“Réquiem por un sueño personal.” 80grados, 25 Sept. 2015, http://www.80grados.net/requiem-por-un-sueno-personal/.

June 30, 2017 | Autor: Carmen Rabell | Categoría: Death, Poetry, Exile Literature
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por Carmen Rabell | 25 de Septiembre de 2015 | 7:30 am – 0 Comments

Réquiem por un sueño personal

Durante el año académico 2014-15 la Universidad de Torino anunció la celebración del “ Convegno Internazionale di Studi I novellieri italiani e la loro influenza sulla cultura europea del Rinascimento e del Barocco” que se celebraría del 13 al 15 de mayo de 2015. En el 2003 había salido en Inglaterra mi libro Rewriting the Italian Novella in Counter Reformation Spain, y aunque ya había pasado más de una década, Jaime insistió en que enviara mi propuesta para asistir a esta convención y compartir con colegas europeos mi investigación más reciente. Supe en enero de 2015 que mi artículo “Política de la amistad en De la juventud, de Francisco de Lugo y Dávila”, sería presentado en Torino. No sabía, sin embargo, que mi intento de recuperar la reescritura boccacciana de un escritor español que residió en Puerto Rico, acompañaría a mi esposo, Jaime Giordano Mirschwa, a una misa de difuntos; recuperación vengativa del espacio que no vio morir a su abuelo. El 1ro de febrero de 2015, Jaime escribe en Facebook su “Requiem for a Personal Dream”, el cual traiciono con una traducción al castellano: Mi sueño fue regresar al lugar donde nació y se crió mi abuelo paterno entre 1870 y 1880: Torino, Italia. Tenía la esperanza de una revelación. Ahora voy por 8 días en mayo, pero después de una seria indagación sobre el lugar, especialmente del barrio San Donato, y tras una investigación detallada de los archivos de la familia, se me hizo claro por qué mi abuelo nunca recordó esa ciudad con nostalgia. San Donato en ese tiempo era un tugurio; quienes no eran católicos vivían marginados y no podían obtener certificados del arzobispo para encontrar un buen trabajo, aunque tuvieran la más alta educación en la Scuola Boncompagni y entrenamiento tecnológico en la Giovanni Plana Institute; ambos todavía en pie y prósperos. Entonces este viaje, más que una experiencia de regreso a mis raíces será una gran venganza: pasaré esos días haciendo lo que mi abuelo era demasiado pobre para hacer. Regresaré a Torino como el Conde de Montecristo con una mezcla de odio y la satisfacción de borrar 135 años de amargura. Obsérvame, abuelo Giuseppe Giordano; brindaré en tu memoria con el mejor Barbera que pueda encontrar (1ro de febrero de 2015).

Poco antes de planear su viaje de Réquiem por un sueño personal, había cantado a la muerte en Antes de ser sombra, título arrebatado de un verso de Ángel Darío Carrero, quien fallece durante nuestra visita a Torino; su foto aparece en el último mensaje que Jaime escribiera en Facebook. Ir a Torino fue asomarse a la muerte, o al menos un intento de visitar la tumba que nunca vio el abuelo. Buenos Aires, Santiago y Concepción fueron para Giuseppe Giordano, judío anarco sindicalista, fábricas posibles de sueños adonde pudo acomodar con precisión su propia muerte. Antes de volver al Torino que abandonó el abuelo, Jaime se dedica a escribir una pequeña colección de poemas, Música de abalorios, negando toda valoración del origen, forma unidimensional de acercarse a una vida terrena que ahora mira desde lejos: PRELUDIOS I No nací en aquel galpón de San Donato Ni estudié en la Scuola Boncompagni. No me fui a Argentina. No recuerdo ese Turín del arzobispo. Para qué presumir de orígenes, continentes, norte o sur, mares, islas. Tampoco escribo aquí. No nací en esta tierra. A este planeta vuestro de dos dimensiones lo miro desde lejos plegarse sobre sí como el barco de Rimbaud, mísero pontón varado en la estratósfera. II Mi lujuriosa ansia de anticipar mi muerte me obsede hasta la dulzura. Pronto lo sabré todo. Solo sé que llegué envuelto en sangre empapado en líquido amniótico, que acabaré limpio bajo sabrosas blancuras. Su valoración de la muerte como salida de la bidimensionalidad plana que asecha la letra de quien escribe y vive desde aquí o desde allá, lo lleva a olvidar el deseo de vengar en Torino la triste memoria de su abuelo. El 6 de abril le dice bromeando a los amigos de Facebook: Si Dios quiere que esté vivo para mayo no solo recorreré en Turín los lugares donde mi abuelo pasó su infancia y primera juventud, sino que contemplaré impreso en el sudario que se guarda en la Cappella de la Sacra Sindone el rostro de Jesucristo. Jaime insistió en visitar Torino en mayo, pese a que el 19 de abril se le diagnosticara un cáncer de linfoma “non Hodgkin” que haría necesario un fuerte tratamiento médico. El 18 de mayo, le dice a sus amigos de Facebook: Sea como sea, felicito a mi abuelo por haberse ido a Buenos Aires. Yo hubiera hecho lo mismo, sobre todo si ya había aires de la Gran Guerra. Lo de seguir a los 40 a Chile fue su mala suerte, pero no la de mi padre que conoció a una bella e inteligente germana criolla… ¡en Temuco!

Jaime llegó a Torino con muchos deseos de conocer y muy poca fuerza para pisar y caminar la tierra que no enterró a su abuelo. Tampoco tuvo tiempo de vengarse por la marginación de ese judío errante, pero pudo volver a encontrarse con nuestro hijo Danilo, que viajó desde Israel (donde estudia arqueología), para acompañarnos a buscar San Donato y la Scuola Bon Compagni de don Giuseppe Giordano. Mientras di mi conferencia en la universidad de Torino, Danilo cuidó amorosamente de su padre. También lo ayudó a entrar al avión de vuelta a Puerto Rico, con un fuerte abrazo y un hasta luego. Jaime no pudo vengar el triste exilio de un judío converso alzando una copa de vidrio del mejor Barbera. Esta vez Perseval pudo consolar el dolor de Anfortas para que muriera en paz, sin resentimientos. En lugar de la Scuola o barrio de Giuseppe, Jaime vio el Museo Nazionale del Cinema al llegar, el único día que pudo caminar un poco por Torino y también ver por escrito la absoluta ignorancia con que un padre puede intentar controlar la imaginación de sus hijos.

Giuseppe partió de Torino a Argentina para morir en Concepción, recordando Buenos Aires mientras llevaba su pistola a la cabeza. Jaime vino a Torino a empezar a morir junto a Danilo. Murió el 27 de mayo a las 3:45 p.m. en San Juan, la misma isla que acogió a su padre argentino, Aníbal Giordano Cavagnino, tras perder a su querida chilena: Enriqueta Mirschwa Campos. Don Aníbal miraba el verdor de nuestra isla desde el balcón, pero tantas casas casi idénticas lo llevaban a preguntar bromeando si se habría muerto y estaba ya en el cielo. Quien lo hubiese pensado, Giuseppe: los Giordano encontraron en esta isla de mar, sol y sal el portal de la muerte. Jaime sanó las heridas del abuelo con el amor de su hijo y la visita al Museo Nazionale del Cinema: la Italia cinematográfica que tanto amó.

Las únicas fotos que pude hacer de Jaime en Torino son tomas en escenarios de películas italianas. En el Caffé Torino, escenario de cartonpiedra y plástico, Jaime no hubiese podido brindar con el mejor Barbera. Como caminaba con fatiga, se sentó a descansar conmigo en un escenario de los años 50- 60 donde un televisor encuadraba y repetía una y otra vez el asesinato de John F. Kennedy. En aquella sala, tan parecida a la de don Aníbal y doña Enriqueta en la calle Aníbal Pinto de la ciudad de Concepción, estuvimos sentados por largo rato. Mientras nuestros ojos miraban la muerte de Kennedy y aquel chorro de sangre corriendo un traje rosa, muchos jóvenes nos miraban apuntando con sus cámaras inquietantes preguntas. ¿Serán animatrones? ¡Demasiado cansados para ser reales!

Torino no fue recuperación del origen ni venganza del judío errante. El hijo mayor de Jaime, Pablo Giordano Abufarue, ayudó en los 90 a comenzar en AT&T el diseño del tipo de teléfono con que pude guardar los últimos escenarios italianos que transité con Jaime en el Museo Nazionale del Cinema. Carla Giordano lo acompañó conmigo durante esa vuelta a la isla que convirtieran Jaime y Aníbal en último portal hacia la muerte. En sus manos dejó la tarea de editar Música de abalorios. No hemos tenido el valor de cerrar su página de Facebook, ni la orden en Netflix de sus cientos de películas favoritas. Nos dejó escritos sus poemas, su diario de jubilación en Puerto Rico, y hasta una novela corta inédita. SONO ANCORA Pese a todo, heme aquí aunque voy todavía por los aires. Canto sobre los árboles,

me elevo a los astros. Desato las aguas, me escondo bajo el trébol. Vuelo entre gardenias, acecho en el monte. Espío tras de las persianas O entre bastidores. Estoy alerta. Estoy en todas partes. Vuelo en una cruz que me atraviesa el corazón. Eso quisiera yo. Sigue entre nosotros y en paz, nuestro querido Jaime.

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