Recomendaciones para la defensa de proyectos de tesis
Descripción
Recomendaciones para la defensa de proyectos de tesis por Javier Bassi (2015)
(Nota: este texto es un extracto revisado de mi libro Formulación de proyectos de tesis en ciencias sociales. Manual de supervivencia para estudiantes de pre-‐ y posgrado que está disponible aquí. Consultar particularmente el apartado D.)
Ilustración de Pablo Hernández Lillo
Es habitual que los/as tesistas deban defender su proyecto de tesis ante un tribunal de diversos grados de formalidad. En este documento de trabajo, presento algunas recomendaciones para enfrentar esta instancia de evaluación. Lo primero —y diría que principal— a tener en cuenta se halla en el nombre del ritual académico: defensa de proyecto de tesis. La idea de defensa implica que hay algo que defender. ¿Qué? El proyecto que el/la tesista ha formulado. ¿Defenderlo de qué? De las objeciones que se le formulen. ¿Ante quién? Ante quienes están encargados/as de evaluar el proyecto y que, seguramente, no estarán convencidos/as de algunos de sus aspectos. La idea de defensa nos pone en la pista de otra idea relevante: la de justificación. La tarea del/de la tesista no es mostrar que su proyecto es perfecto, ni siquiera suficientemente bueno para todos/as los/as evaluadores/as. La tarea del/de la tesista es mostrar que su proyecto es el resultado de decisiones teóricamente informadas y que, por tanto, su forma y su contenido son justificables. ¿Por qué? Porque es imposible conformar a todo el mundo. Típicamente, un/a evaluador/a objetará algo que a otro/a le parecerá un punto fuerte del proyecto. Muy comúnmente, los/as evaluadores/as harán observaciones contradictorias. De ese modo, intentar conformarlos/as a todos/as es una tarea imposible, a no ser que uno viva en el ello freudiano, es decir, que no se rija por el principio de no contradicción que reza que algo no puede ser y no ser al mismo tiempo y bajos las mismas condiciones.
Así, mientras antes el/la tesista haga el duelo del proyecto universalmente aceptado, mejor: ¡siempre habrá objeciones, algunas muy serias! De hecho, eso es lo habitual. No he visto jamás a un/a evaluador/a decir: «Su proyecto me parece perfecto». En fin, no se trata de conformar a todo el mundo —un esfuerzo inútil que puede llevar al/a la tesista a caer en graves contradicciones— sino de tener respuesta para todo. Eso, justamente, es defender un proyecto: responder a las objeciones con argumentos teóricamente fundados que operen como justificación de cada rasgo del proyecto. Por ejemplo, explicar por qué el proyecto no contiene a tal o cual autor/a, por qué se optó por el criterio de saturación teórica o por qué no se escribió en voz pasiva. De este modo, la tarea consiste en justificar cada aspecto del proyecto. Esas justificaciones pueden no contentar del todo a los/as evaluadores/as, pero éstos/as, seguramente, las sopesarán. Lo que no puede suceder es que el/la tesista argumente cosas del tipo «Mi profesor guía me dijo que lo hiciera así» o «Hice sólo cuatro entrevistas porque nadie más me quiso contestar». Esas son justificaciones débiles, en el sentido de no teóricamente fundadas, y son fácilmente atacables. En definitiva, diría que este punto —la idea de justificación— es lo más importante en una defensa de proyecto de tesis —y, dicho sea de paso, en una defensa de tesis también— y condiciona todo lo que diré a continuación. Paso a algunas recomendaciones concretas: —En relación a lo dicho, quizás la recomendación más importante: conoce tu proyecto. Sería esperable que así sea si has trabajado en él durante meses. Eso te permitirá no sólo presentarlo como si contaras una anécdota sino también defenderlo de las objeciones que se le formulen —Presenta los mismos apartados que el proyecto escrito, secuenciados del mismo modo, en la medida que el proyecto tiene una ordenación lógica. Típicamente: contextualización (por qué te interesaste por tu problema de investigación y cuál es su contexto inmediato), problematización (construcción del problema de investigación), formulación del problema de investigación (habitualmente sintetizada en la pregunta y los objetivos), relevancia (por qué vale la pena llevar adelante tu proyecto), marco teórico (cómo concibes teóricamente tu problema), modelo metodológico (cómo vas a investigarlo) y referencias bibliográficas fundamentales —Como regla general, la presentación debe contener menos información que el proyecto escrito. Dicho de otro modo: no aburras. ¡Los/as evaluadores/as ya leyeron con cuidado tu proyecto! Muy probablemente, no les interese el detalle, sino que abordes los aspectos que ellos/as juzgaron problemáticos/as. Prioriza el impacto por sobre la exhaustividad. Concéntrate en aquellos aspectos que los/as evaluadores/as criticaron: seguramente es eso lo que quieren escucharte abordar. No abundes en los apartados que no objetaron ni te esfuerces por el/la evaluador/a que amó tu proyecto: ese terreno ya está ganado. Tu defensa, justamente, debe focalizarse en aquello que no convenció (y que seguramente los/as evaluadores/as escribieron en los informes de tu proyecto) —En relación a lo anterior, integra las diversas partes del proyecto. Esta característica alude a algo vital en un proyecto de investigación: la consistencia interna. La presentación debe tener una organización discernible y con sentido. Éste, entiendo, es el rasgo más importante en un proyecto y en su presentación. La presentación —al igual que el proyecto— debe mostrar una lógica, un orden con sentido y no ser un collage de elementos aislados
—Puedes usar presentaciones de diapositivas (PowerPoint, Prezi o lo que sea que hayan inventado cuando leas esto), pero también otros recursos pedagógicos (posters, mapa conceptual, incluso una modesta pizarra y un modesto plumón). Lo habitual es una presentación de PowerPoint aunque, en los últimos años, se ha vuelto un recurso tan habitual que ya no suma demasiado. En todo caso, elijas lo que elijas, recuerda que el material de apoyo requiere trabajo independiente. No es algo automático o que se extrae mágicamente de tu proyecto: debes destinarle tiempo y esfuerzo. Volveré a esto luego —Sé creativo/a. Dependiendo del contexto, hay cierto margen para defensas originales. Puede que los/as evaluadores/as ya hayan visto decenas de presentaciones de dispositivas prácticamente idénticas. Busca tu sello. Pero, cuidado, atiende a tu contexto: en algunos espacios académicos, salirse del molde no es bien valorado. Si estás en un contexto que promueve la creatividad, reflexiona acerca de qué puedes hacer para no repetir los caminos más recorridos —Respeta los tiempos. Habitualmente tendrás un tiempo máximo para tu defensa. Tenlo en cuenta. Lo ideal, en este sentido, es que practiques tu presentación, la grabes en video y te veas. Quizás descubras que no hablas con claridad, que te mueves demasiado o que abusas de muletillas —Prepara tu presentación. La presentación no es un subproducto automático del proyecto, no emerge como un gremlin de un gremlin mojado: requiere un trabajo específico. El esfuerzo puesto en la preparación se manifestará en una exposición clara, dinámica, teóricamente rigurosa, bien integrada y que muestra un manejo fluido del proyecto. No es una buena idea improvisar en esta instancia. En este caso, como en mucho otros, la práctica tiene beneficios —Emplea el lenguaje técnico. Conoce la terminología asociada a tu problema de investigación —debería ser así si llevas meses con tu proyecto…— y úsala. Emplea el lenguaje disciplinar de un modo que demuestre conocimiento del proyecto. Es muy importante que no utilices palabras de sentido común para fenómenos que están definidos de una forma específica en tus teorías de referencia —Muestra seguridad (o, al menos, intenta mostrarla). Si conoces tu proyecto, te será más fácil, pero siempre te harán preguntas incómodas que te sacarán de la seguridad de tu guión. Volveré a esto luego, pero mi consejo es responder con franqueza: ¡los/as evaluadores/as sabrán si estás inventando por lo que no es una estrategia muy inteligente! En caso de pánico, es mejor un honesto «No estoy familiarizado/a con ese aspecto de la teoría» que un discurso vacuo —Dado que el material de apoyo más habitual es la presentación de diapositivas, me detendré en ella. Asegúrate de que las dispositivas estén en sincronía con tu exposición. Si lo que dices va por un lado y el contenido o secuencia de las diapositivas por otro, los/as evaluadores/as se verán forzados/as a optar entre escucharte… o leer. Por la misma razón, las dispositivas no deben contener mucha información sino más bien punteos que operen como hitos de tu presentación. Es decir, las diapositivas deben acompañar lo que dices al tiempo que lo resumen. Por ejemplo, si dices: «Se han formulado tres definiciones para este fenómeno» sería bueno que, en ese momento, pases a una diapositiva que contenga las tres definiciones —No leas de las diapositivas mientras presentas. Las diapositivas son un material de apoyo. Nada más. ¡Tú haces la presentación y eso supone más que leer de las dispositivas! Como regla general, en las diapositivas siempre debe haber menos información que la que expongas verbalmente. Es muy importante que tú lleves la presentación, no las diapositivas. Las
funciones de las diapositivas son poner un poco de color y ayudarte si te pierdes, pero no son la presentación —Trabaja en las diapositivas. No deben ser sólo un copia-‐pega del proyecto, tener demasiada información o demasiado poca información. Asegúrate de que no haya errores de ortografía. No uses muchos formatos o tipos de animaciones diferentes. Las presentaciones bombásticas en las que los elementos de una lista entran con ruido de cohete y se van al infinito dando vueltas suelen horrorizar. Yo sugiero sobriedad: usa una diapositiva simple y siempre las mismas animaciones. También sugiero no usar los típicos formatos de diapositivas que vienen con el PowerPoint y que los/as evaluadores/as han visto cientos de veces —No leas de apuntes u hojas de cuaderno. A lo sumo, ten fichas con puntualizaciones de lo que vayas a decir y míralas lo menos posible —Muévete con naturalidad. No te pares como un robot. Acompaña lo que dices con movimientos de las manos, pero sin que parezca que pides auxilio a un avión. Ajusta el volumen de tu voz a la sala y a la distancia que medie entre tú y los/as evaluadores/as. Si puedes, usa ropa con la que te sientas cómodo/a. A veces, es probable que debas vestirte formalmente. Aun así, no te vistas de un modo completamente ajeno a quien eres: se notará tu incomodidad. Mira a los/as evaluadores/as, alternando entre unos/as y otros/as. Haz pausas: no corras. Toma agua si lo necesitas. Sonríe: hay cosas mucho peores que defender un proyecto y, lo más probable, es que sobrevivas —Si los/as evaluadores/as son lo suficientemente receptivos/as, salte del guión formal. Empieza tu presentación contando por qué te interesaste por tu problema de investigación. Eso pone sangre y vida a un ritual de por sí bastante solemne. Si tienes tiempo y es pertinente, intercala una anécdota o un ejemplo colorido. Rigurosidad o formalidad no son equivalentes de acartonamiento o rigidez —Si la defensa es grupal, no sepas sólo «tu parte»: conoce todo el proyecto. Es muy probable que las preguntas de los/as evaluadores/as no se limiten a «tu parte». Por lo demás, mientras tus compañeros/as presentan, párate a un lado y míralos con atención (o finge hacerlo). No mires tu celular, no converses, no consultes desesperadamente tus fichas. Reparte los tiempos democráticamente: recuerda que esos cinco o seis minutos son los que tienes para causar (alg)una impresión. Más importantemente, respeta los tiempos: cada minuto que hablas demás, se lo robas a un/a compañero/a y lo/a perjudicas. Finalmente y más que nunca, coordina la presentación: las diversas partes deben estar integradas armoniosamente, como si sólo presentara una persona. El ensayo de la presentación es aquí más relevante que en cualquier otra ocasión —Luego de tu presentación, llegarán las preguntas. Los/as tesistas suelen tenerles pánico. Mi posición es simple: nadie sabe más de tu proyecto que tú. Llevas meses, a veces años, trabajando en él: ¿qué podría salir mal? Mis recomendaciones a este respecto son tres. En primer lugar, contesta lo que crees: sé honesto/a. No inventes, no trates de agradar o de adivinar qué es lo que los/as evaluadores/as quieren escuchar. ¡Defiende tus decisiones, defiende tu proyecto! Como dije, no se trata, en este momento más que en ninguno, de complacer sino de brindar respuestas teóricamente fundadas. Si los/as evaluadores/as tienen buen tino —algo que no siempre ocurre—, aceptarán que no son los/as poseedores/as de la Verdad y las respetarán aunque no les gusten del todo.
En segundo lugar, escucha con atención las preguntas, mirando a tu interlocutor/a a los ojos y afirmando con la cabeza. Si no entiendes la pregunta, pide aclaraciones. No contestes si no has comprendido la pregunta. Al responder, céntrate en el nudo de la pregunta: no te extiendas, no desvaríes, no te compliques. Una respuesta mala y escueta es mejor que una mala y larga. En tercer lugar, si la cosa se pone áspera (a veces sucede), defiéndete pero no escales el conflicto. Los/as evaluadores/as suelen ser profesionales de carrera a quienes no vas a convencer de nada porque ya se sienten bastante seguros de lo que creen. Presenta tu punto de vista con firmeza y respeto, escucha la objeción y tenla en cuenta en tu réplica. Puede que sea necesario que des un paso atrás, particularmente si el/la evaluador/a es poco dado/a a la divergencia. A veces, es mejor capitular y decir algo del tipo: «Su postura es interesante. La revisaré» o «No lo había pensado de ese modo pero creo que lo que usted dice puede contribuir a mejorar mi proyecto». La lucha territorial de machos cabríos no te conviene: tienes todas las de perder (se llama poder). Haz esto a no ser, claro, que decidas que es tiempo de empezar una revolución He escrito este documento porque he visto muchas presentaciones, de muy buenas a muy malas, y me parece justo que los/as tesistas sepan qué suele esperarse y no que la evaluación sea un ritual oscuro en el que los/as evaluadores/as nos guardamos cartas en la manga. Dado que lo que aquí he comentado no es verdad universal, deberías averiguar cómo es el asunto en tu contexto. Para ello, a veces basta con preguntar a profesores/as y ver algunas defensas de compañeros/as. Por lo demás, a hacer buenas presentaciones se aprende… haciendo presentaciones. Y es algo muy útil en casi cualquier entorno laboral por lo que creo que lo que aquí digo no se limita a las defensas de proyectos. Y cierro retomando un elemento clave: una buena presentación supone trabajo. No hay misterio, magia ni inspiración. Si hay trabajo, la presentación será mejor. Espero que este documento les sea de utilidad y les deseo suerte en sus defensas.
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