Reconstrucción del ajuar de una tumba de Cástulo. ¿Indicios de mestizaje?

July 19, 2017 | Autor: E. Ferrer-Albelda | Categoría: Archaeology, Identity (Culture), Iron Age Iberian Peninsula (Archaeology)
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KOLAIOS PUBLICACIONES OCASIONALES 4 Amado jesús de MIGUEL ZABALA Francisco Eduardo ÁLVAREZ SOLANO Jesús SAN BERNARDINO CORONIL (Eds.)

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SEVILlA-1995

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> Petronio, Satiricón, 43, 4. fue un hombre fuerte, amigo de sus amigos , de mano generosa, de mesa siempre dispuesta»)

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ÍNDICE

PRÓLOGO

11

INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

13

AGRADECIMIENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

15

ADHESIONES PERSONALES . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

17

PENÍNSULA IBÉRICA Jaime ALVAR EZQUERRA Avieno, los fenicios y el Atlántico

21

Carmen ARANEGUI GASCÓ Los iberos y los auspicios. A propósito de un vaso decorado de la antigua Edeta (Llíria, Valencia) . . . . . . . . . . . . . .

39

Ma Luisa de la BANDERA ROMERO y Eduardo FERRER ALBELDA Reconstrucción del ajuar de una tumba de Cástulo: ¿indicios de mestizaje? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

53

María BELÉN y José Luis ESCACENA Interacción cultural fenicios-indígenas en el bajo Guadalquivir

67

Manuel SALINAS DE FRÍAS Los elementos griegos en el libro III de la Geografia de Estrabón . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103

MUNDO GRIEGO Luis BALLESTEROS PASTOR Heracles y Dioniso, dos modelos en la propaganda de Mitrídates Eupátor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 7

Alberto DÍAZ TEJERA Los albores de la filosofía griega. Dialéctica entre mito y pensamiento

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135

Adolfo J. DOMÍNGUEZ MONEDERO Dión de Prusa y los griegos de Borístenes . . . . . . . . . . . . . . . . . 153 Pierre LÉVEQUE Le nombre et la cité . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 175 Arminda LOZANO Las mujeres en la legislación sagrada griega

. . . . . . . . . . . 187

Pilar PAVÓN TORREJÓN e Inmaculada PÉREZ MARTÍN La presencia de la cultura griega en Cádiz: la figura de Moderato de Gades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 Domingo PLÁCIDO Las transformaciones de la ciudad de Atenas desde el inicio de la intervención romana hasta la crisis del siglo III Mirella ROMERO RECIO La presencia femenina en el proceso colonial griego Rafael URÍAS MARTÍNEZ Los sofistas y la concordia

.. 241

. . . . . . . . . . 253

. 265

MUNDO ROMANO

José BELTRÁN FORTES Sátiro cabalgando sobre un delfín. Un tema inusual en la iconografía romana . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275 Antonio CABALLOS RUFINO Los caballeros romanos originarios de la Provincia Hispania Ulterior Bética. Catálogo prosopográfico . . . . . . . . . . . . 289 Ro~a

María CID El filohelenismo alejandrino de Calígula y el culto de Drusila-Panthea . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345

Julián GONZÁLEZ M. ACCENNA M.F.GAL.HELVIVS AGRIPPA . . . . . . . . . . . . 365 8

R.C. KNAPP Laborant in somniis: Local Magistrates in the West and the Imperial Service . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373 Juan Matías OJEDA TORRES Filóstrato, VA, 5,6 y la procuratela ad ripam Baetis

. . . . . . . . . . 381

Jesús SAN BERNARDINO La construcción de la Anticivitas romana: culto estatal versus cultos cívicos . . . . . . . . . . . . . . . . . 387 María Luisa SÁNCHEZ LEÓN Manius Aquillius, cos. 101 A.C. y la segunda guerra servil en Sicilia

. . . . . . 401

José Miguel SERRANO DELGADO La historia del intendente de Glicón: ¿una alusión a Claudia en Sat. 45, 7-9? . . . . . . . . . . . . . . . . . . 413

9

Kolaios 4 ( 1995) 53-65

RECONSTRUCCIÓN DEL AJUAR DE UNA TUMBA DE CÁSTULO: ¿INDICIOS DE MESTIZAJE? Ma Luisa de la BANDERA ROMERO y Eduardo FERRER ALBELDA (Univ~rsidad de Sevilla)

INTRODUCCIÓN Las formas de contacto e interacción entre los colonizadores fenicios y la población tartesia ocupan en la actualidad un espacio preferente, casi hegemónico, en los estudios sobre la protohistoria del sur de Iberia. La característica que define el estado actual de la investigación es su disparidad, tanto de criterios teóricos y metodológicos como de interpretaciones, que contrasta con la débil base que genera las hipótesis: los testimonios literarios, muy escasos y controvertidos, y el registro arqueológico, desigual y desorganizado. No obstante, esta disparidad encubre, dentro de cada línea interptetativa, pretensiones de explicar unilinealmente fenómenos que debieron ser enormemente complejos y mutables en el espacio y en el tiempo 1• Desde marcos teóricos poco flexibles se intentan describir las diferentes formas de interrelación entre indígenas y colonos como en una fotografía fija, sin advertir los factores de diacronía -cerca de trescientos años en el llamado "período arcaico" de la colonización- y de espacialidad, pues el territorio afectado por la colonización fenicia y su influencia es muy amplio, desde el sur de Portugal hasta las costas levantinas 2 • El epicentro de la problemática quizás deba circunscribirse a la explicación de la génesis del fenómeno orientalizante en el mediodía de Iberia durante los siglos VII y VI a.C. El registro arqueológico pone en evidencia las transformaciones operadas en las comunidades indígenas hacia formas que, al menos en apariencia, podrían ser consideradas como la consecuencia de una orientalización; pero es en el

l. C. González Wagner, «La implantación fenicia en Andalucía ¿Esquema unidireccional o problemática compleja'?» Actas del I Coloquio de Historia Antigua de Andalucía l, (Córdoba 1993) 81 ss. 2. M • .E. Aubet, Tiro y las colonias fenicias de Occidente. Edición ampliada y corregida (Barcelona 1995).

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Reconstmcción del ajuar de una tumba de Cástula

análisis de estos cambios donde se produce la multiplicidad de interpretaciones, casi tantas como autores, que afecta no sólo a la definición e intensidad del fenómeno orientalizante en sí mismo, sino también a la caracterización de las comunidades del Bronce Final precolonial. Se han barajado hipótesis 3 como la colonización agrícola fenicia de ciertas áreas tartésicas 4 , o la integración ideológica de los sectores privilegiados de la sociedad indígena como explicación de algunas manifestaciones funerarias de aspecto oriental 5 , o bien la plena aculturación u orientalización de la sociedad tartésica por el contacto con los colonos fenicios 6 ; pero a nuestro juicio la hipótesis que más se aproxima a lo que debió ser la realidad -y que puede ser contrastable con la totalidad de la documentación arqueológica- es aquella que define al período orientalizante como "el resultado conjunto de los distintos procesos de transformación estructural, difusión cultural, aculturación y asimilación ... que se producen en el mediodía peninsular como resultado del contacto, ... , con la cultura semita oriental'0 . Uno de estos procesos, quizás el menos tenido en cuenta por la dificultad que entraña su estudio, es el mestizaje, entendido éste como un fenómeno estrictamente biológico y no cultural (aculturación), aunque normalmente ambos fenómenos vayan parejos. Sin duda la falta de medios y la ausencia de análisis antropológicos en la mayoría de las investigaciones arqueológicas impiden determinar los casos de mestizaje que debieron acompañar a determinados procesos de aculturación, pero hay datos arqueológicos y literarios que pueden avalar la idea de que la hibridación racial y la formación de comunidades mixtas fueron frecuentes en la interrelación entre indígenas y orientales. El testimonio arqueológico que vamos a utilizar es el ajuar de una tumba de la necrópolis de Estacar de Robarinas en Cástulo (Linares, Jaén), hallada de manera casual hace ya tres décadas~. Recientes aportaciones 9 han posibilitado una casi

3. Un reciente análisis desde una perspectiva "indigenista" en M. Carrilero, «Discusión sobre la formación social tartésica», Los enigmas de Tarteso (Madrid 1993) 163-185. 4. J. Alvar y C. González Wagner, «La actividad agrícola en la economía fenicia de la Península Ibérica». Gerión 6 (Madrid 1988) 169 ss: C. González Wagner y J. Alvar, «Fenicios en Occidente: la colonización agrícola••, RSF XVII, 1 (Roma 1989) 61-102. 5. M" .E. Aubet, ·Algunas cuestiones en torno al período al período orientalizante tartésico», Pyrenae 13-14 (Barcelona 1977-78) 98; id., «La aristocracia tartésica durante el período orientalizante», Opus III (1984) 445 ss.: id., «El impacto fenicio en Tartessos: las esferas de interacción», La cultura tartésica en Extremadura (Mérida 1991) 34-35. 6. M. Almagro-Gorbea. ·El mundo orientalizante en la Península Ibérica», Atti delll CISFP (Roma 1991) 578 y 581. 7. C. González Wagner, «Aproximación al proceso histórico de Tartessos», AE>pA 56 (Madrid 1983) 215-29: también id., •Notas en torno a la aculturación en Tartessos», Gerión 4 (Madrid 1986) 160. tl. A. Blanco Freijeiro, «El ajuar de una tumba de Cástula», Oretania 19 (Linares 1965). El mismo artículo en AEspA XXXVI.

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completa reconstrucción del ajuar, lo que nos ha sugerido la posible celebración de un ritual funerario doble, o al menos el enterramiento de individuos de diferentes tradiciones funerarias en una misma tumba. RECONSTRUCCIÓN DEL ENTERRAMIENTO DE CÁSTULO Estructura de la tumba. Los objetos de ajuar fueron encontrados después de unos trabajos agrícolas a unos trescientos metros del río Guadalimar, en un hoyo de unos 110 cms. de profundidad desprovisto de cualquier fábrica y cubierto por una losa de arenisca 10 (Fig. 1). Estructuras similares han sido descritas en necrópolis consideradas tartésicas como Frigiliana 11 , Rachgoun 12 y las del área de Carmona13, entre otras.

Fig. l. Reconstmcción hipotética del enterramiento.

9. Una revisión del ajuar en el Museo Arqueológico de Linares ha posibilitado la correcta identificación de algunas piezas, M' .L. de la Bandera y E. Ferrer Albelda, ·El timiaterio orientalizante de Villagarcía de la Torre (Badajoz)>>, AEspA 67 (Madrid 1994) 49; y la incorporación de otras que A. Blanco no había ca~tlogado por la mala conservación del ajuar incinerado. Agradecemos a la Directora de dicho museo, Dña. Concepción Choclán, las facilidades prestadas. JO. La losa tenía unas dimensiones de 100 x 60 x 7 cm., A. Blanco, op. cit. n. 8, 9. 11. A. Arribas y J. Wilkins, La necrópolis fenicia del Cortijo de las Sombras (Frigiliana, Málaga) (Granada 1971) 125, tumba 5. 12. G. Vuillemot, •La nécropole punique du phare dans l'ille de Rachgoun(Oran)•, Libyca III (1955) 7-62. 13. M.M. Ruiz Delgado, «Las necrópolis tartésicas: prestigio, poder y jerarquías•, Tartessos (Sabadell 1989).

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,. Fig. 2. Reconstrucción del ajuar.

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Ritual funerario. Se puede interpretar la tumba como un enterramiento colectivo ya que custodiaba tres recipientes cinerarios. El ajuar, que también fue incinerado, se situó en una posición centrada de la tumba 14 , y las urnas cinerarias, salvo una que estaba destrozada, fueron cubiertas con recipientes, una pátera de plata y un cuenco de cerámica gris respectivamente. Todos los recipientes cerámicos están fabricados a torno 15 • Las urnas cinerarias (fig. 3: 1 y 2) presentan decoración con pintura blanca sobre fondo rojo y motivos de bandas, líneas y cenefas a la altura del cuello con motivos vegetales simplificados (lirios y rosetas) y geométricos (rectángulos) respectivamente. Otros vasos similares fueron hallados en las cercanías de la misma necrópolis 16 , por lo que es de suponer que habría varios enterramientos de la mismas características. Aunque el origen tipológico de estos recipientes es incierto ya que es una forma muy generalizada en todo el Mediterráneo, su aparición en el sur de Iberia se asocia a la actividad semita durante el periodo orientalizante 17 • También los motivos decorativos tienen un origen oriental, como ya señalara Blanco, siendo similares a los que adornan los huevos de avestruz de Villaricos 18 . Ambas, forma y decoración, tendrán éxito en la tradición funeraria bastetana y oretana posterior, en cuyas necrópolis aparecen urnas del mismo tipo evolucionadas 19 • Mayor dificultad presenta la interpretación del rito incinerador. Generalmente se acepta que la incineración fue introducida por los semitas en las comunidades tartésicas del Bronce Final; sin embargo, lo que pudiera ser aplicable al área geográfica del Bajo Guadalquivir 0 , no es atribuible al sudeste de Iberia, donde existen suficientes testimonios de incineraciones en urnas del Bronce Final (Cerro Alcalá, Mengíbar, Mancha Real) junto a casos coetáneos de inhumaciones (Cerrillo Blanco) 21 • Por ello el rito de enterramiento no puede ser utilizado en este caso como

14. A. Blanco. op. cit. n. 8. 9. 15. Los datos aportados por Blanco se contradicen con la revisión realizada por Blázquez y Valiente ailos más tarde, la cual establece que una de las tapaderas y la ollita encontrada en el interior de la tercera urna eran producciones hechas a mano, J.Ma. Blázquez y J. Valiente, «El poblado de la Muela y la fase orientalizante en Cástula», MB 8 (19R2) 412. 16. A. Blanco, op. cit. n. 8, 44; J.M'. Blázquez y J. Valiente, op. cit. n. 15, abb. 6 y abb. 7. 17. A partir del siglo VII a.C. aparecen en Huelva, Cerro Macareno, Cerro de la Mora, Alhonoz y Cástulo; J.L. Escacena. Cerámicas a torno pintadas andaluzas de la Se[?unda Edad del Hierro Tesis doctoral (Sevilla 1986) 454 (forma XII). 18. "resulta evidente que las colonias fenicias y púnicas del Sudeste han suministrado el repertorio decorativo de esta cerámica ... " A. Blanco, op. cir. n. 8, 27. 19. J. Pe re ira Sieso, «La cerámica ibérica de la cuenca del Guadalquivir JI. Conclusiones», TP 46 (Madrid 1989) 153, grupo formal 4. 20. M. Belén. J.L. Escacena y M' .l. Bozzino, «Las comunidades prerromanas de Andalucía Occidental•. Paleoetnologia de la Peninsula Ibérica. Complutum 2-3 (Madrid 1992) 78-82. 21. M. Carrilera, op. cit. n. 3, 177.

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Fig. 3. Urnas y tapaderas (A partir de Blázquez y Valiente, 1982)

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indicio de definición étnica o de una tradición funeraria determinada, aunque las urnas cinerarias sean, por tipología y decoración, de tradición oriental 22 • Ajuar funerario. Si tuviéramos que definir la composición del ajuar con algún calificativo, éste sería el de anómalo ya que contiene elementos de distintas tradiciones que no se asocian en otros enterramientos "orientalizantes" contemporáneos. Por un lado, uno de los difuntos fue enterrado con su panoplia guerrera, una espada y tres lanzas (puntas y regatones), que, aunque fabricadas en hierro, pertenecen a la tradición del Bronce Final precolonial, con abundantes testimonios en el sur de Iberia, el más conocido de los cuales es el de la Ría de Huelva23 • La espada de Cástulo se clasifica tipológicamente como tipo Sa ldda de ricassos semicirculares, y tiene paralelos similares aunque en bronce en Alcalá del Río (Sevilla), Dalías (Almería) y Monte Sa ldda (Cerdeña). Según Ruiz-Gálvez24 , este tipo de espada formaba parte de un comercio indígena de productos de metal entre el Atlántico y el Mediterráneo durante el Bronce Final, tráfico comercial que a fines del siglo VIII y hasta la mitad del siglo VII a.C. estaría en manos de comerciantes fenicios dado el control que los semitas ejercían en el área del Estrecho de Gibraltar. La espada castulonense se atribuiría a la primera mitad del siglo VII a.C. por su tipología y por los primeros indicios de metalurgia del hierro en el sur de Iberia; es, por lo tanto, un producto llegado a Cástulo a través del comercio fenicio. Por otro lado, el resto del ajuar responde por entero a lo que conocemos como un servicio funerario de la más pura tradición oriental. Entre la amalgama de bronce fundido hemos hallado partes de un "braserillo", de un broche de cinturón de un solo garfio y de un timiaterio25 , además de un cuchillo afalcatado de hierro y un anillo de oro 26 • A este conjunto habría que añadir la pátera de plata27 y el plato de

22. Esta mezcla de tradiciones en los rituales funerarios tartesios ha llevado a un defensor de la teoría "indigenista" a afirmar que "la coexistencia y, en muchos casos, la simultaneidad en las mismas sepulturas, de diversos ritos funerarios, refleja una situación social rica en matices y elementos culturales diversos, no siempre comprensibles si se acepta una simple aculturación basada en interintluencias comerciales. Se hace cada día más evidente la posibilidad del desarrollo de una auténtica colonización por parte de gentes procedentes de diversas zonas del Mediterráneo oriental, que de forma aún no suficientemente explicada, se va a hacer con el control económico y comercial, ... ": M.M. Ruiz Delgado, op. cit. n. 13, 282-283. 23. Recientemente, M. Ruiz-Gálvez (ed.), Ritos de paso y puntos de paso. La Ría de Huelva en el mundo del Bronce Final Europeo, Complutum Extra 5 (Madrid 1995). 24. M. Ruiz-Gálvez, «Navegación y comercio entre el Atlántico y el Mediterráneo a fines de la Edad del Bronce», TP 43 (Madrid 1986) 19-20. 25. M".L. de la Bandera y E. Ferrer, op. cit. n. 9. 49 y 53. 26. A. Blanco. op. cit. n. 8, 16 fig. 7: 21 y fig. 5 respectivamente. El primer elemento no se considera un arma propiamente dicba sino un instrumento rintal muy abundante en las necrópolis fenicias y "orientalizantes" de Iberia. 27. Se incluye dentro del "repertorio de formas de la argentería fenicia" y tiene paralelos exactos en Chipre, ibid., 39.

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cerámica que hicieron las veces de tapadera, así como el vasito de cerámica gris 28 . Enterramientos con una composición similar han sido descritos en las necrópolis del área de Carmona y de La Joya (Huelva) en Iberia, y en cementerios chipriotas contemporáneos29. Un especial interés reviste la reconstrucción parcial del timiaterio (fig. 4), posible gracias a una reinterpretación de elementos ya conocidos y a la identificación de otras partes entre Jos bronces fundidos. La atribución de Blanco de las tres cariátides hathóricas como partes de un lebes 30 , ha sido mantenida hasta la actualidad; no obstante, la documentación de un timiaterio completo con tres cariátides de similares características en Villagarcía de la Torre (Badajoz) debe despejar todas las dudas al respecto (fig. 5). Las partes conservadas del timiaterio serían, en primer Jugar, el capitel formado por las cariátides, dispuestas simétricamente sobre una peana con tres molduras y pestañas para su engarzamiento con la pieza inferior, que bien podría ser la gola de un tallo con sépalos de lila del que no se ha conservado ningún indicid 1 • Sobre las cabezas de las cariátides iría encajada la cazoleta para quemar las brasas, de chapa lisa en el ejemplar de Cástula según hemos creido identificar en una de las amalgamas fundidas. Por último, este objeto litúrgico se coronaría con una tapadera calada -también reconocida parte de ella entre los restos incinerados- parecida a la hallada en el túmulo de Los Higuerones (Cástulo) 32 , sobre la que encajaría mediante dos remaches la figura sedente de un cérvido33 (fig. 4). Registramos representaciones similares en las tapaderas de la colección Calzadilla, de La Codosera y del timiaterio de Safara, ésta última con un toro recostado34 • Somos conscientes de la problemática que plantea la valoración de este servicio funerario como oriental, dado el carácter de objeto de lujo de la mayoría de sus componentes y la posibilidad de que el enterrado no percibiera el sentido religioso original del conjunto. Siguiendo este razonamiento, el difunto dispondría para su

28. El vaso cerrado de cerámica gris se clasifica dentro del gmpo Va según la tipología de las cerámicas grises de Montemolín, J. Mancebo, M• .L. de la Bandera y J .M 3 . García, «Las cerámicas grises a torno del yacimiento orientalizante de Montemolín (Sevilla)•. TP 49 (Madrid 1992) fig. 4. 29. J.P. Garrido, •Excavaciones en la necrópolis·de "La Joya", Huelva (1 a y 2 3 Campaüas)•. EAE 71 (Madrid 1970) 64. 30. A. Blanco. op. ciT. n. 8, 39. 3 L !bid., 36, figs. 24 y 25. 32. J.M". Blázquez, Tartessos y los orígenes de la colonización fenicia (Salamanca 1975) XCVI: lám. 96A. 33. Blanco describe al animal como caballito, sin embargo un examen directo de la pieza, que tiene las orejas partidas, así como numerosos paralelos en otros timiaterios ahogan más por su identificación como cérvido. 34. M. Almagro-Gorhea, El Bronce Final y el Periodo Orientalizante en Extremadura. BPH XIV (Madrid 1977) 247 y 246 respectivamente.

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Fig. 5. Timiaterio de Villagarcía de la Torre (Badajoz) según Bandera y Ferrer, 1994.

Fig. 4. Reconstrucción hipotética del timiaterio de Estacar de Robarinas (Cástulo, Jaén).

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sepelio de bienes exclusivamente de prestigio con diseños que responden a una moda oriental traída por los fenicios 35 • Sin dejar de estar de acuerdo con esta opinión en líneas generales, es preciso hacer algunas apreciaciones. En primer lugar, la selección de los objetos del ajuar funerario se hizo de tal forma que todos ellos, con la excepción de las armas y del broche de cinturón, formaban parte de un servicio funerario con unas funciones específicas (libación, combustión de esencias, ofrenda), propias de un ritual funerario de tradición semita, en especial el timiaterio, el "braserillo" y la pátera. Concretamente los timiaterios son objetos destinados al culto funerario y a santuarios, y se relacionan con la veneración de Astarté, cuya presencia se manifiesta en los perfumes sagrados. Las tres cariátides hathóricas serían, en este caso, sacerdotisas o heteras al servicio de la diosa funeraria. También las urnas se decoraron al gusto oriental con imágenes del universo vegetal que simbolizan la vida y la resurrección 36 • Por otro lado, es poco probable que unos objetos fabricados por artesanos orientales establecidos en Iberia37 fueran desacralizados por los comerciantes fenicios para convertirlos en bienes de prestigio 38 , una actitud a todas luces contradictoria con la mentalidad y costumbres semitas. En esta controversia pueden ser utilizadas como elementos de comparación las estelas del suroeste, en el sentido de que éstas sí son manifestaciones (funerarias o no) indígenas en las que se representan bienes de prestigio de procedencia oriental: escudos, carros, espejos, fíbulas y peines39 • Todos son, sin excepción, elementos para la guerra y el exorno personal, pero nunca litúrgicos o de significación religiosa. Resulta paradó.iico que en el nutrido conjunto de estelas no se documente ninguna representación de timiaterio, jarra, "braserillo" o pátera, siendo precisamente estos objetos los más abundantes entre las manufacturas fenicias en bronce de Iberia 40 •



35. M".E. Aubet, op. cit. n. 5, 98; M".C. Marín, •La colonización fenicia de la Península Ibérica en la época arcaica. Problemas y evidencias», 1 Congreso de Historia de Andalucía (Córdoba !993) 19-47. 36. M". de la Bandera y E. Ferrer, ·Thymiateria orientalizantes en bronce. Nuevas aportaciones y consideraciones•, Homenaje al Profesor Presedo (Sevilla 1994) 43-60; id., op. cit. n. 9, 51. 37. Se ha subrayado la importancia de los supuestos talleres de toréutica de Gadir, R. Olmos, ·Broncística fenicia y orientalizante en el sur peninsular y en Ibiza», Producciones artesanales feniciopúnicas. VI Jornadas de Arqueología fenicio-púnica. Trabajos del MAl 27 (Ibiza 1992) 41-64; E. Ferrer Albelda. «Anotaciones sobre el taller cerámico de Gadir», BMC VII (Cádiz e. p.). 38. J.M". Blázquez, ·El enigma de la religión tartésica», Los enigmas de Tarteso (Madrid 1993) 125. 39. S. Celestino, •Las estelas decoradas del S.W. peninsular•, La cultura tartésica y Ewremadura (Mérida 1990) 56; J.M". Blázquez, «La estt:la de Monte Blanco, Olivenza (Badajoz), y el origen fenicio de los escudos y de los carros representados en las losas de finales de la Edad del Bronce en la Península Ibérica•, AEspA 59 (Madrid 1986) 191 ss.; id., •Los escudos con escotadura en V y la presencia fenicia en la costa atlántica y en el interior de la Península Ibérica•, Veleia 2-3 (1987) 469 ss. 40. M" .L. de la Bandera, ·Técnica y sociedad prerromana•, Arqueología en el entorno del Bajo Guadiana (Hut:lva 1993) 415-439.

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M• Luisa de la Bandera y Eduardo Ferrer Albelda

Según nuestro razonamiento, el ajuar de Cástulo respondería a un proceso contrario al de las estelas, pues predominan los elementos de tradición oriental, como las urnas y el servicio funerario, mientras que las armas son un elemento intrusivo, presentes quizás por la procedencia de uno de los enterrados a una tradición funeraria indígena. DISCUSIÓN Como ya hemos señalado antes, para la correcta definición de las relaciones entre orientales e indígenas es importante poder precisar la cronología y la espacialidad de estos fenómenos. La datación del enterramiento castulonense es problemática por la oscilación cronológica de los diversos componentes del ajuar-4 1 • Así, la espada tipo Sa Idda se data en la primera mitad del siglo VII a.C. como fecha más tardía, según la cronología de este tipo de espadas en bronce y los primeros testimonios de la metalurgia del hierro en el sur de lberia42 • Asimismo, la iconografía hathórica de las cariátides ha de ponerse en relación con la introducción de este tipo iconográfico en Chipre tras la conquista de la isla por el faraón Amasis hacia 570 a.C. 43 , por lo que esta fecha ha de ser tomada como término post quem para la fabricación del timiaterio. El resto de los componentes del ajuar no aporta elementos cronológicos definitorios, por lo que el enterramiento debió realizarse en la segunda mitad del siglo VI a.C. En el caso de que la cronología de la panoplia no pudiera ser rebajada hasta este margen cronológico, su presencia en el enterramiento estaría justificada por la amortización de las armas varias generaciones después de su fabricación, un fenómeno ya constatado en la tradición funeraria ibérica. Con respecto al factor de espacialidad, tanto la formación de comunidades mixtas como los fenómenos de mestizaje debieron ser habituales en aquellos grandes centros semi urbanos como Mesas de Asta44 , Carmona 45 , Montemolín46 o la misma

41. Se ha datado en el siglo V a.C., A. Blanco, op. cit. n. 8, 39; en el siglo VII a.C., J.M•. Blázquez y J. Valiente, op. cit. n. 15, 415; a fines del siglo VII y comienzos del VI a.C., M. Almagro-Gorbea, «Los asadores articulados del Suroeste peninsular•, RABM LXXVII, 1 (Madrid 1974) 348; en la primera mitad del siglo VII, M. Ruiz-Gálvez, op. cit. n. 24, 19; y en el siglo VI a.C., A. Ruiz y M. Molinos, Los iberos (Barcelona 1992) 211. 42. M. Ruiz-Gálvez, op. cit. n. 24, 19. No obstante, la misma fabricación de la espada en hierro -un unicum- y no en bronce puede indicar la larga perduración del tipo, y, por otro lado, el hecho de que los primeros indicios de la metalurgia del hierro en Iberia se daten a fines del siglo VIII a.C., no significa que la espada fuera fabricada en esos momentos iniciales. 43. A. Blanco, op. cit. n. 8, 55; M" .L. de la Bandera y E. Ferrer, op. cit. n. 9, 54. 44. R. González y otros, «Mesas de Asta, un centro indígena tartésico en los esteros del Guadalquivir•, Tartessos. 25 años después 1968-1993. Actas del Congreso Conmemorativo del V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular (Jerez 1995) 220.

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Reconstrucción del ajuar de una tumba de Cástulo

Cástulo 47 que durante una fase avanzada del período orientalizante experimentaron un desarrollo notable. Cástulo, por ejemplo, reune todas las características para ser un núcleo de acogida de comunidades foráneas. Por un lado, se ubica en una encrucijada de vías naturales que pone en comunicación el valle del Guadalquivir, ambas submesetas, la altiplanicie granadina y la costa mediterránea48 • Es, además, cabeza del distrito minero más importante del sur de Iberia, lo que de hecho constituiría el principal reclamo para que los fenicios establecieran relaciones comerciales permanentes con los castulonenses. Testimonios de estos fenómenos de interacción entre ambas comunidades serían, en nuestra opinión, las fases arcaicas de las necrópolis de Estacar de Robarinas y Los Patos, el enterramiento tumular de Los Higuerones y el santuario de La Muela49 • Este último pudo convertirse en un factor potenciador de la interacción mediante fórmulas religiosas, como lugar destinado a un culto común garante de la limpieza de las transacciones y de la reglamentación del comercio50 . Las características de la edificación (técnicas constructivas, planimetría, mosaico ajedrezado), su funcionalidad relacionada con el sacrificio de animales 51 , el paralelismo con santuarios chipriotas52 y su ubicación a orillas del río Guadalimar, abierto por tanto a la principal vía de comunicación, parecen avalar esta propuesta. El tráfico comercial relacionado con la actividad minera debió generar la necesidad de una presencia activa de artífices de origen oriental ~o pertenecientes a poblaciones orientales establecidas en Iberia algunas generaciones antes~, que

45. M". Belén, «Carmona Prerromana. Nuevos datos para la historia de la ciudad durante el I milenio a. C ·",Leyenda y arqueología de las ciudades prerromanas de la península ibérica III (Madrid 1994) 17-32; M". Belén y otros, «Arquitectura de tradición fenicia en Carmona (Sevilla)». Spal2 (Sevilla 1993) 219-242. 46. M a. L. de la Bandera y otros, «El yacimiento tartésico de Montemolín», Tartessos. 25 G!los después 1968-1993. Congreso Conmemorativo del V Symposium Internacional de Prehistoria Peninsular (Jerez 1995) 313 ss.; F. Chaves y otros, «El complejo sacrificial de Montemolín», Atti del IV CIEFP (Madrid e.p.). 47. (Con respecto al santuario de La Muela) " ... existencia de una comunidad siria del Norte, más que chipriota. en Cástulo en función de las minas .. ". "No cabe duda de que este ritual procede del Oriente y que tuvo que ser traído a Cástulo por los fenicios, imitado de zonas, como Carmona, directamente bajo el int1ujo fenicio". J.M•. Blázquez, «La colonización fenicia en la Alta Andalucía (Oretania) s. VIII-VI a.C.". RSF XV, 1 (Roma 1986) 62. 4~. Aunque aplicado a una época algo posterior, Cástulo ha sido definido como un "auténtico porto{ rrade" catalizador del comercio internacional, A.J. Domínguez Monedero, «Algunas observaciones en torno al "comercio continental griego" en la Meseta meridional», Actas del I Con¡;reso de Historia de Castilla-La Mancha III (Toledo 19!:18). 49. J.M 01 • Blázquezy J. Valiente, op. cit. n. 15.

50. M" .E. Aubet, op. cit. n. 5, 34. 51. J.M". Blázquez, op. cit. n. 47, 62; F. Chaves y otros, op. cir. n. 46. 52. J.M". Blázquez, op. cit. n. 47; A. Ruiz y M. Molinos. op. cit. n. 41, 183.

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entrarían al serviCIO de la aristocracia castulonense. Albañiles, alfareros, toréutas, comerciantes, etc., quizás formaran una pequeña comunidad estable en Cástula que se enterraría según sus tradiciones, de ahí la existencia de enterramientos como los de Estacar de Robarinas y Los Patos, y la ofrenda funeraria depositada en el túmulo de Los Higuerones. Ahora bien, este es un proceso tardío, circunscribible sólo a la segunda mitad del siglo VII y, sobre todo, al siglo VI a.C., y posiblemente debido, en palabras de García-Gelabert, "a la ingerencia de grupos humanos portadores de la técnica metalúrgica, procedentes de la zona onubense" 53 . Es, además, un fenómeno que no puede ser extendido a la totalidad del territorio de la Alta Andalucía, sino limitado exclusivamente a Cástulo54 • En este contexto es donde se producirían los casos de mestizaje mediante matrimonios mixtos. En este sentido, y aunque narran hechos muy posteriores y pertenencientes a otro contexto político, no faltan testimonios literarios que refieran la utilización del matrimonio como recurso político para establecer alianzas entre dos comunidades, una indígena y otra semita foránea. De hecho, el general cartaginés Asdrúbal, según el testimonio de Diodoro (XXV, 12), se casó con la hija de un régulo ibero, y Aníbal, como refiere Livio (24, 41), contrajo matrimonio con Imilce, una princesa nacida precisamente en Cástulo55 . Con esta modesta aportación a la problemática social y étnica del periodo orientalizante en Iberia, hemos querido sumarnos al homenaje dedicado por amigos y compañeros a quien durante tantos años de su actividad científica se dedicó a grandes temas humanísticos.

53. M" .P. García-Gelabert. «Evolución socio-política de Cástulo: sociedad de jefatura». Lucentum VI (Alicante 1987) 31. 54. Es notorio el contraste entre Cástulo y el Cerro del Salto, tan sólo a unos pocos kilómetros de distancia, donde apenas se percibe el impacto orientalizante, F. Nocete y otros, «Cerro del Salto. Historia de una periferia», CPUG 11 (Granada 1986) 193; E. Ferrer y J. Mancebo. «Nuevos elementos de carros orientalizantes en la Alta Andalucía. Algunas precisiones en torno a su función, significado y distribución», CuPAUAM 18 (Madrid 1991) 144. 55. J. M". Blázquez, «Los bárquidas en la Península Ibérica", Fenicios, griegos y cartagineses en Occidente (Madrid 1992) 502.

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