Repensando la restauración ecológica en Latinoamérica: ¿hacia dónde queremos ir?

June 13, 2017 | Autor: Amancay A. Cepeda | Categoría: Conservación y Restauración
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González-Maya et al. / RLC Vol. 2 (2)-3(1): 1-6

REVISTA LATINOAMERICANA DE CONSERVACIÓN LATIN AMERICAN JOURNAL OF CONSERVATION ISSN 2027-3851

Editorial

REPENSANDO LA RESTAURACIÓN ECOLÓGICA EN LATINOAMÉRICA: ¿HACIA DÓNDE QUEREMOS IR? José F González-Maya1, 2*, Luís R Víquez-R2, Iván Cruz-Lizano1 & Amancay A Cepeda3 1 The

Sierra to Sea Institute & ProCAT Colombia/Internacional. Las Alturas, Coto Brus, Puntarenas Costa Rica. de Ecología, Universidad Nacional Autónoma de México, México DF, México. 3 Facultad de Ciencias Forestales y Conservación de la Naturaleza, Universidad de Chile, Santiago, Chile. 2 Instituto

Rethinking ecological restoration in Latin America: where do we want to go? El planeta se enfrenta actualmente a una de las más fuertes crisis ambientales de la historia, principalmente en cuanto a la pérdida de su biodiversidad (Barnosky et al. 2011). Ante tal situación, la sociedad civil, los gobiernos y los investigadores de todo el mundo han empezado a replantearse las mejores estrategias para resolver los problemas ambientales, principalmente en el marco de la situación actual, las tendencias económicas y las realidades políticas. Esto ha conducido a una redefinición de muchos de los paradigmas en términos de protección y mantenimiento de los recursos naturales, los servicios ambientales y en especial de la conservación de la naturaleza. La biología de la conservación es la disciplina científica que tiene por objetivo estudiar y resolver los problemas relacionados con la pérdida de la diversidad biológica en todas sus escalas (geográficas) y niveles (genes, especies, ecosistemas), proponiendo diversos mecanismos o actividades a corto, mediano y largo plazo, para controlar las tasas de pérdida de la biodiversidad. Esta disciplina sustenta y fundamenta su accionar en otras disciplinas *Autor para correspondencia: [email protected] Aceptado: 25 de septiembre de 2012

de las ciencias naturales y sociales; a partir de la integración de éstas, la ciencia de la conservación tiene el reto de ser disciplinalmente transversal y solucionar problemas involucrando gran parte de los actores y factores que generan los problemas de conservación, haciéndolos parte de la solución y ampliando la gama de alternativas de posibles soluciones a las problemáticas ambientales y sociales relacionadas con la degradación de la naturaleza. Como ciencia, ésta se encuentra en constante cambio y evaluación, y requiere, como todas las ciencias, de una definición clara de sus paradigmas (Kuhn 2006), y que estos estén en consonancia con la realidad del planeta. En Latinoamérica aún no se cuenta con paradigmas que sean acordes a la realidad de la región y por lo tanto, aún se siguen adaptando o acondicionando paradigmas de otras partes del mundo, tratando de ajustarlas para solucionar las problemáticas locales. Una de las principales realidades de la región son los porcentajes más elevados de población rural, comparado con países industrializados; lo que debe conllevar a pensar la conservación en términos de un uso racional de los recursos con diferentes niveles de intensidad; desde las reservas que den cabida a poblaciones con bajas densidades hasta las sistemas de manejo productivo 1

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mixtos y sostenibles, como los sistemas agroforestales y silvopastoriles.

Una de las actividades que la biología de la conservación propone actualmente, y adoptó, para solucionar los problemas ambientales es la restauración ecológica. Esta práctica se basa en subsidiar a los ecosistemas para que retornen a una tasa más rápida de lo normal a su condición natural o a lo más cercano a ésta (SER Internacional 2004). Esta actividad se propone cuando eventos naturales o de origen antrópico han degradado o destruido alguna de las propiedades de un sistema natural. Sin embargo, cuando la base del diseño de la restauración ecológica son las características del ecosistema histórico presente y cuando los motivos de degradación y destrucción son consecuencia del desarrollo de las poblaciones humanas, la restauración ecológica se convierte en una actividad costosa económica, social y ambientalmente, debido a que se confrontan diversos intereses, entre los cuales se quiere dar más peso a los relacionados con la integridad de los ecosistemas.

Esta visión se comparte en la actualidad en otras regiones del planeta, donde la restauración incluye aspectos relacionados con el desarrollo humano, los medios de vida y el balance entre conservación y bienestar humano, y la heterogeneidad de los paisajes (Gann & Lamb 2012). Sin embargo, en Latinoamérica el ejercicio real de esta disciplina aún puede decirse que se apega a los conceptos más antiguos de la misma, enfocándose sólo en la recuperación de los ecosistemas originales de una región. Por ejemplo, la implementación de proyectos de restauración ecológica basados en programas de reforestación en paisajes tropicales, ha sido una de las alternativas más aplicadas en los países de Latinoamérica, aunque aún no se tiene idea de sus alcances y logros reales. Aunque aún no existe un consenso acerca de las razones que explican esta diferencia entre el ejercicio de la restauración ecológica entre los países, muy probablemente esté relacionado con la disponibilidad de recursos económicos, la disponibilidad y aplicación de un marco legal claro y la importancia de la agenda ambiental en los países, entre muchos otros. Sin embargo, es claro que éste es un tema que requiere de una discusión y análisis profundo, de forma tal que los países Latinoamericanos puedan aprender de las lecciones aprendidas de varios países industrializados. Sin embargo, ya algunos países de la región han iniciado ese proceso de adaptación y ajuste para aplicar y apegarse a los estándares internacionales al respecto (ej. Colombia – Plan Nacional de Restauración; MAVDT 2010, El Salvador - Programa Nacional de Restauración de Ecosistemas y Paisajes; MARN et al. 2012).

Por este permanente conflicto se propone lograr restaurar las funciones de los ecosistemas logrando un equilibrio entre los diferentes intereses, y aunque no se logre la recuperación de un ecosistema estructural y funcionalmente, si se logre mantener las bases sociales y culturales con sistemas seminaturales que generen los servicios ecosistémicos de sustento, regulación y culturales. Esto se puede lograr basado en que la estructura de un ecosistema tiene una relación asintótica con la función de la misma, por lo que no es necesario recuperar todas las características estructurales para poder restablecer las funciones más relevantes de los ecosistemas en términos ambientales y sociales.

Bajo el panorama actual, la construcción de la conservación no puede sólo basarse en estándares de preservación absoluta, principalmente en la forma de áreas protegidas (González-Maya et al. 2009), y más bien, debe integrarse y complementarse con el funcionamiento de los sistemas humanos para lograr de la restauración ecológica una actividad eficiente y efectiva en términos ecológicos y sociales. Dadas las condiciones actuales tanto ecológicas como socioeconómicas en la región, los científicos de la conservación y la restauración deben planificar sus actividades incorporando las dimensiones humanas, en especial lo relacionado con los medios de vida de las poblaciones locales. Esto significa que dentro de la

Junto con esto, el continuo crecimiento de las escuelas de biología y ecología de la conservación en Latinoamérica hacen necesario que se dé un mejor flujo de información y discusión entre nuestros países, de forma que se construya un sentido común y se dé una forma clara a una disciplina científica con visión latinoamericana, de manera que se pueda cumplir con nuestro contrato social como científicos (Simonetti 2011), investigadores y practicantes de la conservación en nuestra región.

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conceptualización de la comunidades humanas como parte de los paisajes, es imposible pensar en recuperar un sistema sin considerar el complejo de interacciones y usos humanos sobre los recursos, con el fin de dar soluciones realmente impactantes y que funcionen al largo plazo. Sobre todo, que sean incluyentes de las costumbres y necesidades de los pobladores locales, y de este modo asegurar el bienestar y el apoyo de estos en la conservación de la naturaleza. Adicionalmente a considerar las dimensiones humanas en los planes y proyectos de restauración, en Latinoamérica aún se carece de las herramientas básicas que permitan definir la ruta y las metas en los planes de restauración. Los paisajes tropicales en general han sufrido un fuerte pasado histórico de uso, principalmente en las zonas altamente productivas en términos agrícolas y actualmente los remanentes de bosque están en muchos paisajes completamente embebidos en matrices agropecuarias. Esta situación hace urgente el tomar medidas en función de restaurar los paisajes fragmentados y generar franjas de conectividad integral que mantengan el flujo entre las poblaciones de especies actualmente aisladas en estas matrices. En este sentido, y basado en estas necesidades es que se plantea la pregunta: ¿Hacia dónde queremos ir con la restauración ecológica? Es claro que esta pregunta no tiene una respuesta definitiva. Es necesario unir esfuerzos entre las distintas disciplinas y empezar a vislumbrar un norte para el desarrollo de un paradigma claro que dirija los esfuerzos de la restauración. Por tanto, una propuesta enfocada en este sentido estaría basada en tres elementos esenciales (Figura 1): (1) Reconocer que la restauración ecológica no es exclusivamente reforestación. Como se mencionó anteriormente, actualmente la mayoría de áreas de conservación están inmersas en una matriz de agrosistemas. Esto implica que se debe considerar el componente humano, desde el punto de vista productivo y cultural, y se debe definir metas claras acerca de cómo debe lucir el paisaje luego de la intervención, cómo se mejorarán las condiciones y medios de vida de la población humana y cuál es la

mejor opción costo-beneficio en términos de funcionalidad, conservación y producción del paisaje. Esto debe ser planificado a varias escalas, desde la local o de paisaje, así como su integración con una escala mayor, es decir en el contexto (eco-socio) regional. Este cambio de enfoque puede resultar complejo de entender dentro del contexto de la realidad latinoamericana, dado que es difícil desintegrar estos dos conceptos tan ampliamente relacionados. Adicionalmente, no es el propósito de esta aproximación invalidar los avances en términos de reforestación, y por ende deslegitimar el principio in dubio pro natura, más si busca ofrecer una perspectiva más integral y potencialmente con mayor impacto general y permanente. (2) Cualquier esfuerzo de restauración ecológica debe articular políticas a múltiples escalas: desde políticas públicas a escala nacional a políticas sociales a escala local. Cualquier iniciativa debe articular la generación de políticas públicas a diferentes escalas, de manera que las iniciativas y acciones sean efectivas y se implementen a nivel local, pero que hagan parte de un plan nacional que articule todos los paisajes y las actividades. Esto implica incorporar en las políticas a diferentes niveles (nacional, regional y local), todos los intereses tanto de desarrollo como de conservación, de forma que se contemple una perspectiva amplia de las situaciones y se le dé herramientas a los pobladores, investigadores e instituciones para generar procesos adaptativos y de cooperación mutua. El apoyo estatal, junto con la retroalimentación de los demás actores, contribuye a la construcción de estrategias funcionales a largo plazo. Adicionalmente, la generación de políticas transversales permite articular la planificación de los diversos sectores tanto de desarrollo como de conservación en torno a una meta clara, y de forma que se tengan objetivos conjuntos funcionales. En este sentido, es especialmente importante que se articulen las políticas y planes de restauración a múltiples escalas con los sistemas nacionales de áreas protegidas, de forma que se logren paisajes funcionales, que incluyan áreas protegidas de orden nacional, regional y local, con la restauración ecológica y el manejo de los agropaisajes (González-

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Maya et al. 2009), englobando el concepto de paisajes de conservación. A su vez, si las políticas en torno a la restauración son a todas las escalas, esto permite también la utilización de mecanismos e incentivos de financiamiento, como los pagos de servicios ambientales, que permiten darle viabilidad a los procesos, cofinancian a todas las escalas la estrategia, lo que repercute directamente en el beneficio de los actores a niveles de predio. (3) Los esfuerzos de restauración ecológica deben tener metas claras y definidas, mecanismos de monitoreo y manejo adaptativo. Todo esfuerzo o iniciativa de conservación requiere de un proceso de definición de metas, objetivos, métodos y monitoreo que permitan medir su éxito. Las metas de proyectos de conservación bajo proyectos de restauración ecológica (o bajo cualquier otro mecanismo) deben estar dirigidas a suplir las necesidades ambientales, sociales, culturales y económicas que se quieren alcanzar en cada caso particular, la legislación debe velar por permitir definir metas de acuerdo a cada contexto local, regional y nacional y de ninguna manera definir metas basados sólo en el contexto nacional y que no consideren una evaluación en las demás escalas geográficas. Para una mejor toma de decisiones en el diseño de los proyectos, es necesario generar información científica que provea de herramientas para definir principalmente las metas; este conocimiento contribuirá también a desarrollar procesos de manejo adaptativos que se retroalimentan a partir del monitoreo o seguimiento de los mismos y donde el conocimiento científico y social permitirán enriquecer los proyectos. Actualmente, existen múltiples aproximaciones sobre el funcionamiento, el estado de conservación y la capacidad de resiliencia de los ecosistemas naturales, esta información con enfoque funcional puede convertirse en una herramienta fundamental, donde no se considere sencillamente restaurar todo un paisaje en términos de sus ecosistemas originales, lo cuál es ciertamente inviable actualmente, si no que 4

busca definir metas claras en términos del mínimo funcional, que recupere las funciones fundamentales del sistema, logrando que éste conserve o recobre su capacidad de resiliencia y recuperación, a la vez que se admita diferentes uso e intereses. En este sentido es fundamental tener claro el propósito de los esfuerzos de restauración, de forma que se logren múltiples objetivos en una estrategia integral. En general es ideal que las estrategias no tengan un solo propósito, si no que integren la mayor cantidad de elementos posibles, desde la restauración funcional de servicios ecosistémicos (ej. capacidad de captura de carbono en suelo), hasta la restauración funcional de paisajes para conectividad ecológica (ej. con el uso de cercas vivas, árboles aislados); sin embargo, para esto es necesario generar suficiente información de base y definir claramente las metas y necesidades de cada paisaje, y cómo éstas se estructuran dentro de los planes a mayor escala. Adicionalmente, en vista de los retos actuales a los que se enfrenta el planeta, las estrategias y los planes de restauración ecológica deben considerar el ajuste constante y sobretodo capacidad adaptativa de forma que sean dinámicos como la realidad y problemática que enfrentan. Así, se debe considerar como un aspecto fundamental el cambio climático como una amenaza latente y a la cual las estrategias de restauración deben ayudar a responder. Actualmente es claro el papel que juegan los bosques en regeneración y en pié, en la mitigación del cambio climático global, por lo que puede generarse una relación positiva entre los esfuerzos, aprovechando los mecanismos desarrollados para cada uno, y que de forma integral se responda a las problemáticas globales ambientales. Además debe considerarse la gran cantidad de información que existe respecto a la funcionalidad de los sistemas ecológicos, y en ese sentido propiciar aquellos más resilientes e implementar medidas que incorporen factores potenciadores de la capacidad de respuesta de los ecosistemas (ej. restaurar la estructura de un bosque con ecotipos con mayor plasticidad ecofisiológica que le permita persistir a cambios climáticos extremos). Por último, una definición de metas claras debe seguir un proceso sistemático que involucre: 1) determinar qué tipo de restauración se puede hacer de acuerdo con las características de uso actuales; 2) determinar

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el tipo de uso económico actual y las potencialidades de restauración contemplándolo a nivel de paisaje; 3) evaluar las funciones ecológicas que se quieren restaurar en un sistema conservado y en el área a restaurar; y 4) definir los mecanismos de monitoreo y manejo adaptativo.

prácticos, es decir, dirigir los esfuerzos a mejorar el entendimiento de cómo pueden convivir los ecosistemas naturales en armonía con los agroecosistemas, que cubren gran parte de Latinoamérica actualmente. En este sentido, se requiere promover aún más la divulgación sobre los servicios ambientales que proveen los recursos naturales y que tienen un alto impacto en las actividades humanas; tales como la polinización, el control de plagas, la dispersión de semillas y la regeneración de los bosques, el amortiguamiento de enfermedades, entre muchos otros más (Daily et al. 1997). Estos servicios ambientales son esenciales tanto para procesos naturales como productivos y representan argumentos convincentes para involucrar a las comunidades a que tomen parte en las estrategias de conservación y restauración ya que tienen un valor utilitario y económico importante para ellas.

Figura1. Diagrama de modelo propuesto para la restauración en Latinoamérica.

En síntesis, la propuesta que aquí se presenta busca cambiar la tendencia de buscar reclamar los agroecosistemas para convertirlos en áreas de conservación a enfocarse más en redirigir los esfuerzos para que las comunidades promuevan y mantengan programas de restauración que tomen en cuenta las necesidades económicas y sociales de las mismas. Esta es la única forma de garantizar el éxito y la continuidad de los proyectos. Esta visión es compartida por otras disciplinas que quieren abordar los problemas ambientales y sociales de forma integrada y entre los cuales se encuentran los que proponen los sistemas socio-ecológicos (Martín-López et al. 2009). Por su parte, la investigación científica base también debe ser replanteada bajo este nuevo marco de colaboración. Se debe pensar en términos

Se debe adoptar una estrategia de restauración ecológica pragmática y dinámica, pero lo más importante, apegada a la realidad latinoamericana con todas las limitantes y los retos que nos ofrece la región. Es importante aclarar que esta estrategia no es una contradicción con la defensa de las áreas de conservación actuales; simplemente nuestra visión es la de ampliar los esfuerzos y atacar los problemas de degradación ambiental desde todas las aristas posibles, y sobre todo lograr integrar los conocimientos científicos de diferentes enfoques con los conocimientos tradicionales locales para solucionar las problemáticas actuales de pérdida de diversidad biológica y cultural; ya que es la integración desequilibrada de ellas las que han generado las actuales problemáticas ambientales y sociales.

Agradecimientos A Marylin Bejarano y Andrés Arias por su revisión crítica y comentarios acera del manuscrito. Los editores agradecen a The Sierra to Sea Institute, ProCAT Colombia/Internacional y The Mikelberg Family Foundation por su apoyo para la publicación de esta revista.

Literatura citada Barnosky AD, Matzke N, Tomiya S, Wogan GOU, Swartz B, Quental TB, Marshall C, McGuire JL, Lindsey EL, Maguire KC, Mersey B & Ferrer EA. 2011. Has the Earth’s sixth mass extinction already arrived? Nature 471 (7336): 51–7.

Daily G, Alexander S, Ehrlich P, Goulder L, Lubchenco J, Matson P, Mooney H, Postel S, Schneider S, Tilman D & Woodwell G. 1997. Ecosystem services: benefits supplied to human societies by natural ecosystems. Issues in Ecology 2: 2–15.

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Editorial: repensando la restauración Gann GD & Lamb D (eds.). 2006. Ecological restoration: A mean of conserving biodiversity and sustaining livelihoods (version 1.1). Society for Ecological Restoration International, Tucson, Arizona, USA and IUCN, Gland, Switzerland. González-Maya JF, Cepeda AA, Pérez RR, Cajína MJ & Morales R. 2010. Categoría V - Paisajes Protegidos de UICN: una herramienta para el manejo de zonas de amortiguamiento neotropicales. Revista Latinoamericana de Conservación 1(1): 9 – 17. Kuhn TS. 2006. La estructura de las revoluciones científicas. Fondo de Cultura Económica. México DF, México. 360 pp. Martín-López B, Gómez-Baggethun E & Montes C. 2009. Un marco conceptual para la gestión de las interacciones naturaleza-sociedad en un mundo cambiante. Cuides 3: 229-258.

MARN, MOPTVDU & MAG. 2012. Ministerio de Medio Ambiente y Recursos Naturales, Ministerio de Obras Públicas, Transporte, Vivienda y Desarrollo Urbano, Ministerio de Agricultura y Ganadería. MAVDT. 2010. Plan nacional de restauración: restauración ecológica, rehabilitación y recuperación de áreas disturbadas. Ministerio de Ambiente Vivienda y Desarrollo Territorial. 82 pp. SER International. 2004. Principios de SER International sobre la restauración ecológica. Versión 2. Grupo de trabajo sobre ciencia y política. Sociedad internacional para la restauración ecológica. 15 pp. Simonetti JA. 2011. Conservation biology in Chile: Are we fulfilling our social contract? Revista Chilena de Historia Natural 84: 161-170.

Citar como: González-Maya JF, Víquez-R LR, Cruz-Lizano I & Cepeda AA. 2012. Repensando la restauración ecológica en Latinoamérica: ¿hacia dónde queremos ir? Revista Latinoamericana de Conservación 2 (2) – 3 (1): 1-6.

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