Reflexiones en torno a una mística comparada: Ibn al -‘Arabî y Ramon Llull

July 22, 2017 | Autor: F. Díaz Marcilla | Categoría: Ramon Llull, Sufism, Ibn Arabi, Filosofía medieval, Mística
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Reflexiones en torno a una mística comparada: Ibn al -'Arabî y
Ramon Llull
Francisco José Díaz Marcilla (IEM/FCSH/UNL)

Me gustaría empezar subrayando el titánico esfuerzo que yo y ustedes vamos a presenciar en los próximos minutos. Mío, porque intentar resumir en 30 minutos las "místicas" (así, en plural) de dos prolíficos autores como son Ramon Llull y sus cerca de 300 obras e Ibn Arabi y sus cerca de 400. De ustedes porque van a estar ahí escuchando.
Hago una premisa crucial: no soy experto de Ibn Arabi, por lo que esta comunicación supone para mí una especie de mirar la calle desde la ventana, desde donde se intuyen las cosas pero se puede escapar lo que realmente ocurre en ella. Espero pues que todos aprendamos nuevas cosas, así que vamos allá.
Los dos han sido calificados como exponentes más pre-claros de la mística, uno de la musulmana, el otro de la cristiana.
Ibn Arabi muere en Damasco en 1240, ocho años después de haber nacido en Mallorca Ramon Llull. Dicho en otras palabras, parece que sus vidas y sus obras están siempre en continua descoordinación. Si Ibn Arabi escribe sus obras culmen al final de su existencia como místico (en los años 30 del siglo XIII), Llull lo hace al principio. Si el primero tiene experiencias místicas desde que era un imberbe, Ramon las tiene ya con 30 años pasados. Si el catalán mallorquín busca la salvación de los no católicos, el murciano opina que cada uno puede, incluso en su otra religión, alcanzar la plena existencia.
Entonces, ¿cómo es posible comparar lo incomparable?
Podemos empezar señalando las características comunes en lo que a sus respectivas vidas y obras se refiere, y son 2 hechos claros y evidentes: ambos construyeron su discurso de aproximación a la divinidad en base a un recorrido vital de continua reformulación de la idea original (de ahí el que hayan sido tan prolíficos). Ambos escriben y reescriben sus teorías, adaptándolas a nuevos públicos o modificando las explicaciones y ejemplos para evitar incomprensiones. Eso por un lado. Pero por el otro, nunca se debe olvidar que su legado debe ser comprehendido de manera holística. Es decir, es imposible centrarse en 3 o 4 escritos e intentar comprender todo el pensamiento desde ellos; siempre hará falta el resto de la producción escrita. La lectura omnicomprensiva es un requisito fundamental, pues tocan tantos temas y desde puntos de vista tan dispares que resulta difícil encuadrarlos en un único parámetro de lectura. Y un tercer y último punto en común para ambos, a la hora de hacer llegar su mensaje, es el haber utilizado nuevas acepciones en conceptos ya existentes como directamente la invención de nuevas palabras, especialmente por parte de Llull.
Pero, como no hay explicación que valga sin comprensión, dedicaré algunas líneas a presentar a Ramon Llull, dado que de Ibn Arabi ya se ha comentado aquí un poco su vida y obra. El actualmente beato Ramon nace en 1232 en una Mallorca conquistada poco antes a los musulmanes por la Corona aragonesa. Como el sufí, Llull se casó y además tuvo dos hijos. Poco más conocemos de su vida y quizá, como en el caso de Ibn Arabi será mejor seguir sus propios escritos.
Hay un dato curioso, en cuanto al momento de las respectivas conversiones en su búsqueda de Dios, que va a servir para subrayar la diferencia: Arabi se convierte tras la visión de la muerte del padre, de una manera casi instantánea empieza su camino hacia la divinidad tras lo cual es protagonista de visiones, telepatías, premoniciones y otras experiencias místicas; Llul necesitará de hasta 5 visiones (efectivamente el número es mágico y hay un trasfondo esotérico en este discurso, pero no deja de ser llamativa la "sordera" ante la llamada divina), decía, 5 visiones de Jesucristo crucificado, siendo lo único fuera de lugar. Y encima, la conversión no se produce inmediatamente, sino que dará comienzo a un viaje iniciático que lo llevará a Santiago de Compostela y otros lugares de peregrinación, terminando algún tiempo después con el retiro en el Monte Randa, en Mallorca donde tuvo la iluminación definitiva y donde Dios le indicó las bases de lo que se conoce como Arte luliana (eso sí, sin visiones). A este propósito, no hay acuerdo entre los estudiosos sobre cuál de las experiencias haya influido más sobre las decisiones de Llull, si las visiones o la iluminación de Randa. Personalmente creo que ambos episodios son complementarios, porque ambos son manifestaciones de lo divino en una experiencia mística. La visión de Cristo en la cruz para empujar a Ramon hacia un camino de reconsideración de la propia vida, y una vez este proceso de disposición mental se concluye, se produce la iluminación. Y para que esto se realizase, era necesario un primer alejamiento de todas las cosas banales para fijar la atención sobre los rudimentos que permitirían después la elaboración de un método filosófico-teológico como el Arte.
En todo caso podemos encontrar uno de los primeros paralelismos en la "lectura personal" que estas experiencias místicas conllevan. Son sólo para el que las sufre, que debe sacar sus propias conclusiones.
Otro paralelismo lo tenemos en la posterior vida itinerante de ambos personajes. Arabi saldrá de Al Andalus en dirección al norte de África y Próximo Oriente, y aunque Llull volverá en varias ocasiones a su isla natal, nunca volverá para quedarse, viajando por la península italiana, Francia, el norte de África, hasta Chipre. Ambos, a su vez, encontraron a figuras relevantes de sus épocas que les indicaron el "camino" de alguna manera: Arabi encontró a Averroes, Llull encontró a Raimundo de Penyafort. Curiosamente, a lo largo de sus trayectorias nunca harían caso a sus teóricos maestros (luego veremos por qué).
El hasta ahora tan traído y manido nexo entre Ramon Llull y el sufismo se reduce a un reconocimiento expreso del cristiano de haber escrito una obra siguiendo el "estilo" sufí. Se trata del Libro del amigo y del Amado, escrito en torno a 1276-1283. Pero hay que objetar que Llull lo hace en el contexto de una obra más grande, el Libro d'Evast i Blanquerna y que parece más un homenaje que un intento de "copiar" obras sufíes pues el contenido, aparte de un rico vocabulario sobre el amor, tiene poco parecido con los originales. Además, hay que mencionar, y mucho, que Llull empieza casi su obra escrita con una obra que sí lo pone en relación directa con Ibn Arabi: la conocida como Lógica de Al-Gatzel de 1271-2. Al Ghazali fue el sufí precursor de Ibn Arabi, por lo que tanto el murciano como Llull le deberán pleitesía ideológica y conceptual. Llull estudió el árabe según su propia narración, pero, honestamente, el hecho de que no se haya conservado ni un solo fragmento de sus textos en árabe me hacen pensar que o se trata de una "mentirijilla" (decir que escribió su Llibre de contemplació en árabe para darle más renombre) o se trata de una metáfora (empezó escribiendo el libro intentando copiar o parecerse a la vía "sufí" pero llegando a la conclusión que era mejor seguir su propio camino). No obstante, el debate en este punto es amplio y de difícil conclusión.
Sin embargo, y esto es relevante señalarlo ya, ocurre un fenómeno que va a marcar la clara diferencia entre las dos concepciones de camino hacia la perfecta sabiduría. Mientras que Ibn Arabi centrará su discurso último en la vía interior, privada de cualquier vínculo (o muy reducido) con la comprensión racional de las realidades, incluso llegando a degradar a la realidad perceptible y al pensamiento racional como meros trámites de iniciación, Ramon Llull construirá su explicación del fin último de los seres humanos y del camino hacia la salvación precisamente en lo opuesto: en el entendimiento racional de las realidades cognitivas, eso sí, sin excluir la revelación pero siendo consciente que la única manera de que el no-creyente (el musulmán) reconsidere su error es a través de los principios de la lógica, o sea, del pensamiento racional.
La base de Ibn Arabi va a resultar ser el Corán, el Libro. Sus citas y sus shuras alimentarán su discurso narrativo, siendo, en cuanto Verdad revelada directamente por Dios, fuente de toda explicación y Ciencia hecha escritura. En cambio, Ramon Llull casi nunca utilizará la Biblia como fuente de ejemplificación, pues su revelación será la que él llama su Arte: ese compendio de combinaciones lógicas que permitirán explicar por sí mismas todas las ciencias del orbe conocido.

En un breve recorrido por las herramientas metodológicas que utilizaron los "místicos" aquí analizados cabe comentar el uso de la poesía. No deja de ser una forma flexible de presentar ideas, conceptos y mensajes, de interpretación variable y no rígida, que ayudan en la tarea de difusión. Será Ibn Arabi el que más utilice la poesía en sus primeras obras, aunque sin llegar nunca a abandonarla. Ramon Llull la utilizó para ciertos temas (la Virgen María, o estados de ánimo del propio Llull, principalmente). La prosa narrativa, en cambio, fue muy utilizada por Llull (cosechando notables éxitos como el Libro de la Orden de Caballería o el Libro de las Bestias), mientras que Arabi prácticamente no la consideró.
Otro apunte metodológico habla de la progresión. En esto, que resuenen las campanas, hay concordancia. Para ambos místicos, el conocimiento (para Arabi, mejor utilizar introspección) hacia la divinidad es a través de etapas. Es una especie de Tour de Francia extenuante en el que el peligro para quedarse por el camino está siempre al acecho. Para Ibn Arabi porque haya distracciones de la mente que la lleven a quedarse obnubilada por alguna forma o imagen de la existencia (entendida como la baraja de naipes que es la divinidad donde cada carta es una forma diferente que representa al todo sin ser el todo; todo lo que existe es teofanía del Ser supremo), sin que pueda avanzar más; y para Llull porque la incomprensión de alguna de las combinaciones puede hacer peligrar la máxima de que el ser humano fue creado para honrar, temer y amar a Dios.
Y aquí llegamos a la herramienta metodológica pero a su vez conceptual por excelencia en ambos autores: el amor. Para Ibn Arabi, el amor se experimenta, para Llull se entiende. Pero vayamos por partes.
Ambos autores sostienen que Dios crea por amor. Más concretamente por la necesidad de ser amado mientras ama. Es de ahí que surge lo creado, el Mundo. Y las criaturas creadas, en su esfuerzo de comprensión del creador contemplan los atributos que caracterizan dicha acción amadora. Para Ibn Arabi los atributos positivos de Dios sirven para poder experimentarlo o tener conocimiento de Él; sólo lo segundo en el caso de Llull. Es por ello que el ser humano es la síntesis cosmológica de ese amor pues es amado y ama. Es imagen de Dios en la Tierra a la vez que no es nada por sí mismo.
En este punto es donde Llull basa su construcción conceptual. Para él, los atributos de Dios son, por así decirlo, como las caras de un dado, pues refieren una misma esencia y son polivalentes. En ello hay una diferencia de matiz importante respecto a Ibn Arabi: mientras que para el murciano los atributos son epifanías circunstanciadas que no deben ser tenidas en cuenta individualmente si no se quiere desviar la atención de la Unidad, para el mallorquín cada atributo conduce por sí solo a los demás atributos, por lo que usando uno se usan todos.
Si se comparan los 7 atributos primarios identificados por William Chittick en la obra de Ibn Arabi, con los 9 de la obra luliana, encontramos coincidencias (conocimiento/sabiduría, voluntad en ambos casos, poder, discurso/verdad, justicia/virtud, o bondad/generosidad), pero también hay diferencias pues para Arabi vida también es atributo primordial de Dios, mientras que para Llull no lo es en primera instancia; y viceversa, grandeza, eternidad o gloria son para Llull igual de importantes que los demás, sin que aparezcan entre los más importantes de Arabi. Es sintomático: Ibn Arabi propone la teomorfización del hombre, y no hay nada más humano que la vida en sí; Ramon Llull, por su parte, propone el conocimiento lógico de Dios, y no hay nada más lógico que lo que se puede medir, como la magnitud, el tiempo y la altura.
En otro orden de cosas, si para Llull el corazón es casi siempre sinónimo de amor (a través de él se puede amar), pero sin terminar de desempeñar un rol importante en el camino hacia la divinidad, en Ibn Arabi el corazón es el órgano humano y teofánico más relevante en absoluto. Es el trono, no delimitado por ningún atributo específico, en el que se asienta la Verdad, pues cuando el místico ha alcanzado su máximo grado de unión con Dios la va a hacer a través del corazón, una especie de puerto USB donde la divinidad va a descargar una información limitada pero valiosa. Es por este motivo que el conocimiento de lo Real, desde lo Real, sólo es posible a través del corazón, no de la razón.
La inclusión del factor tiempo en la explicación de los atributos divinos se realiza de diferente manera en nuestros dos autores. Si Ibn Arabi menosprecia siempre el tiempo al considerarlo algo perteneciente a la realidad perceptible y lo relega a algo secundario (por ejemplo, para él cada momento de la existencia es único e irrepetible pero porque no deja de ser una representación concreta de la Vastedad Divina, una teofanía, por lo que repeticiones sólo las hay en el intelecto); Llull consigue introducirlo en su discurso diversificando su efecto en combinación con la acción. Es de ahí que surgen los "correlativos lulianos". Pongamos como ejemplo el atributo Bonitas (la bondad de Dios), pues para Llull puede ser a la vez bonificans, o sea, que es bondad, bonificabile, que puede ser bondad, o bonificare, que otorga bondad, en una tríade de parcelas de acción, diacrónicas pero consecutivas, que mantienen unidad en la diacronía divina.

La unicidad de Dios está presente en ambos discursos, si bien en el musulmán está más claramente marcada pues todo es reflejo limitado de la ilimitada capacidad de adoptar formas de Dios. En el caso cristiano la unidad es consecuencia lógica de la necesidad de una fuente única divina de la que emana todo, siendo Cristo y el Espíritu Santo manifestaciones de una misma unidad.
Respecto al intelecto, cabe señalar que para Ibn Arabi no es algo que sepa dónde ubicarlo, pues tiene difícil cabida en su discurso místico. Es decir, concibe que pueda servir de herramienta para comprender qué tiene consistencia y qué no, pero no termina de utilizarlo de una manera clara pues otras veces menosprecia su ayuda. Más concretamente, según se deduce de su libro Las iluminaciones de La Meca, existirían 3 niveles de las ciencias: 1. el conocimiento del intelecto (por evidencia inmediata indagando un indicio demostrativo); 2. conocimiento de los estados (por experiencia inmediata, aunque sin prueba conceptual); 3. conocimiento de la ciencia de los secretos (por el "soplo" del Espíritu Santo en el corazón; sólo profetas y amigos de Dios).
Por el contrario, para Llull el intelecto es uno de los pilares de su discurso místico: no hay fe sin intelecto, o sea, puede haber conversión por revelación, pero tras la misma, Dios dota también de capacidad intelectiva, racional.
Ambos coinciden en señalar que no existiría lo "feo". Es especialmente Ibn Arabi el que comenta que existe lo "bello" y lo más bello, mientras que Llull se limita a no comentar la fealdad aduciendo que es imposible desde la lógica ontológica de la divinidad.
Sin embargo, ahondando en el concepto de percepción del Mundo, encontramos una diferencia entre nuestros místicos pues mientras que Ibn Arabi considera que la realidad que percibimos es lo más alejado de la Realidad verdadera y debe ser descartada, Llull cree que es en la realidad perceptible donde se encuentran las bases de la reflexión que conduce a Dios (se comienza por la piedras y se termina en lo Absoluto).
¿Quiénes pueden ser "perfectos" según uno u otro? Brevemente, Arabi estipula más o menos con diferentes palabras pero con el mismo fondo que los "elegidos" por Dios son unos pocos (llega a decir que no todos están preparados para entender el mensaje, por lo que no hay que insistir). Establece además una clara distinción entre maestros y novicios (por no hablar del "vulgo", esa tercera categoría que parece quedar en la recámara), donde los segundos deben obediencia total a los primeros. No niega que todos pueden llegar a comenzar el camino interior –de hecho, su punto fuerte es el de la inclusividad, como dice Pablo Beneito, de todos los seres humanos como potenciales "muhammadies"–, aunque sí subraya que muchos se van a quedar por el camino, lo que prefigura un cierto "darwinismo elitista" entre los amantes de Dios. En este sentido Llull se marca un tanto pues para él cualquier persona puede iniciar el proceso de conocimiento si sigue los pasos que dicta su Arte (no hay distinciones, ni maestros ni discípulos; es más, llega a llorar porque había gente que se quedaba fuera de la comprensión de su Arte y se echaba la culpa de ello).
Uno de los objetivos primordiales de Llul es la idea misionaria. La misión no deja de ser uno de los ejes axiales que determinan el pensamiento luliano, no sólo en la teoría, a través del continuo perfeccionamiento del Arte que debe ser explicado en los viajes a tierras de infieles, sino también en el programa de actuación, como lo demuestra el intento fallido de construir escuelas-monasterios donde se enseñarían lenguas vernáculas de esas tierras para la predicación de nuevos misioneros. Por desgracia, contó con muy pocos apoyos entre los poderosos, consiguiendo la construcción del monasterio de Miramar, que ya cerró en vida de Ramon. Al final, optó por ir él mismo como misionero, y de ahí sus viajes a Bugía y Túnez, aunque tampoco consiguiera convertir a nadie. Todavía no se sabe si realmente murió como mártir misionero en 1316.
Digamos también una cruda realidad: el diálogo inter-religioso no fue tan fluido en las obras de estos autores. Arabi, en cierta manera, "pasó" de entrar en esta cuestión, pues para él todos (todas las religiones, es decir, creencias) podían servir de trampolín para la lanzarse en la piscina de la divinidad, aunque partiendo de la premisa que toda creencia es una limitación porque el Dios creído es una verdad limitada; desde más cerca o más lejos del agua transparente (la que iba a rellenar frascos y darles un color específico, en la metáfora tan querida por los sufíes). Y por lo que respecta a Llull, aunque mucho se haya subrayado su carácter dialogante con las otras religiones, nunca dejó de ser bajo la filosofía del agente comercial que te quiere vender su producto: hablemos pero te llevo a mi huerto, el huerto del cristianismo que es el mejor producto.
Voy a terminar con la definición doble que da Ibn Arabi de tipos de místicos: el primero es el querido de Dios, absorto en la contemplación extática, que se deleita en sus actos de virtud, con el alma alegremente dispuesta a cumplir los deberes para con el prójimo y los preceptos de su Señor, gozando de las tribulaciones que para él son como las prosperidades para los demás. Es el modelo con el que Ibn Arabi parece identificarse.
Pero enfrente está el místico que quiere a Dios, que tiene que vencer terribles dificultades y amarguras, que combate duramente por llegar al ascesis, que cumple con los preceptos de su Señor contrariando las inclinaciones de su alma y soportando las tribulaciones con tal de merecer el premio por su paciencia. Curiosamente, parece el modelo que se aviene a Ramon Llull.
Así pues, Llull propone llegar a Dios a través del pensamiento, en introspección consecuencial por una escala gradual donde la revelación ayuda a saltar grados, como en el Parchís; una mística de la diacronía. Ibn Arabi propone llegar a Dios a través de la percepción de un mundo que no es sino la expresión limitada del ilimitado cambio divino, por una escala impulsiva donde la meta es por revelación extática; una mística de la sincronía. Interior contra exterior, teología experimental contra teología racional.
En definitiva, dos místicos, dos "místicas", un mismo objetivo: alcanzar el amor de Dios.



El texto está pendiente de ser convertido en artículo, todavía sin fecha ni lugar de publicación decidido. Si alguien tuviera alguna duda sobre las fuentes utilizadas, puede escribirme un correo a: [email protected]. Muchas gracias.

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