Reseña de \"La mirada republicana\" de Andrés de Francisco
Descripción
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gráfico de los estudios etnometodológicos que
síntomas estratégicos de la astuta trans-muta-
han tratado de evidenciar el carácter irremedia-
ción histórica llevada a cabo por la cultura ma-
ble, inexcusable y radicalmente ordinario y ca-
terialista. El síndrome más general de esta mu-
rente de interés de los fenómenos concretos
tación, el surgimiento de un «Capitalismo Artis-
de orden social, han sido re-empaquetados por
ta», ha sido diagnosticado recientemente por
los profesionales de la investigación comercial
los sociólogos franceses Luc Boltanski y Eve
y la planificación publicitaria bajo la etiqueta de
Chiapello11.
«fundamentos científicos» de la «eficacia tecnológica» de la extensa panoplia de técnicas
A. Javier IZQUIERDO MARTÍN
de «marketing virtual», «ambientación de espacios de compra» y «consumo experiencial» empleadas por los nuevos líderes del mercado global de marcas comerciales, empresas como
Andrés de Francisco
Nike, Amazon.com, The Body Shop, Starbucks, Sega, Ikea, Disney, Calvin Klein,
etc.8
La profesora Lucy Suchman, una de las princi-
Ciudadanía y democracia: un enfoque republicano
pales responsables del reciente revival, en la sociología y la antropología estadounidenses y
(Madrid, Los Libros de la Catarata, 2007)
europeas, del aparentemente superado y olvidado cisma etnometodológico de los años sesenta, ha conjeturado9 que la inesperada aten-
Los estantes de nuestras librerías están aba-
ción mediática que recibieron en EE.UU., a
rrotados de títulos que utilizan los términos
mediados de la década de 1990, una serie de
«democracia» o «ciudadanía» como reclamo
oscuros proyectos académicos de descripción
publicitario. Los hay mejores y peores. Algunos
etnográfica fina del trabajo de diseño indus-
son ensayos o investigaciones de gran rigor e
trial10,
interés, otros son publicaciones de escaso va-
8
podría interpretarse como otro de los
D. Ruskoff, Coerción. Por qué hacemos caso a lo que nos dicen, Barcelona, La Liebre de Marzo, 2001.
9 L. Suchman, «Anthropology as “Brand”: Reflections on corporate Anthropology», publicado por el Department of Sociology, Lancaster University, en http://www.comp.lancs.ac.uk/sociology/soc058ls.html, 3. 10
Los proyectos de investigación de mayor impacto mediático en este sentido han sido los intentos de hibridación de modelos computacionales y modelos interaccionales de análisis en el contexto del diseño ingenieril de sistemas de procesamiento de información, auspiciados por el Centro Xerox PARC de Palo Alto, en California, fundado y dirigido por la propia Suchman.
11
L. Boltanski y E. Chiapello, El nuevo espíritu del capitalismo, Madrid, Akal, 2002.
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lor destinadas a engrosar el currículo de sus
hilo común, con menor ambición y límites más
autores. Lo habitual, en todo caso, es que la
modestos. Más, porque en todos ellos hay una
mayor parte de esos títulos aborden la ciu-
intencionalidad política clara que, sin menos-
dadanía y la democracia desde las alturas de
cabo del rigor intelectual, permite al autor ha-
la corrección académica, sin adentrarse de ve-
blar con voz propia y llamar a las cosas por su
ras en los problemas políticos ligados al debate
nombre. El resultado es un libro notable, que
intelectual. La desatención a la realidad históri-
combina felizmente la erudición intelectual y el
ca, y a los conflictos de donde surgen las cons-
detalle analítico con un espíritu divulgador y
trucciones teórico-normativas, suele ir pareja al
polémico.
descuido por la propia historia de las ideas. En este sentido, el libro de Andrés de Francisco es
El argumento que ordena el libro es el si-
una feliz excepción que navega a contraco-
guiente. Los ideales republicanos de ciudada-
rriente, empujado por una poderosa fuerza
nía y democracia no sólo tropiezan con la rea-
anunciada en su mismo título: la tradición repu-
lidad del capitalismo contemporáneo, sino
blicana.
que se ven confrontados por su principal aliado ideológico: el liberalismo económico. Por
Para deshacer un malentendido frecuente, hay
ello, la mejor manera de comenzar una defen-
que advertir que el «republicanismo» no se re-
sa de esos ideales es socavar los fundamen-
fiere aquí al sistema de gobierno opuesto a la
tos de su mayor amenaza, desmontando los
monarquía ni al episodio de nuestra II Repúbli-
dogmas del liberalismo (cap. 1) y sus corola-
ca. El republicanismo del que habla el libro es
rios prácticos (cap. 2). El paso siguiente de
una milenaria tradición de pensamiento ético-
ese «bucle dialéctico» es presentar las cate-
político que arranca en el mundo antiguo y lle-
gorías básicas de la tradición republicana y su
ga hasta el alba de la sociedad moderna, pro-
conexión interna, atendiendo a los escenarios
veyendo a sus más importantes pensadores
históricos sobre los que se ha ido construyen-
del acervo político para analizarla; pero que a
do ese edificio teórico. Primero, se abordan
partir de entonces se ve eclipsada, cuando no
las fronteras y dimensiones que han cristali-
ocultada o deformada, por el dominio ideológi-
zado en la plasmación histórica del ideal de
co del liberalismo. Inmerso en esta tradición fi-
ciudadanía (cap. 3); a continuación, se profun-
losófica y pertrechado con sus herramientas,
diza en la inveterada división del republicanis-
el autor del libro consigue sortear los peligros
mo, entre su tronco principal, de carácter aris-
señalados: ni se olvida de la historia, ni des-
tocrático, y su variante democrática (cap. 4); y,
cuida la política. Que no espere el lector, en
por último, se rebate el temor elitista a la ame-
todo caso, un estudio sistemático (¡y menos
naza de un gobierno del pueblo descontrola-
un manual!) de la democracia y la ciudadanía
do, exponiendo la forma que deberían adoptar
desde un punto de vista republicano. El libro
el equilibrio y la división de poderes para im-
es menos y más que eso. Menos, porque se
pedir democráticamente que la concentración
compone de una colección de artículos, cuida-
y el abuso del poder terminen devorando la
dosamente retocados y entretejidos por un
soberanía (cap. 5). El «bucle dialéctico» de-
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semboca en John Rawls, protagonista del de-
«democracia», categorías mejor dispuestas
bate filosófico contemporáneo y defensor de
para armar un discurso político de izquierdas
un liberalismo político que Andrés de Francis-
contra los peligros que amenazan hoy los idea-
co interpreta en clave republicana, como un
les republicano-democráticos. Veámoslo más
referente válido para la izquierda (cap. 6). La
de cerca.
principal continuidad entre los diversos capítulos, no obstante, se debe a que todos exhi-
La primera parte del libro está dedicada a criti-
ben un estilo parecido y responden al mismo
car la «contrautopía liberal», pues resulta que
objetivo: combatir en el terreno de las ideas
tras las «grandes verdades del liberalismo»,
de un modo claro y riguroso los argumentos
que penetran en el sentido común e informan
—los mejores y más efectivos— que conspi-
las decisiones políticas, se esconden presu-
ran contra la realización de los ideales repu-
puestos más bien dudosos, dogmas sin los
blicano-democráticos, aplastados una y otra
cuales la elegancia de la teoría económica no
vez a lo largo de la historia.
serviría para sostener las posiciones que defienden los liberales. Por eso, el camino que
El lector bien puede preguntarse cuál es el mé-
emprende Andrés de Francisco es una crítica
rito de alinearse con la democracia cuando su
interna del liberalismo económico, en lugar de
triunfo histórico parece indiscutible, o qué valor
la habitual diatriba contra el mercado. Es decir,
tiene defender la ciudadanía ahora que todo el
se toma en serio los avances de la teoría eco-
mundo habla de ella. Encontrará la respuesta a
nómica neoclásica y señala los principales
poco que se adentre en las páginas del libro y
dogmas sobre los que se levanta el credo libe-
preste atención a los testimonios de persona-
ral: a saber, que el mercado se autorregula es-
jes tan diferentes como Aristóteles o Robespie-
pontáneamente y que el equilibrio que alcanza
rre. Como todos los conceptos, «ciudadanía» y
es socialmente deseable.
«democracia» han ido mudando su significado a lo largo de la historia, muchas veces como
Andrés de Francisco muestra que incluso aun-
resultado de las propias luchas políticas. En
que pudiera determinarse unívocamente un
este caso concreto, sin embargo, con el triunfo
equilibrio de mercado, restaría explicar cómo
del liberalismo se asiste a un ejercicio ideológi-
se alcanza y se mantiene ese equilibrio de for-
co sin precedentes: se amplía la «ciudadanía»
ma espontánea, si no es con la sola ayuda de
al precio de aligerar su contenido y se modifica
una providencial mano invisible. Que el resul-
el significado de «democracia» hasta hacerla
tado de esta mano invisible sea, además, de-
pasar por algo que nunca fue. Para defenderse
seable en términos sociales es harina de otro
con más éxito de esta perversa metamorfosis,
costal, con la que se cuece el segundo dogma
Andrés de Francisco se ha remontado en la
del liberalismo. El autor se extiende aquí en la
historia política, encaramándose a hombros de
naturaleza de la «mano invisible» como meca-
gigantes y dejándose guiar por sus mejores in-
nismo analítico, en un excurso interesantísimo
térpretes. De vuelta de ese viaje, nos propone
que le desvía del argumento central. Lo impor-
conceptos más exigentes de «ciudadanía» y
tante es saber si los liberales aciertan al con221
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fiar en la mano invisible del mercado para la
derechos de propiedad, el Estado debe velar a
consecución de una sociedad justa. Pues
plena luz del día para solucionar los diversos
bien, el resultado más acabado de esa con-
fallos del mercado: externalidades negativas,
fianza es el célebre Teorema Fundamental de
bienes y males públicos, asimetrías informati-
la Economía del Bienestar, según el cual, bajo
vas, etc. Andrés de Francisco se centra en el
ciertas condiciones, todo Estado social Pare-
peligro del riesgo moral refiriéndolo a la posible
to-eficiente es también un equilibrio perfecta-
irresponsabilidad de un trabajador sobreprote-
mente competitivo. Pero —y esto es lo cru-
gido, un importante problema que se presenta-
cial— la eficiencia de ese equilibrio nada nos
ría también en un orden social alternativo. Pero
dice de su equidad distributiva, y menos aún
la falta de explicaciones en este punto puede
de la integración social que produce o de la
confundir o indignar al lector, pues se da la cir-
solidaridad cívica que suscita. Si a ello añadi-
cunstancia —subrayada por el propio autor—
mos el escaso realismo de sus presupuestos,
de que en la relación principal-agente entre el
es fácil tomar el mundo feliz del liberalismo
capitalista y el trabajador, este segundo es la
como una mala utopía.
parte más vulnerable.
Pese al esfuerzo pedagógico del autor (enco-
Ésta es precisamente la circunstancia que ocul-
miable pero insuficiente), el camino que toma
ta el segundo corolario: que la relación salarial
en este primer capítulo no es fácil. Está empe-
es una relación de poder. Por más que parezca
drado de referencias teóricas que se le harán
una verdad de Perogrullo, siempre habrá al-
cuesta arriba al lector lego en la materia. Por
guien dispuesto a recordarnos el carácter vo-
eso es recomendable que, antes de ceder al
luntario del contrato laboral. Por eso, el autor re-
desánimo, ese lector salte al sintético resumen
curre al elegante modelo del «intercambio dis-
final y se adentre en el segundo capítulo, don-
putado» de los economistas Bowles y Gintis,
de se analizan los tres corolarios prácticos que
cuya conclusión sustantiva es que el empresa-
se siguen de estos dogmas.
rio basa su poder en la amenaza de despido, un arma que será más o menos efectiva en fun-
Estos tres corolarios son: la necesidad de un
ción de las circunstancias sociales y políticas
Estado mínimo, la concepción despolitizada de
(principalmente la regulación del mercado labo-
las relaciones económicas y la visión de la polí-
ral y el Estado de Bienestar) que rodeen ese in-
tica como un mercado competitivo; y su verda-
tercambio, fortaleciendo o debilitando la posi-
dera importancia radica en que toman cuerpo
ción de retirada del trabajador. De modo que,
(¡y de qué manera!) en las instituciones socia-
incluso respetando los supuestos teóricos neo-
les contemporáneas. La primera idea ha tenido
clásicos, el mercado de trabajo aparece como
mayor presencia en el discurso liberal que en
un mecanismo disciplinador y la relación laboral
su práctica, caracterizada más bien por el uso
como una relación de todo punto política.
instrumental e interesado del aparato estatal a lo largo y ancho de la historia. Pero es que,
El último corolario, que consiste en reducir la
además de ser un «vigilante nocturno» de los
vida política a un mercado libre y competitivo
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de votos y de poder, está bien representado
libro. El capítulo que la abre tiene por objeto
por las tesis del pluralismo liberal. ¿Por qué no
las «fronteras» de la ciudadanía. Y es que,
confiar la justicia del sistema político a las mis-
antes de discutir acerca de su contenido, con-
mas reglas que tan eficientes se han mostrado
viene detenerse en la extensión social de este
en el sistema económico? Parece obvio que
ideal: quiénes y de qué manera han sido y
justicia y eficiencia son cosas bien distintas.
son ciudadanos. La historia política ha sido
Pero la justificación liberal nos dice que, dada
una historia de luchas en torno a la delimita-
la complejidad de la sociedad moderna y en
ción externa y la articulación interna del espa-
ausencia de un bien común, lo máximo a lo
cio cívico: entre quienes deseaban ensan-
que podemos aspirar es a un equilibrio entre
charlo y quienes pretendían excluir de él a
los diversos intereses y grupos, desechando la
una parte de la población (trabajadores, muje-
idea republicana de que la deliberación pública
res o grupos étnicos), entre los que luchaban
oriente el apoyo popular hacia aquellas pro-
por extender todos los derechos al demos y
puestas que más se acerquen al bien de todos.
los que querían una ciudadanía estratificada y
Lo más importante, de todos modos, es que el
desigual, que favoreciera a unos pocos. En
posible atractivo que pueda despertar esta re-
base a esto, el autor construye un esquema
ducción armoniosa de la vida política al meca-
bidimensional (aquí la confusión entre las dos
nismo de mercado choca con la experiencia
dimensiones analíticas y su representación
histórica. La idea de que a través de esos me-
tridimensional puede despistar al lector) que
canismos el poder político se diseminaría por
distingue entre la extensión de la ciudadanía
el cuerpo social, entrecruzando y estabilizando
y su estratificación interna, entre la superficie
los diferentes conflictos en un círculo virtuoso,
del espacio cívico y la estatura civil de quie-
se compadece mal con la realidad de las socie-
nes lo habitan. Esta distinción no responde a
dades capitalistas, en las que el poder social
un capricho formalista, tan habitual en el de-
está muy desigualmente distribuido. El propio
bate académico, sino que viene perfectamen-
Robert Dahl, reconocido paladín del pluralis-
te ilustrada por la referencia a episodios y tes-
mo, admitió más tarde la «posición distintiva de
timonios históricos.
privilegio de los empresarios en la política». Andrés de Francisco señala la importantísima
La atención a los escenarios concretos donde
consecuencia que tiene la concentración de
toma cuerpo la ciudadanía conduce finalmente
poder en las «manos visibles» de unas élites
al autor a la controversia actual sobre la ciu-
para la tradición republicana, la cual siempre
dadanía diferenciada, que proteja las identi-
reservó un nombre preciso para el gobierno de
dades de grupos vulnerables. El autor acepta
unos pocos: oligarquía. Con esta conclusión ro-
las críticas dirigidas contra el peligro de que un
tunda y provocadora se cierra la crítica a los
espacio cívico homogéneo termine discrimi-
dogmas y corolarios del liberalismo.
nando de facto a esos grupos, pero advierte también del error de confundir el fin con el me-
A través de un «entreacto republicano» llega-
dio y apuesta por confrontar, caso por caso, las
mos a la segunda y más interesante parte del
políticas de acción afirmativa con los principios 223
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a los que deben responder. Mucha tela que
¿Qué tiene que ver esto con la democracia?
cortar en este asunto, que Andrés de Francisco
En muy pocas palabras, la crítica aristotélica a
afronta con audacia pero sin mayor profundi-
la democracia responde al temor de que el
dad. La única objeción posible es que yerra al
elemento soberano sea «la multitud de los po-
presuponer que los grupos vulnerables sus-
bres y no la ley», o, más precisamente, que
ceptibles de acción afirmativa son siempre mi-
gobierne por decreto la voluntad tornadiza del
norías, pues las mujeres, víctimas de una do-
pueblo, eludiendo el bien común y abriendo la
minación perenne, constituyen la mitad de la
puerta al despotismo. La base de este temor
población.
es que los pobres, no por naturaleza sino por su situación social, carecen de la virtud sufi-
El capítulo siguiente («La “república” de los ri-
ciente y se ven gobernados por sus pasiones.
cos contra la “democracia” de los pobres»)
De modo que un gobierno que tenga en ellos
aborda el núcleo de la división histórica entre
su base social —o sea, la democracia— con-
las dos variantes del republicanismo, y nos
ducirá a la tiranía. Éste es el núcleo de la críti-
conduce, como no podía ser de otro modo, a
ca, que se extiende luego en interesantes y
Aristóteles, donde no sólo se encuentra la defi-
sofisticadas ramificaciones, pero cuya esencia
nición clásica de la democracia como «el go-
será recurrente en la historia de las ideas polí-
bierno de los muchos pobres libres», sino tam-
ticas. La solución al problema señalado por
bién la principal familia de argumentos que el
Aristóteles pasa, o bien por terminar con los
tronco elitista del republicanismo ha dirigido
pobres, haciéndoles propietarios y, con ello,
contra ella. Para hacer inteligibles estas críti-
capaces de virtud, o bien por defender un «go-
cas, el autor se detiene en dos categorías bási-
bierno mixto», en el que manden unos pocos
cas del acervo político griego: libertad y virtud.
pero se integre de algún modo al demos, o a
El republicanismo no entiende la libertad como
una parte de él, para estabilizar y legitimar el
simple «no-interferencia», pero tampoco lo
sistema, tal como recomienda la Realpolitik.
hace en la forma positiva caricaturizada por el
No hace falta decir qué opción siguió el grueso
liberalismo moderno. La libertad republicana se
del pensamiento republicano. Andrés de Fran-
refiere a la capacidad de vivir autónomamente:
cisco lo explica de una manera brillante, cuida-
libre de la dominación de terceros y libre para
dosa con las referencias citadas e histórica-
participar en los asuntos públicos, de los que
mente informada. La verdadera importancia de
depende, y mucho, la propia libertad. Un con-
este esquema clásico estriba en su extraordi-
cepto tan robusto de libertad tiene un rico fun-
naria influencia sobre el pensamiento político
damento ético: uno es libre en su «república in-
posterior, razón por la cual merece la pena to-
terior» gracias al dominio de sí mismo, de su
márselo en serio.
razón frente a los instintos y apetitos. O sea, es verdaderamente libre si además es virtuoso,
Esto es lo que hace el autor en el siguiente ca-
en la vida privada como en la pública, para lo
pítulo, referido a un caso particular: la división
cual se requiere tanto determinación interior
y el equilibrio de poderes. Tras una breve y afi-
como pedagogía política.
lada introducción sobre el distinto significado
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del «imperio de la ley» para republicanos y li-
El indiscutible protagonista del debate filosófi-
berales, se señala la preocupación central que
co-político de las tres últimas décadas defen-
siempre han mostrado ambos hacia la concen-
dió postreramente una versión de su teoría de
tración y el abuso de poder. Para conjurar ese
la justicia, el «liberalismo político», situado en
peligro, a través de un diseño institucional que
las antípodas del liberalismo económico im-
lo ataje de un modo efectivo, la teoría política
pugnado en la primera parte del libro. Tan ale-
ha propuesto las doctrinas, diferentes pero
jado del capitalismo salvaje, de lo que el propio
complementarias, de la división y el equilibrio
Rawls llamaba «sistema de libertad natural»,
de poderes. Sin embargo, ni una ni otra son po-
que Andrés de Francisco se propone interpre-
líticamente neutrales: sus efectos variarán en
tarlo como parte integrante de la tradición re-
función del sesgo (democrático o elitista) que
publicano-democrática. Ésta es la contribución
adopten. Andrés de Francisco defiende una di-
más original y audaz del autor, aunque eso no
visión de poderes en clave democrática, que
significa que sea la más interesante, en parti-
abarque también su aspecto diacrónico, para
cular para el lector poco avezado en el debate
impedir la formación de élites políticas capaces
filosófico académico.
de reproducirse en virtud de leyes de hierro, hasta hacerse escasamente controlables por
El autor muestra convincentemente cómo la
los representados. Con el equilibrio de poderes
reformulación del último Rawls le acerca al
(checks and balances) ocurre algo parecido.
conjunto de categorías y argumentos de la
En este caso, el autor denuncia el sesgo con-
tradición republicana, aunque dos herencias
tra-mayoritario que informa los tres mecanis-
liberales (la escisión entre dos formas de li-
mos principales del constitucionalismo republi-
bertad y el mito del humanismo cívico) le impi-
cano moderno: veto presidencial, bicameralis-
dan reconocerse en ella. Esto no es óbice
mo y control judicial de las leyes. Si en el
para que Rawls pueda ser, como quiere An-
primer caso la referencia obligada eran los dis-
drés de Francisco, un referente de la izquierda
cursos de Robespierre, en este segundo fue
contemporánea, pero existen otros obstáculos
Jefferson quien vio con claridad las conse-
para que lo sea, y no precisamente la falta de
cuencias políticas de los contrapesos oligárqui-
atención desde las filas de ésta. Filósofos de
cos y defendió la renovación periódica de las
la talla y el compromiso de G. Cohen, A. Calli-
instituciones por el pueblo soberano, el único
nicos o J. Bidet han abordado su obra, respon-
«depositario fiable de los poderes últimos de la
diendo a sus desafíos y criticando sus límites.
sociedad». No hace falta ser muy perspicaz
Otra explicación alternativa la adelanta el pro-
para ver que las palabras de uno y otro —viva-
pio autor cuando ubica a Rawls en la izquier-
mente citadas por el autor— no han perdido vi-
da aristotélica pero en la derecha hegeliana,
gencia en nuestros escuálidos gobiernos re-
debido a su visión «reconciliadora» de la filo-
presentativos.
sofía, que encuentra, a mi parecer, mejor acomodo en el interior de marfileñas torres que
El último capítulo está dedicado a John Rawls
en el compromiso con las luchas políticas
y sirve como colofón al libro. ¿Por qué Rawls?
reales. 225
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Quizás estribe ahí el mayor valor de este li-
Bénédicte André-Bazzana
bro, escorado a la izquierda de ambas tradiciones, que consigue exponer con rigor y ten-
Mitos y mentiras de la Transición
sión intelectual los ideales republicano-democráticos confrontándolos con el mundo
(Barcelona, El Viejo Topo, 2006)
real en el que deben tomar vida, denunciando los grandes peligros que los amenazan y apostando sin rubor académico por ellos.
Desde hace algo más de veinte años, la transi-
Una exposición elegante y exigente que invo-
ción marca la vida democrática de este país. La
lucra al lector y le invita a un diálogo abierto.
admiración que ha provocado, tanto dentro
Al filósofo político le interpelará de una ma-
como fuera de nuestras fronteras, ha provocado
nera directa, retándole a rebatir con la misma
que se haya convertido en el objeto de estudio
claridad los dardos que lanza contra el libe-
más recurrente en el último cuarto de siglo para
ralismo o el republicanismo elitista. Al científi-
los especialistas en este tipo de materias, pero
co social le conducirá por caminos poco visi-
sobre todo para los politólogos y sociólogos. La
tados, proporcionándole categorías normati-
transición española ha sabido revestirse, tanto
vas capaces de arrojar luz sobre muchos de
en España como en el resto del mundo, de una
sus objetos de estudio (como las relaciones
imagen idealizada construida en virtud del de-
laborales, los partidos políticos o el discurso
sarrollo de un proceso ideal que ha sido perfec-
económico) y obligándole a reconsiderar al-
tamente logrado, y por ello es considerado
gunos de sus presupuestos. Al ciudadano de
como ejemplo por todos. Efectivamente, la
a pie, en fin, le introducirá de lleno en el mun-
ecuación española parece perfecta: actores
do apasionante de la filosofía política, mos-
responsables en permanente búsqueda de un
trándole su conexión directa con los proble-
consenso con miras a construir un régimen de-
mas políticos que le rodean y su gran impor-
mocrático con arreglo al modelo en vigor en Eu-
tancia para enfrentarse a ellos con éxito.
ropa occidental (André-Bazzana, 2006: 70).
Porque si no lo hace, otros lo harán por él.
Esto hace que la tendencia natural sea sacar
Y en cuanto los individuos se retiran, por la
pecho de un proceso que permitió pasar a Es-
fuerza o la persuasión, a la idioteia de su vida
paña de una dictadura a una democracia en un
privada y dejan vía libre a sus gobernantes,
periodo relativamente corto de tiempo y sin, lo
la democracia se resiente y la ciudadanía se
que es más importante, grandes traumas ni
desinfla, abriendo la puerta a que el poder
problemas mayores. Todo ello explica que nues-
devore la soberanía, derrotando, una vez
tro país aparezca ante los ojos del mundo ente-
más, los ideales republicano-democráticos
ro como el «modelo de transición» a seguir,
que tan brillantemente defiende este libro.
pero también, no lo olvidemos, por el propio interés que han mostrado siempre los sucesivos gobiernos españoles por mitificar y consolidar
Jorge SOLA ESPINOSA
esa imagen. Esto ha llevado en muchas ocasiones a intentar exportar nuestro modelo a otros
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