Reseña crítica del capítulo: La fabricación de tradiciones en serie 1870-1914. E. Hobsbawm.

July 18, 2017 | Autor: R. Sancho Garzón | Categoría: Nationalism
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Descripción

Ricardo Sancho Garzón.

capitalismo del año 1975 y La era del imperio del año 1987. También su obra Historia del siglo XX del año 1998.

Reseña del artículo de Eric Hobsbawm: La fabricación en serie de tradiciones. Europa 1870-1914.

En relación con el artículo podemos decir que fue publicado por primera vez en el año 1983 junto con Terence Ranger, historiador africanista. El artículo lo podemos encajar dentro de la producción bibliográfica de Hobsbawm dedicada a su crítica de las tradiciones e invenciones por parte de las élites y al estudio de los estados-nación1.

Reseña crítica. 1. Autor. Nacido en Alejandría (Egipto) en el año 1917 y recientemente fallecido en Inglaterra en el año 2012, Eric Hobsbawm ha sido uno de los principales historiadores del mundo contemporáneo. Historiográficamente podemos incluirlo dentro de esa gama de historiadores pertenecientes a la nueva historia social, en su caso Hobsbawm pertenece a esa corriente de historiadores marxistas de Inglaterra. Se afiliaría al Partido Comunista Británico en el año 1936 donde militaría hasta 1991 debido a la disolución del mismo.

2. Resumen. En un breve recorrido por todo el artículo podemos decir que, Hobsbawm empieza hablándonos de cómo las figuras de los estadosnación, especialmente Francia y Alemania durante el periodo de 1870-1914, precisaron de una serie de símbolos que aglutinasen tanto al heterogéneo pueblo germano, como al desmoralizado francés tras la derrota en Sedán en el año 1870.

De su vida académica podemos destacar que ingresó con una beca en el King’s College de la universidad de Cambridge donde se doctoró. Debido a su pertenencia ideológica al comunismo no pudo acceder a impartir clases en la universidad de Cambridge y empezó a trabajar en la universidad de Londres. Su marginación académica permaneció hasta la llegada de la década de los 60 donde sus trabajos empezaron a tener mayor renombre y repercusión. Recalcar sobre todo que sus escritos y publicaciones marxistas contribuyeron a minar la visión victoriana y positivista de la historia de Inglaterra. De entre sus obras destacamos El siglo breve del año 1996, la trilogía de las tres eras: La era de la revolución del año 1961, La era del

Nos habla también de cómo el auge del movimiento obrero que se organizaba en partidos y sindicatos, como el SPD alemán, cada vez más suponían un riesgo muy fuerte que atacaba los intereses de esos estados-nación de corte burgués que precisaban de aliarse con todas las clases burguesas de diferentes niveles e incluso de las clases populares, creando figuras y símbolos que identificasen a los campesinos no ya como campesinos sino como franceses y alemanes. Para ello nos pone ejemplos en 1

Toda la información acerca del autor ha sido extraída del siguiente enlace: http://www.biografiasyvidas.com/biografia/h/ho bsbawn.htm

Francia con los símbolos de la Revolución Francesa durante la Tercera República, y en Alemania que tiene mayores dificultades las hojas de roble, la batalla de Leipzig y su conmemoración y otras muchas. Otro apartado lo dedica a las señas de identidad y tradiciones que tienen que ver con la clase obrera que representen su cohesión como grupo y clase social, véase el himno de la Internacional y la celebración del Primero de Mayo que empieza a tener un gran auge en ese periodo.

Lo primero que nos llama la atención del artículo es el propio título, en concreto, la palabra fábrica. Podemos deducir que el uso de esa palabra de parte del autor puede tener una intención desmitificadora del significado y origen de la tradición, como si se tratase de una producción en masa para satisfacer a los consumidores de tradiciones. Y la verdad que si lo miramos bien desde la producción en masa en el periodo antes de la Gran Guerra hasta la actualidad, no parece haber perdido esa connotación de carácter consumista.

A continuación se centra en la invención de tradiciones en otros países como Estados Unidos destacando el americanismo de las clases medias y bajas frente a los inmigrantes que también conformaban las clases populares en su mayoría. La institucionalización de los deportes pasando del amateurismo al profesionalismo, las tradiciones que de los deportes de masa surgen como la gorra británica en el fútbol entre las clases populares, o la invención del tenis entre la alta burguesía.

Efectivamente nos encontramos ante un periodo social y político donde la definición y encasillamiento de cada individuo parece más complicado de lo que podría resultar a primera vista. Hobsbawm en su obra La era del imperio 1875-1914 en el capítulo que habla de la burguesía ya habla de la dificultad a la hora de establecer los diferentes escalones dentro del propio grupo burgués. Se habla de burguesía baja o pequeña, mediana-alta, mediana-baja, mediana-alta, alta.

Un último apartado lo dedica al factor educativo y de la enseñanza como el principal distintivo social entre las clases populares y la media y la alta burguesía, y como a partir de intentar destacar socialmente, la financiación particular de instituciones educativas como las universidades darán lugar a la competitividad entre ellas mismas creando a su vez sus propias tradiciones y distintivos particulares.

Esta difícil clasificación según Hobsbawm no sólo ocurre entre la burguesía, sino que también en la misma obra en el capítulo dedicado a la clase obrera se produce la misma situación con la misma división horizontal dentro del propio estamento popular donde encontramos campesinos y jornaleros empobrecidos, medianos campesinos, campesinos ricos, artesanos empobrecidos, artesanos medios y otros muchos. Pero la cuestión que Hobsbawm trata por tanto es la necesidad por parte de los estados-nación recién nacidos en el siglo XIX, de crear tradiciones con

3. Crítica.

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su base en símbolos políticos, históricos y artísticos que aglutinen a aquella parte de la población que se encuentra entre los más ricos y los más pobres que pueden sentirse incómodos en ambos grupos. Entendemos por tanto que la burguesía juega un papel fundamental y protagonista tanto desde arriba como desde abajo en la creación o invención como denomina Hobsbawm de esas tradiciones que se van produciendo en fábrica por la inminencia del momento. ¿Cuál es ese momento? Hobsbawm a lo largo del artículo no se adentra demasiado en el contexto político y de la diplomacia internacional del momento, pero la realidad es que la política exterior de los estados es determinante. Desde 1870 el expansionismo imperialista necesitado de una fuerte base mental y psicológica sustentada en el nacionalismo, era fundamental para la preeminencia de los grupos burgueses dominantes alemanes, franceses, ingleses e italianos en el poder político parlamentario. El papel que jugarán los símbolos durante el periodo colonialista serán fundamentales en cuestión de banderas, himnos como puede ser el de Verdi y su Va pensiero! de la Opera Nabucco o las óperas de Wagner que hablan del mundo mitológico germano como pueden ser Tristan und Isolde, El anillo de los nibelungos, Sigfrido, Lohengrin. Estas obras eran interpretadas no ya sólo en Italia y Alemania sino en todo el resto de Europa. En la actualidad el himno de Italia lleva la música de Giuseppe Verdi. Se trata por tanto de disponer de una serie de símbolos que se

conviertan en tradiciones, tradiciones que hagan de nexo entre todos los habitantes de un mismo estado-nación, y que esos nexos estén por encima de la lucha de clases obrera que tanto auge estaba empezando a cobrar con las continuas conquistas de derechos políticos y el temor que cada vez más infundaba a los gobiernos liberales burgueses. Parece ser que el hecho de que se consigan derechos políticos por parte de las clases más empobrecidas tiene también un doble significado respecto de la aparente movilidad y volubilidad de la sociedad del momento, donde alguien desde abajo puede llegar hasta arriba si encuentra las posibilidades, no olvidemos la ingente inmigración hacia Estados Unidos de irlandeses, italianos, noruegos, polacos y de otras naciones europeas hacia América, la llamada tierra de las oportunidades, con la estatua de la Libertad. Debido a esa movilidad que permitía la llegada de los partidos socialdemócratas como el alemán al Reichstag a principios del siglo XX y que suponía por tanto la institucionalización de las reivindicaciones de la clase obrera, se precisaba por parte de esos estados-nación unos símbolos indentitarios que formasen parte de las tradiciones del pueblo de la nación, todavía muy deficitarios y que estaban en expansión por el mundo, implantando su lengua allá donde se instalaban como el inglés en Sudáfrica, el alemán en Tanganica o el francés en Argelia. Sigmund Freud en su obra Psicología de las masas del año 1921 y escrita durante la Gran Guerra habla de cómo el efecto de

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pertenecer a una gran masa como el ejército de un estado-nación frágil como el austro-húngaro por el bien del imperio y del emperador cometiese horribles matanzas contra el pueblo serbio, y como el hecho de pertenecer cada individuo a un conjunto reducía la responsabilidad de los actos cometidos legados al conjunto de la masa. Relacionando lo que Freud comentaba de ese poder que ejerce la masa sobre el individuo en sus acciones, con lo que Hobsbawm habla de la necesidad de ‘inventar’ tradiciones por parte de la Alemania de Bismarck o la Francia de la Tercera República, vemos cómo se fomentarán esos nacionalismos que se confrontarán en la Gran Guerra. Uno de los problemas que Hobsbawm señala es la dificultad con la que se van a encontrar algunos estados-nación de edificar con esas tradiciones el nacionalismo. El ejemplo más claro lo explica el autor con Alemania, que ya desde el proceso unificador disponían de diferentes proyectos apoyados por los prusianos en el caso de la Pequeña Alemania o de los austriacos de la Gran Alemania. Cuando comparamos las figuras de Bismarck y el káiser Guillermo el Grande, el engrandecimiento de la nación alemana durante el periodo bismarckiano provocó la aparición de numerosos monumentos como columnas, estatuas magnificadas del canciller que sería destituido por Guillermo II. Ni su padre ni él mismo consiguieron a partir de sus monumentos y estatuas figurar como la vanguardia del engrandecimiento de la ‘’gran nación alemana’’. Lo que refleja el calado final de la invención de las tradiciones en el caso alemán fue cómo se culpó de la derrota alemana

en la Gran Guerra al káiser Guillermo II, objeto de todas las críticas por parte del pueblo alemán. El derrumbe de la que podría considerarse la primera figura simbólica del Segundo Reicht afectó sobremanera al nacionalismo que se había edificado en los cuarenta años anteriores en Alemania y por tanto a la tradición que se había inventado del káiser como padre de la patria alemana. -La institucionalización de geografía en los estados-nación.

la

Otro aspecto que trata Hobsbawm respecto de las tradiciones y que llama nuestra atención es aquel que menciona al principio del artículo sobre la necesidad de crear ciudadanos, de crear la ‘sociedad civil’ que sienta que pueda formar parte de la vida política del estado y territorio en el que se ven incluidos, lo que también y es algo que no menciona Hobsbawm, influye en la delimitación de la geografía de la nación y la enseñanza en sus escuelas. Esto sobre todo tras la derrota de Francia frente a Prusia en 1870 en Sedán influirá sobremanera en la forma de enseñar geografía en Francia en las escuelas, sin olvidar la pelea entre ambas naciones por el control de los territorios de la Alsacia y la Lorena conflicto que perdurará hasta el Tratado de Versalles de 1919. La creación de figuras y símbolos identificados con la tradición de cada país será un conflicto interminable en esos territorios. Llegamos a la conclusión por tanto de que las tradiciones al nivel de los estados-nación están también ligadas a un territorio delimitado por unas fronteras lo cual a veces puede

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presentar confusiones entre poblaciones de diferentes naciones que compartan tradiciones y en ocasiones conflictos, véase el Día de San Patricio entre Irlanda e Inglaterra, las celebraciones de corridas de toros en Francia y España. Incluso hoy en día cuando observamos un mapa turístico lo que vemos encima de cada país son sus señas de identidad tradicionales, en nuestro caso el toro, la sevillana, en el caso de Francia la torre Eiffel o figuras bohemias de los años veinte franceses. Volviendo con lo que comentábamos a inicios del apartado, la necesidad de crear un pueblo francés y alemán conllevaba consigo crear una pertenencia al estado-nación a través de dejar poder participar en la vida política de sus respectivos estados-nación, estados-nación demarcados por una delimitación fronteriza que será de vital importancia en la edificación de esas tradiciones. El nacimiento de la tradición va ligado por tanto a unos territorios encerrados entre fronteras respecto de otros países. Esto se verá también reflejado en que muchas tradiciones estarán totalmente relacionadas con algo que representa todo lo contrario al vecino estado-nación. -El problema obrero.

del

movimiento

Uno de los problemas que señala Hobsbawm que van a tener los estados-nación a la hora de querer establecer figuras tradicionales va a ser que va a provocar una contrarreacción de aquellos grupos que ya se sienten parte de una clase social antes que del estado, aunque resulte paradójico a nuestro modo de ver estos mismos partidos

políticos obreros actuarán a nivel estatal a pesar de la internacionalidad del movimiento obrero personificado en las internacionales obreras. El auge del movimiento obrero en países como Alemania utilizará figuras y celebraciones como el Primero de Mayo como tradiciones de la clase popular obrera con el objeto de conmemorar la jornada de ocho horas. Frente a la aparición de tradiciones dentro del seno del movimiento obrero, los gobernantes precisarán de la invención de una serie de figuras y símbolos que engloben a aquellos ‘ciudadanos’ que no se sientan parte del movimiento obrero pero tampoco sean la clase en el poder. Estos grupos estaban en la ciudad preferentemente. -La tradición en los estados más atrasados. Cuando Hobsbawm habla de cómo en algunos estados-nación tendrán que hacer uso de figuras como las de la Iglesia y el Rey nos está indicando como no es necesario inventar figuras modernas para el aglutinamiento del campesinado que todavía vive bajo viejas jerarquías en su mayoría caciquiles. Cuando nos habla de este aspecto, no puedo evitar acordarme del proceso unificador de Italia y compararlo con el alemán que presentan una gran diferencia hasta la que después de la lectura del artículo no había caído y es el empleo de la figura del monarca en Italia con mucha más fuerza que la del emperador Guillermo I de Prusia en la futura Alemania. Durante todo el proceso unificador el primer artífice de la

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unificación, el conde de Cavour, precisa de la figura del rey Víctor Manuel del Piamonte para aglutinar el movimiento nacionalista italiano unificador, sin la figura del rey el proyecto queda simplemente en una unificación jurídico-administrativa de los diferentes estados de la península itálica. Ahora con la figura del rey como rey de todos los italianos, de los campesinos y obreros que participaron con gran ahínco en el proceso unificador, se convertía en una misión del pueblo italiano frente al disgregador y enemigo austriaco que obtenía el beneficio político de tener a Italia dividida en estados. En cambio durante el proceso unificador alemán, también se pretendió utilizar la figura del príncipe de Prusia que no aceptó el encargo de liderar simbólicamente la unificación alemana. El proceso unificador alemán estuvo en manos de Otto von Bismarck no de ningún rey o emperador, de ahí que la tradición alemana lo haya querido consagrar más a él en sus estatuas y monumentos como el padre de la nación alemana y no al emperador. La importancia de la figura de la monarquía como figurante dentro de las tradiciones del estado-nación en Europa es algo bastante determinante en el mundo de las tradiciones y del nacionalismo de cada país. Sólo tenemos que detenernos en el escaso tiempo que duró la Primera República en España entre 1873 y 1874, tras la salida además de un rey saboyano, Amadeo I, y la instantánea restauración por parte de Cánovas de Alfonso XII. Podemos decir que España por tradición ha sido y sigue siendo una monarquía ya que muchos españoles tienen como seña

de cohesión nacional la figura del rey Juan Carlos I y los juancarlistas o ahora el propio Felipe VI que no goza de mala fama a pesar del descrédito de la Casa Real española. En cambio en Francia las señas de identidad han sido totalmente relacionadas con el periodo revolucionario y por tanto antimonárquicas. Recordamos que Napoleón fue capaz de unificar bajo su figura a todo el pueblo francés de la época y ya después de su derrota ni Carlos X, Luís Felipe de Orleáns o Napoleón III fueron capaces de igualar su figura histórica. Tras la derrota fatal y humillante de Sedán que acabó con el propio Napoleón III preso por los prusianos, a los gobernantes franceses de la Tercera República no les quedaba otra que hacer uso de símbolos de la etapa revolucionaria como la bandera tricolor, la Marianne o el lema de ‘’Igualdad, libertad, fraternidad’’. Una Francia republicana que estaba rodeada por el momento de regímenes monárquicos e imperiales. -La necesidad de una ‘’religión cívica’’. Un aspecto a nuestro parecer bastante impactante que comenta Hobsbawm en el artículo fue, la necesidad de crear ‘’buenos republicanos’’ que no necesariamente fueran socialistas de la izquierda radical, sus principales enemigos a la hora de dirigir el estado burgués de la segunda mitad de siglo en Francia. Emplea el término de ‘’religión cívica’’ y habla del uso de la educación primaria como manera de ofrecer un servicio público a los franceses con el objetivo de introducir las tradiciones francesas del estado-nación francés

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a partir de los contenidos tal y como señalábamos antes respecto de la geografía y la historia. Resulta sorprendente como esta invención, que hoy podríamos denominar éxito ha perdurado hasta nuestros días en las escuelas e incluso en las universidades en carreras como la nuestra, la de historia. La tradición de enseñar la historia del estado-nación ha venido marcada por un profundo eurocentrismo que surge en esta época 1870-1914, de hecho no se enseña historia medieval del occidente europeo sino historia medieval universal a pesar de que no se hable ni de Mongolia o China durante el siglo XIII. Nos preguntamos entonces si la educación a través de las escuelas y universidades desde el siglo XIX ha estado siempre al servicio del estado y sus intereses en mostrar las señas de identidad bajo las que todos los españoles, franceses o italianos debemos sentirnos identificados, antes que vernos identificados con la clase popular obrera o la alta burguesía. Se declara por tanto la obvia intención del empleo de la educación como medio de implantar las tradiciones de un estado-nación. Por otro lado se deja notar como en algunos estados-nación, estos deben tener cuidado con las figuras que eligen, tal y como el propio Hobsbawm señala a la mitad del artículo, y es que en los casos latinoamericanos por ejemplo, con las figuras de Eva Perón, Simón Bolívar, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Salvador Allende, Ernesto Che Guevara en Cuba junto con Fidel Castro, en Estados Unidos con Lincoln, Washington, Jefferson el nacionalismo y las figuras

simbólicas de los mismos han estado representadas por estas figuras hasta hoy en día incuestionables para las clases populares de cada país como los unificadores o libertadores de sus respectivas naciones. Lo que nos encontramos en Europa en cambio es algo muy distinto, donde la elección de esas figuras por aquel entonces era algo muy delicado tal y como señalaba en Francia con la figura de Robespierre, o en España que tras la crisis del 98 y la Semana Trágica la figura de la monarquía había quedado muy dañada. Francia ha optado por figuras institucionales para la edificación de sus tradiciones como la conmemoración del Día de la Bastilla, en cambio en España nos hemos tenido que ir mucho más lejos en la historia por ejemplo al 12 de octubre de 1492 que hoy en día conmemora el Día de la Hispanidad, o la celebración de la Constitución de 1812 que tan democrática ha sido considerada por el propio estado en un alarde de la historia constitucional de España. Esto indica que frente a un desacuerdo de la propia población por elegir a unas figuras personales se prefiere elegir algo más neutro y alejado de los conflictos del momento que abarque un mayor espectro de la población. -Los símbolos deportes.

estéticos

y

los

Hobsbawm comenta por otra parte como monarquías como la de la reina Victoria para trasladar al pueblo sus tradiciones utilizaron celebraciones públicas de gran boato, y algunas prendas o signas con las que el individuo popular se sintiese identificado con la

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monarquía y por tanto sintiera que formaba parte de ese poder real. La cuestión es que esto no sólo ocurre en el caso de la monarquía, sino que también ocurre con las banderas. Hoy en día cuando la selección de fútbol gana un trofeo vemos colgadas multitud de banderas en los balcones del país correspondiente, lo que de alguna manera puede significar que ese individuo a pesar de no haber jugado el partido se siente parte de esa victoria. Hobsbawm también nos pone el ejemplo de la gorra inglesa de los obreros como elemento distintivo del resto de clases sociales, y como ir a un partido de fútbol, deporte de masas, significaba ver gradas repletas de obreros con la gorra. Resulta curioso observar como en la actualidad si dos personas con situaciones económicas muy diferentes pertenecen a un mismo equipo de fútbol durante los breves momentos de la victoria de su equipo se establecen como una serie de lazos fraternales que rompen todas las barreras sociales, aunque al día siguiente sigan siendo patrón y obrero y por tanto se sigan odiando mutuamente. Observamos que los deportes de masas como el fútbol hacen de elemento unificador estableciendo durante breves instantes lazos de unión entre los que podemos considerar que son enemigos de clase. Aún así lo que más nos llama la atención del apartado que Hobsbawm dedica a los espectáculos y a los deportes es la intención de los capitalistas inversores en ganar dinero a partir del establecimiento de nuevas tradiciones deportivas. Hobsbawm

emplea el término de ‘’profesionalización’’ de los deportes de masa como un elemento que permite a algunos individuos de las clases populares en mejores condiciones dejar de pertenecer a la misma gracias a su talento en dicho deporte, como el boxeo y el fútbol, y poder ascender social y económicamente a partir de convertirse en un profesional del fútbol aún ni siquiera sabiendo leer. Esto resulta muy llamativo debido a que parece que se utiliza el deporte como catalizador de las aspiraciones de la clase popular a tener una vida mejor, y por tanto actúa como elemento disgregador entre las mismas, aunque durante esa época todavía tendría un efecto mínimo. En cambio hoy en la actualidad, el fútbol y los futbolistas muchos de ellos vienen de ambientes marginales o de la clase media y llegan a ser multimillonarios muchos de ellos a pesar de ser ignorantes en muchos aspectos. El hecho de que con el paso del tiempo se hayan ido estableciendo multitud de competiciones deportivas como la Copa del Mundo, la Copa de Europa, las copas dentro de diferentes países, con muchos equipos cada uno con sus señas, colores en la equipación demuestra la fuerza que el establecimiento de competiciones deportivas, más de allá los Juegos Olímpicos, han tenido en la mayoría de la población que va a verlos en masa u hoy en día la continua retransmisión de competiciones deportivas donde los deportistas cada año van en representación de sus países, aunque el mérito, sea un mérito particular y no nacional.

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El calado de las tradiciones deportivas reflejadas desde el periodo que enmarca el artículo ha sido muy fuerte con el paso del tiempo hasta la actualidad, tan fuerte lo podemos llegar a considerar que ha habido y sigue habiendo duros enfrentamientos saldados en ocasiones con algunas víctimas en acontecimientos deportivos de masas especialmente. El elemento de pertenencia a un equipo de fútbol ha generado una serie de extremismos que se han vuelto bastante peligrosos llegando a generar multitud de violencia, por sentir que si tu equipo es derrotado, el aficionado es derrotado, por tanto para aquellos cuya identidad y autoestima más dependen de su club de fútbol esto supone la generación de un odio, rechazo hacia los aficionados de otros clubes que podríamos considerar como enemigos, son los enemigos del club, o lo que es lo mismo son los enemigos de tu nación si se trata de una competición entre países. Como conclusión para este apartado, podemos intuir que los deportes en el caso de las masas han servido como catalizador de las aspiraciones de la lucha obrera en muchos sentidos, panem et circenses decía Juvenal. Aquí en Cádiz tenemos el claro ejemplo de que cada vez que se convocan elecciones da la casualidad de que coinciden siempre con un partido de fútbol lo que impide que haya una alta participación electoral y los que se mantienen en el ayuntamiento hayan perdurado tanto tiempo.

-La educación y sus instituciones.

Lo último que nos interesa comentar del artículo es aquel relacionado con las universidades y sus tradiciones y su continua creación e invención. Como la educación en ese momento es el elemento más claro a la hora de establecer distintivos sociales, esto va a generar también competiciones entre las propias instituciones educativas, especialmente las universidades que dispondrán de sus uniformes característicos, sus rituales de ingresos, sus comportamientos específicos por parte de su estudiantado y que luego competirán con otras universidades con el objetivo de lograr parecer superiores las unas a las otras, lo que quiere decir tener mejor estudiantes y mejores profesores, lo que a su vez genera el ingreso de más estudiantes y más financiación de los particulares a las universidades. En la actualidad esta competición entre universidades se utiliza de forma ferviente con el fin de desacreditar a unas y a otras, y no ya sólo entre universidades de diferentes provincias sino entre las propias facultades de una misma universidad. Se genera por tanto un complejo de inferioridad/superioridad constante entre los propios estudiantes universitarios de diferentes universidades por destacar qué universidad es la mejor respecto del resto de universidades. También se práctica esta competencia entre universidades de diferentes países, llegando incluso a imitar las tradiciones de otros países. En Europa tenemos el claro ejemplo de cómo se han adoptado actos como las graduaciones, una tradición del mundo universitario anglosajón sobre todo de Estados Unidos, pero

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al tratarse de la ‘’primera potencia’’ en universidades se debe imitar por parte de nuestras universidades en un afán de parecernos a los mejores. Para sorpresa dentro de esa competencia entre universidades por ser la vanguardia en cuanto a calidad y productividad, también se emplean competiciones deportivas como el rugby, fútbol para hacer competir a los estudiantes de las mismas y poder dar a mostrar que universidad tienen los estudiantes más resistentes, y preparados. Esas competiciones como las de Oxford y Cambridge en Inglaterra son el claro ejemplo.

que eran los propios reyes y banqueros de la alta burguesía, e identificar al enemigo fuera de las fronteras, algo que fue tan fomentado en las clases medias que veríamos su choque en el verano de 1914 con el estallido de la Gran Guerra. En cambio parece ser que durante ese periodo no consiguieron minar la unión de la clase obrera que agrupada en los futuros partidos comunistas protagonizarían importantes revoluciones como la bolchevique de 1917 que contaría con sus propios símbolos y tradiciones obreras.

-Conclusión. Una vez hemos expuesto en aquellos apartados los aspectos que hemos considerado más llamativos, llegamos a la conclusión clara de que la invención de tradiciones en masa no tuvo otro objetivo que establecer nexos de unión entre la población que cada vez se agrupaba con más fuerza en partidos políticos obreros que aspiraban con aplastante mayoría a gobernar los parlamentos. Esos nexos de unión debían dejar fuera la pertenencia a una clase social, sino que debía traspasar ese límite con el fin de enterrarlo cada vez más y por tanto tal y como señalábamos anteriormente que los enemigos del pueblo no sean ya tanto la monarquía, la burguesía o los banqueros sino otros países con diferentes tradiciones, en concreto durante el periodo de 1870-1914. La necesidad de fortalecer el nacionalismo por parte de los gobiernos de los diferentes estadosnación conllevo la creación de esa ingente multitud de tradiciones que hicieran olvidar al enemigo interno

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