Reflexiones conceptuales entre espacio, territorio y lugar: estrategias de resistencia decolonial en el mundo globalizado

September 4, 2017 | Autor: Jair Alvarez | Categoría: Globalization, Pensamiento decolonial
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Descripción

“Reflexiones conceptuales entre espacio, territorio y lugar: estrategias de resistencia decolonial en el mundo globalizado. Lugar y globalización: una propuesta desde Milton Santos”1 Por Jair Hernando Álvarez Torres2

A Baltasar Mecha Forastero, un gran maestro emberá

“El análisis en términos de poder no debe proponer como hechos iniciales la soberanía del Estado, las formas de la ley o la unidad global de una dominación; éstas no son más que sus formas terminales” (M. Foucault. Histoire de la sexualité. 1. La volonté de savoir)

0. Introducción En el título de la ponencia se da por sentado que nuestro mundo contemporáneo es globalizado, o que por lo menos, hay una formación discursiva que ha nombrado lo que acontece en el mundo occidental actual como global y homogeneizante, y se ha asumido como único camino, mostrando esta idea como la única viable en aras de la constitución de un sujeto consumidor que ha sido denominado como “ciudadano del mundo”, lo cual implica que se acepta esta categoría para hablar de fenómenos que no solo ocurren en Latinoamérica, en Colombia o en Medellín. Ahora bien, se acepta la categoría, pero no con el mismo contenido o significado que se acaba de nombrar, pues la idea es que de manera crítica, se pueda reflexionar y proponer otra ruta posible, desde una perspectiva decolonial.

1. La globalización como fábula                                                               1

La siguiente ponencia se inscribe dentro de las reflexiones que se vienen realizando en el proyecto “De Tijuana a la Patagonia, perspectivas críticas educativas en Latinoamérica”, aprobado en la convocatoria interna de investigación de la Universidad de San Buenaventura seccional Medellín, y cofinanciado por el Centro Educacional Conquistadores y la Corporación Cultural y Científica de los Andes (CCCA), ejecutado 2 Licenciado en Filosofía (Universidad de Antioquia), Doctor en Historia (Universidad Nacional de Colombia). Docente investigador, jefe de la línea de investigación en Pedagogías Críticas y Cultura Visual, y director del Grupo Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos (GIDEP), Universidad de San Buenaventura, seccional Medellín.

 



Lo expuesto hasta aquí podría sonar muy romántico, pareciera inviable la posibilidad de pensar de otro modo, tomar distancia o transformar el contenido y la imagen de la categoría misma de globalización, la cual pareciera ser la de uno de los jinetes del apocalipsis pero en tamaño supralunar, que cabalga sobre el planeta en un caballo brioso, sin compasión alguna frente a lo que se encuentra a su paso. En palabras menos alarmantes, pero más cotidianas, poco a poco se acaba con lo local, con todo lo situado, pues pareciera que el lugar o los lugares ya no existieran debido a que la globalización ha llegado a todas partes, convirtiéndose en una de las representaciones sociales más viables con respecto a las políticas hegemónicas de la contemporaneidad, uniformando el espacio y poniendo a los sujetos a experimentar un único lugar construido: el del consumo. Pareciera ser el único lugar posible, incluso, para el acceso mismo a la información, que se supone como otro lugar posible, que está ahí, a la mano, siempre y cuando se pueda pagar por ella de algún modo. Incluso, se cooptan conceptos, tales como multiculturalidad, y de manera más reciente, el de interculturalidad e inclusión, generando de manera cosmética, un maquillaje frente a la ruta trazada como la única posible, haciéndole creer a los sujetos que son tenidos en cuenta y que se tendrán en cuenta sus lugares, sus regiones para la inserción, pero a la vida social consumista, en especial, en los territorios asumidos como periféricos con respecto al centro de desarrollo, tal como ocurre con Colombia, esto es, la relación de la zona andina con el resto del país, donde muchas de las políticas son planteadas desde la representación o imagen que se tiene de ellas como territorios inadaptados e irracionales, y por tanto, los ocupantes de aquellos lugares no han logrado tener sus condiciones mínimas para ser funcionales al mercado, esto es, las condiciones técnicas y políticas para acceder a la libertad de consumo como un valor absoluto y poderse denominar como “ciudadano del mundo”. Estas son las características de lo que Milton Santos ha denominado como la globalización como fábula, es decir, cómo quieren que la veamos y la sintamos los que no hemos planteado esa lógica, pero a quienes se aplica de manera directa, donde el provincialismo es vergonzante y obstáculo para ser un sujeto moderno, y que ya no hay necesidad de desplazarse hacia las ciudades para ser considerado como “una persona de mundo”, “una persona moderna”, pues todos podemos ser modernos sin importar la ubicación geográfica, ya que el mercado nos da esa posibilidad.

 



Como toda fábula tiene su moraleja, la fábula de la globalización consiste en mostrar que todo lugar, en tanto especificidades y diáspora de identidades y mundos posibles, son espacios peligrosos para el proceso de homogeneización y el progreso global, véase la idea que se tiene de la aldea global3 (Mcluhan, 1968) y la categoría de ciudadano del mundo4, ligada a la idea de que la globalización es el único camino posible. Y frente a la estrategia de volver toda situación en “crisis”, aplicando la misma receta para todo país o región que se encuentre enfermo de crisis financiera aguda, esto es, la inyección de recursos externos e implementación de políticas externas y ajenas a las condiciones socioespaciales declaradas como enfermas. Dice Santos que, “todos los países, lugares y personas pasan a comportarse, es decir, a organizar su acción, como si esa crisis fuese la misma para todos y como si la receta para apartarla debiese generalmente ser la misma” (Santos, 2004, p.33). Es el mito de la sociedad desterritorializada, sin lugar. Además, en la comprensión actual del lugar se impone mediante el discurso oficial, el mito que presenta a las empresas que llegan al lugar como “salvadoras de los lugares y señaladas como creadoras de reconocimiento de sus aportes y modernidad” (Santos, 2004, p.58). 2. La globalización como perversidad En La invención de lo cotidiano, Michel de Certeau considera a la ciudad como un espacio de múltiples lugares, la ciudad como plural, compuesta por múltiples barrios, pero también porque existe de manera singular en la imaginación y en los recuerdos de quienes la ocupan, la habitan o la frecuentan, se pasean en ella, generan itinerarios con cierta sensación de libertad, pero también es de quien vagabundea en ella, del que deambula sin dirección alguna, de la imagen que tiene de esa ciudad al desplazarse en ella. Así, la ciudad entonces es del paseante, del poeta, del loco en oposición a la idea de la ciudad funcional,                                                               3

En 1968, Marshall McLuhan lo utilizó en el título de su libro Guerra y paz en la Aldea Global. busca describir las consecuencias socioculturales de la comunicación inmediata y mundial de todo tipo de información que posibilitan y estimulan los medios electrónicos de comunicación. Sugiere que en especial ver y oír permanentemente personas y hechos como si se estuviera en el momento y lugar donde ocurren revive las condiciones de vida de una pequeña aldea: percibimos como cotidianos hechos y personas que tal vez sean muy distantes en el espacio o incluso el tiempo, y olvidamos que esa información es parcial y fue elegida entre muchísima otra. http://es.wikipedia.org/wiki/Aldea_global [Recuperado el 10 de julio de 2012] 4 En el término estricto, ciudadanía del mundo rechaza entonces las divisiones estatales, y la misma pertenencia obligatoria como ciudadanos de un Estado, es un concepto internacionalista pero no es solamente una aspiración bienintencionada de dejar a un lado las diferencias por nacionalidad, es también un proyecto político con propuestas de cómo establecer una nueva ciudadanía de aplicación global. Los principios de la ciudadanía global serían primeramente que sea un ciudadanía de aplicación local y de adhesión voluntaria, y que a través de pactos federativos estas unidades territoriales locales por decisión de sus propios ciudadanos aceptarían entre sí a los ciudadanías de las demás localidades. http://es.wikipedia.org/wiki/Aldea_global [Recuperado el 10 de julio de 2012]. Véase el texto: Nussbaum, Martha C., For love of Country?, Beacon Press, Boston, 1996. Traducción española: Los límites del patriotismo, Paidós, Barcelona, 1999

 



debidamente planeada, organizada para el control, geométricamente delimitada, geográficamente ubicada en un territorio. Así como la ciudad puede ser del poeta, el campo puede ser del bucólico y no necesariamente se limita a la capacidad de producción material que se puede generar en aquel territorio o región. No se vive solo al servicio de lo funcional, y el campo o los lugares no urbanos pueden ser representados, imaginados y utilizados para generar otras relaciones posibles en los sujetos, los cuales pueden generar otras intencionalidades en aquello lugares. Mientras que las intencionalidades de la lógica en la actual globalización, nos remite a mirar los lugares, tales como el campo y la ciudad en términos de los lugares funcionales según las variables hegemónicas del momento, que son impuestas desde las verticalidades mismas de la globalización, una globalización perversa, a pesar de que, como se verá en el siguiente punto, no se puede hablar de “lugar” como algo general con características universales. En ese sentido Milton Santos advierte que, se debe tener en cuenta la inseparabilidad de los objetos y acciones, y en ese sentido, para pensar el lugar hoy, aparece la noción de intencionalidad que “es fundamental para entender el proceso por el cual acción y objetos se confunden mediante el movimiento permanente de disolución y recreación del sentido” (Santos, 2000, p.21). Esa intencionalidad tiene que ver con la universalidad empírica, entendida como “la unicidad de la técnica, la convergencia de los momentos, el conocimiento del planeta y la existencia de un motor único en la historia, representado por la plusvalía globalizada. Un mercado global utilizando ese sistema de técnicas avanzadas da como resultado esa globalización perversa” (Santos, 2004, p. 23), que se ha impuesto paulatinamente y es una realidad, un dato, que se vive de diferente forma en los lugares. No se puede olvidar que las tendencias hegemonizadoras del sistema técnico dominante es invasor y va cubriendo paulatinamente todo el territorio a medida que los países y sus lugares se adoptan a esa racionalidad global, de nuevo el jinete apocalíptico en su carrera sin freno, con la rienda suelta. Esta ideología de invisibilización de los lugares y sus especificidades, es una estrategia que ayuda a la producción, diseminación, reproducción y mantenimiento de la globalización actual, construyendo y manteniendo una sociedad para el mercado, donde la política es atributo de las grandes empresas con su discurso único del mercado que le despoja de su componente ético, legitimando “la superioridad de una acción hegemónica” (Santos, 2004, p. 52).

 



En las actuales condiciones, son las empresas las que regulan la política y la vida cotidiana de los lugares, direccionando esa vida cotidiana hacia el consumo, utilizando los medios masivos de comunicación para su propósito, ofertando y mostrando modos de vida y relaciones sociales enmarcadas en el consumo, y generando políticas cortoplacistas para insertar en esta lógica a comunidades que están al margen de dicha dinámica, generando procesos coloniales ya no con prácticas esclavistas como en el siglo XIX hacia atrás, sino con imposiciones culturales, con formas de consumo que le generan sentido e identidad al ser del sujeto de manera violenta, pues la colonización en sí misma es un acto de violencia. Lo más perverso de la globalización como consecuencia es la colonialización del ser, donde los sujetos que tienen otros mundos sean atrapados y absorbidos por otros mundos, olvidando sus raíces, su historia y viviendo de la inmediatez pragmática que demanda el curso acelerado de la globalización. Quiero citar aquí un artículo que fue publicado en el blog de afrocolombianidad, ubicado en la plataforma del periódico El Tiempo, el pasado 09 de julio de 2012. El artículo se titula “Chocó: cultura y desarrollo. Comportamientos para cambiar”, escrito por una profesora chocoana de la Fundación Universitaria Luis Amigó, y quiero subrayar algunos aspectos para la exposición de hoy, comenzando por la premisa de la autora, la cual es considerada como el “sofisma”, cuando el chocoano dice “nosotros somos así”. Repito, el subrayado es mío: 1) La cultura de lo mínimo: nos sentimos satisfechos con lo necesario y no acumulamos riquezas, impedimento para ser competitivos empresarialmente, 2) La cultura del despilfarro: disposición poca o nula al ahorro; los resultados financieros terminan siendo plata de bolsillo, dinero que termina siendo derrochado y al no ahorrar, se niega la posibilidad de acceder a créditos. 3) La cultura de la mentalidad cortoplacista: tenemos aprensión a los proyectos a largo plazo y preferimos los resultados en el ahora. 4) Cultura basada en la incredulidad: dudamos de nuestras capacidades y de las de nuestros corraciales, desconfianza que permite darle preferencia y credibilidad al foráneo. 5) Cultura de la actitud negativa frente a la vida: poseemos una visión negativa y un pesimismo paralizador que nos lleva asumir posiciones excesivamente conformistas, y, por último;

 



6) Cultura del poco apego a nuestras potencialidades: hemos vivido expuestos a continuos saqueos, que nos han hecho perder el afecto a la tenencia; nuestras riquezas son nuestras y de todos, es la percepción predominante. Con todas las experiencias vividas y frustraciones acumuladas, hoy más que nunca tenemos que ser conscientes de que es a nosotros como chocoanos a quienes nos corresponde liderar nuestro desarrollo, y no podemos como 'raza' ser inferiores al reto que nos demanda nuestra realidad”5. Por fortuna, los lugares acogen no siempre de manera acrítica, los vectores de la racionalidad dominante que buscan imponerse neutralizando las diferencias mediante procesos políticos. Precisamente en el Chocó, las comunidades que ocupan ese territorio, han construido lugares de resistencia a partir de la creación de asociaciones y agremiaciones que les permite enfrentar muchas de las situaciones incómodas presentadas en su diario vivir. Entre ellas, se pueden mencionar el Consejo Comunitario Mayor de la Asociación Campesina Integral del Atrato (COCOMACIA); la Asociación de Consejos Comunitarios y Organizaciones del Bajo Atrato (ASCOBA); y la Asociación de Cabildos indígenas del Chocó (AREWA), que reúne las comunidades Emberá, Waunaan, Katío, Chamí y Tule. Todas ellas han luchado, de una u otra forma, contra el jinete del apocalipsis denominado como globalización y han enfrentado con propuestas serias la reconstrucción de su tejido social, evitando así que el acontecer jerárquico, objetivado en la globalización de la técnica, del derecho y de la economía, convierta sus lugares en ajenos a la sociedad local. Estas estrategias de resistencia han puesto freno, aunque no siempre de manera triunfante a la pérdida de sentido de lo que implica estar en comunidad y adherirse más bien al “mundo del pragmatismo triunfante, que es exactamente el mundo ´de sálvese quien pueda,´ y del ´todo vale´, justificado por la búsqueda precipitada de autologros” (Santos, 1987, p.150). 3. Hacia una globalización más humana: La otra globalización Para generar una transformación en el contenido y la imagen de lo que se ha enunciado como globalización, se ha ubicado la lectura y la propuesta hecha por Milton Santos, en lo que ha nombrado como una globalización más humana. Dicha propuesta parte de la premisa, de que el cambio histórico debe provenir de un movimiento de abajo hacia arriba con el protagonismo de los lugares, es decir, del                                                               5

Pueden ser más los elementos importantes en el artículo, pero hay suficiente ilustración para ver un ser colonizado y que quiere a su vez colonizar a otros, desde el discurso economicista y ahistórico. http://www.eltiempo.com/blogs/afrocolombianidad/2012/07/choco-cultura-y-desarrollo-com.php [Recuperado el 10 de julio de 2012]

 



contenido simbólico otorgado a los espacios y que se han construido como lugares por parte de los sujetos que ocupan ese espacio, que se ubican en territorios plurales de manera geográfica, pero con condiciones sociales y económicas más o menos similares, que desde el mundo occidental se han denominado de manera homogeneizante como los países subdesarrollados de la cultura occidental, los “otros” del Mundo. En reto y el compromiso, luego de haber manifestado la incomodidad, es comenzar a darle salida a la propuesta hecha por Santos, cada uno y cada una desde sus roles profesionales, académicos y esencialmente espirituales, donde se transformen los discursos a partir de las propias prácticas sociales, desde las formas de hacer de las comunidades y sus integrantes, desde sus propios lugares, pues el lugar es el espacio de las prácticas. Así las cosas, “nuestra gran tarea hoy es la elaboración de un nuevo discurso, capaz de desmitificar la competitividad y el consumo y de atenuar, si no deshacer, la confusión de los espíritus” (Santos, 2004, p.48). En ese sentido, es importante comprender, en esta propuesta, que el lugar realmente es el espacio donde se observan y se viven las interacciones cotidianas, es el punto de referencia para mirar lo cercano y lo lejano, y a su vez, allí se construye y conserva la identidad de los sujetos, se configuran las interacciones sociales, además de ser marco natural inmediato. En ese sentido, el lugar produce sujetos locales entendidos como actores sociales que pertenecen a una comunidad situada, inmersos en sus redes de relaciones. Así mismo, la localidad produce conocimiento local y órdenes locales, que se pueden oponer dialécticamente a lo general o lo global, tal como lo plantea Santos cuando afirma que “se constituyen, paralelamente, una razón global y una razón local que en cada lugar, se superponen y, en un proceso dialéctico, tanto se asocian como se contraponen. El lugar se enfrenta al Mundo, pero también lo afronta en virtud de su propio orden” (Santos, 2000, p.284). Por lo tanto, la co-existencia de diferentes ordenes locales en el mismo territorio o en diferentes territorios, pueden conformar una solidaridad orgánica, una solidaridad horizontal que pueda crear una racionalidades horizontales (contrarracionalidades en relación a las racionalidades hegemónicas), es decir, “formas de convivencia y de regulación creadas a partir del propio territorio” (Santos, 2004, p.90). La creación de un nuevo mundo posible desde los espacios, los lugares y las localidades, Milton Santos plantea que debe ser partir de una metamorfosis que  



permita pensar y visibilizar la producción local y desde allí generar una comprensión progresiva del mundo como un todo constituido de mundos y de su relación con los lugares, con la producción local de imágenes, discursos, creencias, filosofías, apuntando “a la elaboración de un nuevo ethos y de nuevas ideologías y nuevas creencias políticas, amparadas en la resurrección de la idea y de la práctica de la solidaridad” (Santos, 2004, p.135). Para evitar la idea de que se pretende una aislamiento de lo local frente a lo global, es importante reconocer, que tanto el lugar, lo local, los mundos y el mundo, están en relación permanente, y en ese sentido, el lugar entendido como lo local, es a su vez, y a su modo, el mundo, pues lo reproduce de modo específico, y por tanto, los lugares y sus ordenes locales “son singulares, pero también globales, manifestaciones de la totalidad-mundo, de la cual son formas particulares”( Santos, 2004, p.92). Para finalizar, diría que se hace necesario desde una perspectiva crítica, y para que funcione la idea de un orden contrahegemónico, buscando soluciones localmente ubicadas en lugares, generar en los sujetos concretos, desde lugares concretos, inicialmente una conciencia del lugar, de los elementos culturales que lo han constituido, de su historia y de la historia de ese lugar y sus vínculos con el resto del mundo, añadiendo además, una conciencia emancipatoria y crítica frente a las hegemonías implantadas por el mercado. En otras palabras, se hace necesario el reconocimiento de lo propio, del lugar, de lo local, vistas desde la autocrítica y la crítica de sí mismo como sujeto, de su lugar y su vida cotidiana en ese lugar. Allí entra la educación como un hecho cultural, en tanto nos vuelve sujetos culturales, dándole protagonismo al importante papel que pueden tener las pedagogías críticas, tal como las hemos entendido en el Grupo Interdisciplinario de Estudios Pedagógicos (GIDEP), esto es, como aquellas que defienden la capacidad de agencia de los sujetos que configuran relaciones pedagógicas orientadas por un interés emancipatorio, es decir, por el interés de incrementar en todas partes y en todos los sujetos, la capacidad de crítica, reflexividad y construcción de realidades históricas y políticas. He ahí pues, la resistencia decolonial desde el lugar como estrategia ante la globalización. 4. Consideraciones finales Convengamos entonces, en que la categoría mundo es heterogénea, difícil y compleja, pues lo que se quiera analizar desde allí no se debe abordar de manera aislada sino correlacionada con otros mundos, o al menos, con las formas como se conecta o se relaciona con los otros mundos.  



La constitución del mundo del individuo es generada por el mundo de la imagen, y a su vez, ambas penetran otros mundos, lo cual no implica una homogenización de mundos, al contrario, reconoce la heterogeneidad precisamente en la dificultad existente para una definición institucional de lo que es el mundo de cada individuo. En ese sentido, la individualidad se manifiesta a la mirada de los otros mundos como una “dimensión” o “componente”. Es decir, la imagen no es solo presente, puede funcionar también como recuerdo, como memoria, como punto de referencia, como creación o recreación de la imaginación, y así, el mundo de la imagen junto con el mundo del individuo, posee frente a otros mundos la realidad de una dimensión o de un componente, delimitados por la experiencia espacial ubicada en un lugar de identidad o diferencia. Dice Milton Santos, “cada cual, a su manera, es un mundo”. El lugar es donde surge la relación del sujeto con el espacio, donde comienza su apropiación y significación. Es allí donde se concretan las instituciones y las formas organizadas de la vida social. El lugar, más que un objeto en sí, se refiere a áreas discretas pero variables en las que están localizados los ámbitos para la configuración de las relaciones sociales con las que los sujetos se identifican. Para finalizar sería importante precisamente hacer énfasis en la necesidad de comprender desde las ciencias sociales a ese sujeto que se constituye y constituye a otros a partir del análisis del espacio y las espacialidades, que son tan importantes como el tiempo y las temporalidades, tal como lo plantea Piazzini (2004) con respecto a la reconceptualización de los estudios socioespaciales, incluso con algunos de sus retos para Latinoamérica, tales como: “el abordaje de aspectos sensibles de la vida cotidiana de los actores sociales, como son por ejemplo las adscripciones territoriales, los sentidos de lugar, las formas de habitar, las tensiones por la ocupación del espacio y el uso de los recursos naturales, las relaciones con los objetos, los cuerpos y las tecnologías, pero igualmente, el tratamiento de asuntos más abstractos como los procesos de espacialización del poder, las relaciones entre memoria y territorio, el ordenamiento institucional de las prácticas espaciales, las tensiones entre dinámicas globales y locales, la emergencia de los espacios virtuales, la recomposición actual de las relaciones entre las diferentes entidades político-administrativas, entre otros tópicos” (Piazzini, 2004, p. 164)

 



Estos retos también obligan a una mirada transdisciplinaria de las ciencias sociales para el abordaje de dicha agenda de trabajo, permitiendo la emergencia de otra mirada filosófica y epistemológica desde lo espacial para pensar lo que permite constituir un sujeto, o en palabras pedagógicas, lo que permite la formación de un sujeto desde las variables espacio-tiempo (Álvarez, 2012, p.78).

BIBLIOGRAFÍA Alvarez, J. (2012). Iconología de la Pedagogía. Una historia del saber pedagógico en Colombia entre 1918 y 1938: imágenes de maestros, alumnos y espacios pedagógicos. Tesis doctoral. Medellín, Universidad Nacional de Colombia, pp.78 El Tiempo (09 de julio de 2012). Chocó: cultura y desarrollo. Comportamientos para cambiar. Bogotá. En: http://www.eltiempo.com/blogs/afrocolombianidad/2012/07/choco-cultura-ydesarrollo-com.php [consultado el 10 de julio de 2012] Foucault, M. Histoire de la sexualité. 1. La volonté de savoir, Paris, Gallimard. Gramsci, A. (1967). Formación de los intelectuales. Medellín, Grijalbo Nussbaum, M. (1996). For love of Country?, Boston, Beacon Press. Traducción española: Los límites del patriotismo (1999). Barcelona, Paidós. Piazzini, C. (2004). Los estudios socioespaciales: hacia una agenda de investigación transdisciplinaria. En: Revista RegionEs, No. 2, Medellín, Universidad de Antioquia, pp. 151-172, 164. Santos, M. (1987). O espaço do cidadao. Sao Paulo, Nobel. Santos, M. (2000) La naturaleza del Espacio. Técnica y Tiempo. Razón y Emoción. Madrid, Ariel Geografía. Santos, M. (2004) Por otra globalización: del pensamiento único a la conciencia universal. Bogotá, Convenio Andrés Bello. Silveira, M. L. (s.f) Territorio de las verticalidades y horizontalidades: una propuesta de método. Documento digital. Soja, E. (1989). Postmodern Geographies. The reassertion of space in critical social theory. London, Verso/New Left Books.

 

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