Reconocimiento y Migraciones: \"Lucha por el reconocimiento del inmigrante latinoamericano residente en Chile\"

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Descripción




































Introducción

El reconocimiento que reciben inmigrantes latinoamericanos en Chile es
fundamental para el proceso migratorio en sí, ya que posibilita la
extensión de las cadenas migratorias desde su país de origen a Chile lo que
a su vez genera movimientos migratorios desde países menos desarrollados a
los de origen de los inmigrantes que llegaron a Chile para complementar la
fuerza laboral de esos territorios (Sorensen, 2004).

La condición en la que la mayoría de los inmigrantes latinoamericanos
llegan a Chile es muy precaria, lo que de inmediato los posiciona en una
situación de desventaja frente al chileno que siendo éste reconocido legal
y legítimamente ante el Estado chileno como ciudadano perteneciente al
territorio, crea de inmediato una distancia a nivel institucional y
económica entre ambos, generando actitudes racistas de parte de los
chilenos los cuales también fundamentan este tipo de actitudes por las
raíces indígenas que se presentan más visiblemente en los vecinos del norte
(Subercaseux, 2007; Tijoux, 2013).

Dirigirse hacia un auténtico reconocimiento (Taylor, 2009) de los
inmigrantes implica implementar reformas a nivel institucional y de las
prácticas sociales para que estos sujetos puedan lograr una
autorrealización completa en la sociedad receptora. El lugar que ocupan los
migrantes en la sociedad chilena genera un déficit para la democracia que
sólo puede corregirse a condición de que tanto el Estado como la sociedad
orienten su acción hacia el reconocimiento (Thayer, Córdova y Ávalos,
2013).

Para realizar un análisis más completo, en el presente ensayo se revisarán
tanto a los autores más clásicos de las teorías del reconocimiento como
Hegel (1999) y otros contemporáneos como Honneth (1997) y Taylor (2009), en
donde se abordarán cuestiones como las condiciones para el reconocimiento,
interacción entre la construcción de identidad y reconocimiento y el
reconocimiento auténtico de Taylor.

Siguiendo los planteamientos de la filosofía política de Hegel y el
pragmatismo de Mead, el reconocimiento sería una relación dialógica que es
constitutiva de la identidad de los sujetos interactuantes, en este caso de
los inmigrantes latinoamericanos y chilenos nativos, vale decir, una
interacción donde el individuo aprende a considerarse desde el punto de
vista de los otros participantes en la interacción (Honneth en Thayer,
2013), por lo que si asumimos el conflicto que existe entre los inmigrantes
"sur-sur" y los chilenos en temas de reconocimiento, derivaría en tres
situaciones tipo que determinarían su situación: Una negación total o
parcial del reconocimiento por parte del Estado y la sociedad, un "falso
reconocimiento" en donde la expectativa de reconocimiento coincide con el
reconocimiento negado total o parcialmente y, finalmente, un reconocimiento
auténtico.

Para efectos prácticos del presente trabajo, la migración, en general, será
entendida, por lo menos en primera instancia, como un

"(…) proceso en la medida que el traslado de la persona desde un país a
otro implica un conjunto de factores causales, de desarrollo y
consecuencias, tanto para la sociedad de origen como de destino. No se
trata de una acción aislada y estática, sino que está inmersa en un
entramado de relaciones sociales y circunstancias económicas, políticas y
culturales que se van modificando continuamente en el tiempo" (Cano y
Soffia, 2009:131- 132).


Considerando lo anterior, es por esta razón misma que la consideración de
un reconocimiento total al inmigrante en la sociedad chilena haga que tomar
a los referentes transversales como una condición ideológica del chileno a
la hora de reconocer al inmigrante sea tan importante. Estos referentes
transversales de identidad es posible plasmarlos en la "raza", la fortaleza
institucional y la geo- identidad, en donde podemos definir estos
referentes como los recursos ideológicos con que la población nativa
distingue su condición nacional respecto del resto de países de la región
(Thayer, Córdova y Ávalos, 2013). La posibilidad de poder armonizar estas
condiciones ideológicas podría lograr el reconocimiento total de éstos como
parte de la sociedad chilena.

Es el caso de los inmigrantes latinoamericanos clave, no sólo para
comprender el fenómeno de exclusión y discriminación que generamos para que
vivan, sino que para comprender qué tipo de sociedad estamos proyectando y
construyendo, por esto el cuestionamiento principal que guiará el presente
ensayo es ¿cuáles son las prácticas sociales que motivan la búsqueda de
reconocimiento de los inmigrantes latinoamericanos para reconocerse como
iguales ante la sociedad e institucionalidad chilena?


La condición migrante

Los inmigrantes latinoamericanos en Chile
La cara de los migrantes en Chile ha cambiado y hoy llama la atención las
transformaciones familiares, culturales, sociales y laborales que han
presentado dentro de la sociedad chilena. La historia de los flujos
migratorios en Chile nos dice que a fines del siglo XIX la incorporación de
nuevos territorios al país en el norte, producto de la Guerra del Pacifico,
se tradujo en que la población inmigrante de países fronterizos llegara a
un 67% de los extranjeros residentes en el país, centrándose en peruanos y
bolivianos en el norte y argentinos en la zona de Magallanes,
principalmente por la conexión económica, laboral y geográfica de los
sectores (Cano y Soffia, 2009).

Luego de la crisis de la deuda de 1982, los países de América Latina
tuvieron un violento reajuste económico. La disminución de la producción y
el aumento del desempleo afectaron a toda la región, esto, sumado a las
dictaduras que se dieron en cada uno de los países, creando la situación
propicia para que Chile fuese un buen foco de migración. Mientras los demás
países de la región sufrían las consecuencias de la crisis, Chile comenzaba
a activar su economía y a sobresalir como buen destino en comparación a los
países vecinos. Para la década de los 90s, junto al retorno a la democracia
y de los exiliados políticos, se abren las fronteras chilenas al mercado
internacional, consolidando con los años un sostenido crecimiento y
estabilidad económica, lo que permitió que empresarios y empresas pusieran
sus inversiones en el país, convirtiéndolo en un lugar atractivo para los
inmigrantes de la región en términos económicos y laborales (Arellano,
2000).

En los últimos 20 años, la población inmigrante en Chile se ha triplicado
llegando al 2% de la población nacional, en donde el 61,4% de los
inmigrantes se encuentra viviendo en Santiago (Avalos, 2012). Entre los
inmigrantes más frecuentes en el país encontramos peruanos (37,5%),
argentinos (16,75%), bolivianos (6,81%), ecuatorianos (5,4%) y colombianos
(3,9%) lo que nos demuestra que la migración hacia Chile se destaca por ser
local, es decir, que los inmigrantes del país son en gran parte
latinoamericanos, destacándose que el 67% de ellos son de países
fronterizos.

La noción de "migrante"
Siguiendo la reciente investigación de Thayer (2013) "Expectativas de
reconocimiento y estrategias de incorporación", es un hecho que los
inmigrantes latinoamericanos en Chile viven en condiciones desfavorables en
comparación a la población nativa chilena por su condición de clase,
nacionalidad, tiempo de residencia, entre otras características. Según
Castles y Davidson (2000), estos inmigrantes vivirían una exclusión
diferencial que se basa en una extensión parcial de los derechos
ciudadanos, lo que conduciría a lo que ellos denominan construcción de
"minorías étnicas" las cuales estarían sobre-explotadas, semi-excluidas,
discriminadas y culturalmente rechazadas (Thayer, 2013: 3).

Dos fuentes complementarias podrían sostener nuestra problemática. Por una
parte la teoría del reconocimiento de la mano de autores como Hegel,
Honneth, Taylor, Fraser, entre otros, y por otro lado desde la sociología
de las migraciones con autores que van desde Castles y Davidson, Portes y
DeWind, De Lucas hasta Beck.

El análisis del reconocimiento que ofrecen las lecturas antes señaladas,
ofrece distinguir tres planos en que se enmarcan las relaciones de
reconocimiento en el área de las migraciones (Honneth, 1997): La primera es
el de las relaciones primarias y afectos básicos que es necesario para la
generación de auto-confianza, que exige condiciones óptimas para que se
genere un ambiente en donde el individuo sea capaz de formarse en base a
auto-estima y seguridad; el segundo es el acceso igualitario y legítimo al
espacio público como sujetos políticos, en donde se aceptan a los sujetos
como interlocutores válidos dentro del espacio social, siendo el
reconocimiento definido como acceso a la palabra y a la acción en el campo
político, en donde en el caso de los migrantes, esto podría ser llevado a
cabo a partir de derechos cívicos y políticos en el país de destino, con la
finalidad de lograr un auto-respeto y, por último; en tercer lugar se
encuentra el de la valoración de la contribución que cada sujeto es capaz
de aportar, desde su singularidad, a la reproducción simbólica y material
conduciendo a la auto-valoración.
Es importante aclarar, llegados a este punto, que la concepción de
reconocimiento que se seguirá de ahora en adelante, se aleja de la
definición que realiza Charles Taylor quien reduce el reconocimiento a una
cuestión meramente cultural con una respuesta binaria de aceptación o no de
los inmigrantes (en este caso particular) en la sociedad chilena, sino que
se acercará a la definición realizada por Axel Honneth quien, sin
contradecir a Taylor, circunscribe el "problema" de la cultura a una de las
dimensiones anteriormente señaladas, específicamente a la tercera, ya que
como Honneth (2010) arguye, la reducción del reconocimiento a un problema
de cultura es un fatídico malentendido a su significado.

En el trabajo anteriormente señalado de Thayer (2013), existe un apartado
muy bien logrado sobre la condición de los migrantes peruanos, argentinos y
ecuatorianos, en donde, a través de entrevistas, propone la existencia de
un significado dual para la noción de "migrante" el que está cargadamente
negativo donde, por un lado, se alude a una condición social y por otra,
una condición individual. La primera es un referente asociado a la
precariedad de condiciones de vida, discriminación social, exclusión,
estatus ocupacional y estructural más bajo en comparación a los nativos,
etc.
En la "condición social" del migrante, se pueden encontrar dos posiciones
con respecto a ésta, existiendo una influenciada por la distancia en la que
ellos consideran se encuentran con ese referente prototípico, así como las
expectativas que tienen de incorporación a largo plazo a la sociedad
chilena. "La medida de la identificación con la condición social de
migrante, es la percepción de la propia condición social" (Thayer, 2013:7),
por lo que los entrevistados que hayan elaborado su relato en base a la
precariedad en diferentes ámbitos, tienden a aceptar la noción de migrante
como una característica de su identidad como sujetos sociales, por el
contrario, quienes construyen su relato a partir de la base de un ascenso
social y ausencia de experiencias discriminatorias, rechazan el término
"migrante" como referente a su condición social, sino que toman la de
"extranjero" que no posee la carga negativa del primero.

La noción de migrante se asocia a características tales como el desarraigo,
búsqueda de oportunidades, sacrificio, capacidad de adaptación. Según los
discursos en la investigación del auto antes mencionado, el desarraigo
define en términos personales la trayectoria migratoria, apareciendo como
el debilitamiento con los vínculos del país de origen y la construcción de
vínculos "incompletos" en el país de destino, siendo esto experimentado
como un distanciamiento con el auto-reconocimiento en el lugar de origen y
un reconocimiento imparcial y siempre inconcluso con el de destino (Thayer,
2013).

Este desarraigo del que hacen gala los inmigrantes, da cuenta de rasgos
personales que los ayudan a conllevar diversas situaciones que, según
ellos, ponen en desventaja a los ciudadanos chilenos frente a la
laboriosidad de que son acreedores los primeros, ya que pueden manejar con
éxito diversas situaciones complejas y cambiantes debido a su trayectoria
migrante. El sacrificio, por su parte, es más bien una promesa a largo
plazo de bienestar al postergar afectos y relaciones de gran significado en
virtud de un mejor futuro a cambio de más tiempo dedicado al trabajo,
siendo de esta forma el trabajo un marcado referente en el inmigrante como
una de sus principales características, entregándole dignidad al trabajo
que realizan a la vez que es un diferenciador del trabajador chileno. Este
sacrificio dirigido al trabajo es tan importante para ellos por la
constante búsqueda de mejores condiciones materiales como de un mejor
futuro lo que hace inferir que sus expectativas de reconocimiento están
dirigidas a acceder a mayores mejoras laborales y bienestar.


Formas de reconocimiento y las migraciones

Dimensiones del reconocimiento
El reconocimiento que el entorno dirige al sujeto es estructurador de la
imagen que éste produce de sí mismo (Honneth, 1997), sin embargo, la imagen
que la sociedad proyecta sobre cada uno no es determinante de la que el
sujeto asume como propia (op. cit.) lo que, en el caso de la temática que
nos convoca en este texto, es fundamental ya que los inmigrantes tienen la
facultad de reaccionar frente al reconocimiento de los otros. Esta
capacidad de respuesta frente al reconocimiento de los demás es lo que
permite al sujeto responder a éste a partir de su expectativa propia de
reconocimiento, lo que puede derivar en tres tipos de situaciones o formas
de éste (Thayer, 2013).

En primer lugar aparece una negación total o parcial por parte de la
sociedad y el Estado, en donde a partir de la cual el sujeto aceptaría o
negaría ésta desde el malestar y/o resentimiento. Esta situación que para
el sujeto es de menosprecio (Honneth, 1997), supondría un agravio moral que
en donde "aparece el peligro de la lesión que puede sacudir la identidad de
la persona en su totalidad" (Honneth, 1997:160). Según el mismo Honneth, la
negación del reconocimiento en una de estas tres dimensiones podría motivar
la lucha por el reconocimiento (op. cit.). Por lo tanto, siguiendo esta
dimensión, los migrantes vivirían su trayectoria no desde una
identificación con una posición subordinada, sino que a partir del malestar
que les provoca esta situación.
A partir de lo anterior, el Estado estaría contribuyendo fuertemente a
construcción de minorías étnicas (Castles y Miller, 1993) y no a
comunidades étnicas (Castles y Miller, 1993; Castles y Davidson, 2000). En
este sentido, al no ser reconocidas como parte de esta sociedad, no pueden
auto-reconocerse en ella tampoco.

El segundo lugar se encuentra cuando la situación de expectativa de
reconocimiento que tiene el sujeto, coincide con el reconocimiento negado
total o parcialmente que le entrega la sociedad, o como denominaría Taylor
(2009), se generaría una situación de falso reconocimiento, siendo la
identidad del propio sujeto su dominación (Taylor, 2009), construyendo
minorías étnicas ya no desde el malestar y el descontento, sino que a
partir de la resignación.

La tercera situación se presente a causa de un reconocimiento auténtico
(op. cit.), lo que implica que parte de la construcción de un espacio
normativo y social impacta en los sujetos para que puedan realizarse en la
dimensión de la auto-confianza, el auto-respeto y la auto-valoración
(Thayer, 2013), y así eludir las prácticas sociales discriminatorias. El
reconocimiento, así, implicaría una igualdad entre todos los sujetos
convivientes en una sociedad, en este caso, entre chilenos nativos e
inmigrantes latinoamericanos en el país.

El reconocimiento y las migraciones
La presencia de los migrantes, por lo general, pone a palestra en el
espacio público que hay personas que acceden parcialmente, y muchas veces
de manera nula, a muchos derechos, cuya presencia igualitaria es muy
precaria en la sociedad (Castles y Davidson, 2000) y que se hace muy
visible en Chile (Stefoni y Fernández, 2011).

El reconocimiento normativo y social es reconocido hoy como uno de los
desafíos centrales de las democracias receptoras de inmigrantes (De Lucas,
2009), planteándose que una sociedad que se llame "democrática" no puede
sostener condiciones normativas y sociales que reproduzcan una "ciudadanía
jerárquica", una "semiciudadanía", o un segmento de "ciudadanos de segunda
categoría" (Thayer, Córdova y Ávalos, 2013) en virtud de un acceso parcial
a los derechos.
Lo anterior supone que existe una diferencia de jure y de facto en el
reconocimiento hacia los migrantes (Carens, 2004), y las expectativas "que
se expresan en la subjetividad sientan las bases para que reconocimiento
jurídico bien, se proyecte en la vida cotidiana de las personas, o bien
permanezca como letra muerta en la estructura normativa" (Thayer, Córdova y
Ávalos, 2013:165).
Por consiguiente, la igualdad de los derechos legales y adquisición de
ciudadanía son medios tan necesarios como importantes para la integración
de los inmigrantes, pero estos esfuerzos no son suficientes ya que la
igualdad formal oculta grandes desigualdades cualitativas (Carens,
2004:410), por lo tanto aún está al debe encontrar una solución real,
eficaz y efectiva a la problemática del reconocimiento, que las políticas a
favor de un reconocimiento igualitario bajen de las instituciones a las
prácticas sociales, por ejemplo.


Referentes transversales como recursos ideológicos

"La mirada que la población nativa dirige a los migrantes lleva implícita
una definición de la propia identidad" (Thayer, Córdova y Ávalos,
2013:169). Éste será un punto inicial desde el que la población nativa
enfrenta el proceso de reconocimiento de los migrantes, ya que el
reconocimiento que se es capaz de ofrecer al otro se ve predispuesto por
una imagen de sí mismo construida históricamente (op. cit.). Siguiendo a
Thayer, Córdova y Ávalos (2013), en el caso de los chilenos nativos, la
autoimagen con que se aborda la relación con los inmigrantes
latinoamericanos, especialmente argentinos, peruanos y ecuatorianos, está
integrada por tres imágenes: la condición racial, la fortaleza
institucional y la geo-identidad. Estos recursos ideológicos serán los que
la población nativa utilizará para distinguir su condición nacional
respecto al resto.

Condición racial
Como recurso ideológico, la condición racial es el primero con que la
población nativa se emplaza frente al otro, Si bien la noción de "raza" ha
sido utilizada como una condición biológica que antecede a la interacción
social, ha sido víctima de críticas muy bien fundamentadas en las ciencias
sociales (Miles, 1989). La raza es una condición humana inherente al ser
humano, y a la vez una forma de dar particularidad a los diferentes grupos
humanos (Thayer, Córdova y Ávalos, 2013), por lo tanto, se dan por
naturales definiciones raciales generadas en los marcos de relaciones
sociales de dominación que ya han sido establecidas (Wieviorka, 2002), y
como consecuencia de la racialización (Miles, 1989).

Como plantea Parker (1993) con respecto al sincretismo cultural del que es
heredero Latinoamérica, el sentido común, por lo tanto, entiende que la
identidad nacional se ha constituido en base a un sincretismo sanguíneo.
La raza chilena aparece en el discurso como un "crisol de culturas"
(Gordon, 1964), formado por una matriz indígena original, sangre española
precolombina, y el aporte de flujos migratorios del siglo XIX y principios
del XX que son principalmente europeos (Thayer, Córdova y Ávalos, 2013).

El elemento indígena en la sociedad chilena en general, es asumido muy
tímidamente, ya que a pesar de su aceptación general, se sabe también que
este "factor" ha sido fuertemente disminuido a lo largo del tiempo debido a
las vastas migraciones europeas al país que hoy en día son predominantes en
la "raza chilena" (op. cit.). Esto aparece como un factor de diferenciación
con los países principalmente del norte en donde la sangre indígena no
habría sido del todo disuelta con el paso del tiempo.

A partir de la aceptación en la ambivalencia inmigrante que forma parte de
la identidad chilena, hay ciertas contradicciones que es posible encontrar
en ella. Por ejemplo, la mixtura proveniente de la migración histórica
(Stefoni, 2011) es constituyente de la identidad y, por otro lado, la
migración "contemporánea" le ocurre a una identidad ya constituida que la
enfrenta como alteridad. "Lo primero asume que la identidad nacional es
dinámica y abierta a los procesos históricos, y lo segundo que es estática
e inmune a los procesos sociales que enfrenta" (Thayer, Córdova y Ávalos,
2013:171).
Sobre la concepción anteriormente descrita, es que la población chilena
asume que la inmigración andina supondría una especie de "involución"
racial que devuelve a Chile el componente indígena ya casi superado.

Fortaleza institucional
La fortaleza institucional es, al igual que la condición racial, un factor
de jerarquización y diferenciación de lo nacional con lo latinoamericano,
esto debido a una definición de la fortaleza de la institucionalidad
chilena que es posible visibilizar a partir de dos "sub-instituciones" o
dimensiones. La primera está vinculada con las instituciones políticas que
proveen estabilidad y transparencia, y la segunda está asociada a
instituciones económicas que garantizan el acceso generalizado al consumo
(Thayer, Córdova y Ávalos, 2013). La idea de que "las instituciones
funcionan" es el núcleo de un relato que hace de un chile un lugar
privilegiado dentro de la región.

En el plano política, la fuerza institucional se reluce con la noción de
seguridad que se refleja en la baja delincuencia, probidad de carabineros y
autoridades en conjunto con la estabilidad de las instituciones de gobierno
(op. cit.), lo que excluiría a Chile de la inseguridad generalizada por el
continuo debilitamiento que se presenta en Latinoamérica de las
instituciones políticas en general.

Por otro lado, en la dimensión económica, la fortaleza institucional se
asocia con el nivel de desarrollo y con la posibilidad de desarrollar
proyectos personales (op.cit). Es posible pensar, por tanto, que ésta
imagen de "éxito económico" que poseería Chile, proyectaría al exterior una
retrato atractivo para el exterior y, en consecuencia, la llegada de mayor
cantidad de inmigrantes al país.

La diferencia que presenta Chile en comparación con sus vecinos
latinoamericanos, hace que los chilenos se vean en una posición de
superioridad frente al inmigrante de la región que, por las condiciones
institucionales de donde proviene, se encuentra en clara inferioridad
frente al (supuesto) crecimiento del fortalecimiento de las instituciones
chilenas que ya están mejor que la de los vecinos, por lo tanto, el chileno
interpreta que concede al inmigrante privilegios que en su país no tiene.

La geo-identidad
Por último lugar, y como tercer referente de la transversalidad en la
población chilena metropolitana, es la condición geográfica de Chile que
entregaría una singularidad en la conformación nacional. Este relato sobre
la identidad nacional en base a la geografía chilena, sería la base para
autorreconocerse en una sociedad diferente y segregada del resto de la
región (op.cit.)

Este aislamiento geográfico habría desatado que Chile se alejara de las
problemáticas por las que pasan los demás países latinoamericanos como la
inestabilidad económica, la corrupción y la fragilidad de las
instituciones. El ingreso de inmigrantes al país sería un problema por
traer todos los malos hábitos desestabilizadores de los lugares de donde
provienen, por lo que el aislamiento habría funcionado como una
inmunización a todos estos males.

Si bien la idea de aislamiento geográfico no constituye una limitación
fuerte para involucrarse en las relaciones de reconocimiento entre
inmigrantes y nativos, pone en evidencia una predisposición poco positiva
para hacerlo.


Conclusiones

Es posible percibir, a partir del análisis teórico anteriormente expuesto,
que la lucha por el reconocimiento en el que están inmersos los inmigrantes
latinoamericanos en Santiago se lleva a partir de las motivaciones que los
traen a Chile, principalmente, y como estas motivaciones son principalmente
laborales, es posible dilucidar que su lucha por el reconocimiento va
principalmente enfocado a reivindicaciones económicas o en la dimensión
económica de la institucionalidad chilena, y no tanto a derechos cívicos
y/o culturales como se podría llegar a pensar.
Este punto es central a la hora de comprender la forma en que se proyectan
en Chile como ciudadanos, ya que tienen una concepción mediatizada de los
derechos y regida básicamente por el mercado.

Es necesario señalar, también, que la percepción de los migrantes, en
cuanto a que es posible acceder a estos mercados, marca sus expectativas de
reconocimiento con una idea de que existiría una "deuda" con la sociedad
receptora, ya que esta sociedad les ha entregado alojo dentro de un país
con gran fortaleza institucional.
La apertura de un espacio de oportunidades para la realización de proyectos
personales y laborales, así como la posibilidad de proyectar una vida
segura, motiva a los inmigrantes a tener una actitud de agradecimiento
hacia la sociedad (Thayer, 2013).

Los migrantes, por su condición de trabajadores extranjeros, entienden que
se ven en la obligación de trabajar más y mejor que los chilenos. Estos son
percibidos como menos dependientes del trabajo y por tanto menos sometidos
y menos predispuestos a realizarlo.
Es posible argüir, por lo tanto, que al circunscribir los derechos al solo
ámbito económico, es posible inscribir el reconocimiento de la condición
migrante en lo que Taylor (2009) define como falso reconocimiento, es
decir, la identificación de los sujetos migrantes con la posición
desfavorable o no igualitaria que está impuesta en la sociedad.

Otra forma en que la búsqueda de reconocimiento se hace fáctica por parte
de los migrantes, es su búsqueda por legalizar su condición a nivel
institucional. A partir de su búsqueda por mejores condiciones laborales,
se desprende también el hecho de que quieran buscar mejoras en sus
condiciones de vida a partir de la legalización de su estado en Chile, ya
que es conocido que si ellos ponen "en regla sus papeles" podrán conseguir
más medios para acceder a mejores trabajos, mejores contratos y facilidades
para acceder a la salud y educación de sus hijos en Chile.

Sin embargo, a pesar de todos los esfuerzos de los inmigrantes por buscar
formas en que puedan obtener el reconocimiento por parte de la
institucionalidad y las prácticas sociales de la sociedad chilena, esta
tarea se hace más complicada al considerar las tres recursos ideológicos
anteriormente revisados, ya que el chileno nativo consideras estas
dimensiones no sólo como parte de su mentalidad y visión por sobre los
demás latinoamericanos, sino que también ejerce sobre éstos cuando se
enfrente a un inmigrante dentro del país, reconociendo todas estas
características en su persona y viendo la falta de éstas en el inmigrante
y, peor aún, lo ve como un peligro ya que éste puede ser capaz de integrar
su malas prácticas traídas desde su país de origen a Chile y frenar todo
este crecimiento y desarrollo que tanto se desea mantener, generando
instancias de odio e incluso racismo exacerbado que se ha vislumbrado hace
no mucho tiempo atrás con una marcha en Antofagasta en contra de los
inmigrantes colombianos por drogadictos, flojos, sucios, etc.

Quizá la tarea que resta va por parte de los chilenos, ya que en trabajos
relacionados a la temática (Thayer, Córdova y Ávalos, 2013; Thayer, 2013),
en donde a través de trabajos de campo con inmigrantes se ha podido
dilucidar con claridad su gratitud a través del buen trabajo por aceptarlos
en el país, es posible descubrir que estos dogmas transversales son los
culpables que los nativos chilenos no sean capaces de aceptar al inmigrante
como un igual.
Se ha intentado por muchos medios aumentar la igualdad de los derechos de
los inmigrantes por medios de la institucionalidad, pero es posible que
falte mucho más a nivel de las prácticas sociales entre los actores, en un
orden de respeto y empatía, ya que como hay latinoamericanos en Chile,
también hay chilenos en el extranjero siendo tratados como peruanos son
tratados en nuestra patria.









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"Reconocimiento y Migraciones "
""Lucha por el reconocimiento del inmigrante latinoamericano residente en "
"Chile" "
" "




Profesor Juan Ormeño
Lucha por el Reconocimiento
Bárbara Bravo Quiroz
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