Reseña de la crónica \"Sumario de la natural historia de las Indias\", de Gonzalo Fernández de Oviedo

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Descripción

Fernández de Oviedo, Gonzalo. Sumario de la natural historia de las
Indias.
Edición de Manuel Ballesteros Gaibrois. Madrid: Dastin, sin lugar, 2002.

Luis R. Burset Flores, Ph.D.

En su expansión por el mundo a finales del siglo XV, continuando la
gesta de la Reconquista, los castellanos cruzaron el mar océano y llegaron
a tierras para ellos desconocidas. Esto los expuso a gentes, costumbres,
fauna, y flora que sólo podrían describir utilizando como referentes
conceptos y objetos conocidos a los europeos. Para el periodo temprano del
descubrimiento y conquista de lo que se llamaría América, se destacan tres
cronistas: el milanés Pedro Mártir de Anglería (1456-1526), el sevillano
Fray Bartolomé de las Casas (1484-1566), y el madrileño Gonzalo Fernández
de Oviedo (Madrid 1478- Santo Domingo 1557).
Fernández de Oviedo estuvo expuesto a la Corte castellana de
diferentes maneras. Trabajó para la familia real como criado del infante
don Juan, y acompañó a uno de los generales de Aragón a Italia. Pasó a
Indias con Pedrarias Dávila, estableciendo casa en Castilla del Oro y luego
en La Española. En la edición de Manuel Ballesteros Gaibrois que
reseñamos, se presentan los escritos de Fernández de Oviedo en el contexto
del asombro y maravillamiento que provó el constante descubrimiento y la
expansión de las tierras nuevas, la creación de organismos gubernativos
para administrarlas, y el cambio de visión del mundo que supuso pasar del
medioevo a la modernidad.
El Sumario de la natural historia de las Indias fue escrito en España
como una antesala a otra historia más completa que Oviedo había redactado,
pero que se encontraba en La Española. Fue dirigida al rey Carlos V, con
menciones a los detalles de la versión que se encontraba en Indias, siendo
el Sumario: "lo que de aquesta natural historia he podido reducir a la
memoria, y he dejado de hablar en otras cosas muchas de que enteramente no
me acuerdo…". Además, excluye a Nueva España del informe, justificándose
por el hecho de que ya Cortés había relatado sobre ella. Su intención era
"reducir algunas cosas notables de Indias" para representarlas al Rey. El
estilo de redacción es sencillo y conversacional, como si fuese hablado
personalmente; esto se hace particularmente patente en las transiciones
entre temas. También encontramos algunas divagaciones que lo alejan del
foco de su escrito.
Es evidente que en el escrito hay una agenda: está compitiendo por
presentar la crónica con mayor base de "verdad". En la dedicatoria,
Fernández de Oviedo establece que la función de los libros es conservar en
la memoria de los hombres las obras de la naturaleza, "verdaderas y
auténticas". La infinidad de menciones de experiencias directas con lo que
relata y describe parecen perseguir hacer su historia más creíble que la de
otros cronistas. Por eso, en el caso de que relatara algo con lo que no
tuvo experiencia de primera mano, se ocupa de establecer que se lo contaron
personas "de crédito" que sí lo habían visto.
También se preocupa por utilizar su mérito personal para abonar a la
credibilidad de su escrito. Se remite en ocasiones a los servicios que ha
ofrecido a diferentes monarcas, en particular a Fernando el Católico. Hace
mención de los puestos que ha ocupado en la administración de las colonias.
Las referencias a los autores clásicos, como Quinto Curcio y Plinio, dejan
ver su conocimiento y preparación.
El libro está dividido en 86 capítulos, uno por tema, que agrupa por
geografía, y después por particularidades. Así cubre temas generales de
navegación, pasando de La Española a Cuba y "otras islas", en las que
incluye a San Juan y a Jamaica, para llegar a Tierra Firme, y luego dedicar
un capítulo a cada tipo de animal, pez, planta o de árbol. Combina
detalles etnográficos de los pueblos que habitan estas regiones con
descripciones de plantas y animales.
En cuanto a los peces, animales y árboles, dedica un brevísimo
capítulo separado a cada uno, con descripciones y comparaciones a elementos
conocidos por sus interlocutores. En sus descripciones, combina términos
indígenas – juey, mamey, guayacán – que serían totalmente ininteligibles
para los europeos, con referencias o comparaciones que les serían
familiares. Nos parece que es muy ingeniosa y efectiva la manera que trata
de crear una imagen visual de frutas y árboles, como es el caso de la piña
y de la ceiba, y del mismo juey.
Fernández de Oviedo informa parcialmente sobre la variedad de
plantas, animales y gentes, y las diferencias entre ellos en diferentes
puntos de Indias. Incluye referencias al sabor de los animales, dejándonos
saber que los ha comido. Incurre en el error de catalogar a la tortuga y
al manatí como peces, identificando a este último como el más feo de todos.
Destaca los beneficios médicos de algunas plantas, como la eliminación de
las piedras renales asociada al agua de coco, o los usos decorativos de la
jagua. Al hablar del palo santo y sus beneficios, se aparta del tema para
elaborar sobre la "historia" de la sífilis, estableciendo que los españoles
se contagiaron en Indias y así la llevaron a Europa, entrando por España y
llegando hasta Italia.
Entre las costumbres recogidas por Fernández de Oviedo, nos llamó la
atención la información sobre las prácticas y actitudes sexuales de los
indígenas. Cubre la poligamia, las prácticas de cohabitación de las
indígenas "nobles" y sus actitudes hacia el sexo. Las presenta como leales
a un hombre, aunque no observaban el celibato; si su hombre no volvía
pronto de cacería o guerra, ellas se juntaban con otro. No se mezclaban
con indios comunes, pero sí con españoles. También reporta la costumbre de
relaciones homosexuales, y dentro de ella, la marginación de los hombres
usados como mujeres, o "camayoas" en su sociedad.
En el caso de los indios de Tierra Firme, complementando la
información provista por Fray Ramón Pané, González de Oviedo reporta las
creencias en la vida después de la muerte en relación al suicidio colectivo
en Tierra Firme, pero no da ese detalle cuando habla de la misma costumbre
en las Antillas. Recoge la práctica de conservación de los cuerpos de los
caciques difuntos, por varias generaciones. Sin embargo, su mentalidad
cristiana medieval lo lleva a demonizar lo diferente, como hace con las
prácticas de adivinación de los indígenas.
El cronista hace una denuncia de algunos abusos cometidos contra los
indios. Sin embargo, es muy cuidadoso en la manera que los presenta, pues
está escribiendo personalmente al monarca. Por lo tanto, es muy cuidadoso
de responsabilizar a individuos particulares, eximiendo al rey, pues éste
tiene leyes que no están siendo obedecidas.
Presenta una descripción muy valiosa de las prácticas de minería, que
estaban reglamentadas, tanto en ríos como en tierra, y la organización
laboral requerida para cada una. Anticipando lo que sería un problema en
Indias, justifica el poco interés de los castellanos en la agricultura.
Destaca que otras actividades económicas, como la minería y la pesquería de
perlas, y hasta las mercaderías, les eran más rentables. Detalla la
pesquería de perlas, incurriendo en la grave exageración de que los indios
podían estar hasta una hora debajo del agua.
La crónica contenida en el Sumario de la natural historia de las
Indias representó un esfuerzo titánico por llevar al conocimiento y la
atención del monarca, Carlos V, dueño de gran parte de Europa, las
maravillas de sus nuevas posesiones en Indias. Este esfuerzo se realizó en
un periodo en que Castilla se transformaba de un reino medieval cerrado al
mundo, a una potencia mundial que se seguía expandiendo, encontrando
continuamente gentes y costumbres nuevas. Con todo y sus exageraciones,
gracias a la memoria recogida en el Sumario, y a la publicación posterior
de la Natural historia de las Indias, los americanos tenemos algunos de los
datos más antiguos y valiosos de nuestra temprana historia colonial.



Luis Rafael Burset Flores
HIST 1401 " Dr. Marcial Ocasio Meléndez
10 de octubre de 2013
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