Reflexiones sobre la Historiografía de Puerto Rico y el Caribe

July 9, 2017 | Autor: E. González Pérez... | Categoría: History, Latin American and Caribbean History, Historiography, Caribbean Studies, Puerto Rico, Puerto Rican Studies
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Elvin A. González Pérez M.A Programa Doctoral Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe 3 de julio de 2015

Reflexiones sobre la Historiografía de Puerto Rico y el Caribe Los textos de Indias y las Crónicas (1492-1582) El estudio de la historia del descubrimiento de América, es posible mediante el análisis de las crónicas redactadas durante el siglo XVI. Éstas pretendían anotar todos los acontecimientos de una forma estructurada y en secuencia temporal. Toda esta información detallada nos permite reconstruir la historia de la conquista de América. Sin embargo, muchas de esta información pueden tener un objetivo específicos que desvirtúa la veracidad de los hechos. No obstante, era de gran importancia la concentración de detalles específicos de modo enciclopédico que incluyera rasgos geográficos, biológicos, antropológicos, entre otros. El objetivo principal era informar a la corona sobre las novedades que iban transcurriendo en las expediciones por las nuevas tierras descubiertas en América. En esta reflexión crítica, examinaremos algunos de los historiadores que han trabajado las crónicas y veremos sus puntos de vistas. También analizaremos cronistas como Fray Bartolomé de las Casas, Fray Ramón Pané, Antonio Herrera, Gil González Dávila, entre otros. Plantearemos como son importantes para la construcción histórica y cuáles eran la función que cumplía en beneficio de la corona y del cronista. Entre los cronistas más destacados se encuentran personajes como Bernal Díaz del Castillo, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Inca Garcilaso de la Vega, Pedro Cieza de León, Hernán Cortés, López de Gómara, Diego Durán, Francisco Ximénez, Fray Toribio de Benavente, Fray 1

Bernardino de Sahagún, Fray Francisco Vásquez, entre otros. Ellos tenían la responsabilidad de informar a la corona sobre las maravillas de que se habían descubierto en las Américas para el siglo XVI. Según Justo Fernández López en “Cronistas de Indias”, la tendencia de escribir crónicas va desapareciendo durante el siglo XVI.

Pero a pesar de que se enfatizaban

mayormente en acontecimientos presentes, hoy nos brindan una vasta información sobre los pobladores nativos, las expediciones de conquista, las estructuras políticas, los virreinatos de ultramar y mucha información adicional. Según Fernández López, los cronistas se dividían en dos grupos, los que fueron testigos de los hechos de América y los que escribieron de acuerdo a la información provista. El segundo grupo no presenciaron y tampoco estuvieron presentes en el nuevo mundo.

El primer grupo se

componían descubridores, soldados, religiosos y funcionarios. El segundo, de representantes de la historia oficial que manejaban información que llegaba a las instituciones gubernamentales como lo era el Consejo de Indias. Dado a esta diversidad de cronistas, hay que ser bien precavido a la hora de examinar estos relatos. Stelio Cro, en “Los cronistas primitivos de India y la cuestión de antiguos y modernos”, plantea que el estudio de los cronistas primitivos de las Indias, requiere unas respuestas a ciertas preguntas. Entre ellas se encuentran, ¿Qué concepto de la historia se verifica en las crónicas del descubrimiento y conquista de América? ¿Qué valores universales guiaron a estos cronistas en la composición de estas primeras obras? Estos cronistas venían de una tradición, donde se utilizaba un modelo clásico que seguía unos parámetros establecidos. Los parámetros utópicos e ideales, podrían dominar la narrativa con el fin de justificar unos objetivos específicos, tergiversando los hechos regularmente.

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Un ejemplos donde podemos ver directamente este tipo de tergiversación se encuentra en el diario de Colón, donde según Kevin Perromat Agustín, en “Las reglas de la historia: cronistas de Indias, apropiaciones Legitimas y plagios en el discurso historiográfico”, se utiliza el término “caníbal”, que pretendía dar una percepción donde pudiera reducir los pueblos nativos como unos prehistóricos y barbaros. De esa forma se podía justificar la dominación de estos pueblos. En la misma lectura de Agustín, se expone un detalle interesante donde los expertos enviados por la corona, recurrían muchas veces al plagio sin una reformulación y discurso indirecto que permitían avanzar los procesos de abreviación y redacción. Esto nos deja ver como en ocasiones se componían extensos volúmenes en periodos cortos de tiempo. Uno de los ejemplos claros está en la crónica sobre México de Juan Grijalva, la cual tomó solo dieciocho meses en componerla. También se encuentra el ejemplo de la carta, dirigida por Álvarez Chanca al Cabildo de Sevilla, que fue reescrita por Fernández Navarrete. Esto demuestra era una práctica recurrente durante todo el siglo XVI. Por otra parte, se encuentran crónicas que van dirigidas a manifestar una voz de alerta en contra de las atrocidades cometidas por los conquistadores hacia las poblaciones nativas. Religiosos como Fray Bartolomé de las Casas, mayormente en su crónica titulada “Brevísima relación de la destrucción de las Indias” (1539), presenta de una forma arduamente descriptiva y en múltiples ocasiones exagerada, el trato despiadado por parte de los conquistadores hacía las poblaciones nativas de América.

Su fin era denunciar este trato ante la corona española,

abogando a favor de estas poblaciones indígenas. Por otra parte, en su otra publicación titulada “Historia de las Indias”, su enfoque principal es crear unas historia del descubrimiento de América de una forma bien detallada, donde hace referencia a un sinnúmero de textos antiguos y 3

crónicas incluyendo el diario de Colón que asegura ha tenido en su poder. También, el lenguaje presentado por el fraile es sencillo de entender y su narración tiende a ser bastante a mena en contraposición a otras crónicas. Otros frailes como lo fue Fray Ramón Pané en “Relación de Fray Ramón Pané acerca de las antigüedades de los indios…”, se dedicó por mandato a indagar en las creencias idolatras de los nativos caribeños. En su escrito, de una forma detallada, explica las mitologías indígenas donde se pueden apreciar el origen del sol y la luna, los nombres de las deidades, como fue el surgimiento de la mujer, el hombre y el mar, su forma de ver la muerte, entre otros tópicos interesantes. Por otra parte también fue testigo de las costumbres, las prácticas medicinales y de la cultura indígena. Hay que tener en cuenta que la perspectiva de esta crónica, parte del cristianismo y que un aspecto que se define durante el final de la lectura son los indios convertidos que mueren como mártires a manos de sus propias poblaciones. Por lo tanto, uno de los objetivos directos era la conversión de los indígenas al cristianismo y a su vez justificar la conquista y la explotación de las poblaciones nativas caribeñas mediante la cristianización. En otra de las crónicas como en la de Gonzalo Fernández de Oviedo, “Historia general y natural de las Indias”, realiza una descripción de la isla de Borinquén la cual los cristianos ahora le llaman Sanct Joan. Describe en un lenguaje complejo la localización de la isla, la fertilidad de la tierra, los cuerpos de agua y donde se encuentra el oro.

En otros aspectos, relata las

confrontaciones entre Sotomayor y el cacique Agueybana, buscando la forma de exaltar la figura del conquistador quienes según él son los merecedores de sus méritos. Cuando se refiere a los nativos, los percibe como indios agresivos relatando el “mito de Salcedo”, que es ahogado por ellos y enfatizando los conflictos entre indígenas y españoles. Por ende, se puede justificar

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directamente en anhelo por la conquista y la acumulación de riquezas que sirve como motivación para la expansión del imperio español. En la crónica de Antonio Herrera, escrita en 1601, ya vemos un avance en la escritura de la crónica a diferencia de Oviedo. El lenguaje tiende a ser más sutil y realiza una descripción que pretende informar las posibilidades económicas de la isla de San Juan de Puerto Rico, enfatizando los puertos, ríos y recursos que pueden beneficiar la corona. También se puede vislumbrar el desarrollo de poblados al hacer mención de villas como la Guadanilla o San German, Guanica, el Arrecibo, el Aguada y la ciudad de San Juan. Menciona que ya se cuenta con un obispo, un gobernador y oficiales reales de hacienda. Herrera, se refiere a los indios caribes como caníbales y sumamente peligrosos en las islas del este y relata lo sucedido a un fraile en Dominica que fue consumido por estos. Pero en general, es una crónica que busca informar a la corona sobre las riquezas de la isla, la estructura política y aprovecha la ocasión para llevar el mensaje del supuesto canibalismo para seguir justificando la adquisición de riquezas. Uno de los textos producidos a mediados del siglo XVII es “Teatro eclesiástico de la santa iglesia de San Juan de Puerto Rico” de Gil González Dávila. Este cronista también recurre a la descripción, pero a diferencia se concentra más en la producción agrícola y ganadera. Por lo que se percibe que a mediados del siglo XVII, se va dando un cambio en la visión donde la economía mercantil va quedando rezagada para convertirse en una economía de producción agrícola. Se puede distinguir cuando afirma que existe una gran cantidad de ingenios azucareros. Aunque no hubiese tantos como se dice, busca mediante estos escritos llamar la atención de la corona para promover la producción de las tierras fértiles y otros productos derivados del ganado.

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Las crónicas, son de gran importancia para remontar los hechos de la colonización española, pero a su vez hay que tomar con cuidado todos los datos que se ofrecen por parte del cronista. La función de estos escritos era informar y justificar empresas que se beneficiarían directamente de la conquista. Aunque hubo excepciones en el caso de Las Casas, pero él también las utilizo con el fin de lograr las Nuevas Leyes de Indias que pretendían proteger a los indios nativos de los embates de la colonización. En general las crónicas nos permiten apreciar cómo fueron los procesos de conquista, como se crearon las estructuras políticas, como eran los pueblos nativos americanos, entre muchas cosas más. Sin embargo, hay que tener en perspectiva que iban dirigidas a crear una percepción en la corona y una justificación para un fin personal.

Las “Relaciones”, “Informes” y “Memorias” españolas y extranjeras desde 1582 hasta 1700

La historiografía de Puerto Rico, comienza con una serie de cronistas que parten desde el siglo XVI, donde escribían diversos tipos de documentos conocidos como relaciones, informes y Memorias. En la conferencia titulada “Historiografía Puertorriqueña”, Isabel Gutiérrez del Arroyo, realiza una reflexión sobre estos tipos de documentos partiendo desde “La Memoria de Melgarejo” hasta el “Boletín Histórico”. Define tanto el concepto de “relaciones” como el de “memorias”. “Relaciones”, constituye un estudio de índole del presente mientras que las “Memorias”, tiende a ser un texto más extenso de mayor antigüedad y poco accesible. Ambos textos, permiten recrear la historia de Puerto Rico desde el 1493. En esta reflexión crítica, examinaremos los textos que precisamente nos hablan de Puerto Rico y nos dejan saber cómo era la isla luego de su descubrimiento. Entre los cronistas que redactaron relaciones, informes y memorias, encontramos los escritos de Juan Ponce de León II y Antonio de Santa 6

Clara, “Memoria de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico (1582)”, Juan de Melgarejo, “Descripción política de la isla de Puerto Rico (1582)”, Fray Diego de Salamanca, “Descripción eclesiástica de la isla de Puerto Rico (1581)”, John Layfield, “Relación del viaje a Puerto Rico de la expedición de sir George Clifford (1598)”. Fray Damián López de Haro, “Carta a Juan Díez de la Calle (1644)” y Diego de Torres y Vargas, “Descripción de la isla y ciudad de Puerto Rico (1647)”.

Mediante la lectura, visualizaremos como era Puerto Rico luego del

descubrimiento en aspectos de la vida social, militar, política y económica. La obra de Juan Ponce de León II y Antonio de Santa Clara, “Memoria de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico (1582)”, se compone de un cuestionario enviado por el rey Felipe II con un fin en específico. Dado a la gran extensión de los territorios conquistados, era imprescindible tener conocimiento de las colonias bajo el dominio español. Este cuestionario pretendía con cincuenta preguntas, dar a conocer en este caso la isla de Puerto Rico. Este fue dirigido al capitán Juan Melgarejo, pero Juan Ponce de León y Antonio de Santa Clara se hacen cargo de responder, dado que ellos tenían un mayor conocimiento de las estructuras y las regiones de la isla. Estas preguntas abarcaban una gran cantidad de temas que parten desde cual era la capital, las provincias, los aspectos geográficos, los factores climáticos, etc. Como aspecto importante para la corona, los cronistas mencionan que la isla poseía grandes cantidades de oro, pero que no se encontraba en el área de San Juan. Además presenta a la isla como una defendida por el Morro y la Fortaleza, pero es atacada regularmente por indios caribes y corsarios franceses por el suroeste. La redacción de este texto es uno no muy complejo, su lenguaje es sencillo y en la mayoría de los casos bastante abreviado en sus respuestas. Hay que tener presente que este documento era meramente para informar a la corona sobre sus posesiones y no en tono de crear

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una historia. No obstante, es uno de los primeros documentos que hablan específicamente de la isla de Puerto Rico luego de la colonización en 1508. En “Descripción política de la isla de Puerto Rico (1582)”, Juan de Melgarejo, hace un recuento de toda la estructura política de la isla. Su lenguaje es estrictamente administrativo y busca la forma de informar al rey las necesidades burocráticas de las que carece la isla. Es sumamente detallado en la mención de nombres, cantidades monetarias, fechas y departamentos. También se enfatiza en los procesos de elección de funcionarios y cuantas vacantes quedan disponibles tras la muerte de los mismos. El texto es excelente a la hora de realizar un análisis sistemático del funcionamiento de las estructuras políticas coloniales, cuáles eran los procesos selectivos y como se entablaban peticiones a la corona desde la colonia. Lo mismo sucede en las entidades eclesiásticas.

En este caso la lectura “Descripción

eclesiástica de la isla de Puerto Rico (1581)”, Fray Diego de Salamanca, también hace un recuento administrativo pero esta vez de la estructura eclesiástica de la isla. En ella se enfatiza la crisis económica que afrentaba la iglesia y la colonia. A su vez, se hace un recuento de los religiosos y las edades de ellos. Indirectamente se puede percibir un censo de los distintos poblados existentes como lo era la Nueva Salamanca. Un aspecto importante, es que a través de este escrito podemos percatarnos de la expectativa de vida de la población para el siglo XVI. Se puede apreciar cuando se habla sobre el canónigo más antiguo, Pedro de Meneses, que es pobre y viejo a la edad de más de 55 años. Por lo tanto, se puede trazar mediante esta información cuando una persona ya era de avanzada de edad en comparación con la expectativa de vida actual. Por otra parte, se hace interesante que el informe se le dirige al rey en vez de a Roma, lo que nos indica el poder del rey sobre todos los aspectos eclesiásticos que poseía la corona española. 8

Aparte de los cronistas que hemos examinado anteriormente, hay que fijarnos también en cuál era la percepción de la isla ante los ojos de los extranjeros. En este caso se encuentra el texto de John Layfield, “Relación del viaje a Puerto Rico de la expedición de sir George Clifford (1598)”. Estas lecturas son de gran importancia, dado a que se pueden contrastar con los escritos españoles para corroborar así su veracidad. En este caso la percepción es inglesa, y se remonta a los sucesos militares ocurridos en San Juan a finales del siglo XVI. Viene siendo en otras palabras una crónica del ataque ingles a Puerto Rico perpetrado por sir George Clifford en el 1598. Además de ser una crónica de guerra, realiza un recuento de las estructuras militares construidas por los españoles, sus fortalezas y debilidades. A su vez, hace descripciones de la isla en cuanto a la temperatura, los vientos, la bahía, ect. Uno de los aspectos interesantes es la visión del potencial económico de la isla. John Layfield plantea: “Lo restante de esta pequeña isla (al menos media legua de largo) es bosque en su mayor parte. Es de lamentar su falta de cultivo y de industria”. Podemos deducir con este planteamiento, que el potencial industrial ante la percepción de los ingleses era muy favorable para Inglaterra, cosa que España no percibía por su sistema mercantilista. Si analizamos “Carta a Juan Díez de la Calle (1644)” de Fray Damián López de Haro, tenemos una visión de la crisis económica que presentaba la Isla para el siglo XVII, a causa del mismo sistema mercantilista que puso mayor interés en Perú y México. López de Haro plantea: “La ciudad está muy pobre. La moneda en que ella se gasta es de pobres, porque es de cobre, 34 cuartos más delgados. Es interesante que mediante esta crónica, se pueda vislumbrar como era el comercio en isla y la inflación en los precios de los productos. Pero sin embargo se hace mención de la diversidad de productos que representan una dieta diaria y sana tanto para las poblaciones blancas como la esclava. También se presenta que la tradición del casabe existe, 9

dado a que el maíz no se utilizaba para la elaboración de pan. Pero no se percibe en ningún momento un desarrollo industrial, con excepción a los siete ingenios de azúcar y las diversas estancias. No obstante la situación de la isla no cambiará hasta adentrados al siglo XIX. Sin embargo cuando nos aproximamos a la “Descripción de la isla y ciudad de Puerto Rico (1647)” de Diego de Torres y Vargas. El aspecto económico de este texto, tiende a crear la percepción de una economía en crecimiento. Se hace mención de trapiches tanto en Coamo como en San German. Hace alusión a la buena calidad del tabaco que dice ser mejor que el de la Habana, y que se ha empezado a exportar fuera de la isla. También hace una muy buena referencia de las maderas que son excelentes para la construcción de navíos y galeones. No se puede dejar atrás como se expresa acerca de las “grandes” minas de oro, cristal y cobre”. Si comparamos los escritos de López de Haro y Diego de Torres y Vargas, vemos como en el aspecto económico hay una contradicción en los informes. Mientras uno se enfoca en la pobreza de la isla, Torres Vargas la describe como una isla llena de recursos con un potencial económico indiscutible. Presumo que Torres Vargas, quería de alguna forma llamar la atención de la corona para incentivar el desarrollo económico de la isla mediante la producción agrícola y la explotación minera. Estos textos consultados proveen mucha más información adicional que nos permite la investigación de un sinnúmero de temas específicos.

Como podemos ver, Puerto Rico,

independientemente de la percepción inglesa y la española, siempre ha sido una isla llena de recursos valiosos que no han sido aprovechados eficazmente. España trató con la Cedula de Gracia del 1815, incentivar la producción de la isla como nunca antes, pero ya luego de 1898 con la guerra hispanoamericana el enfoque fue el monocultivo, dejando atrás la diversidad de

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recursos que serían de gran beneficio. No óbstate, estas crónicas evidencian el potencial de la isla y nos brindan una mirada al pasado en temas políticos, económicos, eclesiásticos y militares desde diversas perspectivas. Las “historias” de fines del siglo XVIII: Ilustración y el Racionalismo

Para el siglo XVIII, la historiografía puertorriqueña da un giro causado por la Ilustración Española que introdujo intelectuales a la isla. La llegada de la casa dinástica de los Borbones a principios del siglo XVIII, trajo consigo reformas administrativas que pretendían administrar efectivamente las colonias en beneficio de la metrópoli. Por tal razón, Puerto Rico fue visitado por varios ilustrados que se dedicaron a escribir, en algunos casos por encargo, cuál era la situación actual de la colonia y por ende entablar recomendaciones para que fuese viable su administración. Ilustrados como Alejandro O’ Reilly, Fernando Mayares González y Abbad y Lasierra, presentaron una nueva complejidad que se desarrolló en las corrientes ilustradas del racionalismo.

Según el Prof. Mario Cancel, en “Abad y Lasierra y la historiografía

puertorriqueña”, plantea que Abbad se encontraba en una mejor posición para establecer argumentos y conclusiones dado a que él no era militar a diferencia de Alejandro O’ Reilly y Fernando Mayares González. No obstante, la censura de la corona española siempre estaría pendiente de los escritos que se producían. En esta reflexión crítica, examinaremos algunos fragmentos de escritos de Alejandro O’ Reilly, “Memoria (1765)”, Fernando Miyares González, “Noticias particulares de la isla y plaza de San Juan (1775)”, Abbad y Lasierra, “Carácter y diferentes castas de los habitantes de la isla de San Juan de Puerto Rico” y “Usos y costumbres de los habitantes de esta isla (1788)” 11

y Pierre Ledrù, “Viaje a la isla de Puerto Rico (1797)”. Analizaremos cuales eran sus líneas de pensamiento, cuáles fueron sus observaciones con respecto a la isla y las respuestas para resolver la situación precaria de Puerto Rico. En las memorias del mariscal Alejandro O’ Reilly, podemos ver que es un hombre ilustrado que tiene sus objetivos claros a la hora de redactar su informe. Esta memoria fue comisionada por el rey para examinar las capacidades defensivas y productivas de Puerto Rico. No obstante, se examinan cuidadosamente los problemas medulares que no permiten que la colonia sea rentable en beneficio para la corona. Primeramente, plantea cual es la inversión vs lo que se genera, concluyendo que aun con todos los impuestos, la colonia tiende a ser un peso para el erario de la corona. Por lo tanto hay que desentrañar los problemas que permiten este problema fiscal para entonces plantear unas soluciones adecuadas. Uno de los problemas que menciona O’ Reilly, es la ineficiencia de la población existente. Dado a que la colonia es todavía un bosque, la mayoría de la población sobrevive a base de una economía de sustento el cual no les representa ningún esfuerzo para poder alimentar toda una familia. El contrabando también representa un escape de flujo de capital que se pierde y no nutre las arcas de la corona. A su vez, el trueque que está ausente de la economía formal, no promueve una economía sustancial y la poca educación de la población no brinda las herramientas a la para que estos sean productivos. O’ Reilly, como oficial de la corona, entabla recomendaciones junto con estadísticas precisas que permitan hacer de Puerto Rico una colonia rentable en beneficio de la metrópoli. Por tanto, propone una modernización de ingenios e industrias que puedan producir productos de alta demanda en España. Hay que tener en cuenta, que la función de una colonia es enriquecer al

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país colonizador, por lo tanto el lenguaje de O’Reilly siempre será en favor de la metrópoli. No obstante, los planteamientos tienden a ser racionalistas al buscar soluciones partiendo de la raíz de los problemas que aquejaban la colonia. Fernando Miyares González, de origen cubano, escribe una descripción de la isla titulada “Noticias particulares de la isla y plaza de San Juan (1775)”. Según Prof. Mario Cancel, los capítulos del 1-9 se componen de una descripción del estado de situación, mientras el pasado histórico recuerda la labor propia de un logógrafo y un genealogista. En este punto concurro con el Prof. Cancel, dado a que su escrito está demasiado estructurado describiendo el estado actual de cada pueblo presente. También al igual que otros oficiales de la corona, hace un recuento del estatus de los trabajos en las fortificaciones, las implementaciones de las diversas cedulas impuestas por la corona y un recuento de la población y económico. A diferencia de O’Reilly, no tiende a ser tan específico en las cifras, aunque hay que tener en cuenta que no era su labor producir un documento tan específico. La historia de Fray Íñigo Abbad y Lasierra, “Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico” (1788), viene siendo el primer escrito de gran importancia historiográfica hasta el día de hoy. El mismo Gervasio García en su última publicación titulada “Historia bajo sospecha” considera a Abbad como uno de los primeros autores ilustrados en Puerto Rico que se propuso realizar la primera historia ilustrada con énfasis en la economía, el desarrollo intelectual y las ciencias. Por otro lado el Prof. Mario Cancel, en “Abbad y Lasierra y la Historiografía Puertorriqueña”, dice que el escrito del fraile es más relevante que los de O’Reilly y Fernando Miyares González, por la aproximación al componente histórico y por su lenguaje de las “Ciencias Sociales Emergentes”. No obstante, la meta principal del autor es

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facilitar el conocimiento de las colonias y replantear el camino al progreso en beneficio de España. En los capítulos titulados “Carácter y diferentes castas de los habitantes de la isla de San Juan de Puerto Rico” y “Usos y costumbres de los habitantes de esta isla (1788)”, tiene una visión parecida a la de O’Reilly. También critica la economía de sustento la cual taza de improductiva, pero a su vez admira la astucia y la voluntad del jibaro argumentando: “si han de ir a un baile, a visitar a un amigo, o a cualquier otra diligencias, es indispensable el ir a caballo, y especialmente en tiempos de lluvia no saldrán a pie para andar cien pasos, aunque la cosa sea Precisa; esta costumbre, o más bien la necesidad, los hace a todos tan diestros jinetes, que a cualquier hora del día o de la noche, corren a rienda suelta, cruzan ríos y pantanos para ir a los bailes o a sus diligencias, sin que les canse ni sucedan desgracias.” A la vez que critica la incapacidad del jibaro por no estar acorde con los procesos económicos modernos, vislumbra un potencial en la población con su astucia ante momentos de peligro o determinación. Pero por otra parte, en “Carácter y diferentes castas de los habitantes de la isla de San Juan de Puerto Rico”, denota en su lenguaje un desprecio por la mescla entre razas, especialmente el cruce entre los blancos y negros. En general describe a los habitantes de la isla, partiendo de las condiciones climáticas, como indolentes y desidiosos, y en otras palabras vagos por causa de la fertilidad de la tierra. Hay que tener en cuenta que en el siglo XVIII, se tiene esta mentalidad racial, pero en sí en su obra realiza una crítica a la falta de modernización y a lo improductivos de la población colonial. En la precepción extranjera se encuentra “Viaje a la isla de Puerto Rico” (1797), de Pierre Ledrù. Esta persona es un naturalista francés que hacía escritos geográficos junto a anotaciones

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históricas.1 En su escrito, se puede notar el sumo conocimiento de la fauna y la flora caribeña. A su vez, realiza un recuento bien estructurado de los pueblos de la isla entablando datos poblacionales, ríos, distancias, entre otros. También describe la administración política y civil junto al régimen eclesiástico y los ingresos y egresos de la colonia. Por otra parte cuando argumenta sobre los habitantes de la isla en cuestiones de costumbres no deseables, lo achaca a la herencia de los indígenas. Esta aseveración encierra el pensamiento se superioridad europeo que trae consigo desde Francia. Una de las partes más interesantes de su escrito es con respecto al contrabando. Ledrù, realiza a mí entender, una exposición brillante que no se vislumbra en las demás lecturas. Él expone que la preferencia del contrabando por parte de los habitantes, es a causa de la poca modernización de la colonia. Él plantea que el costo de transportación a través de la isla, dado al mal estado de puentes y caminos, atrasan toda entrega subiendo exponencialmente los precios de los productos. Por lo tanto, adquirirlos mediante contrabando es mucho más rentable dado a que este costo no está presente. Si analizamos ese planteamiento, está realizando una crítica directa a la poca inversión en obras públicas que no permite el desarrollo de la colonia. Mediante estas lecturas, podemos ver cómo eran los planteamientos de personalidades ilustradas con respecto a la isla. Casi todos, buscan como transformar la isla para que esta sea una rentable en favor de la corona. La racionalidad y la visión de progreso siempre está presente escudriñando soluciones lógicas que resuelvan los problemas medulares de la isla. Sin embargo podemos ver una gran diferencia en las perspectivas particulares de cada uno. Pero en fin, el racionamiento y lo específico, tienden a ser rasgos de la Ilustración y el Racionalismo.

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Fernando Picó, Historiography of Puerto Rico.

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La historiografía del siglo XIX La historiografía del siglo XIX, es una respuesta al momento y a las circunstancias históricas del siglo.

El cambio de pensamiento y las diversas corrientes intelectuales aportaron un

ambiente para que por medio del estudio del pasado se fomentara una conciencia nacional dentro del pensamiento criollo. Por lo tanto, un grupo de jóvenes puertorriqueños privilegiados en Madrid, tomaron las riendas de lo que fue un movimiento conocido como “La sociedad recolectora de documentos históricos”. En esta reflexión crítica, examinaremos como las corrientes positivistas impactaron las corrientes historiográficas puertorriqueñas. Analizaremos como surge un fuerte pensamiento del ideal criollo y las vías que llevaron a una identidad puertorriqueña. Para lograr este análisis, utilizaremos las lecturas de Isabel Gutiérrez del Arroyo, “Historiografía puertorriqueña”, Fernando Picó, “Historiography of Puerto Rico” y el Prof. Mario R. Cancel, en “Historiografía del siglo 19: consensos teóricos”, “Historiografía siglo 19: consensos político-ideológicos”, “La historiografía puertorriqueña hacia 1850” y “Alejandro Tapia y Rivera: el historiador”. Las corrientes de pensamiento positivistas enmarcadas durante el siglo XIX, se nutrieron de la escuela científica surgida del pensamiento comtiano. Esta línea de pensamiento se sustenta en la aplicación del método de las ciencias naturales a la investigación histórica. Por lo tanto, una de las características en los conceptos históricos es la acumulación de fuentes para luego entablar generalizaciones.2

Esto promovió la creación de “La sociedad recolectora de documentos

históricos”, teniendo como protagonistas criollos que tuvieron la posibilidad de estudiar en Europa, teniendo el acceso a documentos históricos que hablaban sobre Puerto Rico. Entre los

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Isabel Gutiérrez del Arroyo, Historiografía puertorriqueña.

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participantes de esa sociedad se encontraba Román Baldorioty de Castro, Alejandro Tapia y Rivera, José Cornelio Cintrón, Jenaro Aranzamendi, Lino Dámaso Saldaña, José Vargas, Juan Viñals y Federico González.3 El resultado de esta sociedad fue la Biblioteca Histórica de Puerto Rico, siendo Alejandro Tapia y Rivera quien la publicaría para el 1854. Todo este esfuerzo responde a unas circunstancias particulares dentro del siglo XIX. Luego de la obra escrita por Abbad y Lasierra, el impulso por la modernidad se aferró luego de la concesión a Puerto Rico de la Real Cedula de Gracia del 1815. Esta favorecía la inversión de capital extranjero, abriéndole las puertas a los exiliados de los territorios liberados de la corona española en Latinoamérica. Según el Prof. Mario Cancel en “La historiografía puertorriqueña hacia 1850”, los propietarios puertorriqueños se vieron amenazados por el poder del capital extranjero. Por lo tanto, se creó una identidad política dentro de la burguesía puertorriqueña. De esta, burguesía es que nacen los jóvenes con una conciencia ilustrada que buscan dentro de los documentos una conciencia nacional que los defina, para así reafirmar su identidad política. Por tal razón se comienza una lucha entre el criollismo y lo peninsular, que será el motor de una burguesía emergente. Como resultado surge “La Biblioteca Histórica de Puerto Rico” en 1854. Según Isabel Gutiérrez del Arroyo en “Historiografía puertorriqueña”, esta recolección de documentos provee dos tipos de fuentes, los fragmentos referentes a Puerto Rico provenientes de cronistas primitivos y una colección de documentos pertenecientes a los siglos XVI, XVII y XVIII. El Prof. Mario Cancel, hace la salvedad que dentro de la antología, falta un siglo que parte desde el

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Mario R. Cancel, La historiografía puertorriqueña hacia 1850.

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1647 al 1750, pero a su vez llenaba las mayores lagunas entre los intelectuales del siglo XIX.4 En “Alejandro Tapia y Rivera: el historiador” el Prof. Mario R. Cancel, plantea que la publicación de estos documentos destaca el intelecto y la conciencia que representaba Tapia en su condición de ciudadano, donde resalta a los cronistas más primitivos y a los intelectuales ilustrados. Esta antología de documentos es de suma importancia hasta el día de hoy, porque permite la consultar una multiplicidad de temas a lo largo de la historia de Puerto Rico. Otro de esos jóvenes emergentes que rebuscaron en el pasado fue José Julián Acosta. Este reencuentra el texto de Abbad y Lasierra, y lo publica en 1866 junto a sus “notas” que tenían una agenda escondida que burlaba la censura española. Isabel Gutiérrez del Arroyo, plantea que esta revisión del texto de Abbad “reúne en una primera síntesis el complejo de fuerzas históricas, de factores étnicos, culturales y espirituales de los cuales surgió la comunidad puertorriqueña”. Esto puede tener su raíz en las contradicciones entre el criollismo y lo peninsular, donde en el siglo XVIII, todo lo heredado que tenía connotaciones malas provenía del legado indígena y negro. Esta percepción se puede visualizar en Salvador Brau Asencio, donde presentaba la conquista como un “acto regenerador” que impuso la civilización ante la barbarie de los naturales de la isla. Por lo tanto, la mezcla de razas que formaban al criollo estaba plagada de defectos colectivos.5 Por ende, Brau, plantea la superioridad del europeo que choca con el ideal nacional que va surgiendo a través del siglo XIX. A pesar de las diferencias de los puntos de vistas de estos intelectuales, si hubo un consenso teórico que se discute en la lectura del Prof. Mario R. Cancel, “Historiografía del siglo 19: consensos teóricos”. En esta lectura se presentan tres puntos donde hubo acuerdos. En primer

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Mario R. Cancel, Alejandro Tapia y Rivera: el historiador Mario R. Cancel, Historiografía siglo 19: consensos político-ideológicos

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lugar aceptaban que Puerto Rico estaba en un proceso de modernización. En segundo lugar, que esa modernización representaba un cambio económico y social, donde se cambiaría el modelo de una colonia ganadera a una exportadora. Y por último, que este cambio estaba encaminado al crecimiento de la industria azucarera. Por ende, la modernización de la colonia no dependía de su independencia a diferencia de las regiones hispanas que la habían obtenido para el 1808. Sin embargo, se utilizó el concepto de modernización para adoptar diversas posturas dentro de las corrientes intelectuales de la colonia. Tanto Alejandro Tapia, Salvador Brau y José Julián Acosta, dejaron ver sus posturas dentro de este contexto. Tapia, veía con buenos ojos el proceso de modernización que se daba bajo la corona española, sin perder su identidad criolla y puertorriqueñidad. Mientras que José Julián Acosta, enfrenta la modernidad desde el siglo XVIII utilizando a Abbad, como testigo de exaltación de las riquezas de la isla. Por ende, según el Prof. Cancel, para Acosta, “la modernización material significaba que Puerto Rico había dejado de ser un miserable parasito que vivía a costa de España”. Otro de los escritos que se publicaron durante el siglo XIX, fue Grito de Lares del 1868, por José Perez Morris.

Él era un periodista que entabló una opinión pública que alertó a las

autoridades españolas y a la censura establecida. Y por otra parte se cuenta con el texto de Salvador Brau, “La colonización de Puerto Rico” en 1907. Este discute los elementos de la conquista, la resistencia de los nativos y los comienzos de una administración colonial. 6 Fernando Picó, en “Historiography of Puerto Rico”, plantea que aunque su narración es muy avanzada, escasean las notas al calce que obstruye la fluidez del texto. No obstante, lo considera como uno de los historiadores mas importantes de Puerto Rico en su época, antes de que la historia surgiera como una práctica académica. 6

Fernando Pico, Historiography of Puerto Rico

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Como hemos visto, el siglo XIX estuvo marcado por las corrientes positivistas que impactaron todas las ramas del saber científico incluyendo la historia. La recopilación de documentos significaba la búsqueda de una identidad nacional que se engendró entre los pensamientos del romanticismo. Para la burguesía intelectual criolla, la apropiación de su historia, les daba el poder de legitimar sus reclamos en favor de sus derechos e igualdad. Sin embargo, el ideal de los mismos criollos se vio fragmentado por diversas líneas de pensamientos que luego enfrentarían a otro imperio invasor. La historiografía puertorriqueña entre 1830 y 1882 La historiografía puertorriqueña durante el siglo XIX, estuvo repleta de influencias políticas dado a los distintos ideales que surgieron. La censura, fue un factor que marcó la producción historiográfica que se movía entre los liberales, autonomistas y separatistas. El miedo a ser censurado opacó de gran forma la producción intelectual donde lo que se escribió fue de acuerdo a los parámetros establecidos por el censor. En esta reflexión, estudiaremos algunos fragmentos de textos que provienen de esta época que asumen posturas políticas e idealistas.

Veremos cómo era percibido el criollismo y el

separatismo desde la perspectiva peninsular a través de las lecturas de Pedro Tomás de Córdova, “Memoria sobre la administración de la isla de Puerto Rico” (1831-1838) y José Pérez Moris y Luis Cueto y González Quijano, “Historia de la Insurrección de Lares” (1872). También examinaremos a través de las lecturas del Prof. Mario Cancel tituladas, “La interpretación liberal reformista del separatismo” y “Separatismo, invasión e hispanidad”, las luchas idealistas entre las distintas vertientes de pensamiento liberal y separatista, en a la visión de José Pérez Moris y Francisco Mariano Quiñones.

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Pedro Tomás de Córdova, en su “Memoria sobre la administración de la isla de Puerto Rico”, realiza una revisión sistemática de la efectividad de la Real Cédula de Gracias del 1815. En primera instancia, se plantea si el progreso en Puerto Rico se dio realmente por la aplicación de las exenciones en el diezmo y la alcabala que protegía la inversión extranjera. Una vez entabla sus planteamientos sobre estas concesiones, las defiende dado a que el progreso en tan corto tiempo hacia rentable a la colonia. Al punto que dentro de su informe recomienda que se deba extender esta exención dado a que era más productivo tanto para la inversión extranjera como para la agilidad de los procesos administrativos. Una de las mejoras sustantivas que se presenta, es el aumento en habitantes que facilitó la producción de café, algodón y tabaco, que eran exportados a los Estados Unidos, Europa y algunas partes de la península. A pesar de la defensa de las exenciones contributivas, el lenguaje de Tomás de Córdova, excluye completamente la burguesía criolla.

La exaltación de la inversión extranjera,

mayormente de peninsulares exiliados de Hispanoamérica, se percibe a través de todo el texto. Córdova expone, que “mantener la confianza de los colonos extranjeros, asegura el progreso del país”. Por lo tanto, la exaltación por lo peninsular discriminaba en contra de la burguesía criolla que no era de ninguna forma favorecida. Por lo tanto, el progreso pertenecía a las clases peninsulares y no a la clase criolla.

Además se estigmatiza la clase trabajadora criolla

argumentando: “La prosperidad, pues, en que se halla la isla se debe a las franquicias de aquella ley, puesto que por ella han entrado y siguen entrando colonos extranjeros, capitales y brazos útiles”. Al referirse a “brazos útiles”, se refiere a los inmigrantes que han llegado a consecuencia de las guerras de independencia en las colonias españolas para el 1810. Por tanto, la clase trabajadora antes de esta inmigración, no representan una productiva.

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José Pérez Moris, Luis Cueto y González Quijano, en “Historia de la Insurrección de Lares” (1872), se puede vislumbrar la lucha ideológica en contra de las posturas separatistas y liberales. Esta lectura, realiza un ataque directo a los propulsores de los ideales separatistas como lo fueron Segundo Ruiz Belvis y Ramón Emeterio Betances. Plantea que durante esa época, la idea del separatismo no estaba tan apagada a pesar de la censura de la corona española. Al principio, aunque exalta a Ruiz Belvis como un “genio de alma grande y generosa”, lo trata como un traidor de la nacionalidad española. También lo acusa de odiar a España con un carácter irritable, alterno, de lenguaje agrio y agresivo. Por otra parte acusa a Ramón Emeterio Betances, que siendo uno de los mejores médicos en la isla, atendía a los criollos de una forma más favorable que los peninsulares a quienes les cobraba sumas exorbitantes. Durante todo el texto, el lenguaje agresivo hacia los separatistas no descansa, acusándolos de un sin número de actos perversos. Uno de los temas interesantes que plantea, es el la defensa del catolicismo que representa lo Español. Acusa a Ruiz Belvis de “ateo” y a su vez de materialista. Según Moris, Belvis decía: “que la religión era un mito ideado por los hombres para mantener al género humano en la ignorancia y en el despotismo; que el hombre es un animal que no se diferencia de los brutos sino por su mayor inteligencia y que todo concluye con la desorganización de la materia” Independientemente, que Ruiz Belvis haya pronunciado si o no esas palabras, se aprecia un pensamiento secular avanzado a su época. Hay que entender que Moris, estaba en defensa de sus ideales políticos que se aferraban a la corona española, mientras que Ruiz Belvis estudió en Caracas, donde pudo ser testigo de movimientos separatistas que influirían en su manera de pensar.

El Prof. Mario Cancel, en comentarios sobre el fragmento de “Historia de la

Insurrección de Lares”, plantea que Moris configura la percepción de un separatista, desde una 22

perspectiva conservadora e integral, donde tiende a exagerar en sus planteamientos para lograr un fin específico. Por otra parte el Prof. Cancel, argumenta que las fuentes utilizadas para la redacción del texto se componen de testimonios y entrevistas. En “Separatismo, invasión e hispanidad”, expone que el consenso entre liberales reformistas y autonomistas concluía que la Insurrección de Lares había fracasado. Esto debido a la contradicción del sentir popular y la incapacidad de sus dirigentes. El separatismo tendía ser atacado por todos los frentes políticos existentes. Se argumentaba que el separatismo no era compatible con ser un verdadero puertorriqueño. A su vez, Puerto Rico no podía ser una nación aparte de España. Por lo tanto, ser separatista era sinónimo de falta de honradez, mal nacido, gente que no se deja amar, violentos, sanguinarios y morbosos.7 No solo esa era la impresión peninsular, sino que la criolla también exponía que se ofendía la hispanidad. En “La interpretación liberal reformista del separatismo” del Prof. Mario R. Cancel, se puede percibir todo este tipo de interpretaciones que señalan al separatismo. En esta lectura se discute el texto “Historia de los Partidos reformistas y conservador de Puerto Rico” (1889) de Francisco Mariano Quiñones. Este intelectual criollo, tenía bien establecido que Puerto Rico no podía separarse de España. Él intuía que la dificultad de la relación entre ambas regiones era el estigma de metrópolis y la colonia, por lo que quitar la colonia de la ecuación mediante la integración con una autonomía debía solucionar el problema.

Su percepción sobre la

Insurrección de Lares, se sustentaba en que contradecía las buenas bondades de nuestro pueblo evitando las tendencias pacíficas que nos distinguían.8 Según el Prof. Mario R. Cancel, la tesis

7

Mario R. Cancel, La interpretación liberal reformista del separatismo. Ibid, p. 3

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de Mariano Quiñones se basaba en que los separatistas no representaban al verdadero puertorriqueño que era pacífico y de bueno de corazón. Pero en síntesis, la Insurrección de Lares, sembró el miedo entre las instituciones peninsulares, ya que había movimientos independentistas emergentes que estarían presentes durante el resto del siglo. El peninsular marginó a la burguesía criolla no dándole igualdad de oportunidades en la implantación de la Real Cédula de Gracias del 1815. Puerto Rico para el siglo XIX, era no más un refugio de exiliados de toda Hispanoamérica que decidieron huir de las guerras de independencia que se estaban dando. Por tanto, Cuba y Puerto Rico eran los últimos remanentes en América de lo que fue el Imperio Español y si España quería sobrevivir durante ese siglo, la única opción era modernizarse, abrir las puertas al comercio internacional y mejorar las condiciones de inversión y tributarias. No obstante, la grandeza de lo español permanece en la conciencia de los peninsulares de la isla, sin tener en perspectiva que eventualmente los Estados Unidos buscarían la expansión hacia el Caribe, imponiendo nuevos retos a las ideologías establecidas incluyendo los que optaban por la independencia de la colonia. Los discursos alternativos y puertorriqueños La historia se puede extraer de diversas formas y fuentes. En la historiografía de Puerto Rico podemos encontrar textos donde de una forma literaria podemos estudiar diversos tópicos históricos aunque no sean informes, memorias o crónicas.

En esta reflexión crítica,

examinaremos autores que se dedicaron al género literario que nos dan pistas de nuestro pasado histórico. Examinaremos nuevamente la figura de Alejandro Tapia y Rivera y José Julián de Acosta, pero en el contexto antes explicado.

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Como ejemplo de la historia alternativa, podemos destacar a Alejandro Tapia y Rivera que a pesar de la publicación de la “Biblioteca Histórica de Puerto Rico”, escribió obras literarias como El heliotropo (1848), La palma del cacique (1852), La antigua sirena (1862), Póstumo el transmigrado(1872), Póstumo

el

envirginado (1882), La

leyenda

de

los

veinte

años (1874), Cofresí (1876); los dramas Roberto D'Evreux (1856), Bernardo de Palyssy o El heroísmo del trabajo (1857), entre otras. Uno de los escritos más sobresalientes y estudiado por los historiadores se titula “Mis Memorias”, que se quedó incompleta pero siendo publicada en 1927 luego de su muerte. El relato de “Mis memorias”, permite hacer un recorrido por la vida social de San Juan y sus calles. Su escritura es muy amena, entretenida en y en algunas ocasiones tiende a ser sarcástico en sus planteamiento. Uno de los aspectos mas importantes es que durante la lectura, fácilmente se puede percibir su percepción en torno a los problemas políticos y sociales. El texto comienza planteando en un tono romántico: El soplo de la brisa, sus mañanas y sus tardes, sus verdes campos y hermoso cielo, sus noches de luna esplendida y hasta sus días nebulosos y sus nocturnas sombras, todo en esa tierra me habla al corazón. Sin duda alguna, este fragmento sugiere el amor por la isla junto a su diversidad de características que la hacen única y le habla desde sus entrañas.

No obstante, en otros

argumentos en la misma lectura expone: Le huyo y me persigue la nostalgia; no quiero pensar en él, y me quita el sueño; si trato de no sufrir por su suerte, no puedo evitar que me atormente más; deseo no amarlo y se mete dentro de mi alma. ¿Qué vinculo fatal es este de que no logro desligarme? A la vez que idolatra y siente un amor profundo por su isla, por su tierra, desearía no amarla. Frases como esta, se encuentran a través de toda la lectura, donde realiza críticas directas al 25

gobierno colonial establecido en Puerto Rico. Fases como “mi país es todo hielo y negligencia”, demuestran el profundo dolor que siente, por el sistema regente en la isla. Otras frases como “Yo lo mando”, “Yo no puedo”, son expresiones que hubiese preferido que no existieran en el país. A pesar de las críticas al sistema político de la isla, podemos encontrar un sin número de detalles sobre la vida diaria del San Juan del siglo XIX.

Entre ellos podemos encontrar

publicaciones de la época como “El Investigador Puertorriqueño”, “El cigarrón”, “El diario Liberal” y de “Verdades de Puerto Rico”. También se puede encontrar datos gastronómicos típicos como pastelones, confituras, guanimes y raspaduras a la pisí. Las tendencias de la moda de las mujeres y hombres se describen. Inclusive los bailes del momento y la apreciación por diversos artículos provenientes de la península. Sin embargo, uno de los temas que predomina en la lectura “Puerto Rico, como lo encontré y como lo dejo”, expone una fuerte crítica al sistema Español y al sistema esclavista. Mediante su exposición, se percibe su pensamiento antiesclavista, la cual tilda de “funesta institución de letal influencia”. También adjudica que este sistema hace que las artes y el trabajo sean despreciables entablando frases como “el trabajo es para los esclavos” o “yo no trabajo más, yo no soy esclavo”. Dice Tapia, que las generaciones, se verán afectadas por las atrocidades cometidas. Arremete en contra de los planteamientos que exponen los dueños de esclavos, donde dicen que los esclavos son tratados de la misma forma que los siervos en Europa. Tapia expone que si les permitieran escoger una profesión libremente, ejercerla y la libertad de pensar, aceptaría la comparación.

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Es interesante como realiza una aproximación al sistema esclavista del sur de los Estados Unidos. Resalta como desde una percepción teológica se justifica la esclavitud argumentando que la institución esclavista se otorgaba por derecho divino y en otras ocasiones se fundamentaban en la maldición de Noé a su hijo Cham. De esta forma, se trataba de justificar la permanencia del sistema esclavista. En fin, mediante este texto, se puede afirmar que Tapia fue un abolicionista que se atrevió a denunciar los malos tratos y la explotación de los esclavos. José Julián Acosta, al igual que Tapia, tuvo la oportunidad de ir a la universidad de Madrid junto a Ramón Baldorioty de Castro a estudiar ciencias y matemáticas. Luego estudio en las ciudades de París y Berlín donde se especializó aún más aprendiendo ambos idiomas. A pesar de su educación en las ciencias, su inclinación por el abolicionismo estaba presente. Aprovechó las “notas” dentro de la publicación de Abad y Lasiera “Historia geográfica, civil y natural de la isla de San Juan Bautista de Puerto Rico” para crear una historia alternativa. En el siglo XIX, José Julián Acosta, se apodera de la obra de Abbad, para enviar un mensaje dentro de sus “notas” y a su vez evitar la censura española. Según Gervasio García en “Historia bajo sospecha”, Acosta representa “una manifestación más de la lucha de los criollos por rescatar un territorio político social y cultural frente a las negaciones impuestas a distancia”. No obstante, el historial en esta situación es un peligro que desemboca en la historia oculta y perseguida. Acosta no sería el único en retar la metrópoli, figuras como Segundo Ruiz Belvis, el Dr. Ramón Emeterio Betanzos y otros, retaron de igual forma la censura y la opresión en la isla. Para lograr evitar la censura, la utilización de las notas, permitía una vía de entablar una discusión y proponer soluciones a la metrópoli. Los temas recurrentes serían unos sensitivos, que no otra forma no podría ser discutida. Según Gervasio, al publicar el escrito de Abbad,

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Acosta permitía que el fraile ilustrado hablara por él. Y dentro de sus notas, sustentaba y exaltaba la posición de Abbad. Pero en contraposición, Acosta no apoyaba la importación de esclavos ni la trata esclavista. Coincide con Tapia, al desaprobar la esclavitud dado al mal trato por parte de sus amos, pero a su vez, como intelectual veía a la esclavitud como un sistema ineficiente y costoso. Tampoco percibía como opción la importación de asiáticos y otras porque serian explotados de la misma forma.9 Tanto Alejandro Tapia Rivera como José Julián Acosta, fueron producto del siglo XIX. Siendo criollos, tuvieron acceso a las mejores universidades de la época, absorbiendo las nuevas corrientes intelectuales que surgieron a través del siglo. Fueron hombres valientes que independientemente de los obstáculos puestos por el régimen español, escribieron en contra del sistema esclavista que no era compatible con las nuevas tendencias industriales y el desarrollo económico. Además atacaban el abuso constante de los dueños de esclavos que no tenían ninguna piedad sobre ellos. No obstante, las obras nos abren una puerta hacia el siglo XIX, donde nos permite estudiar los usos y costumbres de la sociedad puertorriqueña. A su vez, podemos estudiar los planteamientos que realizaban tanto los que estaban a favor de la esclavitud y los que abogaban por la abolición. Por lo que estas historias alternativas pueden arrojarnos datos que pueden ser de gran utilidad a la historiografía puertorriqueña. Comentario general: Positivismo y observación social A finales del siglo XIX, la innovación tecnológica de las revoluciones industriales en países como Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, llevaron a las grandes potencias a expandir su progreso económico mediante la modernización. Las corrientes positivistas, que introdujo el método científico a las distintas áreas del saber, permitieron un avance en la producción 9

Gervasio L. García. Historia bajo sospecha, publicaciones Gaviota. San Juan, PR. 2015.

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industrial nunca antes visto en la historia. Sin embargo, España se había quedado rezagada en su capacidad industrial. A pesar de la Real Cédula de Gracias del 1815, que fue de gran avance para Puerto Rico no fue suficiente para competir con el grado de avance de las demás potencias industriales. En esta reflexión, examinaremos los textos de José Ramón Abad, “Noticias sobre la industria azucarera en Puerto Rico” (1882), Francisco del Valle Atiles, “El campesino puertorriqueño” (1887) y José G. del Valle, “Situación económica de Puerto Rico” (1899). En ellos podremos examinar cómo era el pensamiento positivista del siglo XIX, y su visión de lo que debería ser el camino correcto del progreso en el sector industrial de la producción del azúcar. También analizaremos cual era la percepción que había del campesino en aspectos productivos y morales. Y por último, examinaremos cómo cambia la percepción de la modernidad luego de la invasión norteamericana. En la lectura “Noticias sobre la industria azucarera en Puerto Rico” (1882), José Ramón Abad realiza una fuerte crítica a los nuevos procesos de producción de la industria azucarera en Puerto Rico. Dentro de un lenguaje directo, plantea cuales son las razones que no permiten el desarrollo de las centrales azucareras que se implantaron en diversas zonas de la isla. No obstante, al comenzar su lectura realiza una retrospección de los avances en la nueva maquinaria que se han implantado.

Entre ellas se encuentran máquinas de exprimir caña, trenes

jamaiquinos, evaporadoras, turbinas, etc. Pero su crítica está en la poca producción agrícola y número de propietarios. En su percepción, sí se ha mecanizado los sistemas de producción, pero de nada vale esa inversión de capital si no hay producción dado a la disminución del número de cultivadores. Por lo tanto, no existe una armonía entre la producción agrícola y la modernización del proceso de extracción. 29

Para poder sustentar su argumento, mira a países como Inglaterra que es la más rica y más efectiva en sus facultades, en contraste de la producción en la isla donde se presenta una división entre lo agrícola y la industria.

Una de los aspectos interesantes que realiza durante su

exposición, es que realiza una regresión histórica para vislumbrar cuales han sido las tendencias que han llevado a la inefectividad. Entre ellas se encuentra la tendencia de la acumulación de valiosas propiedades territoriales en pocas manos, el desconocimiento de la tierra y de los elementos de producción y la exagerada confianza en el poder de las máquinas. Según José Ramón Abad, estas tendencias no han permitido llevar a la isla a un progreso gradual. También señal la poca innovación en técnicas de cultivo, que siguen siendo las mismas de generaciones anteriores. Mediante el análisis de sus planteamientos, su conocimiento técnico y abarcador del desarrollo de otros países en estos renglones es impresionante. Con un vocabulario técnico, hace un repaso de como otros países han trabajado sus proyectos de modernidad, poniéndolos como ejemplos claves que puedan brindar luz al desarrollo industrial en la isla. En el caso de la lectura de Francisco del Valle Atiles, “El campesino puertorriqueño” (1887), se percibe un concepto de modernidad muy diferente al de José Ramón Abad. Mientras Abad, señala escasa relación entre la agricultura y los procesos mecanizados, Atiles se concentra en la poca efectividad del campesino puertorriqueño. Su percepción ante el jíbaro, se sustenta en que su mano de obra se compone de brazos inútiles por su ineptitud y rebeldía. En otras palabras, el campesino Puertorriqueño no era compatible con los procesos de modernización que se estaban efectuando durante el siglo XIX. Para sustentar su tesis, recurre a intelectuales como Salvador Brau, quien plantea que “el jornalero labrador ignora las teorías más rudimentarias de la ciencia agronómica; las diferentes fases de la luna y los periódicos movimientos de las 30

mareas”. También, hace referencia a Fray Íñigo Abbad y Lasierra y a José Julián Acosta, donde argumentan que el labrador puertorriqueño no conocía el arado y utilizaba instrumentos primitivos que provenían de los primeros pobladores. Dado a la poca capacidad del campesino, Francisco del Valle Atiles, responsabiliza el alto costo de los productos.

Por lo tanto la ineficiencia del jíbaro, incrementa los costos de

importación, teniendo que correr con los costos tributarios de otros países. En contraposición, si fueran producidos en la isla, se reducirían los costos y beneficiaria el cultivo de los campos. Sin embargo, esto no es posible según Atiles, porque la desconfianza por los procesos modernos no promueve la efectividad de la industria en el país. Su conclusión, es que Puerto Rico esta atrasado en su industrialización, implementado aun prácticas antiguas en sus métodos de producción. Tampoco se vislumbra un conocimiento científico en sus procedimientos los cuales no permite mejorar la calidad de los productos. Por lo tanto, competir con países extranjeros sería imposible implementando los métodos existentes. Ante su percepción, la conquista de América por parte de los españoles, representaba un paso a la modernidad y al progreso.

En este caso sustenta su tesis mediante, los avances

arquitectónicos que parten de un bohío redondo a una vivienda con cuatro esquinas. También examina al campesino mediante su lenguaje que tilda de defectuoso y careciente de la pronunciación de letras y la mala pronunciación de palabras. En fin, Francisco del Valle Atiles, busca las causas de la inmovilidad de la modernidad puertorriqueña. Su foco, es la poca capacidad de la mano de obra campesina, la cual no es diestra, no posee el conocimiento científico y no es compatible con el progreso industrial. Mientras que el peninsular representa la modernidad y el progreso de las costumbre primitivas. 31

Por otro lado, José G. del Valle, en “Situación económica de Puerto Rico”, se presenta la modernidad como parte de un proceso de transición, mirando hacia los Estados Unidos luego de la guerra hispanoamericana. Según la percepción de del Valle, los Estados Unidos representan un transformación acelerada de forma trascendental. No obstante, acepta la americanización del país si es en beneficio y engrandecimiento del pueblo. En este caso, a diferencia de los autores anteriores, del Valle hace la diferencia de como la modernidad beneficia a la población y no a la metrópoli. Durante la transición económica de la moneda norteamericana, del Valle, aunque admite que ha sido un golpe al país, la moneda norteamericana fue la salvadora de la vida económica de la isla. Para sustentar su planteamiento, realiza un breve estudio de la economía puertorriqueña antes de la invasión norteamericana. Su conclusión es que a pesar de que la moneda estadounidense produjo una inflación en los precios, también resulto en alzas de los jornales en todas las clases y en casi todas las partes de la isla. En otro aspecto, del Valle, vislumbra a Puerto Rico como un potencial industrial de producción azucarera. En cuanto al café, no lo ve como un mercado importante en el momento. Este potencial azucarero, está ligado a uno de los aspectos más importantes para del Valle, el cabotaje entre los Estados Unidos y la isla. Él plantea: Después del cange, se ha realizado en Puerto Rico otra reforma de grandísima importancia. Nos referimos al cabotaje con los Estados Unidos, puesto en ejecución desde el 26 de julio último. Desde el punto de vista económico, el cabotaje entre Puerto Rico y la unión, es la medida de mayor trascendencia aplicada a la isla por el gobierno de Washington, pues ella entraña el problema que más radicalmente ha de influir en su progreso material. En esta cita, se refleja cómo se percibe la nación norteamericana que según del Valle, es la vía hacia el progreso y el futuro económico de la isla. 32

En las tres lecturas anteriores, podemos percibir como se ha diferenciado las visiones de progreso antes y post invasión. Mientras que José Ramón Abad en “Noticias sobre la industria azucarera en Puerto Rico” y Francisco del Valle Atiles en “El campesino puertorriqueño” buscan las causas del atraso del proyecto de modernidad, José G. del Valle, mira hacia los beneficios que conllevarían la americanización de la isla. Otra de las diferencias que se vislumbran es a donde se dirige el interés de la modernidad. En la historiografía antes de la invasión, la mayoría de los autores enfatizaban la modernidad en beneficio de la metrópolis, en cambio en José G. del Valle, podemos ver la modernidad como parte del desarrollo de pueblo y en beneficio de su población. No obstante, luego de la implantación de la Ley Foraker, el puertorriqueño quedaría en un segundo plano dado a los intereses norteamericanos. Los historiadores y comentaristas de San Germán Las tendencias historiográficas puertorriqueñas del siglo XIX, surgieron desde diversos puntos de vistas ideológicos y escuelas intelectuales. Los historiadores y comentaristas de San Germán, no perdieron la oportunidad de realizar su contribución historiográfica, que se distingue por su rectitud y altura en sus planteamientos. Sin duda alguna, es una vertiente distinta a la construcción histórica del siglo XIX, desde una postura liberal. En esta reflexión, examinaremos cuales eran los planteamientos de estas tendencias y cuáles eran las corrientes filosóficas que predominaban en sus trabajos. También estudiaremos la figura de Francisco Mariano Quiñones, en el contexto de su formación intelectual y vida política. En la figura de José Marcial Quiñones, estudiaremos su texto “Un poco de historia colonial” desde la lectura del Prof. Mario Cancel, “Historiografía puertorriqueña: Lares en la imaginación histórica autonomista”.

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Para el 1995, Juan Hernández de la Cruz rescata un libro titulado “Estudios Literarios” (1881), editado por primera vez por J. Ramón González. Este se componía de diversos ensayos ganadores de un concurso establecido por el Círculo de Recreo de San Germán en 1880. Entre los jueces del concurso se encontraba José Marcial Quiñones.

Mientras que entre los

participantes se encontraban Francisco Mariano Quiñones, Vicente Pagán, y Enrique Soriano Hernández. La redacción de estos ensayos, no se pueden comparar con los demás trabajos historiográficos en la isla. Esta tendencia, es una intelectual y filosófica que trasciende la historiografía del siglo XIX. Los comentaristas de San Germán, buscan distancia de los temas puertorriqueños y si los tocan, no entablan posturas, no intentan evaluar el hecho, no lo justifican y ni lo condenan. Uno de los detalles más relevantes, es su cercanía con la filosofía, el arte y la religión. No tienen tendencias separatistas, siendo la mayoría de ellos liberales reformista.

Sus temas

predominantes son en el contexto de exaltar los logros de la civilización occidental, la cultura y la raza, interpretando el cristianismo como un elemento unificador. También sus discursos entablan posturas tradicionales en un contexto del cristianismo, el racionalismo ilustrado, el romanticismo, el progresismo y el positivismo. Como marco teórico, se fundamentan en filósofos occidentales como Agustín de Hipona, Jacques Bossuet y Giambattista, Inmannuek Kant, Friedrich Hegel y el Marqués de Condorcet, Augusto Comte, Ferdinand Tönnies y Herbert Spencer. Mediante el estudio de los textos, llegan a conclusiones filosóficas donde los cambios progresivos se dan de lo simple a lo complejo. En aspectos teológicos, ven a Dios como el motor del progreso que es parte de una acción divina. Por lo tanto, la acción divina rige el orden natural.

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Una de las figuras que predomina en esta línea de pensamiento lo es José Marcial Quiñones, quien fue uno de los que eligió los artículos publicados en “Estudios Literarios”. Marcial Quiñones, fue autor de la obra titulada “Un poco de historia colonial”, comentada por el Prof. Mario Cancel en su ensayo “Historiografía puertorriqueña: Lares en la imaginación histórica autonomista”. En este ensayo, se examina de cerca cual era la percepción liberal de Marcial Quiñones con relación a los eventos de la insurrección de Lares, para así contrastarla con las posturas conservadoras.

Uno de los aspectos importantes que se plantea, es que Marcial

Quiñones fue contemporáneo con Betances y Ruiz Belvis. Por otro lado una de las fuentes que utiliza para la redacción del texto es “El separatismo y la Insurrección de Lares” de José Pérez Moris. Dentro de su perspectiva, se diferencia de Moris con respecto a la sublevación en Lares. Según el Prof. Cancel, Marcial Quiñones “no vacila en confirmar que “lo de Lares” es un “memorable suceso”, digno de ser recordado”, independientemente que él no compartía las ideas separatistas de Betances y Ruiz Belvis. Aunque que no estuviera de acuerdo con las posturas separatistas, concluye que Lares fue el resultado de las condiciones coloniales que se empeoraban sustancialmente. El Prof. Cancel plantea que “la insurrección legitimó la represión que tocaba a sectores que no eran peligrosos cuya hispanidad no debería ser puesta en cuestión”. En otras palabras, la insurrección de Lares es la evidencia en contra de la tiranía de España en contra de la colonia. Para sustentar su argumento, Marcial Quiñones utiliza un lenguaje romántico lleno de imágenes y descripciones. Utiliza personajes mencionados en las obra de Moris, mayormente militares españoles tildándolos de “Soldados Crueles” y “torturadores”.

En la figura de

Betances, concurría con que era un buen médico, reservado y excéntrico. Mientras que en la 35

figura de Ruiz Belvis se expone con un carácter dominante, voluntarioso, radical, buen escritor y pésimo orador.10 En fin, según Marcial Quiñones, la razón de la derrota de la insurrección de Lares se explica en base a que las “masas eran tímidas” y de poca experiencia en el ámbito revolucionario. Además su liderato era crédulo y con un exceso de confianza. Además de las posturas de los comentaristas de San Germán, podemos ver el gran intelecto que poseían. En la figura de Francisco Mariano Quiñones, hermano de José Marcial Quiñones, se puede percibir su gran preparación y experiencia en el campo intelectual y político. Mariano Quiñones, fue un político y escritor que presidio el gobierno autónomo de Puerto Rico en 1898. Antes de tener esa posición, estudió en universidades de Alemania, Francia, Inglaterra y Estados Unidos. En 1871 fue electo diputado de las Cortes. Promovió proyectos junto a Ruiz Belvis y José Julián Acosta, a favor de la abolición de la esclavitud y de la aprobación de leyes especiales en favor de Puerto Rico. Como miembro de la delegación puertorriqueña, realizó en España peticiones a favor de la libertad de comercio entre Puerto Rico y España, igualdad jurídica entre criollos y peninsulares, libertad de expresión e imprenta, inviolabilidad del individuo y la propiedad y libertad de reunión. Y además consiguió la aplicación de los derechos humanos establecidos en la Constitución del 1869.11 De esta forma podemos apreciar cual era el grado de influencia e intelectualidad de estos comentaristas de San Germán.

Mariano Quiñones sin duda alguna era un intelectual

puertorriqueño de pensamiento liberal, católico y Masón. En la lectura del Prof. Mario Cancel, “Los comentaristas de San Germán: una aproximación interpretativa”, establece que en su texto 10 11

Mario Cancel. “Historiografía puertorriqueña: Lares en la imaginación histórica autonomista”. http://www.biografiasyvidas.com/biografia/q/quinones_francisco_mariano.htm

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“Influencia de las Bellas Artes en el carácter de los pueblos”, afirma su valoración moralista con afinidad educativa que se presenta en las artes. También comprende la “historia material” mediante el relato histórico en una tarea que prepara para la vida. No obstante, su visión al igual que Pagán y Hernández, se centra en un pensamiento occidental donde Europa está en primer lugar, siendo el cristianismo un ente unificador. El legado dejado por estos comentaristas de San Germán, trasciende en todos los límites intelectuales del siglo XIX. Su rectitud filosófica y profundos planteamientos los distinguen de la historiografía tradicional. Fueron personas sumamente educadas que hicieron posibles un estilo único dentro de las corrientes intelectuales de la época. Es interesante que la publicación titulada “Estudios Literarios”, no fuera editada nuevamente hasta finales del siglo XX. Esta obra nos brinda una visión a las interpretaciones históricas de la intelectualidad liberal, que a su vez nos permite realizar comparaciones con las corrientes conservadoras. Sin embargo, su estudio es bastante complejo dado a la profundidad filosófica. Pero en cambio, no deja de ser de gran importancia para la historiografía puertorriqueña de finales del siglo XIX. Comentario general: la Invasión de 1898, la política y la historiografía La historiografía que trabaja la invasión norteamericana del 1898, está llena de diversas percepciones, temas, prejuicios y ópticas que van evolucionando a través del tiempo. El tema del 98, se ha trabajado durante un siglo. Aunque existen debates que exponen que ha sido un tema agotado, siempre se establecen nuevas hipótesis o ángulos que nos presentan realidades distintas de este importante suceso en la historia de Puerto Rico. En esta reflexión, daremos un vistazo a los trabajos de Laura Náter, “El ’98 en la historiografía puertorriqueña”, Carlos Pabón, “Historia y ficción: los relatos del ’98” y Mario

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R. Cancel, “Continuidades y discontinuidades: de Salvador Brau a Paul G. Miller”. Estos ensayos, de una forma u otra explican cómo ha sido la evolución historiográfica de ese suceso, permitiéndonos comprender los objetivos, el razonamiento y las perspectivas que corren a lo largo del siglo. Además estudiaremos como la literatura puede influir utilizando la historia y sus métodos de investigación, provocando un dilema entre los intelectuales de la década de los ochenta. La historiografía pos invasión, surgió de corrientes intelectuales que provenían tanto de la elite criolla como de norteamericanos que llegaron junto a la invasión en 1898. Por parte de los criollos se encontró Salvador Brau con su obra “Historia de Puerto Rico” publicada en 1904. En contra parte, desde la perspectiva norteamericana se publicó “The History of Puerto Rico” publicada para el 1903, de Rudolph Adams Van Middeldyck. No obstante, no fue hasta 1922, que se publica un texto de un norteamericano llamado Paul G. Miller titulado “Historia de Puerto Rico” que influyó grandemente en la educación pública de la isla. Entre el discurso de Brau y Miller, Mario R. Cancel en “Continuidades y discontinuidades: de Salvador Brau a Paul G. Miller”, plantea: Una revisión sosegada de los textos demuestra que el discurso elaborado por Brau a fin de organizar el relato de lo puertorriqueño, tiene tantos puntos de convergencia como de divergencia con el de Miller. La noción de la puertorriqueñidad de Brau era solo válida para un fragmento por demás significativo de los puertorriqueños que se planteaban aquello como un problema. Brau representó el fermento de un discurso liberal no radical sobre la gran familia puertorriqueña.

Esta cita nos indica que a pesar de las diferentes percepciones, hay un grado de parecido en los textos, aunque naturalmente van a ver puntos de vistas diferentes. Según planteado en la lectura de Cancel, ambos pretendían hallar espacios y estructuras simbólicas que fueran de utilidad para justificar las relaciones entre lo latino y sajón. Por lo tanto, que los liberales abolicionistas se 38

aferraron a las posturas de Lincoln y a la idea de que los Estados Unidos representaban la independencia, el abolicionismo, la democracia y el capitalismo progresista.12 Dentro de la lectura de Brau, la cual se plantea como una difícil, dado a que sigue patrones estrictos dentro de las corrientes intelectuales e ilustradas, apela a un relato de sucesos progresistas que interpone una relación causal. Por ende, que los procesos históricos conducen a un presente. No obstante, estos escritos dejarían lagunas que no serían aclaradas hasta la llegada de las nuevas metodologías de investigación histórica que se implantarían para el 1970. En el caso de Miller, se describe como una persona que venía con intenciones sinceras de americanizar, dado a que era un concepto equivalente al progreso. Dentro de un lenguaje sencillo, construye un relato cronológico donde se plantea un progreso mediante la celebración de la presencia estadounidense en Puerto Rico. En fin tanto Brau como Miller, entablan una concepción histórica donde obvian factores importantes que responden a las consecuencias de la invasión norteamericana, que durante un siglo se seguirá evolucionando entablando un lenguaje menos elitista. “El ’98 en la historiografía puertorriqueña”, ensayo de Laura Náter, podemos aproximarnos a la historiografía de los años treinta, donde la percepción de la invasión norteamericana toma otro norte. En los planteamientos que se encuentran antes de la implementación de la Ley Foraker en 1900 y la Ley Jones del 1917, había un optimismo entre la burguesía puertorriqueña de participar en el mercado estadounidense. Pero en realidad, no se le permitió esa participación del mercado sumiendo a la isla en un monopolio de la industria azucarera. El impacto dentro de la historiografía fue de representar la invasión del 98 como un trauma o un momento catastrófico para la isla. Laura Náter, en su ensayo hace una aproximación a la historiografía tomando en 12

Mario R. Cancel, Continuidades y discontinuidades: de Salvador Brau a Paul G. Miller. pp.22

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cuenta las diversas ópticas. Trata ópticas como la norteamericana, la de los optimistas y engañados, la pública, la de la nueva historia, entre otras. Es una lectura muy completa cuando reseña los diversos planteamientos historiográficos. En la óptica norteamericana, expone dos textos publicados para el 1966, “The United States in Puerto Rico” de Edwuad J. Berbusse y “La Ley Foraker, raíces de la política colonial de los Estados Unidos” de Lyman J. Gould. Estos buscan la manera de persuadir la percepción norteamericana como una donde se destacan los esfuerzos por mejorar las condiciones de vida de los puertorriqueños. El relato abarca los gobiernos militares y la implantación de las leyes Foraker y Jones. A diferencia de los textos de la década de los setenta como por ejemplo el de Carmelo Rosario Natal, “Puerto Rico y la crisis de la Guerra Hispanoamericana (1895-1898)”, donde identifica el 98 como un trauma histórico que representa una ruptura en la historia puertorriqueña. También se aproxima la tesis de maestría de Carmen I Raffucci, “El gobierno civil y la ley Foraker” (1981), donde realiza una de las colaboraciones más importantes en la historiografía de los setenta, haciendo un análisis de la evolución de la legislación que dio base a la creación de una política aplicable a los territorios pertenecientes a los Estados Unidos. Al igual se presenta la tesis de maestría de Ana Sagardía, “Impacto del cambio de soberanía sobre la condición civil de los puertorriqueños, 1898-1904” (1979), que expone que dado a los eventos del 98, Puerto Rico sufre un retroceso, siendo que la isla bajo el régimen español había ganado terreno mediante la Constitución de 1876 y los Decretos Reales de 1897. Las generaciones entrantes de la “Nueva historia”, se apoderan nuevamente del tema del 98 pero desde otro punto de vista. Historiadores como Fernando Pico y Andrés Ramos Mattei, enfrentan el tema desde la perspectiva económica. Mientras Mattei se concentra en la industria del azúcar, Picó se adentra al colapso de la industria del café. Por otro lado Gervasio García, 40

estudia el informe Carroll, sugiriendo una hipótesis que apunta a la ideología autonomista. Pero lo más importante, es que estos autores abrieron la ventana para que otros nuevos investigadores pudieran adentrarse más a los temas siguiendo las líneas de investigación. Para la década del ochenta, de parte de las corrientes literarias, se produjo un relato que impactó las corrientes intelectuales. El cuento de “Seva”, escrito por López Nieves, utiliza todo los recursos de la metodología de investigación histórica para componer una ficción que pareciera un relato histórico. En esta ocasión Nieves, utiliza la invasión del 1898 como base para elaborar su narración. Una vez publicado en el periódico Claridad el 23 de diciembre del 1983, no se presentó como una narración literaria, infiltrándose como si fuera una realidad histórica. Como efecto, las corrientes intelectuales de la época, se alarmaron dado a que pensaban que los Estados Unidos podían ser capaces de tales atrocidades, lo cual fomentó el llamado a la investigación del lamentable suceso. No obstante, la conmoción fue tanta, que luego se aclaró que era no más que un relato literario producto de la ficción. En el ensayo “Historia y ficción: relatos del 98”, de Carlos Pabón, desde una perspectiva postmodernista, se enfrenta con la construcción literaria y la metodología de investigación histórica. Él plantea, que López Nieves, según Gervasio García, reivindica el trauma del 98 que trasciende desde el 1930. A su vez, Pabón, argumenta que la ausencia de una épica heroica crea un vacío, el cual “Seva” pretendía llenar para tener como resultado la construcción de una identidad nacional. En conclusión, el 98 no será un tema agotado en las historia de Puerto Rico. Su importancia dentro de nuestra historia, nos permite analizar los eventos desde diversos puntos de vista historiográficos. Tanto Laura Náter, Mario Cancel y Carlos Pabón, desde su propias ópticas, buscan re analizar las posturas historiográficas del 98. Son de gran ayuda para entender como se

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ha cambiado el enfoque desde la percepción norteamericana de progreso y modernidad, del trauma en la historiografía puertorriqueña del 30 y los estudios realizados por la nueva historia. La representación hispano-puertorriqueña del pasado a la luz de la Invasión de 1898 La reconfiguración de una identidad puertorriqueña toma un auge durante el siglo XIX. El sentido nacional surge mayormente de la distinción entre criollos y peninsulares.

Estas

fricciones entre ambas partes y la restricción de derechos de la corona, fomentó la creación de un sentir nacional que se vislumbró en la insurrección de Lares de 1868. Separatistas como Ruiz Belvis y Betances, dieron el paso inicial para crear ese sentimiento nacional que repercutiría en las siguientes generaciones criollas durante el siglo XIX. La historiografía puertorriqueña está llena de ejemplos entorno a la creación de esta identidad nacional. Pero también podemos tomar juicio del orgullo de la identidad española en diversos textos. En esta reflexión, examinaremos de cerca cómo se percibía en la historiografía de entre siglos las diversas identidades y conflictos nacionales de varias personalidades de importancia histórica. Utilizaremos lecturas de Mario R. Cancel, “Continuidades y discontinuidades: de Salvador Brau a Paul G. Miller”, Ángel Rivero Méndez, “Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico” y José G. del Valle, “Los progresos de Puerto Rico”. En estas lecturas también examinaremos de cerca la invasión norteamericana del 1898, y los primeros años de gobierno “civil” implantado por la ley Foraker del 1900. “Continuidades y discontinuidades: de Salvador Brau a Paul G. Miller”, Mario R. Cancel, realiza un análisis profundo de los escritos de Salvador Brau y Gaul G. Miller. Ambos textos son titulados “Historia de Puerto Rico”. El de Brau, fue publicado en el 1907, mientras que el

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de Miller fue en 1922. Los mismos fueron utilizados como libros de texto en la instrucción pública de la isla. Según Cancel, ambos “enmarcaban dos discursos alternos que, por lo regular, implicaban dos perfiles nacionales contradictorios”. Hay que tener en cuenta que ambos cuentan con diversas perspectivas. Mientras Brau encara una perspectiva liberal autonomista, Miller se enfrenta a una percepción de modernidad que se traduce en la americanización de la isla. Cancel comenta, que la historiografía del 1950, percibe a Brau con un valor de ratificación, que validaba la percepción del desarrollo mediante el populismo establecido. Pero en contra parte, las ideologías autonomistas para el siglo XIX, se veían como posiciones radicales, la cual fue mal interpretada por el nacionalismo en el contexto de la creación de la puertorriqueñidad. Sin embargo, en el ámbito materialista nacionalista, perciben los signos de la puertorriqueñidad ante la resistencia de la agresión cultural.

Mientras que en Miller, desde la misma óptica, el imperio

norteamericano desmerece lo puertorriqueño para incentivar la aceptación del americanismo. Ante la percepción de Cancel, él plantea: “La noción de la puertorriqueñidad de Brau era solo válida para un fragmento por demás significativo de los puertorriqueños que se planteaban aquello como un problema. Brau representó el fermento de un discurso liberal no radical sobre la gran familia puertorriqueña”. En cuanto a Miller, percibe el texto como “una metódica versión del relato canónico progresista”, con un carácter cronológico y lineal. Miller resalta, el desarrollo y el progreso a partir de los cambios desde el 1898, realzando una valoración positiva de la americanización. En otro contexto historiográfico, nos encontramos con la “Crónica de la Guerra Hispanoamericana en Puerto Rico” escrita por, Ángel Rivero Méndez. Este es un diario de

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guerra que narra los eventos sucedidos durante la Guerra Hispanoamericana del 1898. Mediante sus anotaciones, se pueden revisar los hechos desde la perspectiva militar del ejército español. Aunque el autor especifica que muchas de las cosas que plantea surgieron ser falsas, pone a discreción revisar los hechos. Uno de los aspectos importantes de la crónica de Rivero Méndez, es la diversidad de temas que se pueden encontrar. Uno de los temas centrales es el orgullo patrio por lo peninsular. En muchas de las fechas de la crónica, se plantea el apoyo general por la población al ejército español.

Un ejemplo es cuando comenta: “Con motivo de la llegada de los acorazados

españoles, muchas casas han adornado sus fachadas con banderas y colgaduras nacionales; anoche se quemaron fuegos de artificio en la bahía”. A su vez, replanteando este asunto, se mencionan un gran apoyo mediante grupos de voluntarios para entablar guerrillas. Rivero Méndez comenta: En Comerío hay gran entusiasmo patriótico; anoche se reunió la juventud de dicho pueblo en los salones del Municipio, dándose principio a la recluta para formar una guerrilla, y fueron pronunciados varios discursos, siendo muy celebrados los del doctor Gómez Brioso y el licenciado Jiménez, quienes pusieron de relieve la justicia de nuestra causa y la sinrazón del gobierno americano. Por lo tanto, nos reafirma un sentimiento nacional español en contraste a la percepción en contra. Además comenta que en todas partes de la isla se enlistan entusiastas voluntarios de todas clases sociales en honor nacional. Pero en contraste con esta postura de España, al principio de la crónica, Méndez expone que en La Correspondencia Militar de Madrid dice: “Puerto Rico, que ya tiene su Gobierno insular, con sus ministros autónomos y sus diputaos, ect., ect., quiere, ahora, debutar como una isla insurrecta, y ya se prepara en Florida, un expedición filibustera para embarcar en aquella isla”. 44

El detalle está en que si la isla esta insurrecta ante el gobierno Español, ¿cómo pudo haber tanto apoyo de todas las clases sociales de la población? Estas contradicciones se pueden apreciar a través todo el texto. Otro de los temas predominantes de la lectura de Rivero Méndez, es la poca preparación de los soldados españoles que en muchas ocasiones nunca habían escuchado el disparo de un cañón. Además se describen los preparativos de guerra una vez es inminente el conflicto. El aspecto psicológico del soldado ante la batalla se presenta junto al estado de ánimo de las tropas. Un ejemplo se remonta cuando comenta: “cuando llegue el momento del combate, nos coronaremos de agua de mar, dado el poder del enemigo y nuestra escasa potencia”.

Por lo tanto es

contradictorio el ánimo de los soldados con las ansias de batalla y el patriotismo español. Otro aspecto que se puede analizar es el económico. A través de la crónica, podemos ver todos los recursos, impuestos, recaudación de dinero, compra de armamento y el estado económico del país en el momento de la invasión. De la forma en que se especifican estos datos, se puede deducir el mal estado económico del gobierno colonial. De igual forma se percibe el control de precios de los productos esenciales. Y en el aspecto político, menciona el decreto de la suspensión de las garantías constitucionales. La crónica de Rivero Méndez, está llena de datos importantes durante de la invasión del 98. A través de los días donde la ciudad fue bombardeada, nos brinda un panorama interésate de esos hechos trascendentales. Desde la llegada del primer buque de guerra norteamericano, hasta las veces que dispararon en contra de ellos. En realidad parece una historia épica de la batalla, aunque al final de la crónica, la épica termina en derrota.

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Luego de la invasión norteamericana, podemos consultar nuevamente el trabajo de José G. del Valle, “Los progresos de Puerto Rico”. Este relato se remonta al Puerto Rico post invasión para el 1907. Como asume el título, es un relato progresista, el cual plantea cuales han sido los avances post invasión traídos por los norteamericanos. En su primer planteamiento, elogia la implementación de un gobierno civil dado por la Ley Foraker del 1900. No obstante, menciona que el gobierno civil asume el mando de las fuerzas de mar y tierra. Lo que nos permite deducir una contradicción dentro de su planteamiento. Durante su ensayo, realiza una descripción de cómo se conformaron los sistemas de gobierno civil junto a sus departamentos y tribunales de justicia. También expone las mejores condiciones de higiene pública y como esto ha beneficiado a todos los sectores de la isla. Elogia la educación pública implantada que sigue los mismos métodos de enseñanza del gobierno norteamericano y recalca que es una gratuita y obligatoria. A su vez, como aspecto importante, realiza una descripción detallada de la industria agrícola que pone como el eje de las riquezas de la isla. Este ensayo de José G. del Valle, elogia los proyectos de progreso y modernidad que representa el gobierno norteamericano de la isla. Su lenguaje en todos los aspectos son de aceptación del nuevo gobierno instaurado los cuales son responsables del progreso que no se veía con el antiguo régimen español. Tanto la reorganización de las estructuras gubernamentales, la implementación de educación pública, los sistemas de salud, entre otros, los visualiza como la salvación y un nuevo proyecto de modernidad con tendencia al progreso insular. Mediante estas lecturas, podemos sintetizar tres aspectos. La percepción del sentido nacional peninsular mediante la crónica de Rivero Méndez, la construcción historiográfica de los textos de Brau y Miller y la aceptación de la americanización de la isla de José G. del Valle. Mediante

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estos temas, podemos apreciar las diversas percepciones en la historiografía de del 98. Estos trabajos nos brindan luz a la hora de entablan posturas y planteamientos desde diversas perspectivas presentadas de la representación hispano puertorriqueña de entre siglo. Historiografía Caribeña La historiografía caribeña es trascendental para interpretar la evolución intelectual del Caribe. A su vez nos permite identificar el desarrollo histórico de los diversos hechos y corrientes intelectuales que trascendieron en la región. La complejidad que se encuentra durante el estudio historiográfico del Caribe, es marcado por la heterogeneidad de la región donde la diversidad de idiomas y percepciones, tiende a ser desafiante para cualquier especialista de la historiografía del Caribe. En esta reflexión, examinaremos algunos trabajos que estudian la historiografía de diversos países caribeños.

Entre los autores que examinaremos se destacan Fé Iglesias García en

“Historiography of Cuba”, Roberto Cassá en “Historiography of the Dominican Republic”, Michel-Rolph Trouillot en “Historiography of Haiti”, Howard Jonhnson en “Historiography of Jamaica” y Margaret D. Rouse-Jones en “Historiography of the Leeward Islands and the Virgin Islands”.

A través de estos ensayos, podremos tener una perspectiva de las tendencias

historiográficas que marcan cada país caribeño dentro de su realidad histórica. Uno de los países más influyentes en sus corrientes intelectuales en la religión del Caribe, sin duda lo es Cuba. La historiografía cubana, enmarca corrientes intelectuales que corresponden a las vertientes ilustradas que surgen para el siglo XVIII. En el ensayo “Historiography of Cuba”, Fé Iglesias García, realiza un recorrido por la mayor parte de la producción historiográfica producida por cubanos, excluyendo los textos producidos por historiadores extranjeros. 47

Durante su discurso, parte desde la historiografía colonial del siglo XVIII, donde muchas de las referencias se realizan desde las crónicas. Uno de los mayores exponentes de este siglo lo fue Pedro José Valdés, quien escribió “Historia de la isla de Cuba y catedral de Santiago de Cuba”. De parte de los ilustrados criollos se menciona a José Martin Félix de Arrate y Acosta, a quien se le atribuye una de las más completas y relevantes obras del periodo. Para el siglo XIX, entre los muchos otros autores mencionados se resaltan los primeros trabajos de carácter positivistas en manos de historiadores españoles como Ramón de la Sagra y Jacobo de la Pezuela.

Estos realizaron de una forma estrictamente científica el uso de

estadísticas con información bien detallada para explicar los puntos de vista históricos de la isla. Durante el mismo siglo, se crea el primer libro de historia de la cultura cubana titulada “Patriarca de la erudición cubana” de Antonio Bachiller y Morales. Fé Iglesias García, sigue su ensayo entablando la identidad como punto de partida en la historiografía cubana del siglo XIX. En su tesis, él plantea que luego del 1868, los intelectuales cubanos escribieron sobre temas de la libertad cubana, las figuras predominantes y la consolidación de una identidad nacional. So mayor exponente lo es Enrique Peñeyro, quien escribió biografías y obras de José de la luz cabalero, Vidas y escritos de Juan Clemente Zenea, entre otros. En la historiografía para el siglo XX, estuvo marcada por las guerras de independencia y el legado intelectual de José Martí. En los escritos, se podía percibir la admiración a los que lucharon por la libertad y el heroísmo de sus líderes. No obstante, para el 1959 luego de la revolución cubana, se plantean dos tendencias que incluyen una científica menos militante y otra científica en su naturaleza pero a la vez más militante dentro del aspecto político. No obstante,

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la mayor tendencia será en el contexto marxista aunque se respetaron las tendencias académicas pasadas. En la historiografía dominicana, las manifestaciones de intelectuales estuvieron ausentes hasta mucho después del siglo XIX. En “Historiography of the Dominican Republic”, Roberto Cassá hace un recorrido a través de la escasa producción historiográfica de la isla.

Dentro de sus

planteamientos explica que mediante la fragmentación de la población en cuestiones étnicas y la poca identidad hispánica, no permitió una elaborada producción intelectual. Por lo tanto, la historiografía del país no se desarrollará hasta la segunda mitad del XVIII. Para el Siglo XVIII, solo se encuentra un reporte anual dirigido a la corona por parte de un religioso llamado Antonio Sánchez Valverde.

Su encomienda fue describir el modelo de

producción esclava y entablar recomendaciones. No fue algo distinto a lo que Abbad haría en Puerto Rico para el mismo siglo. A finales del XVIII y XIX, hubo muy poca producción histórica, con excepción de Antonio del Monte y Tejada, que rechazaba el pensamiento ilustrado y sus métodos históricos. A través del ensayo, durante y luego del siglo XIX, se examinan las tendencias liberales, marxistas y las diversas manifestaciones en la Republica Dominicana. No obstante, durante el siglo XX, la dictadura de Trujillo entablaría una censura y su figura sería la exaltada en una biografía realizada por el mismo régimen. También la mayoría de los intelectuales estarían en servicio del régimen. Sí se comenta de producción histórica en los Estados Unidos, tomando como ejemplo Melvin Knight’s, quien realizó un texto llamado “Los Americanos de Santo Domingo”. A su vez, también se comenta sobre escritos realizados por exiliados donde se cuestionaban como el régimen había sobrevivido. Como parte de las tendencias historiográficas

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del siglo XX, examina las tendencias marxistas donde regresan a la metodología científica y utilizan fuentes documentales de coleccionistas tradicionales. La historiografía de Haití tuvo un desarrollo parecido al de la Republica Dominicana. En este caso, la documentación en mucho más escasa dado a la situación crítica de la educación de la región. En “Historiography of Haiti”, Michel-Rolph Trouillot, plantea lo difícil de escudriñar la historiografía de lo que fue una colonia francesa. Expone que para recrear los eventos históricos, hay que en muchas ocasiones depender de los archivos coloniales de Francia. Los textos escritos, están sujetos a las interpretaciones elitistas, siendo ellos los que tuvieron algún acceso a la educación. Pero independientemente no son textos escritos por historiadores profesionales, por lo que sus planteamientos son débiles y constan mayormente en una narración cronológica. Tampoco estos textos se han nutrido de fuentes archivísticas, el Archivo del país es inoperante y no hay un reconocible historiador oral o coleccionista del pasado. Entre los textos que se pueden identificar se encuentra “Histoire Naturelle”, un detallado informe de la fauna y flora escrito para el siglo XVIII por visitantes franceses. También se encuentra una obra titulada “Description topographique” de Médéric Moreu de Saint Méry para finales del mismo siglo. Descrito como uno de los pilares de la historiografía haitiana se menciona a Thomas Madiou, quien público para el siglo XIX “Historie d’ Haïti”. A pesar que es una de las obras más memorables del país, es mayormente una narración cronológica. Ya en el siglo XX, se presentan escritos luego de la invasión norteamericana de Haití del 1915, donde se publica para el 1925 “Historie Militaire” de Alfred Nemours Auguste. No obstante, durante todo el siglo XX, se siguieron publicando manuscritos y crónicas a pesar de los regímenes dictatoriales como el de Duvalier, quien pretendió silenciar la mayoría de los historiadores.

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Jamaica tuvo un desarrollo historiográfico diferente. Muy probable por ser colonia británica, siendo Inglaterra uno de los imperios más poderosos de la época.

Howard Johnson, en

“Historiography of Jamaica”, pretende examinar la historiografía jamaiquina en cuestión de temas e interpretaciones. También se enfoca, en las metodologías, las fuentes y los materiales utilizados por los diversos historiadores. Comienza su ensayo planteando las primeras manifestaciones históricas escritas por los españoles a modo de crónicas. Entre los cronistas que destaca se encuentra Peter Martyr’s en “De orbe novo” (1530) y Fernando Colón en “Historia de don Cristóbal Colón”. Entrando al siglo XVII, se presentan los escritos donde se describe la flora, fauna y descripciones geográficas para motivar a inversionistas e inmigrantes. Pero se publica para 1739, “A New History of Jamaica” por parte de Charles Leslie’s, donde se incorporan la narración de eventos políticos y observaciones detalladas de la sociedad. También se encuentran otras obras como por ejemplo “The Civil and Natural History of Jamaica”, publicado por Patric Browne en 1756. Este siglo se destaca por la aparición del primer grupo de historiadores de Jamaica. En ella se incluían criollos británicos como Edward Long quien publicó “History of Jamaica” de tres volúmenes para el 1774. No obstante, eventos como la Guerra de los Siete Años, la Guerra de Independencia de los Estados Unidos y la Revolución de Haití, marcaron la historiografía del siglo XIX. Como reacción se empezaron a publicar textos de historia como “History of the Maroons” (1803) de R.C. Dallas, “Historia de Jamaica” (1827) de Robert Renny’s y “The annals of Jamaica” (1827-8) de G.W. Bridges. Algunas de estos trabajos tenían un objetivo abolicionista dentro de sus planteamientos. Sin embargo, la literatura de la era de Post Emancipación (1839-99) entabló argumentos que eran dirigidos a los aspectos sociales, políticos y religiosos de las colonias 51

inglesas. Uno de los autores que influyó durante esta era lo fue J.H Buchener con su obra “The Moravians in Jamaica” (1854). Dentro de este movimiento se encuentra el primer libro de texto que se enfoca en un estudio que incluye las minorías étnicas titulado “Eight Chapters in the History of Jamaica” publicado en 1968 por Richard Hill’s. Entrado el siglo XX, se platea que el estudio de la historia, promovió el desarrollo de historiadores académicos en las áreas metropolitanas. En esta época, se institucionaliza la creación historiográfica como una disciplina profesional con conocimientos de investigación. También se crea el concepto de “Historia Imperial” refiriéndose a los historiadores que investigan las colonias inglesas durante el periodo de los siglos XVII y XVIII como una unidad imperial de Inglaterra.

Luego para mediados del siglo, se plantea la creación del primer

Departamento de Historia en 1950 en University College of the West Indies. Howard Johnson plantea que en este departamento se establecieron las bases de la historia moderna jamaiquina con los historiadores C.L. R. James y Eric Williams. Las islas vírgenes, en manos de naciones europeas no tuvieron un desarrollo historiográfico significativo hasta entrado el siglo XX. No contó con un interés por parte de los cronistas y sus primeros escritos se produjeron para el siglo XVII. No obstante, las islas vírgenes se veían como un conjunto y no como regiones particulares. La historiografía de estas regiones se discuten en la lectura de Margaret D. Rouse-Jones, “Historiography of the Leeward Islands and the Virgin Islands”. Uno de los primeros escritos aparece para el siglo XVII por parte de un fraile llamado Jean Baptiste Du Terre, quien estuvo como misionero para el 1635. Dentro de su crónica habló de sus experiencias personales durante la colonización de las islas y aventuras del Capitán Jonh Smith.

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Para el siglo XVIII, el enfoque se lleva a las islas de Barbados y Jamaica, por parte de los escritos de George Suckling quien fue jefe de justicia en las colonias británicas. En este escrito, se discute el desarrollo en general de las indias occidentales. Ya para el siglo XIX, aparece un texto titulado “History of the West Indies” publicado entre 1808 y 1811, donde se discute cada isla dentro de un capitulo junto al establecimiento de misioneros cristianos. Entrado el siglo XX, escribiendo desde la perspectiva de administración imperial, para el 1917 se publica “The Danish West Indies Under Company Rule” de Waldemar Westergaard’s. No obstante, estas publicaciones ignoraban el contexto social esclavista. Ya adentrado al 1940, con el establecimiento de los programas de historia en la Universidad de las indias Occidentales, se busca la conservación y organización de los documentos históricos con el fin de hacer un reexamen de la historia de la región. Mediante la historiografía de esta época, se crea un énfasis de las realidades económicas en cuanto a la producción de azúcar. A su vez, para década del 1960, se pone énfasis al estudio de las sociedades esclavistas. A través de estos escritos sobre la historiografía caribeña, se puede tener una perspectiva de como fue el proceso de desarrollo de estas regiones que tienen sus particularidades individuales. A su vez, se reflejan semejanzas en los procesos historiográficos que van a atados a las realidades económicas y educativas de cada isla. Sin embargo, la evolución en casi todas las islas parte desde el siglo XVIII, mediante la producción industrial del azúcar, que fue cónsono con el desarrollo económico de las regiones. No obstante, es de gran importancia tener en cuenta el desarrollo intelectual del Caribe para así entender sus raíces y sus realidades históricas.

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Historiografía del caribe II Siguiendo estudiando la historiografía del Caribe, nos adentraremos a las islas de Barbados, Trinidad y Tobago, las Islas de Barlovento, Surinam, las Antillas Holandesas, las Antillas Francesas, las Guyana Francesa, Bahamas, Islas Turcas y Caicos, Islas Caimán y Belice. A pesar de las dificultades historiográficas de estas regiones, hubo un desarrollo de la historia entrado el siglo XX, pero no existe una gran producción histórica dado a diversas circunstancias. Es interesante como se ha desarrollado lentamente la creación de textos, revistas profesionales y en algunos casos museos que les permita revivir su pasado. Para examinar estas recgiones del Caribe utilizaremos las lecturas de Woodville Marshall y Bridget Brereton, “Historiography of Barbados, the Windward Islands, Trinidad and Tobago, and Guyana”. Gert Oostindie and Rosemariyn Hoefte, “Historiography of Suriname and the Netherlands Antilles”. Anne Pérotin-Dumont y Serge Mam-Lam-Fouck, “Historiography of the French Antilles and French Guyana” y Michael Craton, “Historiography of the Bahamas, Turks and Caicos Islands, Cayman Islands and Belize”. Las colonias británicas, lograron tener un desarrollo historiográfico a diferencia de las colonias establecidas por los otros imperios. En el caso de Barbados, según la lectura de Woodville Marshall y Bridget Brereton en “Historiography of Barbados, the Windward Islands, Trinidad and Tobago, and Guyana”, las fuentes se encontraban accesibles tanto en los archivos de Londres como en el departamento de los Archivos de Barbados. Woodville Marshall, subdivide trayectoria historiográfica de Barbados entre La época dorada de las plantaciones del 1627 al 1740, La madures de las plantaciones del 1740 al 1838 y la desintegración y reajuste del 1838 al 1958. Cada una de estas fases presenta una inclinación historiográfica particular. En la

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época dorada de las plantaciones del 1627 al 1740, se presentan descripciones de la isla en cuestiones geográficas, económicas, poblacionales y gubernamentales. En la segunda etapa de la madures de las plantaciones del 1740 al 1838, se enfoca en narraciones hechas por viajeros quienes describían sus visitas a la isla. No obstante, para el siglo XVIII, se empiezan a crear textos como “The History of Barbados”, publicado por Poyer para el 1808, entablando una narración cronológica donde comentaba y realizaba críticas. Otros viajeros también describieron los sistemas esclavistas implantados en la isla. Para el siglo XX, se establece el Museo de Barbados y una sociedad histórica, fundando una revista profesional que incentivó el estudio de las islas caribeñas y la creación de programas doctorales en universidades importantes. En las otras Antillas menores, luego del siglo XX, se incrementó el número de publicaciones que trataban cada isla en particular junto a su sub región. Mientras que en Trinidad y Tobago, la historia se encontraba en manos de criollos blancos. No obstante, se menciona la figura de Erick Williams, quien introdujo nuevos conceptos y que abrió la puerta a una nueva era moderna en la historia. En la historiografía holandesa caribeña, se percibe la región de Surinam como una región donde el 90% de la población era esclava, por lo que los primeros escritos eran crónicas y descripciones realizadas por viajeros de la región. En esencia, la historiografía de la región en la actualidad es dominada por el tema de las plantaciones coloniales y el tráfico esclavista en la región, pero en la actualidad se indagan en temas como cultura, ecología, tradición oral, entre otras. En Aruba historiografía se desarrolla de una forma parecida siendo todavía una academia en proceso. En las Antillas y Guyanas Francesas, su historiografía ha seguido una trascendencia que parte de la era colonial. Anne Pérotin-Dumont y Serge Mam-Lam-Fouck en “Historiography of the 55

French Antilles and French Guyana”, se concluye que los mismos habitantes de las Guyanas, se hicieron cargo de su propia historia. En la lectura, subdividen su historiografía en el primer periodo que parte desde el 1493 hasta el 1800, donde los escritores habían sido testigos de los eventos históricos. El segundo periodo que parte del 1800 al 1940, fue caracterizado por tres tendencias, la introducción de estadísticas, el periodo de la Revolución Francesa, y la generación de escritores criollos blancos. El tercer y último periodo se plantea desde el 1940, donde tanto Martinica como Guadalupe, comenzaron a escribir sus propias historias, teniendo en consideración sus raíces africanas. A su vez, se concentraron en las historia económica y social, las plantaciones de azúcar y el uso de las fuerza laboral esclava. En el caso de la historiografía de las Bahamas, se ha dado la problemática de la historia imperialista. Otro de los problemas que se confrontan es la marginación de estas regiones en el contexto geográfico, económico, político, social y cultural. Michael Craton, en “Historiography of the Bahamas, Turks and Caicos Islands, Cayman Islands and Belize”, se realiza este planteamiento.

La historiografía post colonial tuvo demasiada influencia, implantando

pensamientos y corrientes imperialistas. Por esta razón y por el hecho de que las fuentes se encuentran en archivos fuera del alcance, se promueve una indiferencia e ignorancia entre las escuelas metropolitanas de estos países. Siendo así, tanto los poderes de la elite blanca y las oligarquías criollas preservaron su propia versión de la historia. Independientemente de todas estas dificultades, durante el Siglo XX, se ha tratado de elaborar diversos textos de la historia de estas regiones. Por ejemplo se encuentra “History of the Bahamas” publicado para el 1962 y revisado para el 1986, donde se presenta como una narrativa política donde se comenta las fases del colonialismo. A su vez se cuenta con “Race and Politics in the Bahamas” publicado para el 1981 por Colin A. Hughes. También los archivos de las 56

Bahamas, han publicado desde el 1973, catálogos correspondientes a exhibiciones que brindan una contribución al quehacer histórico de la isla. La sociedad Histórica de las Bahamas también ha contribuido con la publicación de una revista histórica y exhibiciones promovidas por el “National Trust”. Las Islas Turcas y Caicos, tampoco han sufrido un avance en su historiografía. No fue hasta el 1992, que se construyó el primer museo. Una de las primeras publicaciones sobre estas islas se titula “History of the Turks and Caico Islands” escrito para los 1970 por C.D Hutching, residente de las islas. Esta fue como parte de su tesis doctoral, que se enfatizaba en las plantaciones del periodo. No obstante, a pesar de los esfuerzos, no se ha logrado muchos avances significativos en el desarrollo de la historiografía de estas islas. Por otra parte en Belice, también es una región que escasa en el desarrollo educativo e intelectual. Por ende, tampoco ha producido una historiografía desarrollada. Si posee una literatura colonialista proveniente de los diversos poderes en control de la región. De los pocos textos que se han escrito se encuentra “A History of Belize” publicado en 1973 por Narda Dobson. Durante esa fecha, también se publicó una revista profesional y se establecieron otras entidades para que le dieran un giro a la historiografía del país y crear una conciencia nacional. No obstante, para el 1990 se crea por primera vez La Sociedad Histórica de Belice. Es lamentable el poco desarrollo histórico de estas regiones caribeñas. Sin duda alguna, el colonialismo y la falta de educación son factores que no permitieron el desarrollo intelectual pleno de la historiografía del país. A pesar de las dificultades, la mayoría de estas regiones se han ido desarrollando a través del siglo XX. Mediante la lectura de estos ensayos, podemos percatarnos que el desarrollo ha sido más o menos igual en todas estas regiones. Entre más

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temprano su desarrollo económico y mayor importancia desde su época colonial, más desarrollada su historiografía. Comentario sobre la producción historiográfica actual La historiografía ha tenido diversas vertientes y corrientes de pensamiento, que han sido analizados por una diversidad de intelectuales. La desaparición de la historiografía ha sido planteada, insertando una conmoción entre los intelectuales actuales al percatarse de las realidades presentes. Aunque el planteamiento es contradictorio, a mi entender se refiere al contexto presente de la inefectividad de la academia o el auge de otras disciplinas que tienen futuros lucrativos. En esta reflexión, examinaremos como desde las lecturas de María de los Ángeles Castro Arroyo, “De Salvador Brau hasta la “novísima” historia: un replanteamiento y una crítica”, Mario R. Cancel, “¿Qué pasa en la Historiografía Puertorriqueña?” y Pedro L. San Miguel, “La historiografía: ¿se desvanece en el aire?”, como se percibe el devenir historiográfico en Puerto Rico. Mediante el estudio de estas lecturas, comprenderemos cómo los autores de estos ensayos analizan la historiografía actual y su importancia dentro del ejercicio histórico. También examinaremos el impacto de los planteamientos postmodernistas como respuesta a la nueva historia y el estatus actual de la academia. En el ensayo “De Salvador Brau hasta la “novísima” historia: un replanteamiento y una crítica”, Ángeles Castro Arroyo, realiza un análisis historiográfico desde finales del siglo XIX con la figura de Salvador Brau hasta los “novísimos”. La autora dentro de su excelente revisión historiográfica, realiza una aproximación a las nuevas tendencias que emergen desde la academia de la nueva historia encabezada por los historiadores Gervasio L García, Andres Ramos Mattei, 58

Guillermo Baralt, entre otros. Además de las aproximaciones desde el ámbito económico social, para la década de los ochenta, se entablaron unas problemáticas históricas donde los temas culturales proveyeron respuestas que sirvieron para explicar los hechos desde unas nuevas posturas. Castro Arroyo, vislumbra las nuevas generaciones que parten desde finales de los ochenta entrando a los noventa. Como una síntesis de las tendencias de la nueva historia son los que van a buscar la contestación de sus planteamientos desde sus propios puntos de vista. A ellos la autora los llama los “novísimos”, porque representan una nueva vertiente de historiadores que darán un sentir nuevo a la historiografía puertorriqueña. La autora platea: Y es que cada generación concibe la historia de forma distinta. Partiendo de las enseñanzas recibidas, pero aguijoneados por sus propias preocupaciones vitales, los “novísimos” encontraran otros problemas, exploraran “nuevas” metodologías y abarcaran por superar las explicaciones de sus maestros a la luz de sus innovadoras aportaciones propias. Mediante esta cita, podemos discernir que Ángeles Castro Arroyo, tiene una gran esperanza en las nuevas generaciones quienes encontrarán nuevas formas de replantear los problemas historiográficos. No obstante finaliza diciendo: Lo que en realdad contará es la calidad de sus análisis explicativos y de sus planteamientos teóricos, de su fertilidad para problematizar hechos aislados, y de la amplitud y solides de su fundamentación frente a versiones más débiles, provengan estas de historiadores de generaciones anteriores o de la suya propia. Por lo tanto, no se refiere a la producción solo por producir, sino a la calidad de los planteamientos que puedan refutar los problemas de las generaciones pasadas para así crear una síntesis valida dentro de la rigurosidad historiográfica académica. Sin embargo, este ensayo fue

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escrito para finales de los noventa, cuando más tarde se empieza a especular cual es el futuro incierto de la historiografía en Puerto Rico. El primer planteamiento que presenta esta problemática, es el de Pedro L. San Miguel en “La historiografía: ¿se desvanece en el aire?”. El objetivo del autor se enfoca en compartir varias inquietudes donde se pone en duda el quehacer histórico, siendo que las posturas intelectuales reflejan un paralelismo cuando abordan temas similares. Por lo tanto, una de las primeras preguntas que se realiza es, ¿la historia cambia?, ¿estaremos obviando el estudio de la historiografía? ¿Qué es lo que hacen los historiadores? Pedro San Miguel, define la historiografía como el estudio de las transformaciones que han sufrido las sociedades humanas. Esta definición nos permite entender que además de permitirnos escudriñar en la disciplina de la historia, sus interpretaciones y formas de escritura, también nos permite ver cómo cambian las sociedades humanas. Por lo tanto, cuestiona a la academia del entonces, con obviar la evolución historiográfica que tiende a ser un proceso lento que se diferencia de otras disciplinas más cambiantes. Realiza una comparación con la etnografía donde para lograr entender, tienes que estar presente. En el caso del historiador, tiene que experimentar esa misma sensación, siendo la historiografía según el autor, hija de la modernidad. Su argumento modernista, se plantea desde una percepción europea, donde la transición histórica de las posturas historiográficas es como una aventura dispuesta ser descubierta. No obstante, el autor percibe que esta aventura ha perdido su sentido sustituyéndose por discursos de rutina. Mientras tanto en la lectura de Mario R. Cancel, “¿Qué pasa en la Historiografía Puertorriqueña?”, se plantea el argumento si en realidad hubo un progreso en el estudio historiográfico durante el siglo XX. Cancel expone: “Me siento tentado a aseverar que la obra

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del 1930 al 1950, no pasaron de ser el preámbulo o anticipo de lo que se produjo en el periodo aludido”. Él alude que entre la década de los setenta y ochenta, fue la edad de oro de la historiografía profesional puertorriqueña, aunque afirma que es una afirmación “caprichosa y aceptable”. Dentro de lo que le llama el Neo-Nacionalismo, producto de la escuela de los setenta, se buscó la reafirmación nacional dentro de la historiografía dado a la consolidación de los Estudios Puertorriqueños. No obstante, al entrar a la década de los noventa, se introdujo corrientes posmodernas y globalizadas, que enfilaron los cañones a las posturas nacionalistas, poniéndolas en duda mediante su percepción literaria de la historia. Por ende, mediante este discurso, Cancel plantea “que provocó una interesante recesión en el campo de la producción historiográfica que sumió a la disciplina en la peor depresión de toda su historia”. Otros intelectuales como Raúl Guadalupe de Jesús en “El evangelio de Makandal y los hacedores de lluvia: Ensayos sobre literatura, historia y política del Caribe”, en uno de sus ensayos titulados “Irracionalismo, compromiso intelectual y el naturalismo crítico”, expone que la escuela irracionalista a empobrecido la producción teórica científica en Puerto Rico, donde él parte de sus experiencias vividas, el análisis y el estudio reflexivo. En ambos postulados, se percibe como las nuevas generaciones que pretenden ser intelectuales, tergiversan e intentan desmantelar un proyecto de desarrollo histórico que ha servido de instrumento para entender las problemáticas existenciales de Puerto Rico. Como uno de los efectos directos, Cancel hace referencia al fenómeno del “Boricuazo”, donde la historia y la cultura se proyectan como un material de entretenimiento que sirve como una terapia “inútil y refinada”. Independientemente, se vislumbra la importancia del re examen de la historiografía, siendo que los enfoques cambian y que es tan importante volver a reexaminar las crónicas como a la historia social. 61

Mediante el estudio de estas lecturas, nos podemos percatar de como corrientes postmodernistas y el desinterés por la historiografía, ha resaltado en debates intelectualmente débiles que no aportan a un conocimiento alterno, como planteaba Ángeles Castro Arroyo. No obstante, siempre hay la esperanza y hoy día se forman una nueva cepa de profesionales, que a la luz de los problemas graves de este momento histórico, busca replantear problemas que arrojen soluciones. No se puede determinar el fin de la historia por la ausencia de un análisis intelectual que se va madurando lentamente. También la inmovilidad de la catedra existente en nuestras instituciones universitarias, obstaculiza los nuevos actores de la historiografía actual. Para volver a revivir el quehacer historiográfico, no se necesita los mismos planteamientos en la materia, se necesita una nueva generación que pueda aportar al desarrollo educativo, a la investigación y al desarrollo de problemáticas que replanteen nuevas interpretaciones en la historia del país.

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