Reseña de \"La mirada republicana\" de Andrés de Francisco

June 28, 2017 | Autor: Jorge Sola | Categoría: Political Theory, Marxism, Republicanism, Liberalism
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gráfico de los estudios etnometodológicos que

síntomas estratégicos de la astuta trans-muta-

han tratado de evidenciar el carácter irremedia-

ción histórica llevada a cabo por la cultura ma-

ble, inexcusable y radicalmente ordinario y ca-

terialista. El síndrome más general de esta mu-

rente de interés de los fenómenos concretos

tación, el surgimiento de un «Capitalismo Artis-

de orden social, han sido re-empaquetados por

ta», ha sido diagnosticado recientemente por

los profesionales de la investigación comercial

los sociólogos franceses Luc Boltanski y Eve

y la planificación publicitaria bajo la etiqueta de

Chiapello11.

«fundamentos científicos» de la «eficacia tecnológica» de la extensa panoplia de técnicas

A. Javier IZQUIERDO MARTÍN

de «marketing virtual», «ambientación de espacios de compra» y «consumo experiencial» empleadas por los nuevos líderes del mercado global de marcas comerciales, empresas como

Andrés de Francisco

Nike, Amazon.com, The Body Shop, Starbucks, Sega, Ikea, Disney, Calvin Klein,

etc.8

La profesora Lucy Suchman, una de las princi-

Ciudadanía y democracia: un enfoque republicano

pales responsables del reciente revival, en la sociología y la antropología estadounidenses y

(Madrid, Los Libros de la Catarata, 2007)

europeas, del aparentemente superado y olvidado cisma etnometodológico de los años sesenta, ha conjeturado9 que la inesperada aten-

Los estantes de nuestras librerías están aba-

ción mediática que recibieron en EE.UU., a

rrotados de títulos que utilizan los términos

mediados de la década de 1990, una serie de

«democracia» o «ciudadanía» como reclamo

oscuros proyectos académicos de descripción

publicitario. Los hay mejores y peores. Algunos

etnográfica fina del trabajo de diseño indus-

son ensayos o investigaciones de gran rigor e

trial10,

interés, otros son publicaciones de escaso va-

8

podría interpretarse como otro de los

D. Ruskoff, Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen, Barcelona, La Liebre de Marzo, 2001.

9 L. Suchman, «Anthropology as “Brand”: Reflections on corporate Anthropology», publicado por el Department of Sociology, Lancaster University, en http://www.comp.lancs.ac.uk/sociology/soc058ls.html, 3. 10

Los proyectos de investigación de mayor impacto mediático en este sentido han sido los intentos de hibridación de modelos computacionales y modelos interaccionales de análisis en el contexto del diseño ingenieril de sistemas de procesamiento de información, auspiciados por el Centro Xerox PARC de Palo Alto, en California, fundado y dirigido por la propia Suchman.

11

L. Boltanski y E. Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid, Akal, 2002.

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lor destinadas a engrosar el currículo de sus

hilo común, con menor ambición y límites más

autores. Lo habitual, en todo caso, es que la

modestos. Más, porque en todos ellos hay una

mayor parte de esos títulos aborden la ciu-

intencionalidad política clara que, sin menos-

dadanía y la democracia desde las alturas de

cabo del rigor intelectual, permite al autor ha-

la corrección académica, sin adentrarse de ve-

blar con voz propia y llamar a las cosas por su

ras en los problemas políticos ligados al debate

nombre. El resultado es un libro notable, que

intelectual. La desatención a la realidad históri-

combina felizmente la erudición intelectual y el

ca, y a los conflictos de donde surgen las cons-

detalle analítico con un espíritu divulgador y

trucciones teórico-normativas, suele ir pareja al

polémico.

descuido por la propia historia de las ideas. En este sentido, el libro de Andrés de Francisco es

El argumento que ordena el libro es el si-

una feliz excepción que navega a contraco-

guiente. Los ideales republicanos de ciudada-

rriente, empujado por una poderosa fuerza

nía y democracia no sólo tropiezan con la rea-

anunciada en su mismo título: la tradición repu-

lidad del capitalismo contemporáneo, sino

blicana.

que se ven confrontados por su principal aliado ideológico: el liberalismo económico. Por

Para deshacer un malentendido frecuente, hay

ello, la mejor manera de comenzar una defen-

que advertir que el «republicanismo» no se re-

sa de esos ideales es socavar los fundamen-

fiere aquí al sistema de gobierno opuesto a la

tos de su mayor amenaza, desmontando los

monarquía ni al episodio de nuestra II Repúbli-

dogmas del liberalismo (cap. 1) y sus corola-

ca. El republicanismo del que habla el libro es

rios prácticos (cap. 2). El paso siguiente de

una milenaria tradición de pensamiento ético-

ese «bucle dialéctico» es presentar las cate-

político que arranca en el mundo antiguo y lle-

gorías básicas de la tradición republicana y su

ga hasta el alba de la sociedad moderna, pro-

conexión interna, atendiendo a los escenarios

veyendo a sus más importantes pensadores

históricos sobre los que se ha ido construyen-

del acervo político para analizarla; pero que a

do ese edificio teórico. Primero, se abordan

partir de entonces se ve eclipsada, cuando no

las fronteras y dimensiones que han cristali-

ocultada o deformada, por el dominio ideológi-

zado en la plasmación histórica del ideal de

co del liberalismo. Inmerso en esta tradición fi-

ciudadanía (cap. 3); a continuación, se profun-

losófica y pertrechado con sus herramientas,

diza en la inveterada división del republicanis-

el autor del libro consigue sortear los peligros

mo, entre su tronco principal, de carácter aris-

señalados: ni se olvida de la historia, ni des-

tocrático, y su variante democrática (cap. 4); y,

cuida la política. Que no espere el lector, en

por último, se rebate el temor elitista a la ame-

todo caso, un estudio sistemático (¡y menos

naza de un gobierno del pueblo descontrola-

un manual!) de la democracia y la ciudadanía

do, exponiendo la forma que deberían adoptar

desde un punto de vista republicano. El libro

el equilibrio y la división de poderes para im-

es menos y más que eso. Menos, porque se

pedir democráticamente que la concentración

compone de una colección de artículos, cuida-

y el abuso del poder terminen devorando la

dosamente retocados y entretejidos por un

soberanía (cap. 5). El «bucle dialéctico» de-

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semboca en John Rawls, protagonista del de-

«democracia», categorías mejor dispuestas

bate filosófico contemporáneo y defensor de

para armar un discurso político de izquierdas

un liberalismo político que Andrés de Francis-

contra los peligros que amenazan hoy los idea-

co interpreta en clave republicana, como un

les republicano-democráticos. Veámoslo más

referente válido para la izquierda (cap. 6). La

de cerca.

principal continuidad entre los diversos capítulos, no obstante, se debe a que todos exhi-

La primera parte del libro está dedicada a criti-

ben un estilo parecido y responden al mismo

car la «contrautopía liberal», pues resulta que

objetivo: combatir en el terreno de las ideas

tras las «grandes verdades del liberalismo»,

de un modo claro y riguroso los argumentos

que penetran en el sentido común e informan

—los mejores y más efectivos— que conspi-

las decisiones políticas, se esconden presu-

ran contra la realización de los ideales repu-

puestos más bien dudosos, dogmas sin los

blicano-democráticos, aplastados una y otra

cuales la elegancia de la teoría económica no

vez a lo largo de la historia.

serviría para sostener las posiciones que defienden los liberales. Por eso, el camino que

El lector bien puede preguntarse cuál es el mé-

emprende Andrés de Francisco es una crítica

rito de alinearse con la democracia cuando su

interna del liberalismo económico, en lugar de

triunfo histórico parece indiscutible, o qué valor

la habitual diatriba contra el mercado. Es decir,

tiene defender la ciudadanía ahora que todo el

se toma en serio los avances de la teoría eco-

mundo habla de ella. Encontrará la respuesta a

nómica neoclásica y señala los principales

poco que se adentre en las páginas del libro y

dogmas sobre los que se levanta el credo libe-

preste atención a los testimonios de persona-

ral: a saber, que el mercado se autorregula es-

jes tan diferentes como Aristóteles o Robespie-

pontáneamente y que el equilibrio que alcanza

rre. Como todos los conceptos, «ciudadanía» y

es socialmente deseable.

«democracia» han ido mudando su significado a lo largo de la historia, muchas veces como

Andrés de Francisco muestra que incluso aun-

resultado de las propias luchas políticas. En

que pudiera determinarse unívocamente un

este caso concreto, sin embargo, con el triunfo

equilibrio de mercado, restaría explicar cómo

del liberalismo se asiste a un ejercicio ideológi-

se alcanza y se mantiene ese equilibrio de for-

co sin precedentes: se amplía la «ciudadanía»

ma espontánea, si no es con la sola ayuda de

al precio de aligerar su contenido y se modifica

una providencial mano invisible. Que el resul-

el significado de «democracia» hasta hacerla

tado de esta mano invisible sea, además, de-

pasar por algo que nunca fue. Para defenderse

seable en términos sociales es harina de otro

con más éxito de esta perversa metamorfosis,

costal, con la que se cuece el segundo dogma

Andrés de Francisco se ha remontado en la

del liberalismo. El autor se extiende aquí en la

historia política, encaramándose a hombros de

naturaleza de la «mano invisible» como meca-

gigantes y dejándose guiar por sus mejores in-

nismo analítico, en un excurso interesantísimo

térpretes. De vuelta de ese viaje, nos propone

que le desvía del argumento central. Lo impor-

conceptos más exigentes de «ciudadanía» y

tante es saber si los liberales aciertan al con221

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fiar en la mano invisible del mercado para la

derechos de propiedad, el Estado debe velar a

consecución de una sociedad justa. Pues

plena luz del día para solucionar los diversos

bien, el resultado más acabado de esa con-

fallos del mercado: externalidades negativas,

fianza es el célebre Teorema Fundamental de

bienes y males públicos, asimetrías informati-

la Economía del Bienestar, según el cual, bajo

vas, etc. Andrés de Francisco se centra en el

ciertas condiciones, todo Estado social Pare-

peligro del riesgo moral refiriéndolo a la posible

to-eficiente es también un equilibrio perfecta-

irresponsabilidad de un trabajador sobreprote-

mente competitivo. Pero —y esto es lo cru-

gido, un importante problema que se presenta-

cial— la eficiencia de ese equilibrio nada nos

ría también en un orden social alternativo. Pero

dice de su equidad distributiva, y menos aún

la falta de explicaciones en este punto puede

de la integración social que produce o de la

confundir o indignar al lector, pues se da la cir-

solidaridad cívica que suscita. Si a ello añadi-

cunstancia —subrayada por el propio autor—

mos el escaso realismo de sus presupuestos,

de que en la relación principal-agente entre el

es fácil tomar el mundo feliz del liberalismo

capitalista y el trabajador, este segundo es la

como una mala utopía.

parte más vulnerable.

Pese al esfuerzo pedagógico del autor (enco-

Ésta es precisamente la circunstancia que ocul-

miable pero insuficiente), el camino que toma

ta el segundo corolario: que la relación salarial

en este primer capítulo no es fácil. Está empe-

es una relación de poder. Por más que parezca

drado de referencias teóricas que se le harán

una verdad de Perogrullo, siempre habrá al-

cuesta arriba al lector lego en la materia. Por

guien dispuesto a recordarnos el carácter vo-

eso es recomendable que, antes de ceder al

luntario del contrato laboral. Por eso, el autor re-

desánimo, ese lector salte al sintético resumen

curre al elegante modelo del «intercambio dis-

final y se adentre en el segundo capítulo, don-

putado» de los economistas Bowles y Gintis,

de se analizan los tres corolarios prácticos que

cuya conclusión sustantiva es que el empresa-

se siguen de estos dogmas.

rio basa su poder en la amenaza de despido, un arma que será más o menos efectiva en fun-

Estos tres corolarios son: la necesidad de un

ción de las circunstancias sociales y políticas

Estado mínimo, la concepción despolitizada de

(principalmente la regulación del mercado labo-

las relaciones económicas y la visión de la polí-

ral y el Estado de Bienestar) que rodeen ese in-

tica como un mercado competitivo; y su verda-

tercambio, fortaleciendo o debilitando la posi-

dera importancia radica en que toman cuerpo

ción de retirada del trabajador. De modo que,

(¡y de qué manera!) en las instituciones socia-

incluso respetando los supuestos teóricos neo-

les contemporáneas. La primera idea ha tenido

clásicos, el mercado de trabajo aparece como

mayor presencia en el discurso liberal que en

un mecanismo disciplinador y la relación laboral

su práctica, caracterizada más bien por el uso

como una relación de todo punto política.

instrumental e interesado del aparato estatal a lo largo y ancho de la historia. Pero es que,

El último corolario, que consiste en reducir la

además de ser un «vigilante nocturno» de los

vida política a un mercado libre y competitivo

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de votos y de poder, está bien representado

libro. El capítulo que la abre tiene por objeto

por las tesis del pluralismo liberal. ¿Por qué no

las «fronteras» de la ciudadanía. Y es que,

confiar la justicia del sistema político a las mis-

antes de discutir acerca de su contenido, con-

mas reglas que tan eficientes se han mostrado

viene detenerse en la extensión social de este

en el sistema económico? Parece obvio que

ideal: quiénes y de qué manera han sido y

justicia y eficiencia son cosas bien distintas.

son ciudadanos. La historia política ha sido

Pero la justificación liberal nos dice que, dada

una historia de luchas en torno a la delimita-

la complejidad de la sociedad moderna y en

ción externa y la articulación interna del espa-

ausencia de un bien común, lo máximo a lo

cio cívico: entre quienes deseaban ensan-

que podemos aspirar es a un equilibrio entre

charlo y quienes pretendían excluir de él a

los diversos intereses y grupos, desechando la

una parte de la población (trabajadores, muje-

idea republicana de que la deliberación pública

res o grupos étnicos), entre los que luchaban

oriente el apoyo popular hacia aquellas pro-

por extender todos los derechos al demos y

puestas que más se acerquen al bien de todos.

los que querían una ciudadanía estratificada y

Lo más importante, de todos modos, es que el

desigual, que favoreciera a unos pocos. En

posible atractivo que pueda despertar esta re-

base a esto, el autor construye un esquema

ducción armoniosa de la vida política al meca-

bidimensional (aquí la confusión entre las dos

nismo de mercado choca con la experiencia

dimensiones analíticas y su representación

histórica. La idea de que a través de esos me-

tridimensional puede despistar al lector) que

canismos el poder político se diseminaría por

distingue entre la extensión de la ciudadanía

el cuerpo social, entrecruzando y estabilizando

y su estratificación interna, entre la superficie

los diferentes conflictos en un círculo virtuoso,

del espacio cívico y la estatura civil de quie-

se compadece mal con la realidad de las socie-

nes lo habitan. Esta distinción no responde a

dades capitalistas, en las que el poder social

un capricho formalista, tan habitual en el de-

está muy desigualmente distribuido. El propio

bate académico, sino que viene perfectamen-

Robert Dahl, reconocido paladín del pluralis-

te ilustrada por la referencia a episodios y tes-

mo, admitió más tarde la «posición distintiva de

timonios históricos.

privilegio de los empresarios en la política». Andrés de Francisco señala la importantísima

La atención a los escenarios concretos donde

consecuencia que tiene la concentración de

toma cuerpo la ciudadanía conduce finalmente

poder en las «manos visibles» de unas élites

al autor a la controversia actual sobre la ciu-

para la tradición republicana, la cual siempre

dadanía diferenciada, que proteja las identi-

reservó un nombre preciso para el gobierno de

dades de grupos vulnerables. El autor acepta

unos pocos: oligarquía. Con esta conclusión ro-

las críticas dirigidas contra el peligro de que un

tunda y provocadora se cierra la crítica a los

espacio cívico homogéneo termine discrimi-

dogmas y corolarios del liberalismo.

nando de facto a esos grupos, pero advierte también del error de confundir el fin con el me-

A través de un «entreacto republicano» llega-

dio y apuesta por confrontar, caso por caso, las

mos a la segunda y más interesante parte del

políticas de acción afirmativa con los principios 223

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a los que deben responder. Mucha tela que

¿Qué tiene que ver esto con la democracia?

cortar en este asunto, que Andrés de Francisco

En muy pocas palabras, la crítica aristotélica a

afronta con audacia pero sin mayor profundi-

la democracia responde al temor de que el

dad. La única objeción posible es que yerra al

elemento soberano sea «la multitud de los po-

presuponer que los grupos vulnerables sus-

bres y no la ley», o, más precisamente, que

ceptibles de acción afirmativa son siempre mi-

gobierne por decreto la voluntad tornadiza del

norías, pues las mujeres, víctimas de una do-

pueblo, eludiendo el bien común y abriendo la

minación perenne, constituyen la mitad de la

puerta al despotismo. La base de este temor

población.

es que los pobres, no por naturaleza sino por su situación social, carecen de la virtud sufi-

El capítulo siguiente («La “república” de los ri-

ciente y se ven gobernados por sus pasiones.

cos contra la “democracia” de los pobres»)

De modo que un gobierno que tenga en ellos

aborda el núcleo de la división histórica entre

su base social —o sea, la democracia— con-

las dos variantes del republicanismo, y nos

ducirá a la tiranía. Éste es el núcleo de la críti-

conduce, como no podía ser de otro modo, a

ca, que se extiende luego en interesantes y

Aristóteles, donde no sólo se encuentra la defi-

sofisticadas ramificaciones, pero cuya esencia

nición clásica de la democracia como «el go-

será recurrente en la historia de las ideas polí-

bierno de los muchos pobres libres», sino tam-

ticas. La solución al problema señalado por

bién la principal familia de argumentos que el

Aristóteles pasa, o bien por terminar con los

tronco elitista del republicanismo ha dirigido

pobres, haciéndoles propietarios y, con ello,

contra ella. Para hacer inteligibles estas críti-

capaces de virtud, o bien por defender un «go-

cas, el autor se detiene en dos categorías bási-

bierno mixto», en el que manden unos pocos

cas del acervo político griego: libertad y virtud.

pero se integre de algún modo al demos, o a

El republicanismo no entiende la libertad como

una parte de él, para estabilizar y legitimar el

simple «no-interferencia», pero tampoco lo

sistema, tal como recomienda la Realpolitik.

hace en la forma positiva caricaturizada por el

No hace falta decir qué opción siguió el grueso

liberalismo moderno. La libertad republicana se

del pensamiento republicano. Andrés de Fran-

refiere a la capacidad de vivir autónomamente:

cisco lo explica de una manera brillante, cuida-

libre de la dominación de terceros y libre para

dosa con las referencias citadas e histórica-

participar en los asuntos públicos, de los que

mente informada. La verdadera importancia de

depende, y mucho, la propia libertad. Un con-

este esquema clásico estriba en su extraordi-

cepto tan robusto de libertad tiene un rico fun-

naria influencia sobre el pensamiento político

damento ético: uno es libre en su «república in-

posterior, razón por la cual merece la pena to-

terior» gracias al dominio de sí mismo, de su

márselo en serio.

razón frente a los instintos y apetitos. O sea, es verdaderamente libre si además es virtuoso,

Esto es lo que hace el autor en el siguiente ca-

en la vida privada como en la pública, para lo

pítulo, referido a un caso particular: la división

cual se requiere tanto determinación interior

y el equilibrio de poderes. Tras una breve y afi-

como pedagogía política.

lada introducción sobre el distinto significado

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del «imperio de la ley» para republicanos y li-

El indiscutible protagonista del debate filosófi-

berales, se señala la preocupación central que

co-político de las tres últimas décadas defen-

siempre han mostrado ambos hacia la concen-

dió postreramente una versión de su teoría de

tración y el abuso de poder. Para conjurar ese

la justicia, el «liberalismo político», situado en

peligro, a través de un diseño institucional que

las antípodas del liberalismo económico im-

lo ataje de un modo efectivo, la teoría política

pugnado en la primera parte del libro. Tan ale-

ha propuesto las doctrinas, diferentes pero

jado del capitalismo salvaje, de lo que el propio

complementarias, de la división y el equilibrio

Rawls llamaba «sistema de libertad natural»,

de poderes. Sin embargo, ni una ni otra son po-

que Andrés de Francisco se propone interpre-

líticamente neutrales: sus efectos variarán en

tarlo como parte integrante de la tradición re-

función del sesgo (democrático o elitista) que

publicano-democrática. Ésta es la contribución

adopten. Andrés de Francisco defiende una di-

más original y audaz del autor, aunque eso no

visión de poderes en clave democrática, que

significa que sea la más interesante, en parti-

abarque también su aspecto diacrónico, para

cular para el lector poco avezado en el debate

impedir la formación de élites políticas capaces

filosófico académico.

de reproducirse en virtud de leyes de hierro, hasta hacerse escasamente controlables por

El autor muestra convincentemente cómo la

los representados. Con el equilibrio de poderes

reformulación del último Rawls le acerca al

(checks and balances) ocurre algo parecido.

conjunto de categorías y argumentos de la

En este caso, el autor denuncia el sesgo con-

tradición republicana, aunque dos herencias

tra-mayoritario que informa los tres mecanis-

liberales (la escisión entre dos formas de li-

mos principales del constitucionalismo republi-

bertad y el mito del humanismo cívico) le impi-

cano moderno: veto presidencial, bicameralis-

dan reconocerse en ella. Esto no es óbice

mo y control judicial de las leyes. Si en el

para que Rawls pueda ser, como quiere An-

primer caso la referencia obligada eran los dis-

drés de Francisco, un referente de la izquierda

cursos de Robespierre, en este segundo fue

contemporánea, pero existen otros obstáculos

Jefferson quien vio con claridad las conse-

para que lo sea, y no precisamente la falta de

cuencias políticas de los contrapesos oligárqui-

atención desde las filas de ésta. Filósofos de

cos y defendió la renovación periódica de las

la talla y el compromiso de G. Cohen, A. Calli-

instituciones por el pueblo soberano, el único

nicos o J. Bidet han abordado su obra, respon-

«depositario fiable de los poderes últimos de la

diendo a sus desafíos y criticando sus límites.

sociedad». No hace falta ser muy perspicaz

Otra explicación alternativa la adelanta el pro-

para ver que las palabras de uno y otro —viva-

pio autor cuando ubica a Rawls en la izquier-

mente citadas por el autor— no han perdido vi-

da aristotélica pero en la derecha hegeliana,

gencia en nuestros escuálidos gobiernos re-

debido a su visión «reconciliadora» de la filo-

presentativos.

sofía, que encuentra, a mi parecer, mejor acomodo en el interior de marfileñas torres que

El último capítulo está dedicado a John Rawls

en el compromiso con las luchas políticas

y sirve como colofón al libro. ¿Por qué Rawls?

reales. 225

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Quizás estribe ahí el mayor valor de este li-

Bénédicte André-Bazzana

bro, escorado a la izquierda de ambas tradiciones, que consigue exponer con rigor y ten-

Mitos y mentiras de la Transición

sión intelectual los ideales republicano-democráticos confrontándolos con el mundo

(Barcelona, El Viejo Topo, 2006)

real en el que deben tomar vida, denunciando los grandes peligros que los amenazan y apostando sin rubor académico por ellos.

Desde hace algo más de veinte años, la transi-

Una exposición elegante y exigente que invo-

ción marca la vida democrática de este país. La

lucra al lector y le invita a un diálogo abierto.

admiración que ha provocado, tanto dentro

Al filósofo político le interpelará de una ma-

como fuera de nuestras fronteras, ha provocado

nera directa, retándole a rebatir con la misma

que se haya convertido en el objeto de estudio

claridad los dardos que lanza contra el libe-

más recurrente en el último cuarto de siglo para

ralismo o el republicanismo elitista. Al científi-

los especialistas en este tipo de materias, pero

co social le conducirá por caminos poco visi-

sobre todo para los politólogos y sociólogos. La

tados, proporcionándole categorías normati-

transición española ha sabido revestirse, tanto

vas capaces de arrojar luz sobre muchos de

en España como en el resto del mundo, de una

sus objetos de estudio (como las relaciones

imagen idealizada construida en virtud del de-

laborales, los partidos políticos o el discurso

sarrollo de un proceso ideal que ha sido perfec-

económico) y obligándole a reconsiderar al-

tamente logrado, y por ello es considerado

gunos de sus presupuestos. Al ciudadano de

como ejemplo por todos. Efectivamente, la

a pie, en fin, le introducirá de lleno en el mun-

ecuación española parece perfecta: actores

do apasionante de la filosofía política, mos-

responsables en permanente búsqueda de un

trándole su conexión directa con los proble-

consenso con miras a construir un régimen de-

mas políticos que le rodean y su gran impor-

mocrático con arreglo al modelo en vigor en Eu-

tancia para enfrentarse a ellos con éxito.

ropa occidental (André-Bazzana, 2006: 70).

Porque si no lo hace, otros lo harán por él.

Esto hace que la tendencia natural sea sacar

Y en cuanto los individuos se retiran, por la

pecho de un proceso que permitió pasar a Es-

fuerza o la persuasión, a la idioteia de su vida

paña de una dictadura a una democracia en un

privada y dejan vía libre a sus gobernantes,

periodo relativamente corto de tiempo y sin, lo

la democracia se resiente y la ciudadanía se

que es más importante, grandes traumas ni

desinfla, abriendo la puerta a que el poder

problemas mayores. Todo ello explica que nues-

devore la soberanía, derrotando, una vez

tro país aparezca ante los ojos del mundo ente-

más, los ideales republicano-democráticos

ro como el «modelo de transición» a seguir,

que tan brillantemente defiende este libro.

pero también, no lo olvidemos, por el propio interés que han mostrado siempre los sucesivos gobiernos españoles por mitificar y consolidar

Jorge SOLA ESPINOSA

esa imagen. Esto ha llevado en muchas ocasiones a intentar exportar nuestro modelo a otros

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