Reinventando mitos desde la distancia: María Teresa León y su ‘Menesteos, marinero de abril’

July 26, 2017 | Autor: Ana Martínez García | Categoría: Literatura Del Exilio, María Teresa León
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Descripción

DOSSIER : LOS MITOS EN LA HISTORIA Y EN LA CULTURA

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Reinventando mitos desde la distancia: María Teresa León y su Menesteos, marinero de abril ANA MARTÍNEZ GARCÍA GELEC, UNIVERSIDAD DE CÁDIZ RESUMEN: Desde la distancia, los exiliados recrean de múltiples formas la tierra perdida a través de sus producciones culturales y científicas. En el exilio español de 1939 destaca su obra narrativa por los distintos modos de recordarla. Algunos recuerdan su infancia y adolescencia en sus escritos, otros recuperan un pasado remoto para procurar que su cultura perviva. Tal fue el caso de María Teresa León, que en la novela Menesteos, marinero de abril dio vida al héroe ateniense, fundador de la tierra natal de su esposo, Rafael Alberti, según expresaba en sus escritos. PALABRAS CLAVE: María Teresa León, Menesteos, Exilio Español de 1939, Narrativa española, Puerto de Santa María. SUMMARY: From the distance, the exiled recreate the multiple forms of their lost land through their scientific and cultural productions. In 1939 the Spanish exile stands their narrative by the different modes of remembering. Some of them remember their childhood and adolescence in their texts, others recover the remote past to ensure that their culture subsist. Such was the case of María Teresa León, who in the novel Menesteos, marinero de abril gave birth to the Athenian hero, founder of the homeland of her husband, Rafael Alberti, as he expressed in his writings. KEYWORDS: María Teresa León, Menesteos, Spanish Exile of 1939, Spanish Narrative, Puerto de Santa María. «Renueva los cimientos, desentierra las vencidas murallas, los fuertes bastiones. Recién nacido dios humano, la bahía de la gracia y la sal puebla de nuevos mitos.» R. Alberti, Ora marítima1

La distancia, el paso del tiempo, el destierro a fin de cuentas, deja huella en todos aquellos que lo experimentan. Cada cual transforma su obra, ya sea artística, científica, ensayística, etc., de un modo distinto para afrontar su nuevo destino, para trabajar en la línea que desarrollaba en la tierra perdida, para sumar sus conocimientos a las tendencias del país de acogida...

suyo fue el exilio de 1939, uno de los más largos, del que pudo regresar tras la caída del Régimen Franquista. Vivió toda su infancia junto una mujer transgresora, prima de su madre, María Goyri, y su esposo, el conocido filólogo e historiador Ramón Menéndez Pidal, circunstancia que produjo en ella una incipiente vocación literaria durante la adolescencia y una actitud diferente a la que ostentaban las jóvenes de su clase y edad.2

María Teresa León experimentó uno de los muchos destierros a los que los españoles han sido abocados durante la historia del país. El 1 2

ALBERTI, Rafael: Retornos de lo vivo lejano/Ora marítima, col. Letras Hispánicas, Madrid, Cátedra, Gregorio Torres Nebrera, ed., 1999, p. 301. ESTÉBANEZ GIL, Juan Carlos: «María Teresa León. De sus inicios literarios al exilio argentino», en Homenaje a María Teresa León en su centenario, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2003, ed. Gonzalo Santonja, p. 29.

78 Ubi Sunt? Nº 28, 2013, pp. 78-88, ISSN 1139-4250 · Fecha de recepción del original: 19/02/2013. Versión definitiva: 05/04/2013

Se casó apenas con 17 años y se divorció casi una década después, perdiendo la custodia de sus hijos. Tras la separación conoció a Rafael Alberti, quien sería su compañero hasta el fin de sus días. Junto a él, entre 1932 y 1933 viajó por diversos países europeos, rusos y americanos. De estos viajes regresó con conocimientos que enriquecerían su aportación a la dramática española y mayor claridad sobre sus tendencias políticas y literarias.3

En 1977 regresó a España. Desde entonces apenas apareció en público. Su salud iba en detrimento de forma muy acelerada, de perder la memoria pasó a perder el habla y, tras esta, la vida en 1988.7 María Teresa León destacó no sólo como mujer por sus actuaciones, sino por la relevancia estas. Su condición ideológica le llevó a participar en diferentes acciones culturales desde la Alianza de Intelectuales Antifascistas. En ella dirigió las famosas «Guerrillas de Teatro del Ejército del Centro», con Santiago Ontañón, Jesús García Leoz, Emilia Ardany, Juana Cáceres, etc. Su objetivo era aportar diversión y entretenimiento a quienes luchaban desde el frente y la retaguardia.8

Le sorprendió el estallido de la Guerra Civil en Ibiza. Desde allí se trasladó hacia Madrid, a la sede de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, para participar con la escritura a favor de la Segunda República. Dentro de ésta desempeñó numerosas actividades de carácter cultural.4

También colaboró con la Junta de la Defensa del Patrimonio evacuando numerosos cuadros de El Escorial, del Museo del Prado y los que se hallaban en las diversas instituciones de la provincia de Toledo. Gracias a esta intervención rescató obras de pintores célebres españoles como Velázquez, Goya, Zurbarán, etc., y de otras nacionalidades como Tiziano, Greco, etc.9

Con el fin de la contienda el matrimonio decidió exiliarse en Chile pero, por diferentes causas, finalmente se instalaron en Argentina durante dos décadas, que fueron muy fructíferas para ella. Publicó varios libros, colaboró en diversas publicaciones periódicas, tuvo un programa en la radio y otro en la televisión, escribió guiones y adaptaciones cinematográficas, etc.5

Su compromiso político se vertió, como buena literata, también en sus escritos. Desde su juventud, cuando colaboraba en el Diario de Burgos (1891-), comenzó a destacar por el carácter crítico y reivindicativo de sus textos.10

El cambio político que sufrió Argentina propició que abandonara el país, aunque estas circunstancias ya habían ocasionado una estancia en Uruguay años atrás. Entonces se trasladó con su familia a Roma, su último exilio, donde se estableció durante quince años. En los primeros brilló como en Hispanoamérica: continuó publicando, estableció su hogar como centro de reunión para personalidades relacionadas con el arte, la política, etc. Durante los últimos años enfermó de Alzheimer, comenzó a perder la memoria y, poco a poco, a desvincularse de la escritura y del mundo.6

Tras su adhesión al partido comunista, su inclusión en la literatura comprometida fue aún mayor. Fundó con Alberti la revista Octubre (1933), de carácter fundamentalmente político, mientras codirigía otra publicación, El Mono Azul (1926-1939), cuyo compromiso en los textos literarios con el inicio de la contienda, se convirtieron en literatura de urgencia, en

3 4 5

Ibid., pp. 30, 34-35. Ibid., pp. 37-38. GONZÁLEZ, María de los Ángeles: «María Teresa León: una biografía del exilio», en Homenaje a María Teresa León en su centenario, op. cit., pp. 45-46, 49-51. 6 ARNIZ SANZ, Francisco M.: «María Teresa León, entre el olvido y la memoria», en Homenaje a María Teresa León en su centenario, op. cit., pp. 73-74, 77. 7 Ibid., pp. 76-78. 8 ESTÉBANEZ GIL, Juan Carlos: «María Teresa León. De sus inicios literarios al exilio argentino», en Homenaje a María Teresa León en su centenario, op. cit., p. 40. 9 Ibid., p. 41. 10 ÁLVAREZ TEJEDOR, Antonio: «María Teresa León: literatura de compromiso de una mujer comprometida», en Homenaje a María Teresa León en su centenario, op. cit., p. 179.

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obras creadas con premura para informar y entretener al pueblo y a los soldados.11

ciones que se movían entre la ficción y la realidad, protagonizadas por figuras célebres del pasado. Fue este el caso de Paulino Masip y su colección de relatos Historias de amor (1943), donde se rescataban una docena de tormentosos amores, entre los que se hallaba Felipe II, Lucrecia Borgia, Mariano José de Larra, entre otros. En este grupo será donde se inscribirá la obra de León que en esta ocasión nos interesa.

Durante los primeros años de su exilio publicó, junto a varios libros de cuentos, las novelas Contra viento y marea (1941) y Juego limpio (1958), en las que aún quedaban restos de su compromiso político, su actitud crítica y deseos de cambio.12 De este modo, la obra narrativa de María Teresa León se inscribía en las sendas narrativas del destierro, con el deseo de preservar la cultura española creada desde la distancia, recrear la historia de España para mantenerla en sus recuerdos, rescatar vivencias del pasado experimentadas en su tierra natal, etc.

El otro gran eje inspirador de su producción narrativa fue la Guerra Civil Española y las vivencias experimentadas durante ella, tema que se extendió por otros géneros y ciencias. Uno de los mejores ejemplos de la escritura testimonial de este momento histórico fue el ciclo novelístico de El laberinto mágico escrito por Max Aub.13

LA NARRATIVA ESPAÑOLA DEL DESTIERRO DE 1939

El presente fue el segundo de los grandes temas de los literatos desterrados, quienes describieron sus nuevas vivencias desde diferentes perspectivas: como circunstancia, gracias a la descripción de su paulatina adaptación al país de acogida, con tintes positivos y negativos; y de forma objetiva, interiorizada, sin aproximarse a la vida social y moral del nuevo entorno, que aparecía retratado entre sátiras y descripciones pintorescas. Ejemplo de ello fue Perico en Londres de Esteban Salazar Chapela, donde se mostraba la adaptación de los españoles al país inglés.14

La narrativa, junto al ensayo, fue uno de los principales medios para recuperar y rememorar a España gracias a la multiplicidad de posibilidades que aportaba el género. Esto supuso que se establecieran tres líneas temáticas esenciales. La primera, por ser la más recurrente, fue el recuerdo del pasado, propiciado por el concepto que tenían de su estancia durante los primeros años, como un estado transitorio del que saldrían con brevedad. Pero, mientras transcurría el tiempo, se percataban de que el asentamiento que creían circunstancial se convertía en una situación duradera. Esto les llevó a obsesionarse por el pasado, que transmitían centrándose en tres motivos fundamentales: la infancia y adolescencia, como en el caso de Ramón J. Sender, quien se inspiró en su pueblo natal, Alcolea del Cinca, para crear numerosos personajes y espacios de sus obras novelescas, como El bandido adolescente, Crónica del Alba, etc.

Para quienes desearon apartarse de todo lo vivido, utilizar la abstracción, el intelectualismo y simbolismo fue el mejor recurso, aportando de este modo a sus textos una gran carga filosófica. Segundo Serrano Poncela fue uno de los españoles que escribió novelas bajo esta tendencia. Destacaba, entre otras, Seis relatos y uno más, donde describió a una serie de personajes ficticios insertos en la literatura deshumanizada de la llamada Generación del 27.15

Se aproximaban a su pasado más inmediato, con obras como La forja de un rebelde de Arturo Barea; o el remoto de su tierra perdida, relatando la historia de la España de los siglos anteriores para recordarla a través de narra11 12 13 14 15

Por último, tras años de exilio, surgieron nuevos motivos unidos al tema de España: una grave y desalentadora descripción del país y el

Ibid., pp. 180, 183. Ibid., p. 184. MARRA LÓPEZ, J. R., Narrativa española fuera de España (1939-1961), Madrid, Guadarrama, 1962, pp. 97-108. Ibid., pp. 108-117. Ibid., pp. 120-123.

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retorno hipotético de los desterrados. Esto podemos verlo en Réquiem por un campesino español de R. J. Sender, donde aparece retratada una España ficticia; y en El regreso de Francisco Ayala, novela en la que un español exiliado regresa y no halla nada de la España que añoró desde la distancia, lo que le lleva a regresar al país que le acogió como exiliado años atrás.16

Esta paciente esposa de orígenes castellanos quizá escondía aspectos autobiográficos de una Mª Teresa origen burgalés, casada con un hombre de mayor edad en su juventud, que un día decidió olvidar lo establecido y romper con ese matrimonio a través del recién instaurado divorcio. Luego, libre de ataduras, conoció mundo. Luchó por participar en múltiples actividades, en las que acabó siendo pionera, pero como Jimena también renunció a un primer plano, en este caso literario, para ser el gran apoyo de un buen poeta.

MENESTEOS, MARINERO DE ABRIL María Teresa León formó parte del cuantioso número de narradores del exilio. Escribió principalmente relatos inspirados en sus experiencias durante la guerra y nos legó sus memorias, que mezclaban sus vivencias de juventud en España, con las de madurez en los diferentes exilios que experimentó.

En el lado opuesto, porque la identificación de este mito estaría ligada a su esposo, tenemos a Menesteos, marinero de abril (1965), que rescataba la leyenda olvidada de un héroe troyano, en el que creía Rafael Alberti haber encontrado al fundador de su ciudad natal, es decir, de El Puerto de Santa María. Con él, la situación geográfica y la experiencia de la guerra se unían, y a la vez se aproximaban a la vida del hombre con el que compartió el destierro.

Además de escribir Menesteos, marinero de abril, escogió en otras dos ocasiones a figuras pertenecientes a un pasado remoto, a dos conocidas y míticas figuras de la historia de España, que transformó gracias al arte de novelar. En el primer caso, con el deseo de ofrecer una faceta desconocida de su historia y en el segundo, para reinventar su leyenda olvidada. Nos referimos a sus dos trabajos sobre la pareja Rodrigo Díaz de Vivar y Doña Jimena, titulados Don Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid campeador y Doña Jimena Díaz de Vivar, gran señora de todos. En ellos, especialmente en el segundo, nos ofreció una biografía novelada de una mujer que, como ella, se transformó en la estela de un cometa, en la sombra de un hombre de gran resonancia cultural y política. Según León, Jimena olvidó su origen de cuna e hizo multitud de esfuerzos que nadie ya recuerda, mientras su esposo se batía en un sinfín de lides durante años.

Se trataba de una figura recordada por el poeta gaditano, al que le había dedicado un largo poema en su Ora marítima y al que hizo referencia en su libro de memorias La arboleda perdida. Dicha composición, junto a otros fragmentos extraídos de los clásicos en los que se mencionaba al ateniense, encabezaron la primera edición de su novela. Para su escritura León se nutrió claramente de la experiencia, del conocimiento y de la obra de Rafael Alberti, pues al rastrear su producción literaria apenas aparecen referencias clásicas que, en cambio, se multiplican en la obra albertiana. 17 Lo eligió como referente por su experiencia vital, dado que partió de su tierra al finalizar la guerra troyana, iniciada con una causa oculta, de intereses económicos que iban más allá del rapto de Helena. Era fin de cuentas una causa en la que con el paso del tiempo dejó de creer, es decir, una guerra y una postura con la que se identificaban los desterrados españoles, que año tras año, década a década, perdía el sentido inicial con el que surgió.

Según narraba, cuanto más le alejaban la distancia geográfica y temporal de su esposo, más se multiplicaban las necesidades en su ruinoso hogar. Mientras tanto, como debía esperarse de una mujer de su clase, mirar hacia delante sin quejas ni rencores fue lo que ofreció.

16 Ibid., pp. 123-130. 17 Cfr. RAMOS JURADO, Enrique Ángel, «Retorno a los orígenes. La tradición clásica en la obra de Rafael Alberti y María Teresa León», Cuatro estudios sobre la tradición clásica en la literatura española (Lope, Blasco, Alberti y María Teresa León y la novela histórica), Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2001, pp. 59-92.

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Por tanto, Menesteos poseía la misma experiencia que ellos: el desengaño de vivir un conflicto tras el cual se erigió una época de represión, en la que tras décadas de lucha desde la distancia, muchos dejaron de combatir para aceptar su nueva vida, como hizo nuestro protagonista. Además, se trataba de un personaje cuya historia giraba en torno a España, país deseado y recordado desde la lejanía por todos los desterrados, introduciéndose así en una de las líneas novelísticas del exilio español de 1939.

acabarlo, sin ofrecer una diosa a los ciudadanos expectantes, sin establecer un nombre para ese santuario que quizás, a su muerte, sería recordado para el culto de Menesteos.

Partió de esta base, del recuerdo y la obra de Alberti, leyó las pocas referencias existentes sobre este héroe ateniense en la Geografía de Estrabón y La Iliada de Homero,18 y sin encontrar apenas datos del desconocido Menesteos, realizó una hermosa novela de contenido histórico pero sin base científica alguna, que se sitúa cronológicamente tras el final de la guerra troyana.

MENESTEOS: ENTRE LA HISTORIA Y LA FICCIÓN

De este modo, asistiríamos a un relato novelado de la fundación de un templete en torno a una ciudad existente, en la que ya se adoraban a otros dioses autóctonos, donde la pesca era uno de las principales actividades económicas junto al comercio.

Quizá, como apunta la novela, la edificación de un nuevo templete fue a la que se asoció la creación de un nuevo puerto conocido por el nombre del héroe ateniense, que coincide con los datos ofrecidos en de Estrabón. En ella mencionó dentro del libro tercero, dedicado a la Península, el puerto que Menesteos fundó y su oráculo entre las ciudades costeras del Atlántico de la Costa de la Luz.19 Sus indicaciones nos llevan a situar dicho puerto entre el Castillo de Doña Blanca y el Puerto de Santa María.20

Se inicia el relato con la llegada del hijo de Peteo a las aguas gaditanas en la búsqueda de Eneas, héroe troyano huido tras el final del conflicto. Allí tendrá a su llegada un amoroso encuentro con una joven, tatuada como referencia de ser sierva de una diosa, o quizás la señal de ser ella misma, que desapareció tras la espuma de las olas del mar y que buscará durante las siguientes doce escenas, un número con una gran carga de significado, por la referencia que hace a Hércules, un dios ligado también a la provincia.

Acerca de esta cuestión, las recientes excavaciones corroboran esta idea, al indicar que probablemente el Puerto de Menesteo estuviera situado en el Poblado de Doña Blanca o en sus cercanías. Este antiguo poblado que en la actualidad se conserva como yacimiento con acceso al público, o algún otro por descubrir en sus alrededores, estaría algo alejado de la costa, hecho que a priori nos hace pensar que no podría llamarse puerto y, por ello, no ser el Puerto de Menesteos. Esto ocurre si no tenemos en cuenta que la costa gaditana ha variado geográficamente durante los siglos que median entre la fundación de este lugar y la actualidad.

En ellas se describirán actividades, costumbres y gentes de la época, con un cuidado y escogido vocabulario, con un derroche de conocimiento del momento, articulado para trasladar al lector a las calles del asentamiento. En la última escena, en la que median décadas desde su llegada, cansado de caminar, con el cabello cano y vagabundo por las tierras de los toros de Gerión, comenzó el ateniense a construir un templo para su diosa, para su fugaz enamorada. Desafortunadamente murió sin

Parece ser que hasta allí llegaba el mar y la desembocadura del río Guadalete, aquel al que

18 TORRES NEBRERA, Gregorio, La obra literaria de María Teresa León (Autobiografía, biografías, novelas), Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1987, p. 108. 19 ESTRABÓN: «Libro III: Geografía de Iberia», Geografía de Iberia, col. Clásicos de Grecia y Roma, Madrid, Alianza Editorial, 2007, p. 159. 20 Ibid., pp. 459-460.

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Avieno, clásico traducido por Rafael Alberti, llamaba Criso, poseía una amplia marisma que llegaba hasta lo que hoy conocemos como Valdelagrana. Constaba de varios islotes que, con el paso del tiempo desaparecieron fundiéndose con los demás, entre los cuales se erigía uno más grande, que sería lo que actualmente conocemos como El Puerto de Santa María.

luchar contra los troyanos y rescatar a Helena. Y, en circunstancias similares, mientras este pasaba revista a las tropas que le acompañarían, dentro del Canto IV (vv. 327-364), también fue mencionado. Más tarde, en el Canto XII (vv. 331-363), apareció en una conocida batalla de la obra homérica, en el asalto a la muralla que rodeaba el campamento aqueo. Y, por último, se le aludió en dos ocasiones en los versos del Canto XIII (vv. 195-196; 689-690), luchando en una serie de contiendas contra los aqueos en el mar, gracias al apoyo de Poseidón, que intervino mientras Zeus se descuidó de sus obligaciones.22

Por tanto, Menesteos hipotéticamente no sería fundador de la ciudad portuense como cantaba en sus versos Rafael Alberti, sino que consumiría sus días en un asentamiento anterior, como el Poblado de Doña Blanca o alguno próximo, dado que sus restos son de carácter fenicio. Quizás este antiguo héroe participaría en su crecimiento, o en la fundación de un nuevo y desconocido puerto. Lo que sí está claro es que el Puerto de Menesteo pudiera existir realmente, aunque aún no se ha localizado ni la población ni sus restos, al igual que los de su oráculo del que hablaban los escritores clásicos.21

Aunque María Teresa León hubiera consultado estas obras, probablemente el mayor estímulo que recibió para a crear esta novela fue gracias un poema escrito una década antes por Alberti. En la obra a la que pertenecía, Ora marítima, poetizó una fusión de la historia y mitología de Cádiz, nutriéndose de las hazañas de Hércules, de escenas cotidianas de la ciudad en tiempos fenicios, retratando la danza de las puellae gaditanae, describiendo los toros de Gerión, etc.

Sobre los aspectos biográficos del ateniense, en la novela María Teresa León nos recordaba en múltiples ocasiones que era hijo de Peteo, de familia de reyes, aunque lo describe en sus páginas con una imagen deteriorada por una vida irregular, de caminante y vagabundo, que quizá terminara de enloquecer con una picadura de serpiente que sufrió al confundir al animal con la cintilla verde que ataba el cabello de su enamorada, el único recuerdo tangible de su amor. A pesar de ello, experimentaba leves momentos de lucidez en los que pensaba que el retorno a casa no era la solución. Desconocía ya si su familia, su mujer e hijos aún lo esperaban.

Una de las composiciones, «Menesteos, fundador y adivino», incluida en la novela de León, estaba dedicada al héroe. En él Alberti recreaba su mito, su historia, mientras anhelaba su regreso, deseoso de que fundara de nuevo su ciudad natal, de que restableciera de nuevo el orden y recuperara su esencia natural, perdida tras la instauración del Régimen Franquista.23 Contra las ideas del gaditano, bajo la pluma de María Teresa, la constitución del puerto a manos de Menesteos se aproximó más a los hechos arqueológicos constatados en la zona, que a la idealización de un héroe para engrandecer el recuerdo de la ciudad natal del poeta. A pesar de ello, el ateniense experimentó un proceso de ficcionalización. Su breve y desconocida historia personal fue reinventada, transformada al fundirse con las lecturas de la autora y sus experiencias personales.

Estos datos no los encontramos en la aparición de este héroe en la Iliada, donde podemos decir que su participación fue muy escasa. La primera aparición de Menesteos, hijo de Peteo y caudillo de los atenienses, está dentro del Canto II (vv. 546-556), concretamente en el «Catálogo de las Naves», listado en el que se nombraban a los aliados a Agamenón para

21 RUIZ MATA, Diego: «El poblado orientalizante del Castillo de Doña Blanca (Puerto de Menesteo) en El Puerto de Santa María (Cádiz)», D’Aquí y de Antes: revista de historia de El Puerto, nº 1, pp. 12-13, 20-21. 22 HOMERO: Iliada, col. Letras Universales, Madrid, Cátedra, ed. Antonio López Eire, 1991, pp. 77, 483, 513. 23 ALBERTI, Rafael: Retornos de lo vivo lejano./Ora marítima, op. cit., pp. 91, 301-302.

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SENTIMIENTOS Y EXPERIENCIA COMPARTIDA: IDENTIFICACIÓN ENTRE EL PERSONAJE HISTÓRICO NOVELADO Y LA AUTORA

que nunca dejó de recordar. Entonces, ambos sentimientos se fundieron, el del personaje y la autora, y el amor por la sierva de la diosa huída y el deseo de hallarla se convirtieron en la nueva patria del conductor de carros, la que ansiaba encontrar la escritora:

En la novela el sentimiento de desarraigo de María Teresa León, extensible a todos los desterrados y motivo recurrente en todos los géneros literarios abordados durante el exilio, fue trasladado al personaje. Por ello la historia se iniciaba como la suya propia en el destierro, con el final de una guerra y la llegada a unas tierras extrañas que ofrecían más que las propias, que habían sido devastadas:

¿Te contaron que hace días que te busco? Voy, perdido el aliento. Te sigo, porque sospecho que mi patria estará allí donde te encuentre. He abandonado mi barco, con todos sus marineros, por ti. No se ya donde encontrar a Arcesilao, ni al muchacho, ni al sacerdote, ni el mendigo, solamente tu me fijas, me clavas con tu aguja de coser tus vestidos de chiquilla. He olvidado, por la tuya, las voces anteriores. Dicen que eso ocurre al pasar el río de la muerte. Tú me has herido más que las espadas. Llegué a apretar mis manos sobre el borbotón de mi sangre, pero jamás me desmayé. ¡Ah!, creo que si mi boca vuelve a alcanzar la tuya me harás desvanecerme.25

[...]Ni mi armadura ni mis huesos hubieran podido soportar más golpes. ¿Oyes? Pero estábamos felices porque el incendio iluminaba todo tercamente, tocando de rosa victoria nuestros barcos. Alguien gritó: «Eneas, huye». Y otro le contestó: «Qué importa, quedémonos para el botín». Y el demás allá: «Volvamos pronto al divino arrullo de Atenas. Me faltan mis brazos. Yo era burrero. Me agradaba el olor a estiércol con que los asnos acariciaban mi nariz al alzar la cola... No he visto ni a mis asnos ni a mi mujer desde...» Yo levanté la mirada para consultar los augurios y, en vez de las túnicas flotantes de los dioses sólo vi las nubes huyendo hacia el poniente. Aún murmuró alguien cercano a mí: «Yo no deseo volver a Atenas. Ya no tengo en mi casa hembra que me caliente la cobija». [...]24

Tras años de búsqueda sin descanso, Menesteos pensó que erigir un templo para su amada sería construir un lugar en el establecer nuevas raíces, las mismas que León formó durante su exilio en Argentina. Allí estuvo más de veinte años y experimentó vivencias que enraízan tanto como el nacimiento de un hijo. De este modo, el marinero de abril, el nauta que había llegado en la primavera de su vida a unas aguas lejanas, ajado por el paso del tiempo consumió sus últimos años en construir el oráculo, quizá el lugar que tras su muerte fuera recordado como «Puerto de Menesteos».

Como vemos, algunas voces de los supervivientes de la guerra en la novela no veían luz más allá del lugar en el que se hallaban. Mientras tanto, Menesteos deseaba que algo sobrenatural le augurara un feliz futuro, pero no encontraba nada, solo el deber de continuar adelante.

Pero la identificación entre el personaje y León va más allá. En ocasiones, en la bella y lírica prosa con la que fue construida la novela, encontramos oculta su propia voz, su opinión acerca de muchas cuestiones. Tal es el caso del siguiente pasaje, donde la libertad de la que hablaba Menesteos nos recuerda a la que ella respiraba cuando vivía en la España de la Segunda República, a esa libertad que ansiaba, como anhelaba vencer durante la Guerra Civil:

Estas circunstancias le hacían quedarse en las tierras de Gerión, rodeado de gente desconocida, donde comenzó a invadirle la soledad cuando conoció el amor. Fue muy fugaz, de unas breves horas, pero el grato recuerdo se convertiría en su único compañero de viaje hasta la muerte. Esta añoranza será, en el alma de María Teresa León, el triste recuerdo de los años que vivió en España, del futuro que deseaba a su país, por el que luchó activamente y al

–Yo soy ciudadano libre, de Atenas. Esto quiere decir que grito, protesto, me golpeo la rodilla, amenazo, como poco, pero mando en mi hambre y, como cualquier hombre, acudo

24 LEÓN, María Teresa: Menesteos, marinero de abril, Madrid, Editorial Bercimuel, 2011, p. 73. 25 Ibid., p. 82.

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a salvar mi libertad ante el primer grito de combate. –No te entiendo. Si tienes hambre, ¿cómo puedes sostener el escudo? –A fuerza de orgullo, muchacho. Hay muchas clases de hambre. También sufrí la de gloria.26

nitos de arena salada de las playas del sur español, límites de la gracia divina, litorales para el amor, espuma de Venus.28

Como hemos visto, María Teresa León a través de Menesteos, marinero de abril, se adscribe a la narrativa del exilio centrada en el pasado español para aproximarse a su patria a través de la historia de la tierra de su esposo. Con esta recreación recuerda escenas olvidadas de un pasado mítico, y a través de ellas se siente por un instante más cerca del pasado perdido.

Esta unión, la identificación entre ambos, se hizo totalmente visible al final de la obra, instante en el que se situaban las dos voces desde la vejez. Entonces los sentimientos del exiliado afloraban en las dos almas al unísono, las cuales creían que la aventura del destierro debía terminar:

Mientras escribía esta novela, la autora estableció un importante paralelismo entre los sentimientos que sentía como desterrada y los que el héroe ficcionalizado experimentaba al establecerse en el poblado que le acogió. Ambos vivieron una serie de circunstancias que le habían llevado a una tierra lejana, a experimentar situaciones afrontadas con gran positivismo, como se intuía en las palabras del héroe ateniense. Que quizás provinieran de la actitud de la autora frente a su experiencia vital, virada en un caminar hacia adelante, guiado acaso por el amor que autora y personaje sienten, que borra todo lo demás.

Sí, era hora de regresar y no seguir mendigando en una patria ajena pues allá estaba, aguardándole siempre, la de los muros claros, con su diosa de la mirada glauca. Sí, debe regresar porque los hombres se sienten extranjeros fuera de los lugares de su infancia, desandar hacia los recuerdos... Y el marinero de abril deseó ardientemente que la aventura de su destierro de amor concluyese, porque le había tocado en el hombro la vejez.27

Al final de la obra, como en la vida de cualquier desterrado, todo se queda en olvido. Las tierras que les acogieron no les amaban, porque ellos tampoco ansiaban su acogida. Por ello, el puerto que quizá Menesteos fundó y su figura son poco recordados en la actualidad. Según María Teresa León, la falta de apego a las tierras que le dieron cobijo en sus últimos años habían hecho que su participación en ellas hubiera caído sobre las aguas de Leteo como en esta novela:

[...] Conoce muchas cosas y otras calla. Corrientes y contracorrientes de la vida lo han llevado hasta los mares que el poniente abrasa y por lo tanto allí están los Infiernos, el origen de las tinieblas, los ignotos finales. Pero él lo ve todo tan azul, que pudiera servir de cinturón de Venus.29

Una actitud que vacila, pues al recordar las tierras perdidas a veces se cae en la cuenta de que a cuando se retorne, se encontrará un lugar distinto al abandonado. Por ello, Menesteos en ocasiones pensaba que Troya no existía ya. Y, posiblemente tampoco la España que María Teresa recordaba más de un cuarto de siglo después del final de la contienda:

Dicen que Cronos deslizó sus miradas de reloj divino. Pasaron las generaciones, y una tarde un geógrafo descubrió la piedra fundamental de esta historia: PUERTO DE MENESTEOS. ¿Menesteos? Otros abrieron muchos libros antes de encontrarlo. ¿Menesteos Erechtiada, hijo de Peteo, descendiente de Erechteo, rey? Y por qué no. Pero ya aquel puerto no se llamaba de aquel modo y nadie hizo caso al fundador, conductor de carros veloces, paladín de Troya, marinero de abril, enamorado... Y nadie lo vio reírse, escondido entre los gra-

Sí, ya no existe Troya desde hace años. Dijo, le dijeron, o dijeron él y sus amigos: «Basta ya de batallas». Duele sostener el prestigio de la Hélade colgando sobre el hombro derecho. Las espadas son fruto abominable del engaña-

26 Ibid., p. 52. 27 Ibid., p. 150. 28 Ibid., p. 165. 29 Ibid., p. 40.

85 La pervivencia del mito de Medea en el cine contemporáneo, Marina Camino Carrasco

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do dios, quien las dejó caer en manos de los hombres para mal de mortales. [...]30

Cierto no se sabe de la estancia del ateniense en las aguas gaditanas, la realidad es que solamente documentos escritos desde ultramar hablan de él. Quizás, como algunos estudiosos indican, su nombre se adoptó con fines comerciales, para mejorar sus relaciones con los mercaderes griegos. Puede que el oráculo que existiera en su honor quizás venerase a una figura autóctona, con nombre próximo al de Menesteos, que los griegos confundieran en uno a su llegada.31

Esta identificación entre los sentimientos de la novelista y los que podía plasmar en este personaje, fue quizá la razón para escoger a este héroe legendario. Con él compartía la experiencia de la guerra, la vida desde la distancia de la tierra amada, entre otras vivencias y emociones, que dejó ver en sus páginas. Dejando a un lado la novela, sobre Menesteos como fundador de El Puerto de Santa María, León se ciñó a los datos de sus lecturas y no afirmó en la obra en ningún momento esta circunstancia, como hizo su esposo. Por el contrario nos describió las calles de un poblado con caracteres fenicios, con actividades relacionadas con la pesca, el comercio y la cuida de toros, que nos remiten a la realidad que los hallazgos arqueológicos confirman.

Puede que la estancia de Menesteos en las tierras gaditanas sea fruto de un espejismo, un recuerdo tan recreado desde antaño que ya no se sepa si fue imaginado, como aquel encuentro que el héroe tuvo con la joven sierva de la diosa del amor. Quizá alguien también lo vio caminando por la brillante arena y desapareció tras la espuma de las olas del mar una tarde de abril.

María Teresa León (Fundación Rafael Alberti, www.rafaelalberti.es)

30 Ibid., p. 43. 31 Antonio Tovar, «Papeletas de geografía turdetana», Homenaje al Profesor Cayetano de Mergelina, Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1962, p. 817; Javier de Hoz, Historia Lingüística de la Península Ibérica en la Antigüedad. I. Preliminares y mundo meridional prerromano, Madrid, CSIC, 2010, p. 450.

86 Ubi Sunt? Nº 28, 2013, pp. 78-88, ISSN 1139-4250

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Carta enviada por María Teresa León a Max Aub, Roma, 18 de Abril de 1964, Fundación Max Aub, C-10/30b, C-10/30b, C-10/30c, C-10/30d.

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BIBLIOGRAFÍA ALBERTI, Rafael: Retornos de lo vivo lejano/Ora marítima, col. Letras Hispánicas, Madrid, Cátedra, ed. Gregorio Torres Nebrera, 1999. DE HOZ, Javier: Historia Lingüística de la Península Ibérica en la Antigüedad. I. Preliminares y mundo meridional prerromano, Madrid, CSIC, 2010. ESTRABÓN: Geografía de Iberia, col. Clásicos de Grecia y Roma, Madrid, Alianza Editorial, 2007. HOMERO: Iliada, col. Letras Universales, Madrid, Cátedra, ed. Antonio López Eire, 1991. LEÓN, María Teresa: Menesteos, marinero de abril, Madrid, Editorial Bercimuel, 2011. MARRA LÓPEZ, J. R.: Narrativa española fuera de España (1939-1961), Madrid, Guadarrama, 1962. RAMOS JURADO, Enrique Ángel: Cuatro estudios sobre la tradición clásica en la literatura española (Lope, Blasco, Alberti y María Teresa León y la novela histórica), Cádiz, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 2001. RUIZ MATA, Diego: «El poblado orientalizante del Castillo de Doña Blanca (Puerto de Menesteo) en El Puerto de Santa María (Cádiz)», D’Aquí y de Antes: revista de historia de El Puerto, nº 1, pp. 9-24. SANTONJA, Gonzalo, ed.: Homenaje a María Teresa León en su centenario, Madrid, Sociedad Estatal de Conmemoraciones Culturales, 2003. TORRES NEBRERA, Gregorio: La obra literaria de María Teresa León (Autobiografía, biografías, novelas), Cáceres, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Extremadura, 1987. TOVAR, Antonio: «Papeletas de geografía turdetana», Homenaje al Profesor Cayetano de Mergelina, Murcia, Servicio de Publicaciones de la Universidad, 1962, pp. 813-820.

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