Reflexiones en torno a un posible plano de la ciudad de Tzintzuntzan (Ca. 1595-1600)

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Descripción

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GRAFITOS HISTÓRICOS HISPÁNICOS I. HOMENAJE A FÉLIX PALOMERO

Francisco Reyes Téllez y Gonzalo Viñuales Ferreiro (coords.)

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La publicación de este libro ha contado con la financiación del proyecto de Investigación «Grafitos Históricos Hispánicos», referencia CCG10-URJC/HUM5007 dentro del programa de creación y consolidación de grupos de investigación cofinanciado por la Universidad Rey Juan Carlos y la Comunidad de Madrid.

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ÍNDICE

Prólogo Fernando Suárez Bilbao …………………………………………………….........................................……….…

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Presentación Francisco Reyes Téllez y Gonzalo Viñuales Ferreiro …………………………...............................………….

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Semblanza de Félix Palomero Francisco Reyes Téllez ……………………………………………………........................................…………….

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El proyecto «Historical Graffiti»: balances y perspectivas Francisco Reyes Téllez y Gonzalo Viñuales Ferreiro ……..................................……………………………..

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Grafitos medievales. Un intento de sistematización Josemi Lorenzo Arribas ………………………………………………………………….......................................

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Introducción a los grafitos figurativos parietales en época romana. aspectos generales Tomás M. Rodríguez Cerezo y Pablo Ozcáriz Gil …………………………….................................…………..

59

El grafito de un faro en Gades – Cádiz Luis M. Cobos Rodríguez y Ángel Muñoz Vicente ..……………………………………...................................

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Introducción a los grafitos parietales en época romana. Aspectos generales Pablo Ozcáriz Gil y Tomás M. Rodríguez Cerezo ………………………………………...................................

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El claustro de Silos y sus grafitos. Estado de la cuestión Félix Palomero Aragón e Irene M. Palomero Ilardia …………………………………….................................

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Grafitos en el Mihrab de la Mezquita Aljama de Córdoba Juan Antonio Souto Lasala (†) …………………………………………………………....................................... 165

Los grafitos medievales del Castillo de San Miguel en Almuñécar (Granada). Primeros resultados José Ignacio Barrera Maturana …………………………………………………………...................................... 195

Grafitos en cuevas artificiales y elementos rupestres en la Meseta Norte Francisco Reyes Téllez, Fernando Blaya Haro y Gonzalo Viñuales Ferreiro ………….............................. 217

Un grafito del trienio liberal y un texto en la Iglesia de S. Muñoz (Salamanca) Tomás M. Rodríguez Cerezo y David Álvarez Muriel ………………………………….................................. 269

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Grafitos históricos en el exinternado Juan Villalobos de Durango, México. La fragilidad de contexto José Luis Punzo Díaz ……………………………………………………………………......................................... 289

Arquitectura, grafitos, y vida cotidiana en los conventos novohispanos en la región de Michoacán Héctor Álvarez Contreras ………………………………………………………………....................................... 305

Reflexiones en torno a un posible plano de la ciudad de Tzintzuntzan (Ca. 1595-1600) Igor Cerdá Farías ……………………………………………………………………….......................................... 315

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REFLEXIONES EN TORNO A UN POSIBLE PLANO DE LA CIUDAD DE TZINTZUNTZAN Ca. 1595-1600 Igor Cerdá Farías Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo Facultad de Historia Morelia, Michoacán, México

Introducción Los grafitos históricos son imágenes cuyos significados pocas veces hayan un elemento claro de significación histórica, ya sea algún personaje conocido, un evento específico o una fecha calendárica, y cuando esto ocurre, tal grafito adquiere mayor relevancia si logramos vincularlo de manera exitosa en algún suceso hoy considerado relevante u otros evento destacado. Sin embargo, la gran mayoría de los grafitos con los que trabajamos se encuentran en una situación en la que la deriva interpretativa está presente en todo momento, de ahí que estemos convencidos de la necesidad de buscar la contextualización histórica de los grafitos para poder extraer de ellos toda la información posible y no perdernos en los laberintos discursivos que cada grafito potencialmente puede permitir. Esto lo veremos en nuestro caso de estudio, un grupo de grafitos que se localizaba, hasta el año de 2012324, en el antiguo monasterio franciscano de San Ana Tzintzuntzan, en Michoacán, México.

Contexto histórico La ciudad de Tzintzuntzan fue, junto a México y Tlaxcala, las que recibieron tal título por parte de la Corona Española en los años inmediatos a la conquista en virtud de

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En los últimos meses de 2012, por instrucciones de algún personaje con cierta autoridad dentro del Instituto Nacional de Antropología e Historia, que es la instancia federal que autoriza y supervisa cualquier trabajo de intervención sobre los edificios históricos, ordenó a los restauradores que a la sazón se hallaban trabajando, que limpiaran el muro sobre el cual se encontraba este excepcional grupo de grafitos.

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ser las dos primeras, cabezas de los estados políticos más importantes de Mesoamérica y la última por la ayuda prestada en la conquista de los mexicas. Tzintzuntzan fue formalmente denominada como «Ciudad de Michoacán» en 1534, dotada de escudo de armas, con las preeminencias políticas, económicas y sociales que le eran inherentes y llamada a ser cabeza de obispado; sin embargo, en 1538, tras diversas maniobras emprendidas por el primer obispo Vasco de Quiroga, la ciudad vio perdido no sólo su título y la sede episcopal sino también su carácter de capitalidad michoacana a favor de Pátzcuaro325, quedando Tzintzuntzan reducida a un simple pueblo de indios, aunque esta situación dio origen a una larga lucha por parte de los pobladores para recuperar sus privilegios que culminaría positivamente en el año de 1595, cuando la Corona devolvió su título y prerrogativas de ciudad a Tzintzuntzan, aunque la cuestión de su capitalidad estaba definitivamente perdida, ya no en favor de Pátzcuaro, sino de la ciudad de Valladolid de Michoacán, que desde 1580 concentraba los poderes político, religioso y económico de toda la provincia326. La recuperación de la calidad de Ciudad para el pueblo de Tzintzuntzan fue un hecho en el que la Orden de San Francisco tuvo mucho que ver -especialmente la figura de fray Pedro de Pila- debido a los intereses políticos y religiosos que los frailes menores tenían en este asunto, que los dotaba de cierta preeminencia sobre otros conventos. Este histórico reclamo se realizó con base en documentos que afirmaban su calidad de cabecera del reino de Michoacán, de haber prestado innumerables apoyos en la pacificación y conquista del septentrión novohispano y de haberse entregado en paz al emperador Carlos I cuando bien pudieron haber resistido la conquista en una forma superior a la de los mexicas. Todo ello, por otro lado, cierto. El regreso de Tzintzuntzan a la categoría de Ciudad dio pie a un proceso de transformación para demostrar su categoría de urbana; hecho que se reflejó en dos aspectos fundamentales: el reordenamiento de la ciudad y la reedificación del conjunto conventual en el último lustro del siglo XVI.

Una imagen de Tzintzuntzan de finales del siglo XVI De la época colonial sobreviven dos planos de la ciudad de Tzintzuntzan, uno es una copia del siglo XVIII sobre aparentemente otro más antiguo incluido en la crónica del padre Beaumont327 (Fig. 1), y otro es una copia publicado por Eduard Seler

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Benedict Warren, La Conquista de Michoacán 1521-1530, Morelia, FIMAX, 1989. Nicolás Paniagua Aguilar, La República de indios de Tzintzuntzan 1540-1689, Tesis inédita para obtener el título de Licenciado en Historia, Morelia, Facultad de Historia-Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 2011, pp. 72 y ss. Fray Pablo de la Concepción Beaumont, Crónica de Michoacán. Balsal Editores. Morelia, 1985.

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Fig. 1. Plano de Beaumont

en el XIX328 (Fig. 2). De ambas imágenes se ha dicho que son copias de originales del siglo XVI329 sin embargo, la imagen del conjunto conventual totalmente terminado no puede corresponder sino –acaso a los últimos años del siglo XVI– a representaciones elaboradas en el siglo XVII, y ello asumiendo que las copias hayan sido fieles a los originales. 328

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Hans Roskamp, «Pablo Beaumont and the codex of Tzintzuntzan: a pictorial document from Michoacán, West México», en Códices, caciques y comunidades, Asociación de Historiadores Latinoamericanistas Europeos, Maarten Jansen y Luis Reyes García, coordinadores, Holanda, Cuadernos de Historia Latinoamericana N° 5, 1997, pp.193-245. Eugenia Fernández-Villanueva Medina, Una propuesta de conservación para la unidad urbana arqueológica/histórica de Tzintzuntzan, Michoacán, Tesis que se presenta para optar por el grado de Maestra en Arquitectura, Facultad de Arquitectura-Universidad de Guanajuato, Guanajuato, 2005.

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La elaboración de los originales de estos mapas debió ser consecuencia de la reelaboración de todo el aparato simbólico que iba con la recuperación del título de ciudad, el cual incluyó, entre otras cosas, la reelaboración del escudo de armas, abandonando el primigenio que tenía elementos claramente indígenas por otro que recuperaba elementos indígenas pero altamente hispanizados (Fig. 3 y 4). Los grafitos que nos interesan presentar en este trabajo se ubicaban en la planta alta del claustro, en la parte interna de uno de los antepechos del corredor norte, y es importante destacar que es este trabajo el único testimonio publicado hasta la fecha en donde se consigne que este grupo de grafitos existió y hoy será solamente a través de fotografías que podremos regresar a estudiarlos. Dentro de este escenario negativo, es que al final se conservó registro y queda éste para la memoria y la investigación.

Fig. 2. Plano de Seler

Los grafitos que presentamos son una combinación de edificaciones civiles y religiosas, sobresaliendo estas últimas por sus dimensiones y por ocupar más de la mitad de la composición aunque las representaciones de casas ocupan, de manera más espaciada, la otra porción. Las formas arquitectónicas aquí representadas son tan diferentes como diferentes eran las tradiciones culturaFig. 3. Escudo de armas de la Ciudad de les que denotan: por un lado, se obTzintzuntzan. 1534 serva a la arquitectura hispana en su máxima expresión hasta ese momento –la conventual– y las formas domésticas de los indios en su forma más pura, aquella que aparentemente venía conservándose en 318

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Tzintzuntzan a pesar de que la conquista de Michoacán había ocurrido en el lejano año de 1522 (Fig. 5). La arquitectura religiosa Al igual que en otros conjuntos conventuales, las formas religiosas son predominantes en el tejido urbano, por lo que no nos debe extrañar que las estructuras con este significado sean recurrentes en los grafitos coloniales. En nuestro caso, ocupando casi la mitad de la escena aunque cargadas hacia la izquierda, se pueden ver tres edificios: el central, que muestra el macizo del inmueble que se halla decorado por líneas que se entrecruzan330 y nos seña- Fig. 4. Escudo de armas de la Ciudad de lan que se trata de un muro sólido el Tzintzuntzan. 1596 cual se encuentra coronado por una cúpula en la que se abren dos espacios a manera de campanario. Como remate se observan tres elementos, el del centro de forma mixta y tres pendones en la corona; mientras que a sus costados se hallan dos objetos delgados rematados en punta. Al costado izquierdo observamos una torre con cuatro cuerpos en los cuales se abren tres espacios para señalar su función de campanario e incluso, en el más alto, se añadió un campanario más que pareciera estar exento pero a la vez ser parte del mismo edificio. El edificio se encuentra techado por una cubierta que recuerda plenamente las techumbres usadas en los edificios precolombinos, ya fueran casas o los palacios del rey, como incluso se puede ver en las casas de este mismo conjunto de grafitos. No hay que perder de vista que la arquitectura hispana debió adecuar sus estructuras y formas a los métodos y sistemas constructivos de los indios. A la derecha se observa una torre de menores dimensiones, de dos cuerpos, uno de los cuales es un campanario cubierto por una estructura en forma de cúpula, aunque creemos que este tipo de cubiertas no estaban presentes en la arquitectura religiosa del momento; sin embargo, no es descartable (Fig. 6). El deterioro en el aplanado eliminó otra torre de la cual subsiste solamente la parte superior, en la que se observan dos campanas y una cubierta que recuerda a las te330

Esta técnica de entrecruzar líneas para representar los sólidos la hallamos en grafitos de otros monasterios novohispanos, como en el de Tepoztlán, O.P., en el actual estado de Morelos.

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Fig. 5. Grafito del posible plano de la ciudad de Tzintzuntzan

Fig. 6. Arquitectura religiosa

Fig. 7. Torre de templo

Fig. 8. Torre de templo

chumbres indígenas. Debajo del área deteriorada se asoman dos torres de tres cuerpos, esquemáticamente representadas y de menores dimensiones. En el extremo derecho de la imagen, se observa último edificio de diseño espigado que presenta cinco cuerpos y una cubierta en forma triangular, donde los tres primeros cuerpos pertenecen a un edificio que pareciera formar parte de un dibujo que posteriormente fue completado con los dos cuerpos superiores (Fig. 7 y 8).

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La arquitectura doméstica Alrededor de los edificios religiosos se encuentran nueve viviendas del pueblo llano. El grupo más interesante lo comprende el que se halla en la parte derecha, donde ocho viviendas se apiñan en torno a dos cruces, algo bastante común en los pueblos reordenados por los frailes. Esta representación de la arquitectura doméstica posee como característica principal el hecho de ser exactamente igual a la que encontramos en las láminas del principal códice de la historia prehispánica de Michoacán, conocido como códice escurialense o Relación de Michoacán, escrito entre 1539 y 1540 precisamente en Tzintzuntzan331. De ello hablaremos más adelante (Fig. 9).

Fig. 9. Arquitectura doméstica

Más allá de la descripción, la interpretación de los grafitos El título de este trabajo señala la posibilidad de que los grafitos mostrados hagan referencia a un plano de Tzintzuntzan, ya sea la ciudad existente, ya planeada, ya idealizada. Los grafitos novohispanos, sobre todo aquellos que representan templos y otro tipo de edificios religiosos en muchas ocasiones tienen la común característica de representar estructuras nunca realizadas e irrealizables, de mostrar edificios que en ocasiones eran meros esquemas de lo que existía o aspiraciones a las que se quería llegar. La representación de la forma arquitectónica era lo de menos, lo importante era la representación del elemento simbólico, y en este caso, el templo y las diferentes torres pueden estar haciendo referencia a las capillas que en cada barrio se levantaron, de la misma manera que el grupo de casas puede estar representando no casas en lo individual, sino acaso algunos de esos barrios en que la ciudad estaba dividida. Esta misma forma de representar una figura para significar a todo un grupo lo podemos encontrar en varias de las láminas del la relación de Michoacán332. Estos grafitos –entre los cientos que hemos registrado en diversas partes de México– son los únicos en los que hemos podido observar la conjunción de edificios religiosos rodeados por unidades domésticas con el plus de que en este caso en particular los

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Moisés Franco [Coord], Relación de Michoacán, Zamora, El Colegio de Michoacán-Gobierno del Estado de Michoacán, 1994. Es esta una de las dos ediciones de mayor calidad que se han hecho de este documento, por ello la citamos. Para el caso a que nos referimos, véanse las láminas XXIV y XLI.

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diversos grafitos presentan una unidad discursiva que nos parece clara y que pueden estar representando un mapa o plano urbano representado con una técnica claramente mezclada entre lo español e indígena. Comentamos al principio de este trabajo que Tzintzuntzan había sido despojado de su título de ciudad y de su condición de capitalidad de la muy extensa Provincia de Michoacán (considérese que en ese entonces, Michoacán abarcaba los actuales estados de Michoacán, Colima, Guanajuato, parte de Guerrero, Jalisco y San Luis Potosí, es decir,, un territorio de más de 200.000 kilómetros cuadrados) La población, desde entonces, había intentado en diversas ocasiones y por distintos medios, recuperar algunos de los privilegios que le habían sido arrebatados, pero sería sólo hasta 1580 que la Corona decidió que los poderes civiles y eclesiásticos se trasladaran definitivamente a la ciudad de Valladolid en el valle de Guayangareo, que las cosas pudieron tomar otro camino. Con Pátzcuaro perdiendo su importancia a favor de la ciudad de los españoles, el pueblo de Tzintzuntzan, de la mano de los frailes de San Francisco, especialmente, fray Pedro de Pila333, se dio a la tarea de gestionar ante las autoridades en España que le permitieran devolver su cualidad de ciudad. Tras varios años de litigios y gastos en procuradores en la Corte, en el año de 1595 Tzintzuntzan recuperó el anhelado título de ciudad. Cuando Tzintzuntzan recuperó su título de ciudad, la población entera se dio a la tarea de reorganizarse, de transformarse, de ponerse al día de manera que su categoría urbana fuera acorde con la sociedad, la cual mostraba particularidades más propias de un poblado rural que de una población con el título de ciudad . Mientras que los pueblos de Michoacán habían ido adecuando su existencia a los tiempos334 adaptando cada vez en mayor grado las formas culturales de los españoles, Tzintzuntzan se había quedado detrás, aferrándose a formas de vida que eran resultado del proyecto social desarrollado por los frailes desde la tercera década del siglo XVI. Hasta entonces, la arquitectura franciscana había sido construida con materiales endebles como adobe, madera, paja, y en menor proporción, piedra, respondiendo al ideal de aquel primer templo franciscano, la Porciúncula, en donde se reflejaba no sólo el desapego material que los frailes manifestaban por los edificios de sus conventos sino la escasa intención de que estos edificios tuvieran visos de monumentalidad y riqueza.

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Fray Pedro de Pila era español, había tomado el hábito en el convento de Santa Ana de Tzintzuntzan y había sido guardián del mismo en varios periodos, así como provincial y procurador en España de su provincia, la de Michoacán. Los pueblos administrados por la Orden de San Agustín son ejemplos de tempranos mecanismos de adaptación al orden social novohispano, todo ello debido al proyecto político que los agustinos tenían en mente para la población indígena. Cfr. Igor Cerda Farías, La Relación geográfica de Tiripetío. 1580.

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Para fines de ese siglo las cosas en la Nueva España eran muy diferentes, el mundo ideal planeado por los frailes no cuajaba –no cuajó nunca- y la parusía no terminaba de llegar, lo que llevó a los frailes a repensar su papel en la sociedad novohispana, y en lo tocante a lo constructivo, a adoptar estrategias que les permitieran reordenar el espacio urbano para que dejara esa característica abierta de los poblados precolombinos y concentrarla a la manera hispana; dar solidez a sus edificios, sustituyendo materiales en algunos casos, reconstruyendo los edificios en otros335 y por supuesto, abriendo la sociedad ante las cambiantes Provincia de Michoacán y Nueva España. Es en este momento histórico en que, creemos, se realizaron los grafitos que nos ocupan, ya que es el momento en que están ocurriendo los grandes cambios en la ciudad y por supuesto, cuando se está repensando la población en su totalidad. Los templos que aparecen en los grafitos que presentamos parecen ser aspiraciones al ideal de templo a construir, aquel que fuera digno de Tzintzuntzan en tanto que ciudad y capaz de competir n con sus propios conventos en otros lugares como Pátzcuaro o Valladolid, sino con los celebrados conventos agustinos en pueblos de indios como los de Cuitzeo, Tiripetío o Yuririapúndaro. Incluso es posible pensar en que este templo ideal se halle representado en las aparentemente tres torres que se ubican en la parte izquierda, es decir, que se trate de una sola imagen desdoblada en sus tres portadas. El resto de la imagen contemplaría, como ya mencionamos, la ubicación de los diferentes barrios de la ciudad, con sus capillas representadas con base en la perspectiva plana, técnica empleada en la Relación de Michoacán para aparentar distancias y simbolizar jerarquías en un plano en dos dimensiones336. Habíamos comentado también que el caso de las viviendas es particularmente interesante ya que desde la primera vez que registramos estos grafitos en 2005 nos sorprendió que las viviendas de los indios estuvieran representadas en una forma similar a las observadas en la Relación de Michoacán, es decir, el que en fechas tan tardías como los albores del siglo XVII se continuaran representando las casas del pueblo como se hacía sesenta años antes y ello para hacer referencia a las formas de vida precolombinas. Existe la posibilidad de considerar una continuidad en la tradición constructiva de la arquitectura doméstica si corremos la secuencia de las imágenes de la Relación de Michoacán (1540), el plano de Santa Fe de la Laguna (1551) y los grafitos que estamos presentando (Ca. 1595-1600) (Fig. 10, 11, y 12). Estas

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René Becerril Patlán, La policía cristiana: Cuatro modelos de educación en Michoacán siglo XVI, Tesis para obtener el grado de Maestro en Sociología de la Educación, Instituto Michoacano de Ciencias de la Educación «José María Morelos», Morelia, 2009. Juan José Batalla Rosado, «Una aproximación a la iconografía tarasca a través de las ilustraciones de la Relación de Michoacán», en: Relación de Michoacán, Madrid, Editorial Testimonio-H. Ayuntamiento de Morelia-Patrimonio Nacional de España, Col. Thesaurus Americae, 2001.

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Fig. 10. Lámina XVI de la Relación de Michoacán Fig. 11. Fragmento del plano de Santa Fe de la Laguna

Fig. 12. Grafitos de Tzintzuntzan

imágenes no serían, por tanto, sólo láminas ilustrativas de uno o dos códices o de un fragmento de muro sino auténticos complementos al recurso de la escritura, a la vez textos e imágenes337; representaciones que no podían escribirse, oralidad representada y una peculiar forma de representar un mundo para un observador no participante del propio mundo cultural. El hecho de que para finales del siglo XVI o principios del XVII los indios de Tzintzuntzan siguieran representando sus viviendas en la misma forma que hacían en los años inmediatos a la conquista nos abren la puerta a diversas interpretaciones, de las cuales podríamos aventurar las siguientes: 1 A pesar de haber transcurrido alrededor de 60 años y de haber sido objeto de un

proceso de conversión ideológica, los indios mantenían parte de su herencia cultural prehispánica, al menos en lo relativo a la representación de la realidad. 2 Las representaciones de las casas fueron copiadas de los borradores de la Relación de Michoacán que estaban aún en Tzintzuntzan. 3 Las viviendas de los indios no habían cambiado a pesar del tiempo y los procesos sociales ocurridos, reproduciéndose los mismos patrones arquitectónicos que habían sido empleados en la época prehispánica. Podrían existir tantas interpretaciones como intérpretes, sin embargo, nuestra última propuesta nos parece la más viable si consideramos el devenir de Tzintzuntzan y el proyecto social que los frailes menores desarrollaron en el lugar, donde se buscaba reproducir el sistema de vida antiguo sustituyendo únicamente los elementos religiosos y algunos de los políticos que aseguraran la estabilidad social y el reconocimiento a las autoridades reales. La sociedad en Tzintzuntzan, educada bajo un

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Serge Gruzinski, La colonización de lo imaginario. Sociedades indígenas y occidentalización en el México español. Siglos XVI-XVIII, México, Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 61.

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modelo social que exaltaba la sencillez, la humildad, la pobreza y el desapego por los bienes materiales, al parecer poco había cambiado338 y la reorganización social impuesta por los frailes no había significado construir nuevas formas arquitectónicas. De esta forma, la recuperación del título de ciudad representó para Tzintzuntzan la ocasión de reorganizarse socialmente y de reordenar su imagen urbano-arquitectónica, comenzando por el conjunto conventual y terminando por la vivienda doméstica, que al final, adoptó los patrones arquitectónicos de la casa vernácula española. Como se ha visto a lo largo de este trabajo, la interpretación de los grafitos en su contexto cultural, social e histórico de producción y significación abre el campo para el debate en el desarrollo de la vivienda indígena en Michoacán y los paulatinos cambios hacia una forma que más se parece a la española estaría sembrado de nuevos retos e interesantes discusiones para arqueólogos, arquitectos, urbanistas e historiadores. Finalmente, creemos que la ciudad de Tzintzuntzan era, a fines del siglo XVI, una de las poblaciones menos “hispanizadas” en lo que a sus formas de vida se refiere, no por ignorancia u obligación sino por un deseo de vivir de acuerdo a los modelos sociales pregonados por los franciscanos. Los nuevos tiempos y el cambio de categoría urbana detonaron cambios sociales importantes, desde el orden urbano en la población, pasando por la reconstrucción del convento hasta la transformación de la vivienda.

Consideraciones finales Los grafitos mostrados son imágenes abiertas a la interpretación, y en este caso, el contexto histórico a las cuales las hemos atado nos permiten dotarlas de sentido, comienzan a señalarnos una posible realidad pretérita de manera que puedan significar algo no sólo para los especialistas en el tema de los grafitos, sino también a los habitantes de los poblados donde se localizan esos edificios. Es posible que los grafitos que hemos presentado no sean necesariamente un plano real o ideal de Tzintzuntzan, sin embargo, en el juego de las posibilidades, en la deriva interpretativa, en la lectura abierta y en el sustento histórico que demos a nuestras explicaciones se encuentra la base para futuras interpretaciones, para nuevas propuestas y contrapropuestas. 338

Téngase, a manera de ejemplo, el hecho de que para fines del siglo XVI un indio principal (noble) de la ciudad de Tzintzuntzan solicitó al Virrey licencia para usar capa y zaragüeyes (indicando con ello su intención de adoptar ropajes a la usanza hispana). Esto llama la atención porque desde décadas antes, los indios de pueblos administrados por los agustinos no solamente vestían a la usanza hispana sin necesidad de pedir licencia a nadie, sino que desarrollaban todo tipo de oficios tendientes a integrarse como vasallos libres del Rey a la naciente sociedad novohispana (Paniagua, op. cit.).

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