Reflexiones sobre identidad local y prácticas productivas en una comuna rural del valle central de Chile; San Pedro.

July 5, 2017 | Autor: G. Díaz Crovetto | Categoría: Campesinato, Antropología Rural, Antropología económica, Identidad Local
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Descripción

Reflexiones sobre identidad local y prácticas productivas en una comuna rural del valle central de Chile; San Pedro1. Gonzalo Díaz Crovetto2

Resumen: El presente texto se centra en exponer y contrastar algunas prácticas productivas existentes en una comuna rural de la zona central de Chile. Así como demostrar que las prácticas productivas de origen tradicional logran un vínculo identitario mayor que las de carácter moderno, a pesar de ser estas más abundantes y expandidas a lo largo de la comuna. Esto debido a que las prácticas productivas tradicionales combinan durante su proceso alguna actividad o tarea que requiera una vinculación social, como también por mantener una vinculación con la historia, memoria y ambiente local. Palabras Claves: contexto rural, identidad, prácticas productivas. Abstract: The present text exposes and contrasts some productive practices existing in a rural community of the central zone from Chile. Also it wants to demonstrate that traditionally productive practices can generate a stronger identity link as the modern productive practices, that because the traditional combine some work or activity that requires some social entailment during his process, also these traditional practices maintain a link with the history, memory and local environment. Keywords: rural context, identity, productive practices.

Antecedentes.

El presente artículo así como las informaciones citadas en él, surgen a partir de mi reciente trabajo de campo realizado tanto en mi práctica profesional como en mi tesis final de graduación de Licenciatura en Antropología Social. Mi investigación se realizó en San Pedro, una comuna rural del valle central de Chile. La metodología se basó en el uso de técnicas cualitativas para el trabajo de campo; principalmente3 entrevistas semi estructuradas y observación focalizada con registro fotográfico. Las entrevistas4 se diversificaron tanto en grupos de edad (niños, adolescentes, jóvenes, adultos y adultos mayores) y en género (mujeres y hombres). Permanecí en terreno inicialmente por un periodo de 3 meses, volviendo posteriormente en distintas ocasiones, tanto para obtener como entregar y presentar la información recopilada5 a los distintos actores involucrados. Esto se complementó con una búsqueda de información secundaria, en su mayoría cuantitativa.

El trabajo inicial, mi práctica profesional, se insertó y gestionó en el departamento agrícola del municipio local, a través de un convenio con la Fundación Nacional Para la Superación de la Pobreza6. Ésta se caracterizó por establecer y diagnosticar una identidad cultural y local en torno a las prácticas productivas, por otro lado, la tesis se basó en una profundización y reflexión teórica de dicha problemática. Las proposiciones originales del departamento agrícola y el equipo Servicio País de la comuna, suponían una fuerte vinculación identitaria de los habitantes de la comuna con la producción frutillera. Mi investigación arrojó una situación contraria, que pretendo debatir a lo largo del presente texto.

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Introducción.

El presente texto7 se centra en exponer y contrastar algunas prácticas productivas existentes en una comuna rural de la zona central de Chile, así como demostrar que las prácticas productivas de origen tradicional logran un vinculo identitario mayor que las de carácter moderno8, a pesar de ser estas más abundantes y encontrarse distribuidas a lo largo de la comuna. Esto debido a que las prácticas productivas tradicionales combinan durante su proceso alguna actividad o tarea que requiera una vinculación social, como también por mantener una relación con la historia, memoria y ambiente local. Para dichos fines, creí pertinente utilizar un foco de análisis y trabajo que me permita ver las diferentes interacciones entre las distintas temáticas consideradas9 (Foster 1976, Malinowski 2001), para reforzar aquello cito a Eunice Durham comentando aspectos encontrados ya en la obra de Malinowski:

“... consiste antes em, supondo a existência de uma integração, alargar a observação do fenômeno procurando elementos explicativos em outros fenômenos aparentemente diversos, mas que estão efetivamente inter-relacionados... (1978:31)”

En nuestra investigación reconocimos como prácticas de origen tradicional las relacionadas con la historia y memoria de la comunidad (Shils 1981), como por ejemplo: el trigo, la tenencia de chacras y animales, tejidos a telar, y el carbón. Mientras que las de carácter moderno, son las surgidas a partir de los procesos de expansión de mercados y recientes transformaciones en el agro (Galeski 1972, Pérez 2001, Polanyi 2000, Wolf 1978), en el caso de San Pedro estas están principalmente10 identificadas en la producción frutillera, que es una de las producciones más abundantes de la comuna.11.

Para demostrar la situación planteada inicialmente, presentamos reflexiones teóricas conceptuales y referencias de nuestro trabajo de campo realizado; complementando esto con antecedentes históricos y ambientales; relevantes a la hora de comprender la gestación de las prácticas productivas e insertarlas en un contexto particular.

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La necesidad de abarcar e incluir la esfera ambiental, histórica y de memoria nace por una convicción teórica, la cual nos instruye a considerar e integrar dichas temáticas en nuestro análisis a la hora de abordar un espacio local (Kottak 1980), lo que nos permitirá observar las diferentes interacciones y configuraciones de las practicas sociales (Smith 1981). Por ello, es fundamental apreciar y distinguir el carácter rural particular del valle central de Chile, tanto en sus manifestaciones históricas, socioculturales, económicas, ambientales y políticas, entre otras.

Ahora bien, con respecto tanto a las practicas productivas de origen tradicional como las modernas, debemos considerar que las prácticas productivas se encuentran bajo la esfera económica; esfera que asegura una reproducción biológica y material, y por ende cultural de un individuo o grupo social (Bourdieu en Ritzer 1993). Mediante el trabajo realizado en la naturaleza, la familia campesina12 obtiene bienes, tanto con un valor de uso como de intercambio (Herskovits 1974, Wolf 1978, Galeski 1972); ambas estrategias, la colocacion de bienes en un mercado (transacción monetaria o trueque) o los destinados para un autoconsumo, buscaban poder satisfacer las necesidades que pueda tener un grupo social.

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San Pedro.

La comuna de San Pedro se encuentra en el valle central de Chile, en la Región Metropolitana, a unos 100 Kms. de la capital del país y a unos 36 Kms. de la capital provincial: Melipilla. San Pedro tiene una superficie aproximada de 800 km2 y actualmente 13 la población asciende a 7.505 habitantes (la densidad poblacional es de 8,44 hab.). Es importante tomar en cuenta que los limites y conformaciones comunales corresponden a decisiones político-administrativas14 (Díaz 2002), y no más bien a consideraciones de otra índole, como: geográficas, ambientales, culturales, históricas, productivos, etc. Por este mismo hecho es común notar grandes diferencias entre las 33 localidades que componen la comuna de San Pedro.

San Pedro es una comuna rural15, que se emplaza baja un contexto sociocultural, ambiental y histórico de la zona central de Chile. El contexto rural16, lo debemos comprender como un espacio dinámico, que sufrió grandes modificaciones, tanto en sí mismo, como en las relaciones que establece con el espacio urbano. Sobre todo en la inserción de este espacio a un modelo de desarrollo global (Amtmann et al 2000, Gómez 2002, Pérez 2001), que puede incorporar variados grupos sociales (Solari 1971). Mas a pesar de las alteraciones y reconfiguraciones ocurridas en el contexto rural, se mantienen características propias y distinguibles, que son partes de un proceso histórico, ambiental, geográfico y sociocultural – lo que nos lleva a pensar entre otros ejes, el territorio-ambiente, la ocupación-actividad y los grupos sociales, asi como la interacción de estos. Ante ello, consideremos algunos aspectos históricos relevantes para comprender las actuales prácticas productivas efectuadas en la comuna estudiada, y poder de este modo, distinguir las prácticas productivas de un origen tradicional y las de un carácter moderno.

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Prácticas Productivas de origen tradicional.

San Pedro, al igual que la capital nacional; Santiago, pertenece al valle central de Chile, el cual fue escogido como pilar y base de la colonización española, principalmente por la riqueza de sus suelos agrícolas (Bengoa 1990). De este modo se inicia tempranamente la articulación de las distintas instituciones y prácticas coloniales en y con el sector rural, constituyéndose éste como el sector motor de la economía colonial.

Durante el siglo XVII el sistema de hacienda o latifundio17, se consolida como el patrón dominante en las explotaciones agrícolas (Rivera 1988). La hacienda tradicional18 es una explotación agrícola de gran extensión, que por lo general mantenía una diversidad productiva. La integraban distintos grupos sociales: la familia propietaria, el sacerdote y sus ayudantes, empleados, artesanos, sirvientes e inquilinos. Los sacerdotes por lo general constaban con una iglesia o capilla para efectuar su culto, participando y efectuando distintas ceremonias; muchas de éstas relacionadas con algunos procesos productivos. Los inquilinos eran familias insertas dentro de la propiedad, quienes tenían derecho a utilizar un terreno de pequeño tamaño19 para explotarlo, pagando por ello un valor que podía corresponder al trabajo en las tierras del propietario y/o el pago de un porcentaje de lo producido por ellos. La mayor parte de estos grupos sociales, se transformaron con el transcurso del tiempo, en poseedores de tierra, por tanto en pequeños y medianos productores.

Se puede considerar entonces a la hacienda, como un sistema complejo, prácticamente autosuficiente; cumpliendo e integrando diversas funciones sociales y económicas (Solari 1971, Barros 1994). La gran importancia expuesta sobre las haciendas radica entonces en que estas fueron la instancia de gestación de algunas de las prácticas productivas tradicionales, entendiendo a éstas como prácticas que son mantenidas y transmitidas20 desde el pasado a nuestros días (Shils 1981:12), así la memoria sobre aquellas practicas jugará un rol significativo para poder comprender una trascendencia del pasado sobre valorizaciones culturales distinguibles.

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Naturalmente a través de las posibilidades tecnológicas (Herskovits 1974), estas prácticas tradicionales han mantenido variaciones en el tiempo en distintas partes de su proceso, pero no han perdido su ethos, o sea lo que éstas producen. Debemos agregar, que el origen de estas prácticas tradicionales esta estrechamente relacionado con los recursos disponibles en el ambiente, como también por tener un carácter primordial de autoconsumo – satisfacer las propias necesidades, ya sea en la dieta alimenticia como en la generación de otros bienes (madera – muebles) y fines (carbón – energía calórica) (Woortmann y Woortmann 1997).

En las prácticas productivas tradicionales, existentes hasta hoy en la comuna de San Pedro, podemos reconocer otro aspecto común. Éste se refiere al trabajo cooperativo21. Esta norma de trabajo - presente en distintas sociedades campesinas, predispone la ayuda por parte de la comunidad hacia una unidad familiar para concretizar una determinada faena que, realizándose solamente por los integrantes de la unidad familiar, tomaría un prolongado tiempo, ocasionando un gran desgaste físico. Las actividades a realizar pueden ser diversas, variando en tiempo y magnitud. (Herskovits 1974, Turok y Salinas 1988). El trabajo cooperativo, trae consigo un compromiso entre las distintas familias pertenecientes a una localidad22. Tal como afirma Herskovits,7 en Antropología Económica (1974:98):

“ …nos referimos a este tipo de cooperación que actúa como un factor en el desarrollo de los procesos productivos, a la asociación voluntaria de un grado de hombres y mujeres que se proponen como objetivo levar a cabo una tarea especifica y definidamente limitada, temporal o permanentemente, organizadas o informales…”

Este trabajo cooperativo, solía tener un mecanismo de agradecimiento – o cierto modo de redistribución, a través de una actividad festiva (Turok y Salinas 1988). Observamos entonces como una actividad productiva es complementada con aspectos sociales y religiosos23. Esto llevo a la gestación y manutención de distintas festividades asociadas a alguna etapa del proceso productivo de estas prácticas.

Las festividades – como observaremos a continuación – eran actividades que rompían con una cotidianeidad del mundo rural. Siendo un espacio de permisividad social,

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posibilitando a la vez, la integración e interacción de la sociedad rural, generándose y fortaleciéndose vínculos sociales24 (Turok y Salinas 1988, Wolf 1978). Apreciándose una diversidad etárea y de género25 en sus integrantes. Las festividades contaban con un espacio de interacción social llamado ramada26, en este se bailaba, cantaba, comía y tomaba27;

“ ...tiempo atrás, la juventud salíamos a las trillas, al canto a la divino y lo pasábamos bien, porque la verdad que la cosa era muy tranquila y un poco aburrida para nosotros los jóvenes acá...28”

Prácticas productivas tradicionales que mantienen actualmente una actividad cooperativa y festiva son el trigo con la trilla, y la tenencia de animales con rodeos y carreras a la chilena29. La primera tiene su origen en la cosecha de trigo, donde se tiene que separar el grano de la mata de trigo, proceso efectuado originalmente con la ayuda de caballos, actualmente se efectúa con maquinas. El rodeo en cambio tenía su origen en el acarreo de grandes cantidades de animales, dispersos en la hacienda (fuentes orales varias, Encina y Castedo 1953, Larraín 2001, Skewes 1998). En el punto de encuentro, se realizaba una ramada, se efectuaban domaduras y se mostraba el ganado.

Esperamos haber podido presentar, entre otros aspectos, la importancia de la articulación dada entre las diferentes instituciones, grupos sociales y prácticas en el sector rural del valle central. La constitución de la hacienda jugó un rol fundamental en dicho proceso, pues ésta se configuró como el principal espacio donde se dieron estas interacciones. El resultado de éstas trajo consigo un particular hibridismo, entre costumbres, prácticas, tradiciones y valores (Mellafe 1995), es por ello que el valle central, además de considerarse como un pilar de la economía debe entender como el punto de una expansión sociocultural – en muchas veces impuesta, en otras replicadas30. Era pues, el resultado del contacto y largo proceso adaptativo colonial (Stavenhagen 1979).

Prácticas Productivas de Carácter Moderno.

Con el fin de la colonia – a inicios del siglo XIX-, y el comienzo de una liberalización de los mercados, la agricultura recibe especiales estímulos (Encina y Castedo 1953) a través de los hallazgos mineros en el norte del país, como también de los nuevos yacimientos de oro en Australia y California (EEUU)31, los cuales habían generado una alta 8

demanda de bienes agrícolas ante un aumento y concentración poblacional. Esta alza de la demanda externa se complementó también tanto con un desarrollo urbano interno, como con la creación de la Sociedad Agrícola en 1838 (Gómez 1972). La producción triguera fue la más favorecida, registrando notables alzas. Dichos procesos, iniciaron una modernización del agro chileno; que apunto tanto a incorporar nuevas tecnologías en las faenas productivas, como la subyugación de las prácticas productivas en torno al mercado nacional e internacional (Larraín 2001, Bengoa 1990, Wolf 1994).

Durante el siglo XX32 desaparece el sistema hacendero, y con ello el sistema de inquilinaje, afirmándose la mediana y pequeña propiedad a través de subdivisiones de la gran propiedad. Proceso iniciado lentamente por el Estado, a partir de la ley agraria de 1928, que dispuso la creación de la Caja de Colonización Agrícola, para llegar, finalmente a la reforma agraria, que se introdujo oficialmente como política de estado en 1964. Ésta, dentro de un proceso macro desarrollado en América Latina33, proponía el uso e incentivo racionalizado de la tierra (Wolf 1978). Para estos fines se ejecutaron expropiaciones y divisiones de predios poco rentables. El gobierno militar (1973-1989) frenó dicho proceso, devolviendo algunas tierras, como también entregando otras a privados. La economía liberal implantada trajo consigo una proliferación de agroindustrias y un aceleramiento del proceso de modernización del agro34. Esto, sumado a otros factores, ocasiono el paso definitivo de una economía de subsistencia para una de mercado35.

El campesino, como resultado de estos cambios, llega a producir productos que no consume, que tienen un valor de intercambio regido por un mercado (Wolf 1978). Así es el caso de la frutilla, que se introduce en San Pedro en la década del setenta del siglo XX, expandiéndose rápidamente alrededor de la comuna, en las localidades que poseían condiciones ambientales favorables para su cultivo. La conversión a una producción frutillera trajo consigo tanto una disminución de las otras producciones, como también, en muchos casos, una monoproducción. Durante el periodo de corta (recolección de la frutilla) – efectuado de septiembre a enero-, se contrata mano de obra asalariada (temporeros) en los predios grandes y medianos36, en los cuales la unidad familiar no logra ser suplir la demanda de trabajo requerido. La comercialización muchas veces está en mano de intermediarios,

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como en casos menores, de la colocación directa de los productos, y en menor caso, de asociativismos37.

La frutilla, en sus inicios de auge y proliferación, trajo consigo una gran circulación del capital monetario en la comuna, aumentando el poder adquisitivo, permitiendo entonces, un mayor acceso a diferentes bienes manufacturados, mas sobretodo, a los alimenticios – lo que causo tanto una variación de la dieta alimenticia como un incentivo para que muchos predios se transformasen en monoproductores. Lo cual provoco una dependencia, casi exclusiva, al lucro monetario, obtenido a través de la producción y comercialización de la frutilla. Todo esto trajo consigo una mayor subordinación y vulnerabilidad frente al mercado para los productores. “... sí, sí, antes del 80 si, por el 75, fue bien rápida la cosa, empezó un grupo de personas pero ya luego se fue ampliando y toda la gente empezó a cambiar su trabajo...38”

“... la frutilla les iba a mejorarle la vida, y les, en realidad les cambió, porque antes toda la gente andaba de ojota, luego se pusieron zapato, hoy día usan zapatillas de marca, todos andaban a caballo, a pie, después una bicicletita, y luego se vieron todos con vehículo..... la gente se desesperó, plantó, plantó, plantó, y debe ser muy buen negocio porque ahora los grandes, los propietarios de los grandes terrenos ahora tienen plantaciones inmensas de frutillas, y eso ha hecho que el mercado se haya puesto malo para el pequeño productor39...”

La dependencia del mercado y la inserción en éste a partir de un único producto, ha producido inestabilidad e incertidumbre en las acres familiares. Dificultando así el acceso a otros bienes de consumo por parte de la unidad familiar.

“... de repente vendíamos una caja de frutillas, comprábamos un cajón de azúcar, si, ahora tenemos que vender cuantas cajas... tenemos que vender quince cajas de frutilla para comprar un saco de azúcar... la frutilla nos tiene acá a todos pobres (...) tamos jodios, ahora no quieren comprarla. la segunda ni la miran, hay que llevar primera la bonita pa que la compren, a ochocientos pesos vale la primera, y la segunda tienen que ser como cuarenta cajas (...) y los pescadores cobran 300 pesos por una caja. ...40”

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Al respecto, mencionaremos

importantes y tempranas observaciones de Rodolfo

Stavenhagen (1979:3141); que incorporan varios aspectos de los recién descritos. Él considera que:

“La economía monetaria – a través de las producciones comerciales y del trabajo asalariado – afectó los padrones de consumo domestico en todo el mundo subdesarrollado... La producción de géneros alimenticios cae frecuentemente con la mudanza de la economía monetaria... Está cría también un enorme sector de pequeños y grandes mercaderes, intermediarios y agiotistas, que usualmente absorben la mayor parte de la renta regional.”

Prácticas Productivas e Identidad Local.

Para comprender la situación de la identidad cultural respecto a las prácticas productivas, y los resultados obtenidos, es necesario considerar, que las relaciones establecidas entre elementos o partes constituyentes de una cultura convergen en relaciones de integración (Arnold y Rodríguez 1999, Foster 1976). Es por ello, que es imposible considerar a las prácticas productivas, como aisladas. Lo económico y lo productivo están en constante relación con lo social y lo cultural (Fernández 2000). A partir de aquello, consideramos que actividades que combinen diversas temáticas culturales (productivas, sociales, religiosas, etc.), suelen generar y fortalecer vínculos identitarios entre sus participantes (Díaz 2002). Esto, puede llegar a acontecer tal vez, en un sólo momento del proceso productivo, como es en la cosecha. Sin duda, este episodio, es el más importante. Es en este tiempo que el campesino verá los frutos del trabajo de una larga temporada. Una actividad final que cierra ese ciclo trae consigo la oportunidad de quebrar una relación netamente productiva, de trabajo. La actividad genera entonces un espacio de interacción social y cultural, en donde participan distintos grupos de edad y género. Aspecto claramente observable en las prácticas productivas tradicionales de la comuna, que mantienen vínculos identitarios notablemente altos en contraste a la producción frutillera. Podemos decir entonces que la identidad cultural en torno a las prácticas productivas tradicionales es considerablemente alta, en contraste con las prácticas productivas actuales, como la frutilla. Explicaremos dicha situación a continuación.

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Algunas prácticas productivas tradicionales están fuertemente arraigadas en la memoria de los habitantes de la comuna, instaurándose como tradicionales por la gran cantidad de años de producción (Shils 1981). Pero no es sólo el factor tiempo42, que las ha llevado a tener vínculos identitarios tan fuertes. La mayoría de estas prácticas productivas tradicionales son capaces de fortalecerse a través de vínculos sociales y culturales, (Wolf 1978) presentando entonces, no sólo una identidad productiva, sino una social y cultural. Estas prácticas constan de una característica particular para llegar a tal evocación:

- Tener una tarea ardua inicial o final (mayormente) que requiera la cooperación de vecinos o parientes.

Esta tarea ardua, convoca actividades y prácticas que no sólo permanecen en un plano productivo, sino en uno social y cultural. Es así, que por lo general, suelen terminar en fiestas o eventos, que combinan distintos elementos socioculturales; religión, música, bailes, almuerzos, etc.

Posibilitando espacios de integración y participación social tanto para

mujeres y hombres, niños y adultos. Por lo tanto, son capaces de evocar no sólo una identidad temática, de lo productivo y económico, sino también de lo social y cultural. Ejemplos de aquello son: el trigo y la trilla, los animales y el rodeo, etc. La funcionalidad de la fiesta, es incluso recordada, como por ejemplo: el rodeo para acarrear los animales. Respecto aquello citamos a Wolf, en su libro Los Campesinos (1978:16):

“ Pueden requerirse ayuda mutua en una fase de la obtención de alimentos. Pero las relaciones sociales del tipo que sea, nunca enteramente utilitarias e instrumentales. Cada una de ella, aparece rodeada de elementos simbólicos que sirven para aclarar, justificar y regular tales actos.”

Si bien existe un debilitamiento en cuanto a la cantidad de la producción de las actividades agrícolas tradicionales, así como modificaciones en la forma de producir, incluso en la tarea final, podemos afirmar, que éstas mantienen sus tradiciones, porque no han recibido modificaciones sustanciales, que cambien su ethos. O sea, el trigo se sigue produciendo, sigue sirviendo para producir pan43 y la trilla sigue siendo un espacio de evocación e integración social y cultural. Acentuando que, si bien puede haber habido una

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notoria disminución de las actividades tradicionales cooperativas, su significación y valorización positiva fueron mantenidas en la memoria local.

El caso de la frutilla rompe totalmente con el marco anteriormente presentado, principalmente a partir de sus características productivas. En su fase final, en la cortada, esporádicamente se organizan mingacos, prevaleciendo mas bien una auto sustentación familiar de la fuerza laboral en los predios pequeños y en algunos medianos. Mientras que en el resto de las propiedades medianas y grandes se incorpora mano de obra asalariada, los temporeros (de la zona o de afuera). Por lo tanto no distinguimos una actividad social y cultural fuertemente arraigada, que permita fortalecer vínculos identitarios durante el proceso productivo de la frutilla. Permaneciendo entonces la producción frutillera sólo en una esfera económica en la memoria y práctica de los habitantes de la comuna de San Pedro. Hacemos nuevamente nuestra la cita de un joven de cuarto medio del liceo de San Pedro “la frutilla mas que nada es una fuente de trabajo y no una tradición”, y tal vez otra aún más ilustrativa, “no es una fiesta, es un trabajo44”. Además, se debe considerar la apreciación negativa de la producción frutillera descrita con anterioridad, lo cual acrecentaría una desvinculación identitaria.

Otro aspecto considerable sobre el fortalecimiento o no de vínculos identitarios, con respecto a las prácticas productivas, se refiere a que un producto puede ser a la vez comercializado y consumido (valores de intercambio y uso), sobretodo en un contexto de labor campesina, que históricamente se ha caracterizado por producir sus alimentos, lo que naturalmente genera un valor simbólico e identitario (Woortmann 1990). Dicha situación genera un doble vínculo, el bien puede incorporarse y ser parte de la dieta alimenticia del grupo familiar, y por otro lado, aportar como el ingreso monetario a través de su comercialización. En esta situación se encuentran la mayoría de las prácticas tradicionales, como por ejemplo: el trigo, el carbón, el ganado, el telar, las chacras, etc. La frutilla en cambio, no se encuentra fuertemente integrada en la dieta alimenticia de la zona. Enfatizándose entonces su condición y aislamiento en cuanto ser un bien producido para su comercialización generando, por ello, un vínculo identitario menor que las prácticas productivas tradicionales recién mencionadas.

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La importancia de la consideración ambiental45 fue útil para comprender la diferenciación interna que puede existir dentro de una comuna, lo que permitió comprender las condiciones de factibilidad y reproducción de una práctica productiva. Así, la frutilla tiene dificultades de producirse en zonas de alta pendiente, mas sobretodo debido a problemáticas hidrológicas encontradas en algunas localidades46 que ocasionan un difícil acceso al agua por parte de los productores. Así la inexistencia de productiva impide si quiera pensar en algún vinculo identitario con la frutilla en aquellos espacios, por parte de sus habitantes. Además, la frutilla es una producción introducida, exógena al ambiente natural e histórico de la comuna. Situación contraria es la del carbón,

ya que el

florecimiento natural del espino en la comuna, permitió que dicha práctica productiva se mantenga hasta hoy, evocando una doble vinculación identitaria, con la memoria: “Es que aquí desde que tuve conocimiento han quemado47” y con el ambiente, por la ya mencionada abundancia natural del espino.

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Conclusión.

Actualmente existen dos tipos de prácticas productivas en la comuna de San Pedro, unas de origen tradicional y otras de carácter moderno. Si bien las primeras han sufrido grandes modificaciones y han bajado su intensidad, estas se han reproducido tanto en la memoria como en la práctica por parte de los habitantes de la comuna de San Pedro, generando vínculos identitarios con éstas, tanto por contener una actividad festiva – a pesar que la funcionalidad de estas haya disminuido -, como por encontrarse relacionadas con la historia, la memoria y el ambiente local.

Por el contrario, las prácticas productivas de carácter moderno - como es el caso de la frutilla -, mantienen bajos niveles de vinculación identitaria con la comunidad, pues esta sólo se concibe como una práctica productiva, sin una vinculación cultural, social, simbólica que aluda a otros ámbitos (Díaz 2002). El carácter monoproductivo, así como el carácter individual (en cuanto unidad familiar) de su producción ayudan a acentuar dichas características. Además, la frutilla es problematizada y criticada por sus propios productores debido a la inestabilidad del mercado y por ende de ingresos, que no permiten asegurar de esta forma, un medio constante y seguro de satisfacer sus necesidades48. Es así, que la frutilla, a pesar de ser cultivada por más ya de 30 años en la comuna, logra sólo vincularse en la práctica y en la memoria – con lo netamente productivo; económico. No pudiendo, de este modo, fortalecer su identidad con vínculos sociales, históricos, etc. Distintas manifestaciones apreciadas y entregadas por nuestros informantes apuntan a exaltar dicha condición, negándole, inclusive implícitamente, la condición de práctica tradicional49.

De este modo, encerramos el presente trabajo, el cual si bien se trató de un caso de estudio enmarcado en un contexto particular, creemos que la problemática tratada, así como el enfoque utilizado, pueda establecer un futuro dialogo y debate sobre el estudio de la identidad cultural aplicada desde la antropología sociocultural.

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Notas.

Para citar el presente trabajo: Díaz Crovetto, Gonzalo 2003. Reflexión sobre identidad local y prácticas productivas en una comunidad rural del Valle Cenral de Chile, San Pedro. Revista POS, Vol. VII, pp.109-123, Brasilia. 2 Licenciado y Titulado en Antropología Social, U.A.Ch..Cursando Mestrado en Antropología Social, UnB. Durante la elaboración de este artículo, el autor era beneficiario de una beca CAPES. 3 Como todo proceso etnográfico, éste puede incluir distintas instancias, en la cuales pueden surgir entrevistas y conversaciones informales, así como ciertos niveles de participación en variadas actividades (Taylor y Bogdan 1998, Hammersley y Atkinson 1994). 4 El número total de éstas, fue de 30, incluyendo 6 entrevistas grupales. Se trabajó con una muestra intencionada a partir de las localidades más densamente pobladas y a partir de la característica técnica de bola de nieve (Taylor y Bogdan 1998, Hammersley y Atkinson 1994), que nos permitieron establecer los informantes calificados. Mas la integración de las otras localidades se dio a través, tanto de la riqueza del proceso etnográfico, ya que éste incorpora diferentes posibilidades metodológicas (como la observación focalizada con registro), como con las entrevistas grupales realizadas, que nos permitieron trabajar con uniones comunales; estamentos de organización que se constituían a partir de un representante de cada localidad bajo una temática dada, así la unión comunal de juntas de vecinos, incorporaba en su organización un representante de la junta de vecinos de cada localidad. Así, a través de las entrevistas grupales, se pudo acceder a informantes de diversas localidades. Para mas detalles metodológicos ver Díaz (2002). 5 La información levantada en terreno, se complemento con una búsqueda de datos secundarios (datos históricos y estadísticos), que complementasen y contextualizacen los datos primarios. 6 Esta Fundación articulaba, entre otros programas, el de Servicio País y Práctica País. El primero se caracterizaba por destinar dos o más jóvenes profesionales a comunas (municipios) rurales de escasos recursos, conformando por lo general un grupo multi-disciplinario encargado de resolver la carencia de profesionales en dichas comunas. Sus actividades consisten en elaborar y gestionar proyectos, principalmente en conjunto con los intereses y necesidades de la propia comuna, esto, en gran parte, bajo el perfil metodológico-teórico de la Fundación. El segundo programa, Práctica País, se caracterizaba por el envió de estudiantes a ejercer su practica profesional. Estos eran llamados ante demandas o problemáticas especificas que el equipo servicio país no podía resolver por tratarse de otras áreas disciplinares 7 Aprovecho para agradecer los gentiles comentarios, sugerencias y revisiones de: Ellen Woortmann F., Henyo Trinidade Barreto, Yanko Gonzalez Cangas, Victor Lamas G., Marcus Cardoso, Dionisio Poey y Morena Salama. La persistencia de cualquier error o inexactitud, son de mi plena responsabilidad. En otro plano, aprovecho de agradecer a la propia comunidad, al equipo del servicio país y al departamento agrícola, por la buena acogida que me dieron. 8 Especialmente referido a la frutilla, grandemente difundidas alrededor de la comuna, con una notoria importancia en la producción general de la comuna. 9 Profundizaremos esa idea en las conclusiones. 10 Existiendo otras de mediana y muy baja producción, como por ejemplo la explotación forestal. 11 Esta peculiar característica, fue la que me incentivo a escribir el presente texto. 12 Y/o unidad productora para algunos autores. 13 En base a la información preliminar disponible del censo 2002 en el sitio web del INE (Instituto Nacional de Estadísticas). Durante el censo pasado de 1992 San Pedro tenía una población de 6.746 habitantes, lo que registra una alza poblacional del 11,3 %. 14 La propia comuna de San Pedro ya dependió – estuvo incorporada, en diferentes regiones. 15 As definiciones de comuna rural, prevalecen a partir del número de habitantes de la comuna, así como su concentración; en San Pedro no existen asentamientos humanos que sobrepasen las 700 personas (información disponible en las diferentes informes comunales citados en la bibliografía). Junto con la densidad población, la actividad económica jugaría también un rol central en la caracterización de lo rural en los principios administrativospolíticos. Así en San Pedro 73,6 % de la población económicamente activa se dedicaría a actividades en torno a la agricultura – en su amplia distinción (información del Censo de 1992 encontrada en el Documento de Diagnostico del Servicio País 2001-2002, citado en la bibliografía). 16 Debido a la problemática definida del presente ensayo, no concentrare mis esfuerzos en la discusión y configuración del contexto rural, tarea que pospongo brevemente. Para aquello ver entre otros, los siguientes trabajos y/o ediciones: Gómez (2002), Giarraca (2001) y Chonchol (1996). 17 El latifundio o la grande hacienda, así como sus peculiares características, tienen sus orígenes en los primeros asentamientos coloniales en virtud de las originarias merced de tierra y encomiendas, y en la posterior composición del inquilinaje. Sobre aquello ver: Chonchol (1996), Díaz (2002), Eyzaguirre (1990), Encina y Castedo (1953), Mellafe (1995) y Rivera (1988). 18 Sobre la hacienda tradicional, ver entre otros autores – citados en nuestra bibliografia; Barros (1994), Chonchol (1996) y Mellafe (1995). 19 Reconocemos también la existencia de inquilinos sin derecho a tierras, pagados en bienes, hospedaje y/o dinero.

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Principalmente en base a un proceso de saber – hacer (Woortmann y Woortmann 1997). Este tipo de actividad – conocida en Chile y otros paises como minga, definida también por Coluccio (2002:71); como la colaboracion espontanea y desinteresada de los aldeanos para ayudar a levanter una cosecha o realizar alguna tarea complementaria de la misma. Cuando se termina la operación, se llevan a cabo bailes alegres. Así para Coluccio esta actividad se daría en diferentes partes de latinoamerica; estas serian comparables en Brasil con: el adjunto, el multidão, el putirao o el bathalao. 22 Ya sea a través de vínculos de parentesco, vecindad o empregatico. 23 Sobre aquello, obsérvese el interesante trabajo de Waldemar Smith (1981), titulado El sistema de fiestas y el cambio económico. 24 En casos de pares, notase alianzas matrimoniales, negocios a establecer, etc., mientras que en relaciones verticales, fortalécese la relación patrón- empleado. 25 Por lo general, con espacios y actividades características diferenciables (Skewes 1998, Woortmann y Woortmann 1997). 26 Espacio físico construido artesanalmente, tradicionalmente de ramas de eucaliptos, donde se comía, bebía, cantaba y bailaba. 27 Destacase la ingesta de una bebida alcohólica tradicional, llamada chicha. Esta se hace caseramente a partir de la fermentación de la uva en el caso de la zona central – pues existe una elaborada a partir de la fermentación de manzanas. 28 Sr. Rubén M., Nihue Bajo. 29 Competencia entre dos caballos y sus respectivos jinetes, donde la gente podía apostar y disfrutar de la carrera. Por lo general estas se realizaban en canchas demarcadas, como la de la localidad de Loica. 30 En los futuros proyectos nacionales, clamaran a la chilenidad a partir de este hibridismo, así como posteriormente, a través de la consolidación del estado nación. Esta chilenidad se afianzara hasta convertirse en valores y costumbres nacionales, expandidos a lo largo y ancho del país – como parte del proyecto de nación. Constituyéndose una grande paradoja en parte, de como lo nacional es proyecto a partir de practicas y valores surgidos en la interacción de un espacio geográfico especifico – tal paradoja fue suplida en parte, con el resalta de las manifestaciones culturales locales. 31 A los pocos años estos mercados se tornaron también en productores y competidores, buscando por ello, nuevos mercados alternativos como Argentina y Brasil (Wolf 1994, Mellafe 1995). 32 El más complejo en cuanto a la historia agraria chilena. Ante el poco espacio, y por el carácter complementario de la información expuesta, seré muy sintético. 33 Nos referimos principalmente al proyecto de la revolución verde, como proyecto modernizador del agro. Este se caracterizó por: mecanización y racionalización de la producción, intensificación productiva – principalmente monocultivos, uso de grandes cantidades de adobes químicos, selectividad productiva; de plantas y animales, etc. (Griffon 2002:257, Pedroso 2002:302). 34 Con las consecuencias que observaremos a través de la producción frutillera en San Pedro. 35 Este proceso se detalló a groso modo, sobretodo, focalizado en el área central de Chile. 36 Predominan los pequeños productores (Documentos de trabajo departamento agrícola de San Pedro y Equipo Servicio País de San Pedro). 37 Veáse, en mayor profundidad, el sistema de comercialización en Díaz (2002). 38 Sra. María R., San Pedro. 39 Sra. Lucrecia G., San Pedro. 40 Sr. Alberto M., El Yali. 41 Traducción libre del portugués al español. 42 Debido a larga tradición histórica de esas prácticas; que en su mayoría se remontan al período colonial. 43 Que como vimos, juega un rol clave en la dieta alimentícia local. 44 Ambas citas son la entrevista grupal efectuada al curso mixto de 4° medio del liceo San Pedro. 45 Junto con otras históricas, geográficas, etc. 46 Debe incluirse una consideración ecológica-económica-política, pues esta problemática se puede superar con el uso de bombas extractoras, las cuales (sobre todo las mas eficientes) tienen un alto valor de costo. Esto muestra las diferencias entre algunos productores de pequeñas propiedades en contraste con medianos a grandes productores, o con algunas de las pocas agroindustrias instaladas en la comuna – que podrían estar interviniendo en el curso normal de las cuencas hidrológicas. Dejare este punto sólo baja esta insinuación, ya que requiere por si mismo, otra investigación, con otros objetivos y consideraciones metodológicas. 47 Sr. Francisco D., Corneche. 48 Nótese que a percepción negativa – el mal, lo culpable, es concentrada en una sola producción, por ser ésta una monoproduccion. Y recordando también, que esta producción, la frutilla, no tiene un rol significativo “en el pan de día a día”; en la dieta alimenticia. 49 Nuestros resultados y conclusiones pertinentes deben entender a partir del momento en que hice mi trabajo de campo, es claro, que las comunidades pueden estar en constantes modificaciones, así como los vínculos identitarios que ésta establezca con sus prácticas productivas. 21

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