Reflexión acerca de la naturaleza de Al Qaeda

June 29, 2017 | Autor: Mariano de Miguel | Categoría: International Terrorism, Ideology and Discourse Analysis, al-Qaeda, Islamic fundamentalism
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Descripción

1. Reflexión acerca de la naturaleza de Al Qaeda

Tomando como antecedente referencial los inicios del terrorismo
anarquista, creado por sus dirigentes como "propaganda por el hecho", hasta
la actualidad más reciente, existió una notable certeza acerca de la
vertiente esencialmente "publicitaria" de toda violencia terrorista. La
realización de cualquier acto de violencia indiscriminada buscaba no sólo
la expansión ilimitada del miedo y la ansiedad en sus víctimas, sino la
transmisión a una audiencia mayor de un mensaje más o menos elaborado a
través de la agresión contra determinados colectivos, individuos o
símbolos. Debemos partir del hecho de que las estructuras de estos grupos u
organizaciones, difieren completamente con respecto a otro tipo de redes
terroristas conocidas. Por lo tanto, podemos indicar por lo tanto que la
red Al Qaeda se puede designar como una coalición/asociación compuesta por
individuos, grupos terroristas los cuales basan sus principios en pactos y
relaciones personales. De ahí que haya sido considerada por diversos
autores como un "proceso" o una "ideología" antes que como una organización
terrorista según la definición clásica usada o conocida.


¿Cuáles son por lo tanto los objetivos directos de la red creada por
Osama Bin Laden? Estos pasarían por el desarrollo de zonas islámicas en los
actuales países de mayoría musulmana –que no la creación de un Estado
Islámico-, y la derrota de los que considera los enemigos seculares del
Islam: Israel, Occidente –de forma más inmediata, Estados Unidos, "El Gran
Satán", país al que considera a la cabeza de la cruzada o guerra contra el
Islam- y los que califica de dirigentes "kafir" (apóstatas), en la gran
mayoría de países islámicos. Dicha red planteó pues su lucha en términos de
guerra total. A pesar de sus reivindicaciones parciales sobre la retirada
de tropas occidentales en países árabes, lo cierto es que no pretende el
chantaje ni la negociación en busca de objetivos limitados, sino que anhela
la destrucción y el sometimiento total de los enemigos del Islam[1].


Los líderes de la organización terrorista, junto con otros muchos
veteranos de la guerra de Afganistán, gozaban de una inquebrantable
confianza en sus capacidades para lograr la victoria en su yihad global,
como consecuencia de la derrota y retirada de la Unión Soviética de
Afganistán. El que Al Qaeda fuese catalogada como una ideología, es
comprensible, si consideramos la importancia que tiene el "relato" que da
per se coherencia a la red: En la propagación (que no proselitización o
da'wa) se ubica la supervivencia del grupo y la consecución última de sus
objetivos. Es precisamente en este punto donde se percibe más claramente la
fusión entre violencia y propagación de mensaje dentro de las actividades
de este grupo. Al Qaeda no pasaría de ser una más entre todo un conjunto de
ideologías marginales, sino tuviese una clara capacidad material de
atentar, provocando el pánico y la desestabilización de las sociedades
agredidas.


Es precisamente la consumación de terribles ataques lo que otorgaba
credibilidad e imagen a su mensaje. Golpeando el "corazón" de sus
adversarios lograba revestirse de una imagen de fortaleza que le permitió
seguir sumando miembros y simpatizantes a su proyecto político-religioso.
El hecho de que la organización de Bin Laden fuese capaz de erigirse como
la principal amenaza a la que debería hacer frente Occidente en as próximas
décadas, constituía un poderoso reclamo para amplísimas masas del mundo
musulmán que comulgaban con una visión belicista del Islam y sitúan la
causa última de todas sus frustraciones en una "conspiración judeo-
cristiana" empeñada en mantener sometido y humillado al mundo musulmán.


Con los atentados perpetrados contra suelo estadounidense se
inauguraba el mayor ciclo de violencia de la organización terrorista, la
cual a pesar de ver mermadas sus posibilidades de llevar a cabo un nuevo
ataque de grandes dimensiones, por el inicio y desarrollo de la "Guerra
contra el terror", continuó enfocando su afán destructivo a través de
atentados contra objetivos de menor entidad a lo largo del mundo, con lo
cual lograba ofrecer una imagen de fortaleza y resistencia a los golpes
recibidos. Los yihadistas "cumplían", y en los casos en los que
sacrificaban para ello su vida, llevaron al extremo su "compromiso" como
creyentes y defensores del pueblo musulmán, ofreciendo al mundo un
testimonio que multiplicaba la potencia de su discurso.


Es por ello que para los que tenían algún tipo de sintonía con los
argumentos de Al Qaeda, los atentados suicidas eran considerados actos de
martirio que daban pie a ocupar el puesto del compañero caído; y el daño
causado a las víctimas, por lo tanto, motivo de alegría y celebración.


Uno de los principios estratégicos de Al Qaeda consistió en crear un
"terrorismo de franquicia". El éxito en este objetivo dependía en gran
parte de los resultados de su acción de propaganda viral. No fue fácil
aplicar medidas eficaces contra esa labor dado que se trataba de una acción
descentralizada que aprovechaban un malestar (justificado en unos casos, y
en otros, no tanto) extendido en amplios sectores del mundo islámico. Fue
durante esos años, cuando los mensajes de Bin Laden difundidos por él mismo
y de a Ayman al Zawahiri –segundo de la red terrorista y desde la muerte de
Bin Laden en Mayo de 2011, el número 1 de la red- junto sus aliados contra
los enemigos del islam subrayasen el sufrimiento global de los musulmanes
insultados y perseguidos, de Palestina a Cachemira. Como figura de calado
estratégico, lo cierto es que Bin Laden apuntaba a dar en la cuestión más
candente del momento. Su acento sobre Palestina muchos de sus vídeos tenían
lógica dado que el factor de las penalidades de millón y medio de
palestinos en Gaza bajo el asedio israelí fue -y es aún hoy- noticia
prioritaria en la región. A los musulmanes se les recuerdan las promesas
rotas de Occidente cada vez que se plantea el crear un Estado palestino
independiente[2].


En diversos momentos, Bin Laden se sirvió de otros motivos de agravio
en Iraq, Afganistán, Pakistán y otras partes para fomentar y propagar la
ideología móvil de Al Qaeda. Aunque Al Qaeda creció en el específico
contexto afgano de modo altamente centralizado y jerárquico en los años
noventa, la organización fue evolucionando y dando pie a una forma de
paraguas protector, ideológicamente flexible, globalizado y omnipresente.
Esta ideología popular ofrecía por lo tanto un arma poderosa a una amalgama
de activistas religiosos radicalizados de diverso origen social, los cuales
vislumbraban que su cultura e identidad musulmana, eran atacadas.


2. Objetivos de Al Qaeda y del Estado Islámico: similitudes y
diferencias.


Durante algo más de un cuarto de siglo, cuando se hablaba de
terrorismo integrista, esto era hacerlo de Al Qaeda. Su ideología, una
variante del salafismo de acuerdo con la cual el concepto religioso de
yihad debía ser entendido exclusivamente en su acepción belicosa, justifica
moral y utilitariamente la violencia terrorista con el objetivo último de
instaurar un imperio panislamista de orientación integrista-radical.


En cualquier caso, como consecuencia de la respuesta estadounidense al
11-S, Al Qaeda perdió el santuario del que venía disfrutando en Afganistán.
No pocas de sus organizaciones afines quedaron también privadas de las
infraestructuras que mantenían al amparo de los talibán. Con todo, Al Qaeda
continuó existiendo como organización yihadista. Reubicada desde 2002 en
las zonas tribales de Pakistán, cobijada por los talibán paquistaníes,
mostró una sobresaliente capacidad de adaptación, que en gran medida se
explica precisamente por su jerarquizada y sólida articulación
organizativa.


La red de Bin Laden, optó por descentralizarse, estableciendo algunas
extensiones o ramas territoriales subordinadas, aunque dependientes del
modo por el cual se produjese su formación y del tipo de liderazgo
instaurado en ellas. En segundo lugar, fomentó relaciones de asociación con
organizaciones de similar orientación basadas en distintas regiones del
mundo islámico y la aparición de nuevas entidades afines, siempre
inspiradas en la ideología común del salafismo yihadista.



En la actualidad y por consiguiente, en las guerras civiles o
sectarias de Siria e Irak como escenario común de insurgencia yihadista se
observaron dos facetas claves de la actual transformación del terrorismo
global. Por una parte, dicha insurgencia dio a pie una movilización de
integristas sin precedentes entre jóvenes musulmanes dentro y fuera del
mundo islámico.


Por otra parte, ahora hay dos entramados yihadistas de proyección
internacional con sus respectivas matrices. El nuevo se ha formado desde el
autodenominado Estado Islámico, antes una extensión iraquí de al-Qaeda que
bebía de la filial de la organización, por aquel entonces dirigida durante
la invasión norteamericana por el jordano Abu Musab Al-Zarqawi. Tras su
implicación en la guerra civil siria y adoptar en 2013 el nombre de Estado
Islámico de Irak y Levante (EIIL), Ayman al-Zawahiri, mando supremo de al-
Qaeda, lo desposeyó de la condición de grupo filial de la antigua red de
Bin Laden en Irak. Antes, Abu Bakr al-Baghdadi, líder de este grupo, se
había negado a mantener en exclusividad sus actividades dentro de Irak y a
reconocer al Frente al Nusra como rama principal o de Al Qaeda en Siria.
Dicha ruptura desató posteriormente, una pugna por la hegemonía en el
yihadismo global entre dos organizaciones que compartían en lo fundamental
doctrina y fines pero discrepaban en tácticas y estrategia.


En el contexto de dicha competición, el EIIL anunció el 29 de junio la
proclamación de un califato, la designación de Baghdadi como califa y que
la organización pasaba a denominarse Estado Islámico (EI) sin más. Esta
iniciativa y la evidencia de controlar amplias zonas de Siria e Irak
contrastaban con los resultados mostrados por al-Qaeda. Así, el EI ha
recabado apoyo de diversas entidades yihadistas, provocando fracturas en
otras asociadas con al-Qaeda


Desde que en 2013 se produjo la ruptura entre Al Qaeda y una de sus
dos ramas territoriales en Oriente Próximo, la organización yihadista cuyos
antecedentes se remontan a 2004 y que en junio de 2014 adoptó el nombre de
EI, la otrora Al Qaeda en Mesopotamia, supera a la primera en cuanto a
movilización de seguidores y el reclutamiento de militantes o
colaboradores, dentro y fuera de aquella región del mundo. Todo ello, tanto
en países con poblaciones predominantemente musulmanas como entre las
colectividades islámicas que existen en el seno de las sociedades
occidentales. No es un fenómeno que se observe sólo en redes sociales y
canales de Internet. Una gran mayoría de los varios miles de yihadistas
extranjeros procedentes del norte de África o de Europa Occidental que se
encuentran actualmente en el escenario común de insurgencia que forman
Siria e Irak está a las órdenes de Abu Bakr al-Baghdadi, el líder del EI,
en lugar de estarlo a las de Abu Muhammad al-Julani, subordinado de Ayman
al-Zawahiri como dirigente del Frente al-Nusra, la filial en Siria de al-
Qaeda.


Sin embargo, el EI y Al Qaeda comparten ideología y fines. Para ambas
organizaciones, es común el salafismo yihadista, aunque en el caso del EI
adquiere una connotación profética y apocalíptica en la cual debemos
incidir. Ambas coinciden en un mismo objetivo último: el de extender por la
fuerza la observancia del credo islámico, en su expresión más excluyente y
rigorista, sobre el conjunto de la humanidad y reinstaurar el califato
sobre la totalidad de los territorios en los que rigen o han regido alguna
vez, desde el siglo VII, las estipulaciones del Corán. Pero ante una misma
población de referencia, el EI presenta como resultados lo que para Al
Qaeda siguen siendo aspiraciones. 


Mientras que al-Qaeda pretendía, desde al menos mediada la década de
los 90, devolver la tierras del islam a sus pobladores legítimos, el EI lo
realizó en la práctica hace ya más de un año con la proclamación del
califato tras la toma Mosul en junio de 2014 y ha convertido a su propio
líder en el nuevo comendador o jefe de los creyentes, que reclama autoridad
política y religiosa sobre todos los musulmanes del planeta sin excepción.
Poco importa que los dirigentes de aquella insistan en que no se dan las
condiciones favorables para crear y consolidar el califato. Habiéndose
anticipado en ello y disponiendo de una base territorial donde ejerce poder
y que otorga credibilidad a su propaganda, al EI se le atribuyen un éxito y
unas expectativas de éxito que le son negadas a Al Qaeda[3]. 


3. Consideraciones finales.


A fecha actual, la ideología permeable de Al Qaeda halla refugio tanto
en los suburbios de núcleos musulmanes y campos de refugiados en Palestina,
Líbano, Sudán, Somalia, Yemen y Argelia como también entre algunos
profesionales y estudiantes universitarios del golfo Pérsico, Gran Bretaña,
Estados Unidos y otras áreas. Casos recientes muestran claramente la forma
en que la ideología viajera de Al Qaeda ha salvado las diferencias de
clases sociales a través del espacio y mediante técnicas pertinentes de
reclutamiento. Ha funcionado como imán que ha atraído a individuos como el
terrorista del día de Navidad, el nigeriano Umar Farouq Abdulmutallab,
estudiante de la Universidad Central de Londres; el psiquiatra castrense
Malik Hassan que mató a varias personas en Fort Hood (Texas), los cinco
musulmanes integrados socialmente en Virginia en una célula a posteriori
abortada por el FBI, o el destacado médico jordano de origen palestino
Humat al Balawi, agente de información convertido en terrorista suicida que
mató a siete agentes de la CIA en una base de Jost, cerca de la frontera
afgano-pakistan, durante las navidades de 2009 en el denominado "Caso de
Fort Chapman".

Todos ellos poseían en común un proceso de radicalización a través de
internet y por su cuenta, no por ello sin dejar de lado una vida integrada
en sociedad, en su mayoría en Occidente. En el caso por ejemplo de Al
Balawi, según su familia, la operación militar israelí en Gaza a finales
del año 2008, le enfureció para llevarle a la militancia radical. El
mando militar de Fort Hood, Hassan, estaba profundamente afectado por la
invasión y ocupación de Iraq liderada por EE.UU. Y la guerra estadounidense
en Afganistán y Pakistán dio alas al integrismo de los citados cinco
estudiantes musulmanes de Virginia


Tras este proceso de autorradicalización, estos individuos volvieron
sus miradas a mentores de Al Qaeda, como el yemení nacido en EE.UU., Anwar
al Awlaki, en busca de guía, apoyo y justificación religiosa. Ellos mismos
tomaron las iniciativas descritas y pasaron a la acción. Sobre los motivos
por los cuales los autorradicalizados activistas se empaparon de la
ideología de Al Qaeda, no existe otra alternativa que legitime la muerte de
los enemigos del islam, incluyendo civiles e incorporando distintos y
variados temperamentos y procedencias.


Un factor importante a considerar es que cada vez más musulmanes ven a
Al Qaeda a través de un objetivo que subraya la monstruosidad de las
muertes de no combatientes. Una mayoría abrumadora de musulmanes
intensificó sus críticas a la ideología de Bin Laden y sus seguidores;
condenaban pues, el daño que ha causado a la imagen del islam y a las
mismas sociedades musulmanas. La nueva tendencia es elocuente sobre el
descrédito moral que a su juicio aqueja a Al Qaeda a ojos de los
musulmanes.


No hay pruebas de un respaldo de una opinión musulmana favorable y de
carácter solvente al nuevo terrorismo sino, por el contrario, de
repugnancia y oposición. La clave para resolver el enigma del lobo
solitario radica en trabajar estrechamente con las redes sociales
musulmanas para identificar preventivamente las señales de advertencia
antes de su mutación en la forma descrita. La primera y más eficaz línea de
defensa contra el terrorismo es la propia comunidad musulmana.


Pero Al Qaeda, siendo una red terrorista global se ha servido de la
progresiva inestabilidad en Oriente Medio y el Norte de África para
incrementar su actividad y tratar de reforzarse, especialmente en casos
como los de Siria y Mali, Somalia o Yemen. Del mismo, otras nuevas
organizaciones yihadistas vinculadas a la red, se articulaban en Egipto,
Libia, Túnez y Siria. Lo que actualmente Al Qaeda y sus extensiones (Al
Qaeda en la Península Arábiga (AQPA) o Al Qaeda en el Magreb Islámico
(AQMI)), ofrecen a jóvenes musulmanes radicalizados o vulnerables a la
radicalización, en países con poblaciones mayoritariamente musulmanas o
entre musulmanes que habitan en otras sociedades, es pertenecer a una
organización yihadista que, aunque degradada en su núcleo, mantiene
capacidades operativas nada desdeñables en determinadas áreas del mundo
islámico y, pese a las adversidades que afronta, continúa proclamando sus
soflamas incendiarias contra el "Occidente Infiel".










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[1] GUNARATNA, ROHAN (2002): Inside Al Qaeda. Global Network of
Terror, New York: Columbia University Press


[2] BURKE, JASON (2003): Al Qaeda. Casting a shadow of terror. New York:
I.B. Tauris

[3] MARTIN, JAVIER: ESTADO ISLAMICO: GEOPOLITICA DEL CAOS, Los libros
de la Catarata, 2015.
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