Reportaje: Lugares de encuentro Cruising: Un asunto de interés y salud pública

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Descripción

Martínez Díaz Miguel Ángel 11 de junio de 2013 Lugares de encuentro Cruising: Un asunto de interés y salud pública Lugares públicos como el metro, parques, reservas ecológicas, baños o establecimientos nocturnos, tanto públicos como privados para ejercer el cruising, no están considerados ni reglamentados por las autoridades competentes, acrecentando un riesgo de contraer Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) y favorecer los atentados contra la integridad física y moral de los usuarios que gustan del flirteo y sexo hombre con hombre en estos espacios; aunado al estigma social que representan las prácticas homosexuales en una cultura hegemónica heterosexual y patriarcal, como la que predomina en México. De las “primeras transgresiones a la moral”, al ahora y su contexto “...Leoncio ayer, Carlos hoy — ¿a quién mañana dedicará mi amor su pensamiento? ¿Quién con su ausencia me dará el tormento de esta esperanza dulce, pero vana? Salvaje en uno, me embriagó la sana y cálida caricia de su aliento. Amo en el otro, príncipe de cuento, la mirada magnífica y lejana. Aceite de mi lámpara, que ensartas en rosarios de tiempo duradero ilusión y fragancia de sus cartas. No te daré mi amor, casual viajero, pero mi lecho es amplio; y cuando partas, te llevarás un poco de dinero.” Palabras de Salvador Novo (1904-1974) en su obra La estatua de sal. Destacado escritor mexicano, miembro del grupo intelectual “Los Contemporáneos” y de la Academia Mexicana de la Lengua. Registró en sus memorias sin terminar, las prácticas de los encuentros eróticos en la clandestinidad de hombres con hombres, actos de ocultismo homosexual por la

ferviente represión basada en el machismo despiadado en un México post revolucionario. Un contexto difícil donde el país comenzaba a gestar su estructura política, los temas tabú como la homosexualidad, no encajaban dentro de la colección cultural de aquel México, ni dentro del esquema de valores y comportamientos de entonces, principios del siglo XX. En una entrevista con Ricardo Hernández Forcada, investigador en materia de Derechos Humanos y actual Director del Programa del VIH/SIDA de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), afirmó que ésta práctica de ligue entre hombres se popularizó entre los años sesentas y setentas, con la oleada de liberaciones, entre ellas la liberación sexual. Actualmente, a pesar de los logros consumados por la comunidad Lésbico, Gay, Bisexual, Travesti, Transexual, Transgénero e Intersexual (LGBTTTI), como el derecho y reconocimiento legal al matrimonio igualitario y la adopción, la clandestinidad de actos lascivos no desaparece. Pues se ha aceptado y reconocido como parte de la actual cultura homosexual. Estás prácticas de intercambio sexual en el ambiente gay, llamadas cruising son “el proceso de encuentro entre personas con intereses eróticos e incluso afectivos coincidentes. Es la mecánica para conocer parejas sexuales o afectivas” de acuerdo con Hernández Forcada. Claro, estás formas de interacción, generalmente se dan en espacios públicos cerrados y abiertos, sin embargo, también existen espacios privados dedicados a estos fines. El cruising se ve directamente influenciado por factores como "la doble moral, la incipiente apropiación del cuerpo, la liberación sexual en un contexto conservador”, subraya Hernández. En este sentido, Zayra Manzano Montes de Oca, estudiante de Sociología por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM, tesista por el grado de licenciatura con el tema: "VIH/SIDA en mujeres en situación de reclusión del centro de readaptación femenil Tepepan", considera que la apropiación de estos espacios públicos para el cruising, tiene que ver con el tema del “riesgo”: “la adrenalina que produce” tener relaciones sexuales con riesgos de ser descubiertos. Cruising: Apropiación del espacio público Carlos Galindo estudiante de octavo semestre de la licenciatura en Geografía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, quien realiza también su tesis: "Construcciones locales de las sexualidades masculinas: Espacios de segregación y esparcimiento”, en su investigación, ha realizado observación participante en uno de los lugares más concurridos por los

Hombres que tienen Sexo con Hombres (HSH) en la zona sur de la capital mexicana: el camino verde. Mismo que se ubica en la Reserva Ecológica del Pedregal de San Ángel en Ciudad Universitaria, sobre la avenida Insurgentes Sur. Camino verde se caracteriza porque es concurrida por hombres de todos lados y sectores sociales de la zona metropolitana, “en él hay una apropiación espacial muy fuerte, tanto así que ya es parte de la cultura gay de la ciudad y sus alrededores”. Otra característica es la dinámica en este espacio, “la sexualidad se exhala. Hay vouyeristas, exhibicionistas, gang bang, hay de todo. Es como de todos contra todos, pero sí hay reglas: No es 'no' y si no, se deja de hacer (lo que se esté haciendo en ese momento) hasta que el no deseado se vaya. Ligar, todo se permite, todos van a eso” asegura. En este lugar se puede llegar a caer en cosas que afecten a terceros, ya que muchas veces “no les importa 'coger' sobre la avenida Insurgentes, lo cual fomenta estigmas y prejuicios hacia los gays”, siendo vistos por los circulantes, desde los que arriban a la estación del metrobus C.U., hasta los automovilistas y peatones que van sobre la avenida. No obstante, existen riesgos que atentan contra la salud, la integridad física y moral de los usuarios, que van desde abusos de autoridad por parte de los guardias de la propia universidad, tanto de policías de distintas corporaciones que realizan extorsiones o piden favores sexuales, incluso militares. Carlos cuenta que han entrado uniformados de color verde militar, portando armas largas para intimidar con agresiones físicas. En casos más graves se dan los abusos y violaciones sexuales entre los mismo usuarios. Entre las anécdotas “es muy común encontrar al novio o ex pareja y pues se arman los 'putazos', en otros casos se bajan el ligue”, también hay parejas que van a buscar tríos o swingers, por fantasear, solo ver como el otro se coge a otro, todo se puede”. Los instintos sexuales están en estado silvestre, entre cortejos y luchas por conseguir pareja, o unirse a un grupo y hacer una orgía, siendo un escenario entre piedra volcánica, hierbas y árboles. Los riesgos a la salud están latentes, se pueden contraer ITS. Con base en éstas primicias, para Carlos, el camino verde no es un espacio estático: “lo han podado y (los usuarios) se ha movido muchas veces”, adentro las dinámicas cambian. “Es un espacio sumamente dinámico” tanto en la propia interacción, como en el desplazamiento de la zona de encuentro. Debido a los diversos intentos de las autoridades universitarias por alejar de la zona a los HSH y sus prácticas clandestinas, lo único que han conseguido es que

se reubiquen cerca de la misma zona, sin que se deje el cruising. Camino verde es solo un ejemplo, sin embargo, el cruising se da en todos lados. Víctor, un joven estudiante de bachillerato sabe que los lugares clandestinos están en todas partes, como el metro, los baños, algunos bares, parques, solo duda si existe camino verde, no lo conoce. “Estos lugares están muy feos, poco higiénicos, es para gente de todos lados, pero generalmente ‘marginales’ y 'vestidas'. En todos lados hay riesgos de enfermedad, no solo en estos tugurios, también en lugares donde se paga caro”, puntualiza. El metro, es el lugar más popular de encuentros cruising, no es necesario tener contacto sexual dentro de las instalaciones, pero se dan casos todos los días. “La dinámica de todo eso no cambia. Estas en el último vagón, todo mundo sabe que ese es el lugar de ligue gay. Ya sea en el andén o en el vagón empieza el cruce de miradas, algunas sonrisas, puede haber contacto físico en el vagón, pero en mi caso no paso de las miradas. En una ocasión bajé en la estación a la que iba y un chavo me siguió, me preguntó cualquier tontería para empezar la plática, para después preguntarme mi nombre y a qué me dedicaba. Seguimos platicando un rato, intercambiamos teléfonos y salimos algunas ocasiones”, cuenta Gonzalo, un chico de 25 años, quien trabaja en el área de recursos humanos de una empresa privada. Sin embargo, en el metro también se han dado los abusos de autoridad y las extorsiones sin necesidad de estar flirteando, el simple hecho de ser homosexual se convierte en una oportunidad para quien de extorsiones viva. Actualmente se mantiene una lucha para que prevalezca el respeto y tolerancia hacia la comunidad LGBTTTI dentro de las instalaciones del Sistema de Transporte Colectivo Metro. El cruising como estilo de vida nocturna: La Casita y el Sodome “Hay un lugar que se llama La Casita, cerca del metrobus Durango, en Insurgentes Sur,” revela Víctor, él conoce más lugares pero no frecuenta. “Son de diferente tipo, algunos están anunciados y son un poco más sofisticados, ya que ofrecen bebidas especiales, servicio de lockers, toallas, condones como en el Sodome. Las Casitas también ofrecen estos servicios”. Tiene una fachada como cualquier otra casa de La Colonia Roma, cualquiera puede pasar sobre la calle y no imaginar las cosas que pasan al interior. “Para entrar hay que ingresar una contraseña tocando los timbres, el acceso es exclusivo para varones”. En la entrada hay un portero que opera como cadenero: “si percibe que estás intoxicado no te deja pasar, tampoco

te permiten entrar con bebidas, drogas ni cigarros. Después de cruzar la entrada están los lockers, se pagan aparte de la entrada”, el costo por admisión a La Casita son 90 pesos. Es como un hotel, tienen productos en exhibición en el vestíbulo, “finalmente todo es un negocio, ellos te ofrecen las 'armas': los condones, lubricantes y los poppers”. Ya dentro, todo está obscuro, prácticamente tus manos se convierten en tus ojos, tus oídos se entretienen y distraen con el beat de música electrónica en un mix de gemidos, suspiros al ritmo del vaivén de los cuerpos sudorosos. Andas por un pasillo con luz lo suficientemente tenue como para tropezar, hay varios cuartos de cada lado. “La primera vez que entré, crucé una de las piezas y mi mano choco con un cuerpo peludo, era un hombre tipo oso, corpulento, robusto y con mucho pelo por todo el cuerpo, estaba teniendo sexo con alguien más. ¡Es muy excitante! El lugar es como un laberinto: no sabes qué vas a encontrar al cruzar cada cuarto” rememora Víctor. Se perciben manos que recorren todo el cuerpo, el vaho acompaña las caricias. En el sótano, hay un cuarto muy grande con aparatos que suponen sexo muy rudo. “La curiosidad me invadió al presentarme y ver cómo sodomizaban a alguien”. El recinto cuenta con una terraza en algún lado. Hay hombres de todo y para todos. “Es un buen lugar para descubrir otra parte de tu sexualidad, tanto si vas solo o en pareja, siempre separando el placer de lo sentimental”, aconseja. En estos lugares hay para descubrir más de lo que uno puede llegar a creer. No siempre es gente que planea una noche de sexo anónimo, Víctor hace sus visitas casuales. Él va después de que sale de fiesta con sus amigos a algunos bares de la Zona Rosa, también ha visto gente que llega producida solo para el ligue, a satisfacer el deseo, su apetito sexual. El aroma de este lugar es de humores fuertes, cigarro y poppers. Dentro, los mismos clientes ofrecen drogas, no necesariamente se venden. El establecimiento es muy grande, “son dos casas juntas, el ambiente es muy variado”, se pueden cumplir casi todas las fantasías sexuales que uno quiera, asisten desde vouyeristas, hasta los que les gusta en grupo, el leather, gloryholes, fetiches, hay aparatos sadomasoquista, sujetadores y columpios, justo en un sótano para sexo hardcore. “Hay mucho respeto entre los presentes. Si tú estás teniendo sexo con alguien o varios, y se te acercan a participar y no quieres, o intentan grabarte, les dices que no y se van”, asegura Víctor. No se es muy insistente. El respeto todos lo ejercen, es un código implícito.

Él no busca relaciones afectivas “solo se va a coger”, sin embargo se ha hecho amigo de alguien que conoció en cueros y sin tapujos, éste ha buscado formalizar una relación con Víctor, después de más de un año de su primer encuentro. Pero él no está interesado por ahora en una relación de pareja. “Me la paso bien teniendo sexo sin compromiso, no para una relación”, “cuando conoces a alguien en estas circunstancias y te empieza a hacer la plática, lo mejor es decir: 'no busco nada serio, solo sexo sin compromiso'. Si buscara pareja, no la voy a buscar en estos lados ¿para qué? Para después ¿encontrarnos ahí? Por eso no le veo el caso”. Él alguna vez se encontró a su pretendiente en La Casita, terminaron saliendo de ahí, olvidando el encuentro casual. Si se busca tener sexo, “lo mejor es ir sólo, ya que no faltan los – grupos de amigos – que van a 'jotear' y uno se incomoda”. Ver y observar también es participar. “El Sodome es un espacio libre de prejuicios y estigmas donde se puede vivir libremente la sexualidad, puedes o no ir con la mentalidad de coger y no pasa nada, no hay estigmas y todos te respetan”, asegura Carlos. No obstante, está libertad de prejuicios y estigmas no es para todos, en Sodome existen códigos: “los únicos códigos que hay son extrínsecos, muy superficiales. Por ejemplo no está implícito pero no entran personas muy mayores. Acuden personas de cierto nivel social y con cierto físico”, en cuanto el costo de la entrada es de 250 pesos. Carlos lo visita por placer y conoce las diferencias entre un lugar como camino verde y el Sodome. Sodome es prácticamente similar a La Casita, sin embargo, se distingue por ser más exclusivo, para clientes de un poder adquisitivo que va desde clase media. La temática es de baños con sauna, donde los hombres recorren los pasillos en sandalias o toallas (no necesariamente). Hace unos meses los clientes y el establecimiento fueron víctimas de un asalto por un grupo armado, donde no pasó de un robo y el susto (enehache.com, 21/01/2013). Internet y Redes Sociales cruising Zayra Manzano asevera que el cruising no solo se da en la apropiación de espacios públicos, también el uso de redes sociales virtuales sirve para poder contactar y realizar estas prácticas. “Por medio de portales como gay.com, gaydar.com, bareback.com o manhunt.com, entre otras, es posible conseguir un encuentro con una o varias personas, con o sin preservativo, u obtener la dirección para asistir a fiestas en las que no es requisito usar

protección.” Para ella “Internet es una referencia obligada para entender mejor cómo se ha desplegado el bareback (sexo a pelo o sin condón), pues es ahí donde la mayoría de los barebackers se contactan y se realizan estos encuentros en espacios públicos o en clandestinidad”. Otros sitios donde uno puede contactar con fines sexuales son en los que contienen vídeos porno amateur, donde generalmente se contacta para participar en otro vídeos sexuales, en privado, o en fiestas. Estos sitios son testigos de la clandestinidad sexual ejercida en lugares como baños públicos, transporte colectivo, parques, hasta taxis. Las redes sociales se han popularizado al mismo tiempo que el uso de aplicaciones (apps), estás han dado un nuevo cambio y han favorecido el cruising en lugares que no son necesariamente puntos de encuentro. Las apps en smartphones, para Víctor se han convertido en una ventaja, “puedes usar la ubicación para cuando estás fuera”, sin embargo las fotografías pueden contrastar con la realidad, “casi siempre uno se crea expectativas de más, en cambio cuando ligas en persona ya lo vez real, no en una representación”. Para Víctor es más fácil poder rechazar en el momento a alguien que flirtea con el frente a frente que rechazar a alguien que ligó por Internet y que no logró cubrir las expectativas, “pierdes el tiempo si no te gustó el tipo”. “Manhunt, que básicamente es una página de contactos. También se puede ingresar por app, pero no lo utilizo, y los lugares que conozco de cruising los ubico por cruising.mx que es una página para compartir lugares de encuentro”, señala Gonzalo. Él frecuenta visitar redes virtuales alrededor de dos ocasiones por semana, no lo hace con el interés de buscar sexo, sino conocer gente, nuevos amigos. Actualmente tiene pareja. Para él, la ventaja de usar Internet es que “no es inmediato el contacto como en los lugares de encuentro y no quedas limitado a un encuentro sexual, nadie va a un lugar de cruising a platicar, cosa que si puede salir de una página o una app” las posibilidades de relaciones afectivas son mayores, pero como en el mundo real: toma tiempo generar esa confianza. Regulaciones pertinentes Como se ha mencionado anteriormente, el cruising es una actividad que si no se practica responsablemente, puede terminar como una práctica sexual de alto riesgo y elevar la probabilidad de ITS. En este sentido, una práctica de alto riesgo se puede realizar bajo efectos de sustancias como el alcohol, drogas psicotrópicas y estimulantes, mismos que se

consumen dentro de establecimientos que su giro de negocio es el cruising. Hernández Forcada señala que “debería de existir una regulación de los negocios, como cualquier giro mercantil que cumpla reglas comunes, donde se entienda que estos lugares son privilegiados de encuentros seguros si se llevan adecuadamente con regulaciones liberales y sin corrupción”. Esto sin caer en prohibiciones que atenten contra el cruising. Existe una problemática para combatir las ITS por contacto sexual sin protección, ya que hay numerosos programas y campañas de prevención, empero, hay un sector de esta población que a pesar de tener conocimiento de las enfermedades y de cómo uno se infecta, continua con la práctica de sexo de alto riesgo por voluntad. Para Zayra Manzano, existe una hipótesis que podría explicar este comportamiento: la búsqueda del riesgo a la infección. Problemas de percepción: Investigaciones las grandes ausentes Ella dice que “a pesar de las campañas y de las distintas estrategias que ha venido realizando el Gobierno con las Organizaciones de la Sociedad Civil, aún hay muchos retos a los que se tiene que enfrentar, ya que las prácticas en esta comunidad han venido cambiando y se han ido modificando, como es el caso del bareback y el sexo clandestino, donde la idea es efectivamente exponerse a contraer esta infección a pesar del conocimiento sobre las consecuencias que significa el ser portador una infección, es una especie de 'Juego' de azar – Víctor lo llama “Ruleta Rusa” – un deseo consciente y otras tantas inconsciente de contraer la infección de VIH/SIDA ya que se encuentran en un contexto del 'sin sentido'”. El problema central, hay que entender es que no se conocen los motivos a ciencia cierta de estas prácticas, no se han realizado investigaciones sobre estos fenómenos, “por lo tanto, no se saben las causas profundas de estas formas de vida y se traduce en campañas que no son acertadas y no son eficaces”. Esta idea es cercana a la de Hernández Forcada “lo primero es que el gobierno y sus programas de salud llevan años opinando sobre un fenómeno que conocen de oídas, deberían tomarse la molestia de al menos leer la literatura al respecto si no se les da la gana hacer investigaciones propias, empezar a hacer el abordaje. Por otro lado, me parece muy optimista pensar que existe la información suficiente. Alguien me contó de un usuario de sitios de ligue bareback que creía que todo era ser cero positivo o negativo, desconocía de reinfecciones, resistencias cruzadas y coinfecciones”. El problema no se limita a quienes se exponen por voluntad, sino que, de empeorar esta

situación, afectaría directamente al costo de medicamentos para tratar infecciones de VIH. Si la cifra de infectados y tratamientos aumenta, podría ponerse en riesgo la gratuidad de estos tratamientos ya que el Estado no lograría costearlos. Otro problema de percepción. Se tiende a confundir HSH con gays. Hernández es contundente al decir que “los lugares gay están sobre expuestos a información, reparto de condón etcétera. A los HSH de El triángulo (paradero de la carretera Victoria - Matamoros) no les llega nada y allí están”. El regalar condones indiscriminadamente y está sobre información a un solo sector, no contempla a todos y el problema es más profundo que querer ponerse un condón. Manzano es pertinente al preguntar: “¿se acabo el miedo al VIH?”. Para responder esta pregunta es importante realizar trabajos de investigación sobre ello, “éste sería el punto central para poder cubrir o modificar las estrategias que se han realizado”. Con respecto a su propia investigación, ella realizó entrevistas a distintas personas sobre ello, encontró respuestas interesantes, como el hecho de que es más placentero el sexo sin condón; el bareback tiene un vínculo más profundo con la pareja sexual; la despreocupación de usar preservativo en un momento de sexo espontáneo; si el bareback es un boleto de acceso al mundo material, de fiestas etcétera, lo harían sin importar el riesgo. Algunos ven al VIH solo como una enfermedad crónica, otros saben el riesgo, tiene miedo a la infección, pero aun así no se protegen. La estigma social es un punto fuerte en estas conductas de alto riesgo: “Soy gay y sé que en algún momento me va a dar VIH/SIDA ¿para qué seguir con esta angustia?”, Manzano cree que este discurso está muy subjetivado en algunos homosexuales, se han apropiado de ello y lo buscan (la infección con sexo sin protección) para terminar con la angustia. “El problema central de las campañas de prevención está en la falta de investigaciones cualitativas acerca del tema”, asevera. En este sentido, Hernández Forcada considera que “en general están financiando costosos programas de prevención con modelos de hace diez o quince años con poblaciones a las que desconocen, ¿qué esperan sobre lo que no tienen ni idea? No tienen idea sobre las motivaciones de las personas para usar o no condón, para incurrir o no en riesgos, etcétera. Y hay algo de 'están teniendo sexo contra el canon: el condón'. Sustituyen el canon moral por el de una corrección sexual tan ajeno a la gente como la moral victoriana”.

En cuanto a la hipótesis de si se practica el bareback por un deseo al riesgo, Hernández cree que es una buena hipótesis, “el tema es que no, ni siquiera lo sabemos, ni hay identidad empírica aportada por las ciencias sociales. Son políticas impulsadas por activistas de base o epidemiólogos que no hablan la misma lengua”. Se necesitan investigaciones interdisciplinarias que ayuden a dar respuestas a estas dudas, un cambio de visión para poder reconocer que hay otras motivaciones en el no uso del condón. El problema de reconocer realidades y asumirlas En cuanto al manejo de espacios públicos donde se practica el cruising, las autoridades han buscado desaparecer los puntos de reunión y encuentro entre los HSH, como fue el caso del Sistema de Transporte Colectivo Metro (STC Metro), que cerró el acceso a los últimos vagones del andén en horas de poca afluencia, impidiendo a propósito, abordar el último vagón, siendo conocido por la comunidad LGBTTTI local, como putivagón o la cajita feliz; lo mismo con camino verde, que ha sido podado y talado de su vegetación en la reserva ecológica y clausurado con alambrado con el objeto de desplazar a los “gays ecosidas” quienes dejan desechos y condones tirados en la reserva. Sin embargo, en ambos casos no prosperaron las intervenciones, ya que en el primero “siempre va a existir un último vagón”, aparte de que diversas organizaciones civiles, colectivos LGBTTTI, y la CNDH, interpusieron quejas contra el STC Metro, por discriminación consiguiendo quitar esta absurda restricción. En el caso de camino verde, los mismos usuarios de dicha zona han encontrado en el dinamismo la solución para no desaparecer del sitio cerca de la estación de metrobus C.U. Lo que propone Hernández Forcada es que se busque “proveer de seguridad” a los practicantes en “una perspectiva de reducción de daños”. En países como Holanda los Usuarios de Droga Inyectable (UDI), disponen de jeringas nuevas y esterilizadas en parques de inyección y consumo de drogas que provee el Estado, es decir, en el caso de cruising, proveer de seguridad y condones en los parques donde se realiza esta practica. “La gente está incurriendo en prácticas que en ciertos contextos los riesgos se pueden exacerbar, hay que reducírselos como asuntos de interés y salud pública. Porque combatirlo, además de ilegítimo (no hay ningún bien que se pueda proteger con ello), resulta contraproducente y nunca inhibe la práctica, que se supone que es el objeto. Lo mismo pasa con lugares como los cuartos oscuros, si los cierran, la prácticas se mueven a lugares de acceso mucho más

difícil”. Gonzalo comenta que “el hecho de que sea clandestino – el cruising – agrega un factor de novedad y transgresión de las reglas sociales que se vuelve muy atractivo, también existe el factor del anonimato porque en los lugares de encuentro no importa cómo te llames, qué hagas de tu vida, si tienes o no dinero, etcétera. La gente sabe que solo va por sexo y no se preocupa por nada más”. Cambio de visión necesario Las prácticas sexuales en lugares de encuentro, no deberían de implicar una connotación negativa e inmoral, debe asumirse como una realidad dentro de varias realidades, tratarse como un asunto de interés social y no como un problema cívico. El estigma en los no heterosexuales también es un patrón que debe eliminarse con programas públicos y educativos en pro de la diversidad sexual, que reconozcan y protejan a este sector. Parece paradójico que el Distrito Federal sea haya catalogado como un destino turístico “Gay Friendly” en 2010 (El Universal, 18/05/2010), y que hasta ahora se quede corto en investigaciones y leyes que protejan la integridad de este sector en espacios cruising. Aunado a ello, reconsiderar que estas formas de interacción social en la clandestinidad y sin los conocimientos necesarios, seguirán siendo un riesgo latente que puedan generar focos de infección – por así decirlo – que agraven un problema de salud pública irreversible. Estas prácticas no van a desaparecer y eso lo tenemos que asumir, sin prohibiciones absurdas, ni abusos de autoridad, pero cabe considerar que estos actos tampoco deben caer en el descaro y los exhibicionismos: “la libertad de uno termina cuando comienza la libertad del otro” – Jean-Jacques Rousseau (1712-1778).

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