ISSN: 0719-5222
Reseña: Christian Duverger. Crónica de la eternidad. ¿Quién escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España?. México D. F.: Taurus, 2012. 335 págs. Pablo Hurtado Ruiz1 Universidad de Santiago de Chile Para nadie es un misterio la importancia que la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España de Bernal Díaz del Castillo ha tenido y tiene para el desarrollo de la historiografía latinoamericana. Concebida, según sabemos, como reivindicación de aquel soldado de a pie que fue olvidado por la voz oficial, encarnada principalmente en la Historia de la conquista de México de Francisco López de Gómara, quien escribiese su texto siguiendo las palabras dictadas por el mismo Hernán Cortés. Christian Duverger, investigador de la École des Hautes Études en Sciences Sociales de París, plantea en su texto que la autoría de la Historia verdadera no corresponde a Bernal Díaz del Castillo, sino que habría sido el mismísimo Cortés quien la escribe desde el anonimato con el fin de grabar su nombre y el de sus compañeros para la posteridad. Para demostrar su tesis, Duverger divide su texto en dos partes: una primera titulada “Los contornos del enigma” en que establece las contradicciones e inconsistencias que negarían la autoría de Bernal Díaz del Castillo y otra llamada “La resolución del misterio” en que argumenta las razones que 1 Doctorando en Estudios Americanos. Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile. Docente en Universidad de las Américas.
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demostrarían que Cortés es el autor de la Historia verdadera. Para Duverger, Bernal Díaz es un soldado casi analfabeto que tiene un pleito pendiente por asuntos de tierras que no le corresponden. Comienza su exposición a partir de lo poco que se sabe de la vida del conquistador, haciendo notar que la biografía del español es un conjunto de lugares comunes, peor aun, no deja entrever mucho de su persona en la única obra que escribió. Por esto, no existe un biógrafo de Bernal Díaz que pueda superar las diez páginas con datos sobre su vida. Junto con lo anterior, establece ciertas inconsistencias respecto a la persona de Bernal Díaz como autor de la Historia verdadera, puesto que se basa en ciertos documentos legales en que se asegura que habría llegado a México después de la conquista de Hernán Cortés. Él mismo es errático en los datos que entrega en las cartas, lo que llevaría a concluir que su llegada tuvo lugar en 1518, es decir, no habría podido participar en las expediciones anteriores a la de Cortés. Pero el misterio de su llegada no acaba ahí, puesto que el autor refuta la fecha de llegada mediante una declaración de Pedro de Alvarado, quien asegura haber conocido a Díaz del Castillo el año 1522. Pero lo más notable, según Duverger, es la cantidad de textos que el autor de la Historia verdadera conoce. Considerando al Bernal Díaz de la historia como un soldado casi analfabeto, es imposible que haya tenido acceso a los textos que cita. Considerando que el autor de la Historia verdadera cita a López de Gómara, Jovio e Illescas, que son conocidos en un tiempo demasiado cercano a la obra de Bernal Díaz como para que éste haya podido leerlos. Junto con ello, la posición periférica del soldado cronista al momento de escribir la obra,
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llevaría a la imposibilidad de leer los textos que cita. Vive en Guatemala, una región aislada de los principales asentamientos americanos. Los textos mencionados por Bernal Díaz del Castillo han sido prohibidos y sacados de circulación –como en el caso de la Historia de la conquista de México de López de Gómara– o bien, son conocidas tiempo después –como el caso de Jovio e Illescas–. Por lo que resulta llamativo que un soldado que se encuentra radicado en un pueblo periférico tenga tan vastísimo conocimiento literario como el que demuestra Díaz del Castillo. Por otro lado, resulta extraña la cercanía que el soldado cronista muestra respecto a Cortés, puesto que conoce y recuerda detalles que se justificarían sólo con la compañía constante al conquistador, es decir, que hubiese estado junto a él en sus dos viajes a España, que conociese los documentos y cartas que recibía, que asistiese a gran parte de los discursos que Cortés profiriese. Pero ¿cómo es posible que siendo tan cercano al conquistador, no se le mencione en carta alguna? Luego de descartar a Bernal Díaz como autor de la Historia verdadera por las razones mencionadas, Duverger escoge a Cortés como el único creador posible debido a que cumple con las condiciones necesarias para poder escribir una historia de esas características. La pregunta que responde entonces el investigador es ¿cómo pudo escribirla y cuando? Luego de instalarse en Valladolid en 1544 y en conflicto con la Corona, Cortés dedica sus últimos años de vida a entablar discusiones filosóficas y literarias en su casa. Al tiempo que esto sucede, decide dejar su nombre para la posteridad y contrata a Francisco López de Gómara para que escriba una crónica que lo presente como héroe. Al tiempo que, previendo las dificultades que dicho escrito
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tendría para ser conocido, se lanza a escribir la historia de su vida desde el punto de vista de un soldado desconocido y anónimo que se sintiese ofendido por el relato de López de Gómara. ¿Cómo esta obra escrita por Cortés, llegaría a manos de Díaz del Castillo? Duverger propone que Martín Cortés, heredero del marquesado, habría llevado el manuscrito de su padre a México con la intención de utilizarlo como propaganda para la denominada “Conjura de los tres hermanos”, razón por la cual se le agregan algunos elementos que apoyaran la legitimidad de los actos de los Cortés. Pero luego de descubierto dicho complot y condenados los involucrados, el manuscrito pasó a manos de Bernal Díaz del Castillo que estaba en medio de un reclamo de tierras. El hijo de Bernal, Francisco Díaz del Castillo, ve en este manuscrito la posibilidad de obtener una base para sus reclamos y procede a manipularlo con el fin de establecer la autoría de su padre sobre el escrito, y manda a hacer una copia que sería el Manuscrito de Guatemala. Años después, el texto se envía a España, en donde sufre el último cambio a manos de Alonso Remón, el mercedario que lo imprime y publica, quien agrega ciertos elementos que manifiestan un apoyo explícito y un lugar más importante a los sacerdotes de la Orden de la Merced. Es necesario destacar que el relato de Christian Duverger se ve menoscabado por las inconsistencias y faltas de rigor analítico que muestra. Omitiendo la condición en que cae el texto al ser presentado como una “mezcla de investigación histórica y novela policiaca”, surgen elementos que cuestionan el trabajo del investigador. Duverger tiene una visión idealizada de Hernán Cortés, a tal punto que éste último llega a ser considerado como un protector de los indígenas y un
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promotor de la democracia electoral (137). Junto con ello, resulta incongruente el hecho de que Cortés haya querido rescatarla memoria de sus compañeros de armas, cuando las dos obras en que tiene participación directa –es decir, las Cartas de relación y la Historia de la conquista de México– omiten a sus compañeros, e incluso, Cortés se presenta a sí mismo como uno de los principales evangelizadores. Ante esta situación es ilógico pensar que quiere recuperar la memoria del soldado de a pie si en los textos en que tiene una influencia directa no lo hace. Por otra parte, Duverger cae ilusamente en la imagen que Cortés presenta de sí mismo, consideremos el siguiente pasaje: Uno de los rasgos de carácter más fascinantes de Cortés es su gusto por los archivos. No todos los jefes de guerra se molestaban por tal preocupación. Evidentemente, muy pocos son los que desean obrar como historiadores (2012: 89). ¡Cortés queriendo actuar como historiador! Duverger desconoce o no da crédito a que el conquistador se alza contra el poder que le otorgase el gobernador de Cuba, Diego Velásquez, por lo que su vida corre peligro. Toda la estrategia de Cortés –incluyendo los documentos de los que habla el investigador– responden a la necesidad de proteger su vida. Es esta la razón por la cual la empresa de Cortés es mal vista, porque se inicia de manera ilegítima, y no porque Carlos V sientiese envidia hacia el conquistador, como Duverger señala en más de una ocasión. Por último, hay que considerar que si Cortés escribió la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, sería un despropósito evidenciar
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ciertos elementos que son nocivos para su imagen como conquistador ejemplar, tal es el caso de su alzamiento como Capitán General descrita por Bernal Díaz como una maquinación del propio Cortés. O lo que es más grave: la cantidad de riquezas que ganaba al separar y disponer de la quinta parte del botín luego de apartado el quinto real. Es ilógico pensar que para salvar la imagen el conquistador la haya atacado en los puntos más débiles. Son estos puntos los que muestran ciertas inconsistencias en el estudio y en el análisis histórico que cuestionan la profundidad y hasta la seriedad del trabajo, considerando una peligrosa inocencia del investigador frente a los documentos que se le presentan. Finalmente, cabe recordar el caso de la doctora Laura Laurencich Minelli, quien se basaba en ciertos manuscritos, que fueron considerados falsos, para asegurar que la Nueva coronica y buen gobierno no había sido escrita por Guaman Poma, sino que era parte de un complot antimonárquico de los jesuitas. Dicho caso enseñó a actuar con prudencia frente a noticias explosivas que elevan a la fama a sus autores, pero cuyo asidero resulta ser endeble. No significa esto que la hipótesis levantada por Christian Duverger sea falsa, sino que es necesario vadear la serie de errores y liviandades que presenta con el fin de fortalecerla y analizarla en su justa medida.
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