Reformas productivas estructurales para la Economía Mexicana

August 21, 2017 | Autor: F. Álvarez Simán | Categoría: Mexico, Economía, Pobreza y política social en México
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Reformas productivas estructurales para la Economía Mexicana

"Siempre he intentado explicar este extraño y doloroso fenómeno histórico: la incapacidad de México para avanzar simultáneamente hacia la libertad política y el bienestar material para todos"
Daniel Cosío Villegas

Fernando Álvarez Simán*

Cornell, Wisconsin y Harvard fueron las universidades americanas que formaron al gran intelectual mexicano y sobre todo constructor de instituciones, Daniel Cosío Villegas; aunque también realizó estudios en la London School of Economics y la École Libre de Sciences Politiques de París. Cosío Villegas presidente del Colegio de México es considerado un referente de las ciencias económicas en México puesto que funda la Escuela Nacional de Economía, actual Facultad de Economía de la UNAM y el Fondo de Cultura Económica, la primera institución para formar los cuadros científicos que conducirían el modelo económico del país y la segunda para que los futuros economistas mexicanos aportaran el conocimiento y las experiencias mexicanas al pensamiento económico mundial y accedieran también a la literatura que sobre esta ciencia se escribía en el mundo.

Sobre todo, Cosío Villegas a partir de conocer la experiencia internacional en el desarrollo de modelos económicos y políticas públicas promovía que estudiantes y profesores se especializaran en esta ciencia con estancias académicas en el extranjero. Por eso en la conducción de la política económica de nuestro país son notorias varias características: el primer elemento evidente es que paulatinamente México dejó de ser una economía cerrada para convertirse en un mercado abierto a la competencia internacional, también pasamos de tener un sistema bancario con capital nacional a la expropiación, la posterior privatización, crisis y a la venta a instituciones financieras internacionales.

Habrá que hacer notar que dos éxitos evidentes de las políticas públicas mexicanas aplicadas a nuestro modelo económico es que mientras más nos convertíamos en una economía abierta, nuestro mercado interno dejaba de depender cada vez más del gasto público y que poco a poco se deja también de depender exclusivamente de los ingresos petroleros para la recaudación tributaria. Pero el sesgo principal es la poca capacidad que hemos tenido de que nuestra economía en su conjunto pueda tener niveles de crecimiento sostenidos.

Más precisamente, nuestra economía en su conjunto es dinámica, conectada con los mercados internacionales, pero para su tamaño y potencial ha crecido poco y adolece de problemas estructurales para generar, primero fuentes de empleo bien remunerados y después riqueza, sobre todo durante los últimos 25 años. Y es precisamente durante este periodo de tiempo que insistentemente hemos escuchamos la palabra "reforma" para referirse al conjunto de medidas que apuntalan el desarrollo de nuestro modelo económico de desarrollo; en este sentido, el diccionario en línea de la Real Academia de la Lengua Española precisa que la palabra "reforma" significa: "aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo". Pero en el caso mexicano y referente a las que tienen que ver con el sistema económico, estas reformas desde siempre fueron impopulares.

De esta manera, los años 50, 60 y 70s del siglo pasado se pone en marcha en México el modelo de "desarrollo estabilizador" de gran estabilidad política, social y económica, el endeudamiento era casi nulo y las tasas de crecimiento anuales casi llegaban al siete por ciento, pero a finales de los 70 el modelo comienza a experimentar agotamiento por lo que era necesario solicitar financiamiento externo o realizar reformas estructurales; se hicieron las dos cosas, pero primero se solicitó financiamiento apuntalado por lo elevado de los precios internacionales del petróleo, cuanto este falló se comenzaron a esbozar las reformas, que se convirtieron en impopulares pero habrá que hacer notar que 1982 cierra con un déficit fiscal del 18 por ciento del PIB de ese entonces.

El efecto social del agotamiento del modelo económico fue devastador; desempleo, aumento de la inflación y crisis económica; pero la primera gran reforma productiva mexicana de los últimos años se dio en 1985 cuando se negocia la entrada al GATT (acuerdo general sobre aranceles y comercio) organismo internacional antecesor de la actual Organización Mundial de Comercio; con lo que se deja atrás el proteccionismo comercial y se comienza la importación masiva de diversos productos, a la par se inicia un programa de privatización de empresas paraestatales. La idea era mejorar la calidad de los productos mexicanos, hacerlos competitivos y también priorizar el gasto. Estas reformas se complementan en 1994 con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica TLCAN.

Con el paso del tiempo, muchos analistas de la realidad nacional consideran algunas medidas de ese tiempo necesarias, sin embargo; otra vez, el principal sesgo de estas medidas de política económica fue la falta de crecimiento sostenido que permitiera ofrecer las oportunidades laborales que necesita los jóvenes que se integran al mercado laboral cada año.

De hecho México ocupa el puesto número 14 entre las economías más grandes del mundo por tamaño, por poder adquisitivo es la número 11, incluso mejor posicionada que Brasil, además diversos despachos pronostican que en diez años es posible que supere en tamaño a Brasil, esto a pesar de que el país amazónico hoy es el doble de grande pero cuyo modelo de desarrollo basado en las exportaciones de productos básicos está llegando al límite sobre todo porque se están desacelerando las importaciones de su principal comprador; China. La diferencia estriba en que la mayor cantidad de las exportaciones mexicanas no son de productos básicos, son principalmente de equipo automotriz, electrónicos y de telecomunicaciones y el costo de la mano de obra es menor al brasileño y se compensa con el chino por las distancia de los principales mercados (EU y Europa). Sin embargo también existen voces que el futuro de la economía mexicana es demasiado optimista, puesto que el actual crecimiento anual de cuatro por ciento en promedio y el avance sobre Brasil se debe a factores coyunturales y no de largo plazo; sobre todo se menciona la necesidad de que México asiente su futuro desarrollo sobre la base de reformas estructurales que modernicen los sectores energéticos y de telecomunicaciones (Pemex, Telmex) que hoy presentan prácticas monopólicas.

Por eso la economía mexicana necesita un nuevo impulso, sobre todo en estos momentos en que todos los países del mundo se encuentran ajustándose a un entorno cambiante. Del dominio exclusivo americano hasta hace algunos años se pasa a un mundo de dominio multipolar, incluso con regiones de poderío diferente, algunos con características militaristas, otros por el poder económico de sus empresas e inclusive algunos más por el tamaño de su mercado interno. Claro está que algunos países o regiones combinarán algunas de estas características. Además muchas de las respuestas y las medidas financieras tomadas para sortear la crisis financiera internacional han sido de carácter regional o nacional, no globales, lo que evidencia el replanteamiento de las funciones de los organismos financieros internacionales.
Es evidente que el futuro financiamiento del desarrollo y el crecimiento económico ya no será posible contratando empréstitos, por eso cabe preguntarse ¿cómo encontrar el santo grial de la política económica mexicana? o mejor dicho ¿Qué necesita el país para lograr el crecimiento económico en un contexto internacional de crisis económica, financiera y cancelación del crédito mundial? Necesitamos nuevas reformas que le den impulso a las ya existentes, en los siguientes temas: a) investigación científica y tecnológica para innovación b)competitividad, c) impulso a las cadenas productivas d) acceso al financiamiento a las micro, pequeñas y medianas industrias. Sin embargo primero habrá que analizar qué es lo que obstaculiza el desarrollo nacional y por ende la creación de empleo productivo y suficiente.

En este sentido, un primer obstáculo es la excesiva dependencia de nuestra economía con la de nuestro vecino del norte (80 por ciento del total de las operaciones comerciales de exportación se destinan a EU). También habrá que recordar que en el 2009 el peor año de la crisis norteamericana, el PIB de México cayó un 6%. Por eso la dependencia se manifiesta en los niveles de intercambio comercial, en los niveles de inversión extranjera en el país y también en la migración; si la economía americana se estanca, en México sufrimos crisis, si hay una fase de expansión en los niveles de crecimiento americano, la economía mexicana crece. Actualmente las exportaciones mexicanas crecen hacia su socio del norte, pero esta situación no beneficia a nuestra economía en su totalidad o a todas las regionales nacionales.

Por otro lado el imperativo por encima de cualquier otro es mantener el equilibrio de las finanzas públicas y una política monetaria, crediticia y de tipo de cambio prudente, pero que sólo busca mantener la estabilidad de los precios internos para contener la inflación. Como saldo de los ajustes estructurales de los años 80s del siglo pasado, la mitad de la población económicamente activa se encuentra laborando en actividades de mercados informales, por eso hoy se requiere replantear la meta fundamental: hacer crecer el mercado interno nacional que hoy se encuentra reducido o por lo menos limitado por prácticas monopólicas que no permiten que crezca el ahorro y la inversión pues los ingresos se concentran en muy pocas manos. Para que haya desarrollo se requiere construir riqueza y que esta sea accesible para todos

Cosío Villegas decía a sus discípulos que un buen gobierno es una necesidad para la sociedad y no un lujo, claro está que desde siempre los niveles de gobierno más cercanos a la gente son los estatales y municipales. En ellos también se necesitan reformas estructurales. Por eso en Chiapas una tarea básica es que al igual que se trabaja a nivel federal, también es necesario que nuestro mercado interno deje de depender cada vez más del gasto público. O por lo menos que se comiencen a generar las condiciones y el financiamiento para la atracción de inversión local, nacional e internacional para actividades productivas y que esta radique sus ganancias en las regiones del estado.

Requerimos que comiencen a impulsarse en todas las regiones del estado actividades que detonen el desarrollo regional, la construcción de carreteras y vivienda, agua potable y alcantarillado, producir mas café, cacao, mango, plátano, palma africana, floricultura, ganadería de leche y carne, pesca y acuicultura, fortalecimiento de la infraestructura turística. Seria sano que se logren acuerdos políticos para que el sureste que produce materias primas para consumo, se ligue con las necesidades del norte del país que es exportador de productos industriales. Proponemos una integración regional para lograr la consolidación nacional y luego global en igualdad de condiciones. Para ello en Chiapas necesitamos desarrollar infraestructura, abaratar los costos del transporte, crear terminales multimodales, alentar la innovación tecnológica y vincularla con las necesidades del sector productivo y empresarial.

La fortaleza de un mercado nacional interno en crecimiento e integrado regionalmente (Norte-Sursureste) debe ser la base sólida de las exportaciones mexicanas y de la exitosa incorporación del país a la economía globalizada. Chiapas podría convertirse en el gran comprador y transformador de café, mango cacao, plátano y ganado de Centroamérica para darle valor agregado y exportarlos a todo el mundo. Tal vez podríamos iniciar con un Parque industrial en Tapachula que incluya dentro de si (Anexo) una Ciudad del Conocimiento (Parque Tecnológico e Innovación) que de cabida a todas las instituciones de educación superior, centros de investigación y organismos internacionales. El propósito nacional debe ser desde ahora facilitar y promover el crecimiento económico a través de desarrollos científicos y tecnológicos innovadores y combinarlo con el desarrollo social, para que la sentencia del extraño y doloroso fenómeno histórico del que hablaba Cosío Villegas no sea nuestro destino manifiesto.

* Profesor-Investigador. Universidad Autónoma de Chiapas



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