Representación de la mujer dormida en el arte español e hispanoamericano

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Descripción

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2014-2015

Méthodologie de l'image

CASTRO MARTÍNEZ Eric

















[La representación de la mujer dormida en el arte español e hispanoamericano]
Análisis del sueño femenino y su simbología basado en las obras pictóricas Venus dormida de Luis Montero; Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar de Salvador Dalí y El sueño de Pablo Picasso.


Introducción


Desde el inicio de la pintura en la prehistoria y hasta la actual Edad Contemporánea, la mujer ha sido uno de los grandes referentes de aquellos que la practican. El protagonismo de la mujer en la historia de la pintura siempre ha sido eco de las ideologías de sus épocas y de la posición que ocupa en la sociedad. De hecho, dicho protagonismo es dado por aquello que la simboliza y que se va a trabajar más adelante. Desde dibujos en cuevas y grutas de los hombres prehistóricos en los que se representan a mujeres cuidando de los niños, cazando y pescando, hasta las mujeres del expresionismo de José Manuel Merello, la mujer va a tener un papel clave en el desarrollo del arte pictórico y de las ideologías y simbolismos que van a ser reflejadas en él.
Una de las formas más interesantes con las que se representa a la mujer en el arte, es sumida en un sueño. El historiador francés Jean Verdon nos dice que en la mitología griega, el sueño (hypnos) y la muerte (thanatos) eran hermanos, ambos hijos de la noche. Muchas teorías a propósito del sueño corren a lo largo de los siglos, como la que defiende que el sueño es un abandono, ya que no estamos atentos a Dios. El sueño y la muerte son hermanos puesto que al dormir, uno deja su alma en manos del diablo. Sin embargo, el principal motivo por el que artistas dibujaron a mujeres durmiendo no era mostrar a la mujer como ser que se abandona, sino como ser idílico poseedor de distintos atributos.
Resulta interesante hacer un análisis de esta figura que es la mujer durmiente basándonos en tres obras pictóricas. He seleccionado tres obras de distintas épocas y culturas que nos mostrarán qué simboliza la mujer durmiendo en el arte. Se trata de Venus dormida de Luis Montero, Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar de Salvador Dalí y El sueño de Pablo Picasso. Tras haber tratado cada una de ellas por separado, veremos cómo se articulan las unas con las otras gracias al mismo motivo, en forma de balance. Iremos pues del ejemplo a la explicación y la reflexión, ya que del análisis de la obra, del detalle, llegamos a su significado, y por lo tanto, a la explicación de la figura durmiente femenina.
























Luis Montero, Venus dormida, 1850. Óleo sobre lienzo.
©Museo de Arte de Lima.









I. Venus dormida de Luis Montero


La primera obra que va a ser analizada a continuación es la Venus Dormida del célebre pintor académico peruano Luis Montero. Antes de adentrarse en el trabajo de dicha obra, uno debe conocer ciertos datos biográficos del pintor, ya que éstos van a tener suma importancia en la comprensión del cuadro.
Luis Montero nació en Piura en 1826 y murió por fiebre amarilla en Callao, en 1869. Desde temprana edad se interesa por la pintura, y a la edad de diecisiete años entra en la Academia de Dibujo y Pintura de Lima, en la que muestra durante un semestre su gran don para el arte pictórico. Fue enseguida su trabajo valorizado y el gobierno le otorgó una beca a Italia en 1848. En la Academia de Bellas Artes de Florencia, Luis Montero es discípulo del célebre Giuseppe Bezzuoli y de Servolini durante tres años. Es en Florencia que Montero adquiere la formación florentina propia de la escuela italiana, corriente artística principal de tres de sus grandes obras que crea durante estos años: La degollación de los inocentes, El mendigo y su hija y la Venus dormida. Cabe subrallar la importancia de su obra cumbre, Los funerales de Atahualpa (1867), que tardó seis años en culminar y que sería su última obra.
Venus dormida fue creada pues entre 1849 y 1850, durante su primera estancia en Florencia. Se expuso por primera vez en 1850, en Lima, y rápidamente fue alabada por la crítica. Se trata de un óleo sobre lienzo expuesto en el Museo de Arte de Lima que retoma elementos de la mitología latina.

La meta del trabajo no es simplemente el de describir el cuadro, sino de llegar a entender el significado de la figura de la mujer durmiente en el arte a través de él. Por eso, de forma breve, es importante analizar el nivel plástico de la obra, para no olvidar ni omitir ningún detalle. Veamos pues, en primer lugar, dicho nivel.
En cuanto a la composición del cuadro, cabe destacar la existencia de una sola línea geométrica. La figura central que rige el lienzo dibuja una única línea horizontal, en un único plano, que atrae nuestra atención desde el primer momento en el que la vemos. La asimetría del cuerpo de la figura central con la del lecho en la que reside nos da una sensación de harmonía.
El cromatismo del cuadro está caracterizado por la falta de colores vivos y por la dominación de tonos apagados que producen una sensación de calma y pureza, de bienestar. La falta de luz en la parte superior del lienzo nos muestra que el segundo plano es casi inexistente, y gracias a la técnica de claroscuro, claramente puesta en maniobra, se vuelve a dar protagonismo e importancia a la figura central de la obra, el cuerpo desnudo de una mujer dormida.


Por otro lado, fijémonos en el nivel semiótico de la obra, ya que tiene un valor de profundidad en diferentes ámbitos.
Primeramente, es relevante identificar el personaje femenino que se encuentra en el centro del cuadro. Como nos lo indica el título del cuadro, se trata de la diosa Venus. Luis Montero reconstruye el relato de la diosa del amor, de la belleza y de la fertilidad.
La Venus de Montero es joven, con facciones lisas y perfectas. Las curvas de su cuerpo forman una silueta hermosa, que marcan el canon de belleza de la mujer de siglo XIX. Posee el cabello rubio, forma común de representarla. Está desnuda, con los senos al descubierto, pero Montero oculta la zona pubiana con una fina sábana blanca. Es de suma importancia saber que Venus dormida es un homenaje a la obra de mismo nombre del pintor renacentista e italiano Giorgione. Una de las grandes diferencias existentes entre ambas obras es esta sábana blanca. En efecto, Giorgione no oculta la zona sexual femenina porque la sociedad de su época (siglo XVI) no es la misma que la de la época de Montero (siglo XIX). La sensualidad de la Venus de Montero, a diferencia de la de Giorgione, recae en la imaginación de aquel que ve la obra, en lo oculto. Además de la zona tapada por esa especie de velo blanco, llama nuestra atención la posición del brazo derecho de la mujer durmiente. La axila, metáfora del sexo femenino y símbolo de la sensualidad, está prácticamente oculta por un juego de sombras. Otro elemento propio de la sensualidad que emana del lienzo es el rostro de Venus. Además de ser bello, vemos, gracias a sus rasgos, como el sueño del personaje se escapa de entre sus labios en forma de un (casi) orgasmo. En otras palabras, el artista ha logrado representar al sueño de las dos formas que existen de éste. El sueño como acto de dormir con Venus durmiendo, y el sueño como consecuencia directa del acto de dormir en el imaginario gracias a la expresión de Venus. Incluso se podría decir que vemos su sueño.
Y como último elemento, cabe destacar la importancia de la desnudez de Venus. Hemos tratado ya dos de sus características divinas, la belleza y la sensualidad, es hora de ocuparse del tema de la fertilidad y el amor. En efecto, Venus es la diosa del amor, madre de Cupido, y de la fertilidad. En sus primeras representaciones prehelénicas, aparece con una media luna creciente, símbolo de la fecundidad. Hay que saber que la gravedad de la luna hace que la marea crezca, no es de extrañar que el mito del nacimiento de Venus tenga un enlace directo con este hecho. Dice el mito que Venus nació de la espuma del mar. La luna es el símbolo de la fertilidad y fecundidad, y el ciclo de la luna está fuertemente ligado al ciclo femenino. En el lienzo, la idea de fertilidad es evocada por el velo blanco que cae sobre las caderas de Venus. Es un velo blanco, puro, lo cual nos lleva a pensar en la virginidad.

A lo sumo, se puede decir que Luis Montero retoma el gran cuadro de Giorgione con un enfoque digno del siglo XIX. Su primera estancia en Florencia marca claramente su pintura ya que adopta un enfoque y unas características propias de la escuela italiana.
La elección de este cuadro no ha sido algo aleatorio, ya que esta pintura de Venus es una de las formas más comunes y bellas de representar la fertilidad y la belleza de la mujer. La figura de la mujer durmiente es la clara imagen del sueño como símbolo de belleza, sensualidad, amor y fertilidad.













































Salvador Dalí, Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar, 1944. Óleo sobre tabla.
51x41 cm. ©Salvador Dalí, Fundación Gala-Salvador Dalí / VEGAP, Madrid 2012.





II. Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar de Salvador Dalí




La siguiente obra que vamos a analizar para entender mejor esta figura de la mujer durmiente en la tradición pictórica es Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar, que data de 1944. El artista de dicha obra es el catalán Salvador Dalí, nacido en 1904 y fallecido en 1989. Se trata de uno de los pintores y escultores más importantes del arte español y uno de los máximos exponentes del surrealismo a nivel mundial. Dos de sus obras más conocidas son La persistencia de la memoria y La tentación de San Antonio cuyo éxito fue inmenso. Gracias a su pintura surrealista, Dalí creó un universo propio lleno de simbolismos y a veces de carácter filosófico, teológico e incluso psicoanalítico. En la obra que vamos a estudiar a continuación, vamos a ver la unión perfecta entre Surrealismo y sueño femenino tanto onírico como del acto.

En primer lugar, detengámonos en el nivel plástico de la obra, de forma concisa, y centrándonos en los elementos relativos a la figura de la mujer durmiendo.
Dos planos se distinguen en este cuadro. El primero y más cercano, en el que figura un cuerpo, que ocupa gran parte de la obra, sobre un bloque de piedra, dos tigres, uno de ellos saliendo de la boca de un enorme pez, y un acantilado en la parte derecha de la obra. En el segundo plano, mucho más alejado, vemos una gran granada, un elefante de patas interminables con un bloque de una materia cristalina sobre sí, un islote en el horizonte y el cielo que cuenta con la presencia de una luna. El cromatismo está marcado por una paleta de tonos suaves que nos evocan la tranquilidad del sueño. Los colores primarios rigen el cuadro, con varios tonos de azul, de amarillo y algunos rojos.

En cuanto al nivel semiótico, se puede decir que la sensación de movimiento está aquí fusionada con la paz. En efecto, un cuerpo femenino y desnudo está en paz, durmiendo en un lugar bonito y tranquilizante, pero dicha paz se ve truncada por la llegada de elementos como la escopeta, los dos tigres y el pez.
La mujer representada es hermosa, con curvas. Al igual que la mujer de la primera obra analizada, levanta sus brazos y deja ver sus axilas, así como vemos su zona pubiana. Es inevitable el pensar en Venus. Poseen las mismas características: belleza, sensualidad e incluso fertilidad. La fertilidad es dada tanto por ella, como por la yuxtaposición en el mismo cuadro del cuerpo desnudo con la granada. Ésta última es símbolo de fertilidad, sexualidad y amor. Se dice que la granada tiene propiedades de fertilidad gracias al mito greco-latino que indica que la fertilidad de la granada es dada por la gran cantidad de semillas que posee.
Además, otro tema que ya hemos visto en el obraje de Montero es el de la virginidad. En efecto, la figura de la mujer durmiente suele evocar la virginidad. En este cuadro en especial, la virginidad y la pureza son mostradas gracias a los tigres, ya que son representados como amenazas tanto físicas como psicológicas, están en posición de ataque y se lanzan sobre la joven. Del mismo modo, en mi opinión, esta idea de virginidad y de juventud femenina interrumpida es sugerida por las abejas revoloteando alrededor de una granada en la parte inferior del cuadro. La granada está abierta, representa a una joven cuya virginidad, elemento sensual femenino por excelencia y característica esencial de la mujer dormida, va a ser entregada. Por último, otro elemento que hace alusión a esta fragilidad femenina es el elefante. El elefante, de patas muy finas y largas, nos da la sensación de que en cualquier momento puede venirse abajo y desmoronarse. Además, lleva sobre sí un gran bloque de cristal o de cuarzo que parece muy importante y valioso.
El sueño onírico representado en esta obra de Dalí es un reflejo del sueño sexual de la joven. El despertar sexual de la mujer, es el despertar del sueño que esta mujer está a punto de experimentar.

Por lo tanto, podemos concluir esta parte del trabajo, diciendo que la figura de la mujer durmiente en el arte, es una figura que siempre emana pureza y harmonía. El canon dice que la mujer perfecta es aquella que no ha sido aún corrompida. La representación de una mujer durmiendo es la encarnación del sueño femenino que está aguardando a ser despertado.










































Pablo Picasso, El sueño, 1932. Óleo sobre lienzo.
©Steve Wynn.


III. El sueño de Pablo Picasso


Como última obra a analizar para tener todos los componentes de la efigie de la mujer durmiente en el arte, vamos a tratar la obra cubista El sueño del español Pablo Picasso. Se trata de un óleo sobre lienzo que vio la luz en 1932.
Pablo Picasso, uno de los pintores españoles más conocidos y con mayor repercusión en el mundo, representa aquí a una mujer durmiendo. Es el retrato de su amante Marie-Thérèse Walter, con la que mantuvo uno de sus más pasionales idilios. Se conocieron en 1927, para aquel entonces Picasso estaba casado con Olga Khokhlova, con la que había tenido un hijo, y decidió abandonarla para irse con Marie-Thérèse Walter. Mientras que Picasso tenía 45 años, Marie-Thérèse tan sólo tenía 17. Pronto se convertiría en la obsesión de Pablo Picasso, en la perfección encarnada que sería el objeto de sus obras.

Primeramente, al fijarse uno en el nivel plástico de la obra, se da cuenta de la relevancia de las líneas curvas que rigen el lienzo. El cuadro está compuesto por dos planos, uno, en el que vemos a una mujer y en donde todas las líneas son curvadas y onduladas (curvas como las que debe tener una mujer, según Picasso), y el otro, en el que todas las líneas son rectas, para marcar una oposición entre ambos planos.
Otra oposición entre los dos planos, es la de los colores y la luz. El primer plano posee una paleta de colores mucho más vivos, muy españoles, dominada por los colores primarios; además, la luz cae sobre la mujer para atraer la mirada del veedor.

Por otro lado, en el nivel semiótico vamos a encontrar prácticamente las mismas características que en las dos obras ya estudiadas pero con elementos y formas de realización nuevos.
La mujer es bella, de cuerpo proporcionado y formas sensuales. La belleza de la mujer que ya hemos visto está aquí representada gracias a sus rasgos y formas, al cabello dorado, los labios de color rojo, a su rostro sonriente al dormir y a la elegancia de su cuello. La sensualidad es dada por el erotismo de cierta desnudez, que no es total. Nos muestra sus hombros, elemento erótico del siglo XX y XXI y deja ver uno de sus senos. La fertilidad aparece también en la obra gracias a la posición de las manos justo encima de la región vaginal. Además, en el segundo plano vemos un gran manto rojo que cae tras la mujer que tiene flores como motivo principal. Las flores pueden evocar fertilidad, fecundidad. La mujer durmiente de Picasso es fértil, dúctil. Al comparar a Marie-Thérèse con la mismísima Venus, Picasso le atribuye a su amante una esencia divina, ideal e idílica.

La mujer durmiente vuelve a ser aquí la representación pictórica de la sensualidad, la belleza, el amor y la fertilidad. Es el objeto de obsesión del hombre


Articulación, conclusión y ampliación






Finalmente, tras haber analizado Venus dormida de Luis Montero, Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar de Salvador Dalí y El sueño de Pablo Picasso, hemos logrado obtener el retrato de la mujer durmiente en la pintura. Hemos visto que la mujer perfecta, es aquella que tiene las características de la diosa Venus. En otras palabras, la mujer es un ser bello y hermoso, que emana amor, y fértil y fecundo. El sueño de la mujer puede evocar, como hemos visto en la obra de Dalí y que también podría valer para la obra de Picasso, el despertar sexual de la mujer. En la pintura, la iconografía de una mujer durmiendo, no solo es una mujer, sino la encarnación de la virginidad, del deseo sexual y del paso de la joven a la mujer. Esta perfección femenina provoca la obsesión en el hombre, como pasa por ejemplo con Picasso. En otros casos, el artista va a hablar del contexto social y político de su época y lugar gracias a su cuadro, como por ejemplo vemos en El sueño de la malinche de Antonio Ruiz.

Yendo más lejos e intentando psicoanalizar esta figura de la mujer durmiente, se podría decir que la mujer es el objeto de deseo del hombre. El término de objeto me parece muy bien escogido en este trabajo, ya que marca a la perfección el carácter machista de esta visión y forma de representarla. Al ver obras pictóricas como Venus dormida de Montero o Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes de despertar de Salvador Dalí o El sueño de Pablo Picasso o incluso otras como Mujer durmiendo de Gustave Courbet, Una chica durmiendo de Albert Moore, Endormies de Rupert Bunny o Mujer dormida (La primavera) de Siqueiros, uno ve a une mujer hermosa durmiendo. Se trata de obras llenas de paz y harmonía, pero que también posee una iconografía que otorga a la mujer un papel que deben cumplir. La mujer, según el canon, debe dormir, porque dormida es perfecta. Dice la escritora Blanca Álvarez que según la sociedad, la mujer debe aguardar al hombre, esperarlo. El sueño simboliza una forma de obediencia femenina. El hombre, por otro lado, conquista sin batallar, él elige, ella acepta. Aquella que no ha cumplido este requisito y que ha decidido despertar por sí sola ha sido rápidamente tratada de mujer "mala". El sueño de la mujer es un sueño de inocencia pura y de virginidad. Esta visión machista ha perdurado a lo largo de los siglos tanto en la pintura como en la literatura. La mujer, ha de ser como la Bella Durmiente.




Véanse las pinturas expresionistas de dicho artista, como Mujer en la noche, en la que Merello representa a una mujer bebiendo en un club nocturno, como símbolo de la mujer libre, que no tiene por qué quedarse encerrada, esclava del hombre.
VERDON J. : Dormir au moyen âge, Revue belge de philologie et d'histoire. Tome 72 fasc. 4, p. 749-759, 1994.

Los funerales de Atahualpa (1867): Óleo sobre lienzo de 350 x 430 cm. Expuesto en el Museo de Arte Concejo Provincial de Perú.
LEFEBVRE V. : Material gráfico – Venus Dormida de Giorgione, ed. J. Van Campen Formis, 1615-1657.
JEAN-NOËL R. : Eros romano: sexo y moral en la Roma antigua p.17, Complutense, 1999.
La persistencia de la memoria (1931): Óleo sobre lienzo de 24x33 cm. Expuesto en el Museo de Arte Moderno de Nueva York
La tentación de San Antonio (1946): Óleo sobre lienzo de 90 x 119,5 cm. Expuesto en el Musée Royaux des Beaux-Arts de Bruselas.
CAREAGA M. : Mariolatría, Paperback, 1996.
BORJA BERGARECHE (05/02/2013): Marie-Thérèse, el amor "matissiano" de Picasso, Diario ABC. [Consulta: 09 de noviembre de 2014],
ÁLVAREZ B. : La fijación del estar femenino: La bella durmiente p.17-20. Colaboraciones, 2008.
Véanse los mitos de Salomé, relacionada con la muerte de Juan el Bautista; Judith, relacionada con los incestos con su ahijado; y Dalila, relacionada con la historia de la perdición de Sansón.
La Bella Durmiente, cuento clásico de Charles Perrault, Giambattista Basile o los Hermanos Grimm.

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