Reflexiones estéticas circundantes a las poéticas urbanas de Tomás Harris y Carlos Decap en Concepción, y una propuesta personal para una poética de Temuco: Retopoïesis y Decontexto
Descripción
Reflexiones estéticas circundantes a las poéticas urbanas de Tomás Harris y Carlos Decap en Concepción, y una propuesta personal para una poética de Temuco: Retopoïesis y Decontexto ¿Hasta qué punto aquella ciudad en que vivo es distinta de aquella que veo?, ¿hasta qué punto aquella ciudad que creo es distinta de aquella en que vivo? No es conveniente hablar de una retórica de la ciudad como una textualidad que es descubierta y revelada, menos tratarla como cuerpo humano, pues detrás de esa retórica hay una voluntad creadora que tergiversa la urbe pretendiendo describirla. Además, y ajena a ella, hay otra voluntad que transforma la ciudad por el devenir cotidiano, es dependiente de las condiciones históricas, y está solapada a la primera: es la masa ciudadana en su diario ajetreo. Ambas voluntades se confunden entre el trabajo y lo imaginario, pero son incomunicables en esencia, pues están en devenir efervescente; como las manchas de sangre indelebles a todo enfrentamiento bélico, al sacrificio humano y al erotismo. Es indudable, sin embargo, que las ciudades tienen vida propia y dependientes de las redes de comunicación que entablan con el resto de espacios geográficos, pero su presencia irremediable, de todos modos, está en los propios ojos del observadoractor y no en un ethos externo cayendo del cielo. Razón por la que la historicidad de la mirada juega una importancia radical, ¿mejor si somos conscientes de ella entonces no? La retórica, más aún en el sentido que autores como Harris y Decap le dan, es siempre una interpretación de lo observado y hay mucho de imposición patológica en ello. Cuando Tomás Harris intuye que el horror lo inventa a él y a la Concepción, está creando y recreando las Zonas de Peligro, obviamente impulsado por las condiciones políticas de esa época histórica particular, pero está creando y recreando el horror por un ejercicio de extensión de su realidad psíquica; él también está penetrando en la ciudad así como ella pentra en sí mismo y pertrecha el horror en la historia. Tiene miedo y es tan abismal el temor que simula que es ajeno a sí mismo para embalsamarlo, mas sin tener la valentía de ojearlo con continuidad, únicamente queda el fragmento. No estimo necesario persuadir respecto de la ciudad verdadera que hay en Temuco, dudo incluso que exista eso que llamaríamos verdadera ciudad; es cuestión de miradas, asunto de ojos y patologías entre poetas buenos y justos. Ni los altos murallones de los establecimientos, ni los árboles, ni el agua de temu, ni la inmensa cantidad de personas y culturas que la habitan y dan vida a la Frontera, tienen sentido alguno ni significado previo a la mirada del Poeta, así como tampoco hay un
ordenamiento a priori deliberado de la ciudad y sus elementos; se va creando y recreando. Particularmente dadas las actuales condiciones de la historia, el escenario en que la vida en Temuco se desenvuelve, es divergente y da lugar a variadas lecturas, pensar que el asunto es resuelto por un juego de minorías podría ser pueril, ¿y vano? La verdad de la ciudad hay que crearla, dársela por voluntad propia e histórica y entender que va cambiando a toda velocidad; derramar un poco de sangre es necesario en el sentido de la ofrenda y el sacrificio del Yo prisionero de la innovación. Mas hemos de considerar que la urbe está en perpetua transformación, más allá de toda contingencia local. La Frontera selvática de Neruda fue reemplazada por las forestales, la inocencia provincial de Teillier por los malls y grandes carreteras, y lo que augura el mañana es totalmente desconocido para nosotros aunque podamos imaginar que existe una tendencia, estaremos creándola en ese momento. Estas razones me llevan a pensar en una retopoïesis como la creación resultante de volcar el símismo patológico sobre la ciudad como una pelotudez que se me viene a la cabeza y que deseo desarrollar. Es la praxis del noserhaciéndose en el cuerpo urbano creyendo retornar al cuerpo individual que es símismo en el constante juego del devenir y que nuevamente se vuelve a derramar en un reflujo contínuo y perpetuo, y plasma esos perversos juegos en el papel con la finalidad de hacer morir un cuerpo desgarrado que agoniza desde su nacimiento. Ahora bien, el cuerpo urbano y humano terminan confundiéndose en la Frontera. El desafío creativo aquí consistiría en identificar esta amalgama cayosa al Uno Primodrial; pero el cuerpo urbano y el cuerpo humano no son ni lo uno ni lo otro, y lo son a su vez, y son otra cosa mayor y menor transformándose aún, siempre entrelazados y entretejidos y guerreando en un complexus telar de ovejas y polietileno sangriento. Como un palo recto que es chueco bajo el agua, la escritura resultante dependerá del ángulo de acecho y las locuras del poeta que la misma ciudad ha tatuado en su sangre o que se ha tatuado a sí mismo. Aseguro que la retopoïesis que erigiré sobre Temuco se caracterizaría por la decontextualidad. Hay dos mundos objetivos e irrenunciables incomunicados que exigen cohesión, velados por la vanidad del Yo. Y en efecto como ya os venías imaginando, es el desdén, la desidia y el capricho lo que me insta a erigir esta sofística sobre la urbe es tan sutil como inútil, no por nada soy un poeta nacido en democracia. Es una mera opinión personal, y se me vuelca toda la superficialidad de esa manera. De todas formas, no es una proposición cualquiera, y un tanto menos lingüística, como veremos a continuación. La hipótesis del pathos de la ciudad externo al yo es falsa, en tanto que el pathos es el prisma del joven poeta que busca corroborarse bajo el riguroso escrutinio de la poesía, es la nada misma en movimiento en un escenario local que siendo ajeno a su propio espacio terrotorial es demasiado próximo a su psique. Temuco ya no es del sur, ¿eso es un hecho o sólo yo me voy modernizando? Ya desde tiempos arcaicos sabemos muy bien que la musa no aguanta mediocridad, pero los poetas mienten demasiado! En nuestra vanidad de poetas creemos acceder a la verdad por esa Divina Revelación que es puro cuento. Así que no es tan importante la
minuciosa observación, como la sinceridad para con nosotros ante la experiencia que se nos presenta, y la habilidad con la que luego presentemos esa fluidez y ofrezcamos al lector el oscuro enigma de una experiencia desconocida. El decontexto es la naturaleza del texto poético propiamente mío. Ajeno a toda esfera circundante y propio de una época, es la imagen en rítmico movimiento que se desborda de sí misma y se deshace en la nadería del más allá. No es ni pasado aunque bien tenga conciencia histórica, ni futuro aunque bien pueda tender a un proyecto en construcción, tampoco es presente aunque indudablemente está a este tiempo condenado, no es el arte por el arte ni tampoco una burda militancia, se ubica en otro espacio no lineal y dinámico y hermético en su extensión difusa, y quizás noespacio en cuanto tal. Este es mi proyecto de escritura, propiamente barroco ante una predominante antipoética fácil. Para finalizar. Las condiciones materiales favorables de una determinada época impulsan grandes explosiones culturales y científicas tal como la imprenta y la toma de Constantinopla lo fuera en el Renacimiento. Pero por una extraña razón, toda la riqueza económica y tecnológica del siglo XXI aún no ha logrado materializarse culturalmente, siendo Temuco parte receptiva de este proceso global; el “desarrollo” ha alcanzado los ámbitos geopolítico, económico, tecnológico, y científico en gran medida hasta tenemos un Mall, pero no ha llegado a ser cultural, ni vital a pesar de haber un escenario literario en Temuco desde hace muchos años, su actividad no ha sido del todo constante, ni lo suficientemente competitiva, ni ha estado conectada con el mundo corriente; ¡no ha alcanzado los altos requerimientos del espíritu! ¡Pero ha llegado el momento de ebullición!, ¡no sólo dotaremos de dinamismo poético a la ciudad!, además...
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