Reconstrucción de festejos Muiscas desde las perspectivas etnohistóricas y arqueológicas

July 25, 2017 | Autor: Monica Giedelmann | Categoría: Archaeology, Arqueología, América Prehispánica, Muiscas
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IJSA

International Journal of South American Archaeology - IJSA (ISSN 2011-0626)

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Reconstrucción de festejos Muiscas desde las perspectivas etnohistóricas y arqueológicas Mónica J. Giedelmann Reyes Universidad Pontificia Bolivariana Bucaramanga - Colombia Email address: [email protected]

Int. J. S. Am. Archaeol. 8: 14-18 (2011) ID: ijsa00045

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Int. J. S. Am. Archaeol. 8: 14-18 (2011)

Reconstrucción de festejos Muiscas desde las perspectivas etnohistóricas y arqueológicas Mónica J. Giedelmann Reyes Universidad Pontificia Bolivariana Bucaramanga - Colombia Email address: [email protected] Available online in February 2011

Abstract Ethnohistorical descriptions of feasts in pre-hispanic Muisca culture have portrayed them as paganism and idolatry, widely practiced by native populations at the time of arrival of the Spaniards. However, archaeological evidence from several sites has shed some new light on the practice of feasting, which questions the veracity of these descriptions. This article employs the case of Muisca society to underline the importance of interdisciplinary work in analyzing feasting, as well as to bring out the weakness and strength of both ethnohistorical and archaeological evidence. To do so, I suggest an analytic framework in which the function of festivals is examined in the context of political structure and social cohesion, as well as the religious beliefs of the communities. © 2007-2011 Archaeodiversity Research Group & Syllaba Press. All rights reserved. Keywords: Parties, Archaeology, Muisca pre-Hispanic society. Resumen La celebración de festejos en la cultura prehispánica Muisca del altiplano Cundiboyacense ha sido retratada, en fuentes etnohistóricas, como prácticas de idolatría y paganismo ampliamente difundidas en las comunidades nativas en el momento de la conquista. Sin embargo, evidencia arqueológica recogida en varios asentamientos ha ofrecido otras luces sobre la práctica de estas fiestas, que llevan a cuestionar la veracidad de las descripciones hechas por los españoles. Este escrito busca utilizar el caso de los Muiscas para subrayar la importancia del trabajo interdisciplinario en el análisis de festejos, e indicar las fortalezas y debilidades de ambas fuentes de información: etnohistórica y arqueológica. Para con ello, ofrecer un marco de análisis desde el cual se argumente la función de las fiestas en el fomento no exclusivamente de creencias religiosas sino en pro de la estructura política y cohesión social de las comunidades. © 2007-2011 Archaeodiversity Research Group & Syllaba Press. All rights reserved. Palabras claves: Fiestas, Arqueología, Sociedad prehispánica Muisca.

Introducción La sociedad prehispánica Muisca habitó el Altiplano Cundiboyacense entre el año 800 hasta años posteriores al contacto español ocurrido en 1536. Los muiscas han sido uno de los grupos prehispánicos más estudiados en Colombia, debido al gran volumen de información etnohistórica presente en documentos de archivo y crónicas, constituyéndose en la principal fuente de consulta para la reconstrucción del pasado prehispánico muisca hasta hace aproximadamente tres décadas. Simultáneamente, investigaciones arqueológicas se enfocaron en estudiar restos arqueológicos que pudieran dar forma a los imaginarios que se desprendieron de las descripciones encontradas en dichos textos históricos. Sólo en recientes estudios arqueológicos se han contradicho muchas de las ideas impuestas por la etnohistoria, lo cual constituye un campo de discusión donde se puede confrontar el potencial y alcance de las diferentes fuentes de información, y el impacto

que los enfoques metodológicos han tenido en la reconstrucción de la tradición prehispánica muisca; concentrándonos en esta ocasión, en el rol jugado por los festejos dentro de la sociedad Muisca. Mientras que por un lado, las fuentes etnohistóricas retratan una sociedad altamente jerarquizada (Aguado 1956 [1581] 1:289; Kruschek 2003:1), y que, al momento de contacto con los conquistadores estaba organizada en mínimo tres confederaciones (Acosta 1901 [1848]; Falchetti & Plazas 1973; Hernández 1948; Langebaek 1987; Pérez de Barradas 1952); las fuentes arqueológicas1 revelan una sociedad mucho más igualitaria: con poca diferenciación social y sin centralización del poder. El estudio de festejos en sociedades prehispánicas ha sido en los últimos años un campo de interés para entender algunas dinámicas de las sociedades 1. Sitios arqueológicos de Samacá (Boada 1998a, 1998b), Villa de Leiva (Langebaek et al. 2001), Fúquene y Susa (Langebaek 1995), y Funza (Boada 2000; Kruschek 2003).

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cacicales (Bray 2003a, 2003b). La comparación de fuentes en la reconstrucción de festejos muiscas pretende, por el lado de la etnohistoria, interpretar la cultura indígena a través de los escritos de conquistadores y funcionarios españoles, mientras que por el lado de la arqueología comprender la cultura material in situ y extraer interpretaciones de la vida social y cultural indígena a partir de modelos teóricos. El reconocimiento y definición de festejos en los escritos etnohistóricos no es tarea fácil. Especialmente porque la referencia a estas celebraciones se hace sin diferenciarlas claramente de otras actividades que acompañan la vida social de los indígenas, y que enmarcan el consumo de alimentos con ceremonias y rituales, y sólo hacen alusión indirectas a las bebidas y comidas, que son por cierto, los elementos representativos de los festejos (feasting) (Dietler & Hayden 2001:3; Adams 2004:60). El consumo de productos alimenticios en estos eventos es por definición, el de productos especiales, ya sean por su escases, por su exquisitez o larga y costosa preparación (van der Veen 2003:420). En el caso muisca, infortunadamente existen pocas referencias a la alimentación y cultura material (vasija, ollas, etc.) utilizada en la preparación y presentación de los alimentos. Es probable que la poca referencia etnohistórica sobre la gastronomía indígena, se deba al menor interés que despertó en los españoles el registro de la alimentación nativa, ya que no fue vista como un obstáculo significativo en los procesos de evangelización impulsado por la Corona española. Caso contrario ocurre con las fiestas y ceremonias, las cuales fueron interpretadas como ejemplo de la resistencia cultural indígena ante el proceso de conquista. Las palabras más recurrentes en los documentos de archivos y crónicas para referirse a los festejos son: convites, borracheras, sacrificios, idolatrías y ofrendas. Las interpretaciones de los españoles manifiestan que estas celebraciones eran organizabadas con el propósito de adorar a las deidades indígenas, consideradas paganas por ser diferente a la doctrina católica (Casilimas 2001), y evidencia de la conservación de costumbres y creencias ancestrales, que de igual modo, amenazaban el adoctrinamiento español.

demoniacas (Giedelmann 2007a, 2007b). A pesar de que dichas denotaciones justificaron el severo adoctrinamiento de los indígenas; curiosamente, la mención recurrente de comportamientos y creencias indígenas que atentaban contra preceptos católicos, son comentarios en los que no participa el autor en persona y de los cuales tiene noticia por funcionarios de la Corona y otras fuentes secundarias. Es posible entonces pensar, que la demonización y persecución a las fiestas muiscas haya servido más bien de justificación para legitimar la dominación española. Otro argumento que ilustra el rigor e importancia que se reconoce al erradicar las creencias culturales y espirituales de los indígenas, es la persecución y castigo impuesto a los especialistas religiosos (chuques); mientras los cabecillas de la sociedad muiscas (identificados en el cargo de caciques) no sufrieron la misma severidad, sino que, por el contrario fueron las primeras figuras integradas en el sistema de explotación de la Corona como recaudadores de tributo, a cambio de mantener sus privilegios y ser reconocidos como ejemplo de las bondades de la conversión religiosa y vasallaje a la Corona española. Se pueden agrupar las temáticas encontradas en los documentos históricos en tres categorías: Incesto y adulterio. Los festejos se caracterizaban por la gran actividad sexual que acompañaba la celebración. Era costumbre que las mujeres jóvenes tuvieran encuentros sexuales con hombres mayores que ellas, lo cual pudo haber sido interpretado por los españoles como relaciones incestuosas (Simón 1981 [1625])3. De igual forma, era permitido que durante la celebración las mujeres tuvieran relaciones íntimas con hombres diferentes a sus esposos, e incluso mujeres de personajes importantes dentro del grupo pudieran acceder a varones de otros grupos sociales4. Superstición, sacrificio, carreras e idolatría. La práctica de ofrendas fue el elemento dominante en el reconocimiento de las ceremonias como adoración a fuerzas malignas y sobrenaturales (Rodríguez Freyle 1994 [1636]; Simón 1981 [1625]). Los indígenas depositaban religiosamente ofrendas votivas en santuarios, lagunas, montañas y otros sitios considerados sagrados y, por lo general, vinculados a

Representación de festejos muiscas como prácticas de idolatría

2. Los jóvenes guerreros muiscas participaban en carreras que incluían el recorrido de los circuitos de lagunas reconocidas como santuarios. Estas competencias tenían para la comunidad gran connotación religiosa y en muchos casos los corredores morían de fatiga, lo cual era concebido como un gran honor. 3. Estas prácticas indígenas se encuentran reflejadas en los comportamientos que los conquistadores españoles adoptaron en el territorio, y por las cuales recibieron castigos. Ejemplo de ello es la existencia de frecuentes denuncias entre los conquistadores por la violación a menores, con las que se intentaba expropiar los bienes y privilegios dados por la Corona a los españoles, y de la que existe evidencia en archivos documentales (Avellaneda 1995, Juicio a Lázaro Fonte). 4. Rituales de reversión son comunes en diferentes sociedades tribales africanas, donde el intercambio de mujeres entre jerarquías sociales permite el afianzamiento de la cohesión social y legitimidad del orden social.

Crónicas y documentos de archivo de los siglos XVI y XVII señalan la frecuente práctica de fiestas entre comunidades muiscas como espacios de adoración y a sus deidades y fuerzas sobrenaturales. Dichas descripciones denotan algunas temáticas como: incesto, adulterio, superstición, idolatría, borracheras, sacrificios y competencias deportivas entre santuarios o “carreras”2; que son los elementos que permitieron a los españoles perseguir y atacar las fiestas como ejemplos de idolatría y prácticas

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puntos geográficos y naturales significativos que funcionaban como portales a otros mundos, y puentes de conexión con lo sobrenatural. Borracheras y consumo de sustancias alucinógenas. El consumo excesivo de chicha y la inhalación de alucinógenos como el yopo fueron considerados prácticas de invocación demoniaca5. La exaltación de los sentidos a causa del efecto del alcohol y sustancias consumidas, provocaban en los indígenas movimientos físicos bruscos, salivación excesiva, visiones y convulsiones, que eran entendidas como posesiones deliberadamente propiciadas por los nativos, al igual que estimulaba la actividad sexual. En resumen, es evidente que las fuentes etnohistóricas aportan información valiosa para documentar la práctica de festejos en ceremonias de naturaleza festiva y ritual; sin embargo, debieron existir otros motivos por los cuales se pudieron convocar estos festejos, y de los cuales no queda registro debido a la intención de los autores y al contexto histórico en el que se referencia el suceso. Representaciones de festejos como eventos de unión social La evidencia arqueológica existente sobre festejos muiscas se ha estudiado, en su mayoría, con el propósito de identificar jerarquías sociales; como ocurre, por ejemplo, en el estudio de restos cerámicos en los sitios arqueológicos de Samacá, Villa de Leiva, Fúquene, Susa y Funza. Los fragmentos cerámicos y la presencia o no de decoración elaborada, han sido tratados como criterios importantes en la identificación de festejos; ya que son casi que la única evidencia que se preserva de estas prácticas en el registro arqueológico. La tradición arqueológica en Colombia interpreta la presencia de decoración en la cerámica como indicador de la existencia de eventos especiales; ya que la inversión de energía, tiempo y recursos en la producción de un recipiente decorado implica su uso en contextos fuera de lo ordinario. Posiblemente la cerámica decorada hacia parte del carácter especial de la celebración, ya que tenía diseños que eran exhibidos a la comunidad, afianzando el estatus de los grupos que pudieran darse el lujo de gastar recursos adicionales, y patrocinar eventos de significación pública. El estudio reciente de asentamientos arqueológicos ha revelado que varias unidades residenciales presentan cantidades representativas de cerámica decorada, mostrando que no existe concentración en la propiedad de estos bienes (como ocurriría si fueran bienes de lujo), y ha cambiado el panorama que tenemos acerca de las celebraciones muiscas. Lo anterior pone en duda la interpretación según la cual, sólo un porcentaje pequeño de la 5. Archivo Nacional de Colombia, Visitas de Cundinamarca (1595) y Visitas de Boyacá (1596), Caciques e Indios (1570). 6. Las Ollas son normalmente empleadas en tareas domésticas: cocción y almacenamiento de alimentos.

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población era responsable de organizar festejos. En pocos casos el conteo de fragmentos cerámicos decorados ha sido acompañado por la presencia de fragmentos diagnósticos (borde y bases de recipientes), que permiten identificar la forma y posible uso del recipiente, y así establecer si se trata de recipientes con boca grande o cerrada, por ejemplo, ollas, platos, cuencos, o jarras y otras recipientes empleados para verter líquidos. Infortunadamente, no se ha demostrado si efectivamente la presencia de decoración es exclusiva de vasijas destinadas al servicio y consumo final de los alimentos, y no a otro tipo de cerámica empleada para la cocción y preparación de los alimentos. De hecho, en Samacá se encontró un número representativo de ollas decoradas6, que nos invita a ser más cuidadosos en las interpretaciones según las cuales la decoración se encuentra ligada a la cerámica de servicio, y no a la cerámica de preparación de alimentos. Adicionalmente, sólo en pocos casos (Boada 1998a) la inferencia sobre las prácticas de festejos se ha soportado con base en otro tipo de evidencia diferente a la cerámica. La inclusión de huesos animales, teniendo en cuenta el número de huesos y partes del animal, ha ofrecido nuevas luces en el estudio de festejos en términos arqueológicos. Infortunadamente, cocinas o infraestructuras correspondientes a la preparación de grandes cantidades de comida y bebida, al igual que, contextos donde se recupera cerámica destinada exclusivamente al servicio, no han aún sido estudiados. Es por lo anterior, que para el caso de la cultura Muisca es difícil diferenciar arqueológicamente la práctica rutinaria de consumo de alimentos del consumo de alimentos en festejos. A excepción del consumo de venados e inhalación de sustancias alucinógenas, que se refleja por la presencia de restos óseos animales y, en el caso de los alucinógenos, por las cucharas y bandejas pequeñas en oro empleados en el consumo de yopo. Por lo tanto, en términos arqueológicos, el análisis concienzudo de la distribución de cerámica decorada, no sustenta la existencia de diferenciación social al interior del asentamiento, y al contrario, su presencia y abundancia en varios sitios sugiere que no se trataba de artículos distintivos de un grupo social élite. Comparación entre las fuentes etnohistóricas y arqueológicas en el intento de reconstruir los festejos muiscas La reconstrucción de fiestas muiscas por medio de los dos tipos de información: etnohistórica y arqueológica, ofrece un panorama diverso que dificulta la comparación entre fuentes. Mientras que los documentos etnohistóricos resaltan el carácter ritual de éstas celebraciones, la evidencia que se encuentra en el registro arqueológico, escasamente, permite diferenciar entre hábitos de consumo

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cotidiano y hábitos de consumo en ocasiones especiales. La divergencia existente entre la información que aportan las fuentes, no se debe sólo al alcance mismo de cada fuente, sino al enfoque metodológico; es decir, al aspecto procedimental en el análisis de la evidencia. Por un lado, el énfasis en los estudios etnohistóricos defiende el aspecto ritual de los festejos, y los describe como fiestas de solidaridad que consolidan la unidad social del grupo a través de la repartición abundante de comida y bebida para todos; propiciando la reafirmación del poder de convocación y hospitalidad de los caciques o líderes, quienes probablemente ejercían su autoridad en un sistema de redistribución. De otro lado, el enfoque en los estudios arqueológicos se ha concentrado en la recuperación de pruebas que evidencian procesos de jerarquización social, y por ende, muestran estas actividades como fiestas de promoción necesarias para consolidar las relaciones de reciprocidad, y resaltar el éxito social del grupo anfitrión; principalmente mediante el despliegue de objetos de élite que representan el estatus y prestigio del grupo que organiza la fiesta. La invitación a la fiesta genera obligación y se convierte en una deuda social que debe pagarse (Hayden 2001:28,37-8,54-8; Dietler 2001: 76-88; Adams 2004:61-2). En pocas palabras, existe un contraste entre los principios que se emplean para estudiar los festejos muiscas: 1. Los documentos etnohistóricos hacen énfasis en el despliegue de grandes cantidades de alimento, y generosidad que enmarcaban momentos significativos de la vida social del grupo. 2. Los estudios arqueológicos reconocen la presencia de artículos suntuarios como indicadores de la presencia de elites dentro de la estructura política de la sociedad muisca. Conclusiones Dejando de lado, por el momento, la existencia o no de redistribución o reciprocidad como mecanismos principales en la celebración de festejos, ambas fuentes (etnohistóricas y arqueológicas) demuestran que los líderes muiscas no centralizaban el poder político, ni éste era permanente. Los líderes políticos debieron encontrar muchas dificultades en la coordinación y realización de eventos públicos, tales como fiestas. Igualmente, se hacía necesario entre estos líderes políticos establecer alianzas con los especialistas religiosos (chuques), para que al contar con su participación en las fiestas, se pudieran convocar a las diferentes capitanías, y convertirse en eventos de significación pública social. Los líderes políticos muiscas no debieron gozar de ilimitada riqueza para patrocinar las fiestas, sino que al contrario, su éxito radicaba en la eficacia que tuvieran para llevar a buen término la redistribución de bienes comunitarios en las fiestas, y su efectiva gestión en la organización política y religiosa de dichos eventos, representado en su capacidad de convocación y movilización de recursos.

Los caciques eran funcionarios de la comunidad y su permanencia en el poder dependía directamente de la habilidad para mantener contenta a la comunidad, además de brindar atenciones de acuerdo a su posición social. El poder no se ejercía, entonces, en una única dirección, y el pueblo presionaba y orientaba la toma de decisiones. Dicha situación resalta la importancia de los eventos públicos en la adquisición del prestigio necesario para poder gobernar, y refleja el carácter temporal de dicha posición. El actual escrito tiene la intención de mostrar las dificultades que se encuentran en el estudio de sociedades prehispánicas y, en especial, las reservas que se deben tener antes de reconocer a los muiscas como sociedades claramente jerarquizadas y centralizadas en el ejercicio del poder. Las sociedades muiscas posiblemente pueden ser mejor comprendidas desde el modelo de cacicazgos en proceso de consolidación, que soportan su poder en pilares similares a las de sociedades tribales: fiestas y escaramuzas (ver Giedelmann 2007a). El estudio de festejos ofrece herramientas importantes para evaluar procesos de desarrollo político y social, al igual que permite confrontar interpretaciones tradicionales en la reconstrucción de las culturas y el pasado ancestral. Referencias Adams, R. 2004. An ethnoarchaeological study of feasting in Sulawesi, Indonesia. Journal of Anthropological Archaeology 23:5678. Acosta, J. 1901 [1848]. Compendio histórico del descubrimiento y colonización de la Nueva Granada en el siglo XVII. Librería Colombiana. Bogotá. Aguado, P. 1956 [1581]. Recopilaciones historiales. Biblioteca de la Presidencia. 4 Vols. Bogotá. Avellaneda, J. 1995. La expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada al mar del sur y creación del Nuevo Reino de Granada. Banco de la República. Bogotá. Boada, A.M. 1998a. Bases of social hierarchy in a Muisca central village of the Northeastern Highlands of Colombia. PhD Thesis. : University of Pittsburgh. Pittsburgh. Boada, A.M. 1998b. Mortuary tradition and leadership: A Muisca case of the Valle de Samacá, Colombia. In Oyuela-Caycedo, A. and Scott, J. (eds.), Advances in the archaeology of the Northern Andes. In memory of Gerardo Reichel-Dolmatoff, Monograph 39: 55-67. The Institute of Archaeology, University of California. Los Angeles. Boada, A.M. 2000. Patterns of regional organization in the Sabana de Bogotá, Colombia (Funza, Mosquera and Fontibón municipios). Unpublished manuscript on file at Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH). Bogotá. Bray, T. 2003a. The commensal politics of early states and empires. In Bray, T (ed.), The archaeology and politics of food and feasting in early states and empires: 1-13. Kluwer Academic/Plenum Publishers. New York.

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