Reflexión Teológica y Litúrgica para el Metodismo Mexicano en el siglo XXI

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Samuel Murillo Torres Reflexión Teológica y Litúrgica para el Metodismo Mexicano en el siglo XXI. Introducción Histórica como tradición de Fe Considero necesaria esta breve introducción histórica para llegar al análisis y critica actual de nuestra liturgia denominacional, ya que comúnmente, la mayoría de los dogmas litúrgicos que cada una de las tradiciones de fe tiene, tienen su origen en momentos específicos en la vida de los fundadores, precursores o primeros predicadores de dicha tradición, los cuales, deben ser analizados a la luz de la Escritura y conceptualizados correctamente en el presente. Como ya sabemos, Wesley fue heredero de la tradición Anglicana, en forma teórica y practica, varios de su familia fueron creyentes, predicadores, pastores, compositores de himnología sacra, etc. Específicamente Juan Wesley, gracias a su madre, a una corta edad comenzaba a estudiar las Escrituras, no solo en el idioma común (ingles) sino también en los idiomas originales (Hebreo, Arameo y Griego) del mismo, comenzaba a conceptualizar y muchas veces cuestionar la tradición, liturgia y dogma común, lo cual, ha dado origen a mi tradición de Fe: Metodismo. Sin embargo, dentro de esta vida ministerial de dudas, cuestionamientos, imperfecciones naturales y humanas, muchas veces idealizamos el metodismo y el concepto vivencial de la fe de Wesley y es nuestro alto estandarte para nuestra vida como creyentes y la razón de nuestra liturgia misma. Una realidad, es que Wesley a sus 35 años (año del corazón ardiente)1, ya siendo sacerdote de la Iglesia Anglicana, después de haber sido misionero en Georgia, culminado sus estudios en Oxford y tenido un sin numero de reuniones en grupos pequeños (club Santo) como un esfuerzo para alcanzar sus estándares personales en una forma metódica de vida en la búsqueda de agradar y servir mejor a Dios, no había hasta ese entonces entendido el concepto de justificación únicamente por la Fe, no                                                                                                                 1  24  de  mayo  de  1738,  calle  de  Aldersgate  en  Inglaterra.    

había entendido la gracia y el Shalom de Dios para con la vida del hombre y la comunidad, por lo anterior, podemos ver que muchas vivencias en la vida de Wesley eran por la búsqueda constante que el tenia de encontrarse con el Dios de amor que nos presenta la Escritura, muchas de ellas vivencias humanas, erróneas, llenas de dudas, de temores, y es el 24 de mayo de 1738 que se consolida todo error humano anterior en la concepción de diversos dioses falsos para revelarse como el único Dios vivo. Es necesario lo anterior, por la necesidad que surge en nuestro tiempo, lo que será la reflexión en la parte central de este escrito. Entender que no podemos idealizar nuestras practicar por muy históricas que estas sean, sino mas bien analizar sus orígenes, fidelidad a la Escritura y necesidad de las mismas en nuestro tiempo, ya que, como lo vimos a lo largo de la materia con el Dr. Brondos, es necesario tener una correcta concepción de Dios para el desarrollo y vivencia de una liturgia sana a la luz de la Escritura. Contexto histórico como Metodistas en México El metodismo llega a México inicialmente por una introducción europea, mineros, ingenieros y profesionistas ingleses, de quienes la liturgia era completamente aislada y ajena al contexto de los nativos en nuestro país, se establecen los primeros templos en comunidades mineras; El Oro de Hidalgo (Estado de México), Real del Monte y Pachuca (Hidalgo) etc. El propósito de dichas comunidades metodistas, era el de proveer una opción de culto conforme a su tradición de fe a los extranjeros, ya que la única opción que existía en nuestro país era la liturgia católico romana. Con algo de visión, se instalan lugares específicos del templo para los oyentes nativos, sin embargo, eran lugares apartados del resto de la congregación metodista y extranjera (generalmente divididos por un mezzanine), además de que la liturgia era generalmente en el idioma extranjero (Ingles). Lo anterior nos muestra una etapa del metodismo inicialmente ajena al contexto mexicano, no fue hasta los próximos años que comenzaron a abrirse iglesias metodistas en las comunidades vecinas, las cuales

eran ya conformadas en su mayoría por nativos mexicanos, los cuales se consideran los primeros metodistas en nuestro país. No fue sencillo este primer contacto, ya que la liturgia inglesa, llena de himnos, letanías, etc. no era muy compatible con las formas, contextos sociales y culturales. Algunos de aquellos primeros templos metodistas contaban con su templo masónico (lo que hoy son los salones sociales de los mismos) dentro de las instalaciones del mismo, el catolicismo los señalaba por ser una secta hereje (fuera de la religión oficial) y demás diferencias en la concepción común de Dios y por consiguiente la razón de ser del culto y la liturgia. Mas adelante, hasta la penúltima década del siglo XIX llegan los primeros misioneros metodistas de dos vertientes diferentes; la Iglesia Metodista Episcopal del Sur y la Iglesia Metodista Episcopal del Norte. Dichas iglesias no habían podido unificarse, ya que una de ellas era bastante tradicional, conservadora, defendía una postura Bíblica que les permitía la posesión de esclavos y prácticamente de un corte bastante fundamentalista (Episcopal del Sur), ellos establecen lo que hoy sigue siendo el templo Metodista mas conservador de todo el País; “El Mesías” en la calle de Balderas #47, por otro lado, la otra vertiente (Episcopal del Norte) era bastante abierta y sensible a los cambios, tenia una labor social permanente, condenaba la posesión de esclavos y aunque su liturgia era tradicional en su himnología, no se cerraba a nuevas formas e inclusiones dentro de la misma, ellos establecieron el templo Metodista con mayor capacidad numérica de congregantes en todo el país hasta el día de hoy; “La Santísima Trinidad” en Gante #5. Las misiones de ambas iglesias Metodistas crecieron y cada una enseño los fundamentos de fe que concebía por tradición, llego el metodismo a prácticamente todo el país y no fue hasta 1930 que nuestra iglesia se unifico como una sola en todo el país y se independizo de ambas vertientes misioneras, a partir de ahí se constituyo un obispo mexicano que dio seguimiento al metodismo en crecimiento.

Litúrgicamente

parecían

bastante

homogéneas

casi

todas

congregaciones locales, pero teológicamente y el concepto de Dios era variante, muchos seminaristas y pastores se habían involucrado en la revolución mexicana

años antes, algunos mediante las armas y otros mediante el aporte intelectual en la redacción de documentos y publicaciones en la búsqueda de la justicia y la paz de Dios, sin embargo, muchas otros desde entonces y hasta ahora condenan dichas acciones como revolucionarias y en contra de dios mismo, por lo cual ¿Habría que preguntar de que dios estamos hablando? Realidad denominacional actual Nuestra tradición de fe continuo sirviendo así como en cada congregación y zona geográfica les fue enseñado. Fue hasta comienzos de la década de los 70´s que nuestra iglesia sufre un sisma que nos ha dejado marcados hasta nuestro tiempo, comienza a impregnarse por el norte del país toda la influencia carismática, neo pentecostal enfocada en los dones y manifestaciones durante la liturgia, haciendo a un lado los himnos mediante señalamientos prejuiciosos expresando que parecen iglesias muertas y que si no hay un gozo o alegría (aunque estos fueran momentáneos) entonces el Espíritu de Dios no estaba ahí. Algunos pastores y laicos recibieron con alegría tales cambios y se despojaron poco a poco de lo que hasta entonces había sido su tradición y liturgia, mientras que muchos otros vieron con desagrado tales practicas y lo censuraron casi al 100% calificándolo de un emocionalismo superficial, hereje y fuera de todo fundamento Bíblico. Desde entonces, a pesar de continuar siendo una solo institución a nivel nacional, en fondo, pareciéramos ser dos iglesias distintas, con dos concepciones muy distintas de Dios y por consiguiente una liturgia muy variada en formas y contenidos. Las tres conferencias (zonas episcopales) del norte del país (CAO, CANCEN, CANO) son predominantemente carismáticas y las tres conferencias del sur del país (CAM, CAS, CASE) hasta al menos hace 10 años, completamente tradicionales, conservadores y basadas en un desenvolvimiento litúrgico lleno de himnos, letanías, oraciones leídas etc. En adición a lo anterior, es importante mencionar que así como hubieron años de grandes esfuerzos en preparación, reflexión y experiencia teológica, y

pudimos aprender de grandes teólogos y pastores metodistas tanto mexicanos como extranjeros; Gonzalo Báez Camargo, Raúl Macín, Rolando Zapata, Míguez Bonino, Emilio Castro, Isaías Gutiérrez, Federico Pagura etc. Dicho liderazgo, permitió que el metodismo pudiera concebir y conceptualizar de forma correcta nuestra responsabilidad y praxis de fe, una filtración y discernimiento sano de nuestra tradición wesleyana, nuestra tradición histórica, nuestra responsabilidad Bíblica, la liturgia desarrollada y nuestra respuesta para con nuestro entorno, por ello el metodismo logro ser respuesta y formar parte esencial de conflictos sociales, políticos, de explotación, inestabilidad y guerra en diversos países; México, Guatemala, Nicaragua, Bolivia, Uruguay, Chile, Argentina. Nuestra realidad es muy diferente, así como en el medioevo, ahora gran cantidad de nuestros lideres no han contado con la misma oportunidad de preparación teológica, de conocimiento histórico y por consiguiente hay cierta incapacidad para desarrollar un equilibrio en nuestra responsabilidad de fe en nuestro contexto y el contenido de nuestra liturgia, ciertamente el culto es en el idioma común pero desgraciadamente en contenido, razón de ser, bases firmes de conocimiento Bíblico por parte del clero y el laicado cada vez pareciera ser mas limitado, y muchas veces se participa por tradición en cualquiera de las dos vertientes teológicas y litúrgicas de nuestro presente. Analizaremos entonces que tan liberadora y transformadora es nuestra liturgia en ambas vertientes comunes en el metodismo mexicano: 1.

Vertiente carismática al norte del país (liberal en formas y

conservadora en fondo). a.

Comúnmente la liberación que dicha vertiente ofrece, se

delimita en el grado de “éxtasis” que se alcance a lo largo del culto, en donde la música (mas parecida a un concierto que al modelo congregacional de alabanza) es la parte central del culto, la cual desgraciadamente cae en un modelo 7/11 (siete palabras repetidas once veces) y que peor aun tiene una orientación sentimental antropocéntrica, en donde la preocupación del creyente es el mismo, su propio bienestar, sus propios deseos y satisfacción, la predicación

comúnmente consiste en redundar sobre el legalismo o lo que ha parecido escandaloso para el líder religioso y en hacer sentir culpables a todos los presentes, llevándoles a venir a la iglesia por miedo, por culpa, completamente despavoridos por el infierno lleno de flamas y azufre. Es decir, no hay transformación permanente por la Palabra para una permanencia de vida llena de Dios, sino mas bien una autosugestión emocional durante el culto que nos hace entonces esclavos de un dogma alejándonos de la libertad de Cristo, una teología completamente americanizada tipo “Jesús is my boyfriend” en lugar de que la centralidad sea la celebración histórica que había en los primeros siglos, la concepción de un Cristo resucitado y un Dios que nos ofrece de su gracia y amor para toda su creación sin acepción de personas. 2.

Vertiente tradicional al sur del país (conservadora en formas y

liberal en fondo). a.

Comúnmente la liberación que ofrece dicha vertiente,

tiende a ser un poco mas social, un alcance mediante las obras en beneficio y bendición de nuestro prójimo, la liturgia permanece en la mayoría de los casos con himnos y letanías milenarias, lo cual no considero en ninguna forma erróneo, sin embargo, no han permitido que se tenga un alcance equilibrado de personas para compartir el evangelio, es decir, cada día nuestras iglesias están mas llenas de personas ancianas, sus hijos, nietos, sobrinos ya no ven “atractiva” dicha liturgia y en la mayoría de los miembros que permanece, se ha impregnado una concepción un tanto parecida a la ortodoxa, al grado de que parecieran hacer la liturgia misma sacramental, sin permitir ningún cambio en la misma, ni en su contenido, ni en sus formas. Se provoca una fricción constante entre el clero y laicado para las formas de trabajo, ya que para ambos el seguimiento de Jesucristo se delimita mas en las formas de hacer las cosas dentro del culto y fuera de el que en la esencia de la vivencia en bienestar de unos

para con otros, del amor ferviente permanente de Dios en nuestro diario vivir. Por lo anterior, tampoco hay una transformación Bíblica trascendental, no hay unidad en el cuerpo, sino que mas bien mantenerse como estamos porque así ha sido siempre y así debe ser, como si una de las premisas iniciales del metodismo no fuera la necesidad de pensar y permitir a otros que piensen. Lo breve descripción anterior, nos permite ahora analizar que tan solida y sana es nuestra liturgia, en donde vemos puntos de debilidad en ambas pero también puntos solidos que de ser desarrollados y atendidos, habría un mejor crecimiento. Debilidades litúrgicas: -

basar el culto en la emoción

-

la centralidad del culto en la música

-

sermones y predicaciones ajenas a la Escritura Bíblica y

nuestra responsabilidad con el Kerygma -

perdida de participación comunitaria, cantos congregacionales

y la oportunidad de involucrarnos como un cuerpo. -

Acaparamiento de pocos lideres para desarrollar y participar

en la liturgia -

Creer que así como ha sido así debe ser siempre sin agregar

ni quitar nada de la liturgia del culto. -

Tener prejuicios y paradigmas con ciertas practicas; la practica

de la oración escrita porque para unos es un rezo repetido o la oración improvisada que para la mayoría es repetir mil veces la palabra “Señor” sin ningún contenido de fondo. -

Querer basar la adoración en géneros musicales y no en la

concepción de Dios del creyente para una adoración genuina sin importar las formas de la misma. Fortalezas litúrgicas: -

Tenemos una herencia histórica de la cual podemos siempre

aprender, tomar lo bueno y desechar lo malo

-

nuestra denominación no tiene ningún impedimento para los

cambios litúrgicos o de participación dentro del culto, es decir, tenemos completa libertad para responder al contexto donde se encuentra nuestra congregación en formas. -

La impartición de los sacramentos (eucaristía y bautismo)

deben continuar siendo parte central de nuestra comunión como cristianos entre nosotros mismos y en acción de gracias para con Dios. -

Mas importante que lo anterior, tenemos la revelación divina

de Dios en las Escrituras, por medio de las cuales, podemos siempre darnos cuenta, redireccionar y modificar nuestra liturgia para un desarrollo sano en nuestras vidas. Es necesario que como institución, no pretendiendo ser mejores o mayores a ninguna otra, pero si como la porción del cuerpo que somos hasta hoy, debemos aprender a discernir y desechar aquello que en lugar de unificar, consolidar, amar, bendecir nos lleva a destruir, dividir, dañar, lastimar y alejar a los demás, con ello no me refiero a volvernos una iglesia “atractiva” al publico como si vendiéramos un producto sino mas bien al entendimiento solido de nuestra responsabilidad Bíblica de ser bendición a todas las naciones de la tierra, de mostrar la misericordia constante de Dios, de hacer ver que la ley de Dios no fue, ha sido ni es un yugo que mantenga al ser humano sometido a un Dios egocéntrico en si mismo y que paga por retribución al que le da, sino mas bien la ley cumplida en Cristo que es el bienestar de toda la humanidad en cualquier nivel sociológico y estructura, que parte desde el individuo y alcanza hasta las naciones, pueblos y el mundo entero. Es necesario que identifiquemos los dioses que nosotros mismos hemos construido entre nosotros y que nos demos cuenta de la necesidad de volvernos ateos a ellos para volvernos al único Dios que es el dador de vida, proveedor por excelencia y quien ha acompañado a cada uno de los seres humanos desde el principio.

Conclusión La Iglesia Metodista de México debe pasar por un proceso de reflexión nacional en donde pueda ver su realidad desde todos los puntos de vista que hemos analizado en este escrito y muchos otros que podrían agregarse, en donde nuestra realidad denominacional debe ser analizada, valorar los principios de tanto valor que Wesley expresó, pero muchos otros, valores pietistas que el mismo vivió por confusión en la búsqueda de una identidad solida, la realidad de que partimos de un Cristo español y después la llegada de un Cristo norteamericano que nos hace mas difícil poder llegar al Cristo Bíblico liberador, tanto en la parte teórica y mas importante aun, convertirnos en hacedores únicamente de Su Palabra como consecuencia de haber desechado lo inservible y ajeno a la Escritura, entender entonces que la santidad de la que Wesley y la Palabra hablan, no es una perfección humana posible de alcanzar por nosotros mismos sino mas bien el fruto de haber alcanzado el entendimiento del Shalom cumplido en nuestras vidas (Perfección Cristiana), un esfuerzo constante por el bienestar de nuestro prójimo en nuestro alrededor y ver cumplida la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta en cada una de nuestras comunidades. De esta forma, dejaremos de competir interna y externamente, el evangelismo dejara de ser sinónimo de proselitismo y nuestro pensamiento se alejará del modelo de iglesia inversión/ganancia para así buscar la construcción de un metodismo equilibrado en lo que caracteriza las fuentes de nuestro quehacer teológico en todos los niveles estructurales; la razón, la experiencia y la tradición, teniendo como centro la Palabra viva de Dios. Un uso correcto y consciente de nuestra razón en cada elemento y participación litúrgica (individual o colectiva), siendo nuestra experiencia no un impedimento para el cambio y desarrollo, sino elemento vital para el aprendizaje sobre lo que ha funcionado y lo que puede mejorarse, así como también contemplar, valorar y admirar nuestra tradición de Fe, no como inmolada y caída del cielo, sino como una oportunidad que Dios nos ha dado desde el siglo XVI para ser una porción del cuerpo (no somos los únicos cristianos en el mundo ni en

el país) esforzándose en un crecimiento personal y en el cuidado de nuestro prójimo equitativamente; todo lo anterior, respaldado siempre por la inspiración de divina que obtenemos mediante el conocimiento de la Palabra de Dios.

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