Repensando la Fragmentación de la Contienda Política Transgresiva en el Perú post-transición, 2001-2003

July 24, 2017 | Autor: J. Mejía Villena | Categoría: Social Movements, Protest, Contentious Politics
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Repensando la Fragmentación de la Contienda Política Transgresiva en el Perú post-transición, 2001-2003 * José Manuel Mejía Villena ** Renzo Aurazo Díaz*** Resumen A partir del análisis de la contienda política transgresiva en el Perú entre los años 2001-2003, se pone a prueba el supuesto relativo a la fragmentación de la acción colectiva contenciosa como uno de sus atributos característicos. En ese sentido, se presentan los resultados de este primer acercamiento a la contienda política transgresiva de “la post-transición” empleando el Protest Event Analysis (PEA) en la construcción de un catálogo de eventos que permita ir más allá de la multiplicación de acciones contenciosas, diversificación de actores, particularización de las reivindicaciones y desarticulación o dispersión de la acción colectiva como indicadores de la fragmentación. Asimismo, los eventos y campañas contenciosas nos permitieron identificar a los desafiadores de mayor densidad y las reivindicaciones con mayor consistencia como atributos que nos permiten repensar el concepto de fragmentación, de tal forma que incluya a la atomización como dimensión pero no se reduzca a ella. Los resultados presentan un episodio contencioso (2001-2003) en que la coordinación entre desafiadores densos en función de reivindicaciones consistentes fue posible en aproximadamente el 30%

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Este trabajo será publicado en un libro dedicado al análisis de la acción colectiva en la región

andina, gracias a la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. **

Bachiller en Ciencia Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Coordinador en la

línea de investigación sobre acción colectiva y contienda política en el Instituto de Estudios Políticos Andinos. Correo: [email protected]. ***

Bachiller en Ciencia Política por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Miembro de la

línea de investigación sobre acción colectiva y contienda política en el Instituto de Estudios Políticos Andinos. Correo: [email protected].

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del total de acciones contenciosas registradas. Sin embargo las acciones contenciosas que representan la atomización de la acción colectiva se aproximan al 22%. Palabras

clave:

Contienda

Política

Transgresiva.

Eventos

Contenciosos.

Campañas Contenciosas. Fragmentación. Perú. Abstract Based on the analysis of transgressive political contention in Peru between the years 2001-2003, this paper tests the assumption regarding the fragmentation of contentious collective action as one of its characteristic attributes. The results of this first approach to the transgressive political contention of "post-transition" are presented by employing Protest Event Analysis (PEA) in the construction of an event catalog which allows to go beyond the multiplication of contentious actions, diversification of actors, particularization of claims and disruption or dispersion of collective action as indicators of fragmentation. Also events and contentious campaigns allowed us to identify challengers of higher density and more consistently claims as attributes that allow us to rethink the concept of fragmentation, so that includes atomization as a dimension but is not reduced to it. The results show a contentious episode (2001-2003) where coordination between dense challengers in consistent claims was possible in approximately 30% of all shares registered contentious. However, contentious actions that pose the atomization of collective action are close to 22%. Keywords: Transgressive political contention. Contentious events. Contentious campaigns. Fragmentation. Peru.

Introducción El estudio de la política contenciosa ha experimentado un significativo desarrollo a partir de las investigaciones pioneras de Tilly (1978), McAdam (1982) y Tarrow (1989); sin embargo los trabajos que han introducido aportes relevantes en relación 2

a la aplicación empírica de este enfoque –esbozado con mayor precisión en McAdam, Tarrow, & Tilly (1995, 2001) y Tilly & Tarrow (2006)– son pocos en América Latina (Wada 2004; Herrera 2008; Pérez & Pereyra 2013). La presente investigación pretende formar parte de este último conjunto de aportes que encuentran en el enfoque de la contienda política un instrumento de utilidad para el estudio de la política popular1. Particularmente, el Perú es señalado como un escenario de alta conflictividad social pero fuera de algunos trabajos como los de Arce (2010, 2011) y Grompone & Tanaka (2009) los esfuerzos por describir y explicar este atributo de la sociedad peruana post-transición son limitados2. A partir de la revisión de los métodos de análisis empírico mayormente utilizados en esta clase de investigaciones (Koopmans & Rucht 2002; Tilly 2002; Wada 2004; Earl, Martin, McCarthy, et al. 2004) se construyó una base de datos con ajuste al enfoque de la contienda política. En gran medida este trabajo presenta los resultados del análisis de la contienda política en el Perú de los años 2001-2003, poniendo especial énfasis en la identificación de eventos contenciosos y campañas contenciosas como unidades de análisis, vale decir, identificar aquellos actores contenciosos densos, caracterizados por una mayor participación; y aquellas reivindicaciones consistentes que hicieron posible la articulación de diversos

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El enfoque de la contienda política no participa activamente de la segmentación de la política convencional y no convencional, que puede corresponderse con la declaración de objetos propios de la sociología o la ciencia política, pero sí reconoce que una gran parte de la política se desarrolla fuera de instituciones como el gobierno y los partidos políticos, así como al margen de los procedimientos y canales de participación y representación establecidos. Precisamente, la distinción de la política pública (que en este trabajo preferimos llamar “popular”) como el conjunto de interacciones reivindicativas en que se experimenta la lucha política colectiva, es útil no por la reducción que permite sino por su integración al análisis del sistema político. 2 Nótese que el alcance de esta afirmación se circunscribe al periodo que se inicia con la instauración del gobierno de transición de Valentín Paniagua tras la renuncia por fax del expresidente Alberto Fujimori. Algunos estudios correspondientes a los años precedentes son Adrianzén & Ballón (1992), Ballón, Montesinos, Tovar, Barrig, & Rénique (1986) y Ballón (1986).

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actores contenciosos en relación a ellas. Con ello se busca tentar una mejor interpretación de la contienda política peruana. El periodo de estudio seleccionado se corresponde con el episodio contencioso que abarca los primeros años de la trayectoria democrática que se abre con el gobierno de transición encabezado por Valentín Paniagua. En ese sentido consideramos que dicho periodo representa una etapa a partir de la cual es posible describir y explicar la trayectoria de la contienda política transgresiva en relación a su fragmentación. Esta investigación recoge el programa de la contienda política atendiendo particularmente

el

desafío

operativo

heredado

del

mismo:

delinear

las

características empíricas de los episodios contenciosos, identificar unidades de análisis que permitan su observación y análisis, utilizando los conceptos definidos en el enfoque de la política contenciosa (McAdam, Tarrow & Tilly 2005: 380). La aplicación de dos métodos bastante recurrentes en el estudio de la protesta política y movimientos sociales conocidos como Protest Event Analysis y Event Catalogs,3 nos permitió establecer dos atributos de la contienda política (densidad y consistencia) a partir de los cuales se pone en cuestión la validez de los análisis que encuentran en la fragmentación 4 una constante en el desarrollo de la acción colectiva contenciosa de este periodo de liberalización económica (Arce 2011: 58– 60). En síntesis, los resultados de esta investigación nos muestran que el carácter fragmentado de la acción colectiva es superado con relativa facilidad, incluso tras un periodo de desmovilización (Arce 2010: 281) durante el gobierno de Fujimori. Así, se observa que la contienda política transgresiva en el Perú tiende a la confluencia de atributos tales como la atomización de acciones contenciosas, la densidad de desafiadores que protagonizan una buena parte del total de acciones

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En la sección correspondiente a la metodología aplicada se describen ambos métodos. En relación al uso de la categoría fragmentación, Arce (2008) utiliza precisamente el término atomization en la versión en inglés del artículo citado, sin embargo en Arce (2011) la traducción del mismo emplea propiamente la palabra “fragmentación”. Como se verá en este artículo no presentamos ambas categorías como intercambiables.

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contenciosas registradas y la consistencia de reivindicaciones en función de las que se articulan los actores contenciosos. En ese sentido, los supuestos5 que atribuyen el carácter de “fragmentado” a la contienda política transgresiva basándose en la multiplicación de acciones de protesta, la particularización de las demandas, diversificación de actores y desarticulación de la acción colectiva contenciosa (Grompone & Tanaka 2009b: 386; Tanaka & Vera 2010: 91); suponen una mirada que es necesario contrastar con los resultados de esta investigación. En la primera sección de esta introducción se presenta en síntesis el enfoque teórico utilizado, a continuación se caracteriza la estructura de oportunidades políticas correspondiente al periodo de estudio seleccionado, luego se procede a definir las unidades de análisis y criterios en función de los cuales se levantan los supuestos descritos en las secciones de metodología, resultados y discusión. El Enfoque de la Política Contenciosa La contienda política denota un conjunto de interacciones de carácter episódico (no obedece a un tipo de comportamiento político programado o regular, como las elecciones), público (acontece fuera de instituciones con límites precisos, como las empresas o iglesias) y colectivo en que los actores ejecutan reivindicaciones afectando los intereses de otros. En todas estas situaciones el gobierno aparece como un objeto reivindicador o participante indirecto en las reivindicaciones (McAdam, Tarrow & Tilly 2005: 5–6).

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Recientemente, Calderón (2012) encuentra en la fragmentación de la acción colectiva no institucionalizada un atributo transversal de la contienda política transgresiva latinoamericana, incluso afirmando que esta tendencia hace “impensable nuevos sistemas de acción histórica hegemónicos” (2012: 216). La idea de fragmentación marca por completo la obra citada: “[…] la sociedad está experimentando un proceso de fragmentación progresiva de los actores colectivos y de sus identidades, lo cual se refleja en una tendencia a la multiplicación de las demandas fuera de los marcos clásicos e institucionalizados de los conflictos” (2012: 16), en sí la fragmentación aparece como un concepto que se refiere tanto a la multiplicación de acciones como a la diversificación de actores y demandas que resulta coherente siempre que se contrapone a la participación hegemónica de actores que ordenan la acción colectiva contenciosa definiendo identidades colectivas y acumulando recursos organizacionales, como muy bien lo describieron los teóricos que comparaban los movimientos sociales clásicos o tradicionales con los nuevos movimientos sociales.

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Las interacciones a las que se refiere la definición citada son de carácter: 1) político, involucra al gobierno ya sea porque al desarrollarse la contienda se pone en cuestión el goce de acceso a los recursos políticos por parte de los actores en coalición con este, por la respuesta que ejecuta el gobierno frente a la reivindicación o por la regulación sobre quiénes, cómo y con qué objetivos ejercen las reivindicaciones; 2) contencioso, afectan los intereses del objeto de la reivindicación y/o de terceras partes (Tilly 2008: 5–7); y 3) reivindicativo, las demandas colectivas que se plantean representan intereses que no han sido insertados en el sistema político. El resultado de las interacciones propias de la contienda política diverge en relación al carácter innovador de la acción colectiva y/o de los actores involucrados. Los intereses de los actores que son objeto de las reivindicaciones y de los actores en coalición con aquellos, se ven afectados en mayor medida cuando aparecen nuevos desafiadores dado que los intereses que estos persiguen no se encuentran representados en la polity (o el sistema político). Lo mismo sucede cuando la acción colectiva resulta innovadora –es decir, implica autorrepresentaciones colectivas, objetos de las reivindicaciones y/o la ejecución de reivindicaciones por medios nuevos o que se encuentran prohibidos–; y es en estas condiciones en que la contienda política se considera transgresiva (McAdam, Tarrow & Tilly 2001: 8). La polity, bajo el enfoque de la contienda política, alude a las relaciones entre el gobierno y los actores colectivos que disponen de acceso a la toma de decisiones y recursos controlados por aquel (miembros del sistema político). La dinámica de la contienda política se esquematiza en base a este modelo como la competencia entre desafiadores (actores políticos constituidos 6 que carecen de dicho acceso) y miembros del sistema político, por lograr la satisfacción de sus intereses o reivindicaciones en función al control de recursos políticos (Tilly 1978: 52–54, 2000: 4; McAdam, Tarrow & Tilly 2005: 12–13).

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McAdam et al. (2005, p. 12) definen a los actores políticos colectivos constituidos como aquellos con una etiqueta reconocible, organización interna e interacciones reivindicativas repetidas.

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Piven & Cloward (2005, p. 37) definen los recursos políticos como todo atributo u objeto del que dispone un actor para obligar o inducir a otro. 7 Tal vez la instrumentalización más clara de un recurso político es la toma de decisiones vinculantes, las cuales asumen la

forma de normas obligatorias para las

poblaciones que el régimen político comprende. La capacidad de tomar decisiones políticas vinculantes es un recurso que concentra el gobierno; sin embargo, los desafiadores tienen la capacidad agencial de responder disruptivamente a dicho proceso de decisión y en última instancia a la obediencia que el poder político demanda, lo cual constituye a su vez una manifestación de poder. En este sentido, la relación entre poder y conflicto es contingente (Piven & Cloward 2005: 35), los actores de los que se espera obediencia pueden responder no solo a través de la resistencia sino por medio de la influencia, o también modificando o bloqueando las estrategias y alineamientos del actor que busca un resultado favorable a sus intereses. Esto en cuanto el poder “en su sentido relacional, es una propiedad de la interacción y puede ser definido como la capacidad para asegurar resultados donde la realización de estos resultados depende de la actividad de otros” (Giddens 1987: 113). Así, la organización de la sociedad en función al poder político implica que un actor colectivo (el gobierno), concentre gran parte de los recursos políticos con la finalidad de hacer posible la vida en sociedad 8 a través de normas vinculantes. Sin embargo, se asume también que no todos los grupos se encuentran representados en sus

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Esta definición se corresponde con la de Dahl (2011, p. 270) como “[…] todo aquello que puede utilizarse para orientar las decisiones concretas o las estrategias de otro individuo”. 8 Haciendo alusión a la noción de orden, la institucionalidad resguardada por las normas vigentes que constriñen la conducta individual y colectiva, responde a una concepción sobre-socializada de la agencia (Mahoney & Snyder 1999: 5) en la cual los actores se comportan de acuerdo a dichas normas y su capacidad para cuestionar, divergir o reinterpretar dichos valores y normas es bastante limitada. El problema que nos concierne, la naturaleza de la contienda política transgresiva, no responde a este enfoque de la agencia, sino al opuesto. Enfoca el problema de las limitaciones que los desafiadores presentan para hacer efectiva su lucha política colectiva, es decir la atención se concentra en los constreñimientos derivados de un problema sub-socializado de la agencia, en que los constreñimientos estructurales de la institucionalidad y el poder político se encuentran relajados y la eficacia de la acción colectiva depende de los mismos actores (Piven & Cloward 2005: 35).

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intereses en cuanto a la toma de decisiones políticas que ejerce el gobierno. Esto se ve claramente representado en el modelo simple de sistema político prestando atención a las coaliciones entre los miembros del sistema político y el gobierno (ver Figura 1). Figura 1. Modelo Simple de Sistema Político

Fuente: McAdam et al. (2005, pp. 12–13) y Tilly (2000, p. 4).

Los actores colectivos que no se encuentran incluidos en la polity tienden a rechazar la imposición de normas y la toma de decisiones que afectan negativamente sus intereses. La manifestación de dicha disconformidad se presenta en la contienda política transgresiva como aquellas interacciones que enfrentan a los desafiadores con el gobierno y sus coaliciones. Esta dinámica responde a una lógica de competencia por el acceso a recursos políticos mediante los cuales los actores colectivos puedan lograr una mejor posición en el sistema político y así lograr la atención de sus intereses y reivindicaciones.

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La Estructura de Oportunidades Políticas a partir de la Transición Democrática El retorno a la democracia en el año 2001 implicó la apertura del sistema político peruano permitiendo no solo la reestructuración de un sistema de partidos (Tanaka 2010: 140–141; Meléndez 2010: 169–171) y la transformación de las alineaciones y coaliciones entre miembros del sistema político 9 (Zavaleta 2012), sino también la formación y movilización de otros actores colectivos que percibían el cambio de régimen

como

una

oportunidad

para

insertar

sus

reivindicaciones,

no

necesariamente utilizando medios institucionalizados 10. Como bien señala Arce (2010, p. 288), la identificación de la “apertura relativa del sistema político” tras la caída de Fujimori como un incentivo para la acción colectiva contenciosa, ha resultado en una interpretación en cierta medida consensuada. Si bien Moisés Arce enfatiza la “apertura política” como un indicador de la presencia de condiciones favorables para la protesta, el concepto de estructura de oportunidades políticas 11 comprende tanto la relativa apertura o cierre del sistema político como la estabilidad o inestabilidad de los alineamientos en las élites, la

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Zavaleta (2012) muestra cómo los alineamientos entre políticos y organizaciones políticas de nivel nacional, regional y local se transforman a partir de incentivos endógenos y exógenos, constituyendo en la arena de competencia electoral coaliciones de independientes y movimientos regionales conforme sean percibidos y afrontados dichos incentivos, poniendo particular énfasis en aquellos del último tipo. 10 Una de las distinciones analíticas que sostiene este trabajo a manera de supuesto consiste en reconocer la política incluso fuera de los límites institucionales (tomamos la definición estándar de instituciones propuesta por Helmke & Levitsky, 2006, p. 5), otorgándole connotación política a la acción colectiva de tipo contencioso como aquella que “es utilizada por gente que carece de acceso regulara las instituciones, que actúa en nombre de reivindicaciones nuevas o no aceptadas y que se conduce de un modo que constituye una amenaza fundamental para otros” (Tarrow 1997: 19). Es decir, la política desborda las instituciones y organizaciones políticas fundamentalmente reservadas al funcionamiento de los mecanismos de participación y representación establecidos, acogiendo formas de acción política extra-institucional. 11Della Porta & Diani (2011, p. 39) establece una crítica respecto a este concepto: “[e]l concepto de oportunidades políticas corre el riesgo de convertirse en un “contenedor” para todas y cada una de las variables relevantes en el desarrollo de los movimientos sociales. La acumulación de variables heterogéneas, reflejo de las ideas y los intereses de cada uno de los autores, ha derivado en un concepto que, citando a Sartori, denota mucho pero connota poco”.

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presencia o ausencia de aliados dentro de dichas élites, la división de las élites (Tarrow 1996: 54–56) y la capacidad y propensión a la represión (McAdam, McCarthy & Zald 1996: 26–28). En ese sentido, la apertura política, tratada como una variable en función de los índices de derechos políticos y libertades civiles de Freedom House 12, captura una buena parte de la primera dimensión del concepto de estructuras de oportunidades políticas correspondiente a la apertura del sistema político correspondiente al inicio de la transición democrática del 2000 en el Perú. Tarrow (1996) identifica los enfoques a partir de los cuales se aborda el influjo de las estructuras de oportunidad política, por lo que desde nuestra perspectiva cada una de estas especificaciones permite señalar la secuencia en que las dimensiones de la estructura de oportunidades políticas –expuestas líneas arriba– se habrían presentado. Así, los cambios en la dinámica estatal comprenden aquellas transformaciones que experimenta el sistema político modificando el entorno de los actores colectivos y por tanto influyendo sobre la iniciación, forma y consecuencias de su acción colectiva (Tarrow 1996: 44). La “apertura política” a la que se refiere Arce (2010) se correspondería entonces con una primera etapa de liberalización política que podría encontrarse presente con énfasis durante el gobierno de Valentín Paniagua y que se reafirmaría con el proceso de descentralización iniciado en el gobierno de Alejandro Toledo (Arce 2008, 2011: 63–64, 66–68). Asimismo, los cambios específicos en las oportunidades de cada actor colectivo que implican un mejor posicionamiento frente a la polity (Tarrow 1996: 43), pueden asociarse a la construcción de coaliciones para el mejor aprovechamiento de sus recursos políticos con efectos directos sobre la extensión de su capacidad de movilización. En ese sentido, consideramos que los cambios producidos durante el gobierno de transición en relación a la liberalización política y en cierta forma con el despliegue que implicó el inicio de la lucha contra la corrupción del gobierno de Fujimori, habrían propiciado cierta inestabilidad en los alineamientos –y

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http://www.freedomhouse.org/

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probablemente división– de las élites locales y regionales permitiendo la (re)construcción de estructuras organizativas a partir de la activación de sujetos políticos y constitución de desafiadores, 13 pero también significó una oportunidad para los partidos políticos que sobrevivieron al colapso del sistema de partidos (Meléndez 2009a) tanto como para la fundación de movimientos políticos regionales y para el desarrollo de formas de acción colectiva más institucionalizada. Si se considera que la estructura de oportunidades políticas fue persistente en relación a los factores expuestos en los párrafos anteriores, durante el gobierno de Alejandro Toledo la capacidad de movilización de los desafiadores ya había crecido considerablemente y aquellos se encontraban listos para desarrollar campañas contenciosas fundadas en reivindicaciones consistentes. Es en este periodo que las oportunidades específicas de política (Tarrow 1996: 42–43) habrían jugado un rol definitivo en el desarrollo de la contienda política transgresiva, en buena medida debido a la propensión del gobierno de Toledo a adoptar medidas de corte neoliberal en el manejo económico (Bellinger & Arce 2010; Arce 2008) lo que pudo motivar a los desafiadores a insertar reivindicaciones contrarias a las prioridades de política de aquel gobierno. Así, la ausencia de aliados en la polity que hagan las veces de intermediarios entre los desafiadores y el gobierno habría propiciado un incremento en la disrupción y la violencia de la contienda. El gobierno de Alejandro Toledo superó el desafío de inestabilidad política al lograr sobrevivir a los bajos niveles de apoyo y pedidos de vacancia, pero la efervescencia del ciclo de protesta no se detuvo con la culminación de su mandato. En relación al

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El tránsito desde la pasividad de los sujetos políticos –como personas y grupos no organizados hasta el momento como actores políticos colectivos, con una etiqueta que los identifica– a la constitución de desafiadores, implica la superación del problema organizacional de la acción colectiva. La constitución del desafiador se refiere a la activación de grupos extremadamente pobres en recursos políticos (Lipsky 1968: 1) a través de la organización y movilización de sus escasos recursos con el objetivo de influir en la toma de decisiones políticas (Eisinger 1973: 13–14). McAdam et al. (2005, pp. 350–352) consideran que el proceso de constitución de actores comprende la interacción de los mecanismos de apropiación social, el desarrollo de acciones colectivas innovadoras, la certificación de sus reivindicaciones y la formación de una nueva categoría de actor.

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gobierno de Alan García (2006-2011), el incremento en la represión estatal hacia la protesta política representa un atributo característico de la contienda para esos años. En ese sentido, Arce (2010, p. 289) señala que durante el segundo gobierno de García “el uso de la represión podría indicar [al menos] un cambio importante en las estructuras de oportunidad política”. Actores densos y reivindicaciones consistentes Antes de continuar, quisiéramos referirnos a la justificación que concierne a esta investigación. La acción colectiva representa un área de investigación cuyos límites son de difícil precisión, incluso constriñendo el alcance del concepto a su dimensión contenciosa se identifican al menos tres grandes objetos de investigación: la protesta, los movimientos sociales y las revoluciones. Como se señalaba en la primera sección respecto al enfoque de la política contenciosa, la construcción de una teoría que permite la integración de objetos de estudio y recursos intelectuales (McAdam, Tarrow & Tilly 2005: 14–23) facilita en gran medida el acercamiento al proceso de transformación de la acción colectiva (Tarrow 2013). La noción de fragmentación de la contienda política, de cierta forma, representa por definición un estado opuesto al de algún tipo de unidad en aquella 14. El sentido que guarda el concepto de fragmentación pareciera encontrarse fuertemente influenciado por la literatura sobre movimientos sociales15 y más precisamente por la tendencia errónea de concebirlos como actores (Della Porta & Diani 2011: 43–

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Para Vakaloulis (2000, pp. 161–162) la fragmentación “indica la dificultad para imaginar un ‘Todos juntos’ en el cual cada uno/a tendría su propio lugar. Señala que la construcción de nuevas perspectivas de emancipación social es aún muy tenue”. 15 Definidos como interacciones sostenidas entre los interlocutores sociales agraviados – organizaciones, coaliciones, grupos intermedios, miembros, simpatizantes y multitudes actuando autónomamente de acuerdo con su propia lógica interna– de una parte y sus oponentes y las autoridades públicas de otra en que los actores contenciosos plantean exigencias de cambio en la distribución o ejercicio del poder y respaldan esas exigencias con manifestaciones públicas de apoyo que coordinan por medio de redes informales fomentando el sentido de pertenencia a identidades colectivas que permiten la persistencia y vinculación de actores e individuos inmersos en la lucha política colectiva bajo propósitos comunes que se superponen a los intereses o metas individuales (Della Porta & Diani 2011: 43–45; Tarrow 1997: 46, 67–69; Tilly 1979: 12).

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45). Aun así, la aplicación del concepto de fragmentación al estudio de la acción colectiva contenciosa nos ha permitido equiparar el mismo a la imposibilidad de la superación de un problema de agregación y coordinación de la acción colectiva. La contienda política transgresiva en el Perú ha sido caracterizada como fragmentada en relación a atributos que no llegan a conformar variables, en función de las cuales pueda establecerse una relación de indicación frente al concepto de fragmentación. En ese sentido, la multiplicación de acciones contenciosas, la diversificación de actores y la particularización de las demandas (Tanaka & Vera 2010: 91) son algunas de las propiedades que se suelen relacionar al concepto de fragmentación; sin embargo los resultados del análisis de datos que se presentan como sustento de dichas relaciones: la aglomeración de demandas por tipo (laborales, políticas, presupuestales, sociales, administrativas) y objeto (gobierno nacional, regional o local), difícilmente representan evidencia suficiente para establecer inferencias de este tipo. A partir de la construcción y análisis de una base de datos similar a la recogida por Garay & Tanaka (2009) para el periodo 2001-2003, se identificaron dos atributos de la contienda política transgresiva que podrían incidir en la interpretación dominante presentada por los autores citados alrededor de la fragmentación de la acción colectiva contenciosa en el Perú: densidad de los desafiadores y consistencia de las reivindicaciones. Así, las preguntas que atiende esta investigación son: ¿Cómo formular una definición operacional para la fragmentación de la contienda política transgresiva? ¿Qué nos dice la densidad y la consistencia en relación a la fragmentación de la contienda política transgresiva? De esta forma nos propusimos plantear una estrategia de operacionalización y análisis de datos que permita un mejor abordaje de la fragmentación de la contienda política transgresiva, así como establecer posibles relaciones causales que consideren la densidad de los desafiadores, la consistencia de las reivindicaciones y la atomización de la acción colectiva contenciosa. 13

Así, la identificación de eventos contenciosos y campañas contenciosas, resultado de la construcción de un catálogo de eventos (Tilly 2002: 251–252) que agrega las acciones contenciosas en relación al sostenimiento de la acción colectiva por parte de un mismo actor (eventos contenciosos), así como respecto a la confluencia de dos desafiadores en una misma reivindicación (campañas contenciosas), nos permitió insertar dos variables nuevas en el análisis de la fragmentación de la contienda política transgresiva: la densidad de los desafiadores y la consistencia de las reivindicaciones, respectivamente. Como puede notarse, la agregación de acciones contenciosas en eventos contenciosos nos permitió establecer la densidad de los desafiadores inmersos en la contienda, los actores que participaron recurrentemente 16 bajo una misma etiqueta fueron identificados como desafiadores: actores políticos colectivos con nombre propio, organización interna e interacciones repetidas en la política popular que carecen de acceso a la polity (McAdam, Tarrow & Tilly 2005: 12–13). Asimismo, la agregación de acciones y eventos en campañas contenciosas nos permitió identificar aquellas reivindicaciones consistentes en el episodio contencioso que abarca esta investigación siempre que aquellas impliquen la confluencia de dos acciones ejecutadas por actores contenciosos diferentes en función de la misma demanda. La clasificación de las acciones contenciosas en eventos y campañas contenciosas responde a una modificación de las categorías empleadas por Wada (2004, p. 246). De esta forma, los atributos tradicionalmente imputados a la fragmentación de la contienda política transgresiva (diversificación de los actores y particularización de las demandas) pasan a conformar dimensiones del concepto que inducen a repensarla. La primera dimensión viene representada por la densidad de los desafiadores involucrados en la contienda política transgresiva, la cual se encontraría en relación negativa frente a la fragmentación. La densidad de un desafiador implica que un actor contencioso sostiene la acción colectiva durante un

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Se establece la diferencia entre actores contenciosos y desafiadores, los primeros corresponden a todo actor colectivo o grupo que ejecuta una acción contenciosa, mientras que los segundos sostuvieron al menos cinco acciones en todo el episodio de contienda.

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episodio contencioso. La segunda dimensión que se identifica es la consistencia de las reivindicaciones que consiste en la agregación de acciones contenciosas ejecutadas por actores diferentes en función de demandas comunes, aquella también se encuentra en relación negativa a la fragmentación. Y la tercera dimensión, que se presenta en relación positiva a la fragmentación, es la atomización de la acción colectiva contenciosa en relación a la cual se identifica las acciones contenciosas que no llegan a conformar eventos contenciosos ni campañas contenciosas, lo que implica a su vez que no son ejecutadas por actores con interacciones sostenidas (desafiadores) en el episodio contenciosos estudiado, y además no insertan demandas persistentes en relación a la cuales confluye la acción colectiva. Entonces, desde nuestra perspectiva, la fragmentación de la contienda política transgresiva se define como el proceso en que los actores contenciosos presentan mayores dificultades para la coordinación de la acción colectiva en función de reivindicaciones consistentes. Lo cual implica que la densidad de los desafiadores y la consistencia de las reivindicaciones se reduzca, así como que la atomización de la acción colectiva aumente de tal forma que permita afirmar que los actores contenciosos no lograron sostener la acción colectiva durante el periodo estudiado, además de no lograr articularse en el desarrollo de campañas contenciosas debido a la particularización de sus demandas. En ese sentido, se sostiene que la multiplicación de acciones de protesta no implica necesariamente que los actores se hayan diversificado hasta el punto de no permitir la articulación, ni que dado el aumento en el número de acciones contenciosas las demandas se habrían multiplicado en igual medida. En relación al concepto de fragmentación horizontal propuesto por Grompone & Tanaka (2009a) sostenemos que la interpretación que manejan obedece en primera instancia y en gran medida a un supuesto bastante clásico que puede rastrearse hasta la tradición marxista y su influjo en el estudio de la acción colectiva: atribuirle a un grupo o población intereses definidos en función a su posición social (Tilly 1978: 43, 118). Así también, el concepto de fragmentación horizontal propuesto por los autores citados: “[…] se 15

refiere a desencuentros o enfrentamientos entre personas y grupos que comparten situaciones sociales relativamente similares, pero que compiten por lograr la atención del Estado, por lo que no sólo no se dan articulaciones sino tendencias a la dispersión”(Grompone & Tanaka 2009a: 388), hace referencia en su segundo componente a la dinámica de competencia por ingresar a la polity como manifestación de la fragmentación horizontal. Es decir, se parte del supuesto por el cual poblaciones y grupos definen sus intereses por la situación social en que se encuentran, lo que debería resultar en demandas similares y por tanto congruentes que logren conformar coaliciones que los articulen en una acción colectiva de mayor envergadura. Es así que dicho sentido de homogeneidad anterior al estado fragmentado de la contienda le otorga validez y dirección al concepto de fragmentación debido a su irrealización. Sin embargo, la teorización de los autores citados respecto a la imposibilidad de articular acciones colectivas entre actores colectivos a los que se le atribuye cierta homogeneidad estructural, toma mayor coherencia cuando se inserta la enunciada diversidad de actores que transgreden “el todos juntos” a que hace mención Vakaloulis (2000),en una lógica de competencia por la atención del Estado. En este punto se percibe con mayor claridad la necesidad de repensar la acción colectiva contenciosa desde el enfoque de la contienda política, como ya se expuso en la segunda sección de este artículo, el polity model o modelo simple de sistema político permite teorizar no solo las relaciones de competencia entre miembro-desafiador y desafiador-desafiador, sino que también establece coaliciones entre ellos. Si bien el análisis de la fragmentación horizontal que presentan Grompone & Tanaka (2009a) pone énfasis en el poder generativo de “situaciones sociales relativamente similares” en función de las cuales intereses y demandas colectivas deberían hacer converger a una diversidad de actores, pero que en lugar de ello solo es posible identificar dispersión, competencia, “desencuentros y enfrentamientos”; creemos que podría pensarse en una versión algo más política del problema de la fragmentación como la definimos líneas arriba: no necesariamente la coordinación entre desafiadores deviene de su similitud relativa en cuanto a su situación social, 16

precisamente la acumulación de recursos políticos mejora la posición de ciertos desafiadores respecto a la polity, permitiéndoles sostener la acción colectiva, constituyendo actores densos en la contienda política; de tal forma que las coaliciones entre –y alrededor– de dichos desafiadores son más probables debido a la mayor acumulación de recursos políticos que deviene en un mejor posicionamiento respecto al gobierno y los miembros del sistema político para la satisfacción de sus reivindicaciones. La imposibilidad de formación de coaliciones que articulen a la diversidad de actores contenciosos inmersos en la contienda, no es necesariamente resultado de la competencia por la atención estatal entre pares relativamente similares respecto de la situación social en que se encuentran, sino que podría obedecer a la existencia de un número todavía reducido de desafiadores densos con capacidad de sostener la acción colectiva y plantear verdaderos desafíos frente a su objeto de reivindicación que inciten a otros actores contenciosos a coordinar acciones colectivas. Asimismo, coincidimos con Meléndez (2009b, p. 323) en cuanto sostenemos que el cambio de escala 17 que implica la superación del carácter localizado de gran parte de las acciones contenciosas hasta la irrupción en escenarios de nivel regional o nacional se hace posible a través de la formación de coaliciones coyunturales coordinadas por brokers 18, lo cual no se condice con las redes informales de interacción 19 entre desafiadores, actores contenciosos de menos densidad y activistas que caracterizan a los movimientos sociales (Diani 1992), precisamente por la ausencia de identidades colectivas definidas que permitan superar el carácter coyuntural de dichas conexiones (Della Porta & Diani 2011: 46–47). Precisamente los resultados de esta investigación nos permiten sostener que la contienda política

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En relación a este mecanismo de la contienda política ver: McAdam et al. (2005, pp. 367–371). McAdam et al. (2005, pp. 157–158) identifican este otro mecanismo como correduría, el cual implica “la creación de nuevos lazos y nuevas conexiones entre actores políticos”. 19 Della Porta & Diani (2011, pp. 44, 46) señalan que las redes informales de interacción se caracterizan por la participación continuada de individuos y organizaciones comprometidos en acciones reivindicativas con objetivos comunes sin perder su autonomía respectiva. En ese sentido, la diferencia con las coaliciones coyunturales radica en la persistencia de la vinculación entre los participantes alrededor de las reivindicaciones y objetivos en los que depositan su solidaridad. 18

17

transgresiva en el Perú no se caracteriza tan solo por un carácter atomizado de la protesta en que las articulaciones entre actores contenciosos se disipan incitando a la dispersión, sino que existen a su vez desafiadores densos que protagonizan buena parte de las acciones contenciosas identificadas, alrededor de los cuales se ejecutan campañas contenciosas que involucran reivindicaciones consistentes en que la coordinación hace persistente su acción colectiva. El argumento deslizado no implica que la atomización de la acción colectiva deje de representar un atributo característico de la contienda política transgresiva, como se apreciará en la sección de resultados, aproximadamente una tercera parte de las acciones contenciosas registradas del 2001 al 2003 no alcanzaron a formar parte de eventos o campañas contenciosas, de lo cual se infiere que representan acciones ejecutadas por actores que no lograron sostener la acción colectiva en este periodo y que no actuaron en función de reivindicaciones persistentes que movilizaron y permitieron coordinar acciones colectivas entre desafiadores, lo cual podría indicarnos que representan a grupos de escasos recursos políticos (Lipsky 1968: 1). Entonces, el referirse a la fragmentación de la contienda política transgresiva en América Latina se ha tornado recurrente como sinónimo de dispersión, localismo y particularización precisamente en relación al escenario de crisis de legitimidad de la hegemonía neoliberal que caracteriza este siglo XXI (Modonesi & Rebón 2011: 11). Dicha caracterización de la acción colectiva contenciosa en la región puede ser percibida como un estancamiento en la trayectoria de la protesta política a la constitución de movimientos sociales, lo cual se condice con el tipo de análisis que se ejecuta en relación a los datos existentes sobre conflictos sociales y protestas políticas. En ese sentido, argumentamos que gran parte de los supuestos que otorgan a la fragmentación un peso definitivo para la descripción y explicación de la acción colectiva se infieren de un tratamiento particular de los datos existentes. Si bien el método aplicado (Protest Event Analysis) es transversal al conjunto de estudios que buscan describir la dinámica de protestas sociales en América Latina, creemos que 18

la utilidad de las bases de datos existentes es mucho mayor. Como se muestra en la sección de metodología, a partir de la identificación de unidades de análisis de nivel superior (eventos y campañas contenciosas) se logró agregar las acciones contenciosas en función a la densidad de los desafiadores involucrados en la contienda y a la consistencia de las reivindicaciones persistentes. La introducción de estas dos variables en el análisis de la contienda política transgresiva permite poner a prueba o al menos presentar un análisis empírico útil para establecer afirmaciones respecto de la fragmentación de la contienda política transgresiva. Método En todo el mundo, las bases de datos de protestas y fenómenos similares se han construido con notable éxito (Koopmans & Rucht 2002). Sin embargo, solo recientemente es posible encontrar algunos estudios que se enmarcan en el uso del Protest Event Analysis (PEA) para estudiar conflictos, movimientos y protestas en el Perú (Garay & Tanaka 2009; Arce 2010). El Protest Event Analysis (PEA) es un método aplicado al estudio de la protesta política, los movimientos sociales y la política contenciosa, el cual permite registrar algunas propiedades de los contentious gatherings tales como su duración, localización, demanda, formas de acción, actores involucrados, objetos a los que va dirigida, nivel de violencia y respuesta por parte del gobierno. Su aplicación requiere: identificar la unidad de análisis, seleccionar las fuentes y los criterios para ello, establecer el procedimiento de recolección y estandarizar el procedimiento de codificación. En relación a la unidad de análisis, seguimos a Tilly (1978, p. 275) quien define los contentious gatherings como “ocasiones en las cuales diez o más personas, que no forman parte del gobierno, se reúnen en un mismo lugar para hacer visible una reivindicación, la cual, de ser satisfecha, afectaría los intereses de personas o grupos específicos fuera de su propio número”. Cuatro precisiones se desprenden de esta definición: 1) se excluyen los acontecimientos que tienen lugar al interior de organizaciones con límites precisos (por ejemplo, empresas o sindicatos); 2) 19

excluyen las acciones realizadas por menos de diez personas; 3) implica siempre la participación del gobierno como objeto de la reivindicación, lo que excluye las manifestaciones que se realizan frente a un individuo, grupos particulares o asociaciones privadas; y 4) excluye todo acontecimiento que no recoge explícitamente una demanda colectiva (por ejemplo: los disturbios o saqueos). El proceso de levantamiento de datos consideró dos de los diarios de alcance nacional más relevantes cuyas ediciones diarias cubren el periodo de estudio (20012003): El Comercio y La República. Si bien algunos investigadores toman, por ejemplo, las ediciones dominicales esperando recoger las acciones contenciosas de toda la semana, este tipo de muestreo disminuye notablemente el número de observaciones y deja fuera del análisis a las protestas sindicales o estudiantiles que se desarrollan mayormente en días laborables y pueden no ser consideradas en las ediciones de los domingos (Earl, Martin, McCarthy, et al. 2004: 69). Por esta razón se optó por recoger la información de todas las acciones contenciosas reportadas en alguno o ambos periódicos en todas las ediciones que comprenden el periodo de estudio. Una de las particularidades de esta investigación viene dada por la especial atención puesta en el proceso de codificación, lo cual se justifica por dos motivos: 1) era necesario evitar el doble conteo en relación a las acciones contenciosas, por tal motivo cuando se obtuvieron dos reportes (correspondientes a ambos periódicos seleccionados) de una misma acción contenciosa –identificada en relación a la fecha de inicio y finalización, la población o actor que la realiza, la forma que toma la acción (marcha, toma de local, bloqueo de carretera, etc.), el objeto frente al que plantea la demanda y la descripción de la misma– se categorizó a ambos reportes bajo el mismo código de acción; y 2) las dimensiones de consistencia de las reivindicaciones y densidad de los desafiadores requerían al menos de la identificación de la ocurrencia de campañas y eventos contenciosos en el periodo de estudio.

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De esta forma se construyó la Base de Datos del Political Contentious Gatherings Project (PCGP) 20 a partir de la cual fue posible recodificar los political contentious gatherings conforme al procedimiento de agregación (Tilly 2002: 251–252) de atributos. De esta forma, el método de catálogo de eventos nos permitió acercarnos al trabajo de (Wada 2004: 246) quien establece tres niveles temporales y espaciales para el análisis de los datos obtenidos: acción, evento y campaña. La clasificación de Takeshi Wada nos permitió partir a la construcción de categorías propias: Acciones contenciosas Las acciones contenciosas se corresponden con los political contentious gatherings, compuestos por uno o dos reportes periodísticos que señalen la existencia de la reunión de 10 o más personas ejecutando públicamente una demanda hacia el gobierno para lo cual emplean acciones colectivas innovadoras. Esta elemental unidad de análisis nos permite establecer el valor de las propiedades tales como la duración de la acción, el repertorio utilizado, el objeto de la reivindicación, la naturaleza o denominación del actor, los efectos de la violencia, la respuesta del gobierno, el nombre del bróker, la ubicación donde tuvo lugar y la descripción de la reivindicación. De esta forma, los valores de dichas propiedades correspondientes a un formulario de registro que se basó en la información del diario El Comercio y otro respecto al diario La República, son agregadas siempre en cuando se pueda asumir que corresponden a la misma acción contenciosa. Este supuesto se desprende de los siguientes criterios: 1) se logra determinar que los formularios de registro corresponden a la misma acción contenciosa si hacen referencia al mismo actor, 2) cronológicamente los formularios de registro indican la misma fecha de inicio y final tanto como el mismo repertorio, 3) el objeto frente al cual el actor realiza la demanda

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Además de los autores que suscriben este primer producto del PCGP, queremos agradecer el invaluable apoyo de Carla Sánchez, Omar Medina y Kevin Martínez, no solo en la construcción de esta base de datos sino también por compartir con nosotros largas sesiones de discusión sobre este tema de investigación.

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es igual en ambos formularios de registro, y 4) es posible establecer que la ubicación señalada por ambos formularios de registro es la misma. Eventos contenciosos y campañas contenciosas Los eventos contenciosos como unidad de análisis comprenden la agregación de dos o más acciones contenciosas ejecutadas por el mismo actor, y las campañas contenciosas implican la ocurrencia de dos eventos contenciosos alrededor de una misma reivindicación, esto supone que dos o más actores coordinan la ejecución de reivindicaciones similares. Si un evento contencioso y una acción contenciosa indican la misma reivindicación frente al mismo objeto de reivindicación entonces también se le registra como una campaña contenciosa. Observación del proceso de fragmentación La equiparación de fragmentación y atomización supone que la multiplicación de acciones de protesta resulta de la diversificación de actores y la particularidad de las reivindicaciones, de tal forma que se podría observar en su mayoría acciones contenciosas que no pudieron ser agregadas en eventos contenciosos, de tal forma que en un extremo la tendencia a la atomización debería corresponderse con la fórmula: una acción contenciosa por actor; asimismo, los actores contenciosos no habrían logrado articular su participación en campañas contenciosas dado que sus reivindicaciones particularizadas en un extremo se condicen con la fórmula: una reivindicación por actor. En discordancia con la equiparación entre fragmentación y atomización, este trabajo propone dos indicadores que pueden atender la problemática expuesta, nos referimos a la densidad de los actores y la consistencia de las reivindicaciones en la contienda política transgresiva. Así, la densidad de los actores contenciosos se condice con la identificación de eventos contenciosos de los cuales se pueda inferir la persistencia de la acción colectiva ejecutada por un determinado desafiador. En ese sentido, la densidad organizacional nos permite identificar desafiadores con mayores recursos políticos. Asimismo, la consistencia de las reivindicaciones representa otro indicador que permite identificar las reivindicaciones comunes entre 22

desafiadores, esto implica que diferentes actores desarrollan acciones contenciosas en función a una misma reivindicación. Cabe señalar que en esta investigación los indicadores de densidad y consistencia son utilizados para describir la contienda política transgresiva en relación a su supuesta tendencia a la fragmentación. En ese sentido, como se verá en adelante, la sección de resultados muestra un análisis de todo el episodio contencioso y no toma los indicadores de densidad y consistencia como base para un análisis desagregado por actores o por reivindicaciones. Sin embargo, sí se exponen algunos resultados que pueden resultar de interés en ese sentido. Resultados La Base de Protestas Sociales (Garay & Tanaka 2009: 60; Arce 2010) registró 671 acciones de protesta en el año 2001, 797 para el 2002 y 498 respecto al 2003, en tanto la base de datos del Political Contentious Gatherings Project (PCGP) identificó 519 acciones contenciosas para el 2001, 550 acciones en el 2002 y 504 acciones respecto al 2003. Entonces, existirían algunas diferencias entre ambas fuentes relativas al conteo de protestas sociales en el caso de la Base de Protestas Sociales y de acciones contenciosas en el nuestro. Estas diferencias se relajan al mínimo en el recuento del año 2003 y se enfatizan en los datos entre el año 2001 y 2002 (ver Tabla 1). En relación a la diferencia para los dos primeros años expuestos en la comparación, señalamos dos posibles razones que la explican: 1) la Base de Protestas Sociales considera un periódico más en el levantamiento de datos (el diario Expreso) y 2) el recuento de la base de datos del PCGP no considera registros duplicados. Siguiendo la primera posibilidad se podría afirmar que el considerar una fuente de prensa escrita adicional a las dos seleccionadas en esta investigación resulta relevante en el recuento de acciones del 2001 y 2002, en tanto la similitud del número de acciones contenciosas para el año 2003 relajaría el primer supuesto y se correspondería con el segundo.

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Tabla 1. Comparación entre la Base de Protestas Sociales y la Base de datos del PCGP por acciones contenciosas anuales

Base de datos del Base

de

PCGP

Sociales

2001

519

671

2002

550

797

2003

504

498

Protestas

Fuente: Base de datos del PCGP y Garay & Tanaka (2009, p. 60).

Asimismo, en relación al número de acciones contenciosas identificadas por mes (ver Gráfico 1), Arce (2010, p. 286) señala un promedio de 48 acciones para el periodo 2001-2006. De acuerdo a la Base de datos del PCGP para el periodo 20012003 la mediana 21 es de 38.5 (39 acciones contenciosas al mes), el mínimo de acciones contenciosas al mes (15) se presentó en diciembre del 2002 y el máximo en mayo del 2003 (111) –Arce (2010, p. 286) indica que este es uno de los dos picos de protestas para el periodo 1985-2006– correspondiente a la huelga del SUTEP 22. Como se adelantaba líneas arriba, uno de los aportes de esta investigación consiste en precisar el concepto de fragmentación dotándolo de una dirección empírica. En ese sentido, la estimación de la densidad de un desafiador en función al número de acciones contenciosas que este agrega durante todo el episodio contencioso que compone nuestro periodo de estudio, nos permite identificar a los actores contenciosos más importantes en relación a su participación sostenida en la contienda política transgresiva de aquellos años.

21

A diferencia de la Base de Protestas Sociales, la cual toma a la Media (promedio) como estadístico, la presente investigación toma como estadístico a la Mediana dado que genera un valor más fiable en relación al conjunto, debido a las diferencias en la cantidad de acciones contenciosas identificadas por mes en el periodo de estudio. En contraposición, aplicar la Media no haría posible generar un valor representativo para la mayoría de acciones contenciosas identificadas en un mes dado. 22 Esta huelga del SUTEP tuvo como reivindicación el pedido de aumento de sueldos y ocurrió en el mes de mayo del 2003.

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Gráfico 1. Acciones contenciosas mensuales en el Perú, 2001-2003

Fuente: Base de datos del PCGP. Elaboración propia.

Así, como se desprende del Gráfico 2, los desafiadores de mayor densidad en el periodo 2001-2003 fueron el SUTEP (113), la CGTP (95), la Confederación Intersectorial de Trabajadores Estatales – CITE (39), la Federación Nacional de Trabajadores del Poder Judicial (35), el Frente Amplio Cívico de Arequipa - FACA (32), la Central Nacional de Jubilados y Pensionistas del Perú – CENAJUPE (27), los Despedidos del IPSS (20), la Federación Médica del Perú (20) y los Cocaleros de Tingo María (18). Se consideraron como desafiadores a todos los actores cuyos eventos contenciosos agregaron al menos cinco acciones contenciosas en todo el episodio de contienda. En relación a las reivindicaciones identificadas por el número de acciones contenciosas agregadas en campañas contenciosas, el Gráfico 3 muestra que sí se dieron acciones colectivas sostenidas en relación a demandas persistentes durante el episodio contencioso analizado.

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Gráfico 2. Acciones contenciosas por desafiador, Perú 2001-2003

Fuente: Base de datos del PCGP. Elaboración propia.

Un diagrama de conjuntos nos permite apreciar las agrupaciones que se conforman en base al catálogo de eventos, identificando eventos contenciosos y campañas contenciosas. Como se desprende de la Figura 2, de las 1573 acciones contenciosas registradas que componen el conjunto A, encontramos que 1026 constituyeron eventos contenciosos correspondientes al conjunto B y 853 el conjunto C respecto de acciones involucradas en campañas contenciosas. La intersección de los conjuntos B y C nos indica que 648 acciones contenciosas formaron eventos y a la vez campañas contenciosas.

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Gráfico 3. Acciones contenciosas por reivindicación, Perú 2001-2003

Fuente: Base de datos del PCGP. Elaboración propia.

La intersección de los conjuntos B y C nos indica que 648 acciones contenciosas formaron eventos y a la vez campañas contenciosas. Asimismo, 554 acciones que conforman el subconjunto D respecto de B∩C corresponden a acciones contenciosas que conformaron eventos contenciosos y campañas contenciosas pero además implicaron la participación de desafiadores densos (en tanto agregaron al menos 5 acciones contenciosas en todo el episodio contencioso), y el subconjunto E viene a representar las acciones contenciosas que formaron eventos y campañas contenciosas y a su vez implicaron la coordinación de al menos dos desafiadores densos en cada campaña contenciosa, en este subconjunto se identificaron 465 acciones contenciosas.

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Figura 2. Acciones contenciosas que conforman eventos y campañas

Fuente: Base de datos del PCGP. Elaboración propia.

Para el total de acciones contenciosas identificadas entre el 2001 y 2003 representado en el conjunto A=1573. El número de acciones contenciosas que constituyeron eventos contenciosos se representó en el conjunto B=1026 y el número de acciones contenciosas que formaron campañas contenciosas viene representado por el conjunto C=853. De la misma forma, las acciones contenciosas que formaron eventos y campañas contenciosas involucrando la participación de al menos un desafiador denso en cada campaña conforman el conjunto D=554, asimismo el subconjunto E=465 acciones contenciosas que implican la coordinación de al menos dos desafiadores densos inmersos en cada campaña contenciosa. La sección “v” la componen 378 acciones contenciosas que formaron eventos contenciosos pero no campañas contenciosas, la sección “y” está conformada por 28

205 acciones contenciosas que formaron campañas contenciosas pero no eventos contenciosos, la sección “x” la constituyen 94 acciones contenciosas que formaron eventos y campañas contenciosas pero en las que solo participaron desafiadores no densos (con menos de 5 acciones contenciosas en todo el episodio contencioso), la sección “z” está compuesta por 89 acciones contenciosas que implicaron la participación de solo un desafiador denso en cada campaña contenciosa. Asimismo, la sección “w” compuesta por 342 acciones representa las acciones contenciosas ejecutadas por actores que ejercieron una sola reivindicación en todo el periodo y sus acciones no fueron articuladas en campañas contenciosas de las que se pueda inferir la coordinación entre actores. Como se desprende de lo anterior, la descripción de la contienda política transgresiva también nos permite plantear algunos supuestos. El hecho de que 1026 acciones de un total de 1573 correspondan a la actuación de actores contenciosos que sostuvieron su participación contenciosa con al menos dos acciones en el periodo de estudio, nos sugiere que la diversificación de actores no obedece a la atomización completa de la acción colectiva contenciosa dado que 127 actores contenciosos habrían ejecutado las 1026 acciones en cuestión. Asimismo, en relación a los atributos propuestos en la definición operacional de fragmentación, la densidad de los desafiadores se infiere de los 55 actores cuya participación contenciosa agregó al menos 5 acciones durante todo el episodio contencioso, dichos actores políticos colectivos son comprendidos en la categoría desafiador debido a que presentan interacciones repetidas en la contienda y fue posible atribuirles una etiqueta y organización propia 23. De esta forma, los 55 desafiadores densos ejecutaron 847 acciones contenciosas.

23

Cabe señalar que en las tablas referidas en esta sección, las poblaciones (estudiantes, cocaleros, trabajadores) representan actores que no pudieron ser identificados por su etiqueta organizacional debido a la indeterminación de los reportes periodísticos analizados. En ese sentido, la presentación de los resultados asume que las poblaciones referidas (por ejemplo: “cocaleros de Tingo María”) nos permiten inferir la acción colectiva de una organización que moviliza a dicha población, es por ello que se incluyen a dichas poblaciones en el conteo de desafiadores siempre que cuenten con más de cinco acciones contenciosas en todo el periodo de estudio.

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En relación a la consistencia de las reivindicaciones, las 853 acciones que conformaron campañas contenciosas nos indican que 65 reivindicaciones aglomeraron al menos dos acciones contenciosas ejecutadas por actores contenciosos diferentes. Este dato nos permite sostener que alrededor de dichas reivindicaciones los actores contenciosos lograron articular o coordinar la acción colectiva, asimismo resulta de mayor interés centrarse en las 554 acciones contenciosas (correspondientes al conjunto D) que no solo implicaron coordinación de la acción colectiva en relación a reivindicaciones consistentes, sino también la participación de alguno de los 55 desafiadores de mayor densidad. Esto nos dice que, de las 648 acciones contenciosas que pudieron ser agregadas en la intersección de los conjuntos B y C (correspondientes a eventos y campañas contenciosas, respectivamente) el 86% implicaron la participación de alguno de los 55 desafiadores densos. Sin embargo, desde nuestra perspectiva el subconjunto E es aún más interesante para el análisis de la fragmentación dado que las 465 acciones contenciosas que comprende nos indican que la coordinación de la acción colectiva en función de reivindicaciones consistentes implicó en aproximadamente un 72% la participación de al menos dos desafiadores densos en cada campaña contenciosa. Por último, los resultados de esta investigación nos ofrecen otro dato importante en relación al proceso de fragmentación de la contienda política transgresiva: aproximadamente el 22% de las 1573 acciones contenciosas identificadas para el periodo de estudio 2001-2003 responden a la noción de atomización de la acción colectiva contenciosa; es decir representan acciones contenciosas que no fueron desarrolladas por actores contenciosos que sostuvieron al menos dos acciones contenciosas durante todo el episodio contencioso, ni se pudieron relacionar a las 65 demandas persistentes que nos permitieron afirmar que los actores contenciosos (sean estos desafiadores o no) articularon su acción colectiva en función de reivindicaciones consistentes. En otras palabras, este conjunto de acciones contenciosas atomizadas fueron ejecutadas por actores con solo una aparición en la contienda política transgresiva de aquellos años en relación a demandas completamente particularizadas. 30

Conclusiones La presente investigación representa un primer acercamiento a la contienda política transgresiva

del

Perú

post-transición.

Como

se

señaló

en

la

sección

correspondiente a la descripción de la estructura de oportunidades políticas, este periodo se caracteriza por la repolitización de la acción colectiva (Arce 2008, 2011) en un escenario de liberalización económica a su vez marcado por la crisis de legitimidad de la hegemonía neoliberal (Modonesi & Rebón 2011). En dos oportunidades ya se han presentado análisis descriptivos de la contienda política transgresiva peruana correspondientes a la Base de Protestas Sociales (Garay & Tanaka 2009; Arce 2010). Si bien el método aplicado para el levantamiento y análisis de los datos recogidos es similar al empleado en la Base de datos del PCGP, salvando las especificaciones expuestas en la sección de metodología, la originalidad de esta investigación se deriva del tratamiento de los datos obtenidos para un periodo mucho menor al abarcado en la Base de Protestas Sociales. Así, la construcción de un catálogo de eventos (Tilly 2002) a partir de la aplicación del Protest Event Analysis (PEA) (Koopmans & Rucht 2002) nos permitió identificar eventos y campañas contenciosas haciendo algunas modificaciones a la definición de dichas unidades de análisis establecidas por Wada (2004). En relación a la protesta social de la post-transición, Grompone & Tanaka (2009a) establecen entre sus conclusiones que la fragmentación horizontal –como la imposibilidad de articulación de la acción colectiva entre actores que comparten situaciones sociales relativamente similares– representa un atributo característico que implica dispersión. Como se puede revisar en la sección principal de este estudio “Actores Densos y Reivindicaciones Consistentes” y en los resultados expuestos, el supuesto de los autores citados se debilita en función a la identificación de reivindicaciones consistentes y desafiadores densos. Ambos atributos de la contienda política transgresiva nos permitieron proponer una definición operacional de la fragmentación de la contienda política transgresiva, como el proceso en que los desafiadores presentan mayores dificultades para la 31

coordinación de la acción colectiva en función de reivindicaciones consistentes. Operacionalmente esto implica, al menos, que en el episodio contencioso que se caracteriza como fragmentado, la densidad de los desafiadores y la consistencia de las reivindicaciones sea reducida, así como que la atomización de la acción colectiva sea tal que permita afirmar que los actores y grupos que ejecutaron acciones contenciosas no lograron sostener la acción colectiva durante el periodo estudiado, además de no poder articularse en el desarrollo de campañas contenciosas debido a la particularización de sus demandas. En ese sentido, los resultados de esta investigación incitan a repensar la fragmentación de la contienda política transgresiva considerando no solo la atomización de la acción colectiva, sino también la densidad de los desafiadores y la consistencia de las reivindicaciones. Como se muestra en la Figura 2, gran parte de las acciones contenciosas registradas pudieron ser agregadas en eventos y campañas contenciosas, correspondientes al sostenimiento de las interacciones en la contienda por parte de un mismo actor contencioso y a la participación contenciosa de al menos dos actores contenciosos en función de una misma demanda. La relación existente entre estas dos categorías, nos permitió identificar las reivindicaciones consistentes, dada la participación de diversos actores alrededor de ellas, así como establecer si las acciones contenciosas relacionadas a dichas reivindicaciones implicaron la participación de desafiadores densos (como aquellos a los que fue posible atribuirles por lo menos 5 acciones contenciosas en el episodio analizado).

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