REFLEXIONES EN TORNO AL NACIMIENTO DEL HOMBRE EN HESÍODO

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Descripción

Reflexiones en torno al mito del origen de la humanidad en Los Trabajos y días de Hesíodo, a través de la comparación con el Génesis bíblico. Mirsa Acevedo Molina Santiago de Chile, 24 de marzo de 2017 Voy a comparar los datos de la creación del hombre extractados de los Trabajos y Días de Hesíodo, con el relato bíblico. El relato de Hesíodo es anterior a la versión canónica del Génesis, puesto que él vivió aproximadamente, a comienzos del siglo VII a.C.1, en cambio, ambas versiones del nacimiento de los seres humanos bíblica son cercanas a los siglos V-IV a.C.2, es decir, cercanas a la época clásica griega. Eso no significa necesariamente que el mito hebreo pueda haber sido influido por el griego y no al revés, sino que es posible que ambas historias hayan podido beber de fuentes comunes y se han ido transformando, algunas veces encontrándose e influyéndose mutuamente, antes de la época en que se fija a través de la escritura (Hesíodo en un caso, el Pentateuco en el otro). Sin embargo, la gran diferencia entre el mito de la creación hebreo-bíblica y de los griegos, es que estos últimos no fijaron un canon tan dogmático sobre los inicios humanos, sino que subsistieron diversos relatos. Aquí estamos viendo uno de ellos, pero a través de los siglos se fueron incorporando otros (el de Prometeo creador, que buscaban aclarar más quién, cómo y por qué crearon a los hombres), sin lograr construir una cultura homogénea en torno a ese relato. Al revés, el mito hebreo fue canonizado por la Biblia como libro base de la religión judía y cristiana, lo que dejó fuera otras explicaciones. Así, lo que encontramos hoy en la Biblia cristiana son dos relatos con ciertas diferencias entre sí, los del Génesis I y II, siendo el segundo más antiguo que el primero, de acuerdo con la opinión de algunos autores (Graves, 1969). Sobre el surgimiento de los primeros hombres, Hesíodo menciona brevemente, a propósito de la introducción de un relato sobre las edades del hombre:

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Me baso para estos cálculos, en las notas de Pérez Jiménez a Los Trabajos y Días, (1978). Me baso en Graves-Patai, pero entiendo que la datación del Pentateuco sigue en discusión.

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“De oro fue la primera raza de hombres perecederos creada por los Inmortales, moradores de las mansiones olímpicas. Existían en tiempo de Crono, cuando este reinaba en el cielo” (LTD 1964). No aclara quién o quiénes específicamente crearon a los hombres, aunque sí señala que fueron en general los dioses inmortales. También indica que: “igual principio tienen dioses y mortales hombres”. ¿A qué se refiere Hesíodo cuando dice “igual principio”? ¿Es que los seres humanos son vistos como participando de un elemento común con los dioses, o tienen un mismo creador, o solamente se refiere a que nacieron en un mismo momento? El Génesis, en cambio, es explícito acerca de la relación filial entre Dios y los hombres, hechos “a su imagen y semejanza”: “Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga dominio sobre los peces del mar, y sobre las aves de los cielos, y sobre las bestias, y sobre toda la tierra y sobre todo animal que se arrastra sobre la tierra” (Gen., 1:26). No solamente se sabe quién creó a los hombres, sino que fueron hechos a imagen y semejanza de Dios. Lo que no se sabe exactamente es qué implicancias tiene esto, quedando en el reino de la incertidumbre, el sentido en que el hombre se parece a Dios. Podemos colegir entonces, que ambos mitos tienen en común el planteamiento de un aspecto divino en el ser humano, sin ahondar en el mismo. Pero hay una diferencia que es sustancial. En el relato bíblico los seres humanos serían el clímax de la creación, en un mundo ordenado jerárquicamente, son ellos quienes tienen el lugar más alto y privilegios sobre el resto. En Hesíodo ese dominio sobre la naturaleza no es un regalo, sino producto de un robo, como se verá después. Pero antes me gustaría insistir en las vetas de reflexión que se abren cuando se considera la relevancia que da la Biblia a los humanos colocándolos en el del sexto día, como si la naturaleza se hubiera hecho para ellos, en un claro contraste con la poca importancia en términos estructurales que tiene en los mitos griegos de época arcaica3.

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¿Cómo es posible que la cultura griega que se considera como la más propiamente humanizante de todas, la que convierte a los propios dioses en símiles de ellos mismos, no sostenga este lugar de preeminencia del ser humano sobre el mundo que le rodea, cuestión que sí ocurre en la cultura hebrea? Quizás este no es el lugar apropiado para desarrollar esta reflexión, pero sí los es para plantearla como interesante problema.

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Allí es donde el espíritu de ambos relatos se comienza a entretejer. Hesíodo resalta de esa primera época dorada de los hombres –sin mujeres-, su posibilidad de disfrutar los placeres de los dioses, la vida fácil sin trabajo, pero es justamente el regalo dado a los hombres por Prometeo4, lo que disgusta a Zeus quien los castiga “escondiendo la vida”: “Mas Zeus ocultó la Vida -irritado en su corazón- ya que le había chasqueado Prometeo, el de ingenio sutil. De ahí el porqué comenzó a maquinar contra los hombres tristes pesares, y ocultóles el fuego”5 (LTD, 1964) De acuerdo con este relato, el hombre cae en la trampa de su necesidad de comer. La carne y el fuego son necesarios, no es cuestión de tentación o placer, sino que precisa de esos elementos para ser propiamente humano… ¡y es castigado por ello!, aunque no tenga culpa. Es paradojal, tiene una naturaleza que irrita al más poderoso de los inmortales, de modo que la ayuda que proviene de alguna otra fuerza divina que se apiada de él y le da vida, no es suficiente para evitarle el castigo. En cambio en la Biblia, la culpa es central, son las decisiones de los propios humanos la que le “quitan la vida”, que los expulsa del Paraíso. Tanto en la primera como en la segunda versión bíblica de la creación humana, Dios es padre para ambos sexos. En Génesis 1:27 se cuenta: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”, haciendo de la mujer una de las dos partes de la humanidad. El capítulo 2 quita a Eva el privilegio de ser incluida en lo que Dios creó el sexto día, dejándola subordinada al varón, dado que es hecha para él, con una parte suya: “Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” (Gen. 2: 20-22). Con ello se crea una diferencia temporal y material entre el surgimiento del hombre y de la mujer, que permite establecer una nueva similitud con el poema mencionado de Hesíodo: hubo un tiempo primigenio en que los hombres vivían solos en el mundo, sin mujeres, y ese tiempo original sería previo al sufrimiento.

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El regalo es la carne, la parte comestible de los animales sacrificados a los dioses. Esta historia es relatada por Vernant pp 61-67 (1999), sin especificar las fuentes utilizadas. 5 En la traducción de Pérez Jiménez (1978), dice: “Escondido tienen los dioses el sustento a los hombres”.

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En ese tiempo, Adán como único humano habitante de la tierra, se enseñorea sobre el mundo, mientras ponía los nombres a los animales: “Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él” Adán tiene más que los hombres de la Edad de Oro: un padre que lo ama y poder sobre su entorno, sin embargo, plantea esta versión del Génesis, que Adán no es feliz. Es que quizás tiene un padre, pero no un igual, en cambio los hombres -en plural- de los griegos, se tenían entre sí y a los dioses, libres, sin un claro mandato ni protección. De esta manera, la primera mujer de esta versión del mito hebreo, surge como un acto de voluntad divina que quiere satisfacer a su hijo amado, acto a partir del cual Dios pasa a tener también una hija amada. En cambio, Zeus no crea a Pandora, la manda a fabricar, no la toca, y su voluntad lo que quiere es venganza, provocar males a esos hombres que le son tan ajenos. Las intenciones son diferentes, pero el resultado es el mismo: la llegada de la mujer desata todos los males.

BIBLIOGRAFÍA Biblia Reina Valera, 1960. On line. Graves, Robert y Patai, Raphael. Mitos hebreos. El Génesis. Losada: Buenos Aires, 1969. Hesíodo Trabajos y días. Introducción y notas de Aurelio Pérez Jiménez y Alfonso Martínez Díez. Gredos: Madrid, 1978. Hesíodo. Trabajos y días. Traducción de González Laso, 1964. Versión digital. Vernant. El universo, los dioses, los hombres. Anagrama: Barcelona, 1999.

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