Raymond Aron, realista político. Del maquiavelismo a la crítica de las religiones seculares

August 30, 2017 | Autor: Jerónimo Molina Cano | Categoría: Political Religion, Raymond Aron, Machiavellianism, Political Realism
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Descripción

R a y m o n d Aron, realista político Del maquiavelismo a la crítica de las religiones seculares JERÓNIMO M O L I N A

sequitur

índice sequitur [sic: sékwitur]: Tercera persona del presente indicativo del verbo latino sequor: procede, prosigue, resulta, sigue. Inferencia que se deduce de las premisas: secuencia conforme, movimiento acorde, dinámica en cauce.

Prefacio

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1. Primado de lo político

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2. Ideología

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3. Maquiavelismo

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4. Realismo político

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5. Religiones seculares

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Bibliografía

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© Jerónimo Molina Cano, 2013

© Ediciones sequitur, Madrid, 2013 www.sequitur.es

ISBN: 978-84-15707-14-1 Depósito legal: M-29761-2013 Impreso en España

i PREFACIO

Hier ist die Rose, hier tanze

La gran literatura política, los fragmentos de los veinte o treinta escritores políticos verdaderamente grandes, de Kautilya a Cari Schmitt, reflejan ciertos "momentos anímicos aislados que brillan a través de los siglos". De ese detalle inefable se ocupa de pasada Valeriu Marcu en un libro sobre Maquiavelo fuera de serie. Todos los saberes políticos particulares (sociología política, derecho político, teoría del Estado, teoría política, etc.) han adelantado una barbaridad en el mar sin orilla de la ciencia política general. Sin embargo, seguimos encontrando sublimes, en su misteriosa simplicidad, pasajes como éste, del historiador suizo Jacob Burckhardt: "Tomamos como punto de partida [de nuestras Reflexiones sobre la historia del mundo] el único elemento invariable que puede prestarse a un análisis semejante: el hombre, con sus penas, sus ambiciones y sus obras, tal cual ha sido y será siempre. Así, nuestras consideraciones tendrán, en cierta medida, un carácter patológico". ¿No está dicho todo? El hombre doliente, ladino y operoso es el centro de la política. Conocer sus "regularidades" es conocer la esencia de lo político o, al menos, una de sus verdades parciales. La insociable sociabilidad del ser humano constituye la materia heterogénea y, al mismo tiempo, elemental hasta la brutalidad, del arte político, la Arquitectónica de la ciudad según los antiguos. Lo político, por eso mismo, es la seriedad de la vida. Pero cuando la política se convierte en lo irrelevante y adaptativo, en un sector neutralizado de la realidad: la democracia, el mercado, el interés general, la propiedad, las ideas correctas o el consenso, da igual, como sucede en nuestro tiempo, se descubre en ella un fondo insondable de 7

puerilidad. En el español castizo de la Restauración eso se llama "politiqueo". El término, igual que otros suministrados por el genio popular de la lengua ("liberalismo", "guerrilla" o "fueros"), resulta de una precisión política extraordinaria. El realismo político no se ocupa del politiqueo, sino de la política de cada hora, siempre distinta, pero siempre la misma política. Con todo, un político prudente o un consejero de príncipes no pueden obviar el infantilismo político como parte de la realidad que se aspira a dominar. Pero de la política forman parte también, como accidentes o episodios sujetos a pautas recurrentes, engaños y fraudes. La corrupción. Incluso el crimen. El hundimiento de un régimen y la debellatio de una nación. El enemigo. La política abarca además los sentimientos nobles y el amor a la patria. La pacificación de los corazones y la paz relativa. El imperio de la ley. Etc. La experiencia política enseña sin embargo que más le conviene al estadista y a su séquito de "clercs" -hoy sociólogos y economistas; teólogos y "politiques" hace quinientos años- ponerse en lo peor, condición necesaria, aunque no suficiente, para conjurar los peligros de la república. El realismo político, por la fuerza de las cosas, es una disciplina muy pobre en valores demagógicos. Tiene un don hermético el realista político: la imaginación del desastre. Esta cualidad de su minerva le convierte, también forzosamente, en un escritor vitando. Todo el mundo sabe, como Cosme de Medici, que los reinos ni se conquistan ni se conservan con padrenuestros. También que es lícito adular al tirano. Abenjaldún, muerto de miedo delante de Tamerlán, mantiene la calma e improvisa unas palabras que lo ponen a su favor: "No sé que haya aparecido en la creación, desde Adán hasta nuestro tiempo un soberano como tú". Pero nadie puede escribir II príncipe, Considerations politiques sur les coups d'Estat, Discurso sobre la dictadura o Technique du coup d'Etat y salir indemne. Es el realismo político un concepto por definición polémico. No es el contrapunto de una ciencia política formalizada, pues está por encima de ella. Tampoco un género literario (¿cuál? ¿Aforismos? ¿Cartas? ¿Arcanos? ¿Emblemas? ¿Discursos? ¿Panfletos?), pues los abarca todos y todos los rebasa.

Raymond Aron, sociólogo, filósofo y periodista, es uno de los autores que no falta en ninguna genealogía del realismo político. El término, que tal vez no le agrada, está presente en su obra desde su "conversión" a la política realista en los primeros años treinta. Aron teoriza sobre la sociedad industrial, escribe sobre los regímenes políticos, explica, a su modo, a Clausewitz, discurre sobre las relaciones internacionales, pero tal vez evita adrede una teoría trascendental de la política. Sin embargo, fuera del sistema de referentes políticos e intelectuales de la Guerra fría, al que su obra está íntimamente ligada, sus fragmentos sobre algunas de las verdades parciales de la política han ido adquiriendo, con el paso del tiempo, notable relieve. Resulta que Aron, el filósofo de la historia, un metafísico frustrado, se desenvuelve óptimamente en medio de las paradojas que suscita la política como acción histórica. No tiene responsabilidades políticas porque tal vez deja de buscarlas, íntimamente decepcionado, después de la guerra. Consciente de la irreversibilidad del mundo histórico, no pierde de vista la trascendencia de la decisión: complejo movimiento de la voluntad que en las situaciones excepcionales manifiesta su momento "decisionista". "Aquí está Rodas, ahora salta". El realismo político del autor de L'opium des intellectuels, sambenitado con los peores epítetos por los intelectuales de izquierda, muchos de los cuales prefieren "equivocarse con Sartre antes que acertar con Aron", afirma el primado de lo político y niega la existencia de una forma de gobierno óptima. También que en política no es posible elegir siempre e indeterminadamente los medios de la propia acción. Próximo en esto a Max Weber, piensa que el político que labora por la ciudad se arriesga a condenarse y a perder su alma. Pero el realismo político constituye además en él la vía de conocimiento más adecuada para explorar la "veritá effetuale della cosa". Es el primado de la observación sobre la ética lo que le da a esta visión de lo político como un aire de amoralismo o, al menos, de cierto indiferentismo moral. Bajo la óptica del realismo político, Aron estudia el giro ideológico de la modernidad y los dos grandes movimientos totalitarios del siglo X X que, en cierto modo y en parte, son la consecuencia de aquel: el nacio-

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nalsocialismo y el comunismo. Descubre en ellos, inicialmente, una fórmula actualizada de maquiavelismo. Más tarde se le presentan como genuinas religiones seculares. Este libro aspira a presentar de un modo sistemático los elementos centrales de la crítica aroniana al maquiavelismo y a las religiones seculares, aspecto de los menos estudiados en la obra de Aron. En estas páginas he remansado, dándoles nueva forma para poner de manifiesto el profundo nexo de unión entre todos ellos, algunos de los fragmentos sobre Raymond Aron que he publicado durante los últimos cinco años: sobre el primado de lo político, sobre las ideologías, sobre el maquiavelismo moderado, sobre el realismo político y sobre las religiones seculares. Los distintos capítulos proceden sustancialmente de tres estudios publicados en diversos lugares. Concertarlos ha resultado sencillo, pues ellos mismos se me presentan al pronto ya ordenados, diría que casi espontáneamente, en virtud de la propia lógica de mis intereses intelectuales, de mis lecturas y relecturas y del modo en el que yo entiendo la investigación: afirmación, a un tiempo, de la independencia y la libertad de espíritu y de la vocación personal. Los textos a los que me refiero, podados y revisados en profundidad, así como sus correspondencias con los distintos capítulos, son los siguientes: "Raymond Aron, lo político y la sociedad industrial", en Pablo Sánchez Garrido y Consuelo Martínez-Sicluna (Editores), Historia del análisis político, Madrid, Tecnos, 2012 (capítulo 1); "Raymond Aron ante el maquiavelismo político", Revista Internacional de Sociología, n° 50, 2008 (capítulos 2 y 3); "Realismo político y crítica de las religiones seculares en Raymond Aron", en Montserrat Herrero (Editora), Religión and the political, Hildesheim, Olms Verlag, 2012 (capítulos 4 y 5). Aunque estos estudios, ahora integrados en un ensayo más amplio, han cambiado la piel y son ya otra cosa, agradezco a las editoriales Tecnos y Olms y al director de la Revista Internacional de Sociología la generosidad con que en su día recibieron mis trabajos y ahora autorizan su publicación.

Desde luego no sería justo olvidarme de las instituciones y colegas que, con distintos pretextos, han hecho posible mi dedicación al pensamiento de Aron. En primer lugar la Fondazione Ideazione, mecenas de una reunión internacional: "Pensare la política: Raymond Aron, tra impegno intellettuale e ricerca scientifica", celebrada en Roma en 2003 y dirigida por Alessandro Campi. A ella llevé una comunicación sobre "II machiavelismo politico". La Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales, editora en 2005 de un volumen conmemorativo del centesimo aniversario de Raymond Aron, dirigido por José M Lassalle y en el que pude contribuir con un estudio ("Sin ilusión, sin pesimismo. El realismo político de Raymond Aron"). Lo dejo fuera de este volumen para evitar repeticiones fatigosas. La Universidad de Navarra, en donde en 2011 disfruté de medio año sabático integrado en el grupo de investigación "Religión y sociedad civil", financiado por el Instituto Cultura y Sociedad y dirigido entonces por Rafael Alvira y hoy por Montserrat Herrero. El Instituto de Estudios Políticos de Estrasburgo, organizador en 2012 de un seminario sobre "La liberté á l'époque de Jacques Maritain, 1931-1939", dirigido por el Jean-Louis Clément. Allí presenté una comunicación sobre "La querelle du machiavélisme: Jacques Maritain et Raymond Aron (1936-1945)". No la recojo aquí por estar todavía pendientes de publicación las actas del congreso y por falta de tiempo para ofrecer del texto una versión en español.

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Se escribe siempre el mismo libro, al menos eso creo yo, pero hace falta un editor que lo haga posible. No es la primera vez que Sequitur me ofrece sus prensas. Publicó mi primer libro y ahora me permite, en cierto modo, experimentar lo que la escritura política tiene, siempre también, de palimpsesto.

sequitur, libros del ciudadano

El realismo político de Raymond Aron (1905-1983), sambenitado con los peores epítetos por los intelectuales de izquierda, muchos de los cuales prefieren "equivocarse con Sartre antes que acertar con Aron", afirma el primado de lo político y niega la existencia de una forma de gobierno óptima. También que en política no es posible elegir siempre e indeterminadamente los medios de la propia acción. Próximo en esto a Max Weber, piensa que el político que labora por la ciudad se arriesga a condenarse y a perder su alma. Pero el realismo político constituye además en él la vía de conocimiento más adecuada para explorar la "veritá effetuale della cosa". Es el primado de la observación sobre la ética lo que le da a esta visión de lo político como un aire de amoralismo o, al menos, de cierto indiferentismo moral. Para Aron, como para Cari Schmitt, dos de los últimos neomaquiavelistas europeos, la política es la seriedad de la vida.

JERÓNIMO MOLINA es profesor en la Universidad de Murcia. Autor de Julien Freund, lo político y la política (1999), Wilhelm Rópke y la tercera vía (2001), La política social en la historia (2004), Conflicto, gobierno, economía (2004), Rópke (2006), Epítome de la política social (2007), En la cabellera de un cometa llamado Ernesto Giménez Caballero (2009), Nada en las manos (2013) y Contra el "mito Cari Schmitt" (2013). Director de la revista Empresas políticas (2002-2010).

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