Reflexion sobre Cuerpos en Escena

June 24, 2017 | Autor: Pablo Corrales | Categoría: Reflexión
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Descripción

Reflexión sobre Cuerpos en Escena
Pablo Corrales

¿Cómo empiezo? ¿Qué hago? Estas son las dos primeras preguntas que surgieron en mi cuando por primera vez, este año he tenido que enfrentarme a una clase de interpretación. Supongo que son dos preguntas que nos hacemos todos a la hora de comenzar a interpretar. Recuerdo el primer día de clase en el que todos andábamos como pequeños monstruos dando vueltas por la clase. También recuerdo lo violento que me resultaba, ya que nunca me había visto en una situación parecida. ¡Qué hago yo aquí! Esta era otra de las dudas que me abordaban en aquellos momentos. Supongo que todo actor se ha sentido igual al tener que interpretar a su payaso. El payaso, ese personaje que se divide, en mi opinión, en dos mitades, una propiamente la del personaje y otra la de la persona que lleva la máscara. De todo el libro este capítulo, que escribe José D. Piris, es el que más hondo me ha tocado. Se podría decir que es el que me ha abierto los ojos y me ha hecho reflexionar sobre lo desnuda que se encuentra una persona al subirse a un escenario. Auna lo trágico y lo cómico en un mismo personaje, y lo que creo que es más importante, no hay dos payasos iguales, como no hay dos personas iguales.
Comienzo hablando del payaso porque creo que cualquier persona que en algún momento de su vida decide dedicarse a la interpretación, realiza, aun sin saberlo, un acto de altruismo hacia los demás. Esto puede parecer un poco pedante, pero intentaré explicarme mejor. Con esto no quiero decir que todas las personas se muevan impulsadas por lo mismo. Habrá gente que se dedique a la interpretación por vocación, otras por el dinero que esperan ganar, por fama, o simplemente porque esté de moda. Con el acto de altruismo, me refiero a que cuando un actor o actriz se sube a un escenario, se expone a ser juzgado. Todos nos creemos que tenemos el derecho, el deber, de juzgar a la persona que se encuentra delante de nosotros. Digo persona porque realmente en escena, pasa algo muy curioso. No juzgamos al personaje, sino que incluso llegamos a comprender y empatizar con las razones que tiene para realizar sus actos. Pondré un ejemplo, cuando Orestes mata a su propia madre, nosotros empatizamos con él, entendemos sus razones. Si esto lo viviéramos en la vida real, nos parecería un acto completamente inhumano, cualesquiera que fuesen las razones que tuviera. Sin embargo, cuando un actor se expone a un público, lo juzgamos a él. Su interpretación, si es guapo o feo, si se mueve bien... Este es el acto de altruismo al que me refiero, ya que en la vida, a ninguno nos gusta que nos juzguen.
Cuando comencé a leer este libro, y casi inconscientemente, me puse a juzgar si me gustaba o no como se expresaban sus diferentes autores, sin darme cuenta de que lo realmente importante, no era la expresión escrita. Lo interesante, es saber como un actor, una persona, puede expresar emociones, sensaciones, incluso metáforas con su cuerpo. Mi primera impresión, al darme cuenta de esto, es la importancia que tiene para un actor saber como es su cuerpo, como utilizarlo y como continuar entrenándolo para que responda en cada momento con la intensidad necesaria. Si de algo me ha hecho darme cuenta, es de que lo que cada uno piensa, o las sensaciones que cada uno tenemos, antes incluso de expresarlas con palabras, las expresamos con nuestro propio cuerpo. Como decía Stanislavski en su última etapa y tras haber investigado concienzudamente sobre la interpretación, "un actor, no puede llegar a controlar completamente sus emociones, pero si su cuerpo". El cuerpo de un actor, es la herramienta principal con la que cuenta para llegar a expresar esas emociones que necesita transmitir al espectador. Puede que sea por las necesidades y conflictos que sufre su personaje o por querer transmitir imágenes o metáforas al público.
A medida que ido avanzando en la lectura del libro, ha cambiado completamente la concepción que tenía establecida sobre el teatro de gesto. Al comenzar no comprendía como un cuerpo por si solo, sin necesidad de palabra, podía llegar a transmitir un mensaje. Gracias al este libro y al haberme enfrentado en clase a diferentes situaciones, he comprendido la fuerza que tenemos las personas para contar, transmitir o generar imágenes única y exclusivamente con nuestro cuerpo. Es curioso cómo cuando uno va entendiendo el funcionamiento de su cuerpo, logra comprender la fuerza que este tiene para transmitir sensaciones. Cómo con el simple cambio de pesos en las diferentes partes de éste, o con la aceleración o deceleración en las velocidades al realizar movimientos, estamos transmitiendo casi sin darnos cuenta, imágenes o significados completamente diferentes. Cuando controlamos nuestro cuerpo, podemos llegar a expresar más que con palabras. Esto me llevó a pensar en los anales de la historia del ser humano. Casi sin darme cuenta me encontré divagando en cómo los hombres nos comunicábamos cuando todavía no habíamos desarrollado un lenguaje oral. El cuerpo y las acciones que realizábamos con él era lo que nos permitía entendernos con nuestros iguales.
Después de haber comprendido esto, intentaré sintetizar lo que significa para mi el cuerpo en la escena. En primer lugar tengo que reconocer que lo que más complicado me resulta, con la escasa experiencia que tengo, es llegar a vaciarme completamente y dejar que mi cuerpo fluya, que hable por si mismo. Esto creo que es a lo que se le denomina improvisación, hacer algo sin pensar. Desde esta improvisación vas encontrando acciones, movimientos, que te pueden ser útiles para llegar a expresar lo que realmente quieres contar. Luego vas ajustando los tempos, los pesos y las intensidades de tus movimientos para lograr que todo tome un sentido y poder dar significado a la representación. Como dice David Zinder en el capítulo que Sol Garre le dedica en el libro, "el proceso, es como pelar una naranja, primero tienes la naranja y luego comienzas a pelarla". Otro de los puntos que se trata en este capítulo, es la importancia de la imaginación para lograr que tu cuerpo hable, la importancia de que la persona, pueda llegar a construir imágenes, olores o sonidos en su mente, que le ayuden a resolver los diferentes problemas con los que se va encontrando. Y por último la importancia que tiene el no creer que ya lo sabemos todo. Que para que esto funcione tenemos que entrenar día a día, para que nuestro cuerpo responda a las necesidades de cada representación. Ante todo esto, y aun sin comprenderlo del todo, reflexiono sobre el arduo trabajo que un actor de gesto realiza diariamente al enfrentarse cada jornada a esas dos preguntas con las que yo comenzaba mi reflexión. ¿Cómo empiezo? ¿Qué hago?
Para concluir, me gustaría hacer referencia también, a la constante lucha a la cual se enfrentan los docentes que intentan enseñar interpretación. Como bien dice Joaquín Campomanes en su capítulo, ellos no están aquí para formar esgrimistas, cantantes o bailarines, sino para utilizar las diferentes disciplinas con el fin de formar actores. Actores lo más completos posibles, que comprendan la importancia que tiene observar, estar concentrado, dominar los ritmos y cadencias de los movimientos, trabajar la relación con objetos... Digo esto porque si hay algo de lo que me he dado cuenta, en el poco tiempo que llevo estudiando dirección escénica, es de la importancia que tiene una buena comunicación, un lenguaje común, con el que poder lograr que los demás te entiendan. Esto en mi opinión es a lo que se enfrentan los docentes cada día, a que los alumnos lleguemos a comprenderles.
Me gustaría terminar citando una frase que creo que define muy bien la esencia de este libro y de la interpretación.
"No hay tal cosa como buenos o malos actores, sólo grados de profundidad en la razón que el actor tiene para estar en escena". Tadashi Suzuki




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