REFLEXIONES AL SUR PATRIMONIO Y GLOBALIZACIÓN (2001)

June 30, 2017 | Autor: Juan Pedro Dillon | Categoría: Cultural History, Architecture, Heritage Conservation, Arquitectura, Historia, Patrimonio Cultural
Share Embed


Descripción

Seminario Internacional de Ciudades Históricas Iberoamericanas (Toledo, 2001)

REFLEXIONES AL SUR PATRIMONIO Y GLOBALIZACIÓN
Graciela G. Telleria, Juan Pedro Dillon

(Argentina)


Introducción

La oportunidad que presenta la realización de los Encuentros de Ciudades Históricas (Toledo) y Patrimonio intangible, (Pamplona), nos sirve para reflexionar sobre un punto que consideramos básico para la temática patrimonial que nos ocupa y preocupa. Es el de la Identidad, entendida desde el punto de vista del construccionismo social, como auto-referencia y contra-referencia; es decir: una diferenciación cultural nacida, en términos lingüísticos, del ser-uno, en el ser-otros del contexto. Es interesante citar en este punto y con relación a los dos temas motivo de estos encuentros: a) el patrimonio intangible, (como parte de la cultura de un pueblo), y b) la condición histórica de la ciudad como hecho urbano.

¿Cómo se plantea hoy el fenómeno de la cultura y la identidad en un universo globalizado? Cuán difícil resulta hoy comprender los fenómenos científicos que desde una escala cósmica a la más pequeña de las partículas, define la vida cotidiana de cada individuo y de cada sociedad. Hoy toda nuestra tecnología se basa en fenómenos que exceden la física clásica que nos resulta conocida. La generación de computadoras que comenzamos a usar, así como la próxima oleada de transporte ferroviario, se asienta en la negación del modelo clásico de átomo, con partículas girando alrededor de un núcleo. La tecnología de los superconductores, justamente niega este principio fundamental de la ciencia ahora antigua para reemplazarlo, no ya por una física cuántica que es una clásica disciplina del 1910, sino por un modelo, donde estas partículas actúan apareciendo y desapareciendo de acuerdo a ordenes implícitos y explícitos contenidos en la conciencia propia de los elementos. El universo de causa-efecto, sólo existe ahora para casos particulares, y ésta es la nueva ciencia que aprenderán nuestros hijos. No estamos hablando de un universo relativo, sino también interactivo; de donde cada acción creará una multiplicidad de acciones posibles. Un universo donde jamás entenderemos que la causa será, en definitiva, un resultado del efecto. Nadie nos ha preparado para esto. O al menos es lo que creemos. La identidad, es un concepto asimilable a esta cuestión. Pretendemos, con un ejemplo muy pequeño, guiarlos en una serie de reflexiones que nos lleven de lo cotidiano a lo conceptual.

Un universo personal, infancia y juego adulto

Tres palabras mencionadas en este primer planteo (cultura, patrimonio e identidad), nos refieren en nuestro caso a una charla divulgativa del arquitecto Carlos Pernaut (hace ya veinte años), la cual determinó nuestro compromiso definitivo con la gestión del patrimonio y el ICOMOS, compromiso que habíamos asumido en su momento, únicamente como docentes desde la Historia de la Arquitectura y la Morfología Urbana.

Simplificando al extremo los conceptos vertidos en aquella charla[1], el arquitecto Pernaut hablaba de la cultura y el patrimonio de un pueblo como elementos fundamentales para la definición de su identidad. Lo que nos resultó interesante es que no fue planteado como una correspondencia lineal o circular (donde la cultura define un patrimonio, la acción y reacción ante éste una identidad y ésta a su vez determina una cultura); sino que se abría a una interacción múltiple, "un juego" entre todos esos conceptos. Para ese momento, en el ámbito local, apenas se tenía conocimiento de los conceptos introducidos por Kuhn a través de los paradigmas, considerados como "condición positiva de la posibilidad de progreso científico y a la vez, como condición de la interpretación relativa de este mismo" [2]. Este planteo que podría resultarnos contradictorio, (certeza y relatividad), no hacia mas que enfrentarnos a una realidad inconmensurable, (al igual que plantea Kuhn los paradigmas de la ciencia y su progreso posible [3]), de la única manera posible: a través de un juego. Pero, ¿qué significado tiene en realidad un juego y por qué se torna imprescindible frente a los conceptos que planteábamos al comienzo? Sencillamente porque estos "pertenecen" a determinadas formas de vida, y están entrelazados con actividades y formas de interpretación del mundo determinadas y por consiguiente válidas a priori [4]. Un juego no puede ser cuestionado por la praxis tradicional, ya que aceptamos a priori que son ciertos como condición de la posibilidad de jugar. Por ende son "modelos", criterios a aplicar, praxis experimental de cuyos resultados se espera que sean verdaderos o falsos.

Pero, ¿qué sentido tiene experimentar con un juego que puede resultar falso o verdadero, frente a un tema como la identidad? La respuesta a esto se encuentra en el hecho de que la participación de un observador (en este caso un especialista) se transforma en actor, modificando en ciertos aspectos un experimento (o experiencia de gestión), de tal manera que altera la relación causa-efecto, siendo en muchos casos su efecto la determinación de la causa. Esto, relacionado con el principio de incertidumbre, es una realidad cotidiana a la cual nos enfrentamos; y donde nuestra intervención como especialistas modifican el fenómeno que a priori, queremos conservar. La imposición de técnicas, metodológicas, instrumentos y registros, no surgidos del mismo cuerpo de la experiencia, son la contra-referencia necesaria para definir la auto-referencia, pero no la referencia en sí.

Sin embargo, dentro de este juego lingüístico, este hecho de descentrar a lo Derrida, de jugar, quita la importancia al observador y la remite al juego, y por ende a la experiencia. Toda experiencia en sí es un hecho de construcción y de deconstrucción. Un juego de opuestos, donde su alternancia en el centro de atención nos permite remitirnos desde la cotidianeidad a la trascendencia y viceversa, en un logos que en definitiva asemeja al "ser", a la identidad, única y compleja a la vez. El establecer un juego con reglas a priori, que defina a éste como un modelo posible, dentro de una multiplicidad de modelos (juegos) posibles, nos permite incorporar nuestra acción sin modificar la experiencia. Esta necesaria toma de conciencia del verdadero rol del especialista, ser parte pero no motivo de la intervención, es el primer punto que queríamos plantear.

El Universo adolescente, multiplicidad, caos y orden

El segundo punto, hace a la comprensión y deviene justamente de la multiplicidad antedicha. La multiplicidad de juegos, unida a la multiplicidad de diferencias en las formas de vida (culturas, sub-culturas, etc.) podría tornar imposible la comprensión de formas de vidas extrañas a nosotros, de igual manera que nos podría resultar lingüísticamente imposible comprender a un león aunque este hablara. Lo que queremos plantear con esto es que, como dice Heidegger, no existe un "concepto originario de la verdad". No basta con "ser" (universal), sino con ser-ahí; lo cual nos lleva nuevamente al concepto de lo relativo (a la ocasión, a un tiempo) y nos introduce a uno sumamente importante, el de pertenencia. El ser parte (del juego) y no propiedad (una delimitación característica) que nos devuelve, desde otro argumento, la posibilidad de pronunciar juicios o aserciones, ya sean ciertos o falsos. Sin embargo, este juego de incertidumbre que puede devenir en falsedad, no debe confundirse con una anarquía o un caos. De alguna manera, estamos construyendo un cosmos, definido y preclaro, al cual sabemos identificar a partir de saber emitir las preguntas posibles y evaluar las respuestas correspondientes. Esto, al final, plantea la conclusión del principio (y aquí jugamos con los postulados lingüísticos descritos), en el sentido que los resultados de una experiencia, dependen de horizontes de sentido o interrogación paradigmáticos. Esta visión, hoy por hoy, parecería contraponerse a la intención de generar documentos globales o cartas a las cuales parecemos ser tan afectos. Sin embargo, estas, a poco de ser leídas, se muestran como las redactoras de las leyes del juego, pero no como el juego en sí. En caso de establecer una crítica, quizás deberíamos reflexionar sobre si nosotros mismos no quedamos prisioneros del juego, transformándonos en una experiencia de la experiencia. Aislados de nuestro propio juego, obviamente dejaremos de jugar otros juegos o jugaremos con reglas impuestas por juegos exógenos.


El universo y la adultez, ética, moral y política

Es esta imposición de reglas la que nos lleva al tercer punto que queríamos plantear. El formular reglas en esta multiplicidad de juegos no solo esta ligado a la capacidad, sino a la moral y la ética; la cual debería devenir en la práctica en la política como praxis social. El hecho de asumir responsablemente esta práctica de la política y políticas, nos enfrenta a la doble condición de técnico y hombre político que actúa en esta "polis lúdica" que nosotros mismos hemos generado. Entonces, ¿cómo mantener la ecuanimidad en un contexto que se vuelve cada vez más político obviando políticas? No cabe duda que la política como pathos y praxis, constituye la esencia del "ser-político" y por consiguiente éste es ética y moralmente responsable del modelo propuesto. La ausencia de esta responsabilidad básica, transformará cualquier experiencia en un hecho (facto) aislado y conducente únicamente a sí mismo. Se establecerá como objeto, vacío en la actitud del no-ser, impuesta por los modelos de ser-otros, especulando en la crisis moral y política que surge del sometimiento a los modelos exógenos. He aquí la cuestión básica que queríamos exponer dentro de la política. La imposición de políticas globales a partir de modelos probados, pero no contextuales o diferenciables culturalmente, puede transformar una factibilidad positiva en una destructiva o al menos negativa. Este modelo se establecerá como destructiva, a partir de establecer un orden desligado del caos necesario para el desarrollo de la cultura (lo inconmensurable, lo intangible), y por ende caja de resonancia de la identidad. La presión recibida en muchos ámbitos para adecuarse a modelos válidos para unos, pero exóticos para otros, en ocasiones se torna homicida. La posibilidad de salvar el patrimonio urbano, cultural o natural, a veces parece verse comprometida por una necesidad de salvar los modelos y no justamente el patrimonio.

En definitiva, no es necesario que reiteremos a algún especialista, la necesidad de rescatar un pueblo para rescatar el patrimonio. Pero, quizás sea necesario reforzar la propia identidad de los especialistas que se encuentran atrapados en el dilema entre el ser y no-hacer.


El universo urbano, volviendo a casa

Hemos hablado de paradigmas y modelos a partir de la identidad (diferenciación cultural) sin establecer su correspondencia con la ciudad, con lo urbano. Conceptualmente, ambas son reflejo una de otra, por el mero hecho de ser construcción y de-construcción. A lo largo de toda la historia del ser humano como generador de hechos urbanos, este ha sido construido, deconstruido, transformado, modificado, armado y rearmado de manera tal que el ámbito urbano se ha definido como una creación propia y original, frente al contexto natural del entorno eco-sistémico. El hecho urbano en sí lo podemos asimilar a un acto de autoreferencia, de identificación. La decisión cultural de separarse del medio natural no puede definirse por la simplificación del proceso evolutivo darwiniano. La condición volitiva de asociación en clanes, tribus, grupos y sociedades, necesita del principio de identidad para crearse a sí mismo y de la creación del concepto tecnología, (aunque rudimentaria) para sustentarse. Estamos hablando de recrear un universo en un cosmos ordenado a imagen y semejanza de un creador humano que transforma al medio natural inconmensurable en un caos acotado al mismo caos. Será en principio la religión, la encargada de establecer un vínculo con este incomprensible universo que se transformará en un universo místico, pero estable. Construirá una imagen cultural aprehensible de ese universo; en definitiva: un modelo. La ciudad, el hecho urbano, será la imagen física del modelo del orden caótico, presentada frente al caos ordenado de lo incógnito, lo natural. De este modelo se nutrirá la filosofía (seguidora de la religión en este sentido), transformando a la ciudad en un ámbito generador, tanto en la construcción de modelos de pensamiento, como así también en la lingüística de estos modelos. A su vez la ciudad se nutrirá de esos mismos modelos culturales que la ciudad creará como contra-referencia, (contra-cultural, sub-cultural, para-cultural, etc.), creando nuevos modelos físicos de autoreferencia (horizontes urbanos). Habremos creado entonces, a partir del hecho urbano, no sólo una identidad propia, sino también un lenguaje propio y, hasta modelos (naturales, religiosos, filosóficos, ideológicos, etc.) alternativos, los cuales serán la génesis de otros nuevos horizontes. Este mismo hecho será el generador de la multiplicidad necesaria para crear la unicidad necesaria (no sabemos que es único sino tenemos algo que es múltiple). Es por lo tanto necesario ser conscientes de la complejidad de lo urbano y establecer la multiplicidad de esta complejidad (infinitos modelos urbanos) para poder identificarnos de este contexto, en este contexto.


El universo en agonía, la identidad ausente

El modelo de globalización en boga, implica necesariamente una profundización de la identidad y por ende de la diferenciación cultural para ser sustentable en los ámbitos iberoamericanos. Esta cuestión es pocas veces comprendida, transformando la aplicación de modelos en un acto casi religioso que nos remite al ordenamiento de un universo que como habíamos dicho es justamente al cual no pertenecemos (el caos ordenado por la mística). Recordemos el principio básico de toda religión: Dios es un ser mas allá del ser, es decir no es uno mismo. El peligro se presenta entonces al transformar metodologías válidas en ritos y dogmas vacíos de contenido. Lamentablemente, esto a veces sólo se torna evidente ante la consumación del hecho. Nos encontramos entonces en el mismo punto que planteábamos al discurrir sobre la política; y éste es el cuarto y último punto que queríamos plantear: la validez de los conceptos que hemos de aplicar en la gestión del patrimonio. Se presenta una crisis entre la teoría y la praxis, frente a los resultados en circunstancias bien determinadas. ¿Estamos negando la validez de la Cartas de ICOMOS? No; de igual modo que los principios religiosos satisfacen las necesidades humanas, éstas lo hacen con las necesidades patrimoniales. Sí es criticable el mal uso de éstas, lo cual no es una falla de ellas, sino de la forma de aplicación. La adecuación de los principios de conservación y preservación a las políticas económicas globales, como decíamos, solo puede ser válida a partir de la diferenciación cultural, como medio de auto-referencia de esa identidad. El patrimonio solo puede considerarse un recurso teniendo presente que éste es el primer recurso de la identidad. Si aceptamos la transformación del patrimonio en un mero recurso económico, especulativo, agotamos su valía como recurso de diferenciación cultural, creando contradicción y no-multiplicidad. Es decir, no estamos aportando variantes, (sustentabilidad), sino negando la esencia del patrimonio (identidad cultural).

Corolario

Reflexionar implica, de alguna manera, asumir una actitud de respeto frente a un determinado hecho. Las cuatro cuestiones planteadas: la conciencia del papel del especialista en la experiencia patrimonial; la comprensión sincera de la diversidad del medio físico y cultural; el contexto ético, moral y político del especialista y la complejidad y contradicción de los distintos modelos de aplicación; son aspectos particulares y a la vez globales de la actitud que asumimos frente al patrimonio. Debemos ser conscientes de este hecho, ya que las contradicciones que se generarán en cada uno, proyectarán su contradicción al contexto, y por ende al patrimonio. También es evidente que esas mismas contradicciones pueden ser detectadas y corregidas por el mismo modelo, creando a su vez nuevos modelos. Lo que en nuestro concepto no es permisible, siendo especialistas, es transformarnos nosotros mismos en agentes contradictorios dentro del patrimonio, ni permitir la utilización de instrumentos, metodologías y doctrinas, fuera del contexto para las que fueran creadas: esto es, la identidad cultural y el patrimonio. Las formas, ocasión, alcance y definición deberán surgir de la reflexión, discusión y concordancia del sujeto y objeto, del contexto y el individuo, del grupo y la condición de unicidad y multiplicidad de la expresión patrimonial y cultural.

La aplicación de técnicas globales de un malentendido planeamiento estratégico, nacidas del marketing, cuyo objeto es colocar en el mercado un "producto" de vida útil limitada, es una contradicción evidente al aplicar esto como doctrina y no como instrumento de inserción mediática. Olvidamos muchas veces que el motivo del mercadeo es el recambio de productos en un medio para la generación de ganancias. ¿Cuántas veces entonces deberemos cambiar el destino, uso, función, aspecto, etc., de un bien para adecuarlo a este concepto?. Si usáramos un burdo símil familiar, diríamos que no podemos momificar a nuestra abuelita, pero tampoco obligarla a ser una diosa del fashion, del fitness y del sexo.

También este planeamiento estratégico es resultante de técnicas militares. Aspecto que resulta contradictorio al comprender que éstas disponen los medios para alcanzar un objetivo particular y el sostenimiento de esta posición. Válido como método ordenado de acción, ninguna estrategia militar propone la interacción constructiva entre objeto y sujeto al cual, en definitiva, considera un medio sacrificable para el logro de un fin. En ella el contexto es considerado un instrumento o recurso al cual aplica una logística a expensas del propio medio. Es evidente que todos los elementos para el tratamiento del patrimonio se encuentran allí, pero definidos y ordenados en un modelo extraño al modelo patrimonial.

En esto, hoy por hoy, se palpa la sensación de que la gestión del patrimonio consta de dos aspectos bien diferenciados y una gama de grises que se diluyen entre estos dos extremos. Por un lado los ardientes modelos económicos globales, extraños a la identidad cultural, y por otro, la fría rigidez conceptual, a veces sectaria, otras burocrática, muchas narcisista. Entre estos dos frentes de trinchera, una tierra de nadie que, como suele ocurrir, muestra los mayores actos de heroísmo y cobardía de los especialistas, apenas armados con cartas y manuales de procedimiento. En definitiva: llanos actos de la condición humana.

Hemos querido terminar estas reflexiones, justamente con la imagen de un campo de batalla, por la continua referencia de los especialistas a la "lucha por el patrimonio". Creemos que el patrimonio histórico iberoamericano no merece ser campo de batalla y menos de potencias extranjeras, ya que todo campo de batalla termina siendo un terreno yermo, árido, espectral. En esto, los muertos son tumbas y los héroes, monumentos. Ni unos ni otros están vivos...

Nuestra última reflexión es, entonces, defender el carácter vital y sensible del patrimonio. Nuestro deber es rescatar la vida en todos y cada uno de aquellos que han construido su identidad cultural que en un modelo globalizado debiera ser parte de la identidad cultural de,... todos y cada uno. No asumir esta responsabilidad y dejar que la multiplicidad cultural muera frente a modelos que no la aceptan, pero que no integran a estos huérfanos culturales, solo traerá consecuencias que ya hemos sufrido, pero nunca superado (racismo, temor, inconsistencia). Hoy la extinción de un modelo cultural puede significar, en un modelo globalizado, un impacto no asimilable; al igual que la pérdida de la diversidad biológica puede extinguir a la raza humana.

Hoy todos estamos indisolublemente ligados a partir de que la física de David Böhm nos ha demostrado que las mismas partículas constitutivas del universo son más conscientes que nosotros, al actuar en correspondencia entre similares aunque las separen años luz de distancia. Somos quizás más numerarios en nuestros conocimientos, pero no nos hemos transformado en más sabios. Aún somos, culturalmente y como hombres, lobos del hombre; sin asumir que, muerta la manada, muerta la esperanza y muerta la vida. Quizás, o como siempre, nuestra mayor sabiduría sea el ejemplo tan amargo, pero tan vivo, de las palabras que surgían del poeta al enfrentar a ese lobo-hombre, devorador de sueños e ideas: "... tu dices que me matas, yo digo que te suicidas...".

[1] Carlos Pernaut, Cultura, Patrimonio e Identidad, Asociación de Arquitectos de Junin, Pcia. De Buenos Aires, Argentina, 1987.

[2] M. Masterman, The Nature of a Paradigm, en Criticism and the Growth of Knowledge, Lakatos & Musgrave Eds., Cambridge, 1970

[3] Apel, Karl-Otto, Autocritica o autoeleminacion de la filosofia en " Hermeneutica y Racionalidad ", G. Vattimo.

[4] Apel, Karl-Otto, opus cit.

Lihat lebih banyak...

Comentarios

Copyright © 2017 DATOSPDF Inc.