Refugees: a Psychosocial approach

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Descripción

UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID

Refugiados en el Estado español. Estado de la cuestión. Alteridad e integración Una perspectiva psicosociológica

Psicosociología de las Relaciones Internacionales Alejandro Morales Bello 14/06/2015

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INDICE

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Introducción al problema (Migración y Asilo en la UE)…………3-5

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La figura del refugiado desde la psicología social…………………6-7

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La construcción del otro…………………………………………….8-11

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Aproximación al trabajo psicosocial con refugiados……………..12-16

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Referencias…………………………………………………………..17

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Introducción al problema: El presente trabajo se ha realizado con la pretensión de crear un marco informativo acerca de la situación de un colectivo que pasa bastante desapercibido a los ojos de la sociedad. A lo largo de las siguientes páginas me dedicaré a desgranar la situación, realidad y formas de acercamiento e intervención para con el colectivo de los refugiados en España. Si bien es verdad que el estado español es el país que menos refugiados acoge de la UE (725 el pasado año) su posición geoestratégica le hace estar en el punto de mira en los respectivo a las migraciones internacionales. Puede parecer, a ojos de un etnocentrista que son oleadas ingentes de personas las que buscan en el continente Europeo una oportunidad o una salida a los conflictos de sus países. Pero si nos ceñimos a los datos la realidad es que solo un 14% de los refugiados buscan asilo en el primer mundo (Aldana, 2007). Por poner un ejemplo y no perdernos en cifras, mientras el Líbano (mucho menor en extensión que la mayoría de los países de la UE) acogía en abril de 2014 a un millón de personas huidas de Siria, los 28 Estados de la UE solo recibieron el pasado año a 50.000 solicitantes de este país (Cear, 2014). Esta tendencia se ha visto además influenciada por la crisis económica habiendo disminuido tanto el número de solicitantes de asilo como de permisos concedidos en los últimos años, repuntando a partir del año 2013. La mayoría de solicitantes son personas que ya residen de algún modo en España o recién llegados que huyen de conflictos. En el estado español, la condición de refugiado (reconocido legalmente por el gobierno) tiene una duración de dos años (renovable) (Pascual, 1996). Los solicitantes de asilo van desde jóvenes que viajan solos (principalmente de Mali) grupos familiares (Siria) o mujeres víctimas de trata (Somalia) o por motivos religiosos y de identidad sexual (Camerún) (CEAR, 2014). Frente a este problema la UE se limita a debatir sobre quien ha de cargar con la responsabilidad, señalando siempre a los estados miembros que están más expuestos a las fronteras (hecho que afecta al estado español directamente). El Estado se otorga el derecho a recibirlos o no y se otorga el poder de levantar fronteras para impedir el paso. El acceso a través de estas fronteras se impide por medidas de fuerza pasiva y por las conocidas devoluciones ilegales (devoluciones en caliente). Ceuta, Lampedusa, Bulgaria Grecia y Turquía son lo que se podría llamar los puntos calientes de este

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problema. En sus fronteras se han producido distintos episodios trágicos y siguen a día de hoy siendo las fronteras exteriores más controvertidas. Las restricciones para el colectivo de refugiados se originan al partir del tratado de Schengen en 1990 y su posterior aplicación en Dublín en 1985. Este tratado exige el visado a todo refugiado. Visado que puede tardar en expedirse hasta 10 meses (2 para tramitar la petición y 8 para que se conceda o deniegue). Con Schengen se fomento la eliminación de fronteras internas—permitiendo la libre circulación de ciudadanos europeos— pero se fortalecieron las fronteras de Europa hacia fuera. Esto llevo a crear nuevas categorías de individuos. A los tradicionalmente conocidos (por un lado los nacionales y por otro extranjeros) se añade el de extranjero europeo frente a inmigrante no comunitario (legal/ilegal). Se va intuyendo que en este trabajo va a considerarse a Europa como territorio receptor de migrantes. Esto tiene su explicación fundamentada en una perspectiva histórica que pone el foco en el cambio geopolítico de la historia, la desintegración de la URSS, la guerra del golfo, guerra de los Balcanes, presiones socioeconómicas en África… (Aldana, 2007). Si bien todos los que llegan son migrantes, el primer punto necesario para entender este escrito es establecer una distinción entre migración económica y refugiados: -

Los migrantes económicos son fruto del hundimiento del mundo industrial y la consiguiente fragmentación del mercado laboral… los inmigrantes económicos se habrían convertido en la nueva clase obrera. El problema aparece al caer el sistema económico, avocando a esta nueva clase obrera a la inactividad y convirtiéndolos en reclamantes de las prestaciones y servicios que parecían reservados a los locales.

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Un refugiado en cambio (según los puntos acordados en ginebra), sería toda persona ... que ... debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país; o que, careciendo de nacionalidad y hallándose, a consecuencia de tales acontecimientos, fuera del país donde antes tuviera su residencia habitual, no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera regresar a él (...)”. (Artículo

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1(A)2 de la Convención de Ginebra de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados). Además, los impedimentos que encuentran los refugiados para abandonar sus países son mayores de los que encuentran los inmigrantes. Los refugiados suelen sufrir peores condiciones psicológicas que los mirantes económicos y su adaptación se ve como algo impuesto. Por otra parte, los refugiados son mucho menos conocedores del país de acogida que los inmigrantes económicos que se han dirigido explícitamente a estos (Pascual, 1996). A demás estos últimos suelen tener una comunidad de acogida mayor que los refugiados, estando estos casi obligados a construir su identidad en base a su condición de refugiado.

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La figura del refugiado desde la psicología social Para la mayoría de los ciudadanos europeos el estereotipo que se tiene respecto a la figura del refugiado es el de una persona de sexo masculino, disidente, con cicatrices de tortura (Aldana, 2007). Entendida la figura del refugiado como la de una víctima que huye de un conflicto determinado es necesario prestar atención a las posibles alteraciones psíquicas que dicha condición ha podido incubar. De ahí que la forma original de la psicología para acercarse a este grupo haya sido desde la perspectiva medicopsiquiátrica (métodos breves de intervención psicoterapéutica). En estas intervenciones se ponía el foco en factores como el desamparo o la interrupción súbita de la interacción social. A este respecto hay que señalar la rlacion directa que Cordero (2008) señalo entre la violación de los derechos humanos y la porbabilidad de sufrir problemas de salud mental. A medida que se iba conociendo más esta realidad y las variables que influían sobre ella se pretenden abarcar los roles y las relaciones sociales donde el centro de atención es el individuo en su red social. Es decir, que a día de hoy no se puede entender la figura del refugiado sin atender a su entorno y circunstancias sociales. Se analiza al refugiado desde su realidad individual y social. Desde esta perspectiva se puede empezar a definir el perfil del refugiado. Estas personas se constituyen en base a dos realidades (Aldana, 2007). La realidad interna, fruto de la asimilación de la experiencia que viven. La realidad externa, creada a partir de los factores externos que condicionan dicha experiencia interna. Esta experiencia suele contener episodios de represión y castigo en un ambiente de falta de democracia y libertades. Esto da lugar a dos subtipos de refugiados: -

Exiliados: los que luchan por una idea o libertad y son perseguidos, torturados y eliminados por ello.

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Victimas colaterales: los que se encuentran en medio de un conflicto y son perseguidos de forma indirecta por representar un colectivo antagónico a los ideales de sus perseguidores.

No es mi interés en este trabajo tanto conocer las circunstancias que llevan a una persona a convertirse en refugiada como las consecuencias que tiene el asumir ese roll en el país de acogida. Por ello a continuación se trataran los problemas de alteridad, 6

discriminación y racismo a los que se enfrentan los refugiados por el mero hecho de serlo. Finalmente se expondrán unos puntos acerca de cómo acercarse a este colectivo para favorecer su integración en la sociedad receptora.

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La construcción del otro Desde los enfoques mas raciales el choque de realidades que se produce con la llegada de refugiados a un país es fruto del contacto entre sujetos racial y culturalmente diferentes, apuntando a “los de fuera” como problemáticos o peligrosos. Estas construcciones acaban calando en parte de los locales llegando a legitimar mecanismos de segregación y control sobre ellos. En el estado español tanto el contexto geopolítico como el económico (posindustrialismo) van a

condicionar estas relaciones entre el sujeto local y el

refugiado. Esto convierte al trabajo en un importante factor de integración. Al verse el derecho a este menoscabado por la situación económica y el declive de la esfera industrial (subcontratación, deslocalización laboral…) (Beck, 1998) se produce una merma en el estado de bienestar. En otras palabras, aumento del desempleo, precarización de las condiciones de trabajo y reducción de las políticas que serán los principales causantes de la dificultad que estas personas encuentran para conseguir una incorporación total a la nueva realidad a la que han huido. Esta fragmentación social y aniquilación del estado de bienestar hace que aquellos grupos de locales con menos recursos sientan su identidad nacional amenazada (por la globalización económica, por el debilitamiento del Estado, por su pérdida de soberanía) (Wierviocka, 2003). Esto los lleva a defender esa identidad que les permite marcar una distancia con los inmigrantes, que aparecer como cabeza de turco. Adoptando en muchas ocasiones discursos xenófobos que culpabilizan a los de fuera de los problemas internos. De hecho, según Camino y Mendoza (2004) los conflictos entre los procesos de inclusión y exclusión van surgiendo de las nuevas demandas sociales de las que se hablaba al principio de este párrafo mantenidas por la resistencia de los grupos dominantes.

Culpa de esto la tienen los discursos legitimadores y de pensamiento único que desde los voceros del sistema se intentan inyectar en la mentalidad colectiva del país. Así todo lo referido a los inmigrantes se impregna de un toque de alarma y sobredimensionamiento a través de metáforas como invasión, aluvión, avalancha, oleadas que fomentan en quien recibe el discurso la reacción obvia (Santamaría, 1993), basado en (según la autora) el pánico moral que suscita, con el conjunto de temores y prejuicios que despiertan (Santamaría, 2002). Todo esto lleva a un proceso que hace del ser humano una nueva especie de persona. Un individuo al que no se puede negar su

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humanidad, pero al que mediante sutiles mecanismos psicosociales se le somete a una deshumanización (Sobral y cols, 2010).

Otra de las armas que el estado utiliza de forma indirecta para frenar la llegada de refugiados al estado Español es la burocracia. Permisos de residencia, visados, validez de los mismos, revisiones y renovaciones, restricciones en sanidad, educación y participación política pueden acabar convirtiéndose en episodios traumáticos que impiden la correcta “adaptación” de estas personas a su nueva situación. Ante estos escenarios de exclusión los refugiados desarrollan sus propias estrategias discursivas construyendo identidades colectivas. Frente a los discursos legitimadores por parte de la sociedad de “acogida” los colectivos de refugiados también desarrollan los suyos. A saber, según Briceño (2004): -

Discurso apolítico o institucional: es el discurso producido por asociaciones que no hacen referencias críticas a las condiciones de existencia de los inmigrantes en la sociedad receptora. Se centran en otro tipo de actividades (difusión cultural, programas educativos, asistenciales), para conservar las relaciones institucionales que mantienen con los entes públicos.

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Discurso reivindicativo: es aquel a través del cual se realizan críticas a la situación social, jurídica y laboral de la población inmigrada. A través de él se denuncia se la discriminación que este colectivo sufre la igualdad con la población local.

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Discurso contestatario: es el tipo de discurso que hace un cuestionamiento a las condiciones de existencia de la población inmigrada, subrayando su situación de exclusión social, sobreexplotación, precariedad laboral, etcétera.

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Discurso de crítica sistémica: es semejante al anterior pero fundamentado en elementos como las relaciones de poder.

A través de los discursos anteriormente expuestos, Briceño defiende que se crearían tres identidades colectivas distintas: -

Identidades locales: construyen la afinidad con base a elementos puntuales como la existencia de una procedencia común (provincial, regional o nacional) la pertenencia étnica, lingüística o la adscripción religiosa. 9

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Identidades inclusivas: son comunidades que apelan a la condición de extranjería para construir una base compartida. Forman categorías como “inmigrante”,

“colectivos

de

inmigrantes”,

“población

inmigrada”,

“trabajadores extranjeros” en las que, independientemente de la procedencia, cultura o religión se comparten ciertas condiciones de existencia comunes. -

Identidades transversales: son construcciones que apelan también a otro tipo de marcadores (no relacionados a la condición de inmigrante) para construir afinidades. Se rigen por criterios de género o edad para definir subjetividades específicas (mujeres inmigradas, jóvenes inmigrantes, hijos de inmigrantes) pero que tienen empatía con colectivos homólogos de la sociedad receptora.

Estas identidades, aparte de construirse en torno a los discursos antes expuestos, son la consecuencia de una incapacidad. En la sociedad moderna se defendía que cada uno dominase y construyese su existencia (Camino y Mendoza, 2004). Ser sujeto personal (Wieviorka, 2003) Meta que se ha visto como inalcanzable debido a la necesidad de las personas de vivir en sociedad. Ante esta dificultad el individuo opta por introducirse o hacer suya una determinada identidad colectiva. En palabras de Falcon (2008) la identidad se construye a partir de la confrontación del ideal del yo individual y del ideal social, de la necesidad que tiene de verse como totalidad, de que esta tenga un totalidad sin perder de vista su mismidad.

Pero las consecuencias de entregar la individualidad a una identidad colectiva son una serie de tensiones internas que enfrentan a lógicas de cierre con las de apertura. Las primeras son aquellas que hacen que uno se encierre en el grupo y este en sí mismo (fundamentalismo, integrismo, comunitarismo…). Las tendencias del propio grupo sugieren que se deben tener evaluaciones positivas de las entidades con las que compartimos identidad. (Tajfel y Turner, 1986). A estas lógicas de cierre se enfrentan las lógicas de apertura o liberales (cuyo exponente más radical seria el universalismo abstracto) (Wieviorka, 2003). Ante esto, las sociedades receptoras de refugiados tienen que decidir cómo quieren lidiar con el choque de identidades colectivas. Las alternativas serían: -

Asimilacionismo: sostiene que es necesario que los particularismos culturales no solamente no sean visibles en el espacio público, sino que además se disuelvan.

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Tolerancia: según la cual es preciso tolerar las diferencias, no solamente en la vida privada, sino además en el espacio público, tanto tiempo como no creen dificultades, no perturben el orden público y no generen violencia o conflicto.

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Reconocimiento: otorga derechos culturales a las minorías, no para tolerarlas, sino para reconocerlas en la medida en que no cuestionen los valores universales, la razón, los derechos humanos.

Es el Estado pues quien acaba teniendo el poder para dar a estas diferencias culturales e identitarias un reconocimiento e integración en el espacio público. A esta competencia la definen como multiculturalismo, que nada tiene que ver con la interculturalidad. Esta última lleva la dirección contraria enviando la imagen que de las relaciones entre las identidades colectivas surge. Según el propio Wierviorka (2003) existen dos modelos de multiculturalismo por los que un estado puede optar:

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Multiculturalismo “integrado”: que toma en cuenta en una misma acción las demandas de reconocimiento y la lucha política contra las desigualdades sociales

Multiculturalismo “estallado”: que separa el tratamiento de la diferencia cultural del de las desigualdades sociales.

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Aproximación al trabajo psicosocial con refugiados Pero, para entender correctamente el concepto de identidad colectiva es necesario remontarse a Moscovici y su idea de representación social, pues la identidad colectiva va a ser un producto de este proceso de aprehensión de la realidad social. Según el propio Moscovici (1979): “…la representación es un corpus organizado de conocimientos y una de las actividades psíquicas gracias a las cuales los hombres hacen inteligible la realidad física y social, se integran en un grupo o en una relación cotidiana de intercambios liberan los poderes de su imaginación” (Moscovici, 1979 pp. 17-18, en Mora, 2002). Es en resumen una forma de conocimiento a través de la cual quien conoce se coloca dentro de lo que conoce. Estas representaciones son a su vez un producto de la realidad que ha tocado vivir a los individuos, en el caso de los refugiados, sus representaciones sociales serían consecuencia directa de las experiencias de crisis o conflicto. Más concretamente, Moscovici defiende que deberían darse tres condiciones para que surjan estas representaciones: -

Dispersión de la información: falta de información concreta y fiable. Mucha paja. Lo que lleva a establecer juicios sesgados.

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Focalización: implicación o atractivo social de acuerdo a los intereses particulares.

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Presión a la inferencia: presión a responder a los hechos que ocurren.

Según Tajfel (1986) la aparición de una representación social responde a tres necesidades: -

Causalidad: Clasificar y comprender los acontecimientos dolorosos.

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Justificación: Justificar las acciones planeadas o cometidas frente a otros grupos.

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Diferenciación Social: Diferencian un grupo de los demás, en momentos en los que tal diferencia se volviese difusa.

Tanto los locales como los refugiados llegan a construir estas representaciones por medio de dos procesos. Se transforma la información o lo que se conoce en una transformación colectiva fruto del anclaje y la descontextualización (objetivación) de las conclusiones que de los hechos se hacen. Por un lado, al objetivar los subjetivo se crea 12

un esquema que cuadra con la idea inicial que se tiene del otro dando estabilidad a la representación mental que se está creando que va a dictar que jucios se van hacer para con los otros. Por otro, a travse del anclaje se hace converger a la representación con el marco de referencia del grupo del que se forma parte. Si uno se centra en los migrantes refugiados estas representaciones (cercanas al pensamiento de incivilización, bajo intelecto…) construyen sus cimientos en la mayoría de los casos en torno a la apariencia física (forma del rostro, el color de la piel y la estatura de quienes) de aquellos que buscan asilo en un tercer país distinto a aquel del que huyen. Países con culturas que les son ajenas quedando estigmatizados como los otros en esa sociedad de acogida (Cruz, 2011). Al quedar identificados como los otros se empiezan a activar en los locales todos aquellos estereotipos que desvalorizan capacidades y justifican la discriminación, la segregación o la violencia. Hecho que se justifica bajo el nombre de racismo cultural. Éste pasa de lo cultural a lo biológico y al revés en una espiral infinita. Las posibles diferencias o choque entre cultura receptora y cultura inmigrante llegan a justificarse biológicamente a fin de legitimar un discurso de desigualdad y discriminación. En esto consiste el racismo. En afirmar con “pruebas” (normalmente la ciencia positivista ha contribuido mucho a esto) que sus víctimas son “culturalmente diferentes, irreductiblemente diferentes, incapaces, de manera fundamental, de integrarse a la sociedad” (Wieviorka, 2003). Lo que justificaría para esta mentalidad él no contratar a refugiados o no arrendarles pisos, etc, etc. (Pascual, 1996). Enfrentar el ellos al nosotros en base a la biologizacion y las diferencias económicas y de clase permite a los locales conservar su identidad nacional y reproducir una desigualdad y diferenciación que parece resultarles beneficiosa (Tilly, 1998). Estas disparidades no se explican solo por las diferencias culturales existentes sino que surgen en la mayoría de las ocasiones por distinciones de orden geopolítico e histórico (Cruz, 2011).

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Una vez conocida la realidad a la que los refugiados se enfrentan, en orden de alteridad e identidad, el siguiente paso será comprender como esto afecta a su integración en la comunidad de acogida. La intervención comienza desde el momento en el que un refugiado llega a España hasta que se completa su proceso de adaptación. Las distintas fases (acogida, asentamiento, retorno…) se solapan y en ellas intervienen variables (sociodemográficas, jurídicas y personales). Existirían tres dimensiones de atención al refugiado:

1-

Atención a su experiencia. Tortura huida forzosa, violencia generadora de ansiedad. Es una crisis circunstancial pero que desencadena trastornos psicológicos donde la violencia es la protagonista.

En este momento el

refugiado se siente vulnerable, inestable, irritable, inseguro y confuso. Esto se acrecienta al verse las redes de apoyo social menoscabadas. 2-

La implicación en un país distinto. Posicionamiento, acomodo y supervivencia son estadios que va escalando el refugiado tras su llegada a un país desconocido. En estas fases van a influir factores como la desintegración familiar, problemas de identidad,, desarraigo, racismo….

3-

Retorno. Tras la mejoría. Se revive todo lo que llevo a aquella situación. La superación pasa por la identificación de los culpables y la reminiscencia a la experiencia traumática solo que nuevas fuerzas que antes no existían. A continuación se describirán las tres fases que experimenta un refugiado a fin

de entender un poco mejor cual es la realidad de este colectivo. En la primera fase (de acogida) se debe de acoger de forma cordial a la persona, crearle un clima de seguridad y confianza (centrarse en el como persona y no como un migrante más) Reiterar la confidencialidad de la relación. Informarle sobre su estado y situación así como de sus alternativas y del país de acogida. (Pascual, 1996). Hay que poner de relieve lo que anteriormente se ha tratado respecto al choque cultural y la alteridad que aparece entre el país recibidor y el refugiado. Los síntomas más claros de este primer contacto son: -

Desorientación: no conocen donde están ni saben a dónde acudir.

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Miedo: de que se conozca su situación en sus países. Posibles represalias contra quienes quedaron (familiares etc). A las fuerzas de seguridad… 14

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Desconfianza: del país de acogida, de los compatriotas, de quienes buscas ayudarles.

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Carencia de recursos.

-

Situación irregular

-

Ansiedad.

Para entender su realidad normalmente se lleva a cabo un historial de vida. Esta herramienta puede resultar muy útil a la hora de guiar su integración, pero al hacer este tipo de entrevistas en muchas ocasiones reiterativas se puede llegar a hacer que estas personas entren en crisis debido a la rememoración de las situaciones y experiencias traumáticas que les han llevado a su situación actual. El segundo paso de la acogida es el del alojamiento. En el estado español el gobierno ofrece distintas alternativas. Centros de acogida a refugiados (CAR, 4 EN TODA ESPAÑA), pisos tutelados, habitaciones de hotel, albergues… la opción de los pisos tutelados parece la más adecuada para la normalización del situación del refugiado. Los trámites para conseguir el visado y una situación de asilado son tediosos y ya fueron introducidos en la primera parte. Lo único que hay que decir en este `punto es que el desgaste producido por este proceso de admisión revierte en la salud y situación del refugiado. La segunda fase que experimenta un refugiado es la de asentamiento. A medida que pasa el tiempo refugiado va enterándose de donde esta, comienza a conocer la cultura, de los intríngulis de la actividad socioeconómica del país, y de su identidad y estado de refugiado (Pascual, 1996). Empieza a ser consciente de su alteridad y en ocasiones esto le lleva

a sufrir marginación y discriminación (Wieviorka, 2003).

También se empiezan a comparar con otros en su misma situación. Empieza a ser consciente del retroceso de estatus que está sufriendo. Al refugiado se le ve como tal y no se le dan las oportunidades de explotar el potencial del que si que hacían gala en sus países de origen. Si la disonancia que este proceso genera es salvable el refugiado podrá seguir adelante. Si no, empieza a plantearse retornar o migrar a otros países. La meta de esta fase es lograr la integración de la persona refugiada de modo que pueda manejarse y encontrar soluciones por si mismo en la sociedad de acogida 15

(Pascual, 1996). Este proceso, por culpa de las razones ya expuestas en el apartado de alteridad se vuelve muy complicado para las primeras generaciones y va resultando más sencilla para generaciones sucesivas.

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Referencias: Aldana, Alfaro, J.C. (2007). Dificultades emancipatorias de los refugiados en Europa. En Córdova, Osnaya, M. y RosaleS, Pérez, J.C. (2007). VIII Psicología social: perspectivas y aportaciones hacia un mundo posible. (pp.289-300). México: Ampasi. Beck, U. (1998). ¿Qué es la globalización? Falacias del globalismo, respuestas a la globalización. Barcelona: Paidós. Briceño Linares, Y. (2004). Inmigración, exclusión y construcción de la alteridad. La figura del inmigrante en el contexto español. Políticas de ciudadanía y de sociedad civil en tiempos de globalización. Caracas: Fa-CES, Universidad Central de Venezuela. Camino, L., & Mendoza, R. (2004). La construcción de los derechos humanos y la necesidad de la psicología política. Psicología Política, 28, 85-103. Cordero, A. L. (2008). Derechos humanos y salud mental. Revista electrónica de psicología política, 6(17), 1-14. Cruz Salazar, T. (2011). Racismo cultural y representaciones de inmigrantes centroamericanas en Chiapas. Migraciones internacionales, 6(2), 133-157. Recuperado en 14 de junio de 2015, de http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S166589062011000200005&lng=es&tlng=es. Falcón, M. I. (2008). Anotaciones sobre identidad y" otredad". Revista electrónica de psicología política, 6(16), 1-9. Fernández, J. S., Gómez, J. A., Luengo, A., & Triñanes, E. R. (2010). Inmigración, humanidades periféricas y humillación: a la búsqueda del paradigma utópico mínimo. Psicología Política, (41), 27-42. Mora, M. (2002). La teoría de las representaciones sociales de Serge Moscovici. Athenea Digital. Pascual, M. J. V. (1996). Fases de la intervención social con refugiados. Alternativas: cuadernos de trabajo social, (4), 155-181. Santamaría, E. (1993). "(Re)presentación de una presencia. La 'inmigración' en y a través de la prensa diaria", en Archipiélago. Cuadernos de Crítica de la cultura nº12, Barcelona, pp. 65-72. Santamaría, E. (2000) La incógnita del extraño. Una aproximación a la significación sociológica de la inmigración no comunitaria. Barcelona: Anthropos. Tajfel, H., & Turner, J. C. (1986). The social identity theory of intergroup behaviour. In S. Worchel & W. G. Austin (Eds.), Psychology of intergroup relations (2nd ed., pp. 7-24). Chicago: Nelson-Hall. Tilly, C. (1998). Social movements and (all sorts of) other political interactions–local, national, and international–including identities. Theory and society, 27(4), 453-480. Wieviorka, M. (2003). Diferencias culturales, racismo y democracia. Políticas de identidades y diferencias sociales en tiempos de globalización, FACES–UCV, Caracas.

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