“Reflexiones sobre la producción de Carlo Ginzburg y sus aportes teórico-metodológicos para la historia del Próximo Oriente antiguo”

September 1, 2017 | Autor: Federico Luciani | Categoría: History, Historiography, Ancient Near East, Assiriology
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Congreso Nacional de ALADAA Buenos Aires, 7 y 8 de Agosto de 2014 Colección ALADAA - ISSN 2346-8602 Publicado

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http://www.aladaa.com.ar/coleccionaladaa/CONGRESO-

NACIONAL-ALADAA-ARGENTINA2014.pdf

Mesa 1: El próximo Oriente Antiguo un campo interrelacional: relaciones económico-sociales, de género, políticas y culturales. Procesos históricos y contexto de producción teóricometodológica. Coordinación: Celeste Crespo y María Rosa Oliver

“Reflexiones sobre la producción de Carlo Ginzburg y sus aportes teóricometodológicos para la historia del Próximo Oriente antiguo” Federico Luciani (UNL/UNR/Becario CONICET) Cecilia Molla (UNR/Becaria CONICET)

Abstract Dedicarse a la historia del Cercano Oriente antiguo significa enfrentarse a una amplia tradición consolidada de estudios que giran en torno a cuestiones o filológicas o arqueológicas. Esto se ha traducido en una abundante producción estrechamente relacionada con las fuentes y su interpretación en términos lingüísticos o la reconstrucción a partir de los datos allí contenidos. A esta última situación vienen a sumarse una serie de obstáculos para quien cuenta con una formación general en historia: en primer lugar, las distancias temporal y espacial del “objeto de estudio”; luego, la extranjería de la lengua en la que fueron escritos los documentos y finalmente y no menos importante, la juventud del campo de estudios en lo que concierne a lo estrictamente histórico. Asimismo, los estudios antiguo-orientales carecen, en general, de reflexiones teórico-metodológicas sobre la propia práctica, siendo una tendencia común el recurrir a categorías y planteos metodológicos importados de otras disciplinas, a veces de modo inconsciente y otras resignificándolos. Como se evidencia entonces, no será la nuestra una actitud novedosa la de apropiarnos de ciertos planteos del historiador italiano Carlo Ginzburg para ser utilizados como herramientas analíticas en el campo del Cercano Oriente antiguo. En la búsqueda de tales herramientas, muchos de los planteos y propuestas en la producción de Ginzburg realizada en y pensada para el ámbito de la historia cultural sobre todo, pueden ser “importados” al campo del Próximo Oriente antiguo para su aprovechamiento. En el ámbito específico en el cual trabajamos, el Archivo Real de Mari presenta una serie de peculiaridades que permite el tratamiento exhaustivo de distintos temas en escala reducida. El mismo consiste en una colección de documentos que cubren un brevísimo arco temporal de aproximadamente 20 años lo que significa un denso volumen de información histórica así como la posibilidad de rastrear las huellas y reconstruir el derrotero de las vidas de numerosos individuos. Reconstrucción cuyo objetivo es tanto lo efímero como la genealogía profunda en la cual lo efímero se inserta (Ginzburg 2004:121). Sin embargo no nos referimos al individuo aislado, sino al individuo inmerso en la dimensión colectiva y que nos permite explorar perspectivas que desde una óptica general o macro pasan desapercibidas. Tendencia esta última que ha sido característica de la historia del Cercano Oriente antiguo, mayormente escrita a partir de registros monumentales y conmemorativos, cuyos resultados fueron distintas versiones de una historia que por general y abarcativa no atinaba a explicar ni lo singular ni lo particular. Es entonces que el corpus de Mari

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cobra sentido al ser los documentos (mayormente de carácter epistolar) portadores de múltiples voces que devienen resquicios para conocer lo particular y desde allí (re)interpretar lo general.

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“Dijo Tennyson que si pudiéramos comprender una sola flor sabríamos quiénes somos y qué es el mundo. Tal vez quiso decir que no hay hecho, por humilde que sea que no implique la historia universal y su infinita concatenación de efectos y causas. Tal vez quiso decir que el mundo visible se da entero en cada representación…” Borges, J. L. El Zahir

Trabajar en el campo de la Historia Antigua de Oriente en el siglo XXI, desde nuestro país, tiene mucho de trabajo arduo y un poco de espíritu aventurero. Los obstáculos son muchos: en primer lugar, las distancias temporal y espacial del “objeto de estudio” luego de las cuales se alinean la extranjería de la lengua en la que fueron escritos los documentos, la juventud del campo de estudios1 en lo estrictamente histórico y su intento por independizarse del marco de la filología y por ello, el uso restringido de las herramientas teórico-metodológicas para una perspectiva de análisis interesada en la interpretación de los procesos históricos. Es por esta razón que consideramos pertinente, y según se indica en la fundamentación de la presente mesa temática, revisar y reflexionar sobre ciertos conceptos de los que nos servimos para analizar la evidencia empírica con la que trabajamos. Por ello, una revisión de parte de la extensa producción de Carlo Ginzburg nos ha aportado algunas categorías y problemáticas que consideramos pueden formar parte de nuestra “caja de herramientas” conceptual. Para comenzar quisiéramos decir que, a primera vista, la producción historiográfica contemporánea sobre el Cercano Oriente antiguo podría caracterizarse por dos lógicas preponderantes. Por un lado, existe una que apunta a las generalidades y a la globalidad, tratando de delinear tendencias en la larga, larguísima duración; iniciando el recorrido en la revolución urbana (mediados del cuarto milenio a.C.) y concluyendo con la caída del imperio persa en manos de Alejandro (330 a.C.). Esta lógica se ha materializado en una 1

Debemos mencionar también que, al no existir una fuerte presencia de las sociedades antiguo orientales (excepto en la Biblia y en los autores griegos), su estudio estuvo y está todavía hoy condicionado por el acceso a los sitios de los países que las acogieron. La ocupación otomana primero, colonial europea después y la volatilidad de los regímenes políticos en este gran espacio geográfico luego de sus independencias han condicionado fuertemente la historiografía del Próximo Oriente, cuyos temas y debates se van amoldando a esta realidad política cambiante (por ejemplo, actualmente la inestabilidad en Iraq y Siria ha provocado el traslado del foco de atención a los ricos países petroleros de la Península Arábiga y un florecimiento de la arqueología islámica (véase Cassana 2013). Además, a diferencia de la historiografía Clásica, los descubrimientos en el Cercano Oriente pueden cambiar radicalmente ideas sobre cuestiones centrales firmemente establecidas, como sucedió por ejemplo con el hallazgo de Ebla en 1973 (véase Liverani 1999 y Van De Mieroop 2013).

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gran cantidad de historias al estilo de manuales, como por ejemplo el clásico editado en castellano por Siglo XXI2. La apuesta por la generalidad se traduce, claro está, en la pérdida de especificidad y en muchos casos, en la incapacidad a la hora de explicar procesos puntuales, sin dejar de mencionar el carácter desactualizado de los abordajes sobre estos últimos cuando son mencionados (Van De Mieroop 2013: 85-86). Por ejemplo, muchos autores encaran esta historia general tomando la periodización tipológica en edades procedente de la arqueología, que si bien es útil para esta última disciplina no es suficiente para dar cuenta de los cambios ocurridos en todos los espacios, de modo sincrónico y diacrónico si la perspectiva que se privilegia es la de la Historia. Por otro lado, junto a esta lógica “generalizante” convive otra que hace del detalle y del dato mínimo un objeto de estudio en sí. Estas intervenciones siempre se han realizado y continúan realizándose dentro del gran campo de la Asiriología, copado a su vez por una fuerte tradición filológica3. Esta lógica da como resultado investigaciones de un cariz tan específico que se pierde de vista lo general, el contexto, el proceso y que va en desmedro de la interpretación. Ejemplo de ello resultan, por caso, los cuantiosos debates en torno a la traducción de un único término procedente de alguna lengua antigua que se publican en forma de artículos en revistas híper especializadas. En esta misma lógica se inscriben los numerosos volúmenes resultantes de la Rencontre Assyriologique Internationale, cuya producción se decanta netamente por lo particular y lo específico. Es de notar, sin embargo que si bien las convocatorias apuestan anualmente por temáticas más que generales4, las intervenciones al evento

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Se trata de la traducción de la Fischer Weltgeschichte, publicada en alemán entre 1964 y 1983 y que cuenta con 36 tomos que cubren desde la prehistoria hasta la Segunda Guerra Mundial. En 2012 la casa editorial ha lanzado la Neue Fischer Weltgeschichte. 3 La convivencia de estas disciplinas (Asiriología, Filología e Historia -aunque preponderantemente de las dos primeras) ha dado como resultado, según los planteos Van de Mieroop (2013:85), por un lado, ediciones de textos con comentarios históricos (por ejemplo, Michalowski 2011) y, por otro, textos que se presentan como estudios históricos que incluyen ediciones filológicas de primera mano (como es el caso de Charpin y Ziegler 2003). Al ser este campo muy reducido, hay pocas síntesis comprensivas y la “audiencia” generalmente no incluye más que a los propios especialistas. A esto último se suma a su vez la reticencia de parte de los historiadores que trabajan otros períodos a considerar al Próximo Oriente como pasible de ser indagado así como su desconocimiento sobre la riqueza y vastedad del repertorio documental con el que se cuenta para el estudio de estas sociedades (Van De Mieroop 1999:1-8). 4 Ejemplos de convocatorias recientes: “Ley y orden” (Gante, 2013), “Privado y Estado” (Leiden, 2012), “Tradición e innovación” (Roma, 2011), “Tiempo e Historia” (Barcelona, 2010), “La familia” (París, 2009), “Lenguas” (Moscú y San Petersburgo, 2007), “Guerra y paz” (Münster, 2006). Más información en: http://iaassyriology.org/past-rencontres/ [10/06/2014].

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constituyen una muestra de la extrema especialización y segmentación del conocimiento. En síntesis, los estudios encarados desde la larga duración, tan cara a los estudiosos de la Mesopotamia, llevan a “fosilizar la propia política” (Seth Richardson 2014: 83) en tanto se la declara esencial y estática, perdiendo su vida y movimiento. En otras palabras, esta perspectiva puede “generar una abstracta y homogeneizada historia social, carente de carne y de sangre, y que no [es] convincente a pesar de su carácter científico” (Steve Kaplan en Ginzburg 2004:59). Sin embargo, debemos notar que se dan casos completamente opuestos cuando las fuentes nos permiten acceder a un nivel increíble de detalle en marcos temporales breves. Es entonces cuando la ecuación se invierte y se desdibuja la noción general -aunque necesaria- del contexto. Asimismo, estas dos lógicas preponderantes en la producción historiográfica conviven con una fragmentación del campo de estudios que también puede ser leída en dos niveles. Por un lado, ésta se evidencia en un nivel histórico, debido a la escasez numérica de los archivos: existen miles de documentos pero no siempre resulta fácil agruparlos de modo coherente o ponerlos en relación con otros. Por otro lado y a nivel de la producción historiográfica, los trabajos -mayormente traducciones- replican la dispersión de los documentos y los resultados se presentan como limitados y restringidos a ese fondo documental5. No obstante, existen “excepciones” a estas lógicas que, a su vez, intentan ir más allá de tal fragmentación, y que abordan las fuentes del Cercano Oriente antiguo con una mirada más problematizadora tanto a nivel histórico como teórico, y que son, al mismo tiempo, capaces de combinar una lectura minuciosa de las fuentes -en el sentido de la segunda lógica enunciada- con la aplicación de categorías teóricas que posibilitan tanto la comprensión de los procesos y los cambios históricos como el cuestionamiento crítico de los documentos. Un ejemplo reciente es el de la revista Journal of Ancient Near Eastern History (nueva publicación auspiciada por la Universidad de Columbia, con su primer volumen correspondiente a Enero de 2014), en cuya introducción se reclama un lugar específico para la Historia en el campo de los estudios antiguoorientales, con miras a superar las viejas barreras que los han colocado en una posición 5

En este sentido, Van De Mieroop plantea que la tendencia es la de analizar ciertas problemáticas en los períodos clásicos o más conocidos, o a partir de un único archivo. Así, no se discute realmente el funcionamiento de los templos funerarios antiguos en Egipto, sino, específicamente, el de templo de Neferirkare a partir del Papiro Abusir según el ejemplo del autor (Van De Mieroop 1997: 302).

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marginal e incluso de invisibilidad para el resto de la comunidad de historiadores. Asimismo, en esta dirección cabe mencionar la obra del historiador Mario Liverani El Antiguo Oriente. Historia, sociedad, economía; en la que se demuestra que la lectura crítica y especializada (en tanto el autor realiza sus propias traducciones) puede convivir con la consideración atenta a la larga duración y a las generalidades. Así, el planteo de Liverani conjuga la periodización tipológica en edades que le permite definir temporalmente las cotas de su obra, pero a su vez fundamentada y complementada con el surgimiento, desarrollo, expansión y crisis del modo de producción aldeano-palatino. Por lo dicho, Liverani demuestra la superación de las dos lógicas mencionadas convirtiéndose en un ejemplo de la posibilidad de la excepción. Para lograr esta mirada que pretende una interpretación más rica, conjugando lectura crítica y preocupación teórica, se ha recurrido -con éxito variable- a categorías o planteos acuñados en otras áreas de conocimiento o pensadas para otros períodos históricos. Tal como lo plantea Liverani, el Cercano Oriente antiguo se ha convertido en un área de experimentación: “…el eclecticismo y la adopción de propuestas elaboradas en otros casos (para otras fases históricas cuando no para situaciones antropológicas completamente distintas) implican un grave riesgo de malentendidos y superficialidad; sin embargo, hay que considerarlos positivos (…) por el potencial de fecundidad y rejuvenecimiento que encierran. Se puede decir que no hay instrumento analítico ni temática historiográfica más o menos reciente que no haya sido aplicada al Antiguo Oriente” (Liverani 2012 [1991]: 23). De hecho, Liverani fue precursor en este sentido tal y como resulta evidente en Mito y política en la historiografía del Próximo Oriente antiguo, obra compilada por Bahrani y Van De Mieroop según quienes (vii-xi) cada uno de los artículos seleccionados es expresión de la adelantada técnica de Liverani al combinar múltiples perspectivas teóricas a la hora de una lectura crítica de las fuentes. Como se evidencia entonces, no será la nuestra una actitud novedosa la de apropiarnos de ciertos planteos del historiador italiano Carlo Ginzburg para ser utilizadas como herramientas analíticas en el campo del Cercano Oriente antiguo. Muchas de las propuestas de Ginzburg (realizadas en y pensadas para el ámbito de la

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historia cultural), pueden ser “importadas” al campo a nuestro campo para su aprovechamiento6. De las preocupaciones teóricas e historiográficas de Ginzburg, hay algunas que nos convocan especialmente. En particular, nos sentimos interpelados por la cuestión del “movimiento alternado entre el microscopio y el telescopio”, planteo que se relaciona con la propuesta de la microhistoria, “…cuyo objetivo [es] la construcción de ‘un paradigma general capaz de explicar los casos individuales y cualitativos, sin reducirse a la casuística’, es decir, restituir nuevamente el papel esencial de lo particular, de las realidades diversas cuyo intento de explicación concreta genera justamente la construcción de esos modelos generales, pero sin abandonar o rechazar la imprescindibilidad y la relevancia de esa dimensión de lo general” (Aguirre Rojas 1999: 215). En este punto, la propuesta de Ginzburg puede resultar una herramienta teóricametodológica para superar las dos tendencias preponderantes en la historiografía cercano-oriental ya mencionadas. El resultado del movimiento entre microscopio y telescopio, plasmado en el proyecto historiográfico de Ginzburg, deviene en una herramienta valedera para indagar las fuentes antiguas, puesto que combina dos instancias complementarias: en la escala reducida nos permite reconstruir el detalle de lo vivido, pero al mismo tiempo habilita a estudiar las estructuras invisibles en las cuales se articula aquello vivido (Ginzburg 2004: 66). En este planteo, la idea subyacente de estructura se aleja de la propuesta braudeliana de la larga duración para alinearse, en cambio, con una noción que engloba al mismo tiempo la sincronía y la diacronía. En esa convivencia entre los lapsos sincrónicos y diacrónicos nos hallamos cuando trabajamos en el Archivo Real de Mari7, el cual así como nos permite una 6

Véase, por ejemplo, el caso de Yoffee (1998), donde se estudian a las kezertu de Kish en el período Paleobabilónico tardío, como un ejemplo de microhistoria combinado con una alta dosis de filología. 7 La ciudad de Mari fue descubierta accidentalmente en 1933. En ese momento la actual Siria se encontraba bajo mandato francés, por lo cual André Parrot fue designado desde el Museo del Louvre para llevar a cabo las excavaciones, que comenzaron con inmediatez. Junto con los edificios monumentales, es decir palacios y templo, fue hallado un lote de más de 20000 tablillas. Al no haber en ese momento un epigrafista en el equipo de Mari, las tablillas fueron enviadas al Museo del Louvre para su estudio y conservación; aunque nunca ingresaron dentro de los catálogos de ese museo. Una vez transcriptas y estudiadas, las tablillas serían enviadas de regreso a Siria. El primer epigrafista a cargo fue François Thureau-Dangin; a la sazón director del Departamento de Antigüedades Orientales del Louvre. Luego de su muerte en 1944, André Parrot encomienda a Georges Dossin la publicación de los archivos, quien en 1982 designa a Jean-Marie Durand la dirección de la publicación de los textos, quien ya había sido elegido epigrafista de campo por Jean-Claude Margueron, cuando éste sucede a Parrot en 1979 como excavador en Tell Hariri. Actualmente la publicación de los archivos está a cargo de J.-M. Durand y las

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entrada directa a la sincronía también mantiene en vilo la diacronía propia de las sociedades antiguas; en otras palabras, los ritmos de cambio evidenciados por ejemplo en ciertas formas de organización político sociales. Entonces, al tomar una fuente de este archivo irrumpe ante nosotros el tiempo breve y febril de lo cotidiano, del acontecimiento, del día a día. No obstante, los largos tiempos de la estructura se vuelven evidentes cuando el documento se somete a una contextualización o es ubicado en una serie más amplia mediante, por ejemplo, la indagación en otros períodos y su comparación. Así, nuestro trabajo como historiadores, de alguna manera, se multiplica. Porque si bien la realidad histórica a estudiar es una, se trabaja en diferentes escalas con sus especificidades e irreductibles unas en otras, es por eso que el desafío es el de reconstruir la conexión y el pasaje de una escala a otra teniendo siempre en mente sus particularidades y las diferencias que genera tal cambio de escalas (Aguirre Rojas 1999: 223). Así como las cartas de Mari se vuelven susceptibles de un análisis en múltiples escalas, el Archivo propiamente dicho -también desde una perspectiva de los planteos de Ginzburg- se vuelve un caso de “excepcional normal”. Éste se presenta como “normal” en tanto los documentos que contiene no desafían la morfología característica de los archivos contemporáneos y de género similar8. Pero al mismo tiempo, la contraparte del oxímoron se encuentra constituida por el contenido de la documentación epistolar, que ha resultado verdaderamente reveladora en más de un sentido. En clave más específica, la excepcionalidad de este archivo -a los ojos del investigador- radica en la acusada presencia de la voz de los nómades pastores, cuya presencia documental, ayer y hoy, es siempre escasa. Podemos decir que a partir del descubrimiento del archivo en 1933 se han reformulado las teorías que han interpretado el derrotero de los modos de vida en las sociedades antiguas. Más precisamente, este archivo ha permitido la revisión de las teorías evolucionistas que sentenciaban el paso del nomadismo al excavaciones se llevan a cabo, desde el 2004, bajo la dirección de Pascal Butterling. La publicación de las tablillas fue encarada desde el comienzo como una serie. El primer tomo de los Archivos Reales de Mari (ARM, tal es el nombre de la colección), apareció en 1950 publicado por Georges Dossin. Sin embargo, no todos los textos de Mari han sido publicados en la serie ARM, algunos de ellos aparecen en artículos de revistas especializadas, volúmenes de homenaje, o en otras dos series dedicadas a la publicación de textos y comentarios: MARI (Mari, Annales de Recherche Interdisciplinaires) y Florilegium Marianum. Una buena parte de los textos, en su mayoría colaciones de textos ya aparecidos en los primeros ARM, están contenidos en tres tomos de la serie Littératures anciennes du Proche Orient (LAPO 16, 17 y 18). Estos ejemplares fueron editados por J.-M. Durand y contienen comentarios y nuevas traducciones, además de una organización temática y por dossiers históricos. 8 Por ejemplo los archivos babilónicos recopilados en la serie Altbabylonische Briefe.

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sedentarismo de un modo unilineal y obligatorio. Al mismo tiempo, los documentos del archivo ponen en evidencia una vasta y variopinta red de relaciones interestatales cuya antigüedad permite retrotraer los orígenes y el desarrollo del “mundo de la diplomacia antigua” a periodos anteriores a lo estipulado antes del descubrimiento del archivo.

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Precisamente, nuestros proyectos de investigación se encauzan en tales líneas de análisis. Uno abocado a la indagación de la dinámica política interna del reino de Mari, concentrándose en las relaciones políticas establecidas entre autoridades centrales y autoridades locales en el reinado de Zimri-Lim; mientras que el otro se dedica al análisis de las relaciones de poder puertas afuera de Mari, más específicamente con el reino de Babilonia. Lo que ambos proyectos comparten es la focalización en ciertos actores para rastrear el derrotero de tales relaciones políticas y la coexistencia de formas de organizaciones sociopolíticas diversas. En otras palabras, se parte de la indagación de los roles de los autores de las fuentes u otros actores en ellas mencionados, para poner luego en acción el juego de diversas escalas de análisis con miras a la comprensión de procesos más generales. Así, la abundante documentación del Archivo Real de Mari, nos sumerge de lleno en la actividad febril de la política y en la intriga. La situación es tal que no resulta difícil perderse en el conglomerado de personajes, lugares y divinidades. Una primera lectura de estos documentos en una clave acontecimental 9 se presenta como necesaria, dada la inexistencia de un relato o tradición posterior que dé cuenta de la historia de Mari. Se trata de una lectura en clave “horizontal” que nos permite acceder al nivel micro, aquel del contexto en el que habitualmente se movían los actores sociales autores de estas cartas. Al mismo tiempo, esta lectura en clave “horizontal” -o si se quiere, el microscopio de Ginzburg- nos permite rastrear las huellas 9

No desconocemos los planteos de Liverani (1973:185) refutando el concepto de “acontecimiento histórico”, sino que acordamos con el autor en que se trata de una abstracción, en tanto nunca seremos capaces de conocer al acontecimiento histórico propiamente dicho, sino una o algunas interpretaciones sobre el mismo. En palabras de Liverani: “Naturalmente, quien busque retazos de información está interesado en encontrar el acontecimiento, y tolera con irritación la carga (si la siente) del patrón que ‘distorsiona’ el evento. Pero quien (como el ogro de M. Bloch) se encuentra en la búsqueda del hombre, está mucho más interesado en el patrón (el cual es producto del hombre) que en el evento que compone, por decirlo así, la materia cruda y ocasional para el patrón” (Liverani 1973: 181). Aquí encontramos otro punto de encuentro con la obra de Carlo Ginzburg, para quien el acontecimiento puede devenir en el punto de partida para acceder a algo más.

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o indicios de estos individuos10 que se vuelven intersticios para acceder a una percepción más cercana de la vida cotidiana de estas sociedades tan lejanas. Luego, este primer ejercicio de lectura debe dar paso a otra dimensión de la interpretación -desde una perspectiva si se quiere “vertical” o telescópica-, en la cual cada documento debe ser entendido en un contexto más amplio, considerándolo parte de una serie mayor. El documento individual, sin perder esta característica puede comenzar a formar parte de una serie acotada que a su vez cobrará sentido si puede ser colocada en relación con otras series que permitan la comprensión de la historia de Mari. Se trata de trabajar con las huellas y resquicios que los documentos de Mari nos ofrecen y a partir de allí, intentar una reconstrucción del contexto mayor. La escala micro construye el caso, lo individual y lo singular; y la escala macro nos permite contextualizarlo y entenderlo a la luz de problemas generales. El interés de la reducción de las escalas de observación no está puesto única y simplemente sobre los actores sociales, sino en los fenómenos sociales en general (Yoffee 1998: 313). Así, el abordaje de los individuos significa recuperar aquellas dimensiones sociales que mediante el macro-análisis no es posible detectar puesto que este privilegia el conocimiento de las estructuras y del contexto general. En pocas palabras, la búsqueda consiste en percibir en lo particular el indicio de algo que lo atraviesa y lo trasciende.

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De la vasta producción de Carlo Ginzburg (de la cual estas páginas no pretenden ser una reseña ni mucho menos) ha sido posible seleccionar ciertas ideas, conceptos y herramientas metodológicas que consideramos válidas para abordar las fuentes y los problemas de la historia del Cercano Oriente antiguo. El esfuerzo consistirá en mediar entre las tendencias generales y particulares mencionadas al comienzo del trabajo. En 10

Nuestra preocupación por los individuos o los actores sociales se alinea con “la búsqueda del hombre” de la que hablaba Liverani (1973:181) o la importancia del “nombre” para los análisis microhistóricos subrayada por Ginzburg (2004:57-67). Sin embargo, mientras que para Liverani la obtención de información del autor de un documento determinado es un objetivo último en tanto es una manera de abordar una fuente como portadora de información en sí misma, Ginzburg hace del nombre -o si se quiere, del individuo- el punto de partida, el hilo de Ariadna y también la huella o el indicio para proseguir la búsqueda. Aunque posicionados en campos de estudios diferentes y si bien por momentos la relación entre los planteos de Liverani y de Ginzburg pueda parecer forzada, percibimos que ambos autores comparten una preocupación subyacente. Ahora bien, consideramos que su preocupación en definitiva es la de escribir una historia que se aleje de las fechas y de las élites, y que se acerque más a las personas reales que fueron autoras o protagonistas de los documentos con los que trabajamos.

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hacer uso tanto del telescopio como del microscopio, y así en este juego de escalas y enfoques, lograr la nitidez de un espacio y un tiempo que se nos escapan.

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