Recorrido Cuturales 4. Obra de Ricardo Legorreta

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Descripción

recorridos culturales 4 CONARTE

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ARTE SACRO 1. Catedral de Monterrey 2. La Purísima

OBRA DE RICARDO LEGORRETA Semblanza 1. Centro Financiero Banamex 2. EGADE Business School, ITESM 3. Biblioteca Universitaria Raúl Rangel Frías, UANL

MUNICIPIOS: SANTIAGO 1. Iglesia Parroquial de Santiago Apóstol 2. La Plaza Ocampo y su entorno 3. La Plaza Hidalgo y su entorno

RECICLAJE ARQUITECTÓNICO 1. Casa de la Cultura 2. Casa Universitaria del Libro 3. Centro Cultural Universitario Colegio Civil

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OBRA

DE RICARDO LEGORRETA

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recorridos culturales Semblanza

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icardo Legorreta (1931-2011) ha sido uno de los arquitectos mexicanos contemporáneos más renombrados, tanto en el ámbito nacional como en el internacional; esto último en virtud de su condición destacada como representante de eso que se ha dado en llamar “escuela mexicana de arquitectura moderna”. La revista “Obras” —núm. 476, agosto del 2012— lo incluyó entre los cinco arquitectos mexicanos más influyentes de los últimos cuarenta años, solo por detrás de Luis Barragán y por delante —en este orden— de Teodoro González de León, Pedro Ramírez Vázquez y Mario Pani. Esta publicación propuso los nombres de cuarenta arquitectos de distintas generaciones, nacionalidades y corrientes de pensamiento que desarrollaron proyectos importantes en México, y obtuvo ese resultado a partir de una encuesta entre los suscriptores más cualificados —casi un millar—. Aunque no llegó a obtener el Premio Pritzker —considerado una especie de premio Nobel de arquitectura—, recibió galardones de gran prestigio internacional, como el Praemium Imperiale —2011—, otorgado por la Asociación de Arte de Japón, y la Medalla de Oro del Instituto Americano de Arquitectos —2000—, así como el Premio Nacional de Artes, de 1991. Se le ha asociado, en términos de influencia, con arquitectos y artistas de la talla de Luis Barragán, Mathias Goeritz y José Villagrán, sobre todo con el primero, con quien —a partir del proyecto del Hotel Camino Real de la Ciudad de México, 1968— comparte la más decidida

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apuesta por la llamada “arquitectura emocional”, mediante la cual buscaron una afirmación nacionalista inspirada en los valores plásticos de las construcciones vernáculas y en las arquitecturas barroca, colonial e hispano-musulmana. Se trataba de poner en valor la tradición por medio de la modernidad, es decir, por la implantación de las propuestas funcionales y tecnológicas de nuestro tiempo; el reto, como el propio Legorreta manifestó en alguna ocasión, consistía en “recuperar nuestras raíces de forma contemporánea”. Esta sensibilidad a los elementos autóctonos se combina con una preocupación por la adecuación de los edificios al entorno y con un firme compromiso estético y artístico; el resultado fue una arquitectura de colores vibrantes y llamativos, formas geométricas nítidas, fuentes y espejos de agua, espacios luminosos y patios intimistas traducidos en última instancia en un marcado minimalismo expresivo. Esa producción arquitectónica no solo contiene referentes personales, sino también elementos de identidad colectiva. La cercanía y la influencia de Barragán son innegables, pero Legorreta insistió reiteradamente que se le hacía poca justicia al identificarlo de manera demasiado simplista como un seguidor de Barragán. En efecto, hay aspectos que les distinguen: sin renunciar a lo doméstico, Legorreta domina mucho más la gran escala, una escala pública que según A. Toca, Barragán no pudo o no quiso emplear; se ha dicho también que el color es para Legorreta todo un tema, un tema sine qua non, y no solo una herramienta, como en el

recorrido 27. obra ricardo legorreta caso de Barragán; se ha señalado también la capacidad de Legorreta para plantear interesantes soluciones estructurales. Llama la atención la cantidad y diversidad tipológica de su obra. Proyectó museos, hoteles, bibliotecas, bancos, edificios comerciales y corporativos, fábricas, campus universitarios, espacios urbanos, complejos residenciales y casashabitación en México y en el extranjero. Diseñó más de un centenar de obras, de las cuales un diez por ciento aproximadamente se encuentra en Monterrey. La capital de Nuevo León, y especialmente el municipio conurbado de San Pedro Garza García, son de las ciudades que cuentan con más edificios de Legorreta, algunos de ellos como el Museo de Arte Contemporáneo —Marco—, de gran relevancia en su trayectoria profesional. Por orden cronológico, la relación de sus obras en Nuevo León sería la siguiente: 1) oficinas y sucursal de Banamex, en Calzada del Valle, San Pedro Garza García, 1982; 2) Marco, en General Juan Zuazua y Raymundo Jardón, Monterrey, 1991; 3) casa para el Sorteo Tec, en San Pedro Garza García, 1993; 4) casa de Eugenio Garza Lagüera, en San Pedro Garza García, construida en 1994; 5) Biblioteca Universitaria Raúl Rangel Frías, en Avenida Alfonso Reyes, Monterrey, construida entre 1994 y 1995; 6) edificio de oficinas, en Avenida San Agustín, San Pedro Garza García, construido en 1994. Todas estas obras son producto del despacho Legorreta Arquitectos. De la asociación con su hijo Víctor, de la que surgió la firma Legorreta + Legorreta, tenemos las siguientes obras: 7) edificio de la Escuela de Graduados en Admi-

nistración y Dirección de Empresas —EGADE— del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey, actual EGADE Business School, zona de Valle Oriente, San Pedro Garza García, 2001; 8) edificio de la Escuela de Graduados en Administración Pública —EGAP— del Tecnológico de Monterrey, ubicado en la zona De Valle Oriente, San Pedro Garza García, construido entre el 2004 y 2007—; 9) Hotel Camino Real, en la Avenida Diego Rivera, zona de Valle Oriente, San Pedro Garza García, 2007, y 10) Centro Médico Zambrano-Hellion, Batallón de San Patricio 112, colonia Real de San Agustín, San Pedro Garza García, 2012. JOSÉ MANUEL PRIETO GONZÁLEZ RICARDO LAZCANO GÓMEZ

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SITIO 1

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Centro Financiero

banamex

Este inmueble —de 1982— ostenta el valor simbólico de haber sido el primero de los diez edificios diseñados por Legorreta en la ciudad de Monterrey, además de ser un importante detonador del desarrollo de esa zona de Calzada del Valle. El diseño, por lo demás, reúne los elementos característicos de casi todas las obras de Legorreta: la inspiración vernácula, la expresión moderna, el protagonismo de sus muros y el color, la volumetría geométrica, el compromiso estético-artístico, plástico y escultórico, y el sentido emocional.

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Los colores rosa, morado y el amarillo en los vanos acentúan el espesor y la cualidad tridimensional del muro principal.

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l Centro Financiero Banamex posee el valor simbólico de haber sido el primero de los diez edificios diseñados por Ricardo Legorreta en Monterrey; data de 1982. Tiene también el mérito histórico de ilustrar el apartado dedicado a Legorreta en un conocido texto sobre arquitectura moderna en México —“La arquitectura mexicana del siglo XX”, Ciudad de México, D.F., Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994— coordinado por Fernando González Gortázar. La fotografía en color que aparece en este libro nos muestra un detalle del edificio en su estado original cuando todavía conservaba en la mayor parte de sus muros exteriores el color gris azulado —gris estilo Banamex— que identificaba por entonces a la firma bancaria. Este color se complementaba con el morado y el amarillo que enfatizan el espesor y la cualidad tridimensional del muro oriental mediante vanos de distinto tamaño y profundidad. Hoy los colores han cambiado y se han adaptado a una nueva imagen institucional: el gris general ha sido sustituido por el blanco y los colores de los vanos y de sus planos perpendiculares a la fachada identifican o dan autonomía cromática a cada uno de los tres niveles del edificio: amarillo abajo, rosa en medio y morado arriba. Frente a la arquitectura del racionalismo ortodoxo —que dejaba las ventanas enrasadas con el muro para valorar nítidamente el volumen geométrico de los edificios—, aquí el remetimiento del vidrio de cierre potencia los valores plástico-escultóricos. La única excepción se halla en los vanos de la planta baja correspondientes a la sucursal, cuyo cierre queda casi empatado con el

plano de la fachada; por motivos de seguridad, dicho cierre posee hoy cristales reflejantes. La foto del libro citado revela también algo que ya no está: el espejo de agua y el surtidor que lo alimentaba en el ángulo sureste del edificio. Como en Barragán, el agua es en Legorreta un elemento recurrente en la composición y en el diseño general del proyecto arquitectónico; dicho elemento lo hallamos también en una fuente del interior — planta baja—, en la zona adyacente al estacionamiento. Otra imagen de la época de la fotografía, en este caso un anuncio publicitario, muestra un dibujo del edificio captado en perspectiva desde el ángulo noreste —sobre Calzada del Valle— con toda la fachada principal —norte— punteada por las sombras de los vanos en sus tres niveles, lo que le confiere un aspecto de texto escrito en braille. Destaca asimismo un profundo hueco a modo de cubo vacío en la parte alta del ángulo conformado por las fachadas norte y oriente; ese profundo agujero esquinero rompe la monotonía del prisma y potencia su cualidad escultórica. El dibujo del anuncio revela también la presencia —en ese mismo ángulo nororiental, en el límite de la parcela con la acera— de un elemento escultórico —torre prismática— que forma parte del conjunto y que se explica sobre todo por razones plásticas y de equilibrio de composición para compensar las masas. La función más práctica de este prisma vertical es de tipo publicitario y resalta el logotipo del banco en la parte superior; hoy el nombre del banco se despliega en letras plateadas a lo largo de toda la cara norte del bloque. A

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recorridos culturales pesar de su apariencia maciza, que contrasta con el hueco adyacente de la esquina del edificio, el prisma —de unos cuatro metros y medio de altura— está vacío. La primera sucursal Banamex Valle —localizada en la Avenida José Vasconcelos y realizada por la constructora Lobeira— fue inaugurada el 9 de diciembre de 1978. El anuncio impreso al que nos referíamos antes informaba sobre la futura reubicación de la sucursal Valle de Banamex a Calzada del Valle, y de su próxima apertura el lunes 14 de febrero de 1983. Uno de los objetivos de esa reubicación y de las nuevas instalaciones era brindar al cliente un mejor servicio, para lo cual se disponía de un “práctico autobanco” —cajero automático— con la “privacidad que ofrece el amplio estacionamiento bajo techo”. Pero el proyecto no solo contemplaba la construcción de una sucursal bancaria, sino también de un corporativo que albergaría las oficinas principales de la Dirección regional del banco. El Centro Financiero Banamex fue un importante detonador del desarrollo de esa zona de Calzada del Valle, que en aquel momento no poseía la saturación de construcciones actual. Con un área de terreno de cuatro mil 382.53 metros cuadrados, la superficie construida es de dos mil metros cuadrados. La planta baja se reparte entre el estacionamiento, iluminado por un gran cubo de luz y accesible desde la calle Río Rosas, y la sucursal bancaria, cuya entrada principal desemboca en Calzada del Valle. Entre ambas áreas se dispone una zona intermedia, donde se ubican un control de vigilancia y un patio alargado que cuenta con un

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pequeño estanque circular y una pérgola monumental de concreto pintada con colores llamativos que captan la luz natural y la reflejan —coloreada— hacia el interior. El segundo nivel —o primera planta— alberga las oficinas de la Dirección regional. El tercer nivel acoge otras dependencias del centro financiero y espacios de azotea. La construcción corrió a cargo de la constructora de Armando Reyes Oliver, arquitecto de Puebla, aunque en este caso —a diferencia de lo que ocurrirá después en el Museo de Arte Contemporáneo, solamente se ocupó de la ejecución, no del proyecto. El propietario —Banamex— se ha esforzado por mantener el edificio en buen estado; le ha dado mantenimiento, pero el paso del tiempo hizo de él un edificio “enfermo” y funcionalmente obsoleto: además de quedarse pequeño, ya no era seguro —necesitaba salidas de emergencia, etcétera— ni accesible. Las severas afectaciones que produjo en el inmueble el huracán Álex —2010— se llevaron la madera de algunas zonas y fueron la excusa perfecta para una cirugía mayor. En esa reforma fue preciso atender a la normatividad de la propia institución; en el área de oficinas, por ejemplo, se sustituyeron antiguos elementos de vidrio cocido —que se astillan en caso de ruptura— por otros de vidrio templado. En su estado actual dicho inmueble ya no resulta rentable para Banamex, que no en vano ha recibido ofertas para comprarlo, demolerlo y hacer una torre, pues el suelo posee un alto valor en esa zona —quince mil pesos el metro cuadrado en junio del 2012—, y más en este caso por formar esquina. Según datos oficia-

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les del Instituto Registral y Catastral de Nuevo León, el valor del terreno asciende a 54 millones de pesos y el de construcción a 55 millones, lo que da un valor catastral total de 109 millones de pesos —junio 2012—. No obstante, Banamex ha querido “respetar” el edificio, lo que evidencia el compromiso de la institución con la preservación del patrimonio arquitectónico moderno de la ciudad. Esa voluntad de respeto no ha impedido, sin embargo, que se hayan operado modificaciones —como la supresión del espejo de agua y del surtidor frente a la fachada oriental— que atentan contra la integridad del diseño original.

El diseño, por lo demás, reúne los elementos característicos de casi todas las obras de Legorreta: la inspiración vernácula, la expresión moderna, el protagonismo de muros y color, la volumetría geométrica, los compromisos estético-artísticos, plásticos y escultóricos, y el sentido emocional. JOSÉ MANUEL PRIETO GONZÁLEZ RICARDO LAZCANO GÓMEZ

Ubicación: Calzada del Valle 350 oriente, colonia Del Valle, San Pedro Garza García, N.L.

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SITIO 2

EGADE

Business School

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Con la colaboración de la firma de arquitectura Legorreta + Legorreta se inauguró en el año 2000 la EGADE Business School. La competitividad académica buscada por la institución coincide con las formas innovadoras y sustentables que resultan en un edificio “integrado” y “eficiente”, con una singular geometría en forma de espiral. Lo interesante de esta forma —en la que la línea curva es protagonista— es que fomenta un deambular que descubre progresivamente los espacios. La plasticidad del conjunto se ve complementada con espacios abiertos, áreas ajardinadas, espejos de agua, así como diversos planos inclinados, escaleras, aberturas en los muros y obviamente el color, que vuelve a ser protagonista.

recorrido 27. obra ricardo legorreta

El concepto de una espiral en crecimiento crea una curva que aparece como protagonista de este edificio.

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icardo Legorreta se asoció con su hijo Víctor en el 2000 para crear la nueva firma de arquitectura Legorreta + Legorreta. El 11 de mayo del 2001 se inauguró en Monterrey —en presencia del entonces presidente de la república, Vicente Fox— la Escuela de Graduados en Administración y Dirección de Empresas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey —ITESM—, que empezó a ser conocida popularmente por las siglas EGADE, que aún mantiene por ser parte importante de su identidad, aunque se ha optado por añadir la expresión inglesa business school, y se le conoce desde el 2010 como EGADE Business School. En relación al ITESM, el complejo —del que también forma parte la Escuela de Graduados en Administración Pública (EGAP)— tiene rango de campus con grado de rectoría. Cualquier remodelación debe ser autorizada por la Dirección de planta física del Campus Monterrey. La EGAP es más conocida actualmente como una escuela de política pública, su edificio fue diseñado también por los Legorreta, más convencional, se ubica al lado de la EGADE y fue construido entre el 2004 y el 2007. Estamos, por tanto, ante el primer proyecto en Monterrey —séptima obra de Ricardo Legorreta en la ciudad— de la firma Legorreta + Legorreta, un proyecto que cumple la nueva visión del despacho y del cliente. Además de Ricardo y su hijo, participaron en este proyecto los arquitectos Noé Castro, Carlos Vargas, Miguel Almaraz, Adriana Ciklik, Víctor Figueroa y Juan

Carlos Nolasco. El alma de la firma aún es, no obstante, Ricardo Legorreta. La competitividad académica buscada por el ITESM coincide con las formas innovadoras y sustentables que resultan de este proyecto con más de ocho mil metros cuadrados —cinco mil metros cuadrados de construcción, además de plazas y estacionamiento, este último de veinticuatro mil metros cuadrados—. Lo “sustentable” se expresa, por ejemplo, en la condición “ecológica” del edificio, que presenta fachadas de alta inercia térmica, además de “aprovechar la energía al máximo, minimizando el consumo de aire y el mantenimiento”. En colaboración con la oficina de proyectos del ITESM —a cargo del arquitecto Juan Carlos Pérez— y de Harari Landscape Architecture en el diseño de paisaje, el proyecto se construyó en un terreno de cuatro hectáreas ubicado entre las avenidas Rufino Tamayo y Fundadores, en la zona de Valle Oriente. El resultado de esa colaboración fue un edificio “integrado” y “eficiente” con una singular geometría en forma de espiral. Los arquitectos no solo se ocuparon del diseño arquitectónico, sino también de los interiores —mobiliario, etcétera—, lo que da lugar a una obra de arte total e integral que nos recuerda de nuevo el oficio de Luis Barragán. Al tener en cuenta el perfil de los candidatos a estudiar en la EGADE, el edificio busca reflejar la idea de un centro académico de clase mundial incluidos los espacios, que se identifican con el estilo de vida personal y laboral de sus estudiantes. Al buscar pri-

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meramente la innovación en materia de educación y formación, el ITESM pretende completar esa visión con una arquitectura que demuestre la misma intención innovadora. Se trata de un instituto dedicado académicamente a posgrados y doctorados, con cursos y diplomados desarrollados a partir de programas trimestrales. Los destinatarios son alumnos que estudian y trabajan, de ahí que las clases tengan lugar primordialmente a partir de las 6 de la tarde, que es cuando cobra mayor vida el centro, pues por las mañanas se halla casi desierto. Al utilizar el concepto de una espiral en crecimiento, el edificio busca

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que sus alumnos tengan experiencias académicas variadas en el interior. La planta en espiral es, probablemente, el elemento más original del edificio. Se ha dicho que esa forma responde a la morfología del terreno, pero no conviene perder de vista un sentido simbólico basado en la teoría del conocimiento, que es infinito; esa idea de infinitud puede expresarse precisamente por medio de la espiral que nunca acaba. Lo interesante de esta forma, en la que la línea curva es protagonista, es que fomenta un deambular en el que se descubren progresivamente sus espacios, que se vuelven tan misteriosos y enigmáti-

recorrido 27. obra ricardo legorreta cos como emocionales. Aquí más que nunca el espacio se descubre al recorrerlo, al transitarlo. No es que el edificio se cierre o reniegue del paisaje exterior, pero la espiral contribuye en buena medida a mirar hacia adentro —con salida hacia afuera—, lo que se traduce en ambientes de cierto recogimiento, intimismo y serenidad. Estética y emocionalmente el edificio ofrece una forma muy sugerente, pero bastante atípica para un centro de estas características; ello podría conllevar cuestionamientos funcionales. De hecho, algunos usuarios del edificio lamentan la escasez de luz en el área de asistentes. El arranque de la espiral coincide con la zona de acceso principal al edificio, que se proyecta hacia arriba a modo de torre monumental en forma de cuña, de unos veinte metros de altura. Este elemento vertical de cualidades escultóricas equilibra la composición, es decir, resulta determinante en la compensación de masas. Su condición, principalmente compositiva, queda evidenciada en el hecho de que solo alberga escaleras de acceso e instalaciones. La monotonía del seudoprisma triangular se rompe en los planos rectos con sendas hileras verticales de pequeñas ventanas cuadradas que culminan en la parte superior en un gran vano que perfora dichos planos, lo que permite valorar el vacío interior. Para acceder al edificio desde la calle es necesario subir por unas escaleras para salvar la altura del estacionamiento. Por medio de un vestíbulo, el acceso principal conduce inmediatamente —en planta baja— a un gran atrio de nueve metros de altura que funciona como elemento distribuidor. Ante la gran variedad de caminos a seguir, aquí el visitante tiende

a perderse. Este gran espacio central se concibió en su día como área de exposiciones, pero pronto se echó en falta una cafetería, y el área se dedica desde entonces a tal fin; en realidad se trata de un espacio multifuncional. Las mesas de la cafetería eran originalmente de mármol; eso fue lo único que cambió ahí. En el otro extremo, la espiral culmina en un gran auditorio de planta triangular con capacidad para 300 personas. Entre ambos puntos se distribuye una serie de espacios académicos. Predomina un tipo de aula —27 en total, ubicadas en el primer y segundo pisos— para 30 personas, en la que todo está automatizado. A partir del atrio, y según el crecimiento de la espiral, nos encontramos con cafetería y cocina, vestíbulo, área de folletería —de información—, sala de usos múltiples, anfiteatro reducido, anfiteatro y aulas para ejecutivos — orientadas hacia el lado oeste del edificio—, aulas para graduados —orientadas al este— y auditorio principal. Al utilizar los dos volúmenes de escaleras, al inicio y a la mitad de cada nivel, se ubican los 24 cubículos para “discusión de casos”, con vistas hacia el exterior del edificio. Dichos espacios tratan de fortalecer la dinámica del aprendizaje vinculado a los sectores público y privado. En torno a la espiral se disponen también salas de “toma de decisiones”, centros de copiado y de cómputo, y un transparente espacio circular conocido como “quiosco de puertos”, etcétera. El segundo nivel lo conforma la biblioteca especializada, con una logia exterior que funciona como balcón orientado desde el lado norte hasta el poniente de la fachada. Al mantener la misma disposición de los salones en planta baja se tienen las aulas para ejecutivos y graduados. El tercer nivel

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recorridos culturales está destinado en su mayoría a los cubículos para asesoría e investigación, localizados en todo el desarrollo de la espiral. Divididos por un pasillo central, los cubículos cuentan con ventanas, algunas orientadas hacia el centro del edificio —el atrio-vestíbulo principal y plazas— y otras orientadas hacia el exterior —este, sur y oeste—. El cuarto y último nivel no utiliza todo el cuerpo del edificio y se destina a las oficinas generales del director general, directores adjuntos y de administración. El conjunto se completa con espacios abiertos —plazas— en los intersticios que generan el crecimiento de la espiral, además de poseer áreas ajardinadas y espejos de agua, y contigua al auditorio hay una fuente circular de estructura escalonada —y asta bandera en el centro— en la que el agua rebosa. El agua dispone también de otros canales de circulación, al margen de que no siempre estén activados o en funcionamiento; así ocurre, por ejemplo, con los que flanquean diversos tramos de escalera, en los que se aprovecha la pendiente para la caída por gravedad, de forma análoga a lo que sucede en algunas zonas de la Alhambra, en Granada. En momentos de lluvia, el agua también se hace protagonista gracias a las bajantes pluviales que recorren la vertical de algunos muros; dichas bajantes, que remiten a la arquitectura vernácula, son elementos funcionales, pero también plásticos. Al juego escultórico contribuyen igualmente diversos planos inclinados y escaleras que conducen a azoteas sin uso —no practicables—, a pesar de contar con espectaculares vistas de los alrededores. También aportan plasticidad las aberturas en los muros —vanos— que se resuelven por medio de variantes tipológicas. En

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las obras de Legorreta las ventanas no actúan estrictamente como tales, sino como huecos en el plano que organizan la luz a fin de realzar los espacios de una determinada manera; ello permite crear ritmos a partir de juegos de luz y sombra. Dos tipos de ventanas se distinguen claramente: las que dan al exterior y al paisaje circundante como huecos libres que enmarcan las vistas, como si se tratara de cuadros colgados en la pared, y las que miran hacia el interior y presentan una estructura reticulada a base de cuadrados semejantes. El color vuelve a ser protagonista, esta vez mediante un tono rojizo o vino, que uniforme en el exterior contrasta marcadamente con el paisaje circundante. Las placas de revestimiento, de distinto tamaño y de granzón —polvo de granito— o terrazo han presentado con el tiempo el problema de que botan el salitre, de ahí que se hayan pintado —se aprecia claramente en las juntas— para atenuar el mal efecto. Por otra parte, dentro de la espiral y en los interiores se amplía considerablemente la gama cromática y se pueden encontrar azules intensos, morados, naranjas, blancos y amarillos. Tras el éxito obtenido con esta escuela y su arquitectura, el ITESM solicitó ocho años después a Legorreta + Legorreta la construcción de la EGADE Business School, Campus Santa Fe en la Ciudad de México, lo que le hace mayor que el campus de Monterrey, con unos trece mil metros cuadrados de construcción. JOSÉ MANUEL PRIETO GONZÁLEZ RICARDO LAZCANO GÓMEZ

recorrido 27. obra ricardo legorreta

Ubicación: Eugenio Garza Lagüera y Rufino Tamayo, colonia Valle Oriente, San Pedro Garza García, N.L.

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SITIO 3

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Biblioteca Universitaria

Raúl Rangel Frías, UANL

Llamada originalmente —1994— “Biblioteca Museo Solidaridad”, fue la primera biblioteca diseñada por Legorreta. Ubicada en el Parque Niños Héroes, el edificio está compuesto volumétricamente por un cubo encerrado en un cilindro abierto. Con recubrimientos de ladrillo de color café rojizo suave y superficies de concreto aparente, el inmueble de ocho niveles alberga un área de exhibición, auditorio, biblioteca, oficinas, áreas de estudio y salas para fondos especializados. Los espacios se descubren paulatinamente y proporcionan sorpresas, donde el diseño es clave para el reconocimiento emocional.

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Además del Centro Financiero Banamex y de un par de casashabitación, Legorreta ya había hecho el Museo de Arte Contemporáneo —Marco, probablemente su obra más importante en la ciudad— antes de emprender el diseño de la actual Biblioteca Universitaria Raúl Rangel Frías, localizada en los límites de Monterrey y San Nicolás de los Garza, en Ciudad Universitaria —CU. Dicho establecimiento fue proyectado en 1994 con el nombre de “Biblioteca Museo Solidaridad”, denominación emblemática del gobierno de Carlos Salinas de Gortari (19881994). En su inauguración —el 25 de septiembre de 1995— se contó con la presencia del entonces gobernador de Nuevo León, Sócrates Rizzo, y del rector de la Universidad Autónoma de Nuevo León —UANL—, Manuel Silos, entre otros representantes de diversas instituciones federales, estatales y universitarias; la denominación inicial fue sustituida por la de Biblioteca Central Magna Solidaridad y se prescindió de la función museística, pero se conservó el nombre del programa oficial del periodo presidencial de Salinas de Gortari; dada la crispación política que hubo en el país tras el término de su mandato, la renuncia del gobernador Rizzo al año siguiente y la del rector Silos a principios de 1996, el recinto adoptó la denominación — en 1997— de Biblioteca Universitaria Raúl Rangel Frías, nombre de uno de los más ilustres y distinguidos próceres de la UANL, institución de la que depende la biblioteca. Esta última denominación se ha mantenido hasta la actualidad. No es la única biblioteca que ha diseñado Legorreta, aunque sí la primera; inmediatamente después vinieron las de Chula Vista, California, y San Antonio, Texas, construidas res-

pectivamente en 1995 y 1996. El impulso dado al proyecto por el Gobierno federal debía traducirse en un alcance supraestatal, concretamente norestense. Más allá de la consecución o no de este objetivo, lo cierto es que estamos ante una de las bibliotecas mejor equipadas del norte del país que da servicio a la comunidad en general y cuenta hoy con más de 700 mil volúmenes. Resulta paradójico, sin embargo, que sea un establecimiento infrautilizado, lo cual tiene mucho que ver con su localización, relativamente aislada y separada de CU, con la que no tiene conexión directa mediante alguna vía interna. Esta circunstancia está relacionada con el proyecto inacabado de CU, que a diferencia de lo que ocurre con la Biblioteca Central de la Universidad Nacional Autónoma de México —UNAM— diseñada por Juan O’Gorman, nunca llegó a incluir un establecimiento análogo frente a la torre de Rectoría. Lo que vemos hoy en ese lugar, la Capilla Alfonsina —1980—, no solo no es equiparable, sino que esa construcción — un puro contenedor sin ningún interés arquitectónico— atenta contra la relación proporcional original entre vacíos y llenos en esa zona de CU. Es decir, la biblioteca de Legorreta juega el papel institucional y artístico-arquitectónico que tiene en la UNAM el famoso edificio de O’Gorman, pero al quedar desvinculada del marco físico específico de CU, se convirtió en un objeto aislado. La única solución sería que algún día pudieran conectarse directamente a través de lo que hoy es el Campo Militar. El proyecto fue realizado por Legorreta Arquitectos, asociados con el despacho Chávez & Vigil Arquitectos, y enfrentaron varios retos para hacer de esta obra un recinto cultural y de

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disfrute para todo el público. Varios factores fueron de gran impacto en la planeación y diseño de la Biblioteca Central de Monterrey, como también se le conoció por un tiempo. El primero fue el lugar donde se localiza, ya que al estar junto al Parque Niños Héroes —área de recreación, deportiva y cultural— fue necesario integrar el edificio de manera armoniosa con el terreno que lo rodea. Pero, ¿no fue ésa precisamente —la integración con el paisaje— una de las virtudes que caracterizan el trabajo de Legorreta? Esto se aprecia sobre todo gracias al monumental plano inclinado de

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resonancias prehispánicas que clausura uno de los extremos del cilindro abierto y que se desvanece progresivamente hasta perderse dentro del agua del lago adjunto, ya existente. La ubicación, por lo demás, no es tan agradable como pudiera parecer a primera vista, sobre todo por la parte oriental, donde prevalece un duro y contaminante paisaje industrial representado hoy por las instalaciones siderúrgicas de la empresa Ternium. Ello pudo haber influido en la elección del material de revestimiento exterior, un ladrillo color café rojizo bastante sufrido y capaz de enfrentar con dig-

recorrido 27. obra ricardo legorreta

Por momentos, la arquitectura se olvida de satisfacer una determinada función y se vuelve plenamente escultórica.

nidad las afectaciones de ese entorno agresivo. No es difícil suponer que cuando Legorreta recibió el encargo de una gran biblioteca haya pensado en un referente moderno, y es probable que el más conocido en el ámbito internacional sea la Biblioteca Pública de Estocolmo que Erick Gunnar Asplund —maestro de Alvar Aalto— construyó entre 1924 y 1928. Asplund, en esencia, encerró un cilindro en un prisma cuadrangular; al retomar este juego moderno de volúmenes geométricos Legorreta hizo algo parecido, pero al revés y con matices: aquí un cubo

queda encerrado en un cilindro abierto, y ambos conforman el espacio de la biblioteca propiamente dicha. Uno y otro volumen potencian su autonomía formal y funcional por medio de materiales contrastantes: mientras el cilindro se ve definido —tanto al exterior como al interior— por su ladrillo color café rojizo suave, el cubo interior presenta superficies expresionistas de concreto aparente con rebaba o huella de la cimbra. La función a la que estaban destinados los espacios contenidos por cada uno de esos volúmenes parece clara: el área perimetral del cilindro, con vistas continuas al

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exterior, era la zona más y mejor iluminada, y por tanto la más apta para la lectura; el cubo interior, en cambio, mucho más oscuro por su encierro, era el espacio idóneo para albergar los libros. Sin embargo, el uso que hoy se da a cada una de esas áreas es — incomprensiblemente y salvo excepciones— el contrario. De ahí el inconveniente de que las salas de lectura dispuestas en el cubo no dispongan de luz natural, algo que no es precisamente lo más apropiado para una biblioteca. Cabe preguntarse entonces quién determina el destino final de los espacios, ¿el arquitecto o el cliente? El edificio se construyó en tan solo 18 meses, tiempo récord si tenemos en cuenta la magnitud del conjunto y su espectacular monumentalidad. Incluidos los jardines, el proyecto tiene más de veinticuatro mil metros cuadrados. En términos de construcción, posee veinte mil 612.15 metros cuadrados distribuidos en ocho niveles —planta baja, planta principal y seis pisos más— de diversos usos. La planta

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baja —con tres mil 211 metros cuadrados— cuenta con vestíbulo principal, módulos de información, vigilancia y servicios generales. La planta principal —con cinco mil 389 metros cuadrados— es la más amplia. Alberga el acceso y pasillo monumental con vistas a una extensa área verde orientada al suroeste. En el primer tramo de ese pasillo, del lado norte, se encuentra un área de exhibición o corredor de arte —que remite al proyecto original de biblioteca-museo— con cuatro salas para exposiciones temporales que cubren una superficie total de 473 metros cuadrados; conviene señalar que el establecimiento cuenta con su propio acervo o colección artística. El pasillo tiene un segundo tramo que conduce hasta el auditorio, lo que completa 289 metros lineales; dicho espacio tiene capacidad para 361 personas, es un recinto de planta cuadrada con una vista espectacular a los jardines circundantes; no obstante, al rematar el estrado en una de sus esquinas, ofrece la apariencia de

recorrido 27. obra ricardo legorreta un espacio triangular. La tercera zona —aparte del pasillo y del auditorio— corresponde al espacio de biblioteca propiamente dicho, definido por el cubo de concreto aparente y el cilindro abierto. El primer piso —con cuatro mil 702.45 metros cuadrados— lo conforman mayoritariamente las oficinas principales y la Sala Abelardo A. Leal, que contiene un fondo especializado en temas políticos y de derecho. El acervo bibliográfico total de la institución es producto de la suma de libros adquiridos y donados que conforman las “salas de personajes”, como ocurre en este caso. Primer doctorado honoris causa de la UANL, Abelardo A. Leal prestaba a los estudiantes la biblioteca de su propia casa, razón por la cual se le dedicó este espacio, que hoy cuenta con cerca de nueve mil volúmenes. El elemento arquitectónico que más distingue a la sala es una cúpula de más de cuatro metros de diámetro y su inspiración es de estilo barroco, como atestigua el círculo de vanos que remite a las tradicionales ventanillas del tambor de las iglesias coloniales —que el propio arquitecto reconoce como influencia—, donde la manipulación de la luz que penetra por esos vanos genera contrastes de luz en el interior. Las aberturas de la parte baja de la cúpula no generan vanos completamente abiertos, ya que se cierran mediante placas translúcidas de ónix que a ciertas horas del día y con luz natural generan distintas tonalidades en el interior de la sala, lo que favorece un constante dinamismo emotivo. Esta sala es un buen ejemplo a pequeña escala de la integración plástica dada en todo el edificio. El diseño arquitectónico y el de mobiliario están en perfecta sintonía; basta reparar en la puerta de madera y cristal

que da acceso a la sala, cuyo diseño reticular —a modo de reja de clausura conventual— está modulado de manera impecable, de acuerdo a los huecos de las estanterías adyacentes exteriores a la sala. La combinación de materiales como el ónix, el mármol y la madera de cedro de Chiapas —trabajada in situ por los artesanos de ese estado— resulta también sumamente armónica. Las características especiales de la sala han determinado que ahí se hayan filmado incluso videos musicales. Los pisos restantes —del segundo al sexto— están dedicados fundamentalmente al acervo bibliográfico y a las áreas de estudio, y poseen la misma área aproximada de mil quinientos metros cuadrados. La disposición radial de las ventanas salientes cuadradas y moduladas en todo el cuerpo cilíndrico de ladrillo del edificio permite la iluminación natural —no siempre lograda para beneficio de los lectores por la orientación de algunas ventanas hacia el este y el sur—, así como variados remates visuales del entorno. En la obra de Legorreta siempre parece estar presente la polémica entre las exigencias de funcionalidad y las emocionales, como ya se vio en el edificio de la EGADE. En este caso ocurre lo mismo, incluso más acentuado. De hecho, la biblioteca ha recibido críticas por su poca funcionalidad; a menudo el usuario se siente perdido en ella. Legorreta sabe bien que hay necesidades materiales y funcionales que resolver, pero también espirituales y emocionales, y él tiene siempre entre sus prioridades la satisfacción emocional de los usuarios: “busco [dijo el arquitecto en una ocasión] que mis clientes se sientan emocionalmente implicados con la arquitectura y que ésta produzca sensaciones

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recorridos culturales ante las que ellos puedan reaccionar”. Para ello se sirve de la plástica —como práctica sinérgica o integradora—, del color, de lo escultórico, de la integración con el paisaje, etcétera. El cilindro abierto y el cubo son expresiones de una geometría sublimada que se combina con formas sencillas provistas de cualidades escultóricas —como la cúpula de la Sala Abelardo A. Leal, percibida como tal en el exterior—, y con superficies de aplanados lisos o texturizados —enjarrado rústico, ladrillo dispuesto con un determinado aparejo, etcétera—. La arquitectura se olvida por momentos de satisfacer una determinada función y se vuelve plenamente escultórica en diversas partes: así ocurre con la torre prismática vacía que nos recibe en la entrada o con el inmenso vacío de uno de los extremos del cilindro abierto, que responden básicamente a motivaciones plásticas, simbólicas y emocionales. Lo escultórico se expresa también por medio de varios elementos: la losa aligerada de casetones en el espacio del cubo, mediante los parasoles cuadrados de acero proyectados hacia afuera desde los vanos que salpican toda la superficie exterior del cilindro, por medio de la puerta principal giratoria con acabados de losetas cerámicas de diseño especial colocadas a hueso sobre un bastidor metálico, por medio de —en el interior— los controles de los elevadores que emergen del piso y mediante la propia obra escultórica de artistas como Edmundo Ayarzagoitia, que campea por las áreas de pasto y jardines en diálogo fecundo con la arquitectura. Los espacios se descubren paulatinamente, y en ese descubrimiento progresivo vamos de sorpresa en sorpresa, y el diseño es clave en este reconocimiento emocional. La

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relación entre el peralte y la huella de las escaleras contribuye a ello: una huella amplia y un peralte corto —ya visto en el edificio de Banamex— ensalzan la dignidad del usuario y favorecen la contemplación y aprecio del entorno espacial y arquitectónico. Las escaleras del tipo empleado aquí son muy cómodas, amables y fáciles de utilizar, y resultan casi ceremoniales; invitan, según bajamos, a ver o contemplar cómodamente lo que tenemos alrededor sin miedo a caernos. Y no podían faltar, por supuesto, las invariantes formales y de composición de Legorreta. Al igual que ocurre en algunos espacios longitudinales de la fábrica Renault en Durango —1985—, el pasillo de la galería de arte acusa un marcado sentido del ritmo por medio de la secuencia repetición de un mismo tipo de vano, estrecho y alargado —de suelo a techo— que proyecta a su vez ese ritmo en el piso mediante un juego de luces y sombras, reflejo de la alternancia de huecos y llenos en la pared. Por otra parte, el agua vuelve a ser importante en el diseño; los espacios intersticiales restantes en planta baja, entre el cilindro abierto y el cubo, se concibieron originalmente como espejos de agua, aunque después se desecharon por el efecto perjudicial que tendría la humedad en los libros. Finalmente, son protagonistas también los colores y los elementos de inspiración vernacular. El proyecto se pensó para no necesitar modificaciones en veinte años. La biblioteca tiene cierta independencia institucional respecto a la Rectoría, y ello le ha permitido contar con mantenimiento propio. El edificio no ha sufrido grandes transformaciones, pero se aprecian algunos cambios, por ejemplo, colores que no estaban, como el muro amarillo de la escalera

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en el vestíbulo; el muro del fondo sí era amarillo, pero no el que delimita la escalera por el otro lado. En la actualidad, la Biblioteca — por su arquitectura y belleza escultórica— está concebida como un centro cultural destinado a la atención de estudiantes y público en general, y a la exhibición de obras artísticas, además de estar aquí la dirección de operaciones de la red de bibliotecas de la UANL, función que le permite ser un centro de enlace. JOSÉ MANUEL PRIETO GONZÁLEZ RICARDO LAZCANO GÓMEZ

Ubicación: Alfonso Reyes 4000 norte, colonia Regina, Monterrey, N.L.

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