“Representaciones de las élites urbanas en espacios funerarios: interacciones, coincidencias y circulación de modelos a ambos lados del Atlántico”, en Identidades urbanas en la monarquía hispánica, siglos XVI-XVIII, Universidade de Santiago de Compostela, 2015, pp. 383-417

July 6, 2017 | Autor: Julio J. Polo | Categoría: Mexico, Escultura Funeraria, Retratos, Arte Colonial Americano, Arte Barroco
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REPRESENTACIONES DE LAS ÉLITES URBANAS EN ESPACIOS FUNERARIOS: INTERACCIONES, COINCIDENCIAS Y CIRCULACIÓN DE MODELOS A AMBOS LADOS DEL ATLÁNTICO Julio J. Polo Sánchez Universidad de Cantabria

RESUMEN

En los territorios peninsulares de la Monarquía Hispánica, durante la Edad Moderna, el enterramiento en el interior de los templos estuvo regulado por las constituciones sinodales de los obispados y, respectivamente, en América por los correspondientes decretos de los concilios provinciales; en ambos casos su ubicación, estructura y ornamentación se ajustó a los cambios que promovió el Concilio de Trento. En Castilla los principales monumentos fúnebres que se labraron desde finales del siglo XVI acogieron, en el interior de lucillos de gusto clasicista, los retratos esculpidos en actitud orante de algunos destacados miembros de las élites sociales (nobles, militares, caballeros o hidalgos). Sin embargo, en el virreinato de Nueva España, frente al modelo escultórico, se prefirió el uso del retrato pintado, conformando nuevas tipologías representativas que se mantuvieron a lo largo de toda la etapa colonial; entre estos últimos destacan los de varios comerciantes, mineros y militares de origen vasco o montañés. Palabras clave: Escultura funeraria. Retrato. Pintura. Virreinato de Nueva España. Siglos XVIIXVIII.

ABSTRACT Within the peninsular territories of the Spanish Monarchy during the Modern Era, the practices

for burial within churches was governed by the synod constitutions while in America these were regulated by the de crees of ecclesiastical provincial councils; in both cases, the location, structure and ornamentation of funerary art and monuments were subject to the changes implemented by the Council of Trent. In Castile, the principal funerary monuments sin ce the late 16th century were located in arcosolia ornamented in Classical style with sculpted portraits (members of the nobility, military officers and social elites) in the act of prayer. However, in the Vice royalty of New Spain, painted portraits were preferred over funerary sculpture, creating new forms of representation which endured throughout the colonial period; the persons thus represented were generally prominent local merchants, miners and military personnel of Basque or Cantabrian origin. Keywords: Funerary sculpture. Portraits. Painting. Viceroyalty of New Spain. XVII-XVIII centuries.

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Uno de los principales tratadistas religiosos de comienzos del siglo XVII español que se ocupó de los modos de acompañar y enterrar a los muertos, Martín Carrillo, al tratar de las sepulturas en su Explicación de la bula de los difuntos, se hizo eco del beneficio que representaba para las iglesias la costumbre de enterrar en su interior a cualquier persona que hubiese llevado una vida ejemplar, pues con ello "se conseruan y augmentan tantas Hermandades y Cofradías, se edifican Capillas, y Altares, se instituyen Missas, y sufragios a los difuntos" 1 • En el interior de tales espacios sagrados los difuntos se beneficiaban de las oraciones y sufragios de los vivos, así como de la intercesión de los santos que protegían aquellos templos, congregaciones o hermandades que les acogían y les acompañaban en su última morada. A la vez, conseguían que sus restos estuviesen a salvo de la furia del demonio, a quien, según la creencia popular, gustaba profanar las tumbas poco vigiladas o situadas en espacios sin culto. Paralelamente, la presencia de sepulturas en los templos, con sus piadosas recomendaciones grabadas en sus lápidas, granjeaban grandes beneficios a los fieles, pues les incitaban a orar, les proponían modelos de conducta, les recordaban la futilidad y fugacidad de la vida y la esencia igualatoria que suponía la muerte. El concilio de Trento, que consagró la existencia del purgatorio en su sesión XXV (3/4-XII-1563), dejó establecido que las almas detenidas en él recibían alivio con el sufragio de los fieles, por lo que exhortó a los obispos a mantenerse vigilantes para que las ofrendas que se solían hacer por los difuntos (misas, oraciones, limosnas y otras formas de piedad) se ejecutasen con diligencia, pero sin superficialidad. Dado que el Concilio no dedicó decreto alguno en relación con los modos en que se debían realizar los enterramientos en el interior de los templos, los sínodos diocesanos se vieron en la necesidad de dictar normas que evitasen algunos excesos que hasta ese momento se habían cometido, manifestándose, especialmente, contra el lujo excesivo que se había empleado en los últimos años en la decoración de algunos sepulcros, así como contra la costumbre de colocar elementos profanos de identificación de los fallecidos y de exaltación de sus linajes (escudos o paveses). Muchos de los principales obispados 1 CARRILLO, M.: Explicación de la bula de los difuntos en la qual se trata de las penas y lugares de Purgatorio; y cómo pueden ser ayudadas las Ánimas de los difuntos, con las oraciones y sufragios de los vivos, Alcalá de Henares, luan Gracián, 1615, segunda parte, capitulo cuarto, fol. 87. [Consultado: 3-11-2014] Texto citado y comentado por MARTÍNEZ GIL, F.: Muerte y sociedad en la España de los Austrias, Cuenca, Universidad de Castilla-La Mancha, 2000, p. 437.

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emprendieron la reforma de sus constituciones sinodales pocos años después de finalizado el Concilio; por lo general, utilizaron todo aquello de las antiguas constituciones que no contravenían los cánones tridentinos, adaptando aquellos capítulos que entraban en conflicto. Las de los obispados que primero se reformaron sirvieron de modelo a las de los siguientes, contribuyendo a definir y homogeneizar la doctrina. Si utilizamos como referencia las constituciones sinodales del arzobispado de Burgos, una de las diócesis de mayor tamaño y rentas en la España del momento, realizadas bajo el mandato del cardenal Pacheco de Toledo (1575)2 comprobaremos que en el capítulo tercero de su tercer libro, dedicado a las sepulturas, se ordenó "quitar las tumbas y estrados, y que no se haga sepulturas más altas que el suelo". Se destacaba el beneficio que producían las oraciones, los sufragios, los ayunos y limosnas en la salvación de las almas del purgatorio, contrastándolo con la escasa rentabilidad espiritual que se obtenía de las "sepulturas altas y pintadas, y tumbas y estrados, que parece que son echas mas por apariencia de los biuos que provecho de los muertos". Principalmente por este último motivo se decretó que: ·: .. todas las tumbas y estrados que estuuieren sobre las sepulturas de las yglesias de este nuestro arcobispado se quiten dentro de nueue días, y de aquí adelante no se consientan poner, si no fuere al que tuuiere capilla propia dentro della; y los días de nouenario della y honrras que por el tal difunto se hizieren, y el día que se hiziere el cabo de año o aniversario [... ] Y mandamos ansi mesmo que los enterramientos que estuuieren leuantados del suelo se abaxen y queden ygual de la tierra .. :'

Como causa inmediata de este decreto muchos de los enterramientos monumentales que poblaban la superficie de las naves de los templos y capillas mayores hubieron de ser desmontados, trasladándose al interior de los muros perimetrales de los templos, en los que se volvieron a abrir nuevos lucillos, del modo como se había acostumbrado durante la Alta Edad Media. Otros optaron por adquirir nuevos espacios de enterramiento privado, donde poder mantener la ostentación que creían les exigía su preeminencia socioeconómica o nobiliaria. Finalmente, 2 Constituciones synodales del arzobispado de Burgos, copiladas, hechas y ordenadas agora nuevamente conforme al Sancto Concilio de Trento por el Illustrissimo y Reuerendissimo señor don Francisco Pacheco de Toledo, cardenal de la Sancta Yglesia de Roma, del titulo de Santa Cruz de Hierusalem, primer arzobispo y perpetuo administrador de dicho arcobispado, en la Synodo que por su mandado se hizo y celebró en la ciudad de Burgos, año de MDLXXV. Impresso en Burgos en casa de Phelipe de Junta. Año de MDLXXVII.

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aquella abundancia de tumbas más populares, cuyos montículos de tierra se cubrían con paños enlutados o con estrados de madera y se alumbraban con luminarias, tal como se nos indica en las fuentes impresas que analizamos, fueron definitivamente allanadas y pavimentadas con losas, en su mayor parte mudas, manteniendo el anonimato del difunto, cuya ubicación acabaría siendo sólo reconocible por los familiares o accesible a través de los registros parroquiales. En este sentido resulta excepcional la conservación de algunas plantas de iglesias parroquiales reflejando la distribución de tumbas e, incluso, el precio de ellas, variable en razón de su mayor o menor cercanía al altar mayor. Muy expresivo en este sentido es el rasguño de la iglesia de Santa María de Salvatierra (Álava), conservado en el Archivo de la Chancillería de Valladolid (1562), donde el costo de las sepulturas, entre 4.000 y 200 maravedís, dependía directamente de la hilera o "renque" en que se situaba. La notoriedad de este dibujo radica precisamente en este hecho, en mostrar, sin ningún reparo, la venta de estos espacios de enterramiento, sistema de trasmisión considerado simonía por las constituciones sinodales, que sólo contemplaban su concesión o dación a cambio de limosnas voluntarias 3 • [Lám. 1] Frente a las tumbas populares, excavadas en el suelo de las iglesias, destacaron las que utilizaron los muros de los templos. En la escultura funeraria española, a partir del último tercio del siglo XVI, y durante las centurias siguientes, pasó a ser predominante la tipología orante, frente a la yacente o recumbente, exhibiéndose habitualmente estos retratos fúnebres en el interior de lucillos sepulcrales cuya estructura constructiva evolucionó en paralelo a las usos arquitectónicos de cada momento, predominando, no obstante, el austero gusto clasicista, muy propio de la gravedad que exige la función que desarrollan. Pero el modelo orante no se popularizó ahora exclusivamente por condicionantes espaciales o por las exigencias de la moda, sino que tal tipo representativo responde tanto a

3 ARChV (Archivo de la Real Chancillería de Valladolid), Mapas y Varios, Desglosados, 498. Salvatierra de Álava, Iglesia de Santa María, Distribución y costo de las sepulturas, 1562. Extraído del Pleito entre Juan Fernández de Vicuña y la iglesia parroquial de Santa María de Salvatierra de Álava, sobre la posesión de una capilla. PL Civiles. Masas (F), Caja 0799.0001. El término "renque" es un localismo agrario característico de la comarca riojana, que hace referencia a las hileras de cepas. Sobre la prohibición que establecen las constituciones sinodales sobre la venta de tumbas en el interior de las iglesias cfr. MARTÍNEZ GIL, F.: Muerte ... , op. cit., pp. 207-209. Planta citada por GÓMEZ MARTÍNEZ, J.: El gótico español de la Edad Moderna: bóvedas de crucería, Valladolid, Universidad de Valladolid, 1998, p. 215.

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una nueva manera de entender la muerte\ como a la consideración de que esta tipología se adaptaba mejor que ningún otro a la doctrina católica postridentina, pues permitía llevar a cabo la intercesión por los difuntos a través de la oración perpetua, reflejando, a su vez, la forma de rezo propuesta en los Ejercicios Espirituales ignacianos5 • Este nuevo modelo fue el elegido por el mayor defensor de la ortodoxia contrarreformista, Felipe 11, por lo que no ha de extrañar que, a partir de la construcción de los cenotafios reales de El Escorial y, al menos durante el seiscientos, en los vastos territorios que ocupó la Monarquía Hispánica, a uno y otro lado del Atlántico, su influjo clasicista se mantuviese vigenté.

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LÁMINA l. Salvatierra de Álava. Iglesia de Santa María. Distribución y costo de las sepulturas, 1562 (España. Mi· nisterio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Planos y Dibujos, Desglosados, 498).

4 ARIES, PH.: El hombre ante la muerte, Madrid, Taurus, 1983 [1977]. pp. 173-281. Para el arzobispado de Burgos véase POLANCO MELERO, C.: Muerte y sociedad en Burgos en el siglo XVI, Burgos, Exma. Diputación Provincial, 2001, pp. 267-335 . 5 OSTEN SACKEN, C. von der: El Escorial. Estudio iconológico, Madrid, Xarait, 1984, pp. 50-52. Véase también REDONDO CANTERA, M. J.: El sepulcro en España en el siglo XVI. Tipología e iconografía, Madrid, Ministerio de Cultura, 1987, pp. 11-21. PANOFSKY, E.: La sculpturejunéraire. De L'Ancienne Egypte au Bernin, París, Flammarion, 1992 [1964], pp. 79-122. 6 BUSTAMANTE GARCÍA, A.: "Las estatuas de bronce del Escorial. Datos para su historia'; 1-V, Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte, (1), 5 (1993), pp. 41-58; (II), 6 (1994), pp. 159-178; (III) 7-8 (1995-1996), pp. 69-86; (IV) 9-10 (1997-1998), pp. 153-168; (V) ll (1999), pp. 129-144; BUSTAMANTE GARCÍA, A.: "Las tumbas reales del Escorial'; en MARTÍNEZ MILLÁN, J.; MARÍAS FRANCO, F. : BUSTAMANTE GARCÍA, A. et al., Felipe ll y el arte de su tiempo, Madrid, Fundación Argentaría-Visor, 1998, pp. 55-79; BUSTAMANTE GARCÍA, A. : "El grupo sepulcral de Felipe 11'; en SCHRODER, S. F. (ed.), Leone & Pompeo Leoni, Actas del Congreso Internacional, Madrid, Museo del Prado, cat. exp., octubre de 2011, pp. 149-159.

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Espacios y modos de representación fúnebre en el Virreinato de Nueva España Cuando se ponen en relación las formas de religiosidad moderna y las manifestaciones artísticas, tratando de sistematizar su estudio, a menudo se tiende a analizar en exclusiva y separadamente las realizaciones arquitectónicas (capillas particulares), escultóricas (tumbas monumentales y escultura en bulto) y pictóricas (proyectos para catafalcos, piras o exequias reales, retratos fúnebres ... ). En el caso del virreinato de Nueva España, el estudio de la escultura funeraria, por su escasa relevancia numérica y exigua calidad artística, suele prácticamente obviarse en las obras generales sobre la historia del arte coloniaF. Así, por ejemplo, Jorge Bernales Ballesteros, al referirse a la media docena de piezas del siglo XVII que enumera en su Historia del Arte Hispanoamericano como significativas afirma que "las pocas composiciones que restan en México reiteran la ya mencionada influencia de Montañés': Creemos que tal comparación, justificable en muchos casos de la escultura en madera policromada de retablos e imágenes de devoción, es menos apropiada en el caso de la escultura funeraria, pues en tan sólo un caso de los bultos orantes que se han conservado en México, como luego veremos, encontramos alguna relación formal con las obras de esta tipología asignadas al citado del escultor sevillano, los bultos orantes de don Alonso Pérez de Guzmán y doña María Alonso Coronel, ejecutados en 1609 para presidir la capilla mayor del monasterio de Santiponce (Sevilla), encargados con ocasión del tercer centenario del fallecimiento de Guzmán El Bueno 8 • Tallas de madera 7 BERNALES BALLESTEROS, J.: Historia del Arte Hispanoamericano, 2. Siglos XVI al XVIII, Madrid, Alhambra, 1987, p. 125. Este autor, por lo que respecta al siglo XVII, cita media docena de representaciones, entre ellas las de Pedro Ruiz Ahumada (Tepotzotlán), Melchor de Cuéllar (Tenancingo ), Melchor de Covarrubias (iglesia de La Compañía de Puebla), Jorge Cerón Zapata (Santa Mónica de Puebla) y la pareja formada por Diego del Castillo y Elena de la Cruz (1683, exconvento de Churubusco ). Por su parte Juana Gutiérrez en el capítulo dedicado a esta manifestación en una de las obras colectivas de mayor repercusión historiográfica no incluye obra alguna de escultura funeraria en el arte colonial novohispano. (GUTIÉRREZ, J.: "Escultura novohispana'; cap. XI de GUTIÉRREZ, J.: Pintura, Escultura y Artes Útiles en Iberoamérica, 1500-1825, Madrid, Cátedra, 1995, pp. 205-227). 8 MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: Escultura barroca en España. 1600-1770, Madrid, Cátedra, 1983, p. 134; Véase también las obras de HERNÁNDEZ DÍAZ, J. : Juan Martínez Montañés, Sevilla, Universidad de Sevilla, 1949; MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: Martínez Montañés {1568-1649) y la escultura de su tiempo, cat. exp., Casón del Buen Retiro, Madrid, Dirección General de BB.AA., 1969. PROSKE, B. G.: Juan Martínez Montañés, sevillian sculptor, Nueva York, Hispanic Society of America, 1967.

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policromada, de un realismo idealizado, las esculturas de Montañés están ancladas en los gustos renacentistas, tal vez por representar a personajes heroicos, de un lejano y glorioso pasado, como si se tratase de un intento de cita anticuaria. Tampoco la más tradicional historiografía mexicana ha dado transcendencia a esta modalidad escultórica. José Moreno Villa, en uno de los escasos estudios monográficos tempranamente dedicados a la escultura colonial novohispana (1942), llega a afirmar, tajantemente, que "la escultura funeraria, que tanto abundó en la Península, se desconoce aquí, pues un par de ejemplos bien pobres no valen''9, participando, por tanto, de la opinión anteriormente expresada por Manuel Romero de Terreros 10 • Como análisis de conjunto hasta hoy ha seguido estando vigente el estudio que Manuel Toussaint dedicó a esta tipología en 1967n. Justificaba entonces este historiador que la escasez de tal clase de representaciones en el México colonial se debió a las prohibiciones establecidas por los sucesivos concilios provinciales celebrados desde mediados del siglo XVI. Siguiendo esta línea argumental, creemos que se ha de tener en cuenta que ya en 1555, es decir, con anterioridad a la publicación de los decretos tridentinos, en el capítulo XXIV del Primer Concilio Provincial celebrado en la ciudad de México, en tiempos del arzobispo Alonso de Montúfar, se ordenó en todo el arzobispado novohispano "Que no se hagan sepulcros altos, ni haya tumbas'; por lo que se determinó que: a [ ••• ] todas las sepulturas dentro de las Iglesias, y en ninguna manera sea dispensado para hacer Sepulturas altas, y en las Tumbas se haga lo mesmo, si no fuere el día de Horas, así de el Entierro, como de el Cabo de año':

Aún de mayor calado fue la prohibición, establecida en este mismo primer sínodo provincial, de vender sepulturas en los templos o de permitir la erección de capillas particulares, sin que mediase la autorización expresa del prelado, tal como se recoge en su capítulo XIII: "Otrosí mandamos, que no se vendan las sepulturas, ni enterramientos, ni se haga pacto, ni conveniencia sobre ello, sino que enterrado el cuerpo, se dé a la Iglesia la limosna conforme a la costumbre, que en tales casos se ha tenido, y tiene, la qual

9 MORENO VILLA, J.: La Escultura Colonial Mexicana, México, FCE, 1942 [reed. 1986], p. 11. lO ROMERO DE TERREROS, M.: Arte colonial, México, Tercera Serie, 1921, pp. 63 a 77. 11 TOUSSAINT, M.: 11 La escultura funeraria en La Nueva España'; Anales del IIE, 28 (1944), pp. 41-58.

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costumbre los Fieles Christianos han tenido, y tienen en dar limosnas a las Iglesias para sus fábricas, en descuento de sus culpas, y pecados, y por ello la Iglesia le es obligada a rogar a nuestro Señor por ellos, y les dar sepultura según sus méritos, y las limosnas, que le hacen, y cerca de esto el Juez de la Iglesia haga guardar la costumbre, que en el ello viere por la orden, y so las penas, que en la Constitución próxima arriba se contiene; y porque ninguno sin el Prelado pueda dar derecho de sepultura perpetuo, ni conceder Capilla, o lugar cierto, y perpetuo en la Iglesia ..." 12

Poco después, en 1585, en tiempos del arzobispo Pedro Moya de Contreras13, se celebró el tercer concilio mexicano, en cuyo título X se redactaron varios decretos sobre las sepulturas. En su capítulo VI, apoyándose en lo establecido en las constituciones de Pío V, se volvió a reiterar la prohibición de que se erigieran túmulos en las iglesias y se insistió en que "no se coloque túmulo en el sepulcro de cualquiera persona, sea el estado y graduación que fuere, exceptuando los días que se hace el entierro, las exequias y los aniversarios correspondientes': Y lo que aún pudo influir más en la ausencia de la tipología escultórica funeraria fue que se dictaminó que: "Ni se construyan en las iglesias sepulcros de piedra y de madera cuyo pavimento sobresalga. En caso de contravención sean castigados por el obispo los seculares que cometieren este delito, atendiendo a la cualidad del mismo; y el ministro de la iglesia que lo consintió, sufra multa de diez pesos ..." 14

12 Concilios provinciales primero, y segundo, celebrados en la muy noble, y muy leal ciudad de México, presidiendo el Illmo. Y Rmo. Señor D. Fr. Alonso de Montúfar, en los años de 1555, y 1565. Dalas a luz el Jllmo Sr. D. Francisco Antonio Lorenzana, arzobispo de esta Santa Metropolitana Iglesia. Con las licencias necesarias En México, en la Imprenta de el Superior Gobierno de el Br. D. Jospeh Antonio de Haga!, en la Calle de Tiburcio, año de 1769. Durante la etapa colonial se celebraron cuatro concilios provinciales en la Archidiócesis de México: 1555, 1565, 1585 y 1771. Cfr. ALEJOS GRAU, C. J.: "El más allá en los Concilios Mexicanos del ciclo colonial (1555-1771)'; en WOBESER, G. y VILA VILLAR, E., Muerte y vida en el más allá. España y América. Siglos XVI-XVIII, México, UNAM, 2009, pp. 125-132. 13 POOLE, S.: Pedro Moya de Contreras. Catholic Reform and Royal Power in New Spain, 1571-1591, Berkeley, UCP, 1987. GONZÁLEZ GONZÁLEZ, E.: "Pedro Moya de Contreras (ha. 15251592), legislador de la universidad de México'; en Doctores y escolares. JI Congreso internacional de la universidades hispánicas (Valencia 1995), Valencia, Universitat de Valencia, 1998, vol. I, pp. 195-219. 14 Concilio III Provincial Mexicano, celebrado en México el año de 1585, confirmado en Roma por el Papa Sixto V, y mandado observar por el gobierno español en diversas reales órdenes... Publicado con las licencias necesarias por Mariano Galván Rivera. Primera edición, en latín y castellano, México, Eugenio Maillefert y Compañía, editores, 1859. Cfr. Decretos del concilio tercero provincial mexicano (1585), edición histórico crítica y estudio preliminar por Luis Martínez Ferrer, prólogo de Alberto CARRILLO CÁZARES, 2 vals., México, El Colegio de Michoacán-Universidad

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Tal amenaza directa de reprensión tanto al promotor de las obras como a los eclesiásticos que lo contraviniesen parece que resultó muy efectiva. Los fieles que deseaban dejar constancia de su magnificencia en la fundación de templos o conventos optaron por desviar su representación personal a otras manifestaciones artísticas menos invasivas del espacio religioso que los monumentos funerarios yacentes y orantes, por ejemplo, al retrato pintado. En el caso Peninsular, la mayoría de las constituciones sinodales postridentinas se pronuncian también en contra de la ostentación que manifestaba la existencia de monumentos funerarios en el interior de los templos, aunque dejaron abierta la puerta a la construcción de tumbas monumentales a quien contase con capilla propia o la construyese a sus expensas 15 • Desde finales del siglo XVI y hasta bien entrado el XVIII, en la España peninsular el influjo clasicista de los cenotafios escurialenses se mantuvo vigente. Por lo que afecta al México colonial, de las catorce estatuas que recogió Toussaint, diez corresponden al siglo XVII y las cuatro restantes al XVIII. No parece que hayan existido estatuas yacentes, pues todas las conservadas pertenecen a la tipología orante. Entre ellas predominan las realizadas en madera policromada, frente a la piedra o el mármol. No obstante, considera el historiador mexicano que las fuentes documentales apoyan la existencia de otros muchos ejemplos, realizados a finales del XVI o a lo largo del siglo XVII, pero desaparecidos tras la remodelación o reconstrucción de los templos 16 • Apoya tal afirmación en referencias documentales en las que Pontificia de la Santa Cruz, 2010. Los autores de la edición crítica consideran que este concilio "significó la adaptación definitiva de las pautas tridentinas a la legislación canónica novo hispana'; actualizando lo establecido en el de 1555. Los decretos de 1585 estuvieron vigentes más de tres siglos, hasta 1896 en la diócesis de México y más tarde aún en el resto de obispados mexicanos (hasta 1918). También fueron aplicados, por extensión, a las Filipinas (desde 1626) y a la diócesis de Guatemala, que los mantuvo incluso después de independizarse de la provincia eclesiástica de México, en 1742. 15 Constituciones ... op. cit. 16 Manuel Toussaint se refiere a las siguientes sepulcros con posible presencia de retratos escultóricos: la familia Cervantes en la sala De Projundis del convento de San Francisco, y los condes de Santiago en la sacristía del mismo convento (ROMERO DE TERREROS, M.: Arte... op. cit., p. 63). Otros dos sepulcros poseían los López de Peralta, uno de ellos en la iglesia de Santa Clara y el otro en la sacristía de San Agustín. En la misma iglesia de San Agustín tenían sus sepulcros don Martín de Ircío y don Juan Jaramillo. Otros muchos sepulcros acogía la iglesia de Santo Domingo, tal como se refleja en el dibujo publicado por Angula (ANGULO ÍÑIGUEZ, D.: Planos de Monumentos Arquitectónicos de América y Filipinas Existentes en El Archivo de Indias, Sevilla, Laboratorio de Arte de la Universidad de Sevilla-Archivo General de Indias, Gráficas Afrodisio Aguado, 1933-1939, Plano 234).

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tan sólo se cita la presencia de "enterramientos'; y no se emplean términos como "bultos'; "retratos'; "simulacros" u otros semejantes, denominaciones habituales en las fuentes peninsulares para indicar la presencia de estatuas yacentes y orantes. También incluye como posible referencia a monumentos sepulcrales desaparecidos un dibujo de la capilla mayor del convento de Santo Domingo de México, fechado en 1590 17, que lo que parece probar es justamente lo contrario: que el anónimo autor de esta traza, en un encomiable empeño por dejar constancia de hasta los más mínimos detalles de la ornamentación de la capilla, tanto en planta como en alzado, puso un enorme cuidado en señalar que las tumbas que allí había no contravenían la normativa recientemente expresada en el concilio de 1585. Marco Dorta consideró este dibujo como "muy interesante y de gran valor histórico ya que constituye la única representación gráfica que se conserva de la primitiva iglesia de Santo Domingo" 18 • [Lám. 2] La ausencia de escala y

17 ANGULO ÍÑIGUEZ, D.: Planos... op. cit. Sobre la construcción de este templo deben consultarse las crónicas de orden dominica, en especial, las de DÁVILA PADILLA, A.: Historia de la fundación y discurso de la provincia de Santiago de México de la orden de Predicadores por las vidas de sus varones insignes y casos notables, Segunda edición, Bruselas, Casa de Juan de Meerbeque, 1625¡ OJEA, Fray Remando de: Libro tercero de la historia religiosa de la provincia de México de la orden de santo Domingo. México, 1607¡ FRANCO, Fray Alonso: Segunda parte de la historia de la provincia de Santiago de México, México, 1645¡ CRUZ Y MOYA, Fray Juan José de la: Historia de la santa y apostólica provincia de Santiago de Predicadores de México de la Nueva España, México, 1756 [México, Ed. Porrúa, 1954]. En orden cronológico, entre otros, se han ocupado de este edificio y del dibujo conservado en el Archivo de Indias, además del ya citado Angulo Íñiguez, MARCO DORTA, E.: Fuentes para la historia del arte en hispanoamericano. Estudios y documentos, Sevilla, CSIC, 1951¡ REYES VALERIO, C.: "Los constructores de santo Domingo de México': Boletín del Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, UNAM, 39 (1970), pp. 42-44¡ BERLIN, H.: Kirche und kloster von Santo Domingo in der Stadt Mexico, Stockholm, Almqvist & Wiksell, 1974¡ LAZCANO, M• E.: El templo de santo Domingo de México. Tesis de licenciatura, México, UNAM, 1978¡ HALCÓN, F.: "La arquitectura en sus imágenes'; en BÉRCHEZ, J. (coord.), Los siglos de oro en los virreinatos de América 1550-1700, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los centenarios de Felipe 11 y Carlos V, 2000, pp. 256-257¡ CUESTA HERNÁNDEZ, L. J.: Arquitectura del Renacimiento en Nueva España. "Claudia de Arciniega, Maestro Maior de la obra de la Yglesia Catedral de esta Ciudad de México: México, Universidad Iberoamericana-A.C., 2009, pp. 136-148¡ CUESTA HERNÁNDEZ, L. J.: "El mudéjar en la obra de Claudia de Arciniega. 'Doscientas tablas de Taugel para la Armadura de la Yglesia"; Quiroga. Revista de Patrimonio iberoamericano, 2, julio-diciembre, 2012, pp. 30-38. 18 MARCO DORTA, E.: Fuentes ... op. cit., p. 6. El dibujo está clasificado en el Archivo General de Indias de Sevilla con la signatura MP-MÉXICO, 562, y hasta hoy día no se ha localizado el documento que justifique la intención de su elaboración, pues se encuentra asociado a un legajo de cartas del entonces superior de la orden dominica en México en las que no se alude a él. Agradecemos a nuestro compañero, el profesor Juan Clemente Rodríguez Estévez esta conclusión, extraída del expurgo de tales cartas.

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pitipié, así como algunas incorrecciones representativas han llevado a Luis Javier Cuesta a suponer que no se trata propiamente de una traza de ejecución de obra, como resulta evidente, sino más bien como un "dibujo de presentación" que, en su opinión, pudo ser enviado a la Corte bien para solicitar una prórroga en la financiación por parte de la Real Hacienda o como "pieza de convicción para el comitente" 19 • Parece plausible la segunda posibilidad, no sólo porque el edificio ya estaba finalizado en 1590, sino, especialmente, por los textos y elementos ornamentales que incluye. Entre los objetos, el autor del dibujo reproduce numerosas piezas del mobiliario (retablo, escaños, asiento de la reja ... ), así como, do·: F'l -: :b.., minando la composición, un escu.¡,_..,. .- _ • f t.~:.-..,,- •. -~ ....-:: ... -~,.·."\.., ::.- ;~~liAr·~ ¡ do coronado con la leyenda armas t reales, indicando, por tanto, la de~ pendencia del edificio (o su capilla ~ 1 ~ 1 l mayor) del patronato real, que se afianza también con la presencia 1~ ~ de collar del toisón en lo alto de la representación. Además, en el cenLÁMINA 2. Plano de la iglesia de Santo Domingo de tro de la planta, sobre el título que México. Planta y vista interior de la capilla mayor, 1590 marca la Capilla Mayor se incluye (España. Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Archivo General de Indias, MP-MEXICO, 562). un texto que define la intención fundamental del dibujo al señalar: ...,....-~¡¡.-Jt­

·t'r

t

'~ .. esta capilla mayor cerrada con sus escaños está reseruada a voluntad de V[ uestra] M[agestad] y sirue de choro baxo. Sobre los arcos della, y en el retablo, rexa, cuerpo, y portadas de la iglesia están los reales blasones en reconocimiento de q(ue) suya es':

19

CUESTA HERNÁNDEZ, L. J.: "El mudéjar..." op. cit., p. 35.

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Por tanto, creemos que la intención de este dibujo era la de demostrar al Rey que, como edificio acogido a su patronato, sólo sus armas estaban presentes, a pesar de que algunos representantes de las élites coloniales hubiesen sido allí enterrados. El principal personaje a quien, según el dibujo, se había reservado un lugar privilegiado de enterramiento era a don Luis de Velasco (Carrión de los Condes, 1511-México, 1564), segundo virrey de Nueva España (del25/XI/1550 al31/ Vll/1564). En el dibujo se contempla su sepultura en el lado del Evangelio, junto al retablo mayor, sin que en el alzado sea representado ningún lucillo. Además, en la planta, se justifica la reserva de espacio en tan señalado lugar cuando se indica entierro del virrey Don Luis de Velasco, con particular licencia de V.M. También en la cabecera del templo, a ambos lados del altar mayor, se sitúan las capillas particulares de don Diego de lb arra (en el lado del Evangelio) y de don Luis de Castilla (en el de la Epístola). Don Diego de !barra (Éibar, 1520-México, 1576), el conocido fundador de Zacatecas, era yerno de don Luis de Velasco, pues había contraído matrimonio en 1556 con su hija, doña Ana de Velasco y Castilla. Por su parte Luis de Castilla, caballero de Santiago y regidor de la ciudad, era primo segundo de doña Ana de Castilla, la mujer del Virrey Luis de Velasco; natural de Valladolid, era, a su vez, hijo del regidor de Zamora, don Pedro de Castilla, y de doña Francisca de Osario. Este Luis de Velasco, hombre rico e influyente, fue uno de los principales consejeros de los sucesivos virreyes que gobernaron Nueva España a mediados del XVII. Dorantes de Carranza dice de él que: '~ .. sustentó gran casa, porque lo era como de un gran señor, muchos caballos, criados, armas, gente y acompañamiento, con tanta grandeza, que lucía tanto como casa muy grande; y fue tanta la riqueza que tuvo de aquella mina de Tasco, que pudo hacer muestra conforme a su corazón y deseos, porque hasta los vasos serviles de cocina y otros servicios eran de una fina pasta de plata; y dio más en esta vida a pobres e hidalgos que un Rey muy liberal pudiera dar" 20 •

20 Sumaria relación de las cosas de la Nueva España, con noticia individual de los descendientes legítimos de los conquistadores y primeros pobladores españoles [c. 1604], por Baltasar Dorantes De Carranza. Museo Nacional de México, paleografiada del original por el Sr. D. José María de Ágreda y Sánchez. Imprenta del Museo Nacional, México, 1902, pp. 289 y 302. Texto recogido en RUBIO MAÑÉ, J. I.: El virreinato: Orígenes y jurisdicciones, y dinámica social de los virreyes, México, FCE, 1983, p. 229.

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En el dibujo que comentamos, en los muros norte y sur del crucero, se representan los altares y los huecos de los ventanales y, sin embargo, no aparece rastro de lucillos funerarios, aunque hubo al menos dos, tal como señalan sendas leyendas situadas en la capilla abierta en el crucero, en el brazo del lado del Evangelio, con expresiones tales como: "entierro de Luis Suárez Peralta, señalado con un arquillo embebido en la pared, entierro de Manuel de Villegas, señalado con un arquillo en la pared, o armas del g0 '. estrda': Además, en esta capilla del lado del Evangelio, se añaden otros textos que indican que el"entierro de Angel de Villafañe, no tiene piedra ni señal'; lo que claramente indica que este personaje se encontraría enterrado bajo una lápida o lauda, sin inscripción ni escudo. Al otro lado del crucero, en el brazo de la Epístola, se abrió otra capilla colateral, de las mismas proporciones alargadas, como lugar colectivo de "entierro de la nación viscayna y montañesa'; en la que con clara intención justificativa se señala "en esta capilla colateral o brac;o del cruzero no ay armas, letrero ni señal de particular': Estas anotadones contribuyen a conformar una justificación, o prueba, ante el Rey de que nadie osaba hacer ostentación de su poder o linaje en este edificio, cuya capilla mayor era de patronato regio. Una de los ejemplos de escultura funeraria del siglo XVII más significativos debió de ser el erigido en honor de don Juan de Chavarría Valera, aunque en realidad no sabemos si llegó a ejecutarse, pues tan solo conservamos un dibujo, posible traza para su ejecución, que fue dado a conocer por Toussaint. [Lám. 3] La obra se proyectó LÁMINA 3. Dibujo o traza para la tumba de don Juan de para la iglesia del exconvento jeróChavarría Valera, iglesia del exconvento de San Lorenzo de México, ca. 1680-1684. Publicado por M. Toussaint nimo de San Lorenzo de México. El (1944). convento había sido fundado, en 1598, bajo la regla de San Agustín,

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con dos monjas de San Jerónimo y dos de Jesús María, aunque sufrió una amplia remodelación a partir de 1639, momento en que se construyó una nueva iglesia a expensas del matrimonio formado por el capitán Juan Fernandez de Riofrío y doña María de Gálvez. Ante el fallecimiento sucesivo de los promotores, en 1641 ella y en 1642 él, se encargó de continuar y finalizar las obras el sobrino de ambos, don Juan de Chavarría y Val era, quien finalmente sería designado como patrono del convento. La obra de la iglesia responde a un diseño de Juan Gómez de Trasmonte, maestro mayor de la catedral de México en esos momentos (1643), encargándose de su ejecución el también maestro de arquitectura Juan Serrano, que se comprometió a finalizarla en el plazo de tres años y medio, aunque en realidad no se terminó hasta comienzos de 165021 • Don Juan de Chavarría Valera fue un acomodado criollo, nacido en México el4 de junio de 1618, dedicado a la cría de ganado que pastaba en diversas estancias ganaderas, de su propiedad, situadas en Hidalgo, minas de Taxco y de Fresnillo, Zacatecas y otros lugares del norte de Nueva España. En 1648, a los 30 años, contrajo matrimonio con doña Luisa de Vivero y Pereda, hija del segundo conde del Valle de Orizaba, don Luis de Vivero e Hircio. Este mismo año el virrey Juan de Palafox y Mendoza le nombró capitán de una de las milicias urbanas de la ciudad. Poco después, en 1652, le fue concedido el hábito de caballero de Santiago, que recibió en el convento jerónimo de San Lorenzo. Don Juan falleció el primero de diciembre de 1684 y en su sermón fúnebre el predicador se encargó de ensalzar su labor como promotor de la edificación del convento 22, indicando

21 ROSELL, L. E.: Iglesias y conventos coloniales de México, [2• ed.] México, Lauro. E. Rosell, 1961, pp. 333-335; BAZARTE MARTÍNEZ, A.; CAMARENA GALLARDO, A.; MORENO MORENO, O.C.A., y TOVAR ESQUIVEL, E.: "Investigación Historiográfica: La Mística Colonial de la Primera Sede de la ESIME'; Científica, 13 (1999), pp. 9-16. [Consultado: 14-XII-2012]; BAZARTE MARTÍNEZ, A.; TRONCO ROSAS, M.A. y TOVAR ESQUIVEL, E.: "Herencia artística de una religiosa lorenzana del siglo XV1I'; Boletín de Monumentos Históricos, Tercera Época, 19, mayo-agosto (2010), pp. 214-217; BAZARTE MARTÍNEZ, A; TOVAR ESQUIVEL, E. y TRONCO ROSAS, M. A.: El convento jerónimo de San Lorenzo (1598-1867), México, IPN, 2001, pp. 269-290. 22 A Juan de Chavarría se atribuye, legendariamente, un acto heroico que consistió en poner a salvo la custodia del Santísimo el 11 de diciembre de 1676, día en que se produjo el incendio que destruyó la antigua iglesia conventual. Por tal motivo se le concedió el privilegio de ostentar en su casa una hornacina en la que se incluye un brazo levantando una custodia, que la citada casa llevase su nombre y que, a su muerte, se erigiese en el interior del templo su tumba, con una figura de piedra.

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que "fundó, edificó, lució, alojó, enriqueció y dotó, con casa, mesa, vestuario, iglesia, ropa, plata, ornamentos (y) rentas con que lo dotó" 23 • Se conserva también un breve opúsculo titulado Relación breve de la feliz renovación de la iglesia, y convento del Señor San Lorenzo de esta Corte24 en que se hace referencia a las fases constructivas. Asimismo fray Agustín de Vetancourt, en su conocido Teatro Mexicano (1698), se hace eco de la generosidad desplegada por el patrono, cuando afirma: '~ .. acabó (Juan de Chavarría) la iglesia a maravilla, de oro, y azul tan vistosa, que toda ella es relicario de santos de talla por las paredes en sus nichos y bellas imágenes de pincel con un comulgatorio de plata sobredorados y piedras preciosas engastadas que se apreció en muchos ducados, echó cerca a todo el convento como padre de familia de aquella vivienda virginal, hizo dormitorio y dejó una hacienda de ovejas para el socorro y sustento de religiosas" 25

Este texto es coincidente con otra documentación sobre las donaciones que Juan de Chavarría realizó al convento entre 1671 y 1681, en concreto una custodia de plata y un viril de oro. 26 Aunque la tumba de Don Juan desapareció,

23 NÚÑEZ DE MIRANDA, A.: Oración funeral, sermón de honras a las que el muy ilustre señor conde del Valle, etc. Como su principal testamentario, y único heredero hizo al Muy Noble, y piadoso Caballero su Hermano, el señor Capitán Don Juan de Chavaría, Valera, Caballero del Orden de Santiago, etc. En su Iglesia y Convento de San Lorenzo Cuyo Patrón es. Miércoles primero de Diciembre de este presente Año de 1683 ... , con licencia en México, por la de Bernardo Calderón, año de 1684. 24 SANTA CRUZ ALDANA, l. de: Sermón en la festividad de la Presentación de Nuestra Señora. que predicó el sábado 21 de noviembre de 1671 años en el Convento de Religiosas del Señor San Lorenzo de esta corte. El bachiller don Ignacio de Santacruz Aldana, predicador de este arzobispado de México, beneficiado en merced, que fue del Real, y minas de Thesycapan, y capellán más antiguo, que es de el dicho religioso convento del Señor San Lorenzo. Que afectuoso dedica al generoso caballero maestre de campo, don Francisco de Soto Guzmán ... , impreso en México por Juan Ruiz, año de 1672, y Laurel misterioso, panegírico sacro, sermón del ínclito mártir San Laurencio. En su iglesia y fiesta titular, México, herederos de Juan Ruiz. 25 VETANCOURT, A. de: "Tratado de la ciudad de México, y las grandezas que la ilustran después que la fundaron los españoles'; en Teatro Mexicano, descripción breve de los sucesos ejemplares históricos, políticos, militares y religiosos del Nuevo Mundo Occidental de las Indias, por fray ... , México por Doña María de Benavides, viuda de Juan de Ribera, 1698. México, Ed. Facsímil, Porrúa, 1971, p. 42. 26 RODRÍGUEZ FONTES, M. y LUCKIE, G. G.: Catálogo de Documentos de Arte 16. Archivo de Notarías de la Ciudad de México. Protocolos I, México, UNAM, 1993. Archivo Histórico de Notarías. Ciudad de México. (AHNotCM) Diego de Marchena. 1680/ 05/ 29. México, cd. Escritura de contrato. Diego de Zamudio, maestro platero de oro y Miguel de Pedraza, maestro platero se

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tenemos constancia de su estructura a través de un dibujo, o traza, que reprodujo Toussaint en sus estudios. Si, como suele ser costumbre, la tumba se proyecta en los últimos años de la vida del promotor o, más comúnmente, por sus herederos o albaceas testamentarios, ha de suponerse para el dibujo una fecha cercana a 1680-168427 • El diseño del lucillo responde a un modelo clasicista, muy retardatario en relación con la fecha de ejecución que proponemos, cuya inspiración pudiera haber sido un frontispicio grabado en algún libro de la época, incluso de algún tratado artístico, pues encuentra puntos de contacto, por ejemplo, con la portada de la primera edición del Arte y Uso de Arquitectura de fray Lorenzo de San Nicolás (1639) 28 , con una de las portadas de este mismo tratado e, incluso, con la portada del tratado de Vignola en la traducción de Patricio Cajés (1593) 29 • Aún mayor cercanía estilística demuestra esta obra mexicana con otra traza conservada en el Archivo de la Real Chancillería de Valladolid, correspondiente al sepulcro de los padres del obispo de Sigüenza, fray Mateo de Burgos, obra diseñada en 1620 para la iglesia de San Andrés de Valladolid por el ensamblador Francisco Velázquez30 • También aquí, uno de los colaboradores habituales de Gregario Fernández en el campo arquitectónico proyectó un nicho sepul-

conciertan con Juan de Chavarría y Valera para hacer una custodia y un viril para la iglesia de San Lorenzo. Libro 2511, ff. 269-271. lb íd. Diego de Marchena. 1680/07/31. México, cd. Escritura de donación. Juan de Chavarría y Valera regala un viril de oro, una custodia de plata y otras alhajas a la iglesia de San Lorenzo. Libro 2511, fs. 417-419; ibíd. Diego de Marchena. 1681/08/05. México, cd. Escritura de donación Juan de Chavarría y Valera regala un candil de plata a la iglesia de Nuestra Señora de los Remedios, extramuros de la ciudad. Libro. 1512, ff. 531-532. 27 Toussaint supone que la traza, que sólo pudo conocer a través de una fotografía, procedía del archivo parroquial de la iglesia de San Lorenzo de México. Don Juan de Chavarría nació en México en 1618; estuvo casado con doña Luisa de Vivero y Pereda, hija del segundo conde del Valle de Orizaba, don Luis de Vivero, y de doña Graciana Pereda y Acuña. A él se debió la reedificación de la citada iglesia de San Lorenzo, lugar donde en 1625 se le impuso el hábito de la orden de Santiago. Falleció en México el29 de noviembre de 1682. Cfr. GONZÁLEZ OBREGÓN, L.: México viejo y anecdótico, París-México, Vda. De Ch. Bouret, 1909, p. 13. 28 SAN NICOLÁS, Fr. L. de: Arte y Uso de Arquitectura, primera ed., Madrid, Juan Sánchez, 18-Agosto-1639. 29 VIGNOLA, J. de: Regla de las Cinco Órdenes de Architectura de !acame de Vignola. Agora de nuevo traduzido de toscano en romance por Patricio Caxesi, Madrid, En casa del autor, 1593. (Ed. Facs. Valencia, 1985). 30 ARChV, Planos y Dibujos, Carp. 24, no 346, Pleitos civiles, Lapuerta, Fenecidos, C. 40168. Incluido en la muestra Tesoros de la Real Chancillería de Valladolid. Planos y Dibujos de Arquitectura, Catálogo de la Exposición, Ministerio de Cultura, Valladolid, 1988, p. 113.

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eral clasicista, con arcosolio entre dobles columnas dóricas, orden apropiado a la función funeraria, elevado sobre alto basamento, con friso de triglifos y metopas, frontón curvo, partido y desventrado, en cuyo centro se sustenta el escudo u: 1"- • del obispo, flanqueado por dobles bolas herrerianas. [Lám. 4] En el 1 ,' J interior del arcosolio se represen\ tan, orantes, a los padres del fundador, siguiendo el mismo modelo post-escurialense que lucen en esta zona castellana otras piezas ; ..... '&.'~ conservadas, relacionables con dilj•L .z: ...., versos seguidores de los modelos _, cortesanos, en especial con Pedro de la Cuadra y Antonio de Riera. " - 1) A Pedro de la Cuadra co' . ' e=: rresponden conjuntos como el "= que forman los bultos orantes de LÁMINA 4. Francisco Velázquez (ensamblador). Traza don Antonio Cabeza de Vaca y su para el sepulcro de los padres del obispo de Sigüenza, fray Mateo de Burgos, iglesia de San Andrés de Valladomujer, doña María de Castro, del lid, 1620. (España. Ministerio de Educación, Cultura y convento de Santa Catalina de Deporte. Archivo de la Real Chancillería de Valladolid. Planos y Dibujos, Desglosados, 346). Valladolid (1607) 31 , obras de alabastro que siguen los modelos de Pompeo Leoni. Aunque, desde nuestro punto de vista, las esculturas del dibujo de Chancillería parecen depender, aún más, de los modelos desarrollados por ...

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1

31 MARTÍ MONSÓ, J.: Estudios Histórico-Artísticos. Valladolid basados en la investigación de diversos archivos, Valladolid, Leonardo Miñón imp., 1901, p. 230; MARTÍN GONZÁLEZ, J,J.: "El convento de Santa Catalina'; BSAA (1945), p. 111; SANTAMARÍA, A.F.: "Iglesia del convento de Santa Catalina'; BSAA (1960), p. 174; BUSTAMANTE GARCÍA, A.: La arquitectura clasicista del foco vallisoletano (1561-1640), Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1983, pp. 318ss.; MARTÍN GONZÁLEZ, J.J. y PLAZA SANTIAGO, F. J.: Catálogo Monumental de la Provincia de Valladolid. Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid. Segunda Parte. Conventos y Seminarios, T. X.V, Valladolid, Institución Cultural Simancas, 1987, pp. 49-62.

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el también escultor cortesano Antonio de Riera 32 • Nos referimos a piezas tales como las esculturas orantes de los III marqueses de Poza de la capilla mayor del convento de San Pablo de Palencia (obra de colaboración entre Antonio de Riera, Cristóbal y Francisco Velázquez, y Juan de Miniátegui, 1609-1612)33 , las de los marqueses de Santa Cruz, don Álvaro de Bazán y doña María de Figueroa (1613), hoy depositados en su palacio de El Viso (Ciudad Real) y cuyo diseño arquitectónico correspondió al carmelita fray Alberto de la Madre de Dios34, o la pareja formada por don Francisco de Guillamas y su mujer Catalina Rois, en San José de Ávila, que han sido atribuidas también a Antonio de Riera por Martín González35 • Aunque hasta ahora no han sido documentados, pueden ser obra de Antonio de Riera también los bultos orantes de don Rodrigo Calderón y de su mujer, Inés de Vargas, así como los de sus padres, don Francisco Calderón y doña María de Aranda y Sandelín, de la iglesia de Porta Coeli de Valladolid (c. 16151619), aunque por su excepcional calidad Martín González propuso atribuírselos a un escultor italiano, Taddeo Carlone 36 • Tal hipótesis no puede sostenerse, pues Carlone falleció en Génova el25 de marzo de 161337 , fecha en la que aún no se habían comenzado estas obras 38 • Volviendo a los ejemplos de escultura funeraria del siglo XVII conservados en Nueva España hay que tener en cuenta que muy pocos ejemplos de los

32 MADURELL MARIMÓN, J.M.: "La labor artística de Antonio Juan Riera en la villa y corte de Madrid'; La Notaría, 80 (1945), 1-19; MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: "Arte y Artistas del siglo XVII en la Corte'; ABA (1958), pp. 125 y ss.; ESTELLA MARCOS, M.: "Los Leoni y la escultura cortesana: Antón de Morales, Alonso Vallejo y Antonio de Riera'; en Madrid en el contexto de lo hispánico desde la época de los descubrimientos, Actas del Congreso, vol. I, Madrid, 1944, pp. 389-410; MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: "Dos esculturas de Antonio de Riera en la Catedral de Burgos'; BSAA (53), 1987, pp. 360-363. 33 GARCÍA CHICO, E.: Documentos para el estudio del arte en Castilla. Escultores, Valladolid, Pub!. del Seminario de Arte y Arqueología, 1941, p. 214; URREA, J.: "El escultor Antonio de Riera; BSAA, 40-41 (1975), pp. 668-672. 34 MARÍAS, F.: "Antonio de Riera en el Viso del Marqués'; BSAA, 44 (1978), pp. 477-478. 35 MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: Escultura ... op. cit., p. 249. MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: "El convento de San José de Ávila (Patronos y obras de Arte)'; BSAA, 45 (1979), p. 364. 36 MARTÍN GONZÁLEZ, J. J.: "Bienes artísticos de don Rodrigo Calderón'; BSAA, 54 (1988), pp. 267-308, vid. p. 285. 37 COSTA CALCAGNO, P.: "Carlone (Carloni), Taddeo'; in L'Enciclopedia Italiana. Treccani.it. [Consultado: 22-XII-2013]. 38 El7 de mayo de 1615, en el documento de Fundación y dotación definitiva del patronato del convento se declaraba que "Y para que los patronos no usen más de los dichos entierros, se

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citados por la historiografía histórico-artística se conservan aún en su ubicación original. El más antiguo, la escultura orante de don Pedro Ruiz Ahumanda, ocupa un espacio un tanto atípico. Está contenida en una pequeña hornacina en la denominada "capilla de los novicios" del colegio-seminario jesuita de San Martín en Tepotzotlán. Esta capilla, situada en el piso superior del colegio, hizo la funciones de iglesia de prestado mientras se produjo la construcción del templo principal. Don Pedro, en 1606, concedió un generoso donativo de 34.000 pesos con el que se comenzó a construir el colegio y se atendió a la manutención de los padres jesuitas. Gracias a este donativo se acometió la construcción del "claustro de los aljibes'; de la hospedería, el portal de peregrinos y la capilla doméstica (o de los novicios), pues la iglesia, dedicada a San Francisco Javier, con su sacristía, cripta y capillas anexas no se comenzó hasta 1670, en este caso gracias a las aportaciones de la familia Medina Picaza. Aún más tardías son otras partes del edificio, que se construyeron entre finales del siglo XVII y 1740, bajo la protección de otros benefactores como Juan Caballero y Ocio (claustro de los naranjos, refectorio, cocinas, alacena, fuente ... )39 • La estatua orante, de madera, aparece policromada con un fuerte realismo, poco habitual en la escultura española del momento (comienzos del siglo XVII), lo que nos induce a pensar que su punto de inspiración pudo estar no tanto en la escultura peninsular coetánea, sino en los modelos de devotos orantes pintados declara que en las dos paredes del cruzero ha de haber dos nichos con sus bultos de piedra, en la forma en que agora están señalados o en la que el dicho señor marqués los quisiere poner, y en el uno han de estar los bultos de dicho señor marqués y de la señora marquesa su mujer, y en el otro los del dicho señor comendador mayor de Aragón, su padre, y la señora doña Maria Sandelin, su mujer, madre del dicho señor Marqués, con sus armas, y letreros, en la forma que quisieren ponerlos( ... )'; cfr. MARTÍN GONZÁLEZ, J.J. y PLAZA SANTIAGO, EJ.: Catálogo... Monumentos religiosos .. . op. cit., pp. 175-176 y 182-184. 39 ALCALÁ, L.E.: Fundaciones Jesuíticas en Iberoamérica, Madrid, Fund. Iberdrola-Ed. El Viso, 2002, pp. 319-333. El conjunto jesuita de Tepotzotlán se fundó en 1585 con la misión de que los jesuitas aprendieran las lenguas autóctonas y se preparasen para su trabajo misional. Cfr. GANTE, P. de: Tepotzotlán, su historia y sus tesoros artísticos, México, Porrúa, 1958, p. 4; Museo Nacional del Virreinato: Tepotzotlán, la vida y la obra en la Nueva España, México, CONACULTA, 2003; TOVAR DE TERESA, G.: "La iglesia de San Francisco Xavier de Tepotzotlán: eco de la vida artística de la ciudad de México en los siglos XVII y XVIII'; A.E.A., 244, 1988, pp. 355-371; BÉRCHEZ, J.: Arquitectura mexicana de los siglos XVII y XVIII, México, Azabache, 1992; DÍAZ, M.: La arquitectura de los jesuitas en Nueva España, México, 1982; Guías de México y su patrimonio, México, INAH y CONACULTA, Museo Nacional del Virreinato y Excolegio de Tepotzotlán. JGH eds., 1996, pp. 56-59; NERI VARGAS, G.: Tepotzotlán, la crónica de mi pueblo. Testimonio de la historia, México, Asociación Mexiquense de Cronistas Municipales, 1996, pp. 48 y ss.; PÉREZ ALONSO, M.l.: Los jesuitas, en Tepotzotlán. La vida y obra de la Nueva España, México, INAH, 1988.

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en las ejecutorias de hidalguía, cuya circulación también se extendió por Hispanoamérica, de ahí el carácter retardatario de la representación de la armadura, que refleja los tipos característicos de las medias armaduras que estuvieron en uso a mediados del siglo XVI, mientras algunos otros detalles reflejan la moda característica de tiempos de Felipe III, tales como la gorguera o los gregüescos acuchillados40. Todo hace situar cronológicamente esta escultura hacia 1610-1620. [Lám. 5] Encontramos una relación directa de esta pieza orante de don Pedro Ruiz de Ahumada con la escultura de don Pedro Fernández de Córdoba, del retablo de San Jerónimo de Granada (ca. 1570), y con la pareja de estatuas sepulcrales de dos caballeros sevillanos que custodia el Museo Frederic Marés de Barcelona, atribuidos por Ma José Redondo a algún seguidor de Juan Bautista Vázquez el Viejo que trabajase en las primeras décadas del siglo XVII en Granada o Sevilla41 •

LÁMINA 5. Escultura orante de Pedro Ruiz Ahumada. Capilla de los Novicios, colegio-seminario jesuita de Tepotzotlán (México), ca. 1610-1620. a. Ejecutoria de hidalguía de Alonso González, col. Particular. Valladolid, 1613 (detalle). b. Ejecutoria de hidalguía del capitán Martín de Angula, Madrid, B.N. Vi t. 4.7. Granada, 1567 (detalle).

40 El documento pintado. Cinco siglos de arte en manuscritos, Madrid, M.E.C.-Museo del Prado-AFEDA, 2000. Véase también POLO SÁNCHEZ, J.].: "Tan noble como el Rey: Expresiones plásticas del linaje entre los hidalgos montañeses'; en Actas del Congreso Internacional Imagen y Apariencia, Murcia 19-21 de Noviembre de 2008, Murcia, Ediciones de la Universidad de Murcia, 2009. 41 M.J.R.C. (María José Redondo Cantera): "296. Anonim. Estátues sepulcrals de dos cavallers'; en GARRIGA RIERA, J. y MARTÍN GONZÁLEZ, J. J. (dirs. ), Fans del Muse u Frederic Marés. 3. Catáleg d'escultura i pintura deis segles XVI, XVII i XVIII. Época del Renaixement i el barroc, Barcelona, Ayuntamiento de Barcelona, 1996, pp. 333-334.

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Frente a la escasez del retrato escultórico funerario, en el seiscientos novohispano contrasta la abundancia y calidad del retrato pintado. Es ésta una manifestación de primer orden entre las artes plásticas coloniales, que en muchos casos imita los modelos peninsulares, pero que tiene especificidades propias. Eritre ellas una que, a nuestro modo de ver, no ha sido suficientemente destacada: el retrato conmemorativo de connotaciones funerarias. La lectura de las cartelas que acompañan muchos de estos retratos demuestra que una buena parte de ellos fueron encargados para presidir capillas particulares en templos conventuales o para recordar el patronato de los individuos efigiados sobre conventos, colegios y hospitales. Es conocida la importancia de ciertas familias vascas y montañesas dedicadas al comercio o a la minería en la conformación de la élite colonial novohispana en el tránsito entre los siglos XVII y XVIII 42 , pero, no ha sido suficientemente valorado el papel desarrollado por alguno de estos individuos como promotores artísticos o patronos de la fundación de todo tipo de instituciones benéficodocentes. En un reciente estudio hemos puesto de manifiesto la importancia del linaje de los Sánchez de Tagle 43 y el papel filantrópico que jugó el banco de plata fundado por ellos en la ciudad de México 44 • El principal cometido que desarrolló

42 Cfr. BRADING, D. A.: Mineros y comerciantes en el México borbónico (1763-181 O). F.C.E., México, 1975; LAAD, D.: La nobleza mexicana en la época de la Independencia, 1780-1826, México, F.C.E., 1984; LANGUE, F.: Los señores de Zacatecas. Una aristocracia minera del siglo XVIII novohispano, México, F.C.E., 1990; BALMORI, D.; VOSS, S.F. y WORTMAN, M.: La alianza de familias y la formación del país en América Latina, México, F.C.E., 1990; SOCOLOW, S.M.: Los mercaderes del Buenos Aires virreina!: familia y comercio (1778-181 O). Buenos Aires, La Flor, 1995; SCHRÓTER, B. y BÜSCH GES, CH. (Eds.): Beneméritos, aristócratas y empresarios. Identidades y estructuras sociales de las capas altas de la América hispánica, Colonia, Vervuert-Iberoamericana, 1999; NAVARRO GARCÍA, L. (coord.): Elites urbanas en Hispanoamérica, Sevilla, Universidad de Sevilla, 2005. 43 Sobre los miembros más importantes de este linaje cfr. GÓMEZ MARTÍNEZ, J.: "La época heroica de los Sánchez de Tagle. La forja de un mayorazgo indiano'; en SAZATORNIL RUIZ, L. (ed.), Arte y mecenazgo indiano: del Cantábrico al Caribe, Gijón, Trea, 2007, pp. 287-316. Sobre la actividad de esta familia en México véase GOYAS METÍA, R.: "Notas sobre la vida de Pedro Sánchez de Tagle'; Estudios de Historia Novohispana, 5, (julio-diciembre 2011), pp. 47-80. Sobre su actividad comercial ver VALLE PAVÓN, G. del: "Negocios y redes familiares y sociales de los Sánchez de Tagle, mercaderes de plata de la ciudad de México (1660-1724"), en DOMÍNGUEZ CASAS, R. y CERUTTI. M. (eds.), De la colonia a la globalización, empresarios cántabros en México, Santander, Universidad de Cantabria, 2006, p. 15. 44 POLO SÁNCHEZ, J. J.: "Élites peninsulares en la América colonial. Expresiones de poder y tornaviaje artístico'; en GARCÍA NISTAL, J. (coord.), Imagen y documento. Materiales para conocer y construir una historia cultural. León, Ed. El Forastero, 2014, pp. 221-246.

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este banco fue sostener el sistema de crédito que dominaba la economía de la Nueva España, ante la inexistencia allí de instituciones financieras formalmente establecidas, tal como se ha encargado de poner de manifiesto Guillermina del Valle Pavón45 • Entre los principales depositantes de caudales y rentistas de dicho banco se encontraban algunas destacadas corporaciones eclesiásticas, miembros de la jerarquía eclesiástica y conventos, masculinos y femeninos, como los de la Encarnación, Santa Teresa y La Concepción, además del convento de dominicos, a cuya construcción renacentista antes nos hemos referido ya. El primer marqués de Altamira, Luis Sánchez de Tagle, mantuvo una estrecha relación con los dominicos, pues había sido nombrado diputado de la mesa directiva de la archicofradía de Nuestra Señora del Rosario, que radicaba en dicho convento, por lo que fue enterrado en su capilla, tal como solicitó en su testamento 46 • El convento de Santo Domingo de México contaba desde antiguo con una capilla dedicada a Nuestra Señora del Rosario, que fue donada por los frailes a la cofradía de tal advocación ellO de septiembre de 158447 • La capilla se encontraba originariamente entre la portería y la iglesia, bajo el coro, y se comunicaba con la iglesia a través de una reja 48 • Por su pequeño tamaño, a partir de 1681, se decidió construir una nueva, ocupando el espacio de otra capilla de indios situada en el costado suroriental del atrio conventual. Se contrató a uno de los mejores arquitectos del momento, Cristóbal de Medina Vargas, que proyectó una amplia capilla de 10 varas de ancho y 56 de largo, en dirección norte-sur, es decir, en disposición transversal, a los pies, de la iglesia conventual. La capilla contaba con su propia sacristía y, sobre ella, una sala de cabildos para reunión de los cofrades de su archicofradía. La iglesia renacentista del convento de Santo Domingo de México, que se había construido entre 1553 y 1585, perduró hasta 1716, fecha en la que la ciudad sufrió una importante inundación que afectó gravemente a

45 VALLE PAVÓN, G.: "Bases del poder de los mercaderes de plata de la ciudad de México. Redes, control del Consulado y de la Casa de Moneda a fines del siglo XVII'; Anuario de Estudios Americanos, 68, 2, julio-diciembre 2011, pp. 565-598. 46 AHNotCM. Notario 692 Francisco de Valdés, v. 4705, s/f. Testamento de Luis Sánchez de Tagle, México, 28 de Abril de 1714. Cfr. VALLE PAVÓN, G. del: "Negocios .. .'; op. cit., notas 43 y 45. 47 FERNÁNDEZ GARCÍA, M.: Cristóbal De Medina Vargas y la arquitectura salomónica en la Nueva España durante el siglo XVII, México, IIE, 2002, pp. 237-241. 48 GONZÁLEZ LEYVA, A.: La devoción del Rosario en Nueva España: historia, cofradías, advocaciones, obras de arte, 1538-1640, UNAM, México, 1992, p. 150. Véase también OREJEL AMÉZCUA, l. y GONZÁLEZ BEASCOECHEA, M.: Santo Domingo de México. Ensayo histórico biográfico de 1562 a 1968, México, Jus, 1970, pp. 171-172.

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su estructura, obligando a su reconstrucción. No obstante, la capilla del Rosario perduró hasta 1861, cuando los decretos de reforma obligaron a derruida para permitir la apertura de una nueva calle. Conocemos su aspecto externo gracias a varias litografías y fotos antiguas en las que podemos apreciar su grandiosidad, amplio volumen constructivo y remate cupulado 49 • [Lám. 6]

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