Rastros de Ortodoxia en el Concilio Vaticano II

G.K. Chesterton recorrió un atormentado camino intelectual que le llevó al descubrimiento de la fe cristiana como una coherente explicación que aseguraba una visión optimista de la vida. Su punto de partida había sido una honda crisis existencial, alimentada por las raíces de unos planteamientos modernos que conducían al pesimismo. No obstante, el fruto de esta búsqueda tan personal fue la formación autodidacta de una cabeza católica, que no temía salir al paso de los tópicos que los intelectuales del momento difundían en la opinión pública. En su libro Ortodoxia, publicado en 1908, relató este itinerario y su sorpresa al comprobar que sus ideas recientemente articuladas correspondían a las expuestas por la Iglesia desde siempre. Puntos clave de este recorrido fueron la apertura al misterio y el hallazgo de la huella de un Creador. Años más tarde, el Concilio Vaticano II se planteó la conveniencia de un diálogo con el mundo moderno, que cada vez se alejaba más de la Iglesia. El documento que recogió esta propuesta fue la Constitución Gaudium et Spes (1965). La comparación de ambos textos permite constatar la validez de la propuesta de Chesterton en Ortodoxia para que la fe pueda dialogar con la cultura moderna, sin perder la identidad cristiana ni la alegría ante el mundo.