REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA

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BLOQUE I. CONTENIDOS COMUNES 1. REFLEXIONES SOBRE EL CONCEPTO DE CIUDADANÍA “EL SIGLO XXI SERÁ EL DE LOS CIUDADANOS O NO SERÁ” Adela Cortina

La ciudadanía es el elemento central de cualquier sociedad democrática que se precie, pues en una democracia la fuente de toda autoridad es el cuerpo colectivo de las personas, es decir, los ciudadanos del Estado. Si la soberanía es popular, entonces el ciudadano es el elemento central de la democracia, y garantizar el desarrollo efectivo de esa ciudadanía en cuanto hacer del ciudadano

partícipe

responsabilidad

de

esencial

esa de

los

soberanía Estados1.

es

entonces

Esto

lo

puso

una de

manifiesto claramente Rousseau al considerar que el hombre es ciudadano cuando es miembro del soberano en toda su dimensión (Contrato Social, Libro I, Cap. VI). Puede decirse así que, desde la Revolución Francesa, la ciudadanía no es sino el ejercicio de la libertad en sociedad. En ese momento de la historia y en Francia se dio un nuevo fenómeno cuando los diputados demócratas consideraron que el ejercicio de la ciudadanía no era monopolio del cuerpo legislativo sino que debía extenderse a la gran cantidad de clubes

y

sociedades

populares

que

habían

surgido

y

1 Patrick, John J., The Concept of Citizenship in Education for Democracy, http://www.ericdigests.org/20001/democracy.html

que

reclamaban la participación. Es la primera vez que de modo claro el pueblo se hace consciente de su legitimidad como fuente de soberanía, creándose así un nuevo espacio social y político en el que el individuo encontraba su lazo con lo político. En esta época la ciudadanía se practicó en las asambleas generales, en los municipios, en las sociedades populares, y no tanto en los partidos políticos. Aunque esta experiencia declinó 2.

No fue sino tras la Segunda Guerra Mundial con la creación de un nuevo

orden

político

y

jurídico

internacional

que

se

vio

problemática la integración en este orden del sujeto dotado de una multiplicidad de derechos que reclamaba ese ejercicio de la libertad en sociedad. Ciudadanía hacía así referencia al lazo que une al individuo con la sociedad en la que vive, de la que forma parte. Estos problemas los estamos viviendo hoy en día al intentar transmutar el concepto de ciudadanía constitucional en el de ciudadanía europea (véase la Constitución Europea)3.

Fue concretamente Thomas Humphrey Marshall quien en 1950 puso sobre la mesa el hecho de que la sociedad había cambiado de cara a permitir una mayor participación e integración de las 2 Irene Castells, “La ciudadanía revolucionaria”, Erytheis,1, Mayo de 2005, http://www.erytheis.net/texteintegral.php3?id_article=78. 3 Cifremos Pietro Costa con su monumental obra en tres volúmenes Civitas, Storia della cittadinanza in Europa, Laterza, 1999, 2000, 2001. En Español, Ciudadanía, Marcial Pons-Madrid, 2006.

personas, y es en ese marco que desarrolla el concepto de ciudadanía. La ciudadanía ya no se entiende como nacionalidad (como hasta entonces) sino que Marshall considera que debe incluir todos los indicadores necesarios para comprender la relación entre el individuo y la sociedad de la que forma parte. Y estos

indicadores

los

resumía

en

dos:

el

sentimiento

de

pertenencia a una comunidad política, y la dotación de una serie de derechos en que esa pertenencia se realiza. Con Marshall y su interpretación de la reciente historia de Europa comenzó así la idea de desarrollar una propuesta ético-politica afín a ese concepto de ciudadanía, asentada en la necesidad de garantizar a todos el acceso a los recursos sociales y posibilitar la participación política.

Reflexionar sobre la ciudadanía es entonces discutir sobre los derechos y los deberes que se dan en una sociedad, es decir, sobre la forma que adopta una determinada comunidad política 4. En esto se presupone y queda claro que hay una distinción básica entre ética pública y privada. La ética pública tendría como objetivo la forja del carácter de las personas en sociedad, es decir, en cuanto miembros de un grupo humano, de ahí que se hable de “ética de la ciudadanía”. Si esto es así debemos preguntarnos qué tipo de

4 Seguimos el importante artículo de Pietro Costa, Cittadinanza e storiografia: qualche riflessione metodologica, en Historia Constitucional, n.6, 2005, http://hc.rediris.es/06/index.html

ciudadano queremos forjar en nuestra sociedad.

Como dijo Gregorio Peces-Barba en una entrevista radiofónica:

“El ciudadano es la persona que vive en una sociedad abierta y democrática. En las sociedades cerradas y autoritarias viven súbditos. Acepta los valores, los principios, la dignidad de todos y la dialéctica amigo-enemigo y se relaciona con los demás desde la amistad cívica. Distingue la ética privada de la pública, que es la propia de la acción política y que fija los objetivos del poder y de su Derecho y la libre acción social. Puede ser creyente o no creyente y defiende la Iglesia libre, separada del Estado libre. Es respetuoso con la ley, tolerante, libre de discrepar desde las reglas de juego de la Constitución y desde la aceptación del principio de las mayorías. La condición de ciudadano se fortalece con la educación y es una responsabilidad central del Estado y de la sociedad”.

Pero, ¿por qué hemos de preguntarnos qué tipo de ciudadano queremos? Porque la vida en sociedad ha devenido un problema, desde que el liberalismo se ha ido imponiendo en nuestras sociedades

democráticas

minando

las

posibilidades

de

que

efectivamente haya un protagonismo de la sociedad, es decir, bloqueando la posibilidad de una realización efectiva de la democracia. Este Estado liberal es el que rechaza la ciudadanía, en lo que recoge las ideas de Hobbes al considerar que no hay ética pública, pues el Estado se encarga de mantener la paz exigiendo a los sujetos la estricta obediencia de las leyes, dejando que cada uno en su fuero interno determine el bien y el mal. Para este estado hobbesiano-totalitario o liberal, la ética es cosa privada, no puede haber ciudadanía pública5. Para que la haya necesitamos, como recuerda Adela Cortina, tanto civilidad como mayor protagonismo de la sociedad civil.

1- Necesitamos civilidad.

Civilidad que hay que entender como la capacidad de involucrarse en lo público, de participar en lo social en su conjunto. Pues la democracia necesita de una ciudadanía que esté muy impregnada de virtudes cívicas, que esté dispuesta a involucrarse en lo público. Pero hoy la civilidad es un objetivo a conseguir, bloqueada por la aceptación de las ideas liberales que reducen a la persona al estado de individuo sometido tanto al hedonismo como al afán de

5 André Charrak (Universidad de Paris I Panthéon-Sorbonne), “La revisión del concepto de ciudadanía en Rousseau”, Erytheis,1, Mayo de 2005, http://www.erytheis.net/texte-integral.php3?id_article=93.

posesión.

Por un lado Daniel Bell6 señaló que la ética que se había impuesto en este tipo de sociedades (como la española)

es

la

individualismo individualismo

ética

del

hedonista, que

busca

la

satisfacción inmediata, el placer por el placer.

La otra cara de este individualismo la señaló Mac Pherson7 al señalar el carácter de individualismo posesivo de estas sociedades, es decir, la idea de que cada uno es el dueño de sus facultades y del producto de sus facultades, sin deber por ello nada a la sociedad.

La civilidad corre así el peligro de naufragar entre la Escila del hedonismo y la Caribdis del afán de posesión .

En los años 70 se pensó que la solución consistía en recuperar la

6 Las Contradicciones del Capitalismo (1976), Alianza Editorial, 2004. 7 La Democracia liberal y su época (1987), Alianza Editorial, 2003

idea de justicia como engarce entre lo individual y lo social. De ahí John Rawls8 con sus Teorías de la Justicia (1971) y Michael Walzer9 con Las Esferas de la Justicia. Se necesitaba una idea de justicia compartida por todos para salvar la democracia. Pero estas primeras formas de ver el problema seguían de fondo defendiendo el liberalismo individualista, y lo único que hacían era dotar de derechos a ese individualismo. Fueron unas teorías desencarnadas y racionales de la justicia.

En los años 80 surgió el complemento a la carencia de esas teorías de los años 70. MacIntyre10 en Tras la Virtud consideró que no se podía hablar de justicia si no había asociado un sentimiento de pertenencia, pues nacemos en una sociedad concreta y en ella aprendemos a valorar y a vivir. Son precisamente estos valores que valoramos en una sociedad los que la educación intenta transmitir.

Había así que completar y complementar la idea de justicia con el sentimiento de pertenencia. Lo que se hace en los años 90 en que proliferan las teorías de la ciudadanía. ¿Quién es un ciudadano? Aquel que se sabe perteneciente a una comunidad política, inscrito en una comunidad política y que además quiere que su comunidad 8 Teoría de la justicia, Fondo de Cultura Económica de España, 1997 9 Spheres of Justice (Basic Books, 1983), Fondo de Cultura Económica, 1993. 10 After Virtue, (Notre Dame: University of Notre Dame Press, 1981), Crítica, 2001

sea justa.

2- Necesitamos que la sociedad civil recupere protagonismo.

En los años 70 se entendía el concepto de sociedad civil en el sentido que Hegel le da en los Principios de la Filosofía del Derecho: como el lugar en el que todos somos fines para nosotros mismos y los demás no son nada para nosotros. Es el lugar de los egoísmos en conflicto, el lugar de lo singular, donde aspiramos a encontrar lo universal, y por eso fue necesaria una entidad superior que sea el lugar de lo universal, el Estado, el lugar de la justicia y de la solidaridad.

Esta noción de sociedad civil era pareja a esas éticas del hedonismo y del individualismo posesivo. El hombre seguía interpretándose como un individuo esencialmente egoísta con lo que se hace casi imposible entender el concepto de ciudadanía, y de intentar desarrollarlo.

Es Habermas el que empieza a intentar dar protagonismo a la sociedad civil hablando de fomentar las redes sociales, que son las que

tejen esta sociedad civil. Redes que conforman el capital social de un pueblo. Se veía así necesario replantearse el concepto de “sociedad civil” para superar la reductiva concepción hegelianoliberal.

Sobre la sociedad civil se han dado tres interpretaciones:



es el mercado (interpretación neoliberal)



es el lugar entre el Estado y el mercado, de Habermas y Cohen, el lugar de la solidaridad



es el otro lado del Estado, interpretación de Adela Cortina 11 (entendiendo que el mercado formaría parte de la sociedad civil).

Adela Cortina distingue, siguiendo las ideas de T.H.Marshall 12 por analogía, tres sectores de esta sociedad civil: el político, el económico y el social, y considera que los tres deben realizar 11 CONFERENCIA «ÉTICA, CIUDADANÍA Y MODERNIDAD. PROFESORA. ADELA. CORTINA. (Universidad de Valencia, España), Chile, 7 de Junio de 2003. 12 Thomas Humphrey Marshall, Citizenship and Social Class, Cambridge, Cambridge University Press, 1950. Marshall considera hablando de la ciudadanía social que debe asentarse en tres tipos de derechos: civiles de libertad e igualdad ante la ley, politicos para votar y participar en los procesos políticos y sociales con la finalidad de participar plenamente en las formas de vida compartidas por los ciudadanos. Los derechos sociales serían los más imperiosos pues se trata de garantizar la participación ciudadana evitando los obstáculos de la pobreza, las enfermedades o la falta de educación, pilares para el desarrollo de los otros derechos. “I shall call these three parts, or elements civil, political and social. The civil element is composed os the rights necessary for individual freedom, liberty of the person, freedom of speech, thought and faith, the right to own property arid to conclude valid contracts, and the right to justice...By the political element i mean the right to participate in the exercise of political power, as a member of a body invested with political authority or as an elector of the members os such a body...By the social element i mean the whole range from the right to a modicum of economic welfare and security to the right to share to the full in the social heritage and to live the life of a civilised being according to the standards prevailing in the society”. Marshall señala que es posible asociar el logro de cada grupo de derechos a los siglos XVIII (civiles), XIX (políticos) y XX (sociales).

correctamente sus funciones para que la sociedad civil tenga posibilidades de ser. a- El sector político se encargaría de garantizar la justicia, es decir, de proteger los derechos de todos los ciudadanos, los de primera, segunda y tercera generación. b- El sector económico tiene una responsabilidad social que cumplir, c- y el sector social tiene como tarea la denuncia y la protesta. Es el lugar propio de la ciudadanía civil a ejercer.

Ciudadano hay que entenderlo en este marco como aquel que es su propio señor, que no es esclavo, ni siervo, ni súbdito. Como tal es el sujeto propio de las sociedades democráticas. Es el que hace su vida, con sus iguales, con sus conciudadanos. La Unión Europea señala claramente que la ciudadanía que se busca es aquella basada en los principios y valores en materia de derechos humanos, respeto de la dignidad humana, pluralismo, diversidad cultural y primacía de la ley. Uno de los objetivos fundamentales de todos los países de la Unión Europea es entonces la promoción de una cultura democrática que sea a la vez respetuosa de los derechos humanos y que permita a las personas desarrollar el proyecto colectivo de crear comunidades, tejido social.

¿Qué dimensiones debe tener la ciudadanía?

A este respecto consideramos con Adela Cortina que las dimensiones mínimas que ha de tener esta ciudadanía son las siguientes:

1- ciudadanía legal: recogida de la tradición latina del cives, en la que se considera que alguien es legalmente ciudadano cuando su comunidad política se compromete a proteger sus derechos, sobre todo los de primera generación, las libertades políticas y las civiles, y el derecho de participación ciudadana.

2- ciudadanía política, es el lado positivo, la ciudadanía de quien puede ir a participar en la plaza pública para tomar decisiones.

3- ciudadanía social: esta noción es fundamental, la que propone Thomas Marshall, ciudadanía y clase social. Ciudadano es aquel que ve protegidos sus derechos de primera y segunda generación.

4- ciudadanía económica: tenemos que decidir qué se produce y para quien. Ética del consumo.

5- ciudadanía civil: en cuanto que estamos inscritos en las esferas sociales (nuestro trabajo, el barrio, etc...)

6- ciudadanía intercultural: que supere la propia cultura y sea respetuosa con las demás

7- ciudadanía cosmopolita: en un mundo globalizado. Es el viejo sueño de la humanidad.

Estas dimensiones son el horizonte que la Unión Europea nos proyecta y por el que aboga por una educación ciudadana. Según el Consejo de Europa, ciudadano es “una persona que co-existe en una sociedad”, definición que supera la ligazón a un Estado-Nación y que sitúa el marco del ciudadano más bien en la comunidad: local, nacional, regional, internacional. Es así un modelo para analizar cómo vivimos juntos. Este concepto de ciudadanía para la Unión Europea abarcaría cuestiones relativas a los derechos y las obligaciones, a la igualdad, diversidad y a la justicia social. No basta solo con votar: la dimensión de la ciudadanía incluye igualmente el conjunto de acciones ejercidas por una persona que inciden en la vida de la comunidad (desde local a internacional) y

que como tales precisan de un espacio público en el que las personas puedan actuar coordinadamente13.

En este sentido, los valores mínimos de esa ciudadanía (o principios de una ética cívica o ciudadana) no serían otros que:

a- libertad: a1- como independencia, liberal o de no interferencia, pasiva a2- como participación, en la tradición de Grecia, activa a3- como autonomía, la capacidad de dirigir la propia vida, tomar decisiones desde nuestros criterios y nuestra vida a4- como no dominación, puesta en boga por Philippe Petit14, que consiste en aquel momento en que los seres humanos nos podamos mirar a los ojos y nadie tenga que bajar la mirada con servilismo.

b- igualdad: de oportunidades, ante la ley, de bienes primarios, de recursos, de capacidades y de satisfacción de necesidades

13 Glosario de términos de la Educación para la ciudadanía democrática, Karen O'Shea, Educación para la ciudadanía democrática, 2001-2004, Consejo de Europa, Estrasburgo, 22 de Octubre de 2003. 14 Philippe Petit, Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno, Barcelona:Paidós, 1999.

c- solidaridad: la mejor especie no es aquella que lucha contra las demás para eliminarlas sino la que utiliza el apoyo mutuo para sobrevivir.

d- respeto activo: más allá de la tolerancia, que es pasiva, hemos de desarrollar el respeto activo.

e- diálogo: para resolver las diferencias y los conflictos, asentado en una “escucha activa”, tanto en la esfera pública como en la privada.

Si esto es así, si queremos crear tejido social ciudadano, los estudiantes deben conocer lo que es la ciudadanía y cómo adquirirla, qué derechos y responsabilidades presupone y cómo se conecta con las instituciones de los Estados, sobre todo los propios, en este caso, España15.

2. REFLEXIÓN SOBRE LOS CONTENIDOS COMUNES 15 Esta necesidad, realizada de diversos modos en todos los países democráticos del mundo, es uno de los objetivos principales del Center for Civic Education de EEUU. Algunas de sus publicaciones son: National Standars for civics and Government, 1994 y We the People...Project Citizen, 1996.

Como hemos visto el desarrollo de una ciudadanía activa es un objetivo

fundamental

de

todos

los

estados

democráticos

y

específicamente de los países que conforman la Unión Europea. Es además una reivindicación con una larga tradición en la historia y que ahora tenemos la oportunidad de desarrollar y llevar hasta sus últimas consecuencias.

Y puesto que se trata de formar ciudadanos activos que se realicen como legítimos detentadores de la soberanía popular, forma parte de la impartición de esta asignatura el empleo de determinados procedimientos o mecanismos que permitan al alumno ser un participante activo y no meramente pasivo. No se trata de transmitir meramente una serie de conocimientos sino de hacer consciente al alumno de la dimensión social que tiene y tendrá de adulto en cuanto miembro de una comunidad política que abarca desde lo local hasta lo global.

Con ello se da a entender que en esta materia el uso de los procedimientos es tan importante como el propio contenido. La Recomendación16

del

Consejo

de

Europa

destaca

que

las

16 Antonio Bolívar (Universidad de Granada), “La ciudadanía a través de la educación”, Seminario “2005. Año europeo de la ciudadanía a través de la educación”, Madrid, Ministerio de Educación y Ciencia, 16-17 de Julio de 2005.

competencias clave de esta asignatura han de ser:

-resolver conflictos de forma no violenta -argumentar en defensa de los puntos de vista propios -escuchar -comprender e interpretar los argumentos de otras personas -reconocer y aceptar las diferencias -elegir, considerar alternativas y someterlas a un examen ético -asumir responsabilidades compartidas -establecer relaciones constructivas, no agresivas, con los demás -realizar un enfoque crítico de la información

Queda claro entonces que este bloque de objetivos comunes se muestra esencial para la asignatura, y así ha quedado reflejado en la normativa de Extremadura17. Se precisan conocimientos, pero éstos por sí solos no garantizan el ejercicio de la ciudadanía democrática, debiendo ser complementados con una educación afectivo-emocional y con prácticas que contribuyan a consolidar los valores propios de esta ética mínima democrática, es decir, de los valores mínimos compatibles por cualquier persona que quiera participar en la vida colectiva18.

17 DOE nº 51 de 5 de Mayo de 2007 18 Victoria Camps y Salvador Giner, Manual de Civismo, Barcelona:Ariel, 1998.

El propio Consejo Europeo resalta de nuevo que el aprendizaje de esta ciudadanía ha de ser un proceso activo en el que se adquieran conocimientos a través de la acción: el alumno es “socio activo del proceso

de

aprendizaje

conocimientos”19.

Se

más

deben

que dar

un al

receptor

alumno

las

pasivo

de

siguientes

posibilidades:



de pensar



de actuar



de reflexionar

Con ello se pretende tener en cuenta la totalidad de la personalidad del alumno. Para ello se contempla el uso del “brainstorming”

(lluvias

de

ideas),

los

debates,

el

trabajo

cooperativo en proyectos, etc... En suma, lo que podemos resumir con la expresión de “aprendizaje cooperativo”.

Este aprendizaje cooperativo (aprender de otras personas y con ellas) resalta la idea de que el alumno no es un individuo aislado (como el liberalismo pretende) sino una persona que coexiste con otras, y de las que puede aprender. Para que sea efectivo, este 19 Karen O'Shea, o.c.

aprendizaje cooperativo ha de ser además crítico, en la medida en que se motive al alumno a la investigación, a la búsqueda y procesamiento de información, a la reflexión y a la puesta en común de ella en grupo con la finalidad de iniciar un proceso de debate y diálogo con el objetivo de alcanzar un consenso sobre las cuestiones en disputa. En suma, se trata de fomentar en el alumno la capacidad de forjarse una opinión lo más objetiva posible (asentada en el manejo crítico de la información, en lo que la Comunidad de Extremadura ha acertado al incidir en el uso de las TIC's) que pueda utilizar en sus argumentaciones de forma racional, estando abierto a la crítica y al cambio de las propias posiciones. Adela Cortina hablaba de respeto activo, que incluiría esta idea de “escucha activa” que recoge la normativa extremeña sobre la educación para la ciudadanía. Esta idea de escucha activa es central para desarrollar el objetivo de fomentar en los alumnos la resolución pacífica de conflictos20.

El uso sistemático del debate, el diálogo, la búsqueda crítica de información y la habituación a la argumentación racional son así procedimientos básicos para la formación del alumno como un futuro ciudadano de pleno derecho, garante de una sociedad

20 Someramente citemos Nora Rodríguez, Guerra en las aulas, Madrid:Temas de Hoy, 2004 y VVAA, Aprender del Conflicto. Conflictología y educación, Barcelona:Grao, 2003

democrática, cohesionada, responsable y solidaria.

Digamos que “...la educación para la ciudadanía se identifica con el currículum común básico...que todos los ciudadanos deben poseer al término de la escolaridad obligatoria. No cabe, pues, considerar que se ha educado para el oficio de ciudadano si no se posee el capital cultural mínimo y activo competencial necesario para moverse e integrarse en la vida colectiva, lo que comprende también los comportamientos y valores deseables. Un currículum democrático se identifica con cuál es la cultura relevante que merece ser seleccionada y enseñada para toda la ciudadanía, a su vez necesitado de concreción por cada comunidad educativa, lo que incluye también la educación en valores cívicos, propiamente dichos”21.

Reflexiones críticas

Queda claro que el desarrollo de una ciudadanía activa es un objetivo irrenunciable de toda sociedad democrática, y que no fomentar el ejercicio de la ciudadanía no puede sino tener efectos perversos en el curso y estructuración de la sociedad, como puedan ser los brotes de violencia racial, de género, o puramente 21 Antonio Bolívar, o.c.

gratuita, junto a la escasa valoración de lo político desde posturas egoístas, con todas las consecuencias de falta de solidaridad y poco aprecio por lo común y por el espacio público, síntomas que son fáciles de reseñar en las sociedades actuales, incluida la española.

José Luis Lucas Saorín IES Zurbarán de Navalmoral de la Mata (Cáceres)

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