Reseña de \"En cuerpo de camisa\", de Luis Rafael Sánchez

June 8, 2017 | Autor: Luis Burset | Categoría: Literatura hispanoamericana y puertorriqueña, Literatura Puerto Rico
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Descripción

Reseña crítica.
Sánchez, Luis Rafael. En cuerpo de camisa. San Juan: Editorial Cultural,
2002, sexta edición. Introducción de Mariano A. Feliciano Fabre.

Luis R. Burset Flores, Ph.D.


En este ensayo reseñaremos la introducción de Mariano A. Feliciano
Fabre a la sexta edición de la colección de cuentos de Luis Rafael Sánchez
titulada En cuerpo de camisa.[1] Esta edición, publicada en 2002, incluye
quince cuentos en total, tres más que la edición original. Además de
reseñar la evaluación de Feliciano Fabre, comentaremos nuestras reacciones
sobre los cuentos y el autor. Complementaremos nuestra reseña con
referencias concretas a tres cuentos de esta colección: "Que sabe a
paraíso", "¡Jum!", y "Ejemplo del muerto que se murió sin avisar que se
moría". Hemos seleccionado estos tres cuentos por la pluralidad de
personajes y situaciones que recogen.
Feliciano Fabre ha sido un estudioso de la obra de Sánchez. Su ensayo
titulado "Luis Rafael "Sánchez y sus cuentos de seres marginados" forma
parte de un trabajo publicado en 1985 bajo el título Luis Rafael Sánchez,
crítica y bibliografía.[2] Su introducción da una mirada importante,
educada y hasta familiar al estilo literario de Sánchez. Identifica en
ella los rasgos emblemáticos y los personajes del mundo creado y recreado
por nuestro autor.
Bajo el título de "Cuentos de asedio y soledad", Feliciano Fabre
coloca los cuentos de En cuerpo de camisa en el contexto de la producción
literaria puertorriqueña e hispanoamericana. Fuera de la isla, Sánchez es
más conocido por su La guaracha del Macho Camacho (1976). No obstante,
para el crítico, La pasión según Antígona Pérez (escrita en 1968) fue la
obra que verdaderamente estableció al autor, a quien llama "anticipado de
su generación",[3] en el panorama literario.
Feliciano Fabre identifica cuatro características de la obra de Luis
Rafael Sánchez. Las podemos agrupar en los siguientes apartados: la
brevedad del relato, su acercamiento a lo entrañablemente humano, el empleo
del lenguaje popular, y la utilización de la repetición en su narrativa.
Veamos cada una individualmente.
La brevedad es quizás la característica emblemática de estos cuentos.
No obstante, no nos podemos dejar engañar. La brevedad yace únicamente en
la extensión del relato. La narrativa es breve pero concentrada,
profunda y cargada de significados. Opinamos que la brevedad del relato
recoge la insuperable capacidad de síntesis de Luis Rafael Sánchez. Dice
más con menos.
Sobre esto, Feliciano Fabre expone que Sánchez hace manejo eficaz de
los recursos literarios. Con esta apreciación, señala lo que llama
"conciencia arquitectónica" del autor. Se refiere concretamente a la
estructura y la selección de elementos en los cuentos. Sánchez utiliza
únicamente datos funcionales que crearán la atmósfera deseada para los
personajes de sus cuentos. Opinamos que es esta combinación lo que evita
que sus cuentos se queden en lo superficial. Sus cuentos no son simples
anécdotas de escenas cotidianas que aparecerían en las páginas de un
periódico regional; son pequeños dramas de la realidad puertorriqueña.
La segunda característica es "el profundo acercamiento a lo
entrañablemente humano".[4] Ésta se refleja en el desarrollo de sus
personajes, en los que el crítico reconoce una exposición y una denuncia de
la realidad humana. Los personajes son intensamente humanos y sus entornos
cobran vida. Sánchez los presenta con "una mirada piadosa y conmovida",[5]
en una acertada combinación de tipos y situaciones. De la combinación de
los personajes y sus medio ambientes surge la denuncia.
Feliciano Fabre define a los personajes de Sánchez como soñadores
dentro de una marginalidad sofocante. Quizás de ello surge el título de su
reseña. Uno de estos marginados entre marginados es el hijo de Trinidad en
"¡Jum!". La acción se desarrolla en una comunidad playera de trabajadores
negros. Por su afeminación, el hijo de Trinidad es marginado. La única
salida que encuentra es la muerte, que lo libera de los insultos y de la
alienación social y sicológica de la que ha sido objeto. Leoncia la tullía
vive subyugada a sus defectos físicos y a los insultos y atropellos de
Vitalina. El tecato sin nombre vive apresado por su vicio y por aquellos
que le sacan partido.
Sánchez narra desde dentro de las situaciones que presenta. Señalamos
como ejemplo de esta característica el cuento "Que sabe a paraíso", donde
demuestra una compasión sincera por la situación del drogadicto y por sus
allegados. No juzga a ninguno. Todos tienen un propósito. Ante sus
personajes, Sánchez demuestra "una conciencia despierta ante la amarga
existencia y el extraño… comportamiento de una zona viva de la sociedad
contemporánea".[6]
La constancia de Sánchez en este renglón descriptivo ha creado un
universo de memorables personajes. Leoncia la tullía, el hijo de Trinidad,
y el tecato sin nombre viven en nuestras mentes y nuestros corazones mucho
después de poner el libro a un lado. Nos atrevemos a añadir que, al igual
que en el cine español existe un tipo de personaje denominado "Chica
Almodóvar", en la literatura puertorriqueña hay "tipos Luis Rafael
Sánchez".
En este apartado, Feliciano Fabre destaca la capacidad de observación
de Sánchez. Se refiere ella como la "imaginación creadora" de Sánchez.[7]
Su creatividad, dice, se manifiesta en la realidad de los personajes
descrita con poesía, humor, cinismo e ironía. Esto le añade a los relatos
una dimensión artística que lo excluye del costumbrismo. Estamos de
acuerdo con que el autor es un observador perspicaz de la naturaleza
humana. Es precisamente en el desarrollo y manejo de sus personajes y
microcosmos donde se hace patente esta cualidad.
Como tercera característica, Sánchez utiliza el lenguaje cotidiano de
la calle para proyectar a sus personajes con pocas palabras. Da un tono
realista, humano y empático a la narrativa. Inevitablemente, le da un
sabor muy puertorriqueño a una obra que ha trascendido nuestras costas.
Palabras como pasurín, añoñao o tetaje, al igual que frases como "asfixiar
el nalgatorio" rompen constantemente con la acostumbrada formalidad de la
palabra escrita.
Entendemos que la utilización de palabras y frases ordinarias en el
fondo léxico puertorriqueño ahorra al autor la necesidad de recurrir a
símiles o elaboradas metáforas que extenderían sus escritos. Esta
característica también es fundamental para la brevedad de sus relatos.
Sánchez utiliza palabras que ayudan a esbozar el entorno de sus personajes,
su nivel cultural, su realidad diaria. Más importante aún, este lenguaje
nos acerca a los personajes, creando familiaridad y empatía.
En este apartado queremos señalar un elemento que Feliciano Fabre pasa
por alto: la intertextualidad bíblica. Sánchez hace frecuentes referencias
a pasajes bíblicos y utiliza recursos del culto católico en su prosa. En
"Ejemplo del muerto que se murió sin avisar que se moría", los párrafos
iniciales presentan un contraste entre las letanías del rosario y los
insultos que Vitalina profería a Leoncia. "Que sabe a paraíso" termina con
la contestación que Jesús diera al ladrón arrepentido en la cruz junto a él
"mañana estarás conmigo en el paraíso".[8] Este paraíso, sin embargo, se
refiere al próximo viaje de drogas en el que se embarcará el tecato.
De manera magistral, Sánchez construye letanías de sus oraciones. En
"Que sabe a paraíso", Sánchez santifica la puya de la droga de la siguiente
manera: "…savia de paraíso para ofrendar al dios de las ventas, puya
prudentísima, puya venerable, puya laudable, puya poderosa, puya honorable,
puya de insigne devoción, puya que ampara y protege."[9]
Finalmente, la cuarta característica señalada en la obra de Sánchez es
la repetición, o recurrencia sintáctica, fonética y semántica. Las ideas
se repiten con variantes. Se insiste en un punto de vista, en una
situación de la cual los personajes no pueden salir. En ¡Jum!, se combina
esta técnica con la repetición coreada de la negrada que gritaba "que no
vuelva, que no vuelva". Describiendo a la masa que acorralaba al hijo de
Trinidad, Sánchez utiliza nuevamente esta técnica: "¡Que se perfuma con
Com tu mi! ¡Que se pone carbón en las cejas! ¡Que es mariquita fiestera!
¡Que los negros son muy machos! ¡Y no están con ñeñeñés!"[10] Esta
repetición coreada le da ritmo al texto, a la vez que representa en
encierro prejuiciado contra el afeminado hijo de Trinidad.
La repetición con variantes delinea el proceso por el cual Delia se
prostituye para conseguir la droga al tecato. Se crea una vívida imagen
mental en el lector: "…sin que por un momento palideciera, ni siquiera
cuando Bienve empezó a besar los hombros de Delia, ni siquiera cuando Chino
empezó a besar las manos de Delia, ni siquiera cuando Manolín empezó a
besar los muslos de Delia, ni siquiera cuando Nicolás Gutiérrez empezó a
besar las piernas de Delia, ni siquiera cuando Pescaíto empezó el
derrumbamiento de Delia para efectuar la posesión absoluta."[11]
En "Ejemplo del muerto que se murió sin avisar que se moría", la
desesperación de Vitalina se plantea con repetición: "Vitalina saltó, no
puede ser, no puede ser, se arrancó la pollina, no puede ser, no puede ser,
se arrancó una onza de moño, no puede ser, no puede ser, se pateó la cabeza
y no puede ser, no puede ser, dijo cuando dijo que no tenía."[12] En
diferentes puntos del cuento, el autor repite la reacción de Leoncia:
"Leoncia se tiró como loca, descalza, la cara hinchada de no poder llorar,
qué cosa, de no poder llorar."[13] Menos aparente, la repetición narrativa
describe la ansiedad e impotencia de Vitalina. Estas líneas tienen la
musicalidad y el ritmo de versos de alguna canción popular.
Entendemos que la musicalidad en la obra de Sánchez está ausente en la
crítica de Feliciano Fabre. Si bien asocia la técnica literaria de Sánchez
con la arquitectura, nosotros lo hacemos con la música. El ritmo y el
tempo que crea a través de la repetición sirven como tercer elemento, junto
a los personajes y a los ambientes, para crear microcosmos de realidades
humanas en brevísimos cuentos. La musicalidad lo ancla al mundo caribeño,
desde donde migra al mundo iberoamericano.
La obra de Luis Rafael Sánchez lleva en sus letras la realidad humana,
los tipos y la musicalidad que caracteriza la región del Caribe. Su
puertorriqueñidad y caribeñidad son sus cartas de presentación. No
obstante, los dramas humanos de los "tipos Luis Rafael Sánchez" no son
exclusivos a nuestra región. Quizás por eso su arte ha trascendido las
costas de Puerto Rico y del Caribe para convertirse en literatura
hispanoamericana.
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[1] Sánchez, Luis Rafael. En cuerpo de camisa. San Juan: Editorial
Cultural, 2002, sexta edición. Introducción de Mariano A. Feliciano Fabre.
[2] Hernández Vargas, Nélida y Daisy Caraballo Abreu. Luis Rafael Sánchez,
crítica y bibliografía. Río Piedras: Editorial de la Universidad de Puerto
Rico y Seminario de Estudios Hispánicos Federico de Onís, 1985.
[3] Sánchez. En cuerpo de camisa, página ii.
[4] Página iii.
[5] Ibid.
[6] Ibid.
[7] Página iv.
[8] Página 9.
[9] Página 8.
[10] Página 56.
[11] Página 6.
[12] Página 71.
[13] Página 70.
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