Relaciones México-Estados Unidos: Desafíos y Oportunidades

August 20, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Relaciones Internacionales
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Descripción

Relaciones México-Estados Unidos: Desafíos y Oportunidades

Fernando Álvarez Simán*

"No compartimos el mismo pasado, pero compartimos el mismo futuro"
Bill Clinton

Desde siempre las relaciones entre vecinos han querido ser lo más cordiales posibles, puesto que un vecindario, barrio o colonia lo integran personas que en muchos casos compartirán por casi toda su vida un mismo espacio geográfico, lo que los hace entablar relaciones de compadrazgo, afectivas y de solidaridad. Si estas relaciones vecinales son cordiales y armónicas incluso benefician el entorno familiar porque fortalecen el sentido de pertinencia, enlazan un grupo y afianzan la identidad, todo ello fortalece la salud del tejido social y crea las condiciones de una convivencia social sana.

Indudablemente que estas relaciones las cuales después se transforman en identidades ya sean individuales o colectivas, llegan a basarse en la etnia, el territorio, la religión, la clase social o cualquier otro elemento de identidad; por eso, cuando están definidas las identidades colectivas toma sentido el concepto moderno de "Estado-Nación". Nacido cuando colapsa el orden feudal y el territorio además de la población giran en torno a un gobierno delimitado precisamente por el territorio y la identidad de la población.

El problema comienza cuando estas identidades que conforman al estado-nación generan algún tipo de confrontación o roces con las naciones vecinas cuando no existe un interés común o cuando el origen étnico es diferente, también tienen que ver las relaciones de poder, las disputas económicas o territoriales. En este sentido, los conflictos bélicos son un elemento o característica que ha sido común en casi todos los países y entre todas las culturas.

Un poco de todos los elementos anteriores tiene que ver con la relación México-Estados Unidos: dos pueblos vecinos inevitablemente unidos por cuestiones geográficas, 3,326 km de frontera pero separados por cultura, la religión y sobre todo, por los asimétricos niveles de vida. De ningún modo ha sido fácil para México convivir con el país más poderoso económica y militarmente de los últimos tiempos. Por eso, al igual que en un vecindario, si a estos dos países vecinos lo habitan personas de distintas ideologías, origen étnico y sobre todo nivel socioeconómico; la convivencia se vuelve conflictiva porque las diferencias son más grandes y por ende más difícil de manejar.

A pesar de que estas dos naciones tienen el origen de ser colonias de potencias europeas, Estados Unidos es ocupada primero por ingleses, después llegaron escoceses, irlandeses, alemanes, franceses y holandeses que a pesar de estar bajo dominio de la corona inglesa, tenía una población muy heterogénea perseguida en sus países de origen sobre todo por cuestiones políticas o religiosas, lo que conllevó a desarrollar a los colonos desde el primer momento formas de gobierno representativas; esto aunado a la abundante tierra disponible, posibilitó que mucha población pronto alcanzara la libertad económica.

Caso contrario fue el de México, que experimenta un periodo colonial caracterizado por la homogeneidad religiosa, dominado por peninsulares y criollos y una población mestiza que crecía constantemente y sin ninguna prebenda, sometida a la metrópoli y con diferentes intereses regionales. Por ello, los procesos de independencia entre los dos vecinos que ocurren en un lapso de 34 años (1776 en EU y 1810 en México), dieron a luz a dos naciones completamente diferentes; de esta manera, para Estados Unidos lo prioritario era dar cauce a la necesidad de expansión provocada por el auge comercial y la inmensidad de los territorios cercanos a las trece colonias y para México la idea principal era lograr la integración y la cohesión interna entre las diversas regiones que conformaban la Nueva España.

Estas dos diferentes visiones del desarrollo; por una parte la necesidad de integración y por la otra, la urgencia por expandirse, provocaron los conflictos entre estas dos naciones ya desde entonces con dispar desarrollo: "la primera intervención estadounidense en México" ocurrida entre 1846 y 1848 culmina con la pérdida por parte de México de más de la mitad de su territorio (52%). Después vendrían en 1914 la segunda intervención, ocurrida en el marco de la revolución mexicana y de la cual se recuerda la gesta del teniente José Azueta y del cadete Virgilio Uribe así como también del pueblo del puerto de Veracruz. La tercera intervención americana fue conocida como "la expedición punitiva", donde de marzo de 1916 hasta febrero de 1917; 10,000 soldados americanos intentaron atrapar a Francisco Villa, como castigo por el ataque al poblado americano de Columbus; Nuevo México, la expedición fue un fracaso puesto que no logró atrapar a Villa, pero hizo posible que los americanos ensayaran y examinaran la capacidad en la guerra de camiones, automóviles, motocicletas, carros blindados, y aviones por primera vez en la historia humana.

Un valor estratégico que para estas dos naciones tienen los programas sociales y educativos impulsados por Justo Sierra e inspirados en las experiencias norteamericanas; pueblo al que el gran educador nunca le ocultó su admiración pero también su recelo. Más recientemente Daniel Cosío Villegas, impulsa el estudio de las ciencias económicas en México y para hacer frente al reto se prepara en las Universidades de Harvard, Wisconsin y Cornell y a su regreso funda la Facultad de Economía de la UNAM, y el Fondo de Cultura Económica para crear los estudios económicos de México, tal y como se hacía en Estados Unidos. Numerosos también son nuestros empresarios que aprovechando la vecindad han exportado esquemas empresariales, incluso han estudiado negocios en alguna de sus universidades (Instituto Tecnológico de Massachusetts) y el Instituto tecnológico de Monterrey. Es hasta el siglo pasado cuando hubo algunos periodos de entendimiento, pero es a finales de la década de 1980 y con la firma del TLC o NAFTA que las relaciones, sobre todo comerciales se incrementan.

Nuestro reto en materia de desarrollo político y económico no parece ser ya superar el sometimiento a los intereses americanos, más bien hoy los monopolios privados y estatales nos imponen condiciones de desarrollo, obstaculizando la competencia que tan bien practica nuestro vecino; en realidad el reto actual para México es superar la profunda desigualdad de nuestro país, abriendo la posibilidad se competir a todos los sectores y todos los niveles.

La integración con Estados Unidos lo ejemplifica; en ese sentido el norte es más dinámico y próspero que el sur, sencillamente porque su planta productiva se encuentra encadenada al mercado americano, claro está que en coyunturas económicas como la crisis económica actual, esa dependencia se manifiesta exponencialmente en los niveles de empleo, pero si el resto del país no encuentra la forma de integrarse hacia el norte o algún otro mercado internacional puede tener niveles de desarrollo iguales o peores que los actuales. No podemos cambiar la geografía y por tanto esta vecindad con el país más poderoso del mundo, lo que si podemos es cambiar su funcionalidad y hacer ver que esta vecindad es una oportunidad y no una debilidad. ¿Qué se necesita entonces para construir una relación moderna México-Estados Unidos, basada en plataformas sólidas y menos asimétricas?

Lo primero es convencernos que esta relación tiene que ser un espacio abierto a la cooperación y a la acción en común que beneficie a una integración silenciosa o escandalosa si se quiere, pero que se da en los hechos nos guste o no, porque 24 millones de mexicanos viven en EU de los cuales 9 millones nacieron en México y cinco millones de nuestros hogares viven de las remesas, además el 90% del comercio mexicano depende del intercambio con Norteamérica, también el 90% del turismo y el 70% de la inversión extranjera directa.

Los números son fríos, pero llevan implícitos la actividad diaria y la sobrevivencia de muchas personas que depende de que nos demos cuenta de que es necesario que esta relación se fortalezca y fluya los mejor posible. Fundar este país y después defenderlo de las agresiones externas costó literalmente sangre y fue una gesta que se realizó en el contexto de la construcción de nuestra identidad. Hoy México en muchos aspectos y gracias a nuestros héroes es un país moderno, falta hacer realidad el sueño de volverlo más igualitario. Hace 200 años Hidalgo, Allende, Aldama, Morelos, Vicente Guerrero, Leona Vicario y la Corregidora entre otros, no titubearon en pelear para construir una nación, sabían que existía una identidad, un lenguaje y unas costumbres comunes; y esa es la mejor lección que nos dejaron a las nuevas generaciones: una identidad no es estática, se construye poco a poco.

México es distinto al de hace 200 años, no creo que exista un mexicano que no quiera progresar sin perder la identidad. México y Estados Unidos tienen la oportunidad de mostrar al mundo de qué manera pueden utilizar la interdependencia en su beneficio y forjar una asociación real que funcione verdaderamente para crear más empleos y oportunidades, y para proveer un futuro más seguro y próspero para nuestros hijos. Un viejo proverbio dice: "En los tiempos de bonanza todos tus amigos saben quién eres, en los de adversidad tú sabes quiénes son tus amigos."

Los desafíos propician lazos más fuertes. No ha sido voluntario vivir en estos tiempos, pero nos ha tocado hacerlo; y aunque sean difíciles, debemos participar en el empeño de ampliar esta asociación y este futuro común entre estos dos grandes pueblos. La pregunta que se hicieron los héroes de la independencia era ¿qué somos?, hoy nosotros nos preguntamos ¿A dónde vamos?, construyamos un México moderno, orgulloso de sus raíces, pero abierto y tolerante al mundo.

¡Felicidades por 200 años de Independencia y por 100 de Revolución!

*Profesor-Investigador. Universidad Autónoma de Chiapas

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