aquellos procesos de articulación de acciones y actores colectivos e individuales, dirigidos a controlar y orientar uno o varios campos sociales, obedecen a un movimiento social (Múnera, 2001). Con esto, afirmamos que el movimiento de mujeres es un movimiento social cuyas características no se reducen a la uniformidad de discursos, por el contrario, los movimientos de mujeres se pueden significar, siguiendo a Maxine Molyneux (2003), como fenómenos sociales y políticos de cierta trascendencia, que puede variar según el número de mujeres que lo integren o su capacidad de acción para provocar algún tipo de cambio. Otras definiciones ampliarían el espectro de comprensión del movimiento social de mujeres. Gabriela Castellanos nos dirá: El movimiento social de mujeres, es el conjunto de personas, organizaciones, redes y grupo de informales que, en una sociedad determinada, luchan de maneras diversas por mejorar determinados aspectos de la situación de las mujeres. En dicho movimiento encontramos, además de grupos y académicas feministas, y mujeres feministas independientes, ONGs que trabajan con mujeres, grupos comunitarios, mujeres independientes que ejercen liderazgos en distintos sectores populares (2006: 163).

Con esto, las nociones de movimiento social y acción colectiva, se perciben bajo una relación de mutua correspondencia que no significa una relación de causa efecto entre ellas, y donde la acción colectiva se instala como el común denominador y principal recurso del movimiento social. Para nuestro estudio, entendemos por acciones colectivas la posibilidad que tiene un grupo de realizar un desafío a un contrario opositor de determinada reivindicación. Desafío que puede inscribirse en el campo de lo social, cultural, económico, político y sexual. De tal forma, La acción colectiva es toda acción conjunta intencional que está marcada por un proyecto explícito de movilizarse concertadamente y que se desarrolla bajo una lógica de reivindicación y defensa de un interés material o de una causa (Neveu, 2000: 45).

En Touraine “las acciones colectivas se definen más a menudo por un esfuerzo para dominar el cambio y orientar el porvenir, que por una voluntad de conservación o de vuelta al pasado” (Touraine en Massolo, 1994: 35). Las acciones colectivas de las mujeres obtienen proyección, en tanto que se piensan la transformación de la sociedad patriarcal. El ideario de las organizaciones de mujeres y de las feministas, enmarca un proyecto

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

político de transformación de la subordinación de género y reivindicación de los derechos de las mujeres. Desde los primeros sociólogos preocupados por el tema, la acción colectiva se refiere a comportamientos disfuncionales al sistema vigente, y donde su primer y más básico aspecto “es desafiar a sus oponentes o a las élites”. Sostenemos con Tarrow que, independientemente del tipo de acción colectiva realizada por determinado grupo o movimiento, en diferentes modos, desafían a sus oponentes, crean incertidumbre y potencian la solidaridad (Tarrow, 1997). Además, especialmente importante para el estudio de la participación política de las mujeres por fuera de la actividad electoral-sufragista y partidaria, nos advierte Tarrow, los disidentes no tienen por qué ocupar un espacio público (obligatoriamente, agregamos) para presentar desafíos eficaces. De modo que el poder de la acción colectiva procede de tres características potenciales: desafío, incertidumbre y solidaridad. Los desafíos, escribe Mary Katzenstein, citada por Tarrow (1981), pueden optar la forma de “movilización discreta” en las instituciones, en la familia o en las relaciones entre los sexos. La acción colectiva no sólo desafía a sus oponentes y les enfrenta a límites indefinidos y resultados indeterminados; también encarna la solidaridad. Y a la inversa, la solidaridad refuerza la acción colectiva. La solidaridad expresa en las organizaciones de mujeres, tiene que ver en parte con aquel sujeto central del movimiento feminista: la mujer y/o las mujeres. Si bien con Buttler (2001) se afirma que la construcción de la feminidad ha sido obligatoria, normativa y aislada del ejercicio concreto de asimilar las realidades cotidianas de las mujeres en todo el mundo en constante cambio, el movimiento de mujeres y las feministas siempre se han contenido en una base social mucho más amplia que integra las interpretaciones que sobre la subordinación de género han hecho las activistas y las académicas: el movimiento social de mujeres. Las acciones colectivas se dimensionan de acuerdo con el conjunto de las actividades desarrolladas por los movimientos sociales, conjuntos denominados repertorios. El repertorio del movimiento moderno ofrece a las y los activistas tres tipos básicos de acción colectiva: violencia, disrupción y convención. Los tres incorporan en mayor o menor grado las propiedades de desafío, incertidumbre y solidaridad (Tarrow, 1997). Los grupos de mujeres y feministas han logrado incrementar aquellos repertorios a base de creatividad. Han realizado lo que Tarrow denomina “la innovación en los márgenes”, con situaciones donde: las feministas desfilan disfrazadas de brujas para burlarse de la caricaturización que de ellas hacen sus oponentes varones. En la perspectiva de la acción colectiva y los movimientos sociales, se hace necesario además, el estudio sobre los marcos que orientan o significan la acción colectiva. Estos marcos hacen referencia a las múltiples y variadas interacciones posibles entre el sistema simbólico y el mundo físico de determinado movimiento en pugna por derechos políticos y sociales. Aquellos marcos de significado, permitirán la identificación del proceso de subjetivación que las mujeres y las feministas re-crean en sus organizaciones y en las acciones conjuntas, en este sentido: La actividad clave de los movimientos sociales consiste en inscribir agravios en marcos globales que identifican una injusticia, atribuir la responsabilidad de la misma a otros y proponer soluciones (Tarrow, 1997: 32).

Según Charles Tilly (1991), existe una estructura de oportunidades que hace que las personas se sumen a los movimientos sociales como respuesta a las oportunidades políticas de un momento determinado, y a continuación siga creando nuevas oportunidades a través de la acción colectiva. Estas nuevas oportunidades políticas, se traducen para el movimiento de mujeres y el movimiento feminista como un espacio de participación política por medio de acciones colectivas de desafíos públicos, no públicos y no masivos donde se producen intercambio de actitudes, alianzas políticas e interpretaciones de la realidad que sientan las bases para la movilización del movimiento social (Ibarra, 2007).

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

Esta perspectiva de estudio nos brinda una manera de comprender a las mujeres no como un aspecto aislado de las sociedades sino como una parte integral de ellas. De acuerdo con la historiadora Joan Scott, comprendemos que la investigación sobre estos temas posibilitará una historia que proporcione nuevas miradas a viejos problemas, los redefinirá en términos nuevos; situación que hará visibles a las mujeres, además de abrir posibilidades para pensar las estrategias políticas feministas de la actualidad y el futuro.

Movimiento social de mujeres y movimiento feminista en Cali, 1980 - 1986 El movimiento de mujeres y el movimiento feminista en Cali entre 1980 y 1986, contaba con un gran número de organizaciones y grupos femeninos que se diferenciaban en un primer análisis por dos cuestiones: 1.

Las organizaciones, comités o grupos de mujeres/femeninos filiales a organizaciones mixtas (de hombres y mujeres, aunque mayoritariamente de hombres) como: partidos políticos, sindicatos, asociaciones caritativas, instituciones prestadoras de servicios de salud y/o voluntariados, y,

2.

Los colectivos y grupos de mujeres que no tenían relación directa con organizaciones mixtas.

Este movimiento de mujeres se compone de grupos, colectivos y asociaciones de mujeres, entre ellas la Unión de Ciudadanas de Colombia, la Unión de Mujeres Demócratas, Grupo Amplio por la Liberación de la Mujer de Cali, Revista Cuéntame Tu Vida, Revista La Manzana de la Discordia, Casa de la Madre Soltera, Asociación de Abuelitas, mujeres independientes, Comité de Ayuda Materno Infantil, la Federación Colombiana de Abogadas, (El País, 1983: B-1) la Asociación de Mujeres de la Administración Pública del Departamento y del Municipio, Centro de Atención a la Mujer y el Infante, Asociación de Mujeres Profesionales y de Negocios, Fundación Servicios Integrales para la Mujer (SI-MUJER) y Grupo Mujer y Salud (El País, 1984: B-8). Podríamos extender aún más la lista si empezáramos a contar la gran cantidad de organizaciones de mujeres de sectores populares y asociaciones comunitarias que desbordan la estadística oficial. Hacen parte de este análisis el Grupo Amplio por la Liberación de la Mujer de Cali (GALM), la Unión de Ciudadanas de Colombia – Cali (UCC), la Unión de Mujeres Demócratas (UMD), la Revista Cuéntame Tu Vida (RCTV) y la Revista La Manzana de la Discordia (RMD).

Acciones colectivas del movimiento social de mujeres y del movimiento feminista en Cali Las acciones colectivas que se emprenden a partir de 1981, se pueden evidenciar a partir del repertorio que las mujeres organizadas en Cali desarrollaron para hacer actividades conjuntas en la reivindicación de los derechos de las mujeres y por la sensibilización de la sociedad caleña, a través de la creación de la Coordinadora de Mujeres de Cali en el año de 1981; luego de la participación de varias mujeres organizadas en el Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, realizado en Bogotá en la misma fecha. Estos desafíos públicos realizados por el movimiento de mujeres en Cali, evidencian una problemática de fondo, de gran importancia para las mujeres feministas: la distinción entre lo público y lo privado, criticada por muchas feministas como ya lo discutimos anteriormente. Hablar de lo público y lo privado, significa preguntarse por las mujeres en estos dos escenarios, analizar las prácticas que transitan de un lugar privado a uno público, y evidenciar la forma en que las mujeres politizan los actos que ocurren en la escena privada. Es decir, entender el proyecto feminista de hacer de lo personal un acto político y a partir de allí estudiar el impacto sobre la vida y los cuerpos de las mujeres, y extender el estudio a la sociedad en general. Las actividades realizadas por la Coordinadora de Mujeres, provenían de encuentros motivados por la conmemoración de dos fechas significativas para las mujeres organizadas en Cali: el 8 de marzo y el 25 de noviembre. Flor Alba Trujillo da cuenta de un panorama general de las mujeres que componen la

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Coordinadora y las primeras actividades realizadas: Convergían mujeres de diferentes orillas ideológicas. Entonces están las mujeres demócratas que estaban con el Partido Comunista, las ciudadanas que tenían formación en los partidos tradicionales, había mujeres que venían de izquierda. (Flor Alba Trujillo)

Para febrero de 1983 el diario El País, escribe una nota periodística que menciona las organizaciones que confluían en la Coordinación de Mujeres, especialmente por la conmemoración mencionada, Por primera vez en la región se han unido todas las agremiaciones femeninas con el fin de programar una serie de actividades culturales para demostrar la activa participación de la mujer en todos los campos de la vida nacional. Organizaciones: UCC, UMD, GALM, RCTV, Casa de la Madre soltera, Asociación de Abuelitas, Asociación de Mujeres Profesionales, mujeres independientes, Comité de Ayuda Materno infantil y la Federación Colombiana de Abogadas (El País, 1983: 6).

Gran parte de las mujeres que pertenecían a organizaciones, comités o voluntariados femeninos a finales de los setenta y comienzos de los ochenta, convergen en una Coordinadora con un objetivo claro, Coordinar actividades que tenían que ver con fechas fundamentales que empezaban a celebrar las mujeres: 8 de marzo y 25 de noviembre. Alrededor de esas fechas hacíamos semanas, y salíamos en la radio y salíamos en la televisión, comunicados de prensa, hacíamos marchas, ya te comentaba algo que hicimos, una marcha de las antorchas que también fue muy concurrida. (Flor Alba Trujillo)

Para Sandra Erika Gómez del Grupo Amplio por la Liberación de la Mujer, las acciones colectivas de las mujeres se dan a partir de 1982: Las acciones conjuntas con otras organizaciones empezaron para mí después del 82. Eran, en torno a celebrar los días de la mujer. Estuvo la época de trabajar con las mujeres de los sindicatos, teníamos compañeras como Magnolia Aristizabal, que eran de docencia, como del SUTEV creo que eran, y eran mujeres absolutamente maravillosas y empezamos un intercambio, porque ellas estaban agotadas del sindicato y acercarse como que fue revitalizador en ambos sentidos. (Sandra Erika Gómez)

Mujeres provenientes de colectividades partidistas de izquierda, como Aura María Jaramillo expresan el trabajo colectivo de la Coordinadora y cuál era la apuesta política de su organización: La primera actividad fue la conmemoración del día de la mujer: muy bueno, gran asistencia, ellas hicieron ponencias, nosotras dimos las nuestras. Claro que ya metidas tímidamente, pero diciendo muchas cosas. Mujer y trabajo, mujer y la educación, además porque nosotros decíamos que nosotros éramos las civilizadoras de la sociedad, las mujeres. Porque además no perdemos esa razón de ser, esa era una de las cosas bien importantes. (Aura María Jaramillo)

María Teresa Arizabaleta, nos habla de las alianzas coyunturales en la lucha contra el patriarcado, como el único punto de identificación. Para ella, la Coordinadora de Mujeres se articulaba sólo por cuestiones coyunturales surgidas de la conmemoración de fechas o por la realización de eventos: Hicimos muchas alianzas coyunturales y comenzamos, una cosa que tampoco la he visto escrita, comenzamos a incidir en los gobiernos locales y departamentales para que miraran cómo se iba a trabajar con las mujeres de sectores populares, con las mujeres de muchos sectores. Nosotras sí trabajamos con los otros grupos. Es una incidencia coyuntural, en lo único que hay un trabajo como equipo es en la lucha contra el patriarcado, es en la única cosa que nos identificamos y lo que hace que nos unamos. (María Teresa Arizabaleta) En nota de prensa del 8 de marzo de 1983, hay una particular publicación que muestra cómo algunas articulaciones no fueron simplemente coyunturales, como en el caso de la Coordinadora reclamando la legalización del aborto por medio de Flor Alba Trujillo del GALM, María Teresa Arizabaleta de la UCC y Maria Eugenia Misas de la UMD:

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El movimiento feminista del Valle reiteró sus reclamos sobre la legalización del aborto en el país, a la vez que denunció un asentamiento de la desigualdad laboral en ciertos campos de la producción local pese a los avances que sobre la materia se han logrado en los últimos años. Según Floralba Trujillo, presidenta del GALM actualmente se están practicando 300 mil abortos clandestinos por año. El aborto es un problema social y de salud al cual se le están cerrando los ojos, declaró la líder feminista, tras recalcar que el aborto se practica en todas las clases sociales, sólo con la diferencia de que en algunos sectores existen mayores garantías para que éste no afecte físicamente a la mujer. Esto fue dicho en el marco del programa de Caracol Valle Cinco Reporteros y el Personaje de la Semana, en el cual participaron también María Teresa Arizabaleta de la UCC y Ma Eugenia Misas, de la UMD (El País, 1983: A-8).

Lo anterior puede entenderse como una posibilidad de que lo importante era reconocerse en el feminismo, pero también el hecho de que las acciones empezaban a tener un impacto en Cali, tal y como lo expresa Ana Isabel Arenas: Nosotras hicimos unas manifestaciones en Cali súper amplias. Con los estandartes y nombres de cada grupo y nos juntábamos para eso. Como te digo, llegábamos, cada una tenía su mesa. Unas hacíamos obras de teatro, otras hacían sketch. Esa época, al principio cuando empezamos a trabajar fue muy linda, de afirmación de todas, entonces ahí era más importante asumirnos como feministas que estar en partidos, después fue que se dio la lejanía de los partidos porque fue muy difícil hacer el cruce de las dos. (Ana Isabel Arenas)

Por otro lado, debido al origen diferenciado de las agrupaciones de mujeres y organizaciones femeninas, muchas de ellas, sobre todo las que se nombraban feministas y las que aún no lo hacían, mantendrían algunas distancias. Estas distancias podríamos entenderlas retomando la diferencia entre feministas que pertenecían a partidos políticos y las feministas independientes. Algunas de las entrevistadas expresan que las diferencias obedecían al plano de la distinción ideológica y que los debates a nivel ideológico eran ignorados para evitar discusiones complicadas: Los debates siempre eran refiriéndonos a las coyunturas del gobierno, a los contextos. Siempre estábamos en esas. El problema es que hay debates que siempre quedan pendientes y que nunca se hicieron y nunca se van a hacer y son los debates ideológicos. Cada una tiene su forma de hacer las cosas. (María Teresa Arizabaleta)

La adopción del feminismo como proyecto político, también vivió su propio proceso al interior de la Coordinadora. Martha Quintero, del GALM relata los inconvenientes tenidos con las mujeres de la UCC: Había mucha discusión con ellas [las mujeres de la UCC]. Porque en esa época se hizo una coordinación para la marcha del silencio, la marcha de antorchas, varias marchas se hicieron y nosotras siempre llegábamos a unos acuerdos y después esos acuerdos se desbarataban o los cambiaban. La UCC cambiaba mucho. Otra [problemática], era que nosotras éramos muy feministas y ellas decían que peleaban por las mujeres y nosotras insistíamos en que éramos feministas entonces había mucha pelea por eso, entre las feministas y las no feministas. (Martha Quintero)

La discusión sobre las mujeres que no se declaraban feministas y su filiación con los partidos, también estaba atravesada por una prevención que tenían las organizaciones de mujeres feministas de ser cooptadas por los partidos convencionales o de izquierda: Nosotras convocábamos… iban mujeres de la UCC, había mujeres de la UMD, había mujeres del SUTEV e inclusive grupos políticos y una de las cosas que nosotras tratábamos que no nos sucediera era que nos cooptaran los grupos políticos. (Gabriela Castellanos)

Varias actividades de la Coordinadora de Mujeres de Cali se realizaron en el plano del activismo y los desafíos públicos, en términos del ejercicio político y de reconocer que las mujeres participaron políticamente en la ciudad de Cali de una forma distinta, es decir, por fuera de actividades electorales o partidistas; se torna fundamental comprender que lo personal es político, tal y como lo expresan las mujeres entrevistadas. Gabriela Castellanos afirma que tal discusión era una preocupación principal del feminismo y que el binomio público/privado se vivencia de distintas formas según el género:

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Era evidente que la función del feminismo era llevar nuestras discusiones a la esfera de lo público y por supuesto teníamos la idea de esa época, la consigna era “lo personal es político” ¿que quería decir eso? Eso quiere decir que en las relaciones personales juega un elemento de poder, en lo privado, en la casa, en la relación amorosa, donde supuestamente hay un reducto donde no penetra lo público allí está presente el poder. De alguna manera las relaciones personales están atravesadas por el patriarcado y por las ideas culturales de que el varón debe ser el dominante y eso está presente en las relaciones sexuales, en la servida de la comida,(…) que las obligaciones son fundamentalmente de la mujer. Pero también estaba la necesidad de debatir sobre lo público, sobre el gobierno, sobre la situación política del país. Hace claridad sobre cómo las situaciones políticas no afectan de la misma manera a hombres que a mujeres, la situación económica, o sea las verdades, las realidades macro a nivel de lo político en cuanto a lo más amplio, lo económico, el gobierno, el estado, no afecta de la misma manera a hombres que a mujeres. Si hay una recesión las mujeres son las primeras desempleadas, el desempleo de las mujeres siempre es más agudo que los hombres. (Gabriela Castellanos)

Como hemos visto, con el feminismo se inicia la discusión sobre lo público y lo privado, y a partir de allí se hace énfasis en las interpretaciones que se pueden hacer sobre el accionar político de las mujeres. Por lo general, la historia tradicional muestra sus acciones en los entretelones, en los repliegues demasiado íntimos para ser conocidos públicamente. Es así que las feministas construyen formas de poder entre mujeres que articulan las vivencias privadas con las manifestaciones de la vida en sociedad en lo público. Por eso se hace importante retornar a preguntarnos por el lugar o el papel que juega el feminismo al interior de las organizaciones estudiadas. El feminismo ha influenciado a las organizaciones de mujeres en Cali al punto de convertirse, según algunas de sus expresiones, en un asunto definitivo para el proceso emancipatorio. Para todas las mujeres entrevistadas el feminismo ha impactado su vida de alguna manera. Estas mujeres dan muestra de una variedad de discursos que provienen tanto de las experiencias personales, como de las discusiones académicas a las cuales se han podido acercar preguntándose por el feminismo. El feminismo para las entrevistadas se define desde cuatro asuntos claves: la reflexión por la vida personal y la reflexión crítica sobre los estereotipos de género para las mujeres; la posibilidad de evidenciar las manifestaciones específicas y no específicas del patriarcado en la sociedad; como práctica política liberadora, y por último, como la posibilidad de exigir derechos para todas las mujeres en general. Carmen Lucía Giraldo habla del feminismo como reflexión personal: Yo pienso que el feminismo es fundamentalmente una postura, yo diría personal y social. Personal es decir en mi caso yo he sido feminista y alguna vez un compañero me preguntaba porque era tan feminista y yo me puse a pensar qué me llevó a ser feminista y pensaba en mi origen: una familia paisa, tradicional, muy religiosa, de una madre machista con una predilección hacia el hombre, con unos padres con una postura patriarcal y machista. Yo creo que para mí en primera instancia fue un acto de rebeldía frente a una estructura patriarcal en la que me educaron. Fue un acto de rebeldía frente a todo ese autoritarismo y una estructura machista y patriarcal. (Carmen Lucia Giraldo)

Cabe resaltar, que Carmen Lucía Giraldo no sólo habla de la influencia del feminismo en la subjetividad reflexiva individual, sino que además problematiza sobre el patriarcado y el feminismo, definiendo este último como un proyecto político: [El feminismo] lo veo como un movimiento ideológico y político que pone en cuestión, principalmente, al patriarcado. Cuestiona todas las relaciones asimétricas, las relaciones de poder, las relaciones asimétricas que se dan en la sociedad entre hombres y mujeres, y sobre todo cuestiona la subordinación entre hombre y mujer; por otro lado, fundamental en el feminismo, que lo personal es político, entonces era llevar al debate, a la esfera pública todo lo que era considerado como privado, lo que estaba en el patio de atrás, de lo que no se hablaba, la violencia intrafamiliar, la vida sexual, las relaciones de pareja, la maternidad, la reproducción, el control de la natalidad, todo lo privado de lo cual no se hablaba y ponerlo sobre la palestra y al público. (Carmen Lucía Giraldo)

Gabriela Castellanos, en concordancia con el discurso anterior, afirma que:

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

El feminismo es simplemente la conciencia de que hay una subordinación social y cultural entre hombres y mujeres y la lucha por eliminar esa subordinación, eso para mi es el feminismo y eso creo que lo tenemos claro desde entonces. En esa época no se hablaba de la diferencia entre el feminismo de la igualdad y el feminismo de la diferencia, de aquella época de principio, no hacíamos esas distinciones. Fundamentalmente como te digo, para nosotras era llevar un mensaje que no sabia nadie, que no le llegaba a las mujeres, que las mujeres estaban bombardeadas por una cultura patriarcal donde el ser mujer y lo que era el rol, los roles que debía desempeñar la mujer, las actitudes que debían tener las mujeres estaban determinadas por unas ideas que de alguna forma eran contrarias a la igualdad de la mujer, a la dignidad de la mujer. Queríamos contrarrestar esas ideas patriarcales. Ayudar a que la gente abriera los ojos se diera cuenta. Eso era fundamentalmente. (Gabriela Castellanos)

Cuando se entiende el feminismo como práctica liberadora resultan otros elementos importantes para su definición: Para mí el feminismo ha representado una práctica política liberadora. Liberadora hacia lo público y liberadora hacía lo personal (…) Para mí el feminismo me da esa certeza de plantear que hay inmensas inequidades que tienen que ver con que soy mujer, o con que no es un problema de mujeres y hombres, que es un problema de una ideología, de una transmisión social y cultural milenaria pero que tiene que romperse inicialmente a partir de las mujeres, yo de eso sí no me muevo. (Ana Isabel Arenas)

Estas elaboraciones en torno al feminismo, permiten identificar el grado de importancia que tiene al interior de las organizaciones y el carácter político con el cual se proyectaba el movimiento feminista en la ciudad. Es importante reconocer en este punto, que con las organizaciones que hacen parte de este estudio se inicia el feminismo de la segunda ola en Cali. Las mujeres entrevistadas son el testimonio vivo de una historia que llega para desalojar la tradicional forma de narrar la participación política no convencional de las mujeres en la sociedad. Ellas saben lo que significó para el movimiento de mujeres poder asumir el proyecto feminista: Cuando nosotras empezamos el feminismo era una novedad la verraca. Porque empezamos a tomar conciencia del papel de la mujer y de todo lo que había acarreado y la historia de las mujeres (…) el feminismo era lo principal, no hablábamos de otra cosa. (Blanca Díaz Monís)

El feminismo logró evidenciar que la condición de la mujer no es un hecho natural o una costumbre imposible de transformar: Nosotras éramos feministas, nosotras sacábamos el eslogan “lo personal es político”. Lo viví como la conciencia de la necesidad de lo colectivo. No hacíamos nada, cada una en su casa, dándonos cuenta que la situación era insostenible. No haríamos nada algunas porque “ay a mí no me pasa nada, yo no me siento mal por ser mujer”, no hacíamos nada con eso. Cuando en realidad, cuando uno analiza todo el panorama no es justo, mucho menos equilibrado (…) Era la importancia por hacer esfuerzos por unirnos para visibilizar que las cosas a las cuales estamos acostumbradas no son costumbre finalmente. (Sandra Erika Gómez) Para mí fue como un descubrimiento de la vida, acabar de correr los velos que me había corrido el Partido. Como un resurgimiento, una cosa nueva, volverme poderosa, porque yo tenía otra bandera para reivindicar no solamente la lucha del trabajo, sino de las luchas de ser mujeres, de la lucha histórica que hemos librado. (Aura María Jaramillo)

Básicamente el feminismo define una posición de las mujeres que evidencia la raíz de la subordinación: Nuestra participación como mujeres se da en un marco en el que nos declaramos feministas. Es decir, para nosotras pertenecer a una organización de mujeres no es suficiente, hay que crear una identidad y tienen que ver puntos de encuentro sobre aspectos fundamentales: es una sociedad patriarcal, jerarquizada en donde la mujer siempre ha estado relegada, y ha sido menospreciada así ahora digan que tenemos iguales oportunidades. (Flor Alba Trujillo)

Para estas mujeres entrevistadas, el feminismo fue un proceso que les significó una situación de transformación desde el principio de su proceso organizativo; para otras, fue un duro proceso de aceptación de elementos que no contaban en sus discursos políticos de liberación de la sociedad. Al final, todas ellas

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

encontraron las propuestas feministas que les proporcionaron una vida personal nueva y unos proyectos políticos que fueron transformándose en otro tipo de actividades, en la mayoría de los casos, en trabajo con mujeres de muchos sectores sociales. Con los anteriores relatos se da cuenta de que las mujeres activistas, feministas y no feministas, empiezan sus luchas políticas perteneciendo a otras colectividades que no fueron precisamente compuestas por solo mujeres y sin afinidades claras con el feminismo. En Cali, con la Coordinadora de Mujeres que surge después del Primer Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1981, se refuerzan los lazos, pero también se evitan algunos debates pensando en que los acuerdos fundamentales se plantean a la luz, principalmente, de problematizar sobre el patriarcado. Las acciones colectivas de las mujeres en Cali demuestran esta preocupación: conmemoraciones conjuntas por el 8 de marzo y el 25 de noviembre hacen realidad proyectos políticos colectivos y agendas entrelazadas.

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LA COORDINADORA DE MUJERES Y LAS ACCIONES COLECTIVAS: EL CASO DEL MOVIMIENTO DE MUJERES Y DEL MOVIMIENTO FEMINISTA EN CALI 1980 – 1986 THE COORDINATOR OF WOMEN AND COLLECTIVE ACTION: THE CASE OF THE WOMEN'S MOVEMENT AND THE FEMINIST MOVEMENT IN CALI 1980 – 1986

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26 Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

INSTITUCIONALIDAD Y AUTONOMÍA. DEBATES DEL FEMINISMO LATINOAMERICANO EN EL MARCO DEL VII EFLAC INSTITUTIONALITY AND AUTONOMY. LATIN AMERICAN FEMINIST DEBATES WITHIN THE VII EFLAC Politóloga, Doctoranda en Ciencia Política, CEA, UNC; Becaria CONICET-CIFFyH, UNC; Profesora Asistente, CEA, UNC E-mail: [email protected]

Resumen

Abstract

En el presente artículo analizamos uno de los dilemas que parecen haber atravesado a las prácticas feministas de toda la región, y que se condensó en la década del noventa aunque tuvo sus antecedentes en las décadas previas y repercusiones hasta el día de hoy: se trata de la controversia suscitada entre las autodenominadas “autónomas” y las reconocidas como “institucionalizadas”. En un primer momento intentamos rastrear el contexto de emergencia de las principales intervenciones de este debate que fueron difundidas en el marco del VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Luego, procuramos ubicar esos textos en sus contextos intelectuales e ideológicos para comprender los sentidos que se fueron asignando a nociones como “autonomía”, “poder”, “política”, y “representación”, entre otras. A partir de ese recorrido, se identifican los principales malestares que amplios sectores del feminismo latinoamericano fueron reconociendo tras la ONGización del movimiento en la región. Por último, inspiradas en la obra de Judith Butler y Ernesto Laclau, entre otras/os autoras/es, el artículo se cierra con algunas reflexiones sobre las diversas y contradictorias maneras en las que ha operado el deseo de Estado así como la “utopía de la autonomía” en el movimiento feminista latinoamericano, con el interés de identificar sus posibilidades y limitaciones en la constitución del horizonte político de los feminismos en la región.

In this article, we analyze one of the dilemmas that seem to have crossed to the feminist practices of the region, and that it is condensed in the decade of the nineties but had its antecedents in the previous decades and repercussions until today: it is the controversy surrounding between the so-called "autonomous" and the recognized as "institutionalized". At first we tried to track the context of emergence of the main interventions of this debate were disseminated in the framework of the VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe. Then, we try to locate these texts in their intellectual and ideological contexts for understanding the senses that is were assigned to notions such as "autonomy", "power", "political" and "representation", among others. From this tour, identifies the major discomforts broad sectors of Latin American feminism were recognized after the Ongizacion of the movement in the region. Finally, inspired by the work of Judith Butler and Ernesto Laclau, among others authors/is, the article closes with some reflections on the diverse and contradictory ways in which has operated the desire for status as well as the "utopia of autonomy" in the Latin American Feminist Movement, in the interest of identifying its possibilities and limitations in the Constitution of the political horizon of feminisms in the region.

Palabras clave: Autonomía, movimiento feminista, ONGs, feminismo institucional, deseo del estado. Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

Key words: Autonomy, feminist movement, NGOs, state´s desire, institutional feminism.

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1. Nuestro contexto de debate1 Gran parte de los diálogos, discusiones y tensiones entre las activistas de la región emergieron y se visibilizaron en los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe (en adelante, EFLAC). Para comprender las diferencias y los debates específicos surgidos del VII EFLAC –suceso al que nos enfocamos en este apartado- es necesario tomar algunas notas sobre la emergencia y continuidad de ciertas controversias que se fueron sucediendo en los mismos. En principio, para poder constatar que con la recuperación de las instituciones democráticas en la región se fue resquebrajando la postura beligerante frente a todas las instituciones políticas, consideradas “patriarcales” por ser las reproductoras de un sistema de dominación masculina –léanse partidos políticos y aparatos estatales sobre todo-, por la iniciativa de cada vez más activistas de incidir o incluso participar directamente en ellas. En segundo lugar, para comprender cómo esos desplazamientos tuvieron sus repercusiones en las formas de concebir al “poder”, a “la política”, al “Estado”, así como en lo que se venía considerando como la esencia de la política feminista. Estos nuevos sentidos, como veremos a lo largo de este apartado, no fueron unívocamente aceptados por todas las activistas sino que fueron objeto de grandes debates entre quienes optaron por priorizar la articulación de los reclamos hacia el Estado, y quienes sostuvieron la necesidad de rechazar la vía institucionalestatal como una dimensión de la lucha feminista en pos de sostener la autonomía del movimiento. A continuación, nos detendremos en las principales instancias textuales en las que esos debates se tradujeron – en el marco de los siete primeros EFLAC- con el propósito de analizar, en el siguiente apartado, las implicancias de la institución hegemónica del activismo institucionalizado en la política feminista. Disputas en los Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe

a.

Revisando las declaraciones y los documentos de los seis primeros EFLAC podemos constatar que durante los primeros cuatro, prevaleció la perspectiva dominante en los feminismos de los setenta. Esto es, la comprensión de que la política era una práctica constitutivamente excluyente, jerárquica, ligada al poder –concebido en términos de suma cero- y por ello, también a la dominación masculina. Así, a pesar de ciertas connotaciones positivas que se venían reconociendo tras la institucionalización democrática, en uno de los talleres del IV EFALC realizado en 1987 en México, que se tituló: “La política feminista en América Latina hoy”, podemos leer que: (…) a las feministas no nos interesa el poder, las feministas hacemos política de otra manera, todas las mujeres somos iguales, existe una unidad natural por el sólo hecho de ser mujeres, el feminismo sólo existe como una política de mujeres hacia las mujeres, el pequeño grupo es el movimiento, los espacios de mujeres garantizan por sí solos un proceso positivo, porque yo soy mujer lo que siento vale. (Citado por Vargas, Olea Mauleón, 1998:155).

Esta concepción estuvo claramente influenciada por los grupos de concienciación y prácticas similares extendidas por toda la región en la década del setenta². En este período, la traducción organizativa de estos grupos en términos de horizontalidad y autonomía –nadie representa a nadie, y la opresión de género es tanto o igual de prioritaria que la de clase- fue fuente de fuertes tensiones entre las activistas que se abocaron 1-

El presente artículo es parte de una investigación doctoral que, desde un enfoque discursivo post-fundacionalista (Marchart, 2007), está centrada en el proceso de constitución identitaria de los activismos feministas en la Argentina durante el Siglo XX. En este marco, el análisis que presentamos a continuación, antes que posicionarse sobre los dilemas que enfrentaron a las feministas durante el VII EFLAC, procura reconocer su incidencia en la constitución identitaria de los activismos en la región. 2-

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Organizadas en grupos de 6 a 8 participantes, bajo una coordinación rotativa para que no hubiera ninguna jerarquía, en estos grupos se abordaban temáticas que supuestamente atravesaban a todas las mujeres. Como señaló una feminista argentina de ese período, trataban temas como “dependencia económica, inseguridad, maternidad, celos, narcisismo, simulación y sexualidad en todos sus aspectos” (Bemberg, citada por Chejter, 1996:11). Imitados de los consciousness-raising de las estadounidenses, en la práctica de estos grupos prevalecía la idea de que era necesario invertir el hecho de que “las mujeres habían estado pensadas, habladas, representadas desde los varones; se buscaba un posicionamiento como mujeres desde un lugar de mujer” (Campagnoli, 2005:156). En este sentido, a diferencia de las prácticas de concientización provenientes de las izquierdas latinoamericanas -consideradas como “un movimiento de afuera hacia adentro, de dictar lo que la otra debía encontrar en su propio interior”, una práctica “autoritaria”- se trataba de una práctica “mayéutica”, un “proceso de sacar de sí, de dar nacimiento a la propia identidad” (Calvera, 1990:37). En otros países de América Latina también se los conoce como grupos de “autoconciencia”. Véase González (2001).

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exclusivamente al trabajo en las agrupaciones feministas y quienes también optaron por la militancia partidaria. En un contexto de fuerte identificación partidaria de las activistas, sobre todo con las agrupaciones de la “nueva izquierda”, en los setenta emergió “la doble militancia” como un problema y la pureza del activismo feminista como una identidad definida. La identificación de las “feministas puras” (de activismo exclusivo en el feminismo) en oposición a “las políticas” (quienes también participaban en partidos políticos) devino de una concepción de la política partidaria como una instancia contaminante, contaminación que provendría de los principios que, desde la perspectiva de “las puras”, la constituirían como un dominio jerárquico, autoritario, superficial, y en 3 definitiva, reproductor del dominio masculino sobre las mujeres . La emergencia de estas diferencias y otras nuevas que devendrían entre las cada vez más numerosas filas del ideario feminista fue particularmente visibilizada en los EFLAC. Así, si durante los primeros tres, la convocatoria de activistas regionales fue relativamente escasa generando una imagen de unidad y armonía entre las feministas, desde el IV Encuentro de México en 1987 y el V en San Bernardo, Argentina, la masiva 4 concurrencia visibilizó la heterogeneidad que de allí en adelante sería propia de los feminismos regionales . En estos Encuentros, a las diferencias entre “las políticas” y “las feministas puras” de décadas anteriores, se sumaron muchas otras. Como estableció una de las reseñas del V EFLAC: (…) la diversidad de mujeres en San Bernardo confirmó algo que se percibía ya desde México. No es aumento numérico solamente, es además diversificación en ese aumento, es pluralismo: amas de casa, intelectuales, indígenas, domésticas, negras, blancas, sindicalistas, políticas, investigadoras, urbanas, rurales, de todas las edades emergen hurgando y diciendo en su condición de mujeres, desde su situación específica, desafiando las categorías tradicionales de análisis social, afirmando que las “recetas” no sirven. (Tornaria, Santa Cruz, 1991:3).

La contracara de esta bienvenida pluralidad pasó a ser la de su materialización en la toma de decisiones que, a pesar de no contar con estructuras formales, ya venía siendo articulada por liderazgos y estrategias 5 reconocidas . Dicha preocupación quedó explícitamente formulada en el cierre del V EFLAC. Retomando las discusiones surgidas en el Taller: “El feminismo en los 90. Desafíos y propuestas”, en el acto de cierre de este Encuentro se decidió leer el texto producido de forma colectiva por Virginia (Gina) Vargas, Estela Suárez, Lilian Celiberti, Ximena Bedregal, Cristina Martin y Neuma Aguiar. El documento planteaba sin ambages las dificultades que, luego del Encuentro en México, se venían visibilizando tras el crecimiento del movimiento feminista en la región. Planteaba que a pesar de que la diversidad era bienvenida y enriquecía al movimiento, su traducción en la toma de decisiones era “conflictiva” y “compleja”. Por ello, a la hora de reflexionar sobre la “construcción del movimiento”, plantearon la necesidad de su democratización. Específicamente, proclamaron la promoción de: (…) formas de trabajo que expresen la diversidad, acepten las diferencias y habilidades individuales, superando el mito de que todos somos iguales y que lleva finalmente a una suerte de ineficacia colectivista que paraliza al movimiento (AAVV, 1991:5).

Asimismo, emulando las reflexiones de Jo Freeman en su reconocido artículo de “La tiranía de la falta de estructuras”, el texto reclamó por el desarrollo de ciertas estructuras “flexibles” que visibilizaran y legitimaran la presencia de liderazgos que, a pesar de las reticencias históricas del feminismo por las prácticas representativas, consideraban necesarios. En este sentido, señalaron que: Nuestros miedos históricos de quedar excluidas, de que decidan por nosotras, de que no nos sintamos expresadas, siguen rondando al movimiento. Estos fantasmas sólo podrán diluirse o controlarse si establecemos claramente mecanismos democráticos de comunicación, de elección y de recambio. (…) Tenemos diferentes tipos de liderazgos: unos brillantes y expresivos, otros más opacos; unos en lo público, otros en espacios acotados del movimiento; unos formales y otros informales. Los informales son los más peligrosos, porque no se explicitan abiertamente y no dan cuenta a nadie de sus actos. El movimiento debe 3-

Este dilema se repite en la mayoría de los países de la región. Véase Kirkwood (1985), Barrig (1986), González (2001), Vargas (2008).

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Mientras que en el I EFLC, realizado en Bogotá, participaron un centenar de mujeres provenientes de 12 países de la región, en el EFLC realizado en San Bernardo participaron alrededor de 2500 mujeres de 38 países de América Latina y El Caribe (Valle, 1991:1). 5-

Su reconocimiento se puso en evidencia a partir de las referentes y sus argumentos que se hicieron presentes en cada uno de los EFLAC que analizamos.

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tener la capacidad de construir, elegir y sustituir formalmente a sus propios líderes, para evitar que, desde fuera, sean elegidas como interlocutoras aquellas que no apuestan a la construcción del movimiento (AAVV, 1991:5).

Posteriormente, el documento aludió a los dilemas que enfrentaban a las feministas en torno a su 6 participación en “centros feministas” (aludiendo a lo que luego se entendería como “ONGización” del movimiento) y al financiamiento de sus actividades y proyectos. A este respecto, es interesante el hecho de que señalaran cómo la paulatina profesionalización de sus prácticas acrecentó la “distancia entre la propuesta hacia afuera y los procesos de crecimiento interno y colectivos”, generando el “mito de la promotora feminista al servicio del movimiento de mujeres” (AAVV, 1991:6). También apuntaron los procesos de concentración de poder y competencia que fue generando la desigual distribución de financiamiento y sus repercusiones en un movimiento cada vez más fragmentado. Casi al final del documento, se detuvieron en las grandes diferencias que persistían aún entre las feministas sobre “la forma de asumir la interlocución con partidos políticos y especialmente con el Estado” (AAVV, 1991:6). Señalando que estos ámbitos seguían siendo terrenos “de legitimidad patriarcal por excelencia”, reconocieron que “el Estado no es siempre homogéneo ni monolítico y que presenta espacios más permeables que otros a la presión de demandas de las mujeres” (refiriéndose específicamente a los gobiernos locales y al poder legislativo) (AAVV, 1991:6). Por último, cerraron el documento con “algunos criterios para el debate y la acción” en donde señalaron los riesgos de la “cooptación” por “los políticos de turno”, y el de la “autonomía defensiva” que limitaba “la audacia y creatividad de nuestra política” (AAVV, 1991:6). Paradójicamente, y como si fuese una premonición, cada uno de estos puntos estuvieron vigentes en la impugnación de la participación de Virginia Vargas, una de las redactoras de este documento, como coordinadora de las ONGs de América Latina y el Caribe en la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer celebrada en Beijing cuatro años más tarde, en 1995. La embestida, que se fue caldeando a lo largo de esos años, fue protagonizada por feministas de toda la región que se autodenominaron “autónomas”, y se hizo explícita en el marco de un EFLAC que pasó a ser un hito en la historia de los feminismos latinoamericanos: el VII Encuentro, realizado en 1997 en Cartagena, Chile. b.

El Encuentro del Desencuentro

El Encuentro de Cartagena se caracterizó por una metodología particular que visibilizó los objetivos fundamentales de sus organizadoras: la visibilización de las diferencias entre dos sectores de activismo: el de las autodenominadas “autónomas”, y el de las “institucionalizadas”. Esta diferenciación se había ido conformando con anterioridad, teniendo como uno de sus antecedentes más directos la constitución de “Las cómplices” en 1993, un grupo de feministas chilenas y 7 mexicanas que se presentaron en el VI EFLC, en El Salvador . Allí leyeron un “manifiesto” en el que señalaron su (…) rechazo al rumbo tomado por el feminismo “institucional”, es decir, la línea mayoritaria que ya no marcaba sus diferencias con el movimiento de mujeres, que no postulaba ninguna crítica a la política económica mundial posterior a la caída del Muro de Berlín en 1989, y que no cuestionaba la procedencia de los fondos que utilizaba en la red de Organizaciones No Gubernamentales en que se había convertido (Gargallo, 2006:207).

La distinción entre “autónomas” e “institucionalizadas” también se sostuvo en el III Encuentro Nacional Feminista de Chile, organizado en mayo de 1995, como el principal evento antecedente del VII EFLC. En este Encuentro, según un sector de sus participantes, ya se habrían divisado las diferencias entre estos dos 6-

Este neologismo también suele escribirse como “oenegización” u “onigización”. En este artículo decidimos tomar la versión que intercala mayúsculas y minúsculas, “ONGización” por entender que la visibilización de las siglas -de las Organizaciones No Gubernamentales- facilita la comprensión del término. 7-

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Conformado por Margarita Pisano, Ximena Bedregal, Amalia Fisher, Edda Gabiola, Sandra Lidid, Rosa Rojas y Francesca Gargallo. Sus propuestas y lineamientos generales se publicaron en Feminismos cómplices. Gestos para una cultura tendenciosamente diferente (citado por Gargallo, 1993). La agrupación no tuvo mucha trayectoria y se disgregaron antes del VII EFLC (Gargallo, 2006:219).

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sectores. Una reseña del evento señaló que se constató el (…) rechazo al rumbo tomado por el feminismo “institucional”, es decir, la línea mayoritaria que ya no marcaba sus diferencias con el movimiento de mujeres, que no postulaba ninguna crítica a la política económica mundial posterior a la caída del Muro de Berlín en 1989, y que no cuestionaba la procedencia de los fondos que utilizaba en la red de Organizaciones No Gubernamentales en que se había convertido (Gargallo, 2006:207).

La distinción entre “autónomas” e “institucionalizadas” también se sostuvo en el III Encuentro Nacional Feminista de Chile, organizado en mayo de 1995, como el principal evento antecedente del VII EFLC. En este Encuentro, según un sector de sus participantes, ya se habrían divisado las diferencias entre estos dos sectores. Una reseña del evento señaló que se constató el (…) establecimiento de dos corrientes o tendencias, con dos estrategias distintas –o dos lógicas- al interior del movimiento feminista en nuestro país. Existiría una dinámica “movimientista” vs. una dinámica “institucional”. Las “unas” dicen privilegiar la construcción del movimiento y rechazar toda participación en las instituciones de gobierno. Cuestionan también a las ONGs y a las Redes y niegan toda validez –en tanto política feminista- a la participación en los procesos vinculados a las Cumbres Mundiales convocadas por Naciones Unidas en el último período (…) Las “otras”, en cambio, serían -según las “unas”- todas aquellas que una vez iniciada la transición democrática se ligan al trabajo emprendido desde el Gobierno, ya sea en forma directa, desde algún organismo estatal, o desde las ONGs. Participan también activamente en los procesos que acompañan el desarrollo de las Cumbres citadas. Se interesan en incidir en las políticas públicas. Y en la creación de leyes (…). Las unas serían “autónomas”. Las otras, desde el punto de vista de las “unas”, serían “institucionales”. (Águila, 1995:15).

En este contexto no es de extrañar que antes de la realización del Encuentro en Cartagena una de las principales referentes del feminismo institucionalizado, Virginia Vargas, haya decidido difundir un texto con fines conciliadores: la “Carta hacia el VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe-Chile, 1996”. Como un claro intento por circunscribir las diferencias entre las feministas en un proyecto común, Vargas comenzó su carta con un comentario -asignado a una de sus compañeras de activismo, la feminista Lucy Garrido- que estableció que “la música es una buena metáfora para ubicar creativamente el rol de las diferencias”, pudiéndose “articular (…) como integrantes de un ensamble orquestal” (Vargas, 1998:13). Vargas comenzó su interpelación procurando describir un “período particular” para el feminismo latinoamericano, donde “nuevos escenarios y contextos” parecían desafiarlo (Vargas, 1998:13). Así, procuró dar paso a su llamado para que el movimiento acompañara esas transformaciones sin oscilar entre posturas polarizadas, y reconociendo los “matices” que pudiesen sostener consensos que no invisibilizaran las “divergencias”, pero tampoco las “coincidencias” (Vargas, 1998:14). Luego, presentó lo que consideró como los cambios más importantes en las condiciones de actuación de las feministas en los noventa: “la modificación de una postura antiestatista hacia una postura crítica-negociadora en relación al Estado y a los espacios formales internacionales” (Vargas, 1998:15). Asimismo, (…) el cambio de una autonomía defensiva; una lógica y dinámica de confrontación necesaria a todas luces en las primeras etapas, tanto por necesidad de afirmación como por la existencia de las dictaduras en el continente, hacia una lógica más bien de negociación, pero desde una autonomía fuerte propositiva, y por eso dialogante (Vargas, 1998:15).

También propuso reflexionar sobre lo sucedido en Beijing a partir de dos temáticas: lo que, siguiendo la terminología de Julieta Kirkwood (1985), consideró como “nudos actuales”, y la “agenda feminista”. Sobre los primeros, se refirió a los “nudos más tenaces” aludiendo así a los dilemas que generaban los asuntos ligados al financiamiento, la representación, las negociaciones y las alianzas, el plano internacional y la diversidad. En relación a la agenda, se detuvo específicamente en el proceso de Beijing y las reivindicaciones que no pudieron instalarse: la “justicia económica”, la despenalización y/o legalización del aborto y el respeto por la “preferencia sexual” (Vargas, 1998:31). Claramente, procuró defenderse de manera anticipada a las críticas que se venían escuchando desde el sector de 'las autónomas'.

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Así definidas las diferencias entre las feministas chilenas, la Comisión Organizadora del VII EFLAC se propuso visibilizarlas y limitar el desarrollo de los talleres libres propios de los anteriores EFLAC, a la organización de dos foros con expositoras y dos talleres de profundización “por afinidades o corrientes” (Bellotti, 1998:59). En boletines difundidos antes del evento, la convocatoria se planteó específicamente a partir de tres ejes de debate: Marcos políticos filosóficos de las distintas corrientes del feminismo latinoamericano; el lado oculto y discriminado del feminismo. El ser y hacer feminista. Las indígenas, las negras, las lésbicas, las pobres…que hay en nosotras. Diversidad, discriminación y poder; y desenredando nuestras estrategias (Bellotti, 1998:59).

Esta evidente polarización del Encuentro tuvo como uno de sus propósitos explícitos el de visibilizar las diferencias e impugnar el hecho de que se hiciera “política en nombre de todas” (Águila, 1995:15). En palabras de una de sus promotoras, Cartagena se propuso “(…) fisurar hegemonías construidas sobre la base de la indiferenciación y la negación” para romper con “el espejo complaciente de un mítico y afortunadamente inexistente espacio de idénticas”, y para que quede “claro que nadie se puede arrogar la representatividad de nadie” (Bellotti, 1998:61). En este sentido, en clara contraposición al texto de Vargas, la perspectiva de 'las autónomas' directamente sostuvo que el VII Encuentro venía a disputar la “voz oficial” de los anteriores EFLAC: (…) la que lideró el proceso hacia Beijing, la que tiene en sus manos los medios de comunicación feministas más importantes y los mayores recursos, la que se arrogó representatividades nunca otorgadas. Un feminismo cuya estrategia fundamental es el acceso a las instituciones políticas y económicas nacionales e internacionales (…) la consecución de cuotas de poder en las mismas y reformas legales” (Bellotti, 1998:60).

Estos planteamientos y la nueva modalidad de trabajo tuvieron repercusiones inmediatas. Antes del evento, provocaron que un sector importante de activistas decidiera renunciar a su conformación en la 8 Comisión Organizadora , decisión que fue difundida por medio de una carta a las feministas de la región. En ella se manifestó el desacuerdo con la práctica “dogmática y excluyente” de ciertas activistas agrupadas bajo un “autodenominado Movimiento Feminista Autónomo” que terminaron por coartar (…) de diversas maneras y reiteradamente la posibilidad de realizar un trabajo conjunto, democrático, pluralista y respetuoso de las diferencias, actitud sectaria que ninguna de nosotras puede respaldar y aceptar (Citadas por Fempress Editorial, 1996:15).

Además de la circulación de la carta, este mismo sector instó a diversas instituciones internacionales a que rechazaran el aval y la financiación del Encuentro -el VII EFLAC recibió menos del 10% de los recursos recibidos para la organización del EFLAC anterior en El Salvador- lo que se reconoció por el sector de las autónomas como un “boicot” (Belloti, 1998:60). Durante el Encuentro, cuyo lema fue “Desde nuestra autonomía crecen las utopías”, sus repercusiones se vieron en la escasa concurrencia –fue uno de los menos concurridos con alrededor de 850 participantes- así 9 como en el malestar generalizado de las activistas . Asimismo, la propuesta de dicotomizar las diferencias provocó que se autogestionara un tercer taller que primero se llamó “ni las unas ni las otras” aunque luego pasó a ser “las unas y las otras” (Maffía, 1998:72). Este sector, que también llegó a redactar un documento de cierre, fue bastante concurrido (más de 170 participantes) aunque también demasiado heterogéneo. Por eso, en sus conclusiones además de dejar en claro su repudio a la polarización promovida desde las convocantes, sólo pudieron dejar constancia de la necesidad de debatir sobre el “significado de la autonomía”, la representatividad y el poder (AAVV, 1998). El grupo de las autónomas, por su parte, se caracterizó por la radicalidad de sus argumentos, especialmente, entre sus referentes chilenas y bolivianas. Así, una de las intervenciones de María Galindo, referente de Mujeres Creando de Bolivia, llegó a decir que: 8-

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Según una nota de Fempress, las activistas que renunciaron eran más de cien, entre las que se encontraban feministas chilenas del Centro de Estudios de la Mujer, la FLACSO, el Instituto de la Mujer, Isis, la Morada, el MEMCH, y Fempress entre otras (Fempress Editorial, 1996:15). 9-

Diferido de la mayoría de textos y memorias con las que trabajamos en el artículo.

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Las ONGs y las redes de ONGs han sido la forma de organización a partir de la cual se ha desencadenado la institucionalización (…) [en] el momento actual (…) esas estructuras han crecido, se han burocratizado, han cedido, han dejado de lado los valores de solidaridad y anticolonialismo y se han convertido en organizaciones para-gubernamentales, para-partidarias, para-estatales y en algunos casos hasta paramilitares (citada por Gobbi, 1997:8).

En ese mismo sentido, aunque en un tono más moderado, las autónomas cerraron su taller con un documento titulado “Profundización del feminismo autónomo”. El texto, firme y contundente en sus declaraciones y conclusiones, comenzó con lo que, según ellas, era el movimiento feminista para, después, diferenciarse y reconocer otro feminismo: (…) La legitimidad de nuestro movimiento no se construye respondiendo a la legalidad del sistema, sino en la práctica social. Nuestra legitimidad se da en los hechos no en el reconocimiento jurídico por parte del Estado (…) Queremos retomar las calles, la imaginación pública, no crear un lenguaje juridizado y suavizado que necesita el sistema, buscamos recuperar el lenguaje subversivo que inició el feminismo (AAVVa, 1998:222).

Luego continuaron rechazando las prácticas de lo que consideraron como feminismos institucionalizados, como la instauración de un cronograma de “fechas oficiales de adorno”, el de accionar a partir de horarios, “tareas y temas parciales e institucionales”, o el de dialogar en inglés como lengua prioritaria en los encuentros internacionales (AAVVa, 1998:222-3). A cambio de lo que consideraron como un intercambio monetario de “productos teóricos y materiales”, propusieron “reinaugurar formas de trueque, [y] socializar lo que pertenece a la historia y a la producción de las mujeres” (AAVVa, 1998:223). También admitieron la necesidad de recursos, pero instaron a generar “recursos propios que no dependan de la cooperación al desarrollo” (AAVVa, 1998:223). Finalmente, cerraron el documento de esta manera: Nuestra tolerancia es grande pero tiene límites. Ya no queremos ser tolerantes con quienes nos negocian y nos niegan. Nuestra ética no es la de la tolerancia infinita sino la de las relaciones de respeto y visibilización (AAVVa, 1998:224).

El tono beligerante de este documento da cuenta de uno de los propósitos de quienes lo redactaron: provocar un efecto disruptor de lo que hasta entonces se instó a concebir como un movimiento feminista latinoamericano. En este sentido, sus referentes coincidieron en señalar que “fue un encuentro profundamente 10 político, en el mejor de los sentidos” (Belloti, 1998:61) . Si hasta ese entonces se concebía que existía un movimiento feminista, desde allí en más se visibilizaron las grandes diferencias entre unas y las otras dejando en claro, como lo dijo la feminista chilena Margarita Pisano que: Quien haga política de cara a las instituciones ya no nos representa a todas. Era una cosa muy patriarcal tomar la representación de todas como si no existiera este otro mundo inquieto que no está contento con el modelo de desarrollo, que está en rebeldía. Ahora el conflicto está abierto y se puede iniciar el proceso de sanación. Lo que tenemos que hacer es emitir señales claras al imaginario colectivo sobre nuestras propuestas de cambio, haciéndolas atractivas y no envolviéndolas en los miedos y en esta coalición con el sistema (…) (Pisano, citada por Gobbi, 1997:9).

Las tildadas de “institucionalizadas”, por otra parte, no dudaron en denunciar este Encuentro como un 11 evento autoritario, violento e incluso fundamentalista . Pero lo más interesante, desde nuestra perspectiva, es que lo que para algunas fue una fortuna, el hecho de que hubiese “sido el Encuentro más político que hemos tenido” (Pisano, citada por Gobbi, 1997:9), para otras, fue una tragedia: Lo más brutal que sucedió en este encuentro es la forma en que fue organizado, centrado en un debate de 10-

Yuderkys Espinosa Miñoso también señaló que: « (…) éste es uno de los encuentros más revolucionariamente políticos de los últimos años» (Espinoso Miñoso, 2007:20). 11En palabras de Gina Vargas: “(…) espero no acostumbrarme nunca a esta forma de hacer política dentro del movimiento. Prefiero referirme a lo bueno, y es el haber reafirmado a muchas de nosotras que esta forma de hacer política feminista no es la nuestra, que los fundamentalismos son peligrosos y aislantes y, por lo tanto, que el feminismo que yo quiero es dialogante y propositivo, que la autonomía que quiero seguir construyendo no pasa por construir espacios autoreferidos sino que se sustenta en explicitar una propuesta de transformación propia, independiente, centrada en los intereses de las mujeres, desde la cual negociar, confrontar, hacer alianzas” (Vargas, citada por Gobbi, 1997:9).

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tipo político que imposibilitó la confrontación de una creatividad muy amplia que tiene hoy el movimiento a través de las más diversas vertientes. Un encuentro feminista no es un congreso partidario y éste fue organizado como tal, como una disputa de hegemonía. Para un congreso se concurre por representación y se va a discutir estrategias. En los encuentros feministas la concurrencia es personal y las diferencias políticas no se dirimen como en un congreso partidario (Celiberti, citada por Gobbi, 1997:8) (énfasis agregado).

En continuidad con los sentidos dominantes de los feminismos de la década del setenta, Celiberti procuró deslegitimar los conflictos emergidos del Encuentro identificándolos con una dinámica que sería propia de la política partidaria. En vez de reconocer la nueva organización del Encuentro como un evento disruptor al interior del feminismo, como una práctica novedosa de los activismos feministas, pretendió asignarla a una lógica ajena al feminismo. Así, la visibilización de las diferencias entre las autónomas y las institucionalizadas (usualmente asignadas a una cuestión de “estrategias”), su articulación en sectores bien definidos, y el reconocimiento de algunos liderazgos que, con el tiempo, se harían referentes de esos sectores, fueron concebidas como prácticas contrarias a los principios de autonomía y horizontalidad definitorios de la política feminista.

2. El movimiento feminista latinoamericano y sus malestares12 A pesar de que tras el VII EFLAC el institucionalismo llegó a ser hegemónico entre las maneras de hacer 13 (política) y ser feminista en la región , su reconocimiento en la actualidad no deja de llevar implícita cierta descalificación por el propio activismo. Una de las sospechas que motiva esta perspectiva suele ser que la incorporación institucional de las reivindicaciones feministas efectivamente facilitó la desmovilización y enfrentamiento entre las activistas del movimiento. Como ha señalado una feminista argentina, la ONGización del feminismo constituyó una paradoja para sus activistas: mientras facilitó su acceso a los recursos económicos, al mismo tiempo, aceleró su proceso de atomización, “convirtiéndose en feminismo de 'proyectos' a ser subsidiados”, lo que, según la autora, “le ha quitado, sin dudas, potencia transformadora” (Lipszyc, 2005:117). Como lo han sugerido varias investigaciones, desde esta perspectiva se señala que la permeabilidad de las instancias estatales latinoamericanas a los aspectos menos controversiales del discurso feminista generó cierto espejismo del Estado como un potencial aliado y se descuidó la atención a los planteamientos y debates que se fueron generando en el propio movimiento amplio de mujeres y feministas. Por otro lado, la compleja dinámica que generaron las ONGs como centros laborales y espacios de militancia, ciertamente dificultaron la renovación de compromisos militantes alrededor de temas que no necesariamente fueron/son susceptibles de incorporarse al “plan de trabajo”. Esto sucedió claramente en la década del noventa cuando numerosos temas que hasta entonces conformaban las prioridades de la agenda feminista, como la despenalización o legalización del aborto, quedaron subordinados por gran parte de las ONGs feministas a temas ajenos o secundarios al movimiento, como pueden ser la gobernabilidad, la 14 corrupción o la seguridad . En este sentido, otro de los problemas que también estuvo implicado en los malestares del feminismo fue el de la “identidad híbrida” de las ONGs, que se constituyeron al mismo tiempo como “centros de trabajo” y 12-

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Con este título apelo al reconocido artículo de Maruja Barrig (1998), titulado: “Los malestares del feminismo latinoamericano: una nueva Lectura”. 13La hegemonía de las feministas institucionalizadas en los Encuentros que siguieron al VII celebrado en Cartagena es claramente señalada por Yuderkys Espinoso Miñoso en el análisis que realizó sobre el IX EFLAC (Espinoso Miñoso, 2007:163171). Allí, la autora se refirió al “triunfo del ahora flamante e instalado feminismo de Estado” (Espinoso Miñoso, 2007:166), al “feminismo de los grandes eventos, agigantado, engreído, cerrado sobre sí mismo, (…) [cuyo] reino se asentó sobre el cadáver de una disputa clausurada” (Espinoso Miñoso, 2007:168). 14Aunque es importante señalar que la emergencia y propagación de las Organizaciones No Gubernamentales como forma prioritaria del accionar de las feministas no fue un fenómeno de su exclusividad y estuvo ligado a proyectos políticos que las excedieron. En su emergencia durante la década de los setenta, período en el que sobrevinieron múltiples regímenes militares en nuestra región, este tipo de organizaciones sin fines de lucro fueron ampliamente promovidas por las agencias internacionales de cooperación al desarrollo, por su potencial “efecto democratizador”. Este interés en el impulso de las ONG se mantuvo durante los noventa, aunque esta vez, por su eventual rol como “agentes de servicios de bienestar” en el marco de un proyecto político neoliberal (Gideon, 1998:303).

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“espacios del movimiento” (Barrig, 1998:5). A pesar de que la mayoría de las ONG nació durante la década del 70 y parte de los años 80 de la iniciativa de un grupo de mujeres unidas por lazos familiares, de amistad, o de militancia partidaria o feminista, motivadas por un interés altruista de solidaridad o compromiso político con el proyecto feminista, las concepciones políticas dominantes en los noventa (economicistas) provocaron que criterios como los de “eficiencia”, “eficacia” o “rentabilidad” pasaran a regir sus acciones y toma de decisiones. De esta manera, la racionalidad introducida en la dinámica institucional desde las agencias de cooperación al desarrollo –que por ejemplo implicaba la necesidad de contar con instrumentos que permitieran rendir cuentas sobre 'resultados tangibles' a partir de 'indicadores' internacionales-, se modificó la cultura institucional y política de estas organizaciones. La presión por tener que demostrar impactos en las políticas públicas y resultados concretos a corto y mediano plazo indujo a que se llegara a hablar de “porcentajes de empoderamiento” entre las mujeres destinatarias de los proyectos implantados, quienes a su vez, paradójicamente, en ocasiones ni siquiera eran consultadas sobre las decisiones que estructuraban los proyectos (Schild, 1997:613). En este sentido, de estas nuevas condiciones del activismo pareció surgir la extraña situación de una “militancia feminista rentada” que, al mismo tiempo que facilitó la incidencia en la sensibilización de la sociedad y el Estado –por las posibilidades que otorgaron los recursos y las redes facilitadas por las agencias financiadoras-, “burocratizó” al movimiento en la medida en que sus representaciones llegaron a ser institucionales y sus actividades se ajustaron a las jornadas y exigencias laborales (Chejter, 1996:124). Y a pesar de que el principio de horizontalidad siguió siendo constitutivo del ideario feminista, como una de las repercusiones más importantes de este proceso de 'profesionalización de la militancia', muchas de las personalidades carismáticas, más visibles o “estrellas” –como se denominaron entre las feministas mexicanas (González, 2001)- se consolidaron informalmente como “representantes del movimiento” en su rol de directoras o coordinadoras de las distintas organizaciones. En la medida en que las ONGs se expandieron tras el surgimiento de redes o la ampliación de su convocatoria a instancias gubernamentales y organismos de cooperación, estas directoras fueron concentrando la representación institucional (y a veces, también mediática) con el consiguiente prestigio personal que de ello se deriva. La presencia de estos “cacicazgos” (Masson, 2007), a su vez, fue perfilando estructuras más o menos jerárquicas en el interior de las ONGs, lo cual terminó por socavar la horizontalidad del movimiento en su conjunto cuyos liderazgos comenzaron a corresponderse con las direcciones de las organizaciones. Esta jerarquización del movimiento también tuvo, y sigue teniendo, importantes repercusiones en la definición de las reivindicaciones y su priorización. No sólo por la propia “autonomía” de las ONG (en relación al resto de las agrupaciones y colectivas feministas del movimiento) a la hora de definir sus acciones, sino también porque, en muchos casos, la disponibilidad de recursos propios es suficiente como para iniciar y llevar a cabo un proyecto o actividad de forma independiente, sin la necesidad de contar con el apoyo y/o legitimidad del resto del movimiento. Como contracara de este proceso, también es cierto que algunas ONGs han sostenido y sostienen, muchas veces con horas de trabajo y dedicación que exceden “la jornada laboral”, proyectos que por la heterogeneidad y falta de estructuras representativas serían imposibles de sostener por un “movimiento” que, salvo ciertas redes, campañas y jornadas en fechas específicas, se encuentra relativamente desarticulado.

3. Feminismos en disputa: desplazamientos hegemónicos y horizontes políticos a.

Desde una perspectiva antiesencialista, relacional y radical

Lejos de articularse como un “ensamble orquestal” (Vargas, 1998), tal y como anhelaron algunas feministas antes del VII EFLAC, las diferencias entre los activismos feministas latinoamericanos no han hecho más que confirmarse. Ante la unidad y complementariedad pretendidas, una clara frontera parece haberse erigido entre dos modelos de hacer (política) y ser feminista en América Latina. Ello se atestigua en los Encuentros Feministas que se organizan de forma paralela (los históricos EFLC, que pasaron a ser

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reconocidos como “institucionales” y los “autónomos”, que se organizan interrumpidamente desde 1997) (Gargallo, 2006:220). Antes que analizar esas diferencias como “estrategias” contrapuestas de un proyecto político común (que se deduciría de la identidad unívoca como “feministas”) como usualmente se hace, desde nuestra perspectiva, inspirada en la obra de Judith Butler, es fundamental que analicemos la radicalidad subyacente en la constitución de esas diferencias. Porque los intentos de ocultar o subestimar las diferencias constitutivas de los feminismos trae aparejada la invisibilización de las disputas político-ideológicas que les dieron origen; porque de otra manera, se dificultaría confirmar que las diferencias no coexistieron /coexisten en armonía, sino que la emergencia de “las unas” devino de la negación y exclusión de “las otras”. En definitiva, porque si no visibilizamos la radicalidad de las diferencias, se imposibilitaría poner en cuestión a quiénes históricamente han estado o están habilitadas para hablar 'en nombre de las feministas'. A diferencia de las feministas que promueven un proyecto político basado en intercambios dialógicos y consensuados, la perspectiva “antiescencialista, relacional y radical” (Sabsay, 2006) de Judith Butler ha insistido en la conflictividad inherente de toda categoría identitaria, situando la atención no en las inclusiones necesarias, sino en las exclusiones inevitables. Así, señaló la imposibilidad de una inclusión infinita de las diferencias y a cambio propuso aliviar a las categorías identitarias “de su peso fundamentalista para convertirla en un sitio de disputa política permanente” (Butler, 1992:18). Sin desechar el uso de tales categorías, subrayó la necesidad de abandonar los anhelos de su unidad y coherencia, que aún preservan algunas feministas, para disponerse a rastrear las posibilidades que, de hecho, históricamente habilitó o dio por cerradas. Desde este marco, Butler ha intentado desnaturalizar las operaciones de poder que han constituido hegemónicamente a ciertos feminismos insistiendo en las implicancias de las políticas de identidad que 15 accionan a partir de intereses “naturalmente” definidos como propios para, luego, pasar a representarlos . Esta empresa supone reconocer las limitaciones de un enfoque que –para salvaguardar la agencia política común- inevitablemente termina anclado en la atribución de una falsa uniformidad a las complejas y heterogéneas identificaciones entre las feministas. Transformadas en “categorías” o “posiciones” estáticas y separadas entre ellas, aún a costa del pluralismo democrático que las inspira, se borra la mutua dependencia de las identificaciones diferenciales, y aún más importante, su inerradicable carácter normativo y, como tal, excluyente. En este sentido, la autora ha advertido sobre el perfil dogmático que encubren esas posturas que pretenden salvaguardar la agencia a costa de no cuestionar la constitución del sujeto que la afirma. Desde su perspectiva, sostener una crítica al supuesto sujeto soberano no implica eliminar la posibilidad de la agencia sino que, paradójicamente, “comienza allí donde la soberanía declina” (Butler, 1997a:37). En línea con los presupuestos teóricos de Nietzsche en La genealogía de la moral, la propuesta teórica de Butler parte de socavar el argumento fundacionalista de la política de la identidad, sosteniendo que “no es preciso que exista un 'agente detrás de la acción', sino que el 'agente' se construye de manera variable en la acción y a través de ella” (Butler, 1990:277-8). b.

El deseo de Estado

El enfoque de Butler nos facilita poder dar cuenta de cómo las decisiones de una gran parte de las activistas de organizarse en ONGs, solicitar recursos a organismos internacionales y participar en el diseño de políticas públicas o en la elaboración de proyectos de ley, entre otras de las acciones reconocidas como parte de la “política institucional”, no sólo excluyeron otros caminos de hacer política desde el feminismo, sino también fueron generando una manera particular de ser feminista. Reflexionar desde una perspectiva antiesencialista como la de Butler, asimismo implica comprender que esas acciones no fueron el resultado lógico de ciertos intereses comunes preexistentes entre las feministas, sino que esos intereses se fueron fijando y redefiniendo en el propio terreno de su articulación. 15-

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Aunque la autora ha centrado sus críticas hacia la visibilización de las exclusiones propias de una concepción esencialista del sujeto feminista, usualmente sostenida desde una perspectiva biologicista de la identidad de género, sus críticas pueden hacerse extensivas a cualquier pretensión de delimitar hegemónicamente los límites del feminismo.

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Como han señalado Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, cuyo enfoque también se inscribe en esta corriente de pensamiento, la práctica articulatoria “establece una relación tal entre elementos, que la identidad de éstos resulta modificada como resultado de esa práctica” (Laclau, Mouffe, 1985:142-143). Esto tiene importantes repercusiones para nuestro análisis. En primer lugar, porque implica reconocer que por fuera de la bandera de la horizontalidad como principio dominante del activismo feminista en la región, la instancia de representación ha sido y es inerradicable. No sólo porque, desconociendo o no ese principio, las ONGs feministas que participan en las instituciones son convocadas “para representar” los intereses de las mujeres y/o feministas de la región –por fuera de las trayectorias de unas y otras, no se las convocaría sino se les reconociera legitimidad para hacerlo-, sino porque si la política no es la expresión de intereses previamente establecidos, sólo puede ser el proceso de significación/articulación hegemónica que se produce en la instancia de representación. Ahora bien, a diferencia de la perspectiva clásica de la 'representación perfecta', el proceso de representación al que nos referimos no es un movimiento unilateral desde la representada a la representante. Esa perspectiva -que pretende conformar un órgano representante como un 'micro-cosmos' de los/las representados/as- no sólo omite la función de la representación como constituyente primario de la identidad de los sujetos, sino que, además, presupone que los intereses de las/los representadas/os se constituyen plena e independientemente del momento de la representación. Sin embargo, desde nuestro enfoque “la representación implica un movimiento doble desde el representado al representante y desde el representante al representado” (Laclau, 2000:213) puesto que la representante inscribe los intereses de sus representadas en un nuevo escenario, redefiniendo y transformando dichos intereses. Así, los sentidos que esos intereses finalmente traducen son instituidos hegemónicamente; esto es, no se definen a partir de una inclusión infinita de intereses predefinidos, sino a partir de una delimitación de fronteras que instituye lo que queda dentro y lo 16 que queda fuera de sus límites . Esta apreciación nos lleva a detenernos en una segunda repercusión que trae aparejada la concepción de que los intereses de las feministas no se han representado ni pueden representarse instrumentalmente como un reflejo, desde las bases a las instancias de representación, sino que se han definido y definen en los propios procesos de articulación: no son casuales los términos con los que históricamente se han materializado los reclamos feministas; tampoco lo son sus incidencias políticas. Sobre este punto, nuevamente la obra de Judith Butler nos ha advertido insistentemente sobre las limitaciones de la apropiación de los términos de legitimación que históricamente ha ofrecido la concepción liberal y hegemónica del Estado. La autora ha reconocido la necesidad de conocer y manejar el “léxico” estatal que, en definitiva, es el que establece inteligibilidad institucional, pero sin perder de vista “la ambivalencia que puede rodear al don de la legitimación” (Butler, 2004:153). Esta ambivalencia supone reconocer que la legitimación se concede a partir de determinados términos que presuponen delimitaciones de sentido, y por ello, exclusiones previas. En este sentido, una cuestión es manejar el lenguaje de los derechos desde la concepción ontológica del sujeto autónomo liberal, y otra es asumir esas definiciones como si fueran “fidedignas”. En relación a los feminismos latinoamericanos, sería importante analizar entonces hasta qué punto las exclusiones ancladas en el lenguaje de los derechos y la terminología de los organismos internacionales se han reproducido en los activismos, restando potencialidad subversiva al proyecto feminista de la región. El 16-

Aunque es importante señalar que la exclusión de ciertas diferencias, propias de cualquier proceso de articulación hegemónica en fronteras más o menos antagonistas no implica su literal supresión ni disolución; las diferencias persisten como una “heterogeneidad” inerradicable impidiendo, precisamente, que la interioridad/exterioridad de una cadena de sentidos se delimite sin ambigüedades (Thomassen, 2005:294). Esta imposibilidad, por su parte y como veremos en el próximo apartado, es la que posibilita las (des) (re) articulaciones futuras. 17Opuesta a «la teoría referencial del significado en la que las palabras denotan determinados objetos del mundo» (Howarth, 1997:130), la perspectiva de Laclau retoma la herencia saussuriana que establece relaciones formales entre los términos y la definición de las lógicas identitarias en función de valores oposicionales, esto es, en su relación de diferencia con otras posiciones identitarias. La dimensión radical de esta perspectiva se inspira en las aproximaciones postfundacionalistas (Marchart, 2007) que insisten que la identidad no se agota en la diferencia relacional sino que también está irremediablemente atravesada por una falta o incompletitud que adquiere un estatus fundante, en tanto previene que lo social sea clausurado o idéntico a sí mismo. De allí que el campo discursivo no pueda ser totalmente estructurado. Para la noción de incompletitud en Butler, véase Butler (2000:18-38).

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sujeto y los sentidos presupuestos en las reivindicaciones: “Mi cuerpo es mío” y “el placer es revolucionario”, propio de los feminismos de los setentas, claramente, no son los mismos atribuibles a los reclamos por “los derechos sexuales y reproductivos” que se confirmaron en los noventa. Pero no porque las concepciones que los sostuvieron y sostienen se encuentran fijados a esos términos, sino porque en cada caso fueron 17 articulados hegemónicamente en el marco de campos discursivos diferentes . Esto supone reconocer que si bien hablar en términos de “derechos sexuales y reproductivos”, en ocasiones, ha implicado renunciar o postergar la despenalización y/o legalización del aborto como una de las reivindicaciones históricas del feminismo, en otras, también ha posibilitado la articulación de los feminismos con las agrupaciones y colectivos congregados en el movimiento LGTTTBI. En este sentido, la neutralización o hibridización de algunos términos propios de los procesos de regulación del Estado, aunque a veces invisibilicen u homogeinicen a quienes incorpora, también abren la posibilidad de desplazar los sentidos hasta ese momento habilitados. A este respecto, aunque la obra de Judith Butler fundamentalmente procura visibilizar los procesos de “fragmentación” y “singularización” que se producen a la par del proceso de ampliación de la jurisdicción estatal que desata el deseo de Estado (Butler, 1997b:117), su perspectiva también rescata la posibilidad que tienen ciertos reclamos para desestabilizar los sentidos anclados en los universales propios del lenguaje de los derechos. En concreto, la autora recupera la operación de uso y apropiación de universales históricamente excluyentes -como el lenguaje de los “derechos civiles”- como la activación de una “contradicción preformativa” (Butler, 1997a:151). Esto es, la instancia de apelar a una categoría excluyente para ser incluido en la misma expone su carácter contradictorio y habilita que nuevos usos puedan reformular a los convencionales. Entendida de esta manera, (…) la contradicción performativa es crucial para la continua revisión y elaboración de los estándares históricos de universalidad propios del movimiento futuro de la democracia misma. Afirmar que lo universal todavía no ha sido articulado es insistir en que ese “todavía no” es propio de una comprensión de lo universal mismo: aquello que queda “sin comprender” o “sin realizar” por lo universal lo constituye de manera esencial. Lo universal empieza a ser articulado precisamente mediante los desafíos a su formulación existente, y este desafío emerge de los que no están cubiertos por el concepto, de los que no están autorizados para ocupar el lugar del “quién”, pero que, a pesar de todo, exigen que lo universal como tal los incluya. Los excluidos, en este sentido, constituyen el límite contingente de la universalización. Y lo “universal”, lejos de ser conmensurable con sus formulaciones convencionales, emerge como un ideal postulado y abierto que todavía no ha sido adecuadamente codificado por un conjunto cualquiera de convenciones legales (Butler, 1997a:152).

Si el deseo de Estado -que pervive en los activismos de la región- fuera sostenido de esta manera, bajo una mirada atenta a las exclusiones que inevitablemente define, quizá evitaría la crítica de quienes aún sostienen que la “institucionalización” del feminismo inevitablemente le resta potencial de transformación. c. La “utopía de la autonomía” La perspectiva de Butler también es fundamental para entender cómo la emergencia de “las autónomas”, precisamente como fuera señalado en sus declaraciones, antes que una postura radicalizada en el marco de un proyecto político común, sólo puede entenderse como la emergencia de una identidad sostenida por una propuesta política negada, excluida por un sector de activistas que lograron alzarse como la voz hegemónica del incipiente movimiento feminista en la región. La deconstrucción de esa institución hegemónica supone, entonces, enfatizar cómo esas diferencias no fueron elementos de una misma identidad, sino los suplementos, en términos derrideanos, o el exterior 18 constitutivo de quienes se instalaron para actuar en nombre de todas. Estas diferencias no pudieron ser articuladas por quienes pretendieron forjar una relativa unidad de las feministas frente a los Estados nacionales y los organismos internacionales. Y antes que desaparecer o mantenerse al margen de las 18-

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Esta expresión, introducida por Henry Staten e inspirada en el papel constructivo de la exclusión en Derrida, viene a señalar a “un afuera que deviene necesario para la constitución de un fenómeno, esto es, un afuera que funciona como condición de posibilidad de un 'adentro'” (Staten, 1984:16-19, citado por Arditti, 1997:60).

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decisiones que se fueron tomando “en nombre de las feministas”, las diferencias persistieron e impidieron que el proyecto feminista se articulara armoniosamente a la lógica institucional de la política tradicional. En definitiva, la deconstrucción del proceso de institucionalización del activismo implica visibilizar que el proyecto feminista no es unívoco o trascendental, sino que está irremediablemente atravesado por disputas de poder que intentan fijar sus límites y sentidos en tiempos y lugares definidos. El proyecto político de las autónomas, por su parte, ha sido bien expositivo en cuanto a lo que consideran debieran ser los sentidos y límites del feminismo. En sus palabras: “(…) no se construye respondiendo a la legalidad del sistema, sino en la práctica social (…) se da en los hechos no en el reconocimiento jurídico por parte del Estado” (AAVVa, 1998:222). Como hemos señalado con anterioridad, también implica trabajar a partir de “recursos propios que no dependan de la cooperación al desarrollo” para “plantear una nueva imagen de mundo y no tareas y temas parciales e institucionales” (AAVVa, 1998:222-3). Desde su perspectiva, la “política no es hacer una lista de demandas sino el proceso crítico de repensar el mundo, la realidad y la cultura” (AAVVa, 1998:221). A final de cuentas, en términos de reforma o revolución, las autónomas rechazan la política de lo posible y a cambio proyectan la “utopía de la autonomía”. Ahora bien, aunque la emergencia de las autónomas significó una disrupción en la práctica de cierto feminismo que efectivamente venía tomando decisiones políticas en nombre de todas, lo cierto es que la práctica de las autónomas tampoco ha sido ajena a la institución de rumbos políticos definidos. Recorridos que no siempre se sostienen sobre la formalidad de sus declaraciones, sino sobre prácticas políticas informales que también aspiran a ser hegemónicas al interior del heterogéneo y desarticulado movimiento feminista de la región. Reconociendo que la heterogeneidad también caracteriza las prácticas al interior del 'movimiento feminista autónomo', nos interesa destacar solamente algunas implicancias de sostener la “autonomía” como significante articulatorio de un movimiento que aspira a plantear una nueva imagen de mundo. Desde nuestra perspectiva resulta problemático que, habiendo visibilizado que las disputas de poder no sólo emanan de las 'instituciones políticas patriarcales' sino que atraviesan aún a quienes nos organizamos para denunciar sus repercusiones en nuestras vidas, en nuestros cuerpos, aún sostengan la necesidad de “un feminismo que habla desde la autonomía ideológica, organizativa y política, que busca subvertir una sociedad y una cultura basada en el dominio y no integrarse a la realidad definida desde el poder” (Bellotti, 1998:61). Críticas a una concepción del poder como un juego de suma cero, nuestra perspectiva se inspira en la obra de Butler quien señala que: “no hay ninguna posición política purificada de poder, y quizá sea esa impureza lo que ocasiona la capacidad de acción como interrupción eventual y cambio total de los regímenes reguladores” (Butler, 1990:32). Efectivamente, siguiendo el abordaje de Michel Foucault, Butler ha insistido en que tanto el poder como la ley no sólo incluyen dimensiones prohibitivas y reglamentarias, sino también las productivas, que pueden ser “involuntariamente generativas” (Butler, 1990:92). En este sentido, en palabras de la autora: (…) operar dentro de la matriz del poder no es lo mismo que crear una copia de las relaciones de dominación sin criticarlas; proporciona la posibilidad de una repetición de la ley que no sea su refuerzo, sino su desplazamiento (Butler, 1990:94).

En el marco de esta perspectiva, entonces, la labor crítica del feminismo no puede suponer el rechazo a la política de representación ni tampoco reivindicar la necesidad de estar 'fuera' del campo de poder o del sistema, lo cual es imposible. Pero no porque renunciemos a un proyecto utópico o revolucionario, y a cambio aspiremos sólo a “lo posible”, un proyecto político que negocie con quienes nos dominan. Sostener esa dicotomía invisibiliza que “las estructuras jurídicas del lenguaje y de la política crean el campo actual de poder; no hay ninguna posición fuera de este campo” (Butler, 1990:52). La figura de estar 'por fuera de todo' (el orden patriarcal, el sistema capitalista, el Estado, los partidos políticos, los organismos internacionales) que delinea la noción de “autonomía ideológica, organizativa y política” en realidad sólo obstruye la visibilización de las (des) articulaciones ideológicas, organizativas y políticas que de hecho se vienen

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produciendo desde el “feminismo autónomo”. Por otra parte, aceptar que la propia existencia depende de normas de reconocimiento de personas e instituciones que nos exceden equivale a aceptar que nuestra “autonomía” está condicionada inevitablemente por las normas sociales que históricamente han delimitado las categorías con las que nos identificamos. En este marco, debiéramos atender las posibilidades que se (des) habilitan al sostener que el ámbito de lo personal, “del yo [es] el único lugar donde se realiza la verdadera libertad que construye mundo” (AAVVa, 1998:221). Deberíamos atender que en esta concepción no se cuelen los resabios de una noción que proviene del ideario liberal, y que históricamente ha estado ligada a una visión individualista y soberana del sujeto. Asimismo, es importante que reconozcamos que la “autonomía”, como significante, (…) es la consecuencia lógica de una dependencia no admitida, lo que significa que el sujeto autónomo puede mantener la ilusión de su autonomía en tanto cubra la grieta de la cual está constituido. Esta dependencia y esta grieta son ya relaciones sociales, que preceden y condicionan la formación del sujeto (Butler, 1992:26).

Pero antes que rechazar el uso de la categoría, tan significativa en la historia de los activismos feministas, pretendemos señalar sus limitaciones e implicancias a la hora de fijarse como criterio unívoco para la agencia colectiva, como ideal regulativo, utopia, o aún más, como fantasía del feminismo latinoamericano. Porque las fantasías no son un juego inofensivo, sino que son (…) lo que nos permite imaginarnos a nosotros mismos y a otros de una forma diferente (…) la fantasía señala una dirección, estructura la relacionalidad y se pone en juego en la estilización de la incorporación misma (Butler, 2004:306).

Sin rechazar las categorías de identidad con las que históricamente nos hemos constituido como feministas proponemos, junto a Butler, la necesidad de abrir y democratizar nuestros significantes identitarios aceptando la inevitabilidad de las diferencias, los conflictos y las divisiones que produce la necesaria delimitación de sus fronteras; pero también reconociendo las posibilidades políticas de articulación que esos procesos de apertura y democratización pueden traer a un movimiento feminista múltiple y multiplicador.

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¿NOS SIRVE A TODAS LA AUTONOMÍA? A PROPÓSITO DE LAS DIFERENCIAS ENTRE LAS MUJERES. IS AUTONOMY TO ALL WOMEN? Angélica Bernal Olarte Candidata a Doctora en Filosofía, Universidad Autónoma de Barcelona E-mail: [email protected]

“… el feminismo contemporáneo, sin duda uno de los dominios teóricos y prácticos sometidos a mayor transformación y crítica reflexiva desde los años setenta, no deja de inventar imaginarios políticos y de crear estrategias de acción que ponen en cuestión aquello que parece más obvio: que el sujeto político del feminismo sean las mujeres”. (Beatriz Preciado)

Resumen

Abstract

Este trabajo pretende ser un ejercicio de reflexión sobre el concepto de autonomía, el cual es revisado desde su origen en la teoría liberal, para luego ser confrontado con la conceptualización y la práctica política feminista. Hallándose entonces un problema de fondo como es la construcción de un horizonte de autonomía a partir de la universalización de la categoría mujer. De esta manera se problematiza y complejiza la que hasta ahora había sido una estrategia imprescindible. Surge entonces la pregunta nos sirve a todas la autonomía? ¿Qué implicaciones tiene para nuestra política el uso de una categoría de origen liberal, pensada para y por varones blancos y europeos?

This work is a reflection on the concept of autonomy, which is reviewed from its origins in liberal theory, and then confronted with the feminist conceptualization and feminist politics. Then it find out the idea of autonomy is based on the universalization of the category woman. This will problematizes and complicates which until now had been an essential strategy. The question then arises serves all women autonomy? What are the implications for our policy to use a liberal source category, designed for and by white men and Europeans? Key words: Feminist theory, plurality, autonomy, liberal theory, feminist policy.

Palabras clave:

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Autonomía, pensamiento liberal, política feminista, teoría feminista, pluralidad. Enero-Junio 2012 – Vol. II, Nº1 | Volver a índice

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Presentación La producción de este texto ha estado precedida de conversaciones con otras feministas acerca de la autonomía, la libertad y la práctica feminista. Varias veces cambió de enfoque, de hilo conductor y de propósito; aunque debo confesar a quienes me solicitaron el escrito, que nunca tuve la intención de escribirlo desde mi posición de “feminista joven”, básicamente, porque mi práctica académica y política en el feminismo no se ha ubicado desde mi identidad etaria (tal vez una de las más dinámicas: cambia cada día). Me sitúo desde una reflexión crítica de ciertos ideales defendidos desde el feminismo, al lado de muchos otros movimientos sociales que cada vez se revelan menos transformadores y en ocasiones más funcionales a un orden patriarcal clasista, misógino, heterosexista y racista. Algunos de ellos son la igualdad, la democracia, los derechos humanos, la autonomía, entre otros. Quizá esta apertura desincentive a muchas a leer el texto ya que consideran que hacer un juicio de estos valores modernos instala al movimiento en un sin sentido, y que al final es una pérdida de tiempo por cuanto aún no hemos vivido democracia real o igualdad real y que no se puede criticar el ideal sino su expresión en la realidad. El feminismo nunca ha sido un movimiento acrítico. Ni siquiera en sus vertientes menos radicales, ha dejado de luchar contra imaginarios y límites impuestos a las mujeres. Siempre hemos luchado para mostrar que lo cotidiano se ha construido sobre la base de la desigualdad, de la exclusión y de la opresión de las mujeres y que todo aquello que aprendimos que era adecuado y natural para las mujeres, en realidad era un orden político, construido a través de la historia. La democracia y los derechos humanos han sido las señales que han orientado por años nuestra lucha y sin embargo hoy en día las brechas, las injusticias y la opresión de las mujeres se reinventa y se hace más violenta. En este contexto, este escrito pretende generar debate y controversia. Es un intento de retar la idea de la autonomía como uno de los ideales de la lucha feminista. Esta propuesta parte del ideal de que “el discurso de la autonomía se ha usado, con cierto éxito, para crear un espacio para las mujeres en tanto que agentes autónomos con capacidad y derecho de autodeterminarse; además, el ideal de la autonomía proporciona un instrumento obvio de censura y acusación para un sistema de socialización en función del género que predetermina aspectos significativos de las vidas y psiques (y, por tanto de los intereses y capacidades para tomar decisiones) de las personas. Por otro, la autonomía feminista se compadece mal con las concepciones liberales del yo, sobre todo con las que implican nociones de autosuficiencia y autodeterminación individualistas”. (Di Stefano,1996a: 59). El texto se ubica en la tensión que categorías como la autonomía suponen para el feminismo, y que ha sido expresado por Zerilli como “La tendencia a explicar lo nuevo en términos de lo viejo, (…) va acompañada de diversas formas de necesidad, fatalismo y determinismo”. (Zerilli, 2008:155). Cómo llamar las experiencias políticas que vienen construyendo las mujeres, sus ejercicios ciudadanos y su aporte en la transformación de las condiciones de vida de las mujeres, si son experiencias novedosas sin referente alguno en las categorías construidas desde la teoría política tradicional. En ese sentido se pretende problematizar el uso acrítico de estas categorías y plantearle a la autonomía algunas preguntas: ¿La autonomía es parte del discurso político con sesgo de género dominante y tiranizador, un discurso que privilegia las normas y conductas de los hombres de la elite? Y a la inversa, ¿es un concepto emancipatorio del que muchas mujeres y algunos hombres han sido injustamente excluidos y al que deben y deberían aspirar? ¿El despliegue de la autonomía en el discurso feminista es un nuevo intento de embutir ingobernables temas femeninos en civilizadores corsés conceptuales? (…) Considerando a las mujeres como una cohorte de personas internamente diferenciadas ¿cuáles de ellas se considerarían a si mismas, con mayor o menos probabilidad, candidatas para la autonomía y por qué?”. (Di Stefano, 1996b:57).

No pretendo aquí dar respuestas a todos estos interrogantes pero si proponer un debate que permita

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avanzar conceptual y políticamente al movimiento feminista hoy en día.

Algunas interpretaciones feministas de la autonomía La autonomía, al lado de otros valores modernos como la igualdad, la libertad, la solidaridad se ha ido construyendo como componente fundamental de las categorías de ciudadanía y democracia. Existe una extensa producción académica que ha mostrado cómo estos valores se han construido como parte de un proyecto político patriarcal profundamente clasista, racista y heretorosexista. Las feministas durante años han producido extensos y valiosos trabajos para develar cómo estos valores se construyeron a imagen y semejanza de los varones y se establecieron como modelo de lo “racional”, moderno y por tanto deseable, fundamento de la acción política de las personas. Y por años las feministas han tratado de aprender a descifrar estos valores y transformarlos para que se adecuen o transformen a una supuesta experiencia de “las mujeres”. Al lado de la filosofía y la teoría política liberal, para algunas feministas “la autonomía tiene todavía un estatus no contestado ya que se le considera un elemento normativo y constituyente de la política democrática liberal”. Una tarea fundamental de parte del pensamiento liberal al igual que para algunas feministas ha sido “el rescate de la autonomía al tratar de salvar la categoría de las acusaciones de individualismo extremo y naturaleza antisocial, que o bien pueden ser consideradas increíbles o bien llevan consecuencias políticas y sociales indeseables”. (Di Stefano,1996c :54) En cierto sentido, hemos otorgado valor y reconocimiento a dichas categorías y hemos tratado de adaptarnos y transformarnos para poder actuar dentro de ellas, olvidando a veces ponerlas en cuestión. Quiero centrarme en la autonomía, valor tradicionalmente defendido como parte de la construcción de un sujeto político mujer. Parte central de este análisis es situar la discusión desde la definición misma de la categoría de modo que se pueda “comenzar desde el principio”. La palabra autonomía, que procede del griego autonomia, denota “un tipo específico de independencia que comporta autodeterminación, es decir, una determinación donde se siguen la reglas elegidas por la propia persona, cuando no elaboradas por ella misma. El yo autónomo se autodetermina, se autodefine y se autoelige, pero siempre dentro de un entorno gobernado por las reglas. La acción autónoma, que sólo puede proceder de un yo autónomo y soberano debe gobernarse por reglas”. (Di Stefano,1996d:57) Stephen Macedo, por su parte ha descrito la autonomía como “el poder activo de las personas para establecer quiénes son, cómo comprenden, controlan y dan forma a sus deseos (…) cuando una persona tiene también la resolución, la fortaleza de actuar en virtud del resultado de tales deliberaciones, las concebimos como autónomas”. (Di Stefano,1996e: 58) De otro lado, encontramos la detallada descripción que hace el filósofo Joel Feinberg (Di Stefano, 1996f:60) de la autonomía como un valor. A continuación se describen las doce características de una persona autónoma, que el autor denomina virtudes: 1. 2. 3. 4. 5.

Autoposesión, es decir, la situación, en que esa persona no pertenece a nadie más. Individualidad. La persona autónoma tiene una autoidentidad diferente: no se define de forma exhaustiva por sus relaciones con cualquier otro particular. Autenticidad o autoselección: sus gustos, opiniones, ideales, objetivos y preferencias son todos y cada uno de ellos exclusivamente suyos. Autocreación o autodeterminación. Autolegislación, la idea de que una persona sólo sigue aquellas reglas de que se ha dotado

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ella misma o bien aquellas que ha pactado de alguna forma no coaccionada. Autenticidad moral, una expresión que alude a la idea de que los propios principios y convicciones morales pertenecen realmente a esa persona y no son heredados. Independencia moral, esta también estrechamente ligada con las dos anteriores; por ella se entiende la capacidad de estar libre de compromisos sociales que de otra manera podrían incidir en nuestra capacidad de ser jueces independientes de nuestros compromisos morales. Integridad o autofidelidad significa que la persona se muestra coherente y leal a sus propios principios a lo largo del tiempo. Autocontrol o autodisciplina figuran, que supone que el yo no esta gobernado desde fuera, sino por el contrario, desde dentro. Autoconfianza, si bien, como admite Feinberg, algunas versiones antisociales de ella dificultan su consideración como virtud. Iniciativa o autogeneración, evoca la imagen de la persona activa, en oposición a la pasiva, que inicia sus propias actividades y proyectos en lugar de imitar a las demás. Autoresponsabilidad, es decir, la conocida idea de que la persona autónoma es responsable de las consecuencias de sus acciones, a diferencia de lo que sucede con la persona irresponsable y con la no responsable.

Supongo que alguna lectora habrá saltado la exhaustiva caracterización que nos acerca a un ideal y no a la vida real y concreta de las personas y menos aún a la vida de las mujeres. Para Di Stefano incluso se puede pensar que al cumplir dicha caracterización, más que con un individuo autónomo “nos encontremos con un individuo egoísta, carente de compromisos morales, políticos o sociales o, a la inversa, con un individuo que suscribe principios inmorales”. (Di Stefano,1996g:62). Otra arista de la categoría fue desarrollada en algunos planteamientos de Simone de Beauvoir. Para ella, “las funciones del otro feminizado constituyen un puntal imprescindible del sujeto autónomo viril. Ello sugiere que el ideal político y el patrón normativo de la autonomía personal resultan problemáticos en virtud de su intima y larga imbricación con la alteridad feminizada”. (Di Stefano,1996h: 55). Es decir, que el modo mismo en que la cultura patriarcal construye sujetos autónomos requiere, sujetos heterónomos, es decir, lo otro, lo femenino. Esta posición ha tenido desarrollos posteriores en las obras de otras feministas tales como Jean Baker Miller (quien) describe la autonomía como “una extensión inapropiada de la situación de los varones (…)” de allí que considere “la palabra autonomía (…) potencialmente peligrosa: es una palabra derivada del desarrollo de los hombres, no de las mujeres”. (Di Stefano,1996i:56). Finalmente, para esta autora, “La autonomía vela más que revela y esta constitutivamente implicada en su contrario, la dependencia”. (Di Stefano,1996j: 75). Estas posturas teóricas sin embargo, no representan la voz unánime del feminismo al respecto. De hecho encontramos gran cantidad de trabajos con las más diversas interpretaciones y que incluyen a defensoras a ultranza de la autonomía. Vale la pena retomar como ejemplo a la feminista Candance Watson quien sostiene que el mejor medio del que disponen las mujeres para descubrir y definir su sexualidad es 19 desvincularse de las relaciones sexuales con hombres . “Hasta cierto punto - escribe- la sexualidad puede vivirse separada de su contexto social (opresivo). A través de la masturbación, la mujer célibe puede disfrutar de su sexualidad lejos de los aspectos de su expresión social (…)” En este ejemplo encontramos una traducción puntual del sujeto occidental liberal, individualista, cuya autonomía consiste en su capacidad de desvincularse de su contexto y relación social”. (Di Stefano,1996k: 56). De otro lado encontramos los planteamientos de Keller, para quien la autonomía alude a “la sensación psicológica de ser capaz de actuar bajo los dictados de la propia volición en lugar de hacerlo bajo control externo; se trata de un sentido psicológico y no de un estado de existencia real o verificable o de un atributo de 19-

Vale la pena decir que no hace ninguna alusión a la sexualidad entre mujeres.

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la acción”. (Di Stefano,1996l: 70). Por su parte Chodorow pone de manifiesto dos temas conexos que preocupan a las feministas comprometidas con una revalorización de la categoría: “Por un lado, la noción de autonomía parece llevar aparejada connotaciones de género específicas (…) y, como tal, es menos universal o universalizable de lo que pudiera pensarse. (Y la segunda) Como afirma Evelyn Keller, la tendencia a confundir autonomía con separación e independencia de las otras personas (…). (Di Stefano,1996m: 67). La autonomía de acuerdo a la mayoría de las propuestas conceptuales, tiene que ver con la capacidad de auto determinarse, de tomar las decisiones concernientes a la vida propia, como si en algún sentido existiera una individualidad aislada o independiente del contexto. Este asunto es sumamente crítico y las respuestas desde el feminismo no se han hecho esperar, para Judith Butler por ejemplo, “no existe ninguna reflexividad ontológicamente intacta al sujeto colocado en un contexto cultural respecto de la cual se adopte una actitud determinada en una situación mental razonable”. (Di Stefano,1996n:75), es decir que siendo parte de una sociedad que estructura profundamente la identidad, la subjetividad y los modos de vida, es casi imposible pensar que una persona pueda escapar a la determinación social, en concreto a la dependencia del resto de la sociedad. En nuestra región, uno de los trabajos más difundidos en el tema de la autonomía es el de la mexicana Marcela Lagarde. En sus textos ha trabajado la autonomía desde lo que ella denomina un enfoque histórico, es decir, parte de la idea de que no es algo natural o dado, sino que se construye por parte de las personas, las organizaciones las instituciones, los movimientos. (Lagarde, 1997: 6). Para Lagarde, la autonomía es “fundamentalmente un conjunto de procesos de poder, por lo tanto se constituye a través de procesos vitales políticos y en lo que tradicionalmente llamamos el ámbito político”. (Lagarde, 1997a:15). Y aquí nos sitúa en una primera disyuntiva: ¿el espacio de actuación propio de una sujeto política autónoma esta en lo público? ¿No se construye autonomía en lo privado? Por supuesto todas sabemos de la histórica reivindicación de autonomía sobre el cuerpo y la sexualidad que es cierto, se ha llevado a lo público y lo político, pero que también se ha peleado en duras batallas en lo cotidiano, en el ámbito familiar y de pareja. Por otra parte, escribe Lagarde, que la autonomía “es siempre un pacto social. Tiene que ser reconocida y apoyada socialmente, tiene que encontrar mecanismos operativos para funcionar. Si no existe esto, no basta la proclama de la propia autonomía porque no hay donde ejercerla, porque no se da la posibilidad de la experiencia autónoma…” (Lagarde,1997b:7) y en ese mismo sentido, que la autonomía “no es sólo un enunciado subjetivo. Es un conjunto de hechos concretos, tangibles, materiales, prácticos, reconocibles y a la vez un conjunto de hechos subjetivos, simbólicos”. (Lagarde: 1997c: 7) Esta serie de planteamientos, empiezan a causar dudas, en tanto la autora lleva su reflexión directamente a establecer los mecanismos “formales” o “institucionales” que pueden “garantizar” la autonomía: “Se trata de construir un conjunto de derechos que aseguren un tipo de libertad para las mujeres y esa libertad pasa por la autonomía”. (Lagarde, 1997d:5) El ejemplo de Lagarde nos ubica en lo que Di Stefano concibe como la teoría feminista que “se ha apropiado del concepto de autonomía y lo ha empleado, especialmente en su esfuerzo por ampliar nuestra percepción de las variadas y complejas formas de coerción e influencia a las que están sometidas las mujeres. Dentro de esta corriente de pensamiento, el problema de la autonomía es que las mujeres necesitan (…) de ella”. (Di Stefano,1996o:64) Sin embargo, lo planteado por Lagarde nos lleva de un salto a un lugar bien conocido y ya poco retador

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para el patriarcado: la autonomía, osea, la capacidad de tomar decisiones por si mismas, de autodeterminarnos y de asumir las consecuencias de dichas decisiones, como objetivo político queda subsumido a la lucha de obtener la garantía de un conjunto de derechos. Es decir, la lucha por la autonomía y la libertad, en política real, en política patriarcal no es otra cosa que una lucha por el reconocimiento de que somos “sujetas de derechos”. Desde la diferencia, cabe preguntar si la autonomía se puede construir por todas las mujeres, o si la búsqueda de autonomía es propia de algunas quienes nos llamamos feministas. Conseguir el reconocimiento público de la autonomía se da de caso a caso, de mujer a mujer y en ese sentido, ¿es un asunto individual? Lagarde nos diría que no, sino que es un asunto de las mujeres como colectivo y de la sociedad en general reconocer y respetar la autonomía de las mujeres. Sin embargo, para que como colectivo ganemos autonomía ¿se puede afirmar que todas las mujeres pueden ser autónomas sin importar sus diferencias? ¿Puede ser autónoma una mujer no feminista?

Las diferencias entre las mujeres: ¿nos sirve a todas la autonomía? Para Zerilli, la autonomía como concepción moderna, ligada al fortalecimiento del individualismo liberal, nos ha llevado a casarnos con un sujeto político ideal al que queremos “adaptar” a todas las mujeres. Hemos creído que la autonomía es un valor deseable para todas y el camino para ello ha sido la defensa de los derechos individuales. Sin embargo, dejamos de lado otras formas de lucha política que han puesto de presente que existen objetivos políticos más ambiciosos y por tanto más transgresores. Según Gerald Dworkin, la cuestión de la autonomía “sólo se puede evaluar tomando en consideración etapas dilatadas de la vida de una persona. Se trata de una dimensión de valoración que evalúa una forma total de vivir la propia vida. De esta forma se da por supuesto que las vidas bien vividas son ordenadas, consistentes, están estructuradas de forma holística y que, en suma, han sido construidas racionalmente por un yo: son por tanto racional (y convenientemente) reconstruibles por teóricos y filósofos”. (Di Stefano,1996p:61) Las dificultades tienen que ver entonces con la generalización de una experiencia vital como la deseable o generalizable para todas las mujeres que se traduce en la búsqueda de objetivos políticos (tales como la autonomía), que asumimos como útiles y de interés para “todas las mujeres”, sin considerar el transfondo político que cada una de esas reivindicaciones puede tener para mujeres con objetivos políticos feministas contrapuestos. ¿Será la búsqueda de igualdad de oportunidades y derechos, o la autonomía, igual de valiosa o necesaria para todas las mujeres? La misma Lagarde reconoce que para las mujeres, la autonomía no es un asunto individual: no basta que se reconozca a una sola mujer, sino que es un asunto colectivo. En ese sentido para qué autonomía si carecemos de libertad y de igualdad: ¿cómo poder decidir sobre la propia vida si no existe ese marco que haga posible, valide y reconozca ese poder individual? ¿Decidir sobre qué si no existe un marco apropiado para las decisiones “autónomas” de las mujeres? Hay que recordar además que “lejos de ser cohesivo en sus orígenes, el feminismo, como todos los movimientos políticos democráticos modernos, estuvo dividido desde un comienzo, escindido por las diferencias acerca de las causas o las formas de opresión, las disputas sobre el significado de la liberación, y las posturas en permanente contienda sobre los ideales democráticos como la libertad y la igualdad y el ámbito público en el que éstos habrían de manifestarse”. (Zerilli, 2008b :21). Esto, sin embargo, no quiere decir que se haya recogido tal diversidad o adecuado la teoría y/o la práctica feminista a tal evidencia. Reconozco que hemos avanzado en el camino de reconocer las diferencias

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y desigualdades entre las mujeres, sin embargo nos ha costado más trabajo entender que la pluralidad no es sólo un asunto relacionado con las identidades de las personas de un lugar en particular o una cuestión de pertenencia a algún grupo social, sino que tiene un carácter de relación política tejida con lazos de opresión, enraizados profundamente y por ello difícil de detectar. Decir que la diferencia entre las mujeres existe, no conlleva en si misma la transformación de la práctica política. “La pluralidad no es un hecho demográfico o existencial sino una relación con las diferencias sociales, requiere que yo haga algo en relación con esas diferencias, que las tome en cuenta de alguna manera significativa”. (Zerilli, 2008c: 212) El feminismo cada vez tiene menos problemas para ver las diferencias entre las mujeres pero enfrenta grandes retos para ser capaces de tratarlas, evaluarlas y transformarse. Todavía hoy tenemos serias dificultades para establecer diálogos políticos con las feministas afrodescendientes, indígenas, lesbianas, jóvenes, básicamente porque todo el tiempo tratamos de defender que no somos racistas, etnocentristas ó adultocéntricas lo que en algunos casos no permite que escuchemos sus posiciones políticas o sus argumentos. Al final terminamos negando las diferencias y sin tener claro si lo que reivindicamos en nombre de todas las mujeres realmente es lo que necesitamos todas las mujeres. La evidencia mostrada por teóricas feministas de diferentes orígenes, nos hace pensar, sin embargo, que una lucha contra la universalidad del modelo androcéntrico y patriarcal termina estableciendo un nuevo modelo universal. Luchamos contra las explicaciones biológicas que nos hacen idénticas y limitan a las mujeres la posibilidad de la individuación y sin embargo terminamos justificando la lucha creando una supuesta categoría “mujeres” que tiene como fundamento el hecho biológico de tener un cuerpo de mujer. Quiero aquí establecer un punto central de esta reflexión: no solamente es necesario “reconocer” que existen diferencias entre mujeres, es necesario para el feminismo actuar en consecuencia, es decir, transformar la injusticia que puede estar teniendo lugar en las prácticas feministas actuales. La diversidad exige cambio, es decir, requiere un esfuerzo político consciente, construido y sustentado en un diálogo entre pares: “Esta (…) transformación comienza con el desarrollo de las capacidades políticas necesarias para entender las diferencias entre las mujeres, que hasta entonces habían sido rechazadas por considerárselas una amenaza para cierta forma de feminismo organizado en torno al principio de la igualdad y la identidad común de las mujeres”. (Zerilli, 2008d:208) Este esfuerzo político es descrito por Preciado como “un giro conceptual desde los debates de igualdad y diferencia, justicia y reconocimiento, e incluso desde el esencialismo y el constructivismo, hacia los debates acerca de la producción transversal de las diferencias. Marca un desplazamiento de aquellas posiciones que parten de una sola noción de diferencia sexual y de género —entendida esta en términos esencialistas, en términos marxistas (división sexual del trabajo) o en términos lingüísticos (orden simbólico o presimbólico) — hacia un análisis de naturaleza transversal. Se trata de estar atentos, dirá Bell Hooks, al “sobrecruzamiento de opresiones” (interlocking opressions). No es simplemente cuestión de tener en cuenta la especificidad racial o étnica de la opresión como una variable más, junto a la opresión sexual o de género, sino más bien de analizar la constitución mutua del género y la raza —lo que podríamos llamar la sexualización de la raza y la racialización del sexo— en tanto dos movimientos constitutivos de la modernidad sexocolonial” (Preciado, 2004:245). Y este reto requiere entonces que “hagamos algo en relación con las diferencias empíricas que puedan existir: la pluralidad no nombra un estado pasivo de diferencia ontológica sino una relación activa (…) e imaginativa con los otros en un espacio público. En tanto relación política externa a sus términos, la pluralidad se basa en la facultad de presentación (imaginación) y no –o no inicialmente- en la facultad de los conceptos (entendimiento). Puedo saber que existen diferencias empíricas como parte de la condición humana y no obstante no poder reconocerlas, porque el acto de reconocimiento implica algo más que la cognición o la aplicación de conceptos a particulares o, más precisamente: allí donde participa la cognición, el reconocimiento requiere que yo haga algo sobre la base de lo que se”. (Zerilli, 2008e:278)

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Esta transformación del feminismo sucede cada día. Es relevante hacer eco de feministas para quienes este reto lejos de ser visto como una amenaza a la supuesta “unidad feminista” o la fragmentación de esta lucha política, es un llamado a enriquecer y hacer más compleja la lucha, al poner de manifiesto las diversas opresiones que viven las mujeres, a entender cómo se relacionan entre si y a construir y a nombrar prácticas políticas que transformen el feminismo a partir del debate continuo que no omita ni le reste importancia a las diferencias. Beatriz Preciado, afirma que “el objetivo de estos proyectos feministas (posporno, punk y transcultural) no sería tanto liberar a las mujeres o conseguir su igualdad legal como desmantelar los dispositivos políticos que producen las diferencias de clase, de raza, de género y de sexualidad, haciendo así del feminismo una plataforma artística y política de invención de un futuro común”. (Preciado, 2007). La autonomía es una categoría normativa que establece un deber ser de la práctica política que no permite describir la experiencias políticas de las mujeres en su diversidad y lejos de aportar a la construcción de una/s sujeta/s política, establece de antemano las cualidades que debe cumplir para ser consideradas como tales. De nuevo establece un ideal único y universal para todas las mujeres, lo que desde luego no es posible dado el análisis anterior.

La vía de la libertad Hoy en día, hace parte del sentido común que la búsqueda de libertad para las mujeres ha sido unos de las bases fundamentales de la lucha feminista. Sin embargo, cuando se estudia teoría feminista se encuentra que además de la libertad, hemos estado buscando el fin de otras injusticias de género, tales como la explotación, la marginación, la carencia de poder, el imperialismo cultural y la violencia (Young, 2000). Y en muchas ocasiones no se ha reclamado la libertad por si misma sino “en términos de la cuestión social, la justicia social o la utilidad social”. (Zerilli,2008f: 26). Es decir, que a pesar de lo que se piensa en general, la libertad no ha sido un objetivo político permanente en la lucha feminista, sino más bien se ha visto como “un medio tendiente a alcanzar otro fin: atenuar los problemas asociados a la cuestión social” (Zerilli,2008g:29). De acuerdo a Zerilli pareciera que reclamar libertad para las mujeres se debe justificar en que sirve como medio para alcanzar un fin más valioso, como la justicia social. Parece que fuera impresentable o indefendible una propuesta política basada únicamente en algo que le hace bien a las mujeres, y más algo que le haga bien sólo a las feministas. De acuerdo a esta autora, “Los intentos feministas de sustituir la idea de las mujeres como grupo natural (sexo) o de las mujeres como grupo social (género) cuestionan las tareas sociales sustantivas asignadas sobre la base de las diferencias sexuales, pero de ninguna manera trastornan la lógica que vinculan estrechamente la vida política a la utilidad social. El problema de este vínculo o atadura no es sólo que interrelaciona la ciudadanía de las mujeres con las funciones sociales de la feminidad, sino también la tendencia del valor utilitarista a adueñarse de los reclamos de libertad”. (Zerilli,2008h: 35) Es posible que sigamos pensando dentro de los estrechos límites del orden patriarcal que justifica la existencia de las mujeres desde la utilidad social que tiene su quehacer y no como sujetas reivindicables por si mismas. Y es allí en donde tal vez encontremos la fisura en el orden político: en el desorden que representa la existencia de mujeres libres para si, sin otro objetivo que vivir fuera de la opresión. Cuando las feministas se rebelan y actúan en libertad, están inventando un nuevo orden social que reta profundamente el sistema. Actuar en libertad “no surge de mediante la rememoración del pasado sino mediante la invención: el acto de comenzar de nuevo”. (Zerilli, 2008i:175) Según Gerald Dworkin, la autonomía es un concepto global, mientras que la libertad es local, puesto

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que pertenece a acciones y contextos específicos. (Di Stefano,1996: 60), y en ese sentido, se propone reapropiarnos de la libertad como un objetivo político. Lograr la libertad de las mujeres implica construir las condiciones simbólicas y materiales necesarias para que la voluntad de libertad encuentre un contexto político que le permita ser. Esta relación entre libertad e igualdad, insisten las autoras, no como medio para hacer de esta una sociedad “mejor” en general sino como cuestión fundamental para cambiar la vida de las mujeres: “Nuestra política no aspira a mejorar la sociedad sino a liberar a las mujeres y sus opciones, es decir, liberarlas de la obligación de justificar su diferencia y de todas las formas de servidumbre social que entraña esta obligación. La libertad femenina es radicalmente infundada: ni fundacional ni consecuencialista, su única razón de ser es ella misma”. (Zerilli,2008j: 197) De acuerdo a estas teóricas ser libres y actuar es lo mismo. Teniendo siempre presente que no podemos hablar de las mujeres como colectivo homogéneo de cara a la libertad, Teresa de Lauretis nos recuerda la necesidad de defender “una libertad que paradójicamente, no exige la reivindicación de los derechos de la mujer ni la igualdad de derechos bajo la ley, sino solamente la responsabilidad plena, política y personal de las mujeres que es una idea tan asombrosamente radical como cualquiera que haya surgido en el pensamiento occidental”. (Zerilli, 2008k:188) Para De Lauretis, reivindicar la libertad o cualquier otro valor político implica “una puesta en cuestión de la categoría “mujer” como aquella que define al sujeto político del feminismo” (Preciado, 2004: 247) y por tanto, “dar cuenta de la pluralidad (las diferencias entre las mujeres) sin renunciar por ello a la capacidad de actuar políticamente”. (Zerilli, 2008l:65) Luisa Muraro por su parte advierte que debemos “darnos cuenta de que la libertad de las mujeres no esta unida a la libertad de los hombres. Al menos teóricamente, la libertad de las mujeres es querida concebida y defendida por si misma, independiente de la de los demás, niños, hombres, inmigrantes, etc…” (Cirillo,2002: 24). No quiero terminar dejando una sensación de rechazo a la categoría de autonomía, pero si reitero el llamado a la sospecha de los grandes relatos que estructuran tradicionalmente las luchas políticas y para ello retomo un planteamiento de Grimshaw: “la solución no debería consistir en rechazar conceptos como identidad o autonomía. Antes lo contrario, el reto feminista es ofrecer una interpretación de ellos que ni asuma el yo unitario original (…) ni ignore las necesidades de las mujeres. Esas necesidades incluyen el deseo de muchas mujeres de relacionar fragmentos confusos de si mismas para lograr algo que parezca más coherente y que sientan que controlan más y mejor”. (Di Stefano, 1996q: 65). Y en ese sentido, retomo la propuesta política de las feministas de la Librería de Milán, que nos anima a acompasar los reclamos y búsquedas de autonomía y derechos por la de las relaciones políticas entre mujeres, para ellas “es más importante tener interlocutoras reconocidas que derechos reconocidos, no porque los derechos no importen sino porque sólo importa cuando los reclamamos, los usamos y los superamos en pos de nuevos reclamos y nuevas libertades”. (Zerilli, 2008m: 235). Quiero cerrar esta breve reflexión con las palabras de Benoït Groult, “es necesario curarse de ser mujer. No de haber nacido mujer, sino de haber crecido en un universo de hombres, de haber vivido cada etapa y cada acto de nuestra vida a través de los ojos de los hombres y sus criterios” (Cirillo, 2002a:14), y por ello, tal vez, con el riesgo permanente de caer en la trampa de luchar en el feminismo con las reglas del patriarcado.

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Bibliografía ²

CIRILLO, Lidia. 2002 Mejor Huérfanas. Por una crítica feminista al pensamiento de la diferencia. Anthropos Editorial.

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DI STEFANO, Christine. 1996 “Problemas e incomodidades a propósito de la autonomía: algunas consideraciones desde el feminismo” En Castells Carme: Perspectivas feministas en teoría política. Ediciones Paidos Ibérica. Barcelona ESKALERA KARAKOLA. 2004 Otras inapropiables. Feminismos desde las fronteras. Traficantes de sueños. Madrid.

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LAGARDE, Marcela. 1997 Claves feministas para el poderío y la autonomía de las mujeres. Puntos de Encuentro. Nicaragua.

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PRECIADO, Beatriz. 2007 “Mujeres en los márgenes: Reportaje después del feminismo”. On line. Disponible en: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=45408 {14 de Enero de 2011}.

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YOUNG, Iris Marion. 2000 La justicia y la política de la diferencia. Ediciones Cátedra, Universidad de Valencia Instituto de la Mujer.

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ZERILLI, Linda M. 2008. El feminismo y el abismo de la libertad. Fondo de Cultura Económica. Buenos Aires.

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Castillo, Alejandra. Nudos feministas: Política, filosofía, democracia, Santiago, Palinodia, 2011, 108 Págs.

Sabsay, Leticia, Fronteras sexuales. Espacio urbano, cuerpos y ciudadanía, Buenos Aires, PAIDOS, 2011, 172 págs.

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Sección de Reseñas

Castillo, Alejandra. Nudos feministas: Política, filosofía, democracia, Santiago, Palinodia, 2011, 108 Págs. Una línea recta. Una unidad vectorial es un módulo entre un inicio y un final con características de dirección y sentido. Entre ese inicio y ese final la mitad de ellos mismos, la décima, la cuarta, las dos quintas partes: infinitos cuocientes hay entre un inicio y un final definidos de antemano. Muchos puntos hay cuando se limita un intervalo, muchos. Tantos que algunos de ellos quedan reducidos inevitablemente a una pequeña fracción del otro, a su división limítrofe, a su derivación infinitesimal. Pero siempre en línea recta. Gran parte del pensamiento de las ciencias giró por mucho tiempo en torno a la idea de linealidad. Entre un momento y otro, entre un tiempo y su futuro existía la idea que para alcanzar a comprender los fenómenos de lo vivo, siempre avanzamos hacia adelante en línea recta: el hombre es la escala de la evolución, una macromolécula es sólo la suma de sus unidades estructurales, un gen es la expresión de un comportamiento, una enfermedad es un fármaco. Nada más erróneo, nada más cegado que las miradas planas que buscan encontrar un solo lugar donde existir, una sola disciplina que habitar. El biólogo decimonónico George Couvier hablaba que continuamente estamos pisando un terreno sobre la base de una catástrofe, donde las especies existentes en el hoy son el producto de un reemplazo por creación sucesiva luego del desastre que lo aniquila todo. Nunca existen los mismos luego de la catástrofe. Algo se crea repetida y sucesivamente luego de la ruina. Sin embargo, catastrofismo y creacionismo son dos visiones que sin duda siguen con la idea de lo lineal, de lo que sólo avanza para adelante como cuando solemos pensar la política como una cuestión de mirada y tiempo: nos dicen siempre que miremos hacia adelante, que tenemos que levantar los ojos para imaginar un mejor futuro. Mirar hacia adelante, no mirar hacia atrás. El libro de Alejandra Castillo, Nudos feministas: Política, filosofía, democracia nos implica a desvalorar esos imaginarios flanqueados por un solo eje de sentido y para ello interrumpe la dinámica rectilínea con un trabajo desde el feminismo. A esa línea, “ella” le hace “nudos”. Los “nudos”, como esas construcciones que parecieran ponen una señal de finalización, pero que quizás lo que hacen es darnos cuenta de un cierto problema, incomodidad o negatividad con la política feminista y su representación de la mujer en el espacio de lo público, en la democracia. “Hay un problema, una incomodidad quizás entre las mujeres, los derechos humanos y la idea de ciudadanía que le es propia” (Castillo: 2011a, 47) dice Alejandra Castillo, insistiendo en una extrañeza al recorrer un territorio que siéndole propio no le es seguro, por donde uno no puede caminar firme. “Nudos” ha sido una imagen que recorre los discursos de los feminismos en Chile, imagen y representación utilizada, citada y vuelta a citar desde que la feminista Chilena Julieta Kirkwood visualizara así la política de mujeres, sin la novedad del poner en escena un significante ya asociado a una lógica que intenta comprender una topología de geometrías inalterables. Kirkwood sitúa esa imagen— los “nudos”— en las formas de organización de las prácticas feministas y su relación con el poder, el saber y la representación. Así pues Julieta Kirkwood dice: Los nudos más recurrentes y perceptibles han tenido que ver (…) con el conocimiento, con la relación entre feministas y políticas, con el poder, con la relación femenino/feminista; con la cuestión de las estrategias, con la idea de profundización feminista versus la amplitud de llegada de la misma acción; con opciones entre vanguardias y masas, con el encierro en lo personalístico versus un planteo feminista social; nudos entre partidos y movimientos autónomos. Y el gran nudo síntesis, por supuesto, el de clase/género (Kirkwood: 1990, 238-239) La potencia de las imágenes que nos muestran a la vez movilidad y relación nos permiten traducir los esquemas visuales de un tiempo particular y su entrecruzamiento político y social, pero también nos permiten establecer marcos de lecturas abiertos a ser disgregados por restricciones múltiples y no protocolizadas

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donde incluir miradas sospechosas del canon. Julieta Kirkwood y Alejandra Castillo en este libro son dos sospechosas tensadas en un mismo espacio pero en dinámicas temporales diferidas, digámoslo así. Sospechosas del feminismo, sospechosas de la mirada, del ojo. De dos ojos. De su propio ojo y del ojo del feminismo que las mira extraño. Muchas veces con desconfianza. Como también podríamos decir de cierta academia de “autores masculinos que cultivan literariamente su metáfora sin que ellos como sujetos se sientan mínimamente obligados a establecer algún compromiso práctico con las mujeres reales de la lucha política y con la acción teórica del feminismo” (Richard: 2008, 52) Si para Julieta Kirkwood el problema está en los “nudos” me atrevería a afirmar—en el repaso de los capítulos del libro— que para Alejandra Castillo un “nudo” no puede hacerse, no puede comprenderse sino en relación a las dinámicas del “daño”. De un daño somático que atañe al cuerpo de las mujeres como marca de su constitución. Pero también como un “daño” simbólico. Un daño en lo político. Así, en relación a ciertas preguntas planteadas por su autora, el problema no estaría en verificar este “daño”, de poseerlo y agenciarlo como estrategia política, sino más bien en la insistencia de aquel remedio que lo cure completamente, promoviendo así una invisibilización. Castillo lo verifica en “una política remedial de género que tiene por objetivo principal asegurar a las “mujeres” el hecho de ser “mujeres” sin daño” (Castillo: 2011b, 14) La insistencia de la posibilidad de dañar la política de la acción afirmativa del feminismo, esa política de sólo “mujeres”, quizás se encuentre en adentrarse a intervenir los mismos modos de comprensión de las identidades que este feminismo ha sabido excluir, utilizando muchas veces las estrategias de la paridad y la justicia como utopía democrática, un tema ampliamente abordado en el capítulo “El escenario Bachelet y las políticas de la presencia”. De esta forma, y siguiendo los argumentos del libro, ese “daño” que la política rechaza al esperar de nosotros sujetos claros, sanos y coherentes no estaría en la mera inclusión de identidades que resguarden su nicho de derechos y complicidades, donde se encuentren cada uno en sus particularidades, dentro de un marco más amplio y pluralista. Los posicionamientos críticos desde donde uno actúa deben cuestionar el estatuto global de la sexualidad y su engranaje cultural y no sólo aquietarse con su parcela de derechos conseguidos. Porque podríamos caer en un discurso que vuelve a naturalizar las identidades como un catálogo, sin preocuparse por la representación. Puesto que es esta “batalla por la representación” lo que nos permite comprender que ciertos discursos de lo “natural” no son sino ordenamientos sociales, que de la mano del poder (gubernamental, psíquico, cotidiano) y la violencia (patriarcal, heterosexual y simbólica) construyen un tejido muy finamente organizado que pareciera muy difícil “desdiferenciar” para adentrarse en algunas de sus capas. Una historia tan bien contada que a muy pocos urge exaltar o comprometer. Ahora bien, Alejandra Castillo en el capítulo “El feminismo no es un humanismo” nos recuerda que las estrategias de representación del feminismo contemporáneo han recurrido a la idea de lo fragmentario como contraposición a lo “unitario”, anudándose así a las figuraciones de lo “impolítico”. Lo “impolítico” como materialización de una figura, más que hablar desde el seno de la política misma, se enuncia desde los bordes para descalcificar el armazón identitario de la política moderna. Pues, como bien dice: “estas nominaciones, como nominaciones de lo impolítico, no tienen como preocupación central la dilatación de la dimensión del individuo y de la comunidad hasta sus últimos términos (…) No es, en definitiva, como se

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podría pensar, la comunidad la que comprende dentro de sí al individuo, sino el propio individuo el que lleva dentro de sí una comunidad rota” (Castillo: 2011c, 105) Si las políticas de la interrupción que cuestionan finalmente el patrón moderno de la política lo han hecho a través de las estrategias de la ficción, del trabajo de pensar mundos posibles e inapropiables que el lenguaje de la universalidad humanista decreta como menos “real” o menos “efectivo”, deberíamos entonces cuestionar también las formas que adquieren nuestros cuerpos para desaprender sin melancolía, la morfología actual de nuestras identidades “dañándolas”, pues como dice el filósofo chileno Willy Thayer: Nada se pierde con perder la identidad. No contiene más que un torrente estrecho de necesidades sin pausa, policías y cuidados sin cuento. Lo que en ella interesa, se encuentra en cualquiera, Su perpetuación es la rigidez inmutable, la invarianza que es la ausencia de felicidad. Su cesación es un alivio para la fuerza que la mantiene (Thayer: 2011, 39) Un proceso de subjetivación sería entonces un des-nudo de la clasificación, de la disciplina que creemos dominar, de la mirada con que nos miran y nos miramos. Ahí podría quizás encontrarse el “daño” particular de una política feminista que se vuelve incómoda y también comprometida con la alteridad desde las figuras de un activismo híbrido entre lo teórico y ficcional, que sepa comprender la configuración del espacio común como una figuración múltiple y no clausurada. Un “daño” que cierto feminismo de la acción afirmativa insiste en excluir, pero que no es sino necesario para comprendernos como sujetos siempre incompletos con una difícil filiación que anuda nuestros cuerpos al feminismo con figuras que como nos dice Alejandra Castillo “parecen hablarnos de lo “absolutamente otro” de lo venido de un lugar aún no descifrado, tal vez de un más allá de lo humano. Figuras de la alteridad que de antaño, como sabemos, han estado presentes a la hora de describir a las mujeres” (Castillo: 1998,72) Así recibo la provocación que Nudos feministas: Política, filosofía, democracia nos invita mediante sus reflexiones sobre lo político y lo impolítico del feminismo, como territorio de disputa entre lo representado y lo que queda fuera de campo. Así leo también los desafíos siempre atentos a una disidencia que no puede estar segura de sí misma, ni de su activismo en tanto su colectividad no cuestione de antemano los axiomas de la identidad y la política como la reconocemos hasta hoy.

JORGE DÍAZ

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Sabsay, Leticia, Fronteras sexuales. Espacio urbano, cuerpos y ciudadanía, Buenos Aires, PAIDOS, 2011, 172 págs. El libro nos permite reflexionar acerca de como la política espacial construye nociones de género y ciudadanía. De forma clara y sólida, se enmarca en las políticas sexuales en el contexto democrático analizando el caso de la legislación de la Ciudad de Buenos Aires en la década del noventa. En este escrito, la autora retoma algunos resultados de su investigación doctoral, los profundiza y abre aristas nuevas desde donde imbrica diversos procesos/problemas sociales actuales como la multiculturalidad, la diversidad y las fronteras socio espaciales excluyentes. En otras palabras, discute algunos aspectos problemáticos en relación con el sujeto político presupuesto en los discursos sobre la diversidad sexual. Es de destacar que el libro comienza con un prólogo escrito por Judith Butler quien realiza una mirada seria y profunda del trabajo de Sabsay. En el mismo subraya los aspectos de las diversas perspectivas teóricas y disciplinarias que retoma la autora, los vínculos que construye entre la teoría de la performatividad del género, las leyes y sus imaginarios, el espacio urbano, los cuerpos y la ciudadanía. La obra está compuesta por una introducción y cinco capítulos más las referencias bibliográficas. La hipótesis que la guía es: “Que la reinterpretación liberal de las visiones constructivistas sobre la identidad y el sujeto del género limitaron su potencial crítico. Más aún mi idea es que las nociones liberales sobre el sujeto no se impusieron desde afuera sobre la mirada constructivista acerca del género, sino que por el contrario cierto constructivismo ya era liberal en algunos de sus presupuestos”. (pp.: 33). En el capítulo I: “El Sujeto político y la diversidad”, comienza con las intersecciones que se encuentran proyectadas desde el paradigma de la diversidad sexual y su lazo con los derechos individuales. Desde ese marco, explora las múltiples concepciones feministas acerca de los sujetos del género y toma la argumentada perspectiva teórica de Judith Butler sobre la performatividad genérica para discutir la cuestión individualista de la libertad y la igualdad. En el capítulo II: “Las zonas rojas de la Democracia sexual”, muestra el fenómeno político y mediático que presumió la nueva legislación de Buenos Aires en dependencia con la despenalización del trabajo sexual y la visibilización/cristalización de colectivos de travestis y mujeres transexuales en el espacio público. Asimismo, profundiza el debate sobre los sesgos de la diversidad que introdujo en el capítulo anterior. Se fundamenta en los núcleos principales de la cuestión y en las implicaciones de sus resoluciones momentáneas, afirmando que, en general, la criminalización y la vulnerabilidad del trabajo sexual y, en particular, de las trabajadoras sexuales Trans, visibilizan el carácter limitado y discordante que asume en el presente el proceso de democratización sexual. En el tercer capítulo: “El discurso de la ley” específicamente se focaliza en la dinámica que interpela la performatividad y tensiona la construcción de los sujetos de la ley, desde donde se producen diferentes procesos de subjetivación segregada enmarcadas en las templanzas de las leyes antidemocráticas y en las nuevas reglas legales de democracia liberal. En el capítulo 4: “La performatividad del trabajo sexual”, se dedica al análisis de la hostilidad que giró en torno al artículo del Código de convivencia el cual trata al trabajo sexual. Además, explica las diversas traducciones de dicho apartado desde las miradas de los medios gráficos que contaban dichas luchas políticas. Aquí argumenta que: “(…) en la configuración fantasmática de un exterior, la noción de frontera se torna especial para comprender como funcionan los procesos de exclusión a partir de los cuales se define la ciudadanía” (pp. 29). Se suma, la forma en que la performatividad del trabajo sexual se convierte en un eje fundamental para la reconstitución del espacio público de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

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Llegando al final, la autora presenta el capítulo V: “El periodismo y la regulación del espacio público”, de una manera dedicada específicamente a visibilizar el sentido mediático del asunto. Focaliza, en este último apartado, ciertos aspectos que se mostraron como prioritarios en las diferentes formas en que los discursos de los medios periodísticos mostraban el tema: “(…) la configuración de un antagonismo entre la sociedad y su otro, colocando nuevamente a los colectivos marginalizados como el exterior constitutivo de la sociedad; la espacialización de las fronteras identitarias en el espacio urbano; la violencia en el imaginario visual; la narrativización y otros procedimientos de veridicción mediante los que se producen “efectos de verdad” sobre el sujeto”. (pp. 29) La lectura del libro permite (re)construir una mirada crítica de las diferentes formas en que se articulaba poder en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en el camino a la democratización ciudadana y el reconocimiento de la diferencia. Desde sus páginas provoca la rearticulación de los procesos de reproducción de lo que denomina “heterocentrismo” y a su vez muestra como los procesos resignifican la heterosexualidad desde la norma interpelando permanentemente la constancia del orden socio-sexual dominante. El trabajo, resulta de un novedoso y riguroso aporte teórico y metodológico para pensar y reflexionar acerca de idea de sujeto desde los niveles discursivos, corpóreos y performativos enmarcados en nuestras ciudades actuales.

MARCELA ALEJANDRA PAÍS ANDRADE

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I. CONVOCATORIAS DE REVISTAS

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II. CURSOS, SEMINARIOS, Y CARRERAS

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III. PROYECTOS

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IV. CAMPAÑAS

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I. CONVOCATORIAS DE REVISTAS 1) e-misférica, the journal of the Hemispheric Institute of Performance and Politics. e-misférica 10.1 Call | Convocatoria |Convocatôria Species | Especie | Espécie ____________________________________________________________________________________ e-misférica 10.1: Species Editors: Jill Lane and Marcial Godoy-Anativia Invited editorial collective: Gabriel Giorgi, Álvaro Fernández Bravo, and Fermín Rodríguez e-misférica invites the submission of scholarly essays, artist/activist presentations, and reviews of books, performances and films for its Winter 2013 which will have “species” as its central focus. A deep ambivalence informs the present cultural and political uses of the notion of “species”: on the one hand, following Cary Wolfe's analysis of the “discourse of species” as a matrix of violence, it marks hierarchical distinctions between forms of life—distinctions that have served to legitimate systemic forms of violence. On the other, species map "zones of affinity" between bodies and make visible spaces of relation and links between heterogeneous bodies—as in the “multinaturalism" and "perspectivism" of Eduardo Viveiro de Castro. “Thinking species” implies mapping a genealogy of this ambivalence and understanding the history of this bipolar conceptual and aesthetic imperative, which is both sinister and generative. Species is a category central to critical reflection on the so-called "animal question" and to understandings, via biopolitics, of modes of domination, antagonism, and governance that situate biological life at their center. While many discourses around human rights and "the defense of life" make species the nucleus of "autoimmune" protection (Esposito) in the face of diverse threats that cast humans as an endangered species, others extend a discourse of rights to animals themselves. Still other critical practices take “species” and its power of variation as the starting point for thinking of alternative forms of community and ethical-political bonds. At the same time, performance offers generative grounds for such reflection, in its particular engagement with the practices and discourses of embodiment, especially in relation to the shifting boundaries between human/animal and the critical interrogation of anthropocentric and specieist assumptions. This issue of e-misférica seeks to investigate these critical imaginaries of the present, and invites scholarly essays, artistic work, and activist interventions that reflect critically on the relation between species, politics, and signification. Please submit completed essays by October 1, 2012; advance queries and abstracts are most welcome. To submit multimedia presentations and reviews, please contact the editors with proposals not later than September 1, 2012, with texts and materials due October 15. All contributions, proposals, and consultations should be sent to the editors at [email protected]. Our guidelines and style sheet can be found at http://hemisphericinstitute.org/hemi/en/participate. ____________________________________________________________________________________ e-misférica 10.1: Especie Editores: Jill Lane and Marcial Godoy-Anativia Colectivo editorial invitado: Gabriel Giorgi, Álvaro Fernández Bravo y Fermín Rodríguez e-misférica invita a enviar ensayos académicos, presentaciones artísticas o activistas y reseñas para su primer número del 2013, en el cual se abordará el tema de la especie. Los usos culturales y políticos de la

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noción de especie parecen estar atravesados por una ambivalencia profunda: por un lado, sirven para trazar distinciones jerárquicas entre cuerpos y formas de vida, distinciones que han legitimado las violencias más sistemáticas—Cary Wolfe ha sintetizado esta dimensión en su fórmula sobre el “discurso de la especie” como matriz de violencia. Por otro lado, la noción de especie mapea “zonas de afinidad” entre cuerpos, indicando espacios de relación entre cuerpos heterogéneos, pensando, por ejemplo, en el “multinaturalismo” y “perspectivismo” de Eduardo Viveiros de Castro. Pensar la especie significa, así, procurar reconstruir la genealogía de una división e indagar la historia de un dispositivo conceptual y estético bipolar, fructífero y siniestro a la vez. La especie es una categoría central a la reflexión crítica sobre la llamada “cuestión animal” tanto como a las aproximaciones que, desde la biopolítica, piensan modos de dominación, de gobierno y de antagonismo que ponen en el centro de sus apuestas la vida biológica. Si muchos discursos en torno a los derechos humanos y la “defensa de la vida” hacen de la especie el núcleo de protección "autoinmunitaria" (Esposito) ante amenazas diversas—en donde el hombre emerge, ante todo, como especie amenazada—otras prácticas creativas y críticas toman la especie y su poder de variación como punto de partida para pensar formas alternativas de comunidad y de lazo ético-político. Prácticas estéticas diversas, desde las artes plásticas hasta performance, han ofrecido un suelo productivo para esa reflexión, justamente por su relación directa con las prácticas y los discursos de “corporización” especialmente en relación a la frontera móvil entre humano y animal y también a la puesta en crisis de suposiciones antropocéntricas. Este número de e-misférica busca reflexionar sobre esta zona de la imaginación crítica del presente, reuniendo ensayos, intervenciones y prácticas estéticas que reflexionen críticamente sobre las intersecciones entre especie, política y lenguaje poniendo en diálogo tradiciones teóricas diversas. La fecha límite para el envío de ensayos es el 1 de octubre 2012; consultas por adelantado son muy bienvenidas. Las propuestas para multimedios y reseñas serán recibidas hasta el 1 de septiembre, con envío de materiales y textos finales el 15 de octubre. Todas las contribuciones, propuestas y consultas deben ser enviadas a los editores a [email protected]. Las normas editoriales se encuentran aquí: http://hemisphericinstitute.org/hemi/es/participate. ____________________________________________________________________________________ e-misférica 10.1: Espécie Editores: Jill Lane e Marcial Godoy-Anativia Coletivo editorial convidado: Gabriel Giorgi, Álvaro Fernández Bravo e Fermín Rodríguez e-misférica convida a enviar ensaois acadêmicos, presentações artísticas ou activistas e resenhas para a sua primeira edição de 2013 que abordará o assunto da espécie. Os usos culturais e políticos da noção de “espécie” parecem estar atravessados por uma ambivalência profunda: por um lado, servem para traçar distinções hierárquicas entre corpos e formas de vida, distinções que têm legitimado formas sistemáticas de violência—Cary Wolfe sintetizou essa dimensão na sua fórmula sobre o “discurso da espécie” como matriz de violência. Por outro lado, a noção de espécie mapeia “zonas de afinidade” entre corpos, indicando espaços de relação entre corpos heterogêneos, pensando, por exemplo, no “multinaturalismo” e no “perspectivismo” de Eduardo Viveiros de Castro. Pensar espécie significa, assim, procurar reconstruir a genealogia de uma divisão e interrogar a história de um dispositivo conceitual e estético bipolar, tanto sinistro quanto generativo. A espécie é uma categoria central para a reflexão crítica sobre a chamada “questão animal”, assim como para perspectivas que, a partir da biopolítica, pensam modos de dominação, de governo e de antagonismo que

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põem a vida biológica em seu centro. Enquanto muitos discursos sobre direitos humanos e a “defesa da vida” fazem da espécie o núcleo de proteção “autoimune” (Esposito) diante de diversas ameaças que colocam os humanos na posição de espécie ameaçada, outros estendem um discurso de direitos aos próprios animais. Outras práticas criativas e críticas, ainda, tomam a “espécie” e seu poder de variação como ponto de partida para pensar sobre formas alternativas de comunidade e de laços ético-políticos. Diversas práticas estéticas, desde as artes plásticas até a performance, oferecem uma base produtiva para essa reflexão, justamente por sua relação direta com as práticas e os discurso de “corporificação”, especialmente em relação à fronteira mutável entre humano e animal e o questionamento crítico de pressuposições antropocêntricas. Esta edição de e-misférica procura investigar esses imaginários críticos do presente, reunindo artigos, intervenções e práticas estéticas que refletem criticamente sobre as interseções entre espécie, política e linguagem, colocando diversas tradições teóricas em diálogo. O prazo final para o envio de artigos é dia 1º de outubro de 2012; consultas prévias e resumos são muito bem vindos. Propostas de apresentações multimídia e resenhas serão aceitas até o dia 1º de setembro, sendo que o envio final dos materiais e textos acontecerá até o dia 15º de outubro. Todas as contribuições, propostas e consultas devem ser enviadas aos editores no e-mail [email protected]. Nossas normas editorias podem ser encontradas aqui: http://hemisphericinstitute.org/hemi/pt/participate.

2) Gendered Perspectives on International Development GPID Call for Papers Michigan State University's Gendered Perspectives on International Development (GPID) Publication Series invites you to submit your manuscript for review. Gendered Perspectives on International Development (GPID) publishes scholarly work on global social, political, and economic change and its gendered effects in the Global South. GPID cross-cuts disciplines, bringing together research, critical analyses, and proposals for change. Our previous series, WID Working Papers (1981-2008), was among the first scholarly publications dedicated to promoting research on the links between international development and women and gender issues. Gendered Perspectives on International Development recognizes diverse processes of international development and globalization, and new directions in scholarship on gender relations. The goals of GPID are: (1) to promote research that contributes to gendered analysis of social change; (2) to highlight the effects of international development policy and globalization on gender roles and gender relations; and (3) to encourage new approaches to international development policy and programming. Individual papers in the series address a range of topics including gender, violence, and human rights; gender and agriculture; reproductive health and healthcare; gender and social movements; masculinities and development; and the gendered division of labor. We particularly encourage manuscripts that bridge the gap between research, policy, and practice. Previously published WID papers in the series can be viewed at h t t p : / / g e n c e n . m s u . e d u / p u b l i c a t i o n s / p a p e r s . h t m a n d http://gencen.msu.edu/publications/archivedpapers.htm. Gendered Perspectives on International Development Working Papers are article-length manuscripts (9,000word max) by scholars from a broad range of disciplines. They disseminate materials that are at a late stage of

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formulation and that contribute new understandings of women and men's roles and gender relations amidst economic, social, and political change. If you are interested in submitting a manuscript to the GPID Publication Series, please contact Dr. Anne Ferguson, GPID Publication Series Editor, 206 International Center, Michigan State University, East Lansing, MI 48824-1035, USA. If you have any questions, please feel free to call us at (517)353-5040, fax (517)4324845, or email [email protected].

3) América Latina Hoy - Revista de Ciencias Sociales Convocatoria de artículos para vol. 66 (abril 2014): Mujeres en política Coordinadora del Volumen: Mariana Caminotti (Universidad Nacional de San Martín, Argentina) [email protected] Presentación: Los últimos años muestran un renovado interés en el estudio de la participación de las mujeres en los procesos políticos y las instituciones democráticas. En este campo amplio, encontramos un cuerpo de trabajos que se enfocan en dos grandes cuestiones: los factores que afectan el acceso de las mujeres al poder y las consecuencias de la participación femenina en las instituciones políticas. A grandes rasgos, esta literatura ha puesto una especial atención en las reglas electorales y su impacto sobre la selección de candidatas, la elección y el comportamiento legislativo de las mujeres. Otro tópico saliente ha sido el vínculo entre la representación descriptiva (presencia numérica) y la representación sustantiva de las mujeres (acting for women), con hallazgos empíricos contradictorios. Más recientemente una promisoria línea de trabajos ha comenzado a examinar la manera en que la arquitectura del Estado afecta las oportunidades políticas de las mujeres y su participación en las instituciones. Algunos campos menos sistemáticamente explorados y que ameritarían atención son las brechas de género en ámbitos institucionalizados y no institucionalizados de participación política; las actitudes y el comportamiento electoral de las ciudadanas; la emergencia y la consolidación de liderazgos femeninos en los partidos políticos y los ejecutivos; y los patrones de carrera política. América Latina, cercana a completar su tercera década ininterrumpida de democracia, presenta una serie de tendencias que hacen de la región un terreno empírico sumamente rico para la indagación de estos fenómenos. Desde la década de 1990 hasta la fecha, más de diez países han adoptado leyes de cuota para aumentar la presencia de mujeres en las listas de candidatos a los órganos legislativos nacionales. Distintas organizaciones partidistas han impulsado medidas de acción afirmativa, así como unidades de mujeres o género dentro de sus estructuras organizativas. La representación de las mujeres ha crecido en buena parte de los órganos legislativos, y algunos de ellos lideran el ranking internacional de Mujeres en el Parlamento de Inter-Parliamentary Union. Además, se han creado comisiones especializadas y bancadas femeninas para el tratamiento de proyectos sobre asuntos de género en un conjunto de legislaturas de la región. En el ámbito de los ejecutivos, el triunfo electoral de Michele Bachelet en Chile, Cristinta Fernández en Argentina, Laura Chinchilla en Costa Rica y Dilma Rousseff en Brasil, inauguraron un período de feminización de las presidencias que es inédito en la historia latinoamericana. Sin la intención de ofrecer un listado exhaustivo de temas a abordar, sugerimos algunas preguntas y líneas de trabajo de interés para el Volumen: · ¿Cuál es el impacto de los sistemas electorales sobre el acceso de mujeres a los legislativos? ¿De qué manera influyen sobre su comportamiento una vez en el cargo?

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· ¿En qué medida las leyes de cuota han favorecido la elección y la consolidación de las carreras de mujeres en los niveles nacionales y subnacionales? ¿De qué manera han reaccionado los partidos políticos al desafío de aplicar cuotas de género u otras medidas de equidad en la nominación de los candidatos? · ¿Cuál es el vínculo entre la elección de legisladoras (representación descriptiva) y la representación de “intereses de mujeres” (representación sustantiva)? ¿Qué desafíos metodológicos conlleva su medición? · ¿Qué tipo de transformaciones se han producido al interior de las legislaturas? ¿Se registran cambios en las estructuras organizacionales, las dinámicas o la cultura interna? · ¿Qué factores han contribuido a la emergencia de liderazgos políticos femeninos y al acceso de mujeres a las presidencias? ¿Es posible encontrar patrones que ayuden a explicar el fenómeno? · ¿En qué medida la feminización de las presidencias ha tenido impactos en la implementación de políticas de género y cómo se han posicionado sus gobiernos frente a las agendas del feminismo? · ¿De qué manera la arquitectura del Estado y las estructuras de gobernanza afectan las oportunidades políticas de las mujeres y su participación en la política institucional? Quienes estén interesados/as deberán enviar una propuesta de artículo que incluya un título y un resumen de 15 líneas con las ideas centrales a la coordinadora del volumen, para que ésta pueda realizar una preselección de artículos a ser considerados para su evaluación por revisores externos a la Revista. La fecha límite para el envío de las propuestas es el 30 de octubre de 2012. Los autores y las autoras preseleccionados serán notificados en noviembre de 2012 y tendrán tiempo hasta febrero de 2013 para enviar sus artículos completos, que serán sometidos a un proceso de evaluación externa de revisión de pares. Todos los artículos deben cumplir con las normas de edición de la revista para poder ser sometidos a su evaluación. En agosto de 2013 el Comité de Redacción enviará la respuesta definitiva de aceptación o rechazo, así como comentarios, a cada uno de los autores y autoras preseleccionados. Se publicarán aquellos 6 artículos que reciban dos evaluaciones positivas por parte de revisores externos y que se ajusten a los criterios de la convocatoria. La fecha límite para enviar las versiones finales de los artículos seleccionados para su publicación es el 30 de septiembre de 2013. Normas de edición: http://campus.usal.es/~revistas_trabajo/index.php/1130-2887/about/submissions#authorGuidelines Fechas importantes: Lanzamiento de convocatoria: 10 de julio de 2012 Recepción de propuestas: hasta el 30 de octubre de 2012 Pre-selección de artículos y comunicación a los/as autores: 10 de noviembre de 2012 Recepción de artículos para evaluación: 28 de febrero de 2013 Respuesta y comentarios de los/as evaluadores: 1 de agosto de 2013 Fecha límite para la entrega definitiva de los artículos: 30 de septiembre de 2013 Publicación del número: abril de 2014 Esta convocatoria de artículos no compromete a América Latina Hoy, Revista de Ciencias Sociales, con la publicación de ningún artículo. Ante cualquier duda, por favor enviar un correo electrónico a la coordinadora del volumen

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([email protected]) o a la secretaría general de la revista ([email protected]).

4) TSQ: Transgender Studies Quarterly Announcement of Publication and First Call for Submissions Announcement of Publication General Editors Paisley Currah and Susan Stryker are pleased to announce that TSQ: Transgender Studies Quarterly will be published by Duke University Press, currently planned for launch in the first quarter of 2014. TSQ aims to be the journal of record for the interdisciplinary field of transgender studies, and to promote the widest possible range of perspectives on transgender phenomena broadly defined. Every issue of TSQ will be a specially themed issue that also contains regularly recurring features such as reviews, interviews, and opinion pieces. The first four themes have been selected to highlight the scope and diversity of the field: TSQ 1:1 will be a collection of short essays on key concepts in transgender studies, Postposttransexual: Terms for a 21st Century Transgender Studies.² TSQ 1:2, Decolonizing the Transgender Imaginary, will explore cross-cultural analysis of sex/gender variation, and bring transgender studies into critical engagement with ethnography and anthropology. TSQ 1:3, Making Transgender Count, co-edited with the Williams Institute¹s GENIUSS group (Gender Identity in U.S. Surveillance), will tackle such issues as population studies, demography, epidemiology, and quantitative methods. TSQ 1:4 Trans Cultural Production, will be devoted to the arts, film, literature, and performance. CFPs for TSQ 1:2-4 will be issued in the months ahead. Proposals for issues starting with TSQ 2:1 (2015) are welcome at any time, and will be reviewed on an on-going basis. Please send inquiries to [email protected]. Call for Submissions for TSQ 1:1 (2014) We invite submissions of short pieces (250-1500 words) for the inaugural issue of TSQ: Transgender Studies Quarterly, Postposttransexual: Terms for a 21st Century Transgender Studies, to be published by Duke University Press and planned for launch in the first quarter of 2014. Our intention is to showcase a wide range of viewpoints on the present state of the field by bringing together fresh thoughts and informed opinion about current concepts, key terms, recurring themes, familiar problems, and hot topics in the field. Each piece should have a title consisting of a single word or short phrase describing its content; the volume will be organized alphabetically by that title. Articles may be written in the style of a mini-essay, as in Raymond Williams¹ classic Keywords; as a

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factual encyclopedia-style article such as might be found on Wikipedia; as a capsule review of transgender-related developments in a particular field (archeology, musicology), geographical location (Iran, Taiwan), or a topic (pornography, psychoanalysis). Creative interpretations of the required form are also welcome. However, each article must address the topic under discussion in relation to some aspect of transgender studies or transgender phenomena. Contributors are free to propose topics of their own, or to choose from the following suggestions of key terms and concepts: ability, abject, activism,administration, aesthetics, agency, aging, affect, anarchy, animal, anti-heteronormativity, architectonic, archive, asexual, assemblage, authentic, becoming, bureaucracy, binary, biology, biopolitics, biotechnology, bisexual, body, body part, border, built environment, burlesque, capital, castration, children, choice, class, clinic, colonization, color, commodity, commons, community, condition, construction, cosmetic, cross-dressing, cut, dance, death drive, decadence, decolonize, deconstruction, degenerate, desire, deterritorialization, diagnosis, diaspora, difference, digital, disability, discipline, discrimination, diversity, drugs, embodiment, empire, employment, epistemology, erotic, error, essence, ethics, ethnology, ethnic, ethology, etiology, eugenics, exception, exotic, experiment, fake, fantasy, fashion, feeling, feminist, fetish, film, forensics, freedom, fundamentalism, futurity, gay, gender, gender-variant, genderqueer, genetic, genitals, gesture, global, habit, haptic, hate crime, haunting, health, HIV/AIDS, homophobia, homosexuality, hormones, hybrid, hygiene, ICD, identity, indigeneity, information, incarceration, institutionalization, interdisciplinary, intersex, jouissance, joy, justice, LGBT, labor, lack, language, law, lesbian, liberation, man, Man, marriage, materiality, media, medicine, memory, migration, misogyny, modernity, monster, morphogenesis, movement, murder, mutilate, necropolitics, network, NGO, non-Western, normal, object, objectification, occupy, ontology, open, organ, origin, original, originary, paradigm, pathology, pedagogy, performativity, performance, pharmaceutical, phenomena, phenomenon, posthuman, policy, political economy, popular culture, population, pornography, poverty, power, practice, premodern, progress, privilege, prostitution, psychiatry, psychoanalysis, psychosis, public, queer, race, racialization, reality, reform, religion, resistance, revolt, revolution, representation, reproduction, reterritorialization, rhizome, rights, riot, ritual, sacrality, science, science fiction, segregation, sense, sensorium, separatism, sex, sexuality, smell, somatechnics, sound, space, state, sterilization, subaltern, subject, surgery, surveillance, swarm, taste, technique, temporality, terror, third, toilet, touch, trafficking, trans-, transgender, translation, transphobia, transnational, transspecies, transsexual, transversal, transvestite, underground, victim, virtual, vitality, visuality, violence, voice, WPATH, whiteness, will, woman, work, X, xenotransplantation, youth, zoontology. To be considered for publication, please submit a one-paragraph proposal to [email protected], stating the term or concept you' d like to write on, the estimated length of the article, a brief indication of your approach or main idea, and a brief identification of yourself and your qualifications for addressing the topic. Inquiries are due by Tuesday September 4, 2012; submissions will be due by December 3, 2012, and final revisions will be due by March 4, 2013.

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Convocatoria a la presentación de trabajos para el nuevo número de la Revista Interamericana de Estudios Feministas “El Feminismo ante el reto de la descolonización: aportes epistemológicos y propuestas de acción desde un feminismo situado en Abya Yala” Fecha límite: 1ro de noviembre 2012 La Revista Interamericana de Estudios Feministas es una publicación virtual semestral de la Red Interamericana de Formación en Mujeres, Géneros y Desarrollo con Equidad (RIF-GED) del Colegio de la Américas (COLAM), a través de su Programa de Fortalecimiento y Articulación de los Espacios Feministas Universitarios. Editada y coordinada mancomunadamente por parte de la membresía de la RIF-GED y colaboradoras. La revista procura alentar la producción, difusión e intercambio de conocimientos e información entre la comunidad académica dedicada a los estudios feministas, de género y sexualidad en las Américas, así como la difusión y el debate de las ideas feministas contemporáneas. Llamado a la presentación de artículos: La Revista Virtual Interamericana de Estudios Feministas, convoca por este medio a la presentación de propuestas para el segundo número del Volumen 2 de la revista: “El Feminismo ante el reto de la descolonización: aportes epistemológicos y propuestas de acción desde un feminismo situado en Abya Yala”. Los trabajos deberán ser presentados a más tardar el 1ro de noviembre del 2012. Para mayor información y solicitud de las normas para presentación de propuestas escribir a la dirección electrónica: [email protected]. Por el comité editor inter-universitario: Yuderkys Espinosa Miñoso GLEFAS/IIEGE/RIF-GED

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II. CURSOS, SEMINARIOS, Y CARRERAS 1) Mujeres y Conflicto Armado GLEFAS: Grupo Latinoamericano de Estudio, Formación, y Acción Feminista Duración 4 semanas, inicio 26 de agosto del 2012 Los cursos se desarrollarán virtualmente a través de nuestra plataforma www.glefas.org/aulavirtual Los pagos se realizarán por medio de transferencias bancarias o envíos a través de Western Union Consultas: [email protected]

2) “El Uso de Instrumentos Internacionales del Sistema Interamericano para Defender los Derechos Humanos de las Mujeres y Argumentación Jurídica para su Protección en América Latina y el Caribe” Convocatoria para organizaciones de mujeres, feministas o de derechos humanos de las mujeres que tengan interés en concursar por becas para curso especializado San José, Costa Rica, 16 de julio de 2012. Estimadas compañeras: Reciban un saludo cordial del Programa de Derechos Humanos de las Mujeres del Instituto Interamericano de Derechos Humanos. Por medio de la presente invitación, las motivamos a postularse para participar en el curso especializado “El Uso de Instrumentos Internacionales del Sistema Interamericano para Defender los Derechos Humanos de las Mujeres y Argumentación Jurídica para su Protección en América Latina y el Caribe”. En él se estudiarán principalmente la Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW), las Reglas de Brasilia y la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer (CBDP) como parte de los mecanismos de protección del sistema interamericano de derechos humanos, así como lineamientos para la argumentación jurídica. El curso tendrá una duración de dos días completos, en San José, Costa Rica. Las fechas propuestas son el 26 y 27 de setiembre de 2012. Quiénes pueden postularse:mujeres centroamericanas que sean abogadas litigantes o estudiantes de último año de la carrera de derecho.

Requisitos para postularse: · Currículum vitae · Un ensayo de no más de dos páginas sobre la aplicación de las convenciones CEDAW y CBDP en su país con ejemplos de la jurisprudencia nacional. · Plazo para postulaciones: 20 de agosto de 2012

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Los documentos deberán ser remitidos al Programa Derechos Humanos de las Mujeres del IIDH, al correo electrónico [email protected] El Programa se comunicará con las postulantes que hayan sido becadas y/o seleccionadas el 28 de agosto de 2012 Responsabilidades del Programa: · La selección de cinco participantes por cada país. · Los gastos de la facilitación, la alimentación, el alojamiento y los viáticos: Estos serán entregados el segundo día a las 5 de la tarde a quienes asistan los dos días completos. · La entrega de material educativo. · La acreditación del curso mediante la entrega de un certificado de participación. Responsabilidades de las participantes · Asistir en las fechas del curso y permanecer en él los dos días completos. · Entregar todas las facturas originales de los gastos realizados, hechas a nombre del IIDH, incluyendo las del transporte terrestre y los impuestos de salida, si los hubiera. Sororalmente, Rose Mary Madden Arias Oficial del Programa de Derechos Humanos de las Mujeres Tel (506) 22340404 ext 235 [email protected]

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3) Diplomado en Género, Derecho, y Justicia

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III. PROYECTOS 1) Proyecto Alfa- MISEAL: Medidas para la inclusión social y equidad en Instituciones de Educación Superior en América Latina La Universidad de Buenos Aires, junto con otras universidades de América Latina y Europa forman parte del proyecto Alfa- MISEAL: Medidas para la inclusión social y equidad en Instituciones de Educación Superior en América Latina- El objetivo de dicho proyecto es el desarrollo de medidas que promuevan e implementen procesos de inclusión social y equidad en las Instituciones de Educación Superior de América Latina. Su meta es mejorar los mecanismos de acceso y las condiciones para la permanencia y la movilidad de personas que pertenecen a grupos desfavorecidos y vulnerables en la sociedad, como son indígenas, afrodescendientes, mujeres, discapacitados, personas de la tercera edad, personas con pocos recursos económicos, personas vulnerables debido a su orientación o preferencia sexual y/o de género y migrantes. Los objetivos generales son: a) desarrollar medidas para crear, cambiar o mejorar los mecanismos de inclusión social y equidad b) incidir en la formación de especialistas en inclusión social y equidad a través de un programa de posgrado transnacional; c) establecer una red de intercambio y asesoría entre universidades Europeas y Latinoamericanas. Con estas medidas se busca elevar el nivel de formación profesional, impactar positivamente a los entornos sociales de quienes integran las comunidades universitarias, fomentar procesos de cohesión social y generar nuevos potenciales para el desarrollo socio-económico. Las 16 Universidades participantes del proyecto MISEAL son: Universidad de Buenos Aires, Argentina, Universidade Estadual de Campinas, Brasil, Universidad Nacional de Colombia, Universidad Nacional Costarricence, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Chile, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Ecuador, Universidad de El Salvador, Universitat Autònoma de Barcelona, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Sede Guatemala, University of Hull, Inglaterra, Universytet Lodzki, Polonia, Universidad Nacional Autónoma de México, Universidad Centroamericana, Nicaragua, Pontificia Universidad Católica del Perú, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales Uruguay y la Freie Universität Berlin, Alemania.

IV. CAMPAÑAS 1) Solicitud de Adhesiones Para Una Convención Interamericana de los Derechos Sexuales y los Derechos Reproductivos http://www.convencion.org.uy/ 2) Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal,Seguro y Gratuito (Argentina) http://www.abortolegal.com.ar

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Próximo número de la revista Convocatoria a la presentación de trabajos para el nuevo número de la Revista Interamericana de Estudios Feministas “El Feminismo ante el reto de la descolonización: aportes epistemológicos y propuestas de acción desde un feminismo situado en Abya Yala” Fecha límite: 1ro de noviembre 2012 La Revista Interamericana de Estudios Feministas es una publicación virtual semestral de la Red Interamericana de Formación en Mujeres, Géneros y Desarrollo con Equidad (RIF-GED) del Colegio de la Américas (COLAM), a través de su Programa de Fortalecimiento y Articulación de los Espacios Feministas Universitarios. Editada y coordinada mancomunadamente por parte de la membresía de la RIF-GED y colaboradoras. La revista procura alentar la producción, difusión e intercambio de conocimientos e información entre la comunidad académica dedicada a los estudios feministas, de género y sexualidad en las Américas, así como la difusión y el debate de las ideas feministas contemporáneas. Llamado a la presentación de artículos: La Revista Virtual Interamericana de Estudios Feministas, convoca por este medio a la presentación de propuestas para el segundo número del Volumen 2 de la revista: “El Feminismo ante el reto de la descolonización: aportes epistemológicos y propuestas de acción desde un feminismo situado en Abya Yala”. Los trabajos deberán ser presentados a más tardar el 30 de noviembre del 2012. Para mayor información y solicitud de las normas para presentación de propuestas escribir a la dirección electrónica: [email protected]. Por el comité editor inter-universitario: Yuderkys Espinosa Miñoso GLEFAS/IIEGE/RIF-GED

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