Representanciones de la provincia de Santa Marta, pensada en el siglo XVIII. En Historia de Santa Marta del siglo XVIII. Santa Marta Cajamag, 2017..

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Descripción





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Márquez Macías Rosario. La actividad cultural en los puertos del caribe en el siglo XVIII. El caso del comercio del libro. En: Ciudades portuarias en la Cuenca del Caribe Vidal Ortega, Antonino y Elías-Caro, Jorge (editores). Universidad del Norte y Universidad del Magdalena, Bogotá, 2010.
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Antonio Julian S. I. La perla… pag 73.
Ibid. pag. 77
Antonio de Narváez y Jose…. Pag. 25
Medida agraria usada en España y América antes del uso del sistema métrico
Ibid.. pag. 123.
Antonio Julian S. I. La perla… pag 73.
Antonio de Narváez y Jose…. Pag. 28
Ibid pag.40


Representaciones de la Provincia de Santa Marta pensada en el siglo XVIII.
Antonino Vidal Ortega, Universidad del Norte.


Resumen:

El presente ensayo pretende a través de una lectura detallada de los textos e informes que nos legaron ingenieros militares y sacerdotes que vivieron y trabajaron en la provincia de Santa Marta a finales del siglo XVIII, hacer una reflexiones de como pensaron este territorio marginal y fronterizo del Virreinato de la Nueva Granada. Provincia junto al mar del Caribe que durante todo el siglo mantuvo lazos comerciales con las islas de Curazao y Jamaica. Los textos sobre los que se recogen las relaciones se encuentra en varias bibliotecas nacionales incluso en versión digital por tanto están al alcance de todo los lectores. Fueron escritos en el último cuarto del siglo XVIII y todo ellos fueron testigos de su época. Nos centraremos especialmente en las descripciones los frutos y actividades de la tierra, y en lo que ellos consideraban sus riquezas naturales.
Las luces de caribe arribaron a la tierra firme
Desde la segunda mitad del siglo XVIII, y sobre todo en el reinado de Carlos III (1759-1788), la Corona española puso en práctica un ambicioso proceso de Reformas político administrativas en sus colonias americanas tan solo comparable a las reformas toledanas del siglo XVI. Estas buscaban consolidar límites, la defensa del imperio y desarrollar el progreso económico para asegurar a la Corona un volumen creciente de los ingresos fiscales que le permitiera competir con los nuevos imperios dominantes, pues se trataba de una época de expansión de los mercados hacía Asia y América, donde los verdaderos usufructuarios del comercio americano fueron los imperios de Francia, Inglaterra y Holanda.
Para ello la máxima preocupación y la que más repercusión tuvo, fue la del fomento de los mercados interiores, del uso de la tierra. Por todo ello entrado el siglo XVIII las autoridades de Cartagena de Indias y también Santa Marta dirigieron sus esfuerzos a controlar por razones políticas, fiscales y religiosas a las poblaciones indígenas, negras, zambas y mestizas libre de todos los colores dispersas por las enormes selvas, montes y montañas de ambas gobernaciones.
En el siglo XVIII se dio una franca recuperación demográfica y un crecimiento de las estructuras económicas del virreinato de la Nueva Granda y en general en toda la América continental. En las provincias del caribe neogranadino las mezclas raciales habían dado como expansión un aumento notorio de la población mestiza, en realidad la mayoría de territorio de la gobernación de Magdalena, en su mayoría compuestos de selvas atravesadas por tempestuosos ríos no había sido colonizada en los dos primeros siglo de dominación europea. Lo vasto de la naturaleza, la oposición de los pobladores nativos y la falta de efectivos para poblar dejaron extensos e inabarcables territorios por fuera del control del sistema colonial.

Mapa 1. Plano del Puerto de Santa Marta, editado en el libros de Antonio Julian 1787. Tomado biblioteca digital de la Biblioteca Nacional de Colombia
Aunque hacia la mitad del siglo XVIII una recuperación demográfica cada vez más evidente hizo planear a las autoridades en la posibilidad real de administrarlo y capitalizarlo en beneficio de la Corona. Por primera vez en más de dos largos siglos, la expansión de la frontera agraria, ganadera y militar y la valorización de ciertos cultivos y productos de la selva produjo profundos reacomodos y cambios. Y con ello, transformaciones culturales que afectaron tanto a las comunidades indígenas cómo a los diversos grupos sociales de la república de españoles, europeos, criollos y mestizos, así como a negros, zambos y mulatos libres. Destaca en este orden de ideas como argumenta el historiador Hugues Sánchez que en el trasfondo había una planeada y cuidada operación política inclusiva dentro del Estado Ilustrado que pretendía insertar a la vecindad y al vasallaje a todas esta población para que se sintieran libres.
El ataque del Almirante Vernon en 1741 a Cartagena de Indias y la continua amenaza por parte de la armada británica a los otros puertos del litoral Caribe neogranadino prendió la mecha de la preocupación por asegurar el abasto de los puertos desde el interior, para ello el capitán y gobernador Antonio de Narváez trató de planear la defensa del puerto contando con la retaguardia del territorio.
Abrir caminos y fortalecer la comunicación con los territorios donde se estaba desarrollando una incipiente expansión ganadera y agrícola fue una de sus principales tareas amen de apaciguar las revueltas indígenas de la Guajira. Gran parte del territorio inter fluvial de la gobernación fue poblado por grupos importantes de indios sueltos, mestizos, españoles pobres, negros y mulatos, que crearon un habitat social particular enlazados por redes de parentescos y complicidades de todo tipo, que borraron los límites de las castas y ayudaron a crear un grupo social intermedio en donde los lazos de cohesión eran más importantes que las barreras étnicas impuestas por el sistema colonial. Esta misma complejidad social fue la que siempre dificultó la aplicación de las obligaciones y compromisos que siempre fue acompañada de una negociación de complementariedad entre los intereses comunes y un paulatino proceso de arraigo a la tierra de esta población.

Mapa elaborado en 1772 por Joseph Smith speer para la Corona Inglesa.
Tomado http://www.wdl.org/en/item/21/#q=caribbean+area&qla=en

Una provincia fértil y desconocida, pero pensada.
Todo este proceso largo y dificultoso fue acompañado por la Iglesia. En ese momento era la estructura administrativas más fraguada, donde llegaba la voz de Dios no necesariamente estaba presente la del rey. Poblar y reducir llevaba aparejada aplicar la palabra de Dios y al tiempo en el siglo XVIII los virreyes cedieron esa potestad también a individuos laicos en términos de empresa con intereses privados.
La iglesia jugó un rol especial en la movilización de poblaciones e instalación de reducciones para la conversión a la fe de las poblaciones dispersas de libre de todos los colores. La cristianización, agrupaba y sobretodo ordenaba el tiempo, algo esencial para mantener la concentración de la mano de obra. Una vez reducidos los naturales, se facilitaba la entrada de nuevos pobladores, quienes mediante el arraigo y la explotación de los recursos naturales y humanos, habrían de integrar estos territorios al orden del virreinato de la Nueva Granada y sus mercados.
En este orden de cosa y en medio de este tiempo de luces encontramos obras como la del jesuita Antonio Julian quien en su forzado exilio italiano tras la expulsión de la orden publicó en Roma la obra La Perla de América. Obra de contenido científico y sobre todo geográfico y de historia natural. La obra se divide en tres partes bien diferenciadas. Una primera donde describe con generosidad la naturaleza de la provincia samaria, destacando sus frutos, sus plantas y sus riquezas naturales. Una segunda donde describe a las poblaciones naturales unos capítulos con tintes etnográficos e históricos, en ocasiones, que intenta demostrar la existencia de una historia digna anterior a la conquista. Y una última parte en donde describe el puerto de Santa Marta y sus posibilidades comerciales.
El libro fue escrito según su autor en base a la experiencia vivida después de más de una década de participar activamente en el proceso antes descrito. Según su testimonio recorrió en varias ocasiones la provincia tanto a pie como a lomo de mulas. Tuvo la oportunidad de conocer a los indígenas guajiros como a chimilas y motilones atravesando la extensa provincia y con ello sus selvas y desiertos.
La intención del libro fue la de dar a conocer la provincia, su potencialidad y sacarla a luz para que las autoridades aprovechasen sus recursos. En términos actuales el trabajo parece un informe económico moderno, muy adelantado a sus tiempos y con una concepción clarividente de la necesidad de hacer conocer este rincón de América, con ideas avanzadas tomadas de la fisiocracia a cerca de la promoción de la agricultura y el comercio.
Yo no vengo a decir lo que ya dijeron otros… vengo a decir lo que he visto en la provincia; lo que he observado en ella, corriéndola a caballo y a pies descalzos también….Mi asunto es descubrir las riquezas y ramos del comercio, que están escondidos en esta provincia…. El fin que me propuse con estos discursos es el fomento de aquella provincia…
No fue un trabajo aislado ni por fuera de lo normal, los gobernadores Antonio de Narváez o Jose de Astigarraga también lo hicieron y dejaron informes modernos, lucidos e intuitivos de lo que se quería en ese tiempo. Se observa la idea el esbozo de un mercado regional o más bien un intento de organizarlo en base a la realidad, a través de la idea del fomento de la actividad económica y por supuesto el comercio. Era el momento de presentar la provincia y aprovechar sus virtudes y potencialidades. Nada descabellado el mar y los barcos traían las ideas que imperaban el mundo y pesar de ser un territorio marginal, casi por descubrir y dominar, estos hombres aplicaron las ideas de su tiempo.
Desde mediados del siglo XVIII, era evidente que la provincia estaba dividida en dos áreas: el bajo Magdalena, la zona fluvial de la provincia estratégica y esencial en relación a la navegación y que se soportó en pequeños puntos de población junto al río que protegían la navegación y desembocaba en las grandes planicies inundables del interior del litoral, con Mompox como eje central de transporte y comercio. Se extendía por la orilla derecha del Río Magdalena, desde la desembocadura del río Cesar hasta la desembocadura del Magdalena en el mar Caribe. Y la segunda zona todo el interior de la provincia, cubierta de extensas selvas pobladas todavía indígenas por reducir que incluía los territorios de Valledupar y Ocaña, un lugar que era necesario incluir y donde durante todo el siglo XVIII había sido fruto de negociación primero por los pobladores y después por las autoridades administrativas y eclesiásticas.
En definitiva, un territorio con enorme potencial, llenos de recursos naturales y que según opinión del padre Julián se perdían por la indolencia de sus moradores, queja reiterada en toda la obra. Una detallada e interesante descripción que concuerda con las dadas por el jesuita es la que nos dejó el teniente del bergantín san Bernardo, Fernando Noguera en la década final del siglo XVIII que refirió de la provincia lo siguiente.
Es áspera y montuosa con serranías altas y continuados bosques de excelentes maderas como Caobos, Gateados, fibanos, Granadillos, Nazarenos, Cedros, Robles, Guayacanes y otras muchas de corazón aplicables á toda clase de obras Hidraúlicas, Civiles y de muebles. El temperamento es cálido húmedo exceptuando las proximidades á las sierras nevadas que es fresco, siendo uno de los ramos de los Andes: abunda de aves y cuadrúpedos de varias clases, y cría gran cantidad de ganado vacuno en pingües haciendas y especialmente en el Valle de Upar, cuyas carnes, sebo, quesos, y cueros produce mucho interés a los propietarios : también se crían algunas mulas y caballos y mucho algodón, añil y cacao, este á orillas del Magdalena alguna quina, azúcar, miel, vainillas, palo brazilete de excelente calidad con mucha abundancia en varios parajes, y el más estimado en Europa es el de1 Valle Dupar ; trigo, siendo el mejor el que la cosecha en las proximidades á la ciudad de Ocañaa; y últimamente todos los granos, raíces y frutas indígenas del pais y algunas de las de Europa ; y si tuvieso comercio activo de que se seguirían aumento en la Agricultura y población de que escasea, sería una de las Provincias más ricas de la América.
Otro de las persona ilustradas que pensó la provincia fue el mariscal de campo Antonio de Narvaéz, nacido en Cartagena de Indias, hombre de una intensa vida burocrática y militar, ingeniero, y que llegó a desempeñar el cargo de secretario de la dirección de la marina en Madrid e incluso a participar en la campaña de Argel en el norte de Africa en 1777. Nombrado gobernador de la provincia ya en el 1778 elaboró unos de los informes económicos más importantes, que nos legaron estos inquietos hombres preocupados por el fomento de la agricultura y el libre comercio. El informe aprueba con satisfacción el reglamento llamado de libre comercio, que abría el tráfico a todos los puertos de América, planteando la idea de importar esclavos a cambio de ganado, muy abundante en el interior de la provincia, para establecer plantaciones que dinamizaran la economía y estimularen el comercio tomando el modelo de las islas del Caribe como referente. En la relación describe la provincia y calcula sus posibilidades, siendo revelador su informe para entender la incipiente organización económica de la gobernación:
Si se considera su dilatada extensión, la fertilidad de su tierra, inculta, Virgen, y regada de Diferentes Ríos, y quebradas, que la fertilizan, la diversidad de sus temperamentos, en las costas del Mar, y Ríos cálidos, en la Sierra Nevada, y sus faldas frías, y en los intermedios, y Jurisdicción de Ocaña templados, la abundancia, y variedad de frutos proporcionados a ellos, y apreciables para el Comercio, la facilidad que el caudaloso Río de la Magdalena, el de Cesar, y otros que la cruzan, Caños, y Ciénagas, naturalmente le ofrecen para internarlos a las Provincias interiores del Reyno, o traerlos embarcados hasta Sta. Marta, …., la que esta franquea para sacarlos a otras Provincias, y su ventajosa posición en proporción de mantener en todas las estaciones del año, una libre, y cómoda Navegación con las de Barlovento, y Sotavento, con las Islas así Españolas como extranjeras, y con la Europa, se debería formar la más ventajosa idea de esta Provincia, de sus haciendas, y agricultura, de su abundancia, y de su comercio.

Los frutos naturales.
La provincia tiene un dilatado litoral de más de cien leguas, que se extiende de esta a oeste, desde el lago de Maracaibo hasta el río Magdalena, fenómenos naturales que la separaba de ambas provincias. Tanto el padre Julian como el Mariscal Narváez señalan ampliamente la abundancia de puertos y lo movido del negocio en el litoral. Curazao por un lado y Jamaica por otro fueron centros de negocios establecidos en el Caribe y que alimentaron a los europeos de materias primas. Un ejemplo es lo que de ello decía el jesuita haciendo referencia al comercio del palo de Brasil:

Y la descarada solicitud de los extranjeros, para llevárselo a Curazo, y a la Jamaica, Holanda, e Inglaterra y otros puertos del Norte
Además en relación a esta realidad, poco estudiada aún, el propio mariscal la confirma en su informe con una sutil apreciación de la dinámica comercial de las costas del litoral y refiriéndose a la bondad del puerto de Santa Marta y los otros:
a este (santa marta) o algún otro Puerto de los muchos, y buenos de que abunda su dilatada predicha costa.
Ambas apreciaciones nos permiten ver que el litoral costero sostenía un comercio regular desde pequeños puertos, aunque sin ningún control por parte de la corona, barcos de Jamaica y Curazao nunca faltaban. Si bien la plata y el oro movían el comercio los barcos también transportaban otras mercancías. Ciénaga por ejemplo fue un puerto que afectó a Santa Marta. Allá se iniciaba el viaje para introducir mercancías foráneas por las rutas fluviales y donde desembocaban las mercancías del interior.
Pero ¿que circulaba?, indudablemente producto naturales, como se refería con anterioridad las maderas eran muy apreciadas. El control del mar precisaba de poderosas armadas y los barcos eran de madera. En general no solo la costa de Santa Marta, el Darién y el caribe centroamericano abastecieron el hambre de madera de británicos, holandeses y franceses. Así lo refería Narváez
La abundancia de maderas de todas especies para construcción de edificios, y manufacturas, que hay en los inmensos montes vírgenes de esta Provincia, y la multitud de Ríos que la cruzan, y facilitan su saca, y transporte hasta el mar, y la escasez que se va experimentando de ellos en los países de que hasta ahora se han sacado con los asombrosos aumentos que en estos tiempos han tomado la Marina Militar, y comerciantes de todas las naciones…
Y refiriéndose específicamente a una de ellas, el palo de Brasil una de las más codiciadas explica como actuaban para llevársela
Los extranjeros, las balandras, bergantines y los paquebotes extranjeros, como yo he visto, lo esperan dentro, o fuera de los puertos, o en Santa Marta, o en el río de la Hacha, o en Punta Canoa, o junto al cabo de la vela, y lo pasan a sus colonias respectivas. De allí no dudo que lo transportarán a sus Reynos y Repúblicas de Europa…
Del mismo modo, el ganado es otro ramo abundante de la provincia pero desaprovechado, el interior había desarrollado algunas importantes estancias de ganados, sobretodo en el entorno del río y los territorios del Valledupar que llegaron a acoger extensa planicies llenas de ganado. Carne salada y cueros en abundancia. El jesuita refería:
Es la provincia de Santa Marta tan fecunda, y abundante de reses, que le sobran para abastecer de carnes, a otras circunvecinas Provincias, y de hecho, la ciudad de Cartagena, las ciudades de Cimiti, y de Guamocó, con otros pueblos de la provincia de Zaragoza, se proveen uy abastecen de las carnes que les suministra Santa Marta.
El gobernador Antonio de Narváez expresa que ese siempre fue el ramo por el que sintieron preferencia los habitantes de las provincias, pues la abundancia de pastos y aguas había hecho posible la actividad. Pero también destacan y ambos coinciden en resaltar la cría de mulas y caballos en Nueva Valencia de Jesús y Chiriguaná para haciendas de trapiches, arriería y exportación para los ingenios azucareros de la isla de Cuba.
Para cerrar este apartado referir que el padre Julian describe una raza famosa de caballos llamados, los aguilillas, por la singular velocidad en el andar, raza que llegaron ser enviados a España para mostrarlos en la corte. Y que por un tiempo fueron los animales que permitieron la movilidad a través de los difíciles caminos de este territorio.
Plantas y cultivos
La variedad de plantas y productos de la naturaleza según los informes de ambos autores fue inmenso. El añil, el cacao, el café, la vainilla. Del primero de estos productos menciona Antonio de Narváez la experiencia de algunos cultivadores que incluso pusieron en marcha un Fábrica que por múltiples motivos entre ellos la dejadez no prosperó y dejó sin uso máquinas, albercas, y oficinas hechas para ello en las cercanías de la ciudad.
El padre Julian describe del mismo cómo se trataba de un notorio negocio en toda la América movía abundante comercio y que en Santas Marta poseía condiciones inmejorables para desarrollarlo. El militar lo describió con palabras más precisas y directas:
En estos Pueblos, y haciendas circunvecinas tienen los Indios, y dueños de ellas algunos árboles que ahora, a estímulos, y persuasiones más empiezan a aumentar: todo el dilatado desierto terreno de Sta. Marta al Valle Dupar, cruzado, regado, y fertilizado por las vertientes de la Sierra Nevada, y por ocho caudalosos ríos (de que algunos pueden fácilmente. hacerse navegables) y el que media entre esta Ciudad, y la misma de Sta. Marta, que acabo de pasar, cruzado igualmente. y fertilizado por otra multitud de ríos, y quebradas, son tan oportunos para este fruto, que se halla por todas partes silvestre con bastante abundancia; y solo él podría hacer las riquezas de toda esta Provincia como la hacía la de Caracas, Maracaybo, y Guayaquil, y con todo es tan poco el que se cultiva, que aun 27 capítulo i el del consumo de la Capital le viene la mayor parte de fuera, y ninguno sale para comerciarle a otras Provincias, sino baja algún poco de Ocaña a la de Cartagena.

El café refería a su vez que podía ser un buen producto para los mercados exteriores, pues aunque la gente no lo bebía porque la costumbre era tomar chocolate, era muy comerciado en todas la Américas, y se lamentaba como el jesuita en la falta de disposición de los naturales a aprovechar sus recursos y a que nunca jamás se había llevado a cabo una idea industriosa con este producto.
El padre Julian también refiere de las condiciones idóneas de una provincias para el cultivo del cacao, pues por más de 50 leguas el río Magdalena bañaba y fertilizaba la provincia presentando unas condiciones envidiables para su cultivo y que todo ese territorio en ocasiones lugar de los Chimilas serían de una posibilidad inmensa para su cultivo y con la facilidad añadida de poder transportarlo con facilidad por los ríos hasta el mar. Relata incluso que en Chiriguaná conoció una plantación de más de 100 mil árboles de cacao, pero que una vez muerto su dueño y ante un problema que hubo en su testamento para hacer una obra pía se echó a perder y que cuando la vio la última vez era pasto de las guacamayas y los loros.

Planta del cacao Real jardín botánico de Madrid. Tomado http://www.rjb.csic.es/
En una detallada relación ambos coinciden en hablar de otros muchos productos, como la vainillas que aunque la usaban en el chocolate y no la canela, nunca les dio por cultivarla ni para producirla de una manera rentable. La quina y las resinas y bálsamos también abundaban y ambos coinciden en la falta de interés e iniciativas porque todos esos productos podían ser un acicate para desarrollar la provincia y su potencialidad económica.
Sobre el azúcar según el militar el producto de más valor en todas las Américas, decía que sólo lo había en Ocaña, y también en los pueblos de la jurisdicción del Valledupar, donde los indígenas se habían dedicado a vivir de ese cultivo. El padre Julian nos relata detalladamente que aunque había esta abundancia no en todas las haciendas de trapiche se labraba el azúcar.
Abundaba especialmente en la provincia de Ocaña de donde destaca además de su azúcar la Panela, describiendo dos tipos de esta. Una noble y delicada de color blanco que tenía la forma de un queso fresco de tres o cuatro libras. La otra de un color rubio que se hacía con una miel menos purificada. Ambas servían para hacer varias especies de dulces, para hacer Chicha o también para comer con el pan y con la torta de arepa o de casabe.
Comenta la importancia de la producción y comercio en la zona de Ocaña, que abastecía por el río a la villa de Mompox, a la provincia de Los Remedios y la ciudad de Cartagena. Y termina este apartado del libro haciendo una defensa de las posibilidades que tendría este producto si se comerciara con España.
La Sal la entendía como otra recurso considerado dentro de la provincia y menciona la continua busca de este recurso, pues relata que abundaba la sal en Santa Marta y en río del Hacha y afirma que el comercio más destacado de la costa se hallaba en Ciénaga, un pueblo compuesto por negros, zambos y mestizos.
El hayo o la coca
A esta planta le dedica un espacio destacado el jesuita que ve en ella una posibilidad que va más allá de la propuesta del militar de crear un sistema de plantaciones parecido al de las islas sostenidos por esclavos. Sobre el hayo sostiene un planteamiento interesante y arrojado para su tiempo, con la intención de promover su cultivo y consumo en la vieja Europa.
Compara como otras potencias extranjeras, rivales de la Monarquía española se esforzaron por introducir en el Viejo mundo, el té y el café, exaltando sus virtudes y extendiendo su uso a todos los europeos, llenando las ciudades de cafeterías para despachar los frutos de sus colonias, con indecibles ventajas de sus estados y comercio. Aboga por copiar el modelo extranjero para hacer de ese un excelente y ventajoso ramo de riqueza para el Comercio. Pero critica que los españoles son reacción lenta para copiar lo de afuera.
Exalta las beneficiosas virtudes que ofrecía el consumo de la coca y lo asocia a ser un remedio preservativo de muchos males, reparativo de las fuerzas perdidas, y prolongador de la vida humana. La planta a la cual denominaban Hayo refiere que era muy celebrada y común en la provincia de Santa Marta y en todo el Nuevo Reino de Granada y el virreinato del Perú especialmente en las grandes minas de plata del Potosí donde se la denominaba Coca. Señalando como dato curioso que los indios guajiros eran ya los únicos que usaban en el Nuevo Reino dicha planta.
No describe que solo había dos pueblos donde se daba la cosecha, uno llamado Molino y otro Villanueva, situados ambos al pie de la serranía de Maracaibo, de la parte de la Sierra Nevada, y en los confines de Valledupar, pueblos que describe como fertilísimos y muy cuidados con su producción, además de poblados por indios mansos y ya cristianizados, pero de que a pesar de que pudieran estar ricos con este considerable comercio, los indígenas no sienten la necesidad de amontonar riquezas.
Continua haciendo una detallada descripción de la planta pero no encuentra una que pueda comparar con las europeas, diciendo que las hojas eran parecidas en tamaño a las del Té. Que cuando las recogían la guardaban en vasijas de barros, esperando a que fueran a comprarlas comerciantes de perlas con los guajiros u otras personas para su uso.
El comercio es continuo, porque continuo es el uso de la yerba que hacen los guajiros de ella y son tan aficionados a ellas que dejaran primero de buscar de comer, que andar prevenidos y abastecidos de ella. Describe como los comerciantes de perlas compraban el Hayo para venderlo en Riohacha o en las reducciones de guajiros ya cristianizados y a donde concurren también barbaros a intercambiar perlas por celemines de hayo.
Concluía este apartado de su libro admirado que en Europa no se hiciera uso del Hayo cuando tanto se hacía del té y del café, dando varias razones entre ellas. En primer lugar la ignorancia de las virtudes de su uso para el bien público. Segundo el no ser la nación española ambiciosa en introducir modas. Tercero que las naciones extranjera no quieren hacer lucro con una planta que es fruto de los dominios del rey de España y por ultimo no haber llegado ni el tiempo, ni el humor de hacer moda de la planta del hayo.
Concluye refiriendo como en el virreinato del Perú el Hayo (coca se decía allí) era un ramo muy provechoso del comercio que beneficia a todos, y que llegaba el comercio allí a dar más de 500 mil pesos fuertes de beneficio por año.
Despoblación, comercio directo e indolencia.
Para cerrar esa breve lectura de la mirada de ambos escritores nos dejaron a través de sus trabajos, una la del hombre de armas y otra la del hombre de Dios, sintetizamos a juicio de ellos que era lo que impedía que una provincia dotada de una naturaleza tan variada y rica, con una diversidad que parecía incontenible según sus escritos no volviera un territorio atractivo.
El padre Julian comenta acerca de que impedía a este territorio ser más atractivo para el comercio. Lo justifica en primer lugar porque el puerto fue relegado del comercio directo de las flotas. En segundo que una gran parte de la provincia era manejada por varios contrabandistas que pasaban de río del Hacha a Mompox en cuatro días sin tener conflicto con los Chimilas y que no tenían ninguna intención del bien común.
Para estimular la economía proponía la idea de instalar en la ciudad de Santa Marta un astillero y un arsenal, sobre todo en relación a las especies de maderas preciosas que componían sus bosques entre las que destacaba las propiedades de la madera de cedro tan abundante en aquel tiempo y como necesarias para las armadas.
Concluye su obra enfatizando el daño que hacia el comercio extranjero, especialmente el inglés y el holandés y como toda la costa de Tierra Firme desde Portobello hasta la parte Oriental de Venezuela estaba infectado por este comercio
De esta (provincia) se llevan, por diversos puertos, se llevan el palo de Brasil, y en gran copia, las perlas, los oros, los cueros, los algodones, los caballos aguilillas, zurrones de cacao y lo que puedan sacar de sus géneros.
El mariscal de campo también tiene sus ideas subraya el carácter de los habitantes no ayudaba porque decía que sus ideas no iban más allá de lo fácil y lo inmediato y que rechazaban todo trabajo que exigiera atención y recompensa dilatada aunque para el además de lo reseñado con anterioridad la despoblación y la falta de brazos era el problemas mayor de la gobernación de Santa Marta, pues según su informe la explotación de la naturaleza no puede hacerse sin número de hombres proporcionado a su extensión. Concluyendo de manera contundente:
y la causa principal de su miseria y ninguna agricultura, y así para fomentarla, la primera atención del Gobierno parece debe dirigirse a proveer estos, aumentando por todos los medios posibles la población.

Consideraciones finales
El ensayo presentado en este libro no es más que un avance, una reflexión de un trabajo que venimos realizando desde hace un par de años, a la luz de los nuevos hallazgos documentales, avances historiográficos y de las nuevas preguntas que hacemos a las fuentes.
Nos parece importante incidir en que releer de forma directa los trabajos de los hombres que pensaron la provincia en el siglo XVIII nos está permitiendo entender muchas cosas que desconocíamos o que no habíamos sido capaces de ver hasta ahora. Intentando hacer un esfuerzo sintético después de este breve ejercicio destacaríamos tres cuestiones que nos parecen centrales:
En primer lugar los escritos e informes nos revelan una naturaleza rica y proveedora de incalculables riquezas naturales, que durante todo el siglo XVIII había mantenido, por al menos los cinco puertos que menciona Narváez, comerció persistente con los comerciantes provenientes de Curazao y Kinstong. El monopolio comercial excluyó a estas costas de la tierra firma del comercio de Castilla y ese vacío fue cubierto por estos comerciantes (en muchos casos judíos sefarditas), desde finales del siglo XVII tratándose este de un comercio prolongado en el tiempo.
En segundo lugar, la expansión de la frontera agraria hacia el interior de la Provincia, un territorio inmersos en un proceso de poblamiento y reubicación de poblaciones, al tiempo que al combate de los pueblos no occidentalizados. Un espacio de negociaciones y conflictos. Algunos junto a las rutas fluviales y los territorios más fértiles ricos en agua, que fueron dando lugar a una campesinización de la población del interior de la gobernación y al inicio de un comercio complementario..
Y por último, al papel que los ingenieros del ejército real, sacerdotes y otras personas jugaron en pensar un territorio que necesitaba civilizar. Obras escritas con la increíble lucidez de un pensamiento maduro y comprometido con la tierra y que nos muestran matices descriptivo y cálculos económicos en los que antes no habíamos reparado. Tal vez debamos cambiar el relato de nuestra historia y releerla nuevamente haciendo otras preguntas.

Bibliografía

Fuentes directas
Antonio de Narváez y Jose Antonio de Pombo. Escritos económicos, Archivo de la Economía Nacional, Colección bicentenario. Banco de la Repúblcia, Bogotá, 2010.
Antonio Julian S. I. La perla de América, la Provincia de Santa Marta, Madrid, 1787.
Antonio B. Cuervo Colección de documentos inéditos recopilados. Tomo I. Geografía y viaje por la costa Atlántica. Bogotá imprenta Zalamea 1891-1894.

Libros y artículos
Elías Caro, Jorge Elías Santa Marta del olvido al recuerdo. Universidad del Magdalena, Santa Marta 2011.
Carmagnani, Marcello, El otro occidente. Fondo de cultura Económica, América latina desde la invasión europea hasta la globalización. Fondo de Cultura de México, 2004
Gelman, Jorge, llopis Enrique y Marichal, Carlos Iberoamérica y España antes de la Independencia 1700-1820. Crecimiento, Reformas y Crisis. El Colegio de México, 2014.
Marchena Fernández y Kuethe, Allan (editores). Soldados del Rey. El ejército borbónico en América Colonial en vísperas de la independencia. Univerisidad Jaume I, 2005
Múnera, Alfonso, Fronteras imaginadas. La construcción de las razas y la geografía en el siglo XIX. Planeta, 2005.
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