Regulación Emocional como Moderadora de la Relación Estrés-Salud en Desempleados Venezolanos

June 13, 2017 | Autor: Victor Sojo | Categoría: Psychology, Cognitive Science
Share Embed


Descripción

Behavioral Psychology / Psicología Conductual, Vol. 18, Nº 2, 2010, pp. 403-422

REGULACIÓN EMOCIONAL COMO MODERADORA DE LA RELACION ESTRÉS-SALUD EN DESEMPLEADOS VENEZOLANOS1 Víctor E. Sojo Monzón1 y Leticia R. Guarino2

Universidad Central de Venezuela; 2Universidad Simón Bolívar (Venezuela)

1

Resumen El objetivo de la investigación fue evaluar el papel moderador de la regulación emocional en la relación entre el periodo de desempleo y la salud física y mental percibida de los desempleados venezolanos. Se aplicaron instrumentos de autoinforme para cada una de las variables a 328 desempleados residentes de Caracas, Venezuela. Las regresiones jerárquicas indican que, la regulación de las propias emociones modera la relación entre el período de desempleo y el funcionamiento social, actuando así como factor protector en esta relación, mientras que la regulación de las emociones de otras personas actúa como un factor de riesgo para el funcionamiento social de estos individuos en periodos de desempleo prolongado. En general, la duración del desempleo está asociada con un deterioro en la salud global, mientras que la regulación de las propias emociones predice mayor bienestar para todos los indicadores de salud evaluados (ansiedad, depresión, somatización y disfunción social). Palabras clave: desempleo, salud, regulación emocional. Abstract This research aimed to assess the moderating role of emotional regulation in the relationship between length of unemployment and perceived physical and mental health of Venezuelan unemployed people. To do so, self-report instruments measuring each variable were applied to 328 unemployed residents in Caracas, Venezuela. Hierarchical regressions suggest that a longer period of unemployment is associated with a deterioration of the global health status, while regulating own emotions predicts a greater well-being for all the health indexes (anxiety, depression, somatization and social dysfunction). Additionally, regulating own emotions moderates the relationship between the period of unemployment and social functioning, acting as a protective factor. On the contrary, regulating others’ emotions works as risk factor for the social functioning of these individuals experiencing longer periods of unemployment. Key words: unemployment, health, emotional regulation. Correspondencia: Víctor Sojo, Escuela de Psicología, Edificio de la Facultad de Humanidades y Educación, Ciudad Universitaria de Caracas, Los Chaguaramos, 1051 Caracas (Venezuela). E-mail: victor. [email protected]

404

Sojo Monzón y Guarino

Introducción El trabajo es un factor central en la estructuración del autoconcepto, provee de una identidad, una actividad con la que las personas pueden identificarse, metas y propósitos que llegan a trascenderle y un conjunto de personas con quien relacionarse (Creed y Macintyre, 2001; De Jesús y Ordaz, 2006). Asimismo, suministra los medios necesarios para poder subsistir, acceder a educación, salud y recreación y les permite a las personas estar activas física y mentalmente (Álvaro, 1992). Por esto mismo pueden entenderse los efectos negativos debidos a la interrupción de muchas de las funciones que cumple el trabajo (Reynolds y Gilbert, 1991). Estar sin trabajo por tiempo prolongado puede resultar un evento estresante mayor (McKee-Ryan, Song, Wanberg y Kinicki, 2005). Kulik (2001) observó que la duración del periodo de desempleo se relacionaba de forma negativa con la frecuencia y tiempo invertido en la búsqueda de empleo. Por su parte, Álvaro (1992) expone que existe una relación entre el tiempo desempleado y el funcionamiento cognitivo, de tal manera que las personas desempleadas por períodos más prolongados necesitan más tiempo para realizar las mismas cosas, concentrarse y hacerlas con la misma habilidad que con anterioridad. Asimismo, expresan tener más dificultades en comenzar alguna tarea, mantenerse mentalmente activos, recordar cosas, tomar decisiones y comprender con rapidez lo que otras personas dicen. Sin embargo, en el estudio de Artazcoz, Benach, Borrell y Cortes (2004) no se encontró una asociación significativa entre el tiempo desempleado y la salud mental, siendo el tiempo de desempleo de 1 a 24 meses y midiendo la salud con la versión de 12 ítems del “Cuestionario de salud general” (General Health Questionnaire, GHQ; Goldberg, 1972). Considerando las inconsistencias informadas en la literatura, pareciera compleja la relación entre esta variable y la salud física y mental de los desempleados, de aquí la pertinencia de ahondar en el estudio de la misma y los posibles factores que la afectan. Si el período de desempleo se concibe como un evento o experiencia estresante, es lógico suponer que su compleja relación con la salud física y mental de los individuos en condición de desempleo se deba al efecto moderador de algunos factores personales que intervienen en la misma y que pueden resultar protectores o de riesgo dependiendo de las circunstancias (Gatt, 2005). En este sentido, una de las variables que mayor atención ha tenido como posible factor moderador de la relación entre eventos estresantes y salud en poblaciones adultas es la regulación o manejo emocional. La regulación emocional se puede entender como un recurso que permite al individuo valorar los estados afectivos, de tal forma que pueda identificar y discriminar cuáles deben ser mantenidos y cuáles modificados o eliminados, así como emplear estrategias adaptativas para cambiar o conservar las emociones que así lo requieran, tanto en él mismo como en otras personas (Salovey y Mayer, 1990; Sojo y Guarino, 2006). La regulación emocional, tanto de las propias emociones como de las emociones de otros, ha sido definida como una subdimensión del constructo de inteligencia emocional, descrito inicialmente por Salovey y Mayer (1990) y sus colaboradores (Mayer, Caruso y Salovey, 1999; Mayer, Perkins, Caruso, y Salovey,

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

405

2001; Mayer, Salovey, Caruso, y Sitarenios, 2001) y medido a través del “Inventario de inteligencia emocional de Sojo y Steinkopf - revisado” (IIESS-R, Sojo y Guarino, 2006) para población hispana. El interés en medir este constructo se debe al énfasis que diferentes investigaciones han dado a la regulación emocional como un factor protector de la salud en diversos grupos (p. ej., Akerjordet y Severinsson, 2007; Schutte, Malouff, Thorsteinsson, Bhullar y Rooke, 2007), como pacientes con cáncer (Schmidt y Andrykowski, 2004), adolescentes con ideación e intentos suicidas (Cha y Nock, 2009), o en muestras normales de estudiantes y trabajadores (Greven, ChamorroPremuzic, Arteche y Furnham, 2008; Montes-Berges y Augusto, 2007; Tsaousis y Nikolaou, 2005). Del mismo modo, se ha hablado de la regulación emocional como facilitador de un desempeño exitoso (Brief y Weiss, 2002; George, 2000; Gohm, 2003; Law, Wong y Song, 2004; Tucker, Sojka, Barone y McCarthy, 2000), indicando que esta característica de personalidad podría permitir a los individuos adaptarse a situaciones nuevas o amenazantes, motivarse a sí mismos, aceptar retos y mantener relaciones interpersonales eficaces. La regulación emocional ha sido conceptualizada como un recurso que se puede usar para modificar los propios estados afectivos, así como los de otros individuos. En el caso específico de la regulación de las propias emociones, las investigaciones apuntan a que es un factor protector de la salud y que impacta positivamente en el desempeño del individuo en su vida cotidiana (Akerjordet y Severinsson, 2007; Schutte et al., 2007). Sin embargo, Petrides y Furnham (2003) encontraron que individuos con mayores recursos para reconocer los estados afectivos (un elemento central para poder regular las emociones de acuerdo a Mayer et al., 2001), reaccionaron con mayor intensidad a procedimientos de inducción de afecto, inclusive ante la inducción de afecto negativo. Se ha encontrado que reaccionar de esa manera puede llevar a algunas personas a experimentar mayor estrés cuando afrontan situaciones difíciles (Guarino y Roger, 2005). Los resultados de Petrides y Furnham (2003) deben conducir a un análisis de las implicaciones de sobreinvolucrarse en la regulación de los estados afectivos de otras personas. Por ejemplo, Brown, Nesse, Vinokur y Smith (2003) encontraron un índice de mortalidad más bajo en adultos mayores que escuchaban las preocupaciones de sus parejas y los hicieron sentir amados y atendidos. Sin embargo, Liang, Krause y Bennett (2001) no encontraron efecto alguno de prestar apoyo social emocional a otras personas sobre los síntomas depresivos de los individuos que suministran el apoyo. Intentando dar cuenta de esos resultados, Strazdins y Broom (2007) plantean que el apoyo social es igual a un trabajo emocional (emotional labor). En tal sentido, requiere de la disposición de recursos afectivos propios para colocarlos al servicio de otras personas. Según los mismos autores, el apoyo social puede ser un trabajo de acompañamiento o de ayuda. El acompañamiento está orientado a reducir el aislamiento social, la soledad y a construir el sentido de pertenencia, felicidad y cercanía de la persona que lo recibe, por lo que está basado en emociones positivas y en ese estudio correlacionó negativamente con síntomas depresivos. Por

406

Sojo Monzón y Guarino

otro lado, la ayuda y el apoyo regulatorio, orientados al estrés y a detener conductas destructivas, pretenden asistir a otras personas en la regulación de la rabia y el estrés, para llevarlos de nuevo a un equilibrio emocional, por lo que básicamente la persona que presta ayuda está lidiando con emociones negativas. En la investigación citada, este último tipo de apoyo correlacionó positivamente con depresión en la persona que presta ayuda. Otro planteamiento que da cuenta de esta relación, basado en una variable teóricamente similar a la regulación emocional, es el de Guarino (2004), quien como parte del constructo de Sensibilidad emocional, describió la subdimensión de Sensibilidad interpersonal positiva como aquella capacidad de los individuos para identificar fácilmente emociones en otros y mostrar alta disposición para prestar ayuda y apoyo a aquellos que atraviesan circunstancias difíciles (véase Guarino, 2004, 2005; Guarino y Roger, 2005). Sin embargo, la autora advirtió que en contextos altamente estresantes esta característica individual podría perjudicar, en vez de favorecer, la salud del individuo que presta apoyo, si tal condición no se acompaña de formas de afrontamiento adecuadas, como el desapego o distanciamiento emocional (véase Guarino, Sojo y Bethelmy, 2007), que protejan al individuo de un involucramiento excesivo en las emociones negativas de los otros, haciendo que éste experimente en cierta forma el “estrés” de aquellos a los que intenta ayudar. El efecto protector de la sensibilidad interpersonal positiva conjuntamente con formas de afrontamiento por desapego fue probada en estudios con jóvenes universitarios (Guarino, 2004) y con médicos especialistas (Bethelmy, 2006). Asimismo, otros estudios que han investigado la relación entre empatía y depresión, específicamente en profesionales como enfermeros, asesores y trabajadores sociales, han encontrado que esta característica de personalidad puede actuar como factor de riesgo para la depresión cuando estos profesionales tienen recursos personales débiles, como por ejemplo baja autoestima, bajo apoyo social o bajo nivel educativo (Gawronski y Privette, 1997; Schieman y Turner, 2001). El desempleo usualmente implica sentimientos de vergüenza, rabia y tristeza (Song, Wanberg, Niu y Xie, 2006) que deben regularse exitosamente para proteger la propia salud y poder conseguir empleo nuevamente, por lo que resulta particularmente relevante evaluar el impacto de la regulación emocional bajo esta circunstancia. Creed, King, Hood y McKenzie (2009) encontraron una relación positiva entre la intensidad de búsqueda de empleo y estrategias de control emocional, usadas para modificar emociones perturbadoras cuando se afronta una tarea y también estrategias de control motivacional empleadas para mantener los objetivos y los esfuerzos cuando se persiguen metas a pesar de la insatisfacción con los logros alcanzados (ambos aspectos considerados en la medida de manejo de las propias emociones desarrollada por Sojo y Guarino, 2006). Sin embargo, en dicha investigación no se evaluó el impacto de las estrategias emocionales y motivacionales sobre la salud de los desempleados y tampoco se consideró la situación del control de las emociones de otras personas. Así mismo, el desempleo afecta negativamente no sólo al desempleado sino también a las personas que lo rodean (Chiu y Ho, 2006). En personas casadas el desempleo en uno de los miembros de la pareja puede inducir depresión en ambos, mediante el

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

407

compartir de la misma situación económica, incrementando sentimientos de tristeza, rabia y hostilidad en los dos, creando conflictos en la relación marital (Howe, Levy y Caplan, 2004). Igualmente, el estrés producto del desempleo usualmente lleva al retiro del apoyo social dentro del matrimonio, reduciendo la satisfacción con el mismo y reforzando síntomas depresivos en ambas partes (Vinokur, Price y Caplan, 1996). Por otro lado, las presiones económicas (comunes ante largos periodos de desempleo) están asociadas a más conflicto marital, conflictos con hijos adolescentes por razones económicas y síntomas depresivos y ansiosos en estos últimos (Conger, Ge, Elder, Lorenz y Simons, 1994). De tal manera que las personas desempleadas no solamente deben regular eficazmente sus propias emociones, sino los estados afectivos de los individuos que los rodean, los cuales se ven afectados por la situación de desempleo. Esto hace aun más importante evaluar el posible papel de la regulación de las emociones de otras personas sobre la propia salud del desempleado. Hasta ahora, pareciera existir evidencia sobre el efecto benéfico que tiene en la salud individual poder regular las propias emociones, reparando estados afectivos negativos. Por el contrario, los estudios sugieren que involucrarse en prestar ayuda a otras personas, sobre todo cuando no se tienen los recursos personales apropiados, puede devenir en el deterioro de la propia salud. El efecto de prestar apoyo emocional a terceros sobre la salud de la persona que provee dicho apoyo requiere ser comprobado específicamente considerando el impacto de experiencias estresantes vividas por la propia persona que presta ayuda, en este caso el desempleado. En esta investigación el objetivo fundamental fue evaluar la interacción de la regulación de las propias emociones y las emociones de otras personas con la duración del periodo de desempleo, como un factor estresante, en el efecto que tienen sobre la salud. En este sentido, se intentó determinar si la regulación emocional funciona como variable moderadora de la relación entre el estrés asociado a la condición de desempleo y la salud de estos individuos. Se trabajó con varios indicadores de salud, como la percepción de síntomas depresivos, de ansiedad, somatización y disfunción social, en un extremo del continuo, hasta una salud mejor que lo habitual en las mismas cuatro áreas en el otro extremo, sobre todo porque el desempleo puede tener un impacto en muchas esferas de la vida cotidiana, de tal manera que se debe tener una visión más comprehensiva del efecto del mismo sobre los diversos factores que pueden definir el bienestar individual. Método Participantes Los voluntarios que colaboraron con esta investigación son considerados desempleados, específicamente personas que para el momento del estudio: no tenían un empleo asalariado o un empleo independiente, estaban disponibles para trabajar en un empleo, habían tomado medidas concretas para buscar un empleo en un período reciente especificado y estaban sin ingreso económico por concepto de trabajo.

408

Sojo Monzón y Guarino

Los 328 participantes eran residentes del Distrito Capital de Venezuela, distribuidos en 50,6% hombres (n= 166) y 49,4% mujeres (n= 162), con edad media de 31 años (rango de edad entre 18 y 65 años; DT= 9,43) y tenían una media de desempleo de un año (DT= 1,57; mediana= 5 meses; rango: entre un mes y 11 años). Instrumentos a) Datos sociodemográficos: se realizó un apartado de datos como la edad, el sexo y el tiempo de desempleo (en meses), la cantidad de años trabajando antes de quedar desempleado y el número de personas que dependen económicamente del desempleado. b) Subescala de Manejo emocional del “Inventario de inteligencia emocional de Sojo y Steinkopf - Revisado” (IIESS-R; Sojo y Guarino, 2006). Se tomaron las respuestas de los participantes a los 12 ítems de la subescala de Manejo emocional (escala que conceptual y operacionalmente evalúa regulación emocional) y se sometieron a un análisis de componentes principales con rotación oblicua. La prueba de Esfericidad de Bartlett arrojó un c2= 1258, p< 0,0001. Considerando los valores propios mayores que 1 y el gráfico de sedimentación (Grimm y Yarnold, 2002) se extrajeron dos factores que explicaban el 51,72% de la varianza de la subescala. Los seis ítems que evalúan el manejo de las propias emociones correlacionaron con el primer factor con cargas superiores a r= 0,400 en el primer factor y los seis que evalúan el manejo de las emociones de otras personas cargaron en el segundo factor con cargas superiores a r= 0,300. Dos ítems de manejo de las emociones de otras personas presentaron cargas dobles, pero se mantuvieron en este factor por su consistencia teórica (véase Apéndice). En ambos factores las puntuaciones más altas reflejan que la persona se involucra en esfuerzos sistemáticos por modificar o regular estado afectivos negativos, ya sea en ellos mismos o en otras personas, con un rango de valores entre 1 (Totalmente en desacuerdo) y 4 (Totalmente de acuerdo). Los índices de consistencia interna resultaron bastante aceptables para los dos factores: 1) manejo de las propias emociones (α de Cronbach= 0,791) y 2) manejo de las emociones de otras personas (α= 0,741). c) “Cuestionario de salud general” (General Health Questionnaire, GHQ; Goldberg, 1972) versión hispana de Molina y Andrade (2002). Esta escala está compuesta por 28 ítems que describen síntomas de ansiedad, depresión, somatización y disfunción social, respecto a los cuales los participantes deben indicar la frecuencia relativa con la que los han padecido en las últimas semanas, con un rango de posibilidades desde 0= Mucho más que lo habitual hasta 3= No, en lo absoluto. Las puntuaciones más altas reflejan una mejor salud. Los índices de consistencia interna (α de Cronbach) resultaron óptimos para todas las dimensiones del GHQ en la muestra de estudio, oscilando entre 0,80 y 0,93, y con un α= 0,93 para la escala completa.

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

409

Procedimiento Se desarrolló un estudio por cuestionarios de tipo transversal, recolectando información durante seis meses, contactando a los participantes directamente en la sala de espera de dos agencias de empleo del Ministerio del Trabajo y una organización no gubernamental sin fines de lucro, ambas instituciones situadas en Caracas, Venezuela, y destinadas a asesorar, entrenar y ubicar personas en trabajos. El muestreo fue no probabilístico (Kerlinger y Lee, 2002), dos psicólogos clínicos en calidad de asistentes de investigación solicitaron a los desempleados que asistieron a estas agencias que respondieran los instrumentos en el mismo orden en el que fueron presentados en este artículo en la sección de instrumentos, explicándoles la naturaleza del estudio y que su participación era completamente voluntaria y no vinculada con los servicios de las instituciones donde se les contactó. Resultados En todas las pruebas estadísticas a ser presentadas se emplea como nivel de significación alfa de 0,05, igualmente todas las pruebas se hicieron con significación bilateral. Una breve revisión de los factores sociodemográficos indicó que en esta muestra la cantidad de años trabajando antes de quedar desempleado y el número de personas que dependen económicamente del desempleado no presentaron relaciones significativas con ninguna de las variables estudiadas, por lo que dichos resultados se excluyeron. Igualmente, no se encontraron diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a la edad, pero sí en relación con la duración del periodo de desempleo (t [303]= 2,09; p< 0,05; d= 0,24). Específicamente, los hombres tuvieron un tiempo promedio de desempleo de nueve meses y medio y las mujeres de 14 meses. Al relacionar la edad y la duración del desempleo se encontró que en esta muestra los participantes de mayor edad llevan mucho más tiempo sin trabajo que los jóvenes (r [303]= 0,250; p< 0,001). Se promediaron las respuestas de los participantes a los ítems de las subescalas de los instrumentos de manejo emocional y salud general por separado, de tal manera que los estadísticos descriptivos y bivariados están en la misma escala que emplearon los participantes al responder dichos instrumentos. En la tabla 1, las medias de los participantes en las dimensiones de regulación emocional indican qué tanto la regulación de las propias emociones como las emociones de otras personas son altas en esta muestra. En cuanto a los indicadores de salud, el hecho de que todas las medias estén por encima de la puntuación de 2 en este instrumento indica que los participantes se han sentido bastante mejor de lo habitual física, emocional y socialmente, sin embargo, la puntuación más baja se encuentra en el funcionamiento social. Al comparar los tipos de regulación emocional dependiendo del sexo (tabla 1), se aprecia que los hombres tienen una mayor regulación de las propias emociones que las mujeres. En cuanto a los indicadores de salud, las mujeres manifestaron, de forma significativa, más sintomatología somática, ansiosa y disfunción social que los hombres.

410

Sojo Monzón y Guarino

Por otro lado, tanto la edad como la duración del periodo de desempleo se encontraron correlacionadas negativamente con la disfunción social y salud general. Las personas de mayor edad y con más tiempo desempleadas manifiestan más disfunción social y peor salud general que las personas jóvenes y con menos tiempo desempleadas. Sin embargo en todos los casos las correlaciones son muy bajas (tabla 1). Tabla 1 Pruebas t de student y d de Cohen’s para diferencias de sexo y correlaciones bivariadas de edad y duración del desempleo con las variables estudiadas Variables

M (DT) M (DT) M (DT) t sexo total mujeres hombres

d rxy edad sexo

rxy DD

Manejo emocional (IIESS-R) Regulación de emociones 3,21 propias (0,58)

3,14 (0,60)

3,29 (0,54)

-2,202* -0,24

0,031

0,001

Regulación de emociones 3,16 de otros (0,57)

3,11 (0,58)

3,21 (0,56)

-1.566 -0,17

0,073

-0,057

Salud (GHQ) Somatización

2,27 (0,63)

2,19 (0,66)

2,36 (0,60)

2,430* 0,27

-0,065

-0,071

Ansiedad

2,31 (0,69)

2,23 (0,70)

2,39 (0,67)

2,065* 0,23

-0,106

-0,056

Disfunción social

2,25 (0,49)

2,19 (0,51)

2,31 (0,48)

2,132* 0,24 -0,188** -0,156**

Depresión

2,77 (0,49)

2,78 (0,48)

2,76 (0,50)

0,353

0,04

Salud general

2,40 (0,46)

2,35 (0,47)

2,45 (0,47)

1,847

0,21 -0,158** -0,155**

-0,028

-0,059

Notas: **p< 0,01; *p< 0,05. IIESS-R= Inventario de inteligencia emocional de Sojo y Steinkopf - Revisado; GHQ= Cuestionario de salud general; DD= Duración del desempleo.

Considerando los resultados en torno al sexo y la edad como variables asociadas a la regulación emocional y la salud, se decidió controlar las mismas en los análisis de regresión jerárquica para evaluar el efecto moderador de la regulación emocional en la relación entre la duración del desempleo y la presencia de síntomas en las cuatro dimensiones del GHQ. Siguiendo las recomendaciones de Aiken y West (1991) y Baron y Kenny (1986) para el cálculo de interacciones entre variables empleando regresión múltiple para evaluar efectos de moderación, se procedió a la transformación de los

411

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

valores obtenidos por los participantes en todas las escalas empleadas, en edad y duración del periodo de desempleo a puntuaciones estandarizadas z, y el sexo en una variable dummy (Mujeres= 0, Hombres= 1), creando posteriormente los términos de interacción entre los dos tipos de regulación emocional y duración del desempleo. En los resultados se muestran y analizan los coeficientes b no estandarizados. De esta manera, en un primer paso de las regresiones para predecir cada uno de los indicadores de salud del GHQ se incluyó el sexo y la edad de los participantes, en un segundo paso la duración del periodo de desempleo, en el tercer paso los dos factores de regulación emocional (propias y de otras personas), y en un último paso los términos de interacción de regulación de las emociones (propias y de otras personas) con la duración del periodo de desempleo. La tabla 2 muestra el modelo resumido para la predicción de la Salud general. En el análisis por pasos se observa que la edad hace una contribución significativa, específicamente las personas de mayor edad manifiestan más deterioro en su salud general (b= -0,156; p< 0,01). Igualmente, la duración del periodo de desempleo está asociado negativamente con la salud (b= -0,132; p< 0,05). La regulación de las propias emociones presenta una relación significativa con la salud general (b= 0,240; p< 0,001), revelando en este caso que a mayor regulación de las propias emociones mayor bienestar general en los desempleados. Sin embargo, para la puntuación de salud global la interacción no resultó significativa, por lo que se descarta la hipótesis de moderación para este indicador. Tabla 2 Modelo de regresión jerárquica para la predicción de la Salud general b

Modelo Paso 1 1

2

Sexo

0,116

Edad

-0,156**

Paso 2 Duración del desempleo Regulación de emociones propias

0,240**

Regulación de emociones de otros

-0,018

Paso 4 4

Regulación de emociones propias x Duración del desempleo

0,037

Regulación de emociones de otros x Duración del desempleo

-0,144

Nota: **p< 0,01; *p< 0,05.

Cambio en R2

Cambio en F

0,018

0,028

4,172*

0,028

0,014

4,181*

0,075

0,053

8,361**

0,084

0,015

2,343

-0,132*

Paso 3 3

R2 corregida

412

Sojo Monzón y Guarino

En la tabla 3 se puede apreciar que de todas las variables estudiadas en la predicción de la Depresión, sólo la regulación de las propias emociones mantiene una relación significativa con ésta (b= 0,237; p< 0,001), revelando en este caso que a mayor regulación de las propias emociones los desempleados presentan menos sintomatología depresiva. Tabla 3 Modelo de regresión jerárquica para la predicción de la Depresión b

Modelo 1 2 3

4

Paso 1 Sexo Edad

Cambio en R2 0,002

Cambio en F 0,343

0,007

0,004

1,198

0,047

0,060

9,209**

0,050

0,010

1,463

-0,070 -0,004

Paso 2 Duración del desempleo Paso 3 Regulación de emociones propias Regulación de emociones de otros Paso 4 Regulación de emociones propias x Duración del desempleo Regulación de emociones de otros x Duración del desempleo

R2 corregida 0,002

-0,073 0,237** 0,014 0,072 -0,135

Nota: **p< 0,01; *p< 0,05.

En el modelo creado para predecir la Somatización (tabla 4) se observa que entre las variables controladas, sólo el sexo hace una contribución significativa (b= 0,170; p< 0,05), revelando que las mujeres presentan más sintomatología somática. Nuevamente, sólo la regulación de las propias emociones mantiene una relación significativa con la somatización (b= 0,187; p< 0,05), por lo que a mayor regulación de las propias emociones, mejor salud física por parte de los desempleados. En la predicción de la Ansiedad (tabla 5), de nuevo sólo la regulación de las propias emociones mantiene una relación significativa con este indicador de salud (b= 0,239; p< 0,001), de manera que a mayor regulación de las propias emociones, menor presencia de síntomas de ansiedad en los desempleados. En la predicción de la Disfunción social (tabla 6) se observa que las personas de mayor edad manifiestan más desajuste social (b= -0,214; p< 0,001). La regulación de las propias emociones también es un predictor significativo del funcionamiento social (b= 0,198; p< 0,001), por lo que las personas que manejan sus propias emociones expresan un mejor ajuste social. Adicionalmente, se encontraron dos interacciones significativas de la regulación de las propias emociones y la regulación de

413

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

las emociones de otras personas con la duración del periodo de desempleo en su efecto sobre la disfunción social, sugiriendo que la regulación emocional modera la relación entre el estrés del desempleo y la presencia de disfunción social en sentidos inversos, protector para el primero y de riesgo para el segundo. Tabla 4 Modelo de regresión jerárquica para la predicción de la Somatización b

Modelo 1 2 3

4

Paso 1 Sexo Edad Paso 2 Duración del desempleo Paso 3 Regulación de emociones propias Regulación de emociones de otros Paso 4 Regulación de emociones propias x Duración del desempleo Regulación de emociones de otros x Duración del desempleo

R2 corregida 0,006

Cambio en R2 0,016

Cambio en F 2,365

0,005

0,002

0,682

0,032

0,034

5,120**

0,029

0,003

0,508

0,170* -0,058 -0,053 0,187* -0,009 -0,035 -0,031

Nota: **p< 0,01; *p< 0,05.

Tabla 5 Modelo de regresión jerárquica para la predicción de la Ansiedad b

Modelo 1 2 3

4

Paso 1 Sexo Edad Paso 2

Cambio en R2 0,019

Cambio en F 2,793

0,006

0,001

0,197

0,034

0,034

5,216**

0,038

0,011

1,626

0,160 -0,092

-0,029 Duración del desempleo Paso 3 0,239** Regulación de emociones propias -0,125 Regulación de emociones de otros Paso 4 Regulación de emociones propias x -0,044 Duración del desempleo Regulación de emociones de otros x -0,074 Duración del desempleo

Nota: **p< 0,01; *p< 0,05.

R2 corregida 0,009

414

Sojo Monzón y Guarino

Tabla 6 Modelo de regresión jerárquica para la predicción de la Disfunción social b

Modelo Paso 1 1

2

Sexo

0,159

Edad

-0,214**

Paso 2 Duración del desempleo Regulación de emociones propias

0,198**

Regulación de emociones de otros

0,101

Paso 4 4

Cambio en F

0,043

0,052

7,959**

0,050

0,011

3,389

0,119

0,074

12,325**

0,138

0,024

4,050*

-0,119

Paso 3 3

R2 Cambio corregida en R2

Regulación de emociones propias x 0,217** Duración del desempleo Regulación de emociones de otros x Duración del desempleo

-0,181*

Nota: **p< 0,01; *p< 0,05.

Calculando las pendientes simples para la interacción de la regulación de las propias emociones y la duración del periodo de desempleo (Preacher, Curran y Bauer, 2006), se observó que las personas con alta regulación de las propias emociones (M + 1 DT) presentan un mejor ajuste social que los demás participantes sin importar el tiempo de desempleo (b= 0,068; p=0,458). Sin embargo, en el caso de los individuos con una baja o pobre regulación de las propias emociones (M - 1 DT), un mayor tiempo de desempleo implica un mayor deterioro en su funcionamiento social (b= -0,366; p< 0,001). Esta relación está ilustrada en la figura 1. Un resultado aun más interesante se encuentra en la interacción de la regulación de las emociones de otras personas y la duración del periodo de desempleo, en su efecto sobre la disfunción social. En este caso, los individuos con una baja regulación de las emociones de otras personas (M - 1 DT) informan de un peor funcionamiento social, cuando tienen poco tiempo desempleado manteniéndose este indicador de bienestar al mismo nivel cuando el tiempo de desempleo aumenta (b= 0,031; p= 0,72). Por su parte, las personas con una alta regulación de las emociones de otras personas (M + 1 DT) presentan un mejor funcionamiento social que el resto de los participantes cuando llevan poco tiempo desempleados, pero mientras más tiempo llevan desempleados hay un mayor deterioro en su funcionamiento social (b= -0,329; p< 0,01), como se ilustra en la figura 2.

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

Figura 1 Interacción entre la regulación de las emociones propias y la duración del desempleo en su efecto sobre la disfunción social

Figura 2 Interacción entre la regulación de las emociones de otros y la duración del desempleo en su efecto sobre la disfunción social

415

416

Sojo Monzón y Guarino

Discusión El objetivo de este estudio ha sido evaluar el posible rol moderador de la regulación emocional en la relación entre el estrés del desempleado y su salud. En este trabajo se ha asumido el tiempo o duración del desempleo como el evento o estímulo estresante que formaría parte del modelo de moderación. Los resultados indican que los hombres desempleados tienen un menor deterioro físico y psicológico que las mujeres en esta condición. Estos resultados contradicen el conocimiento común según el cual el desempleo es más dañino para la salud mental de los hombres. McKee-Ryan et al. (2005) mantienen dos hipótesis alternativas para explicarlo, primero puede ser que la diferencia entre sexos solamente esté mostrando los hallazgos generales según los cuales las mujeres manifiestan mayor depresión y peor salud mental que los hombres, lo cual se ha encontrado con anterioridad en la población venezolana (Eblen, Vivas y García, 1990). Una explicación un poco más compleja se basa en investigaciones recientes que sugieren que los cambios en los roles de género han permitido que el trabajo tenga un papel más central en la vida e identidad de las mujeres trabajadoras (Lee y Owens, 2002; Waters y Moore, 2002). Sin embargo, es necesario hacer más investigaciones para indagar los factores que contribuyen al deterioro diferencial en la salud de los hombres y las mujeres desempleados, considerando por ejemplo la identificación con el trabajo como un factor moderador (Brown, 1996). Por otro lado, se debe destacar que en esta muestra las mujeres tienen periodos de desempleo más largos que los hombres. Adicionalmente, en Venezuela, tal como señala el Instituto Nacional de Estadísticas (INE, 2009) para el periodo en el que se estaba recogiendo la información de esta investigación, la tasa de desocupación de las mujeres (13,0%) era mayor que la de los hombres (10,5%). La tendencia anterior ha permanecido así en todos los datos disponibles en línea en la página web oficial del INE (desde 1999 hasta febrero de 2009), de tal manera que pareciera más difícil para las mujeres desempleadas venezolanas encontrar un trabajo, por lo que los resultados anteriores no deben sorprender. Posiblemente producto del agotamiento psicológico generado por esta situación sostenida, las mujeres pueden estar presentando más síntomas que los hombres. Adicionalmente, las mujeres manifiestan una peor regulación emocional en comparación con los hombres, factor que según estos resultados y otros estudios (Akerjordet y Severinsson, 2007; Cha y Nock, 2009; Greven et al., 2008; MontesBerges y Augusto, 2007; Schmidt y Andrykowski, 2004; Schutte et al., 2007; Tsaousis y Nikolaou, 2005) puede ser protector, teniendo como consecuencia para ellas un mayor deterioro en su salud. La edad también es una variable relevante y se encuentra asociada negativamente con la salud general y con el funcionamiento social en esta muestra de desempleados. Estos resultados son congruentes con los presentados por Kulik (2001), quien encontró que las personas entre los 36 y 52 años tuvieron un mayor deterioro en su salud percibida que los más jóvenes. Muy probablemente, la explicación a dicho fenómeno se encuentra en el hecho de que las personas de edad media (35 a 50 años) se encuentran en el periodo

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

417

más productivo de su vida, están en un momento en el que deben mantener el hogar, criar hijos y ser útiles para la sociedad, en comparación con los más jóvenes, que usualmente no tienen dichas responsabilidades ni las presiones sociales para adquirirlas. Así, es muy probable que el funcionamiento social, entendido como la medida en la que la persona se ha podido mantener activa, tomando decisiones importantes y preservando las relaciones de su vida cotidiana, se vea más afectado en personas de mayor edad que están desempleadas. Con respecto a los resultados de la evaluación de la hipótesis de moderación para la regulación emocional, los mismos indicaron que las subdimensiones de esta variable (regulación de las propias emociones y de las emociones de los otros) actúan como moderadoras sólo en la relación entre la duración del desempleo y la disfunción social, como indicador de salud. Es decir, la regulación emocional no parece moderar la relación entre la duración del desempleo y la salud de los desempleados para indicadores de bienestar como ansiedad, depresión, somatización y la salud general. Igualmente, en el caso de los indicadores de salud mencionados la regulación de las propias emociones funcionó como un predictor directo de una mejor salud, tal como se ha visto en investigaciones anteriores (p. ej., Akerjordet y Severinsson, 2007; Schutte et al., 2007; Sojo y Guarino, 2006). Lo más interesante de estos resultados fue la dirección o modalidad de interacción encontrada entre la duración del desempleo y los dos factores de regulación emocional en su impacto sobre el funcionamiento social. La regulación de las propias emociones moderó la relación en un sentido positivo y protector, de tal manera que las personas con mayor tiempo desempleados que reparan sus propias emociones negativas se mantienen funcionando socialmente (mantenerse activo, hacer las tareas cotidianas apropiadamente, tomar decisiones importantes, sentirse satisfecho y disfrutar de las actividades cotidianas), a diferencia de los que no hacen este proceso de reparación, los cuales se deterioran con el tiempo. Los resultados de este estudio coinciden con los encontrados por Akerjordet y Severinsson (2007) y Schutte et al. (2007), que además han sido observados en diversas poblaciones y más específicamente en grupos de estudiantes y trabajadores (Greven et al., 2008; Montes-Berges y Augusto, 2007; Tsaousis y Nikolaou, 2005). Por su parte, la regulación de las emociones en los otros, aún siendo una dimensión del constructo de inteligencia emocional, modera en un sentido negativo, actuando como un factor de riesgo. Específicamente, los desempleados que, frente al alto estrés generado por un prolongado período de desempleo, se ocupan más por tratar de manejar o regular las emociones de los otros, ven su funcionamiento social más deteriorado que aquellos que, frente a la misma circunstancia, no se ocupan de regular las emociones de otras personas. Pareciera, entonces, que la experiencia estresante del desempleo requiriera más de los recursos personales del individuo para disminuir su propia sobrecarga emocional, que el utilizar estos recursos para regular las emociones negativas de quienes le rodean. El hecho de que la regulación de las emociones de los otros actúe como factor de riesgo para los desempleados podría estar asociado con la carencia de otros recursos personales y sociales que facilitarían la tarea de entender a los otros y apoyarles en sus necesidades, así como a las tensiones interpersonales que se pueden

418

Sojo Monzón y Guarino

producir con los individuos próximos debido a periodos de desempleo prolongado (Conger et al., 1994; Howe et al., 2004; Vinokur et al., 1996). Este fenómeno coincide de manera importante con el descrito por algunos autores con respecto al impacto de la empatía (p. ej., Bonino y Giordanengo, 1993; Gawronski y Privette, 1997; Schieman y Turner, 2001), la sensibilidad interpersonal positiva (p. ej., Guarino, 2004; 2005) y el apoyo social de ayuda (p. ej., Strazdins y Broom, 2007) sobre la salud, cuando los individuos que intentan dar apoyo emocional a los otros no cuentan con adecuados recursos de afrontamiento u otras características personales como alta autoestima, locus de control interno o adecuado nivel educativo, para evitar la sobre implicación o involucramiento excesivo en el estrés de los demás. En este sentido, el intentar regular las emociones de otros cuando se atraviesan experiencias estresantes y cuando no se cuenta con los recursos personales de protección, acarrea un riesgo para el bienestar, al menos en lo que se refiere al funcionamiento social. Aún más, estos indicios deberían conducir al análisis y reflexión acerca de las propiedades de la inteligencia emocional, como característica personal, para enfrentar el estrés y en qué circunstancias beneficia más al individuo poseer esta cualidad. Una posterior y más profunda indagación sobre este tema también debería conducir a la evaluación conjunta de los efectos interactivos de la regulación emocional en circunstancias estresantes, con las estrategias de afrontamiento empleadas por el individuo como resultado de su intención de control emocional, facilitando esto una mejor comprensión del efecto moderador de la regulación emocional. En conclusión, este trabajo muestra que los efectos de la regulación emocional pueden ser diferenciales en función de que se intente regular las propias emociones o las emociones de los otros bajo circunstancias estresantes, como la experiencia de desempleo, en su moderación sobre el bienestar de este grupo de personas. Este efecto diferencial podría ser atribuido a la carencia de ciertos recursos personales y sociales fundamentales en aquellos individuos que se prestan a regular las emociones negativas de sus personas cercanas y brindarles apoyo y soporte, cuando ellos mismos están atravesando una situación estresante. Tal suposición obliga a desarrollar más profundamente esta línea de investigación, por un lado planteando como objetivo la evaluación de la hipótesis de una interacción entre la regulación de las emociones de otras personas y factores como el afrontamiento, la autoestima y el locus de control, así como evaluando la posible interacción entre el estrés y un trabajo emocional de acompañamiento, más que de ayuda o reparación de emociones negativas, como fue descrito por Strazdins y Broom (2007), sobre la salud de la persona que suministra dicho apoyo, empleado medidas de salud no solo de autoinforme, como la que se usó en este estudio, sino también indicadores objetivos de salud, y aun más interesante haciendo una evaluación longitudinal de esta variable dependiente. Por otra parte, los resultados de la presente investigación permiten sugerir que el diseño y aplicación de programas de intervención basados en el enfoque cognitivo-conductual (Freeman y Dattilio, 2007; Salazar, Caballo y González, 2007), facilitarían a este grupo de personas que viven la experiencia del desempleo adquirir habilidades y destrezas para identificar y

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

419

controlar las propias emociones en estas circunstancias, pudiendo estos programas ser promovidos desde las organizaciones en sus procesos de desvinculación asistida o en las instituciones gubernamentales y no gubernamentales que asisten a los desempleados. Referencias Aiken, L. y West, S. (1991). Multiple regression: testing and interpreting interactions. Thousand Oaks: Sage. Akerjordet, K. y Severinsson, E. (2007). Emotional intelligence: a review of the literature with specific focus on empirical and epistemological perspectives. Journal of Clinical Nursing, 16, 1405-1416. Álvaro, J. (1992). Desempleo y bienestar psicológico. Madrid: Siglo XXI. Artazcoz, L., Benach, J., Borrell, C. y Cortes, I (2004). Unemployment and mental health: understanding the interactions among gender, family roles, and social class. American Journal of Public Health, 94, 82-88. Baron, R. y Kenny, D. (1986). The moderator-mediator variable distinction in social psychological research: conceptual, strategic, and statistical considerations. Journal of Personality and Social Psychology, 51, 1173-1182. Bethelmy, L. (2006). Diferencias individuales, estrés laboral y salud en médicos de hospitales públicos de Caracas. Manuscrito sin publicar, Universidad Simón Bolívar, Caracas, Venezuela. Bonino, S. y Giordanengo, B. (1993). L’empatia: condividere, ma non troppo. Una ricerca sugli operatori sanitari. Ricerche di Psicologia, 17, 101-116. Brief, A. y Weiss, H. (2002). Organizational behavior: affect in the workplace. Annual Review of Psychology, 53, 279-307. Brown, S. (1996). A meta-analysis and review of organizational research on job involvement. Psychological Bulletin, 120, 235-255. Brown, S., Nesse, R., Vinokur, A. y Smith, D. (2003). Providing social support may be more beneficial than receiving it: results from a prospective study of mortality. Psychological Science, 98, 310-357. Cha, C. y Nock, M. (2009). Emotional intelligence is a protective factor for suicidal behavior. Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 48, 422-430. Chiu, M. y Ho, W. (2006). Family relations and mental health of unemployed middle-aged Chinese men. Journal of Mental Health, 15, 191-203. Conger, R., Ge, X., Elder, G., Lorenz, F. y Simons, R. (1994). Economic stress, coercive family process, and developmental problems of adolescents. Child Development, 65, 541-561. Creed, P. y Macintyre, S. (2001). The relative effects of deprivation of the latent and manifest benefits of employment on the web-being of unemployed people. Journal of Occupational Health Psychology, 6, 324-331. Creed, P., King, V., Hood, M. y McKenzie, R. (2009). Goal orientation, self-regulation strategies, and job-seeking intensity in unemployed adults. Journal of Applied Psychology, 94, 806-813. De Jesús, M. y Ordaz, M. (2006). El significado del trabajo: estudio comparativo entre jóvenes empleados y desempleados. Psicología, 25, 64-77. Eblen, A., Vivas, V. y Garcia, J. (1990). Prevalencia del síndrome depresivo y su relación con factores socioeconómicos en una muestra de la población de la ciudad de Valencia, estado Carabobo, Venezuela. Acta Científica Venezolana, 41, 250-254.

420

Sojo Monzón y Guarino

Freeman, A. y Dattilio, F. (2007). El tratamiento de las experiencias de crisis: una perspectiva cognitivo conductual. Psicología Conductual, 15, 407-426. Gatt, J. (2005). The personality-disease link: an evaluation of a predictive personality measure, the mediating mechanisms of the personality-disease link and a preventative intervention. Tesis Doctoral no publicada, Universidad de Sídney, Australia. Recuperada el 19 de febrero de 2007, desde http://ses.library.usyd.edu.au/handle/2123/915. Gawronski, I. y Privette, G. (1997). Empathy and reactive depression. Psychological Reports, 80, 1043-1049. George, J. (2000). Emotions and leadership: the role of emotional intelligence. Human Relations, 53, 1027. Gohm, C. (2003). Mood regulation and emotional intelligence: individual differences. Journal of Personality and Social Psychology, 84, 594-607. Goldberg, D. (1972). The detection of psychiatric illness by questionnaire. Oxford, United Kingdom: Oxford University Press. Greven, C., Chamorro-Premuzic, T., Arteche, A. y Furnham, A. (2008). A hierarchical integration of dispositional determinants of general health in students: the big five, trait emotional intelligence and humour styles. Personality and Individual Differences, 44, 1562-1573. Grimm, L. y Yarnold, P. (2002). Reading and understanding multivariate statistics. Washington, DC: American Psychological Association. Guarino, L. (2004). Emocional Sensitivity: a new measure of emotional lability and its moderating role in the stress-illness relationship. Tesis Doctoral sin publicar, Universidad de York, Inglaterra. Guarino, L. (2005). Sensibilidad emocional: su rol moderador en la relación estrésenfermedad. Psicología Conductual, 13, 217-230. Guarino, L. y Roger, D. (2005). Construcción y validación de la Escala de Sensibilidad Emocional (ESE). Un nuevo enfoque para medir neuroticismo. Psicothema, 17, 3, 472-477. Guarino, L., Sojo, V. y Bethelmy, L. (2007). Adaptación y validación preliminar de la versión hispana del CSQ (Coping Style Questionnaire). Psicología Conductual, 15, 173-189. Howe, G., Levy, M. y Caplan, R. (2004). Job loss and depressive symptoms in couples, common stressors, stress transmission, or relationship disruption? Journal of Family Psychology, 18, 639-650. Instituto Nacional de Estadística (2009). Indicadores globales de la fuerza de trabajo. Recuperado el 26 de abril de 2009, desde http://www.ine.gov.ve/ Kerlinger, F. y Lee, H. (2002). Investigación del comportamiento: Métodos de investigación en ciencias sociales. DF, México: McGraw Hill Interamericana. Kulik, L. (2001). Impact of length of unemployment and age on jobless men and women: a comparative analysis. Journal of Employment Counseling, 38, 15-27. Law, K., Wong, C. y Song, L. (2004). The construct and criterion validity of emotional intelligence and its potential utility for management studies. Journal of Applied Psychology, 89, 483-496. Lee, C. y Owens, R. G. (2002). Men, work, and gender. Australian Psychologist, 37, 13-19. Liang, J., Krause, N. y Bennett, J. (2001). Social exchange and well-being: is giving better than receiving? Psychology and Aging, 16, 511-523. Mayer, J., Caruso, D. y Salovey, P. (1999). Emotional intelligence meets traditional standards for an intelligence. Intelligence, 27, 267-298. Mayer, J., Perkins, D., Caruso, D. y Salovey, P. (2001). Emotional intelligence and giftedness. Roeper Review, 23, 131. Mayer, J., Salovey, P., Caruso, D. y Sitarenios, G. (2001). Emotional intelligence as a standard intelligence. Emotion, 1, 232-242.

Regulación emocional, estrés y salud en desempleados

421

McKee-Ryan, F., Song, Z., Wanberg, C., y Kinicki, A. (2005). Psychological and physical well-being during unemployment: A meta-analytic study. Journal of Applied Psychology, 90, 53-76. Molina, J. y Andrade, C. (2002). La estructura factorial del GHQ-60 en una muestra de población general: una versión escalar para población española. Revista Internacional On-line, 1. Recuperado el 20 de abril de 2005, desde: http://www.bibliopsiquis.com/ asmr/0102/0102lef.htm Montes-Berges B. y Augusto J.-M. (2007). Exploring the relationship between perceived emotional intelligence, coping, social support and mental health in nursing students. Journal of Psychiatric and Mental Health Nursing, 14, 163-171. Petrides, K. y Furnham, A. (2003). Trait emotional intelligence: behavioural validation in two studies of emotion recognition and reactivity to mood induction. European Journal of Personality, 17, 39-57. Preacher, K., Curran, P. y Bauer, D. (2006). Computational tools for probing interaction effects in multiple linear regression, multilevel modeling, and latent curve analysis. Journal of Educational and Behavioral Statistics, 31, 437-448. Reynolds, S. y Gilbert, P. (1991). Psychological impact of unemployment: interactive effects of vulnerability and protective factors on depression. Journal of Counseling Psychology, 38, 76-84. Salazar, I., Caballo, V. y González, D. (2007). La intervención psicológica cognitivoconductual en las crisis asociadas a desastres: una revisión teórica. Psicología Conductual, 15, 389-406. Salovey, P. y Mayer, J. (1990). Emotional intelligence. Imagination, Cognition and Personality, 9, 185-211. Schieman, S. y Turner, H. (2001). “When feeling other people’s pain hurts”: the influence of psychosocial resources on the association between self-reported empathy and depressive symptoms. Social Psychology Quarterly, 64, 4, 376-389. Schmidt, J. y Andrykowski, M. (2004). The role of social and dispositional variables associated with emotional processing in adjustment to breast cancer an internet-based study. Health Psychology, 23, 259-266. Schutte, N., Malouff, J., Thorsteinsson, E., Bhullar, N. y Rooke, S. (2007). A meta-analytic investigation of the relationship between emotional intelligence and health. Personality and Individual Differences, 42, 921-933. Sojo, V. y Guarino, L. (2006). Validación preliminar del IIESS-R. Una nueva medida de la inteligencia emocional. Revista de Psicología General y Aplicada, 59, 1-2, 297-308. Song, Z., Wanberg, C., Niu, X., y Xie, Y. (2006). Action-state orientation and the theory of planned behavior: a study of job-search in China. Journal of Vocational Behavior, 68, 490-503. Strazdins, L. y Broom, D. (2007). The mental health costs and benefits of giving social support. International Journal of Stress Management, 14, 370-385. Tsaousis, I. y Nikolaou, I. (2005). Exploring the relationship of emotional intelligence with physical and psychological health functioning. Stress and Health, 21, 77-86. Tucker, M., Sojka, J., Barone, F. y McCarthy, A. (2000). Training tomorrow’s leaders: enhancing the emotional intelligence of business graduates. Journal of Education for Business, 75, 331-337. Vinokur, A., Price, R. y Caplan, R. (1996). Hard times and hurtful partners, how financial strain affects depression and relationship satisfaction of unemployed persons and their spouses. Journal of Personality and Social Psychology, 71, 166-179. Waters, L. y Moore, K. (2002). Predicting self-esteem during unemployment: the effect of gender, financial deprivation, alternate roles, and social support. Journal of Employment Counselling, 39, 171-189.

422

Sojo Monzón y Guarino

Apéndice Análisis de componentes principales con rotación oblicua para la subescala de Manejo emocional del Inventario de Inteligencia Emocional de Sojo y Steinkopf - Revisado (IIESS-R) Ítems 6. Cuando estoy molesto por algo me tomo el tiempo necesario para calmarme y pensar en la mejor acción a tomar 8. Generalmente logro ser paciente 10. Cuando estoy en una discusión que se torna fuerte me calmo antes de seguir 9. Me resulta fácil deshacerme de pensamientos desagradables 1. Ante una emergencia intento calmarme para ver las acciones más adecuadas 4. Aunque las cosas estén saliendo mal, intento ser entusiasta sobre el futuro 5. Cuando hay mucho trabajo ánimo a mis compañeros a seguir adelante 11. Cuando discuto con otras personas y éstas se alteran las calmo antes de seguir argumentando 2. Cuando mis amigos están molestos yo logro calmarlos

Componente MPE 0,843 0,821 0,659 0,657 0,528 0,517 0,479

0,324

0,404

0,382

3. Cuando mis padres están alterados yo logro calmarlos 12. Cuando las cosas salen mal en mi casa soy yo quien anima a mi familia a seguir adelante 7. Cuando se presenta una emergencia soy quien calma a las demás personas Nota: MPE= Manejo de las propias emociones; MEO= Manejo de las emociones de otros.

Recibido: 4 de mayo de 2009 Aceptado: 17 de noviembre de 2009

MEO

0,807 0,789 0,732 0,578

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.