Realidad Icónica: la ausencia del sentido

June 30, 2017 | Autor: Rayko Valderas | Categoría: Medios de comunicación y poder, La Sociedad De Consumo, Filosofia
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Descripción

"Realidad icónica: la ausencia del sentido"

Rayko Valderas Díaz

Recuerdo que una vez en las clases de pensamiento moderno, el profesor
Romero nos preguntó: ¿Para qué sirve la filosofía? De mi parte intenté
realizar mentalmente un repaso desde su significado etimológico a las
palabras de destacados filósofos, declaraciones de profesores, y
obviamente, del libro "Lecciones preliminares de filosofía", de Manuel
García Morente. Al parecer mis compañeros estaban en una situación similar,
ya que guardaban silencio con vista baja. Al darse cuenta el profesor que
no habían respuestas, dijo: "para darle sentido, la filosofía sirve para
darle sentido a las cosas".

I. ¿Por qué el ser humano necesita dar o buscar un sentido?

1. Es necesario distinguir que la intencionalidad del sentido, surge del
paso que Heidegger llamaría, del ser a la mano, al ser a la vista. Y
para esto es necesario que se presente la deficiencia, donde a la mano
sale al encuentro de forma distinta, o, como diría Husserl, donde el
fenómeno se nos manifiesta, nos interpela. Como cuando sucede un
problema o surge algo nuevo. Nuestra mirada cambia con el propósito de
conocerlo, interpretarlo, y otorgarle un significado, valor o
determinación.

2. Desde la cotidianidad, el ser humano está constantemente dando
sentidos a los sucesos que ocurren –sucesos principalmente materiales.
Estos problemas en su mayoría no requieren integrarse al quehacer
filosófico. Pero si pueden conformar un conjunto de significados que,
a través del pensamiento filosófico, se puede forjar un sentido
superior que permita dirigir a los inferiores.

3. Se da por entendido que cuando hablamos de sentido, estamos hablando
de como a través de la razón estructuramos nuestras acciones, le
otorgamos un significado y le damos una orientación. Sin embargo, la
razón o el sentido constituido es inútil si no se promueve o
complementa con nuestra dimensión emocional. Sin esta dimensión, la
razón solo construye una teoría estéril e inconsistente. Las emociones
son sustrato que impulsa y condiciona nuestras acciones, sin ellas, no
podemos aplicar nuestro objetivo.

4. Pero la clave esta, respondiendo a la pregunta, es que la búsqueda
del sentido, surge desde una necesidad. No hay ningún intento por
darle sentido a algo, sin una necesidad, o como diría Husserl, una
intencionalidad de la conciencia.

II. Entonces ¿Qué necesidades debe satisfacer el ser humano para hacer uso
de la filosofía?

Si nos damos cuenta, a los niños se les destaca su condición de curiosidad:
tocarlo todo, olerlo, probarlo. Esta necesidad del niño, la emocionalidad
que ofrece la curiosidad, es su intencionalidad de reproducir el estado de
bienestar. En palabras de Freud, el medio activo que más placer sensorial
le produce.

Como referencia, la teoría piramidal de Abraham Maslow, nos permite
entender con este proceso progresivo de las necesidades (fisiológicas,
seguridad, pertenencia, autoestima y autorrealización). En la que una vez
saciado nuestras necesidades básicas, desarrollamos necesidades o deseos
superiores que nos den estabilidad y bienestar, pasando de biológicas a las
psicológicas, hasta llegar a la necesidad de dar con un sentido
fundamental, que aborde mis curiosidades o necesidades metafísicas.
Condición que lleva a Schopenhauer a expresar de la siguiente manera: "Su
asombro es más serio en cuanto que aquí, por primera vez, se halla frente a
la conciencia de la muerte (…). A partir de esta constatación y de este
asombro surge la necesidad metafísica que es propia solamente del hombre:
él es, en consecuencia, un animal metaphysicum". Por tanto, el ser humano
experimenta o ejerce la necesidad por encontrar respuestas a problemas que
van más allá de los límites físicos o naturales. 

La mayoría de los seres humanos están experimentando aflicciones que van
más allá de lo visible, aquejándolos diariamente, pero lamentablemente en
nuestra época, pocas veces se detienen a contemplar con atención y
reflexión cuales son y porque se generan tales aflicciones. Las necesidades
fundamentales de la humanidad, el nivel superior según Maslow, está siendo
reprimida por diversos factores sociales de la actualidad.

III. ¿Qué factores sociales reprimen a las necesidades metafísicas del ser
humano?

Desde la Revolución Industrial, entre siglo XVIII al XIX, comenzó a
generase un cambio abismante entre las relaciones del hombre con su especie
y su entorno natural, cuyo principal objetivo de la época era el de
transformar las materias primas en productos.

El crecimiento y desarrollo del sistema social y económico de la
industrialización, provocó en el siglo XX nuevos conceptos: como
privatización masiva, globalización, mercado o liberalización, que fue
identificado por los sociólogos Alain Tourain, y Daniel Bell, como el
periodo "postindustrial". En este traspaso socio histórico, el sociólogo
Zigmunt Bauman (2000) enfatiza que en la sociedad industrial, lo que
imperaba, era la producción; mientras que en el periodo posterior se dio el
fenómeno social de consumo radical o consumismo. Lo que significa que para
que haya más ganancias debe haber más consumo, para que hayan más consumo,
debían generarse más necesidades (demandas), y frente a esto es que se creó
el concepto de "naturaleza recreada" según nos plantea el sociólogo, Manuel
Martín Serrano (2007).

Se nos explica que para que la sociedad de consumo pueda incitar las
necesidades de las personas, se debe elaborar una naturaleza recreada, a
través de iconos (imágenes u objetos virtuales), con la finalidad de tomar
o reemplazar el valor de las cosas reales o naturales. Cuyo rol protagónico
lo ejerce la publicidad, quienes a través de distintos medios de
comunicación como la televisión o internet te estimulan o seducen hacia una
realidad icónica, por sobre la real o natural.

Se pensó en el siglo XX, por los opositores al modelo de mercado, que la
publicidad generaba falsas necesidades, pero en realidad, Serrano enfatiza
que fue al contrario, potenciaron aún más las necesidades primordiales.
Obviamente se desviaron los valores sociales, se potencio la estética,
muchas veces ilusoria, la introducción de la cultura desechable, y se
flexibilizaron los métodos de pago. Te dicen que hacer y decir, sin la
necesidad de pensar. Es mejor saludable tomar agua embotellada que él de la
llave. –Pero ¿Por qué el de la llave no es saludable?; compra este hermoso
departamento con el sistema anti-robos –Pero ¿Por qué hay delincuencia?;
compra este celular android para que te acepten tus compañeros -¿Por qué no
me aceptan? Cuestionamientos que no te realizas porque no es la necesidad
o inquietud que predomina en ti.

Esta realidad icónica, simula que todo permanece estable, sostenible y que
tiende a la prosperidad. Mientras los mercados e industrias apropian y
explotan la realidad natural (2007), cuyo costo ecológico es insostenible,
y posiblemente irreversible. Pero más grave aún, es que nosotros, los
principales actores de cambio, nos encontramos impávidos, indiferentes ante
tales situaciones. No nos estamos cuestionando o dudando de lo que
consumimos, ni de sus repercusiones a nuestra salud, a la sociedad o al
medio ambiente.

Me hace recordar a un episodio del programa del filósofo argentino José
Pablo Feinmann, en su programa Filosofía Aquí y Ahora, al realizar una
crítica de los medios de comunicación, en especial a la televisión actual,
cuya finalidad es colonizar la objetividad de los espectadores. En la que
da por ejemplo, a un trabajador que llega a su casa y enciende la
televisión, aparato que lo retrae o aliena a través del espectáculo
infinito de la pavada. Impidiéndole pensar sobre su situación, de hacerse
cargo de su ser, y el día que tome conciencia crítica de la función del
aparato y quiera recuperar su libertad de su subjetividad, hará algo muy
sencillo, apagarlo.

IV. Los efectos de la realidad icónica a nuestras necesidades.

Es necesario tener cuidado en como abordamos esta temática y no caer en la
radicalidad de repudiar la realidad icónica o el consumismo, sin siquiera
entenderla o convivir con ella. Consumir no es malo, es natural. Pero
sentir la necesidad desmedida por consumir tal objeto, del cual dependes
para reducir tu ansiedad, es lo realmente alarmante. No tan solo porque el
ser humano no sea capaz de desarrollar sus dimensiones humanas de modo
autónomo, sino que es un grupo dominante quien te mantiene alienado a
través de esta realidad ilusoria.

Este fenómeno se puede asociar al concepto del apego, según lo entiende la
filosofía oriental, en especial el budismo, como la actitud que sobrestima
las cualidades de un objeto o persona, que lo lleva a aferrarse a ella.

Hoy, en la actualidad, la sociedad de consumo nos induce a generar el
apego, que según Bauman (2000), consta de dejar siempre insatisfecho al ser
humano, siempre deseoso, incompleto y dependiente del objeto o del sujeto
idealizado.

Esta realidad alternativa, es lo que ha llevado a la persona a prescindir
de su dimensión metafísica. De su posibilidad de cuestionar u observar su
situación, su estar, de donde viene y para donde va. Como decía el ejemplo
de Feinmann, el hombre se abandona bajo la seducción de la televisión, o la
tecnología, es su opio, el de muchos, en donde toda necesidad biológica o
psicológica es alterada por esta realidad ilusoria, al punto que nuestras
necesidades también lo son. Porque ya no nos satisface el objeto o el
sujeto real, concreto, sino la virtualidad o la idealización estética que
nos sobre-estimula aún más que lo propiamente real.

V. ¿Por qué el ser humano se olvida de su ser?

El hombre olvida al ser para consagrarse al dominio de las cosas, como
diría Heidegger, o al 2° como se le señala. La sociedad de hoy ha olvidado
lo trascendente y se concentra en el dominio de lo cosico. ¿A qué mundo
nos hemos arrojado?

¿Acaso Nietzsche se imaginaba esto, cuando planteaba que Dios debe morir
para que la vida humana sea posible? ¿Que el superhombre, quien crea sus
propias normas, morales y somete las cosas a su voluntad, se está
cumpliendo ahora? ¿Que hoy la humanidad está llena de vitalidad, que ama la
vida y este mundo? Lamentablemente para Nietzsche, quien reemplazó a Dios,
no fue el propio hombre, sino el consumismo. A quien se adora y se sigue
sus principios. Es quien está naciendo todos los 25 de diciembre, quien te
dice que el tamaño de tu regalo es el tamaño de tu amor, que la cantidad de
objetos es la cantidad de tu felicidad, que el mejor opio frente a la
angustia "de su ser" es comprar, consumir.

Un proyecto humano que no es nuestro, un sentido que es ajeno, y una
filosofía que se reserva en el anonimato de lo académico. Pensar, dudar, o
contemplar ya no es una inquietud, la inquietud ahora es consumir, consumir
una realidad icónica.

Lo que me hace eco con las palabras de Sartre: "Cada hombre es lo
que hace, con lo que hicieron de él". Somos reproductores de lo que nos han
impuesto, claro está. Pero algún momento, si lo intentamos, haremos de
nosotros algo que sea nuestro, y a partir de esto, responsable de nuestro
ser, haremos tras el sentido construido, lo que queremos ser.

A Sócrates, le gustaba despejar la cabeza recorriendo el centro comercial
de Atenas. Cuando los vendedores lo asediaban por su alegría, les
respondía: Sólo estoy mirando cuántas cosas no necesito para ser feliz. ¿Y
tú, sabes lo que necesitas?
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